Capitulo 7
"Ella ..."
—Bueno, ya estamos aquí. -comentó Mel viendo la luna llena.
- Estoy listo. - dijo Akira con prisa fue el primero en ingresar
Iori y Atenea se miraron entre sí ella se veía muy confiada ingreso sosteniendo una antorcha La montaña misma era una obra de arte asombrosa. Se excavado túneles en la roca que soltaba destellos de color cuando le daba la luz.
Mel miró a su alrededor asombrada y encantada.
—Esto es increíble, fue construido para hacer el culto y el sacrificio a Orochi pero en verdad es impresionante.
Pasaron más de quince minutos ya medida que más entraban más oscuro estaban iluminados por antorchas que guiaban el camino, se podrían escuchar ruidos que provocaban temor en Mel.
- Ya no sé dónde estamos. - dijo Akira un poco nervioso.
- Las luces nos están guiando el camino ...
Atenea fue interrumpida por unos ruidos que se escuchaban demaciado cerca, siguieron caminando hasta que llegaron a una cámara llena de oro, había una estatua pequeña que representaba una serpiente de ocho cabezas, hecha de oro, he coronas, joyas.
- Son las ofrendas al dios Orochi. - contesto Zuko sorprendiendolos por detrás y al mismo tiempo los cuatros se pusieron en guardia. - Sabía que me estaban siguiendo pero no pensé que fueron ustedes. Tal vez Akira porque se enamoró del sacrificio ...
- ¡Calla! . ¿Dónde está Sakura? - le exigió Akira apuntando su espada.
- Ella está con los sirvientes de Orochi, ya fue entregada.
—Por tu bien espero que no. - le dijo enojado el Kusanagi dispuesto a atacarlo cuando Mel se interpuso.
- Nuestro enemigo es Orochi. - le aclaro la Yata. - Zuko, acabemos con Orochi.
- Mel, vine a buscarlos para que terminen con esta tontería. - le contesto seguro el Yasakani.
- ¿Que te pasa? ¿Le tienes miedo? - le dijo Iori con burla llamando a la atención del Zuko— No eres un verdadero guerrero Yasakani.
— ¿Quien rayos te crees que eres? - lo enfrentó el Yasakani a lo que Atenea le contesto.
— Si dudas de tu poder mejor vete Yasakani. Nuestra misión es terminar con ese dios maldito.
— ¿En verdad piensas que pueden acabar con Yamata? - cuestionó Zuko a lo que los cuatro se miraron entre sí. — Está bien, lucharé con ustedes.
— Bien dicho Zuko. - le agradeció Mel.
Sakura comenzaba a despertar, no estaba segura de lo que había pasado lo único que recordaba era un golpe en la cabeza, abrió sus ojos miro sobre su cabeza y se dió cuenta que estaba encadenada en ambas manos acostada sobre una mesa dura, trato de safarse pero de repente vio como era rodeada por hombres encapuchados de negro, no importaba la fuerza que hiciera las cadenas estaban muy bien reforzadas, mientras los hombres se arrodillaron y comenzaban a inclinarse mientras recitaban algo, uno vestido diferente se acerco con un libro antigüo, Sakura estaba asustada, deseaba ver a Akira por última vez, el hombre comenzó a recitar un conjuro, miro hacia adelante, Sakura vio hacia el mismo lugar y vio salir una serpiente de fuego púrpura de un túnel, la doncella comenzó a gritar.
— Serás sacrificada en el nombre del gran dios Orochi. - le dijo mientras levantaba alto una daga.
— ¡Alto! - exclamó Zuko llamando la atención de los hombres quienes se levantaron de inmediato y fueron directo a atacarlo.
Atenea grito junto con un golpe en la cabeza al hombre de la daga calló al suelo adolorido, Akira salto con su espada y corto las cadenas liberando a Sakura. Iori con sus llamas púrpuras ayudo a terminar con los hombres, cayeron adoloridos en el suelo salieron huyendo, solo el líder quedó de pie, aún con la daga en sus manos, la mirada perdida sobre el suelo, no se veía su rostro por su gran capucha, solo se veían dos puntos rojos que serían sus ojos
— No saben lo que están haciendo. - murmuro con una sonrisa macabra. Al instante la serpiente de tres cabezas comenzó a brillar de una manera intensa que segaba a todos, fue tomando forma, la luz disminuía. Para sorpresa de todos el dios de la montaña tomo forma casi humana.
