El verano transcurrió, pero la muerte de Riko Amanai, los había destruido de una manera letal. Los había roto y destrozado en miles pedazos, tanto física, psicológica, como mortalmente. No quedaba nada de lo que antaño fueron, habían cambiado completamente, su amistad se quebró desde entonces y detonaría, un año después de aquello. Cada uno seguiría su camino y sus ideales, abriendo la puerta al caos y la destrucción.
-¿Huh?-
Preguntó catatónico y semblante desencajado.
-No me hagas repetirlo- dijo su profesor-Suguru masacró a todo un pueblo y desapareció- volvió a decir.
-Si, te escuché la primera vez, por eso dije eso- seguía muy impactado.
-Su casa también estaba completamente vacia y además, por los rastros de sangre, es probable que haya matado a sus padres- cubrió su rostro, más que abrumado -Satoru, yo tampoco entiendo que pasó aquí-
Tendrían que detenerlo, a partir de ese día, se había convertido en un peligro para la humanidad.
-¿Quieres un poco de fuego?-
Le habló una voz conocida, en el área de fumadores y dentro de la parada de buses.
-Hola- saludó alegre.
-Vaya, pero si es el criminal- habló ella, acercando su cigarro al cerillo que le ofrecía -¿Qué quieres de mí?- él no respondió -Te lo voy a preguntar, ¿Todo esto son acusaciones falsas?-
-Desafortunadamente, no lo son-
Respondió, como si lo que hizo, no fuera algo aberrante y antinatural a su doctrina como hechiceros.
-Entonces, déjame preguntarte otra cosa, ¿Por qué?- le dio una calada a su cigarrillo.
-Quiero construir un mundo solo de hechiceros-
Ella rió, sonoramente y tomó su celular.
-Esto es hilarante- llevó el teléfono a su oído.
-No soy un niño, Shoko- agregó con la misma actitud anterior -Tampoco espero que nadie, ni siquiera él, me comprenda-
-En mi opinión, sigues sonando como un niño, aunque asumas que nadie te comprende, creo que lo eres- atendieron la llamada del otro lado -Ah, ¿Gojo?- silencio -Me topé con Geto en Shinjuku, ven rápido, no quiero que me mate-
Él se había ido y perdido entre la multitud. Había comenzado a transitar un camino bastante oscuro y perverso, fuera de cualquier lógica que se pudiera comprender.
-Espero una explicación, Suguru- habló frente a él, deteniendo su paso.
-Shoko te lo dijo, ¿No?- respondió retórico -No es nada más y nada menos que eso-
-¿¡Por eso matas a los no hechiceros? ¿Incluso a tus padres?-
Desconocía por completo a la persona que tenía en frente. Ese hombre, no era su amigo, su mejor amigo, era un ser oscuro y no natural, no era él.
-No puedo permitirme darles un trato especial, sólo porque eran mis padres y además, ellos no son la única familia que tengo ahora-
-¡Eso no es lo que pregunté!- estaba histérico -¿¡Acaso tú no dijiste que no querías más muerte sin sentido!?-
-Ah, pero tienen sentido, no son insignificantes...- aseguró de ante mano -Son por un bien mayor-
-¡Para nada!- exclamó a voz en grito -¿¡Quieres construir un mundo sólo de hechiceros, matando a los que no lo son!? ¡Es imposible que logres esa basura!- él lo miraba sin expresión alguna -¡Esa cosa estúpida que quieres, está fuera de tu alcance y no tiene sentido!-
-Que bonita arrogancia- pronunció, sarcástico.
-¿Qué?- no entendía de lo que estaba hablando.
-Pero si es posible para ti, ¿Verdad?- sus palabras lo encontraron con la guardia baja -¿Alguna vez le has dicho a los demás que algo es imposible para ti?- todo lo que dijo, hacia mella en su mente -¿Eres el más fuerte porque eres Satoru Gojo? ¿O eres Satoru Gojo porque eres fuerte?-
-¿Qué diablos quieres decir?-
-¿No creés que si yo fuera tú, este absurdo ideal sería más realista?- su retórica, fue un fuerte golpe bajo de realidad -He decidido como voy a vivir y ahora sólo tengo que dar lo mejor de mí para mantenerlo-
No podía permitirlo, como hechicero y el más fuerte de ellos, tenía que acabar con el mal frente a él, tenía que matar a su mejor amigo.
