Capítulo 7.

Parecía que todo iba en cámara lenta, Kagami podía ver perfectamente como el suelo se aproximaba hacia ella y no había nada que pudiese hacer. Varios pensamientos se le cruzaron por la cabeza a medida que caía, varios pensamientos felices, varios tristes y algunos culpables. Recordó la primera vez que había visto a Konata, iba con su hermana menor y esta le había explicado que sin querer la había ''salvado'' pero que en realidad había sido un malentendido con un turista que se había perdido.

-Tsukasa... esa chica es un poco rara ¿no? -le dijo la chica de las coletas a su hermana.

-No es rara Onee-chan, yo diría que es mas bien interesante.

''¿Por qué habré recordado eso?'' se preguntó Kagami a sí misma mientras caía, pero antes de que pudiera encontrar respuesta alguna terminó de precipitarse hacia el suelo.

...

Podía percibir un fuerte olor, resultaba casi desagradable, le daba la impresión de que todo estaba excesivamente limpio. Intentó abrir los ojos pero al principio no pudo, le tomó muchos intentos hasta que al fin se abrieron lentamente. Un fuerte dolor de cabeza le impedía pensar con claridad.

-¿Qué ha pasado...? -murmuró mientras miraba a su alrededor.

Se dio cuenta que estaba en una habitación blanca, ella estaba acostada y junto a ella había una persona durmiendo apoyada en el borde de la cama, no le tomó mucho tiempo hasta darse cuenta que era su hermana menor. La movió ligeramente con la intención de despertarla, unos segundos después abrió los ojos y se dio cuenta de quién la había despertado. Antes de que Kagami pudiera decir algo esta se levantó y salió a toda velocidad de la habitación. Unos segundos pasaron y toda su familia entró corriendo, tanto sus padres como sus hermanas se lanzaron sobre ella mientras lloraban.

-¡Estás bien, gracias a Dios estás bien! -exclamó su madre con profunda alegría.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? -preguntó Kagami confusa.

-Estás en el hospital Onee-chan-le respondió Tsukasa-, te caíste por las escaleras y te diste un fuerte golpe.

-No puede ser... ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Llevas dos diás inconsciente-le respondió su padre-, los médicos dijeron que tenías mala pinta pero yo sabía que mi hija puede con todo.

Kagami no daba crédito a lo que oía, ¿había sido todo un sueño? Pero para ella se había sentido tan real que le costaba creerlo. Pero ahí estaba, rodeada de toda su familia que celebraba su regreso, por lo que de verdad todo aquello no había pasado. Le hizo una seña a Tsukasa para que se acercara.

-¿Y Konata? ¿Dónde está?

Su hermana entendió lo que quería decir y le dedicó una sonrisa amable de entendimiento.

-No te preocupes Onee-chan, ya la he llamado, está de camino. ¿Sabes? Ella fue la que te encontró y llamó a emergencias.

-¿En serio? -preguntó Kagami asombrada.

-¡Sí! Gracias a ella te pudieron salvar.

La chica de las coletas se quedó acostada pensando en lo que su hermana le había dicho, a pesar de todo lo que le había dicho ella aún se preocupaba por ella. Una sensación cálida invadió su pecho, a partir de ahora haría las cosas bien costase lo que costase.

...

No sabía en qué momento se había quedado dormida pero al parecer había pasado un rato desde que lo había hecho. Abrió los ojos lentamente y pudo percibir una gran mancha borrosa azul, después de ajustar la vista se fijó bien que se trataba de Konata. Quiso levantarse rápido pero aún su cuerpo se encontraba débil por lo que un agudo dolor la invadió.

-No te precipites-le dijo Konata con voz tranquilizadora-, tienes que descansar.

-Estás aquí -le respondió Kagami a punto de llorar.

-¿Cómo no iba a estarlo? No podía dejarte aquí sola.

Kagami quiso decirle algo más pero su familia se le adelantó interrumpiéndola.

-¡Oh, Konata! Estás ya aquí -exclamó la madre de Kagami contenta.

-Acabo de llegar, vine lo más rápido que pude.

La chica de las coletas observaba lo bien que Konata se desenvolvía con sus padres, sí, definitivamente no había nadie mejor que ella para pasar el resto de su vida. Le sería un reto lidiar con sus padres una vez que les contase todo lo que sentía por la peliazul pero era algo que estaba dispuesta a hacer, de sus hermanas no tenía nada de qué preocuparse, ella sabía que la apoyarían en lo que fuese aunque eso significase ir en contra de sus padres.

