Exención de Responsabilidad: No soy dueño de Naruto. Cualquier cosa relacionada directamente con esta serie (manga/serie) todos los personajes, historia de fondo, configuración, etc. Pertenecen a Masashi Kishimoto.

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Balcón…

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Sasuke nunca había pasado tanto tiempo pensando en una tarea tan simple.

¿Debería llevarle el paraguas a la novia de su vecino ahora o la próxima vez que llueva?

La pregunta surgía cada vez que veía el gran paraguas, apoyado contra una pared de su sala de estar. Hace un par de días cuando Konoha fue golpeada por una fuerte lluvia, él estaba saliendo por la puerta principal mientras Mikoto iba entrando, ella se dio cuenta que no tenía paraguas y le tendió el suyo.

Al final, no decidió nada y se dirige al balcón para afilar su arsenal.

Descubrió por Naruto, quién logró exprimir discretamente la información que él niega rotundamente que quería saber de Sakura. Mikoto es de hecho un ninja médico, su familia procedía del país de los campos de arroz. El número de shinobi calificados era reducido y cuando Naruto hizo una investigación sobre ella, descubrió que la chica solía ser una niña prodigio, por lo que su familia se dirigió a Konohagakure a establecerse. Avanzó rápidamente en todas las áreas, donde se destacó en el control de Ninjutsu Médico. Incluso Tsunade había considerado tomarla como su aprendiz antes de ver talento en Sakura, pero Mikoto era demasiado joven en ese momento. Sin embargo, de repente, dejó de centrar su atención en el campo shinobi.

La niña sigue siendo un misterio. Los registros sobre ella nunca mencionaron muchas cosas de su pasado, ni detalles elaborados de su familia. Solo había artículos sobre las exitosas misiones rango S, y reconocimientos que había logrado a lo largo de su adolescencia, lo cual es bastante impresionante, Sasuke debe decir. Su coeficiente intelectual se acercaba al de Shikamaru.

Le resulta difícil de creer, porque la niña a veces actúa como si no tuviera conocimiento.

Sasuke estaba tan absorto que nadie puede llamar su atención hasta que haya terminado de afilar su espada. Nadie, excepto una niña que desliza la puerta del balcón de su vecino para cerrarla con toda su fuerza, casi se rompe y él siente que el piso tiembla, luego golpea el pobre perchero hasta hacer ruinar con sus propias manos.

– ¡Estúpido Yu-kun! – ella gime una y otra vez hasta que se apacigua. Pasan unos minutos más antes de que ella se dé cuenta de su presencia.

Sus balcones están separados por rejas de hierro con espacios en medio porque sus apartamentos están agrupados. Entonces, no hay mucha privacidad de su parte.

Cuando se da cuenta, la expresión de absoluta vergüenza que se desliza lentamente por sus rasgos hace que su corazón se salte un poco. Se necesita toda su fuerza para resistir el impulso de mostrarle lo divertido que está, pero ella parece captar la contracción contenida de las comisuras de sus labios.

Ella cubre su ahora aturdido rostro con los brazos. – Has visto mi lado poco genial de nuevo. –

Sasuke parpadea y vuelve la cabeza hacia su arma. – Hn. –

Él enfatiza su atención en la espada, ocasionalmente mirando a su vecina. La siente moverse, tirando silenciosamente de una silla. Él asume que ella decidió quedarse.

Y es raro. Porque Sasuke es el tipo de shinobi al que es imposible distraer. Incluso Naruto en la cima de su energía para molestarlo y sus absurdos Jutsus sexys, ni siquiera puede superar su inmensa concentración. Pero por qué su pecho late con tanta fuerza, es ensordecedor. Él se gira para mirarla y ella inmediatamente gira la cabeza para mirar al cielo, evitando sus ojos.

El contorno de su rostro mientras inclina la cabeza ligeramente hacia arriba, reflejando los espectaculares colores del cielo del atardecer, lo hizo tragar saliva espesa e inconscientemente, se aguanta la respiración. – ¿Te gustaría un poco de té? – él dice, sorprendiéndola cuando finalmente encuentra su mirada.

– S-Seguro. – ella tartamudea. Ella realmente no suena segura, quizás un poco confundida.

Sasuke se pone de pie y se gira, mientras entra a su apartamento. Debe recomponerse. Después de unos minutos, regresa con una taza de té y la pasa entre las barandillas. Ella acepta con gratitud.

– Mikoto. – dice a regañadientes, incapaz de controlarse. También era el nombre de su querida madre. Su corazón late un poco más rápido de lo necesario. – Ese es tu nombre, ¿verdad? –

Casi se ahora, luego tose, tapándose la boca con una mano. – Sí. – logró responder.

– ¿Te interesaría un compañero para jugar shoji? –

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