Advertencia: El accidente de Johnny, depresión, hospitales psiquiátricos, abandono, estrés postraumático, trauma, etc. Por si alguien necesita saberlo antes de leerlo.
Día 7. Día libre parte I
16 de Julio
Cayó, al suelo, mientras el aroma de la sangre se podía respirar y su rostro sangro, su piel lechosa ahora cubierta por pequeños moretones, a duras penas podía respirar. Y a lo lejos sonaba una sirena de policía. El pulso de Johnny, era cada vez más leve, hasta que finalmente tuvo que cerrar sus ojos, siendo la última imagen en su pupila, luces rojas y el recuerdo de la salida de emergencia que brillaba con intensidad sobre la cabeza de...
Agosto
Lo primero que vieron sus ojos al regresar su conciencia fue el techo, de un blanco deslumbrante y enfermizo, pronto su mirada se dio cuenta del extraño lugar donde estaba, una habitación por completo desconocida, extraños aparatos a su alrededor y trato de moverse pero sus manos estaban atadas, intento hacer algo con sus piernas pero estas no responden, el pánico en su rostro era notable y para mejorarlo, no podía hablar, había algo en su rostro que se lo impedía y alguien se acercó, llamó a otras personas y nuevamente su visión se hizo borrosa.
De esa forma fueron los primeros meses, noches que Johnny apenas recuerda, después de un rato supo que estaba en un hospital, pero al despertar el deseo de escapar siempre el invadía y hacía cosas como arrancar el tubo del suero, desconectarse de las máquinas y siempre, siempre cuando intentaba ponerse de pie, no podía.
No podía ver nada conectado ni nada que realmente le impidiera hacerlo, cada que pedía una respuesta, el único recuerdo en su mente era el de él mismo en un estado de histeria mientras los doctores trataban de explicarle y luego de un rato era sedado a la fuerza. Con el paso de los días esos estados semidespierto, se repetirían, en un bucle infinito de sufrimiento. La confusión llegó y pronto se dio cuenta de lo que sucedía.
Miro hacía la nada, por completo perdido, fingiendo que no escuchaba las palabras que el médico recitaba, ni siquiera entendía qué era lo que trataban de decirle, pero sabía lo esencial; estaba incompleto, quebrado, ahora era medio hombre, media persona, le habían arrebatado todo y no entendía, no podía, no quería.
Su estado no mejoró, pues rápidamente se sumió en una depresión profunda y pronto fue movido al pabellón de psicología por los variados e infructíferos intentos de suicidio. Johnny se sentía quebrado, más que nada roto, era difícil no considerar las peores opciones, a veces lloraba de impotencia y veía con asco su propio aspecto con una caótica mente, perplejo y cuestionándose por qué había tenido que sucederle esto a él.
Solía repasar esa noche con demasiado detalle, de forma obsesiva y no podía ver ninguna razón en lo que ocurrió que justificara que recibiera un disparo, él simplemente fue a comprar algo a un súper abierto las 24 horas y de la nada una sombra le atacó, sin previo aviso, rápido, un golpe final que no tenía razón de ser, él era inocente, no merecía esto. ¿Cierto?,¿cierto?, pero nadie le respondía, nadie podía darle la respuesta.
La visita de George, no pudo ser peor, el asco en su mirar, las palabras frías y secas que le dedicó, Johnny no tenía ánimos para discutir y solo permaneció allí, en la cama, inmóvil, mientras recibía disparos, en ningún momento intento defenderse, cuando el hombre salió de su cuarto, Johnny supo que no volvería y cuando el enfermero que le atendió le dedicó palabras de lástima, se paralizó, consciente de que no saldría de este lugar, las palabras que en días lejanos le expresó su padre regresaron y Johnny concluyó que tal vez, este era el precio que tenía que pagar.
Comenzó a culparse, lamentándose y en su constante manía por revivir el pasado se vio hundido cada vez más en un profundo pozo de miseria. En los malos días solo podía recordar las crueles palabras que alguna vez su padre le dedicó, mordiendo sus uñas, arrancándolas, otros días más oscuros, se arañaba, lo que le valió que envolviera sus manos en vendas, logrando así que le resultara imposible coger objetos por sí mismo.
Era humillante verse obligado a que le dieran de comer para evitar que siguiera destruyendo su alma. La idea de ser inútil, sólo se apoderaba con mayor frecuencia de su mente. Era una constante pesadilla, donde nada tenía sentido y pronto su cuarto, de un tedioso blanco parecía estar hecho de agujas, porque cada parte de la habitación no hacía más que lastimarlo.
Septiembre
Gyro Zeppeli tenía poco tiempo de haberse graduado de la carrera de medicina, apenas estaba completando su internado cuando sin previo aviso el pequeño hospital donde estudiaba cerro, lo que le dejó a la deriva por varios meses hasta que un amigo suyo le pudo conseguir otro lugar donde completarlo, Zeppeli no podía sentirse más feliz de poder haber solucionado su pequeño problema pronto sin embargo el primer día su expresión cambió totalmente, de inmediato comprendió que le habían contratado con rapidez porque él área que necesitaba cubrir era la más temible y tabú de todas las ramas de la medicina; psiquiatría.
