La historia y los personajes pertenecen a Riichiro Inagaki y Boichi, esta historia es solo para entretener sin fines de lucro.
Capítulo 6
Abrió lentamente sus ojos con un poco de pereza al sentir la luz del sol darle directamente en la cara, al enfocar su vista pudo ver como los rayos de sol se filtraban por la puerta y la ventana del laboratorio. Tal parece que otra vez se había quedado dormido sobre la mesa en una pésima posición, pues al moverse un poco gruñó de dolor al sentir el cuello contracturado.
Dirigió su mano derecha a su cuello para sobar y tratar de relajar esa área, tras un largo bostezo miro hacia abajo percatándose que se había dormido en uno de sus planos, el cual ahora estaba totalmente arrugado.
Miró su plano con un poco de desdén, antes de pararse y estirarse un poco para despabilarse.
"¿cuánto tiempo dormí? por alguna razón siento que tuve un largo sueño y uno muy... melancólico" meditaba para sí mismo al recordar cada detalle, deprimiéndose un poco, a la vez que caminaba hasta la puerta y se recargaba en el marco. Lentamente dirigió su mirada al escuchar a Chrome conversar con alguien.
—¡Ey Kohaku ¿qué estás haciendo?!— Escuchó la voz de Chrome quien se asomaba a la bodega, localizada al lado del observatorio.
—Busco un poco de materia— escucho a la mencionada contestar, a la vez que salía del almacén con tres bigas de madera recargadas en su hombro derecho y cargaba una caja de herramientas en el brazo izquierdo.
— Déjame ayudarte— mencionó el castaño quitándole de sus manos dos vigas y la caja de herramientas.
Senku que hasta ahora miraba como espectador la escena se dio cuenta de algo… El sueño largo y deprimente que tuvo esa noche no había sido solo un sueño y las personas frente a él se lo confirmaban.
—Yo puedo hacerlo sola papá— refutó frunciendo el ceño una pequeña niña rubia de ojos azules de seis años de edad.
—No dudo que puedas… solo déjame ayudarte— contestó amablemente el científico castaño a su pequeña, dejando un momento la caja de herramientas para pellizcar con ternura la mejilla de su pequeña.
El dueño de los ojos carmín, entristeció un poco al recordar que más que un sueño lo que tuvo esa noche fue una pesadilla… una que vivió en carne propia hace diez años atrás.
Por un momento se sumergió dentro de los recuerdos de aquel día, hasta que un pequeño jalón en sus ropas lo hizo regresar a la realidad.
—¿entonces sí podrá sensei?— dirigió su mirada hasta la pequeña niña que tenía atada su rubia cabellera en dos coletas.
—¿Disculpa?— cuestiono apenado por no haber escuchado toda la pregunta de la niña "¿en qué momento se me acercó? no la ví venir" pensó con un poco de humor pues parecía que tener una una habilidad sigilosa era de familia.
—Le decía que si la siguiente semana nos podría seguir dando clases de química— repitió la pequeña rubia.
—Este… si claro, con gusto— respondió sin poder negarse, después de todo enseñar los alcances de la ciencia siempre fue algo que disfruto.
—¡Excelente!— festejó la pequeña—Espero que sea tan emocionante como la clase de la pólvora—
—Recuerda que no quiero que hagas nada peligroso Kohaku— advirtió Chrome.
—Nada es seguro cuando se trata de ciencia, los resultados pueden variar, ¿verdad? Senku-sensei— contestó tétricamente, preocupando a Chrome.
Senku que hasta entonces solo miraba esa particular interacción entre padre e hija, no pudo evitar recordar escenas similares protagonizadas por él y Byakuya "que recuerdos aquellos"; sin embargo era mejor tomar precauciones —Es verdad, pero será mejor que hagas caso de tu padre—
La pequeña a sabiendas de lo estricto que podía ser su papá lo miró con ojos suplicantes para que no la restringiera en los saberes de la ciencia.
El castaño suspiro resignado —está bien, solo ten cuidado no queremos preocupar a mamá — concluyó a modo de permiso.
—Si, si— contesto sin más —Bueno, entonces ayúdame a llevar este material papá, los demás me están esperando—Y así, el castaño se despidió con una mirada de Senku, y caminó con los materiales en sus brazos mientras su hija lo tomaba de un trozo de su playera para ir sujeta de él, pues no podía tomarlo de la mano como solía hacer.
Por el resto del día continuó con sus proyectos, empezando por rehacer el plano que había quedado inutilizable después de haber dormido toda la noche en él.