-Mátame, si quieres- le dio la espalda, alejándose -Eso también tendría sentido- lo dejó ir.
-¿Por qué lo dejaste ir?-
Reclamó su maestro, al verlo sentado en la escalinata de la entrada, aplastado por su propia melancolía, miseria y sentimiento de traición.
-¿De verdad quieres preguntarme eso?-
Respondió sarcástico y con la mirada al frente.
-No importa, perdón por preguntar-
Se disculpó, mirando a la furgoneta que acababa de llegar con los alumnos Kyoto y entre ellos, esa hermosa hechicera que, había llegado a su vida el año anterior, llenándolo de paz,en un instante. El encuentro de escuelas, se celebraría ese año allí y comenzaría en unas horas, aunque no estaba de ánimos para ello, debía hacerlo.
-Profesor, soy fuerte, ¿Verdad?-
-Si y arrogante-
-Pero...- ella se acercaba a él con una linda sonrisa -Parece que está mal que yo sea el único fuerte- la veía reír con sus compañeros, llena de alegría y felicidad -Yo sólo puedo salvar a aquellos que están listos para ser salvados- sonrió levemente y con una mueca de tristeza -Como a ella-
Se inclinó delante de él, casi rozando sus narices y mordiendo su lengua, por un chiste malo que les contó a sus compañeros.
-Hola, hermosa-
Murmuró por lo bajo y tocando su mejilla con la punta de sus dedos. Ella, de ahora en más, sería su guía, su luz y su oscuridad, al igual que Megumi.
-Hola, Gojo- saludó y volvió a incorporarse -Vaya, este lugar sigue siendo tan lúgubre, al igual que el día en que me marché- admiró la fachada del mismo -Por suerte, me graduaré en Kyoto-
-¿No volverás?-
Preguntó desconcertado desde su lugar, pero al ser él uno de los alumnos de allí, era lógico que no volvería.
-No, no volveré- le dirigió la mirada -Cada uno elige su propio infierno y yo ya elegí el mío-
-Si, en eso tienes razón- se puso de pie -Dea...- su seriedad la descolocó -Tengo que decirte algo...- rascó su nuca con culpa.
-¡Nanami!- gritó ella, abrazándolo y colgándose de él -¡Mi amigo! ¡Cuanto te extrañé!- él correspondió su abrazo, escondiendo el rostro en su cuello -¿Dónde está Yu?-
Preguntó con la ilusión de volver a verlo, pero él, la estrechó aún más, surrando algo en su oídio y bajándola al suelo.
-No...- murmuró dando un paso atrás y cubriendo su boca con ambas manos -No es cierto- él asintió en silencio -¿Cómo?, No entiendo...- miró a todos allí -Se suponía que...- tragó su dolor -Se suponía que, era una misión fácil, él me lo dijo- llevó una mano a su frente, caminado de un lado a otro -Quiero verlo- se detuvo de golpe -Llevame con él, Nanami- suplicó, tomando sus manos -Llévame-
-No puedo, tengo un horrible dolor de cabeza- era cierto -Lo siento-
Más allá del dolor de cabeza, no quería volver a ver su mejor amigo convertido en un tieso y frío cadáver, otra vez.
-No tendría que haberse confiado tanto- habló detrás de ella el director de la escuela de Kyoto -Ese niño era demasiado confiado para ser un hechicero-
-¡Cállese!- gritó, haciendo temblar todo con su poder -¡Cállese!- todo fue silencio -Tengo un poco de respeto por la vida de los hechiceros...- levantó un dedo produciendo chispas -No somos dioses, no somos demonios, que sólo podemos utilizar la hechicería a nuestro antojo...- su poder podía verse, la rodeaba -Somos humanos y morimos de manera absurda como Yu-
-Todos morimos solos y absurdamente, al igual que él, mi niña- afirmó sin inmutarse, tocando uno de sus rizos -Tú lo sabes, sólo que no quieres asumirlo o entenderlo-
-No tendría que ser así...- limpió uno de sus ojos con el dorso de su mano, estaba llorando -No tendría que ser, nadie quiere estar solo- lo miró con tristeza -Lejos- susurró y desapareció en el aire.
