Los personajes de Saint Seiya son propiedad de Masami Kurumada, Chimaki Kuori y Toei Animation.
— Sorrento dice que puede aceptarte, no tiene problemas y Julián tampoco.
Estaba en una cafetería con Krishna y Alicia, la novia de su amigo; era su cumpleaños veintitrés, habría una fiesta más tarde compartida con Saga a la que no se pudo negar, pero antes quería algo más íntimo, con sus amigos de verdad.
— ¿Y ustedes no tienen problemas con eso? — preguntó Kanon alzando una ceja mientras miraba a Alicia.
Alicia había salido con Sorrento, era una relación de idas y vueltas hasta que ella quiso algo mejor y comenzó a salir con Krishna. El chico era músico, tocaba la guitarra para un cantante solista que iba en asenso, subiendo tan rápido como la espuma; necesitaban seguridad, las cosas se pondrían muy alocadas muy rápido.
— No lo sé — suspiró — no sé nada sobre seguridad y esas cosas, sólo soy un mesero, ¿lo recuerdan?
— Kanon, le agradaste a Julián, seguramente sólo te pondrá a ser algo como su asistente y todo eso — intervino Krishna, deseando que eso ayudara a su amigo a salir en el estado melancólico en el que se mantenía desde la adolescencia — admito que no me agrada Sorrento, pero no significa que no reconozca que ellos dispuestos a pagarte bien, aprenderás en el camino y necesitas el dinero, te quejas de eso en todo momento.
Antes de Alicia, Kanon había conocido a ambos músicos en el trabajo, cuando ellos entraron para desayunar. El mesero los vio ponerle alcohol a su café y estaba casi seguro que Sorrento había inalado algo mientras esperaban sus alimentos, pero no dijo nada. Para la tarde Julián le dejó un billete de cien euros de propina, a pesar de que Kanon se negó a aceptarlo, y se fueron.
Dejaron el tema de lado, no querían presionar a Kanon.
Más tarde, en la fiesta en casa de uno de los amigos políticos de Saga, mientras buscaba un lugar dónde sentarse y alejarse de todo el ruido para pensar en la propuesta de la mañana, llegó a un pasillo y los vio. Katya apoyada en la pared mientras Saga la besaba y tocaba con lujuria.
— ...Espera Saga... aquí no — alcanzó a escuchar que decía la chica mientras intentaba separar al mayor.
— No hay nadie aquí, tranquila, podemos ir a una habitación si te sientes más cómoda.
Ella miró fijamente a su novio, antes de bajar un poco la cabeza y asentir lentamente, dándole pase libre a Saga para continuar con su acto.
Kanon se dio la vuelta y bajó rápido la escaleras, con el dolor quemándolo por dentro, lastimándolo, pero no lloraría, no esta vez, ya no. Llegó con su amigo y agarró a Alicia del hombro para decirle:
— Dile a Sorrento que acepto, dale mi número.