— Orochi. - dijo Iori apretando sus manos.
—¿ Esto es real? - cuestionó Akira semi abriendo sus labios, el dios sonrió abriendo sus ojos amarillos, mirada como la de una serpiente.
— Al fin he vuelto gracias a qué ustedes esten aquí. - dijo Orochi y miro a la doncella. — Ella no era el verdadero sacrificio sino ustedes, descendientes de Amaterasu.
Mel lo miro confusa, estaban en la montaña, en el descanso del dios de la montaña. Voltio hacia Zuko y Akira.
— Se refiere a nosotros.
—Su poder que heredaron de la diosa del sol me hará invencible. Pronto me convertiré en el nuevo emperador de este mundo- anuncio levantando sus manos, una especie de flamas blancas se elevó en el aire.
— ¡Jamás te lo permitiré! - exclamó Akira apretando sus manos sobre su espada. Orochi comenzó a reír con burla, se veía muy confiado.
— No gobernaras este mundo maldito. - la voz de Iori hizo callar al dios quien lo miro de inmediato.
— Tu... - murmuró él dios con la más pura frialdad. Atenea lo observó, se veían como si se conocieran — Fue divertido traerte en este tiempo Yagami.
— ¿Divertido? - hablo Zuko.
— ¿Este tiempo? - siguió preguntando Akira sin entender.
— Siempre intentando poder.. - el dios apreto sus dientes.
— Ganar. - termino diciendo Iori a lo que él dios, lo fulminó. — En verdad creíste que con mi presencia ibas a poder cambiar lo que ya está hecho.
— ¡Cierre la boca! - le gritó el hombre encapuchado. — Está hablando con el gran Orochi.
El pelirrojo lo ignoro encendiéndose en llamas púrpuras, sin pensarlo se arrojó hacia Orochi quien se anticipo esquivando sus golpes levantó su mano y con un viento arrasador arrojó al pelirrojo sobre una pared rocosa.
— ¡Iori! - exclamó Atenea corriendo a él quien gimiendo se levantó, estaba muy enojado.
— No lo derrotaras solo pelirrojo. - escucho que le dijo Zuko.
— Deja que nosotros nos ocupamos. - le advirtió Mel.
— Matar a un dios pero que idiotas son. - dijo el encapuchado a lo que Mel con una vena inflamada en la cabeza le dió un golpe certero en la cada dejándolo inconsciente. — Se lo merecía.
– ¡ARDEEE! - grito Iori, sus llamas purpuras se alzan como un vapor de géiser que apenas y rozan el brazo del dios pues aquel ataque fue muy precipitado y ese ataque fue contrarrestado por una versión del mismo.
Lo había tomado desprevenido al pelirrojo que las llamas ardian en su cuerpo provocado por las flamas blancas del dios, le hacia doler la piel, dio unos pasos hacia atrás tambaleandose un poco.
– "Maldito, voy a matarte" – pensaba Iori mientras esquivaba con algo de dificultad los ataques de su adversario, pero de pronto ante sus ojos una enorme escala de tierra que brotó del suelo rocoso se alzo como si fuese un terremoto, se tira a un lado para no ser atrapado por ella – AAAAAAAAH! – otra torre más le levanta en vuelo y antes de caer lastimado Orochi le envía un proyectil y cae con más fuerza sobre el suelo.
Atenea estaba muy preocupada, sabía que si intervenía en la pelea el pelirrojo se molestaría con ella, el apenas podía ponerse de pie, Yamata lejos de ahí de pronto voló hacia el. Iori queria por todos los medios poder resistir, quería demostrarle que era fuerte, quería darle su merecido, el dios lo tomó de la camisa blanca levantandolo del suelo, sus pies apenas tocaban el suelo, su cuerpo estaba molido, los ataques del Yamata eran veloces y mortales.
– Es aquí cuando termina tu vida.. – dice el dios, lo que vio Atenea a continuación fue como el cuerpo del pelirrojo explotó de llamas blancas, dejo caer el cuerpo de Iori parado en el piso, tambaleante debido a todas las heridas.
Escucho como ecos la voz de Atenea y su silueta corría hacia el, abrazándolo y llorando desesperadamente, nunca pensó que alguien se preocuparía así por el.