Constantemente los recuerdos de aquel día o más bien días, lo acechaban y lo mortificaban; incluso tenía días donde era tanto su dolor que planeaba tirar la toalla y dormir eternamente, pero no se atrevía a hacerlo pues sí había renunciado a Kohaku fue por su ideal de traer a la humanidad de vuelta, y si renunciaba a ello sería una total hipocresía; si apartó a lo que más amaba lo menos que podía hacer era seguir.
Ya por la tarde, se levantó de su asiento y decidió salir un poco a despejar su mente. Sin tener realmente un lugar al cual querer ir, simplemente se dejó llevar por sus pies. La brisa de ese día de otoño era melancólico y más por qué el día siguiente se cumplían diez años de la pérdida de su bebé y pasado mañana la partida de Kohaku.
Sumergido en su melancolía siguió caminado sin ningún destino en particular, deteniéndose al darse cuenta de que se encontraba a las afueras de la aldea, se disponía a volver cuando a lo lejos escuchó un pequeño tumulto de voces que lo hizo voltear; no muy lejos de él, entre algunos árboles y arbustos, se encontraban dos niños y dos niñas, los cuales estaban sentados alrededor de planos, madera y herramientas, probablemente diseñando algo, si bien algunas veces les ayudaba explicandoles como funcionaba la ciencia, ellos se guiaban bajo su propio ingenio.
No pudo evitar disimular una pequeña sonrisa ante esa vista, pues le recordaba a él cuando era niño, uno lleno de curiosidad por saber todo. Solo que en lugar de estar él junto con Taiju y poco después Yuzuriha, ahora estaban dos niños de diez años, el primero era el hijo de sus amigos de la infancia y el otro el hijo de Tsukasa y Minami, ambos niños castaños cuyas características físicas eran las de sus padres con ciertos rasgos de las madres.
Y por otro lado estaban las dos niñas, Kaori la mayor con ocho años y Kohaku con seis, ambas hijas de Chrome y Ruri, que pese a ser la viva copia de su madre, ambas tenían un gran gusto por la ciencia y por el descubrimiento de cosas nuevas, tal y como su padre.
Sin duda alguna había nacido una nueva generación que llevaría las riendas de los nuevos descubrimientos.
Soltó un sonoro suspiro aun viendo hacia esa dirección, notando que Tsukasa, Taiju y Chrome se acercaban a los pequeños futuros científicos.
—Bien niños es hora de volver a casa—Chrome llamó la atención de todos los niños, mientras los otros dos adultos asentían en apoyo.
—¿Qué? pero aún no terminamos de hacer los diseños y maquetas— se quejó el castaño mayor, hijo de Tsukasa.
—Lo lamento ya habrá momento para ello mañana, por ahora ya es tarde y no querrás que mamá se moleste— trató de persuadir Tsukasa a su hijo mientras le alborotaba su melena castaña, mientras el niño solo bajaba sus hombros en señal de rendición.
—No se preocupen niños, mañana yo mismo les ayudare en cuanto termine mis pendientes— trato de animar Taiju con su muy conocido tono efusivo de hablar —pero díganme ¿en qué están trabajando ahora mismo?— cuestionó hasta acercarse a los planos regados al lado de su hijo.
—Ahora mismo estamos creando un auto que funcione en tierra y en mar, esto es sin duda algo ¡MUY EMOCIONANTE PAPÁ!—Contestó efusivamente su hijo. Cosa que le robó una ligera risa a Senku quién aún observaba a la lejanía la escena sin querer participar en ella.
—¡Sin duda lo es!— mencionó —De hecho esto me dá mucha nostalgia, me recuerda a cuando tu madre, Senku y yo pasábamos horas tratando de hacer que algún experimento de Senku funcionara, pero que recuerdos aquellos— recordó Taiju aquellos días tan lejanos mientras una lagrimita de felicidad se le escapaba.
—¡Super!— exclamó Kaori quien se levantaba del suelo mientras sacudía un poco su vestido —Tío Taiju, ¿usted cree que algún día seremos tan buenos como ustedes?— cuestiono con total ilusión en su cara. Pese a ser ella y su hermana idénticas a su madre físicamente, la verdad es que eran muy intrépidas y curiosos como Chrome, ambas tenían una gran ambición por conocer todo lo que las rodeaba.