-¿Pensamos que se lo habías dicho, Satoru?- habló su maestro a sus espaldas.
-No tuve tiempo y no me molesten-
Entrelazó sus dedos y se transportó a otro sitio. Todos estaban estáticos en sus respectivos lugares, esos dos, eran muy poderosos y podían causar grandes daños si se lo proponían.
Escuchaba música, leía un libro, escribía en su cuaderno de apuntes y comía su almuerzo, todo en un mismo momento, era increíble lo multifasética que podía ser. Movió sus manos simulando tocar una batería y siguió con lo suyo.
-Es una belleza-
Habló un tipo detrás de él en la fila de la cafetería.
-¿Quién? ¿La rubia?- dijo otro, mirando a una chica de esas caracteriscas cerca de ellos -Si, es una ricura, le pediré salir conmigo el viernes-
-No, la rumana- la apuntó con disimulo -Está conmigo en la clase de química, es brillante...- halagó y a él, le hirvió la sangre -Y no sólo eso, su cuerpo está lleno de tatuajes, ayer le vi uno que...- se interrumpió -Viene hacia aquí...- acomodó su cabello -No me hagas quedar como un idiota- pidió por lo bajo -¡Hola, Curtís! ¿Cómo estás? ¿Quieres que te meta a la fila?- saludó con emoción, ella parpadeó y lo ignoró.
-Kylar, ¿Me compras una soda?- le habló al sujeto frente a él -Y...- miró el menú del lugar, haciendo un gesto pensativo -¿Unas papas?- le extendió dinero.
-Guarda eso- apartó su mano -¿Qué comiste hoy?- acarició su cabello y su rostro.
-Un sándwich, pero era muy pequeño- levantó su blusa mostrando su abdomen horadado -Nadie puede llenarse con eso- miró su estómago -Tendría que estar más lleno, ¿No crees?- lo palmeó con gracia -Se escucha vacío-
-Si, yo tampoco me llenaría con eso- bajó su blusa de un tirón -Y te he dicho que no hagas eso, aquí no es rumania, la gente no es tan desinhibida como tú y muestra tanto la piel-
-No te hagas, que a ti te gusta- le picó el rostro con un dedo en broma -Y a ellos también- señaló con su pulgar a los dos sujetos detrás -Creo que los japoneses tienen grandes problemas para contener sus hemorragias nasales- habló por lo bajo como compartiendo un secreto -Te espero es la mesa, doctor-
-Oye, amigo- tocaron su hombro y él volteó a penas -¿Tú sales con ella?- asintió, mientras le tendía una servilleta para limpiar su nariz -Gracias- pronunció gangoso -Déjame decirte que, te envidio-
-Ten cuidado con lo que deseas...- podía verla desde allí, seguía tocando su batería imaginaria -A veces puede volverte loco-
Estaba oscuro y hacia frío, igual que una tumba o un triste ataúd. La sensación de vacío allí, era absoluta y la muerte asediaba en cada rincón de ese lugar.
-Nadie tiene que morir así-
Murmuró, siendo refugiada entre las piernas y brazos de él, sentados en el suelo. Sus ojos estaban perdidos en el cuerpo de Yu, sobre esa camilla de la morgue.
-Tendría que habértelo dicho cuando pasó- descansaba su mejilla junto a la de ella -Pero pasaron tantas cosas desde que te fuiste que, no tuve tiempo de hacerlo-
-Lamento mucho lo que sucedió con Geto- afianzó su agarre a ella -Es tu amigo, tu mejor amigo y se reveló contra este mundo-
-Él eligió su propio camino y yo el mío- sus ojos azules no mostraban nada -Además, tengo que presentarte a alguien-
Se incorporaron y ella se acercó a la camilla, dándole un beso de despedida a su querido amigo, lo cubrió con una sábana y cerró la puerta al salir.
-Hola- levantó la mirada y apartó el auricular de su oreja -¿Tú eres Gaia Curtís?- cuestionó a su lado.