– ¡Por favor resiste! Yo te amo. - la escucho decir antes de caer inconsciente. — ¡No lo hagas! ¡No cierres tus ojos! ¡No te mueras! ¡Dijiste que no me dejarías! - Atenea estaba teniendo una crisis emocional, todos la miraban con pena, nunca la habían visto de esa manera.
–Vaya.. así que el maldito hizo una amiga después de todo - dijo Orochi en tono burlón a lo que Atenea lo miro con repudio.– El mismo se lo busco por enfrentarme, soy Yamata no Orochi, ningun ser humano puede derrotarme.
Atenea cerro fuertemente sus ojos, intentaba respirar, sentia como un nudo en la garganta y no estaba para escuchar las idioteses del dios. Todo su cuerpo temblaba.
— Ah.. ¿Encerio? ¿Lo querias? - sonrió el dios, y empezó a reír dejando que el sonido de su risa llegara a todas las esquinas de la montaña.
El no tenia piedad, ¿Cómo podia divertirse del momento?. Poco a poco, la guerrera pareció volver en si con sonrisa. Orochi la miro insolito . ¿Había perdido la razón?
— Es mi turno ahora. -hablo ella levandose del suelo, empuño su espada.
Orochi entendió hizo aparecer una espada en su mano también.
— Muy bien, tendrás el honor de morir en mis manos.
El dios salto sobre ella con intenciones de atravesarla pero ella logro detenerlo chocando su espada contra la suya, Atenea hacia mucha fuerza, saco fuerza de dónde no tenía, llena de furor y odio, Atenea grito, lo empujo fuertemente con su espada asombrando al dios y una patada certera sobre su mejilla divina, notó como unas esferas psíquicas brotaban del cuerpo de la guerrera, y asi volvió a atacarlo con más fuerza, la espada contra espada se chocaban con fuerza haciendo chispas. Todos no daban crédito a lo que veían, Mel fue hacia el cuerpo del pelirrojo que comenzaba a moverse, acudió a el.
— Iori, ¿Te encuentras bien?
— Hnm. - se quejó levantándose con ayuda de la sacerdotisa y sus ojos se posaron en la nueva pelea. Atenea brillaba, ese poder psíquico que brotaba de su ser y reflejaba lo fuerte que era luchando contra el dios, temia lo peor.
El corazón de Atenea latía a mil, trataba de regularizar su respiración, Orochi reapareció enfrente de ella de repente y de una patada en su mano hizo que soltara la espada y callera revotando y chispeante sobre el suelo. Yamata sonrió deshaciendo la espada y tomo a la guerrera del cuello levantándola a centímetros del suelo.
— ¿Cómo te atreves a desafiar mi poder? Me das lástima.
— Tu eres el que da lastima. - sonrió ella al ver la cara incomprensible del dios dándole directo una patada en el rostro y giro su cuerpo a 90° y cayo al suelo doblando una pierna, miro el rostro colérico del dios.
— Morirás. -rugió con los ojos rojos, lleno de furia levanto su brazo hacia atrás y a toda velocidad su mano se enterró sobre el pecho de Athena quien pego un grito sintiendo la mano de Orochi desgarrándola por dentro y su aterradora mirada sobre ella. —Dime humana ¿Qué se siente morir?
Ella arrugo todo su rostro soportando el dolor mientras escuchaba a algunos gritar su nombre y veía como trataban de intervenir pero unos rayos que salieron de la nada fuertes no los dejaba acercarse. Aun asi ella rio en su propia cara que Orochi no supo entender si era burla o estaba delirando. Atenea vio pasar imágenes en su mente sobre el dios sellado, luchando por salir mientras la humanidad sigue su ritmo, los años, el futuro.
— La muerte es lo que vas a desear.
Orochi no entendió sus palabras hasta que el Akira lo separó de ella con un fuerte golpe en el pecho.
— A esto le llamo " El puño de los Kusanagi"
Mel estaba atonita por lo que acababa de ver. Un escalofrio paso por todo su cuerpo al ver como la chica agonizaba y la sangre saliendo a borbotones de su cuerpo Iori se arrodilló hacia la guerrera que apenas podia mantener los ojos abiertos, lo miro con una hermosa sonrisa mientras su mano iba hacia su garganta tomando su colgante lo arrancó de su cuello, estiró su brazo hacia el.