-Parecéis canasados-dijo Konata de repente-, ¿por qué no os vais a casa y yo me encargo del resto?

-¿Segura?-le preguntó su madre-, no queremos que te encargues de todo tú.

-Para mi no es molestia, lleváis aquí varios días y tenéis que descansar. Yo puedo encargarme de Kagamin.

Kagami sintió un alivio enorme al escuchar como Konata se refería a ella.

-Supongo que podemos hacerlo-dijo su padre pensativo-, podemos volver en unas horas, ¿te parece bien?

-Me parece perfecto -le respondió Konata con una amplia sonrisa.

Desde la cama pudo observar como toda su familia salía de la habitación, la última en salir fue su hermana quien antes de irse se despidió emotivamente de ella y le deseó toda la suerte del mundo. Una vez se quedaron las dos solas no pudo evitar sentirse nerviosa, era la primera vez que estaba a solas con Konata desde que aquel insidente había sucedido y no sabía hablar de ello.

-Konata, yo... -intentó decir pero fue interrumpida.

-No digas nada Kagamin, sé que no lo dijiste en serio.

-Pero aún así te hice daño y no puedo evitar sentirme fatal por ello.

-No te mentiré diciéndote que no me dolió pero sé que muy en el fondo me aprecias mucho por lo que sé que de verdad estás arrepentida por todo.

Varios segundos pasaron entre las dos, un silencio incómodo se había formado y ninguna de ellas sabía qué decir para mejorar las cosas.

-Ya sé-dijo Konata de repente-, ¿qué te parece si vamos a un sitio para animarnos?

-¿Qué clase de sitio? Como puedes observar no creo que pueda moverme mucho.

-No te preocupes, está muy cerca, ¿qué me dices? ¿te vienes?

-De acuerdo-le respondió Kagami-, dejaré que me lleves.

...

Resulta que Konata la había llevado al tejado del hospital, Kagami no sabía cómo pero Konata había logrado colarse ahí por lo que debían ser sumamente cautelosas ya que si las encontraban ahí podían meterse en un problema.

Kagami caminó hasta la barandilla para apoyar las manos, respiró profundamente y sintió una paz interior que hacía tiempo que no sentía. Se sintió más segura que nunca por lo que le diría a la peliazul lo que realmente sentía por ella.

-¡Konata!-exclamó de repente-. Verás, yo quiero decirte que yo te a... -

-No creerás que ya acabó, ¿verdad? -la interrumpió la peliazul con un tono inusual en ella.

-¿Qué...? -fue lo único que pudo decir Kagami.

-Así no es cómo funciona esto Kagami, no puedes esperar tener un final de cuento así de fácil.

-¿A qué te refieres...? -preguntó y a continuación empezó a tener de nuevo ese dolor de cabeza tan molesto que había tenido antes.

-Me parece que no lo entiendes. ¿No crees que es demasiado bueno? Despiertas de tu largo sueño, tu familia te recibe con los brazos abiertos y el amor de tu vida te perdona todo y vivís felices para siempre. Un poco rebuscado si me preguntas.

-Entonces... ¿sigo en coma? -preguntó mientras el dolor de cabeza aumentaba cada vez más.

-No estás en coma Kagami, nunca lo has estado ni tampoco has estado en el hospital-la chica de las coletas sentía que su cabeza iba a estallar en cualquier momento, el dolor apenas era soportable-. Ya sé, hagamos esto de manera que entiendas, ¿qué te parece? -preguntó pero la otra no pudo responder nada debido al dolor que la azotaba, tuvo que cerrar los ojos con fuerza para soportar mejor el dolor. Cuando los volvió a abrir ya no se encontraba en el tejado del hospital.

Se encontraba en su clase de siempre con su uniforme de preparatoria, por poco se cae al suelo por culpa de su asiento con el que se tropezó. Estaba sola en la clase y el sol había empezado a ocultarse, de repente la puerta de la clase se abrió con fuerza asustándola en el proceso. Konata entró a la clase vestida como si fuera un profesor y se colocó en el atril frente a ella.

-De acuerdo clase, vamos a empezar. Pasaré a tomar lista: ¿Hiiragi Kagami?

La chica miró a su alrededor y luego de nuevo a Konata, quien la miraba irritada y expectante a su respuesta.

-P-Presente... supongo ...

-Perfecto-dijo y cerró el libro de asistencias-. ¿Sabes por qué estás aquí?-la chica a la que se dirigía hizo un gesto negativo con la cabeza-. No pasa nada, estás aquí porque se ha detectado una irregularidad contigo.