-Si, soy- lo miró con duda, se parecía a alguien que ya conocía -¿Se te ofrece algo?-
-Sólo venía a presentarme, soy...- extendió su mano, pero otra, la apartó de un golpe -¿Por qué eres tan grosero, Kylar?- reclamó.
-Vete de aquí, Naoya- lo apuntó con un dedo en advertencia -No tienes nada que hacer aquí-
-Tranquilo, venía a conocer a la mujer por la que has deshonrado al clan- la señaló -Pero veo que, no es tan así como padre lo hace ver- la miró de arriba a abajo -Eres hermosa, como lo dijo madre- se acercó a ella a unos centímetros de su rostro -Pero veo que algo escondes-
-¡Apártate de mí!- empujó su cara con una mano -¡Por Santa Sara! ¡Tus ojos son diabólicos!- se escondió detrás de Kylar, después de incorporarse -¿Quién eres?- había logrado lo que quería, asustarla.
-Es mi hermano menor- la ocultó detrás -Deja de mirarla así, estúpido- no quería perder los estribos en ese lugar, había mucha gente alrededor -Lárgate o te saco- amenazó.
-Bien, ya me voy- levantó sus manos con inocencia -Nos vemos pronto, alquimista-
Ella abrió sus ojos gigantes y miró la espalda del hombre que la protegía, cuando él se fue.
-¿Alquimista?- volteó al hablarle.
-Kylar, tenemos que hablar-
Retorció sus manos con culpa, llegó el momento de revelarle la verdad.
-¡Por todos los dioses!- susurró conmovida e hincada delante de ellos -Son hermosos, Gojo- acarició el rostro de la pequeña niña allí -Hola, linda, soy Dea- ella sonrió, era muy tímida -Pero que seriedad tenemos aquí- miró sus pequeños ojos azules, despeinado su cabello -Eres muy serio para ser tan pequeño-
-Ellos son Megumi y Tsumiki Fushiguro- colocó una mano en la cabeza de cada uno -Yo cuido de ellos-
-Eso es genial, serán grandes amigos-
Tomó la mano de la niña con ternura y una visión llegó a ella, soltándola de inmediato.
-Lo siento, no quise asustarte- se levantó aturdida, la visión fue breve pero, muy clara -Tienen que cuidar de ella- susurró por lo bajo y muy cerca de su oído -Me voy con mi grupo- sonrió a los niños como si nada -Me encantó conocerlos pequeñitos, adiós-
Salió de allí a paso alegre, ver a esos niños, le había levantado el ánimo.
-¿Ella es su novia, señor Gojo?- preguntó Tsumiki con curiosidad.
-No, no es mi novia- la levantó en brazos para verla a la cara -Es mi futura esposa- aseguró -¿Te agrada?-
-Si, es muy linda- asintieron de acuerdo.
-¿Tú que dices Megumi?- quería saber su opinión.
-Nunca se casará con contigo- afirmó serio -Y menos, si te miró a la cara, eres raro-
-Todos lo somos, enano- se agachó a su altura -¡Foto de equipo para Dea!-
Tomó una fotografía de los tres y se la envió a ella. Mas tarde, después del encuentro, cenarían todos juntos y le contaría su historia.
-¿Cómo es eso de que eres una alquimista?-
Lo miraba caminar delante de ella de un lado a otro y dentro de ese apartamento, se habían saltado un par a de clases para poder conversar en paz.
-¿Y por qué mi hermano lo sabe?-
Se detuvo y sin saber que más decir.
-Bien...- suspiró fuerte, tratando de controlar sus nervios -En realidad, no sé si soy una alquimista pero, como tampoco es magia, mis padres le dicen así- explicó juntando sus palmas y produciendo un destello azúl -Y en cuanto a lo de tu hermano, creo que lo sabe por tu padre-
-¿Mi padre?- dijo confundido -¿Qué tiene que ver mi padre en todo esto?-
Ella se incorporó y lo miró con detalle.
-Eres el heredero del clan Zenin- se acercó un poco más -Realmente, ¿No sabes quién soy?- puntualizó retorica.