— Es mi talismán, recuérdame cada vez que lo veas. - susurró débilmente, Iori lo tomo en sus manos mientras ella cerró sus ojos para siempre, Iori noto cómo el cuerpo de Atenea se relajaba, lágrimas traicioneras empapaban su rostro. Un débil sonido se ahogó en su garganta, sintió un fuerte impulso de gritar su nombre y abrazarla, llorar, no, aun no podía asumir el hecho de que ella no estaba, su mirada se volvió a endurecer regalándole una ultima caricia. Fue hacia Orochi con una furia indescriptible lo tomo del cuello mientras gritaba.
Los ojos azules del pelirrojo comienzan a enrojecer y puede ver como de sus manos sale el fuego purpura de manera incontrolable mientras sostenía el cuello del dios con ambas manos.
— Mel- murmuró Akira asintiendo y vio cómo sombras de ella se multiplica para distraer a su enemigo lo rodea, las llamas de Zuko al máximo y la espada de Akira preparada. — Hay que sellar a este maldito.
Ahora Orochi entendió lo que le dijo la guerrera, esos malditos iban a mantenerlo en estado suspentorio nuevamente la pesadilla, en nada. La naturaleza misma comenzó a manifestarse revelándose con fuertes vientos, rayos, la tierra se movía pero ya era demaciado tarde. Solo se escuchaba las voces de los herederos sellando al dios por completo.
Año 1997.
Al fin lo habían logrado, Yamata no Orochi había sido sellado, atrapado en el espejo de Chizuru. Iori no entendía que había pasado, no estaba en la montaña con los demás guerreros, estaba en el torneo, en su mundo nuevamente.
— ¡Lo hicimos! - exclamó Kyo estirando su puño hacia el cielo, sus amigos lo aclamaban y aplaudían. Iori veía a cada uno de los presentes hasta que vio un rostro conocido que sonreía, estaba viva.
— ¡Atenea!- dijo corriendo hacia ella y la abrazo con fuerza que temia que desapareciera. — Creí que te había perdido.
Un silencio se progago en ese instante, sorprendiendo a todos por el comportamiento del pelirrojo, los dientes de Kensou rechinan al ver a la chica que amaba en brazos de otro, Iori vio las caras de los participantes que lo veían sin comprender, su abrazo no había sido correspondido, había vuelto al presente.
— Iori- san ¿Se encuentra bien?
Cuando Iori escuchó su voz, sintió que los latidos de su corazón se paralizaban. Poco a poco fue alejándose de ella y la miro detenidamente, era su cara, su voz pero no era "Atenea" dió media vuelta sin responder se fue del lugar. Athena no entendía que le había pasado al Yagami, algo brillante de un color rojo brillaba en el piso, se agachó y lo tomó, noto que era un talismán.
A partir de ese día, Iori comenzó a tener problemas para dormir. Solo podía dormir con la ayuda de pastillas para dormir, sin embargo, cuando finalmente se quedaba dormido durante esas largas noches, todavía veía el rostro de Atenea en medio de la noche. llegó a pensar que se estaba volviendo loco, ¿En verdad había viajado en el tiempo? ¿Todo lo vivido en el pasado fue real? O solo fue su imaginación. Alguna vez Atenea ¿Existió? Su banda era que lo distraía de no pensar en ella.
Fue una tarde que viendo la televisión vio a Athena en una de sus entrevistas en la televisora hablando de su nuevo libro llamado " El Rey demonio" que se hizo muy popular, se trataba de un hombre que viajo al pasado y conoció a una guerrera, dónde tenían aventuras, eso no fue lo más sorprendente sino que tenía colgado en su cuello el talismán, su talismán. Todos la aplaudían y la aclamaban.
Iori debía ir a hacerle una "visita". Esa noche Athena estaba arreglando su cabello cuando Iori apareció en su cuarto, ella al verlo detrás de ella en el espejo su largo cabello ondulado revoloteo cuando se dio la vuelta. Una sonrisa benevolente se mostró en su rostro deslumbrante, había sido sorprendida pero era algo que sabía que pasaría, el solo la veía sin expresión alguna.
