Capitulo 6: Despedida.
El sonido de la lluvia caer se escuchaba fuera de la habitación, la cuál se encontraba en penumbras y total silencio.
Riku despertó al sentir un leve temblor sobre su pecho, no veía nada pero supuso que era su amada la cual al parecer temblaba a causa del frío que comenzaba a sentirse.
Una de sus manos tanteo el futón en busca de alguna manta para taparse con el menor alboroto posible, la otra se dirigió hacía la espalda de la chica y comenzó a acariciarla suavemente tratando de transmitirle calor.
Una vez que encontró su objetivo lo estiro hacía sus cuerpos, quedando tapados y abrigados.
Inspiró suavemente y al hacerlo sus fosas nasales se inundaron con el dulce aroma de la chica.
Podía sentirla respirar pausadamente sobre su pecho, como su cabello le hacia leves cosquillas y como su pecho se amoldaba cómodamente en sobre el.
Estar así le hizo sentir muy feliz.
Descansar junto a la única mujer que amaba después de una noche llena de demostraciones de afecto y caricias.
Acaricio dulcemente los cabellos de la chica.
-Es una gran bendición poder amarla mi señora- Susurro en el aire.
Estaría eternamente agradecido con Towa, ella le había enseñado el significado de el verdadero amor, el cual consistía en amar y proteger al ser querido y no matarlo como toda su existencia pasada creyó.
Disfruto las caricias que le hacía a su amante y pronto sus ojos volvieron a cerrarse quedando nuevamente dormido.
El delicioso olor a te caliente la hizo levantarse, abrió y cerro varias veces los ojos para acostumbrarse a la escasa luz.
De fondo se oía la lluvia caer, suave y tranquila.
Los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente haciendo que la chica se sonrojara fuertemente.
-Riku- Dijo en un susurro.
-Digame princesa- le respondió una voz a pocos metros lejos de ella.
-¡Ehh!-
El chico se levantó del lugar donde estaba y se acercó a ella, una vez cerca se arrodilló y la beso.
-Permitame decirle que usted se ve muy adorable cuando duerme- Le sonrió el muchacho.
La cara de la chica se puso aun más roja.
-Ven, acaban de traer el desayuno- le invito el chico.
La chica solo asintió y se levantó, dejando caer la cobija que la arropaba.
Riku la miro desde abajo y no pudo evitar poner un rostro embobado al mirarla.
-Tal vez nunca me cansé de verte, eres absolutamente preciosa- le halago sin dejar de verla.
Fue en ese instante que Towa se percató que no llevaba prenda alguna, estaba desnuda.
Cruzo su mirada con el chico y se sintió poderosa, muy poderosa.
Camino sin vergüenza y se agachó en busca de su bata, dándole una buena vista de su trasero al chico.
Se la colocó lentamente y luego se giró hacía él.
-Comamos- le invitó.
Riku la miro con deseo pero se contuvo y sin más se levantó y acercó a la pequeña mesa que se encontraba junto a las puertas en ese momento abiertas que daban vista a la lluvia cayendo sobre las flores del jardín.
Towa lo siguió y se sentó muy cerca de él.
Comieron y bebieron en silencio tratando de ignorar la corriente eléctrica que sentían recorrer sus cuerpos.
La chica bebió su té de a pequeños sorbos, degustando y disfrutandolo, su vista se paseo por el jardín y su nariz se inundó del olor a tierra mojada.
Una mano cálida recorrió su brazo en forma de caricia hasta llegar a su mentón, pasando lentamente por su hombro y su cuello.
Fijo sus ojos en el chico y este le devolvió una mirada llena de deseo.
-Quiero tomarte de nuevo- Le dijo el muchacho.
Ella también lo deseo.
Dejó su te sobre la mesita y tomo la mano del muchacho, apretándola más sobre ella.
Riku se acercó lentamente y a pocos centímetros cerro sus ojos y la beso.
Un beso suave y pausado.
Dónde ninguno de los dos deseaba parar.
Riku la tomo sobre el suelo, la beso y saboreo en cada parte del cuerpo.
El atardecer se asomaba sobre los cielos, las nubes se habían disipado y los distintas tonalidades naranjas bañaban el jardín y parte de el piso de madera de la habitación.
Riku y Towa se encontraban acostados, con ella acurrucada sobre el pecho de él, ambos observaban el atardecer.
El chico acariciaba los largos de cabellos de la chica.
-Me encantaría estar así por siempre junto a tí- le dijo el pelirrojo sin pensarlo- Creo que me será imposible volver y saber que tú estarás aquí, tan lejos de mí.