—¡No dudo eso ni un poco! ustedes son brillantes— contestó mientras tomaba uno de los planos del suelo —¿no lo creen Chrome, Tsukasa?—
—Por supuesto que lo lograrán, tan solo miren el talento que hay en este plano— alentó Chrome quien también había tomado uno del suelo; a lo cual asintió Tsukasa en señal de estar de acuerdo con los otros dos adultos.
Sin duda eso alegró mucho a los pequeños infantes quienes se pusieron a levantar todo su material.
—Es más que les parece si el día de mañana les construimos un pequeño laboratorio, así ya no tendrán que estar llevando y trayendo sus cosas— Propuso Chrome, con la idea de que ese sería un buen impulso para ellos.
Obteniendo con ello una aprobación entusiasmada por parte de los niños. Después de dejar todo limpio por ahora, Taiju cargo a su pequeño en sus hombros, Tsukasa tomó la mano del suyo mientras en la otra lo ayudaba a cargar sus planos, mientras Chrome tomaba a cada una de sus hijas de la mano, para así emprender un animado camino de regreso a sus hogares.
La escena de esos padres con sus hijos fue lo que pudo ver Senku a la lejanía con una melancolía renaciendo en su ser, sin duda esos diez años habían sido difíciles, pues aún no podía afrontar la pérdida de su bebé y de Kohaku.
A veces veía a aquellos niños con una sensación, la misma que le decía que en aquel grupito faltaba un niño.
"Kaoru" pensó melancólicamente, ese era el nombre que Kohaku había escogido si el bebé era niño.
Tuvieron que pasar dos años antes de que Chrome y él tuvieran una charla tranquila sobre lo sucedido y fué ahí donde le compartió que aquel bebé iba a ser niño y que su nombre sería Kaoru y, solo por compartir más con él, le dijo que si hubiera sido niña se llamaría Kaori, justo el nombre que él y Ruri ocuparon para nombrar a su hija mayor tal vez como recuerdo de Kohaku y era más que evidente que su hija menor llevaba el nombre de su tía por la misma razón.
"¿Cómo habrían sido las cosas si todo hubiera sido diferente?" muchas veces se hacía esa pregunta en sus noches solitarias, imaginando lo que pudo ser.
"Tal vez Kohaku y yo estaríamos juntos viviendo en una casa medianamente grande para vivir junto con Kaoru, ¿Quién sabe? hasta pudimos haber tenido otro par" pensó soltando una sonrisa irónica pese a que ese era una de sus mayores fantasías "con un espacio para un modesto laboratorio y un gran patio para que Kohaku y él entrenaran o tal vez no; ¿A Kaoru le habría gustado entrenar con Kohaku o pasar el tiempo con él y el resto de los niños realizando proyectos? o nada de eso, tal vez le pudo gustar otra actividad como el arte, la música, literatura o qué sé yo, las opciones son vastas" sin duda eso era algo que le habría gustado ver, y siempre que lo hacía no podía evitar visualizar a un pequeño niño de cabellera rubia con ojos azules "sin duda se hubiera parecido a Kohaku, teniendo en cuenta que sus primas son idénticas a Ruri puedo afirmar que su carga genética es fuerte" sonrió con amargura para sí mismo al tratar de darle una apariencia al hijo que nunca conocerá.
Soltó un largo suspiro a la vez en que volvía sobre sus pasos al laboratorio, reprimiendo esos pensamientos como solía hacer, después de todo ellos se habían ido y nada, ni su amada ciencia, los haría regresar.
Apartando esas fantasías de su cabeza recordó que la razón por la que se había ido Kohaku fue debido a una septicemia, que en ese mundo aún atrasado en procesos médicos, fue imposible de atender como era debido; sumando a ello el malestar que ya tenía su cuerpo, las malas palabras que él le dijo y la pérdida del bebé terminaron de detonar lo inevitable.
Jamás se podría perdonarse así mismo, lo único que le quedó por hacer en ese tiempo fue sincerarse con los demás; poco a poco fue externado la verdad de lo sucedido a sus amigos, pues la culpa lo sobrepasaba y de alguna manera necesitaba que alguien lo odiara, pero se equivocó pues sus amigos lejos de odiarlo solo se compadecían de él, incluso lo miraban con pena.
Chrome, pese a todo, seguí trabajando animadamente a su lado, seguía siendo aquel que tenía un gran gusto por conocer nuevas cosas a la vez que desarrollaba sus propios inventos; sin embargo en ocasiones sentía esa mirada hostil dirigía hacia su persona, pese a que siempre pensó que algún día lo golpearía, nunca lo había intentado.