-¿Irregularidad? ¿De qué diablos hablas Konata?

-Primero que nada no soy Konata, nunca lo he sido, me veo así simplemente porque he adoptado la forma que mas placentera te parece.

-¿Cómo? -preguntó sorprendida pero la peliazul siguió hablando.

-Segundo, todo esto que has experimentado, la falsa Konata, el que nadie supiese que ella existía y que solo la recordabas tú era para hacer tiempo.

-¿Tiempo para qué?

-Pare decidir qué hacer contigo, ¿entiendes?-de nuevo Kagami respondió negativamente a lo que la chica soltó un suspiro de irritación-. Verás, cuando pasó tu pelea con Konata y luego la perseguiste y te caíste deberías haber muerto, pero no fue así.

Kagami no creía lo que estaba escuchando, ¿muerta? ¿por qué? ¿con qué derecho ella decía esas cosas tan horribles?

-¡Eso no puede ser!-exclamó enfadada-. ¿Cómo que estoy muerta y que estoy aquí para ver qué hacen conmigo? Eso no tiene ningún sentido.

-Me parece que no lo entiendes, déjame enseñarte. ¿Puedes traer la televisión por favor? -gritó hacia la puerta.

Varios segundos pasaron en los que la expectación de Kagami aumentó, no sabía qué significaba eso de la televisión ni quién iba a entrar, la puerta se abrió de repente dejando paso a Tsukasa quien estaba empujando litaralmente una tele antigua que estaba apoyada en una mesa con ruedas. Tsukasa dejó la mesa junto a Konata y procedió a conectarla a la corriente.

-A ver cómo iba esto... -se dijo a sí misma mientras intentaba sintonizarla con el mando.

-¿Necesitas ayuda? -le preguntó la peliazul.

-¡Yo puedo sola, gracias! -contestó enfadada-. A ver... si no estoy mal es en el canal cinco - dijo y presionó el botón dejando paso a una imagen en vivo en la pantalla-. ¡Ajá! Yo sabía, ¿ves?

-Mira la pantalla, Kagami.

La chica obedeció y posó su vista sobre lo que estaba sucediendo en la imagen, en ella se podía aprecias a Kagami quien al parecer iba en una ambulancia con una máscara de oxígeno colocada mientras dos auxiliares la estaban tratando de reanimar.

-¡La estamos perdiendo! ¡ve más rápido! -gritó uno de los auxiliares.

-¡Onee-chan! ¡Despierta por favor no me dejes! -gritó Tsukasa desesperada a su lado.

-He hecho un buen trabajo copiando su imagen, ¿no crees?

-Sí, sí muy bueno. ¿Ves Kagami? ¿Ves que no te estoy mintiendo?

Kagami no apartaba la vista de la pantalla, allí estaba ella, inconsciente mientras trataban de reanimarla y su hermana estaba a su lado llorando como nunca antes la había visto llorar.

-Entonces... -musitó la chica de las coletas.

-En realidad no ha pasado ni una hora desde que te caíste-dijo la que se suponía que era Konata-. En principio no lograrás llegar al hospital y morirás en la ambulancia, ¿feo no crees? He aquí el meollo de todo, normalmente todo pasa como tiene que pasar pero por alguna razón se me pidió que te buscara para proponerte algo.

-¿El qué? -preguntó Kagami entre curiosa y asustada, a estas alturas cualquier cosa podía pasar.

-Tú situación es algo muy, muy raro, no pasa mucho por lo que es un privilegio el que estés aquí conmigo, para que algo así te pase debes de ser muy valiosa, se me dijo que tenías mucho potencial, no me dijeron en qué pero puedo hacerme una idea. Para que te hagas una idea, la madre de Konata, Kanata, tuvo también su oportunidad y decidió salvar a su hija -los ojos de Kagami se abrieron como platos al escuchar aquello.

-¿En serio?

-Así es-respondió Konata y prosiguió-. Se te ha concedido otra oportunidad Kagami, pero el coste es muy elevado, no se puede tener todo a la vez sin ningún coste. ¿Estás dispuesta a intentarlo de nuevo?

Kagami dudó unos segundos pero luego se decidió, en realidad no había nada de que dudar, lo que se estaba proponiendo era una oportunidad que no podía dejar pasar en especial si quería hacer las cosas bien con Konata.

-¡De acuerdo acepto! ¿Pero cuál es el precio que debo pagar?