-Si, eres Gaia Curtís, la chica con la que salgo hace más de un año- estaba tan ciego que no veía la verdad frente a sus ojos -Por la que siempre discuto con mi padre- colocó una mano en su mejilla.
-No, Kylar- cerró sus ojos al sentir el calor de su piel -Desde el primer día que me conociste, me presente en esa clase con mi verdadero apellido, ¿Recuerdas cuál es?-
-Fleming- murmuró al recordarlo, quitando su mano como si le quemara -¿Tú eres ella?- estaba impactado -No...- rectificó, al pensarlo con más claridad -Mi padre no se opondría a esto si fueras ella- dio un paso atrás -Van a obligarme a casarme con Dea- se iluminó y volvió a dar otro, al recibir ese golpe de verdad -¿Qué haces aquí, Gaia?-
Su voz era extraña, dura, fría y dolorosa.
-Lo siento, Kylar- limpió una lágrima de su mejilla -Era la única manera de salvar a mi hermana- le destrozó el alma.
-Bueno...- se encontraban en el centro del bosque, ilesos y sonriéndose macabros, eso iba a ser bueno -Parece que llegó el momento de ver quién es el más fuerte aquí, hechicera-
-No te creas la gran cosa, chamán- se puso en guardia -Ni que fueras tan fuerte como dicen- chispas rojas salían de sus manos, pero su teléfono vibró en su bolsillo - Disculpame un momento...- levantó un dedo y le dio la espalda -Bueno...- sollozos se escuchaban del otro lado -Gaia, ¿Por qué lloras?- se petrificó al escucharla -Tranquila...- apretó su entrecejo -Sabíamos que iba a pasar- miró hacia el cielo y negando con la cabeza -Lo sé, te enamoraste, tonta- sonrió con tristeza -Bien, voy para allá- cortó la llamada -¡Me rindo!- gritó a todo pulmón -Y también abandono la competencia- pasó junto a él a grandes zancadas -Adiós, Gojo- corrió para salir de ese bosque.
-¡Dea!- la siguió después de unos minutos -¿¡A dónde vas!?- la alcanzó enseguida.
-Llegó el momento de darle la cara a los Zenin- respondió sin dejar de correr -Fue lindo mientras duró, Gojo- se detuvo en seco al escucharla.
-¿Qué quieres decir con eso?-
Susurró mirando su espalda, hasta perderla de vista, pero logró alcanzarla antes de que subiera a un taxi.
-¡Dea!- la detuvo de un brazo -¿¡Qué quieres decir con eso!?-
Exigió una explicación pero ella, tan sólo, lo besó y por un tiempo eterno.
-Que me enamoré del chamán más fuerte- su voz vibró al separar sus labios -Y que él por siempre será mi amor errado- soltó su agarre, lentamente -Adiós, Gojo- le dio un último beso -Gracias por todo-
Subió al taxi y se fue allí, dejándolo inerte en su eterna soledad.
-Al fin tengo el gusto de conocerte, hechicera- habló ese viejo alcohólico delante de ella -Eres perfecta para unirte a nuestro primogénito y a nuestro clan- miró a un costado y allí estaba él, más serio que nunca -Ven, Kylar- lo invitó a dar un paso al frente -Conoce a tu futura esposa-
-Hola, Dea-
Habían pasado unos cuantos días desde que supo la verdad y ahora sólo una palabra rondaba por su mente, venganza.
-Hola, Kylar-
Habló desde el suelo, ya que estaba de cuclillas hablando con la cabeza del clan.
-¿No te enteraste lo de Gaia?- murmuró para no ser oída por el jefe allí.
-No tengo nada que saber de ella- respondió con los dientes apretados, al igual que sus puños -De esa embustera y mentirosa...- su padre, lo interrumpió.
-Naoya- aplaudió, al verlo ingresar por la puerta grande -¿Está contigo?- él asintió, sonriendo como un psicópata altamente funcional -Traéla, así tu hermano puede conocerla un poco más-
Sus ojos casi salen de su cuencas, al verla siendo empujada por él y con el labio partido producto de un golpe reciente.