Por otro lado Ruri, seguía siendo la misma persona gentil y se había convertido en una amorosa madre; nunca había sentido ningún reproche por su parte y para ser sincero él realmente quería sentir su odio, después de todo es un gran partícipe en la muerte de su pequeña hermana, lo único que él noto es que ella puso una gran barrera entre los dos, si bien sí hablaban y conviven cuando había que hacerlo, ella no lo buscaba ni hablaba con él más de lo necesario.
Quien sí tuvo una reacción que él esperaba fue Kokuyo, a quien le contó toda la verdad un año después de lo sucedido.
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—¡ERES UN INFELIZ!— explotó Kokuyo después de escuchar la verdad detrás de la muerte de su hija. Con la mano hecha un fuerte puño, golpeó a Senku en la cara haciéndolo caer abruptamente de espaldas.
Senku no hizo nada para defenderse, de hecho había decidido hablar con él en un sitio solitario para que nadie interfiriera.
Justo cuando pensó que iba a rematar contra él con una patada, cerró los ojos esperando un golpe que nunca llegó.
—ella era una chica muy amable, siempre dispuesta a ayudarte— soltó unas pesadas lágrimas sintiendo un nudo en la garganta que hacía que sus palabras le ardieran al salir de su boca —ella no merecía eso… no lo merecía— susurro mientras limpiaba sus lágrimas y se retiraba lentamente del lugar.
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Al año siguiente, a los dos meses de nacida de su nieta Kaori, Kokuyo murió. Todos pensaron que fue por la edad pero tanto Chrome, Ruri y Senku sabían que fue más por el dolor que ya cargaba de perder a su esposa más el de Kohaku y su nieto.
Una fría ventisca lo hizo detenerse de golpe, mirando hacia el cielo se percató de que la tarde ya estaba por llegar a su fin, y el ajetreo de muchas voces lo hizo confirmar eso pues ya era la hora en que todos regresaban a sus hogares.
Con suma delicadeza pudo observar a los aldeanos y a algunos de sus amigos entrar en sus hogares, felices de ser recibidos por alguien y entusiasmados por contar cómo les había ido en el día, sin duda era una imagen muy agradable y hasta cierto punto muy cálida; sin embargo, esto no fue así para Senku quien sintió una terrible presión en el pecho, sabiendo plenamente que esa sensación no era de dolor sino de soledad. Si iba al laboratorio o incluso a su casa ¿quién lo estaría esperando?
NADIE era la respuesta y eso incrementó la sensación de soledad. Sin duda esa presión en su pecho era abrumadora, tanto que sintió que comenzaría a hiperventilar. Tratando de recomponerse un poco dirigió su caminar al único lugar que lo haría sentir medianamente bien. A paso acelerado llegó a su casa tomó una mochila y arrojó ropa, comida y material de trabajo y una vez todo listo salió a toda velocidad.
Al llegar a las afueras de la aldea, abordó un pequeño automóvil, que aún no se parecía a los de la modernidad pero que lo ayudaban a transportarse, y comenzó su larga travesía.
Tras un largo viaje llegó a su destino, aquel árbol caído que ahora era el que protegía a las dos personas más importantes en su vida.
En el lugar donde encontró a Kohaku estaba la tumba de su hijo y justo al lado estaba la de Kohaku. A través de esos años las había mejorado al poner una lápida con el nombre de cada uno y al sembrar flores rojas y azules a su alrededor.
—ey ¿cómo están?— se sentó frente a ellos —Lamento haber tardado tanto, pero aquí estoy y no sé preocupen traje material suficiente para trabajar así que me quedaré un par de días con ustedes— suspiro pesadamente sabiendo lo triste que la escena era, pues era evidente que ellos no contestarían.
Con lentitud se levantó y fue por las cosas que había traído con él y las fue acomodando en la pequeña casita que hacía nueve años había construido, esta solo constaba de un cuarto donde estaba una cama individual, un escritorio y una gaveta donde guardaba sus provisiones; pese a ser pequeña era más que suficiente para él.
Dentro del diseño de la misma tenía una ventana frente a su escritorio que daba directo al lugar donde descansaban las personas que más amaba, así no importaba el clima el podría verlos continuamente.
De un cajón de su escritorio sacó unas tijeras y con ellas en mano regresó frente a ellos y comenzó a cortar las hierbas que comenzaban a crecer.