-Eso lo sabrás cuando estés ahí-dijo y sacó un pergamino de a saber dónde y lo extendió frente a ella-. Está bien, acabemos de una vez con esto, no eres mi única cliente de hoy. Tú, Hiiragi Kagami, sabiendo todo lo que se te ha explicado , ¿aceptas las condiciones que se te han impuesto?-Kagami respondió haciendo un gesto afirmativo con su cabeza-. Perfecto, ahora con la autoridad que tengo y mi potestad y bla bla bla apruebo tu segunda oportunidad, firma aquí por favor-dijo y le enseñó una línea al final del pergamino para que firmara.

-¿Qués estás tapando con tu mano? -preguntó Kagami curiosa.

-Es mi verdadero nombre, si lo lees te volverás loca, y no creo que quieras eso, ¿verdad?

-Supongo que no. ¡Espera! No tengo nada con qué firmar.

-Un segundo-dijo y se rebuscó en sus bolsillos, después de un rato encontró un bolígrafo de plástico con la tapa mordisqueada, ante esto Kagami le dedicó una mirada de reproche-, si supieras lo estresante que es mi trabajo lo tendrías igual.

Kagami firmó el pergamino y cuando terminó este desapareció frente a ella dejándola perpleja. La peliazul guardó su bolígrafo y procedió a terminar la ceremonia.

-De acuerdo, el trato está cerrado. Disfruta de tu nueva oportunidad Kagami, y procura no matarte en el intento. ¡Nos vemos! -exclamó y una luz cegadora invadió la clase por completo inutilizando los sentidos de la chica de las coletas.

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-Oye, ¡oye!-exclamó una voz masculina-. ¿Te encuentras bien? Menuda caída sufriste.

La chica lo miró perpleja durante unos segundos y luego clavó la mirada en el suelo sin saber qué estaba pasando.

-¿Qué...?

-Estabas bajando la basura cuando de repente te caíste contra el suelo, pensé que había sido grave pero resultó no ser para tanto. ¿Qué suerte eh?

-¿Basura...?

-Eso es lo que tienen esas bolsas, ¿no? -dijo y la chica desvió la mirada y efectivamente tenía dos bolsas negras a cada lado suyo-. Deja y te ayudo a levantarte-después de unos intentos la chica puedo colocarse de pie sin nungún problema-. ¿Estás bien?-recibió una respuesta positiva-. Perfecto, tengo que dejarte, tengo que volver a mi clase,nos vemos -dijo y se alejó de ella corriendo.

Sin saber muy bien porqué ella se dirigió hacia donde la basura se dejaba para ser desechada. Por lo que parecía estaba atardeciendo y las clases habían acabado ya, a juzgar por la basura que acababa de tirar le tocaba a ella limpiar la clase. Se quedó un buen rato mirando fijamente las bolsas hasta que el recuerdo le golpeó como una bala en el cerebro.

-¡Esto no es lo que se supone que debería estar haciendo! -exclamó de repente y salió corriendo hacia el edificio principal.

Subió los tres pisos a una velocidad récord y llegó hasta la clase de su hermana pero algo había mal, no sabía el qué pero lo podía sentir. Una vez allí notó que no conocía a nadie, no es como si fuera amiga de todas las personas de la clase de su hermana pero podía reconocer las caras de tanto que iba ahí y esta vez no podía hacerlo por lo que un nerviosismo invadió su cuerpo.

-Disculpa, ¿estás perdida? -le preguntó una chica de repente que con tan solo verla se sabía que era alguien mas mayor.

-S-Sí... estoy buscando a mi hermana.

-¡Oh! Era eso. ¿Cuál es su nombre?

-Hiiragi Tsukasa.

-¿Hiiragi Tsukasa...? No me suena para nada. ¡Oye, Midori! ¿Conoces a alguien que se llame Hiiragi Tsukasa?

-No creo que sea de esta clase -le respondió su amiga.

-Me parece que te has confundido de clase -le dijo con tono suave.

-No puede ser-le respondió Kagami-, si yo voy a la clase de al lado.

-Me parece algo difícil de creer -le respondió la chica con una sonrisa.

-¿Por qué lo dices? -preguntó Kagami confusa.

-Porque tu lazo es de primero -dijo y soltó una risita.

Hasta ahora no se había fijado, pero era cierto, su lazo era de las chicas de primero, y no de tercero, como debía serlo. Kagami lo agarró para fijarse bien en él. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué tenía un uniforme de alguien de primero? Era algo a lo que no encontraba respuesta. Si tenía ese uniforme quería decir que debía ir dos plantas más abajo.