— Tengo algo que te pertenece. - le dijo ella sacándose el hilo negro que sostenía el talismán de su cuello. Lo sostuvo en su mano y estiró su brazo para dárselo. El pelirrojo lo tomo sin dejar de observarla, la psíquica contaba con una belleza y figura envidiable. Además de ser una mujer refinada, tenía puesto un elegante vestido negro y su cartera estaba sobre su sofá, como si estuviera a punto de salir. — Yo te estuve buscando pero nadie sabía tu dirección.
— Escuché que publicaste un libro de aventuras "El Rey demonio" - hablo Iori acercándose unos pasos más a ella. El no lucía igual que siempre, usaba una camisa negra que resaltaba sus ojos y cabello rojo y unos jeans blancos con zapatos café. — Tengo curiosidad de lo que te llevo a esa inspiración.
— Cada vez que veía el talismán yo veía imágenes de otra vida, ahora entiendo porque me abrazarte esa vez y me llamaste Atenea. - le confesó ella. Con solo una mirada de el, Athena se sintió atraída por este, su corazón saltaba a cada latido. Fue un sentimiento tan inusual.
— ¿Que es lo que entiendes?
Ela miró ese rostro con incredulidad. Esa forma de cara, esos rasgos ... le parecían inquietantemente familiares. Iori sintió que se le hacía más difícil respirar cuanto más miraba el rostro de esta mujer.
Cuando Athena vio que el pelirrojo la miraba conmocionado, Athena levantó las comisuras de los labios y sonrió suavemente.
— ¿En verdad somos tan idénticas?
— Tu dime.. ¿Cómo termina esa historia?- Iori levantó las comisuras de los labios con una sonrisa. Su irresistible encanto se mostró, provocando que ella comenzara a sonrojarse.
— Debes leer el libro Yagami. - sonrió dulcemente.
— Sólo quiero preguntarte si la ¿Princesa y el demonio se fueron a vivir a su reino, luego se casaron y tuvieron muchos hijos? - el al parecer disfrutaba el momento, a lo que ella reflexionó y dijo después de separar sus labios rosados
— Vamos Iori, no puedes enamorar a una guerrera con cuentos de Princesas. - En el momento vio que la expresión de Iori se congelaba. Incluso el aire a su alrededor comenzó a congelarse. Esa frase lo confundió.. ¿podría llegar a ser ella? — ¿Quieres saber cómo termina la historia? El viajero del tiempo volvió a su mundo y busco a la guerrera en ese tiempo, vio a una mujer con un gran parecido, el estaba seguro que ella Atenea.
— ¿Lo es?
— No. - contesto Athena sinceramente a lo que Iori perdió sus esperanzas. — Mírame ¿Acaso ella se vestiria así? No soy Atenea, no soy la mujer que conociste en esa época.
— ¿Cómo sabes..?
— Iori, tengo sus recuerdos muy presentes en mi mente. Ella te amo y existió.. la busque en los libros de historia, fue una Princesa guerrera la cual reino en Naras muchos años junto a su hermano.
— No eso no puede ser ella murió..
— No Yagami, ella sobrevivió al ataque de Orochi.
Iori quedó sorprendido a la información que tenía la psíquica, entonces Atenea vivió, se alegro al saber eso.
— Gracias. - pronunció tan suavemente se quedó en su oído. Sin embargo, aterrizó con fuerza en el corazón de Athena quien sonrió levemente cuando vio la reacción de Iori.
El dió media vuelta para irse con el talismán en sus manos cuando ella lo llamo impaciente, volvió a mirarla, aunque este rostro era un clon, creía que no habría otros ojos iguales en este mundo. Athena se quedó en silencio durante unos segundos. Luego, sonrió y dijo:
— Puedes regresar si lo deseas.
Iori asintió, ella tenía un aura encantadora en la que temió que alguien más estaba en su corazón. Pero el no era la clase de hombre que se daría por vencido. Sin dudarlo la tomo de la cintura y la beso, Athena estaba sorprendida pero no tenía intenciones de separarse, rodeo con sus brazos su cuello mientras sus labios se fundian completamente, sus besos eran fuertes, intensos, poderosos y cargados del más puro amor. Las manos firmes del pelirrojo recorría su espalda sintiendo su aroma a fresas, no quería separase de ella, la quería en su vida para siempre.
Final .
Espero que les haya gustado haré una secuela en el próximo capítulo. Gracias por sus comentarios me han dado ánimos de seguir.