Los dedos del chico acariciaron dulcemente la base del cuello de la chica, dónde se podía apreciar una pequeña marca de colmillos coloreada de rosa dando el aspecto de haber sido hecha hace no mucho.
Towa solo sonrió con una pizca de tristeza, sus ojos miraban el cuello del muchacho, dónde en su base también reposaba una pequeña marca.
Ambos se habían tomado en mutuo acuerdo como pareja del otro.
Un acuerdo antiguo entre demonios.
-Aun no podremos gozarnos y pavonear sobre nuestra unión Riku- le acaricio dónde había dejado la marca de sus colmillos- Los reinos no estarán muy contentos y supongo que debería seguir manejando el imperio del Oeste.
-Lo se, se que aún es muy pronto- Le respondió el chico- Pero eso no hará que no te extrañe o desee estar contigo, no sé si podré venir tan de seguido una vez que llegue al Este.
El chico la miro.
-Aun así, soy muy feliz de haberte tomado como mi mujer.
Towa se sonrojó.
-No lo digas así- Le reprochó avergonzada.
-No te avergüences, esto es natural en nuestra especie, eres la mujer que amo y a la que he elegido así como tú me amas y me has elegido.
-Lo se, es solo que es muy repentino-
Riku la miro pícaramente.
- Si te hubiese parecido repentino no me habrías abierto las piernas tan fácilmente ni me habrías dejado marcarte y tomarte como esposa.
-¡¡¡Riku!!!- le reprochó la chica totalmente roja- No hables así.
Riku sonrió aún más.
-Se muy bien que te encanta que te hable así- Le dijo en el oído con un tono roncó.
Towa se sonrojó y sintió una fuerte puntada en la entrepierna.
Una de las cosas que había aprendido era que durante el sexo, riku se volvía demasiado atrevido y directo, dejando muy por detrás las formalidades.
Y por alguna razón aquello le encantaba y exitaba demasiado.
Y el se había dado cuenta.
Riku había extendido su viaje quedándose más de lo que se le permitía.
Extendiendo su visita a más de una semana.
Tanto el como Towa supieron que el momento de la despedida había llegado.
Riku y ella habían pasado una semana entera amándose mutuamente. Desde su primer encuentro, habían decidido dormir juntos y durante toda esa larga semana habían estado pegados.
Towa supuso que era normal, después de todo tanto el como ella nunca antes habían tenido un encuentro sexual y sumado a el amor que se tenían le pareció muy normal su tan intensa compañía.
Aún así el chico en ningún momento se alejo de ella, acompañándola hasta para bañarse. Ella también dejo de lado algunos asuntos laborales, después de todo el en algún momento tendría que marcharse y no sabía cuándo podría volver a verlo.
Su situación no era tan fácil, ambos lo habían hablado. Al ser emperadores relativamente nuevos tenían mucho trabajo que realizar. Riku le había confesado que Kirinmaru no había liderado correctamente su mandato y había mucho que solucionar, sumado a ello el hecho que cada vez habían más combates en el reino.
Y Towa no están muy lejos, a pesar de que ella tenía a Setsuna, su trabajo diplomático iba en aumento y el trato con algunos demonios a veces el demasiado inestable.
Decidieron por el momento guardar el secreto de su unión, a pesar de estar ambos muy contentos por ello. Ambos acordaron que sería más sabio mantenerlo en secreto durante un tiempo, tal vez algunos años, así se evitarían enfrentamientos no deseados.
Pero aún así acordaron verse más a menudo.
Riku había mencionado en total confianza que ahora que la había tomado y hecho suya, extrañaría demasiado estar así con ella, de esa manera y de las otras en dónde disfrutaba de su amena compañía.
Y ella también lo extrañaria demasiado, se había acostumbrado tanto a su olor que sabía que una vez que él partirse le costaría horrores dormir sin sentirlo junto a ella por las noches o las mañanas.
Se habían acostumbrado muy rápido a la compañía del otro que les lastimaba alejarse.
Pero ambos sabían que era lo correcto, tanto para ellos como para sus reinos.
Riku le prometió enviar cartas por un medio seguro, y ella lo acepto.
La última noche antes de su partida ambos se devoraron mutuamente sin descanso.
De maneras simples y románticas y otras devastadoras y atrevidas. Lo hicieron hasta el amanecer, como si fuese su última despedida.
La mañana llegó y un semblante triste los acogió.
Se despidieron con un beso apasionado ignorando a los pocos sirvientes que presenciaron el acto.
Riku sonrió con tristeza y beso dulcemente la mano de su mujer para luego marcharse del palacio.
Towa observo su partida y una lágrima recorrió su mejilla.
Definitivamente se extrañarían.
Continuará...