-Mi querido hijo, mi primogénito- lo palmeó en la espalda -Te presento a la prometida de tu hermano, Gaia-
Habían logrado lo que querían, habían despertado al demonio, habían despertado a su alfa.
-¡Kylar, por favor!- intentaba apartarlo de arriba de su hermano -¡Por favor!- aferró su puño al aire -¡Mírame!- gritó al borde de las lágrimas -Mírame...- susurró, acariciando su rostro -Estoy bien-
-Te golpeó...- pronunció con una voz que no era la suya -Y él fue su cómplice- miró a su padre apuñalado en suelo -Ellos te hicieron esto- separó sus labios con uno de sus pulgares -Y yo los mataré-
Le dio un último golpe a su hermano y se levantó de donde estaba, abrazándola como nunca antes y disfrutando de ese aroma a jazmines, lirios y tierra mojada que tanto le gustaba. Nadie la separaría de él, ni quiera el mismísimo clan, nadie.
Todo alrededor comenzó a temblar, como si algo removiera sus simientes desde lo más profundo.
-¡Abajo!- gritó la otra persona allí y derribándolos al suelo -¡Escudo de luz!-
Exclamó un vez más protegiéndolos con su magia. El poder que atravesó esas paredes, era infinito e inconmensurable, nada podía detenerlo, ni siquiera ella.
-¡Nadie se va a casar con mi hechicera!- ingresó al lugar como un maniático, con algunos cortes y golpes en su rostro -¡Nadie la alejará de mí!- tocó su pecho con una mano, era un demente -Viejo Zenin, ¿A dónde estás?-
Rió a carcajadas, escandalosamente, separando los brazos y mirando lo que antaño era un techo sobre él. Parecía drogado.
-Oh, ahí estás- caminó hacia él con una sonrisa retorcida en su rostro -¡Te dije la ultima vez que vine aquí!- colocó un pie sobre él -¡Que la dejaras tranquila!- pisó con fuerza la herida en su pecho, asiéndolo estremecer -¡Te advertí que, sino rompías ese contrato, te mataría!- volvió a hacer lo mismo -¡Mataría a ti y a todo tu clan!-
-Mmmm...- ella habló detrás de él -¿Gojo?- le tocó un hombro con un dedo -¿No te parece que estás siendo un poco cruel y despiadado?- movió sus brazos en vaivén y los entrelazó en su espalda -Además, ¿Qué te pasó en el rostro?- apuntó con burla.
-Nada...- levantó sus brazos en un gesto sin importancia -Quería divertirme un rato e intercambiar un par de golpes de camino aquí- rodeó su cintura con posesión, acercándola -¡A mi nadie me deja!- aferró su nuca con su mano libre -¿¡Entiendes!?- la besó por un instante.
-¡Jah!- rió hipócrita y alejando su rostro -La única manera en que podrías rescatarme, era tocando tu enorme ego- miró al jefe del clan junto a ellos -Gaia, salvalo- pidió con asco.
-Bueno...- se arrodilló a su lado -Escúchame bien, viejo podrido- revisó la herida con dos dedos, ejerciendo presión y taponando la salida -Te salvaré la vida, pero el trato entre nosotras y este estúpido clan, se va al olvido, ¿Comprendes?- él asintió al retorcerse de agonía -Es un intercambio equivalente- miró a su hijo allí -Si, también afecta a Kylar este trato- juntó sus manos y cerró su herida con alquimia -Intentas algo en nuestra contra y te llevo con la verdad- advirtió una vez más y se levantó.
-¿¡Qué pasó aquí!?-
Gritó horrizada la voz de una mujer en la puerta de ese lugar, crispandolos a todos. Había llegado de hacer las compras en ese instante.
-¡Mi atrio! ¡Y mi tapiz familiar!-
Pasó sobre su esposo e hijo malheridos, ignorándolos por completo, seguramente, Kylar les había dado una paliza y eso, no era nada nuevo.
-¿¡Quién fue!?-
Miró a los presentes allí y todos los dedos señalaron a una sola persona, Gojo.
-¡Señora Selene!- levantó sus manos con inocencia -¡Puedo explicarlo!-
No le dio tiempo a nada y recibió un horrible golpe.