Casi siempre la mayoría de los casos allí eran enviados a institutos especialidades, pero había ciertas excepciones donde ningún familiar se había aparecido para abogar por el paciente y pudieran transferirlo o fuera víctima de una lesión física como mental aún presente. Se mostró desanimado, pero trató de encubrirlo pronto, más que nada temeroso de perder su progreso una vez más, se animó a si mismo de que esto era temporal, había semanas o días en los que podía rotar en las demás áreas y le prometieron que cuando llegara más personal, dejaría de ayudar allí para entrar de lleno al programa.
Hot Pants, el peculiar apodo por el que se dirigía a su superior, le instruía en el sistema que debían seguir, fue la primera en recibirle y explicar con detalle lo que tenía que hacer, dieron una pequeña vuelta por los cuartos, ella simplemente se dedicó a darle pequeñas descripciones de las personas que permanecían tras esas puertas, le presento con algunos (los más estables según ella), fue así que el pequeño aparato de la mujer sonó y al leer lo que señalaba, le pidió ayuda al recién llegado italiano.
Entraron a un cuarto que tenía en el exterior la marca "03", Hot Pants le dio detalles vagos y al abrir la puerta Gyro perdió su aliento, en el piso, un chico delgado, trataba de arrancarse las vendas que envolvían sus manos, con sus dientes, una molestia notable se grabó en su rostro al verse descubierto. Zeppeli no entendía cómo es que alguien como el chico rubio, de brillantes ojos azules y facciones delicadas podía estar en un lugar así, no pudo dejar de mirarle, lo que le gano un regaño por parte de su jefa.
Sucediera así el furtivo encuentro entre Gyro y Johnny, dos almas particulares que debían encontrarse. A Zeppeli se le había encargado tareas "sencillas" o lo más simples que podía ofrecer su área. A veces (en sus miles de intentos de subirse de no decaer en frustración) se reconfortaba con el pensamiento de que era afortunado al cubrir sus guardias entre pasillos silenciosos y calmados pero la angustia del azar siempre lograba mantenerlo en vigilia, aunque le hayan dicho que simplemente debía ignorar los alaridos que sonaba de vez en cuando o los golpes, no podía negar que en ocasiones le asustaba lo que pudiera suceder.
Al menos en una sala de urgencia o similar podía lidiar con un problema que casi siempre era visible y podía ser reparado con sencillez o necesitaba de horas enteras en una cirugía, pero el problema estaba allí, a la vista de todos, con medicina, procedimientos sencillos era curable y si era incurable existían miles de estudios que intentaban repararlo. Pero las enfermedades mentales casi siempre estaban rodeadas por un aura de misterio, sin razones lógicas o fáciles de entender, con el azar siempre presente en cada individuo que las padecía.
Gyro prefirió no dar más vueltas al asunto, se acomodó en su asiento y dejo de divagar, tratando de concentrarse en su lectura, esperando un grito desgarrador que estallaría en cualquier segundo y solo podía ser aliviado con peligrosas cantidades de antidepresivos o antipsicóticos y muchos sedantes.
Mediados de septiembre
Johnny después de ciertos meses mejoró, liberando una vez más sus manos, incluso su doctora, de cabello pelirrojo y rostro duro pero compasivo comenzó a tratar de hablar de mandarlo en casa después de aclarar lo necesario sobre su situación (hablaba claro del esfuerzo sobrehumano para intentar cosas como terapia física o las opciones más aterradoras como las prótesis, que por supuesto implicaban una traumática doble amputación, esas eran las opciones de las que Johnny no se le habían hablado por su inestabilidad emocional).
Se arreglaba y peinaba, incluso sonreía, Zeppeli además le fue presentado por lograr por fin la etiqueta de "estable", charlaron un poco, nada excepcional pero el muchacho por fin se sentía algo aliviado, sin tanto peso encima suyo, alegre por recibir el contacto humano que sin duda extraño. Pero en una noche todo el progreso "aparente" se derrumbó, literalmente salió volando por la ventana.
El joven dormía plácidamente (o lo más que se puede en una camilla de hospital), a fuera había una lluvia torrencial que a momentos lo despertaba pero siempre a los pocos segundos podía dormir una vez más y lo vio, en la ventana, pegado a ella estaba un hombre, de aspecto delgado, con una gabardina, su cabello era rubio y sus ojos de un verde esmeralda, le veía fijamente, la respiración del chico se volvió lenta y pausada, presa del pánico, río en voz baja, bajo sus ojos se dibujaron líneas de espato y la línea entre la cordura y locura de Johnny se quebró una vez más.
Regresaron los días semidespierto y de memorias difusas, la imagen de esa noche difícilmente se borró de su cabeza y comenzó a repetirse con frecuencia, a veces en distintos ángulos, pero en cada una de ellas veía sus ojos, de un verde brillante, lo único que brillaba en esas noches de oscuridad.
Continuará…