-Esto... ¿todo bien? -le preguntó la otra chica que llevaba un rato viéndola.

-¡S-Sí! Todo bien no se preocupe, me tengo que ir, gracias por todo s-senpai -exclamó y se marchó de allí a toda velocidad.

...

Bajó los dos pisos como debía y después de revisar dos de las tres clases encontró a su hermana recogiendo todas sus cosas.

-¡Onee-chan!-exclamó Tsukasa de repente-. ¿Dónde estabas? Me dijiste que te esperara mientras tirabas la basura para marcharnos a casa.

-Tsukasa... -le dijo su hermana asombrada de verla de nuevo-. ¿De verdad eres tú?

-Claro que lo soy, ¿quién más iba a ser sino?-le respondió Tsukasa confundida-. Dejando eso de lado, ¿recuerdas que estabas preocupada por mi porque tenías miedo de si podía hacer nuevos amigos ahora que nos tocó en clases diferentes? ¡Pues he conocido a una chica encantadora que va a mi clase! No puedo esperar a que la conozcas.

-¿Una chica encantadora? -antes de que Kagami pudiera decir algo más una voz que ella conocía a la perfección las interrumpió de repente.

-¡Oh, Hiiragi-chan sigues aquí! Pensé que te habías ido ya.

-¡Izumi-chan! Justo le estaba hablando a mi hermana de ti, Onee-chan ella es la chica de la que te hablé.

Kagami se giró y vio a Konata ahí, con su típica sonrisa picarona pero a diferencia de siempre ahora tenía el pelo un poco más corto que antes. La chica de las coletas tuvo que resistir un impulso tremente de lanzarse sobre ella y abrazarla con todas sus fuerzas.

-¿Ella es tu hermana mayor? ¡Pero si es igualita a ti! -dijo mientras reía-. Yo soy Izumi Konata, un placer en conocerte.

-H-Hiiragi Kagami, el placer es mío...

''¿No me recuerda? ¿Cómo puede ser eso? ¿Y cómo es que estamos en primero? ¿Qué rayos está sucediendo?'' Se preguntó Kagami una y otra vez sin entender muy bien qué estaba pasando hasta que recordó las palabras que le habían dicho antes.

''Se te ha concedido otra oportunidad Kagami, pero el coste es muy elevado, no se puede tener todo a la vez sin ningún coste.''

-''Así que era esto... '' -pensó Kagami con una sonrisa triste-. ''Bueno, yo acepté esto así que tengo que seguir adelante'' .

-¿Te vas ya a casa Kona-chan? ¡Q-Quiero decir Izumi-chan! Perdona que me tome esas familiaridades contigo.

-No te preocupes, no me molesta que me digas así mientras me dejes a mi también llamarte por tu nombre. Y sí, ya me iba a casa.

-¿Quieres que vayamos juntas a casa? -le preguntó Tsukasa animada.

-No sé si quieras venir conmigo, voy a pasar antes por un sitio para comprar algunas cosas.

-¡No me molesta en absoluto! Me encantaría acompañarte.

-¡Pues perfecto! ¿Y tu hermana viene?

-Pues no lo sé, ella dijo que tenía que... -la pequeña Tsukasa fue interrumpida por su hermana mayor.

-Iré si no os molesta.

-Pero Onee-chan, ¿no dijiste que tenías que estudiar para un examen que tenías? -preguntó Tsukasa confundida.

-No pasa nada Tsukasa, por un día que no estudie no se va a acabar el mundo. Hay que disfrutar la vida.

-¡Esa es precisamente mi filosofía de vida! -exclamó la peliazul mientras reía-. ¡Entonces vayamos que las cosas chulas se acaban!

-Sabes-dijo Kagami interrumpiendo a Konata-, últimamente me he viciado bastante a un anime, no sé si lo conozcas, se llama la Melancolía de Haruhi Suzumiya.

-¡Bromeas!-exclamó Konata emocionada-. ¡Es mi anime favorito de siempre! ¡Lo habré visto unas mil veces!

-Entonces podrás darme consejos a la hora de comprar mangas y eso, ¿cierto?

-Por supueto, tú ven conmigo que yo te enseñaré todo lo que necesitas saber.

Kagami observó con una sonrisa a su amor hablar sin parar de aquel anime. Ahora que estaba ahí se había dado cuenta de cuánto había echado aquello de menos, y se dio cuenta del valor que aquella clase de cosas tenía para ella, nunca más volvería a cometer los errores que había hecho antes.

Esta vez haría las cosas bien.

Fin.