Dudley se acercó preocupado y le preguntó a su madre qué era lo que le había pasado a su primo, quien se había ido a buscar lo que él llamaba "cosas para limpiar". Aunque no le agradara mucho, Dudley no quería que le pasara algo malo.
Ella frunció el ceño y le contestó que Harry estaba bien, que limpiaría el desastre que había hecho y que entonces ellos, madre e hijo, podrían cocinar juntos.
—Quiero cocinar con Harry —Lo dijo en voz tan baja que Petunia casi se lo había perdido.
Dudley no supo qué lo había poseído para decir eso.
Quizá fue ver a Harry abandonar la cocina con más que dolor, con más que miedo hacia su madre. Quizá fue ver la tristeza en su rostro, tristeza por la posibilidad de jamás volver a pisar una cocina, lugar en el que se le había permitido hacer las cosas como quería, siempre y cuando terminaran comestibles y deliciosas.
El punto fue que hubo algo que se ablandó en Dudley en aquel momento y un nuevo sentimiento apareció: lástima.
Dudley no quiso retractarse de sus palabras, por lo que lo repitió con más firmeza, mirando a su sorprendida madre a los ojos.
Y aunque Petunia por primera vez dudó en complacer a su hijo, cedió.
Notas: Sé que "lástima" no es el mejor sentimiento, pero es parte del proceso de Dudley de empezar a pensar en Harry como alguien más que un raro.