—Sabes Kaoru, hace rato vi a tus primas y a los que probablemente serían tus amigos inseparables pues son idénticos a Taiju y a Tsukasa; si tan solo todo hubiera ido bien tu tendrías diez años y probablemente estarías envuelto en esos nuevos proyectos— susurro con la añoración de algo que no iba a pasar —podré pedir perdón por el resto de mi vida y jamás será suficiente—
—Y leona— habló dirigiendo su vista a donde estaba ella, imaginando que ella le recriminaba como solía hacer —Mejor dicho, Kohaku, todos en la aldea están bien, tus sobrinas crecen cada día más y Ruri se ve realmente feliz al lado de Chrome, así que no te preocupes por ellos— dijo acariciando la superficie de la tierra —En cuanto a Chrome y yo es complicado, él sigue teniendo el mismo entusiasmo con aprender y diseñar cosas, siempre está ahí siendo mi mano derecha en todo, pero te confieso que hay veces donde siento su mirada inquisidora sobre mi y esta bien, lo merezco; incluso sé que Ruri guarda algún tipo de rencor hacia mi, pero me llegué a dar cuenta de que no lo demuestran abiertamente probablemente por respeto a ti… sinceramente me gustaría que me dijeran que me odian para sentir lo que merezco después de lo que te hice— confesó mirando hacia abajo.
Tosió un poco para aclarar su garganta y continuó —en cuanto al cumplimiento de mi promesa, todo va bien pues el equipamientos que diseñe para encontrar a las personas enterradas resultó ser un éxito; en todos esos años ya hay pequeños grupos despetrificados en todos los continentes, sin duda aun no he podido traer a todos devuelta pero ya es un avance muy significativo— Reportó sintiendo un bajón en sus ánimos —"el tiempo no perdona a nadie" fueron las palabras que me dijo Taiju tal vez para darme valor de confesar lo que sentía hacia ti yo fui un terco, "la vida da muchas vueltas" y vaya que lo estoy viviendo… nunca pensé que te perdería a ti y al bebé— sintió las lágrimas caer y su garganta arder— pensé que eso solo me haría perder el tiempo y ahora yo… siento que de pronto tengo mucho tiempo y que la vida avanza muy lento —lamento tanto que me encargué de llevar mi tiempo junto a ti a su final y con ello el de Kaoru… sé que lo que diré a continuación es poco lógico pero… si existe otra vida por favor déjenme estar con ustedes, les prometo que esta vez haré las cosas bien—
La fría ventisca que soplaba le indicó que ya era momento para refugiarse, así que perezosamente se levantó.
—Bien es hora de descansar un poco— apoyó su mano en cada lápida en señal de despedida y se adentro en su pequeño refugio. Si bien llevó material para seguir trabajando, francamente no se sentía con ánimos de querer hacer algo, así que simplemente se dirigió al camastro, dejándose caer en él de costado, de tal manera en que su mirada quedó dirigida hacia el exterior; logrando así verlos desde su posición, eso es lo que hacía cada vez que venía, mirarlos largamente hasta quedarse dormido con la esperanza de que su subconsciente los trajera a la vida en un sueño.
Bien esta historia a llegado a su final
Amen, quieran y abracen a las personas que aman, esta vida solo es un viaje y nunca sabremos cuando será la última vez que veamos a las personas que apreciamos.
Se que el tema fue triste, pero desde hace un tiempo quería escribir algo así, lamento no profundizar más en las personalidades de los niños o en sus nombres pero no soy buena dando una buena descripción a esos pequeños cómo se debe.
Francamente pensé que esta historia sería solo de un capítulo pues cuando la imagine, una noche de inspiración, no pensé que al escribirla iba a quedar tan larga pero puedo decir que quedó tal como lo quería y estoy feliz por ello y aún más porque hubo gente que siguió esta trágica historia hasta este punto y eso me alegra, no tienen idea de lo feliz que soy por ello.
Tal vez la próxima semana actualice "memorias" ahí hace lujo de presencia Kaoru pero la historia es otra, espero les guste.
Y como ya es costumbre no me quiero ir sin dejar ese agradecimiento especial a aquellas personas que se tomaron unos segundos para dejarme un lindo mensajito en el capítulo pasado y en todos los anteriores, jamás había tenido tantos comentarios así que estoy muy contenta créanme que los leo todo con mucho cariño…
Elizabeth0914
crisalexroro13
Gio
Cojulieth31
Hiragana
Arlet
mikisaman234
jailys-sama
Valkyriaart
MIL GRACIAS
