Capitulo 7: Setsuna.

Towa se encontraba firmando unos papeles muy importantes para una reunión de estado con uno de los gobernantes de la aldea.

Su trabajo diplomático había crecido últimamente, tenía pensado hacer las pases y traer nuevos tratados con algunas aldeas humanas para tener una relación como en la época en donde había sido criada.

Afortunadamente su trabajo estaba dando buenos frutos y eso la hacía muy feliz, después de todo podría alegremente contarle sus logros a su querida hermana Setsuna.

Habían pasado aproximadamente tres semanas desde qué Riku había partido y desde entonces no había tenido noticias del él. Debía admitir que lo extrañaba muchísimo más de lo que hubiese pensado, sobretodo en las tardes, a la hora de tomar el té y por las noches cuando deseaba dormir abrazada junto a él después de amarse intensamente.

Sabía que debía ser fuerte, aunque eso le costaba mucho, había desarrollado un vínculo muy fuerte con el hombre que secretamente podía llamar esposo.

La marca que él le había dejado había tomado con los días un tono rosaseo marcando perfectamente una pequeña medialunas.

Dió gracias al cielo que el aroma del muchacho ya no estaba tan impregnado en ella como los primeros días después de su partida, sabía que pronto volvería su querida hermana setsuna, más aún no estaba preparada para confesar sus impulsivos actos; que de haber vuelto está en esos primeros días la habría regañado de gran manera.

-A ella nunca le gusto Riku, ni cuando nos conocimos ni ahora- Suspiró mientras lo pensaba- aún así tendré que enfrentarla y confesar mis actos.

Dejó la pluma en un costado y llevo la mano a la base de su cuello dónde reposaba la marca que la distinguía como mujer, no pudo evitar sonreír como tonta ni tampoco recordar.

El recuerdo del rostro de su esposo, de sus apasionados besos y de sus suaves caricias, el hecho de solo recordarlo hizo que su cuerpo hiperventilara, su corazón se aceleró y sus mejillas se tornaron completamente rojas.

-¡Rayos!


Por otro lado Riku dormía profundamente en la habitación principal de el gran barco el cual antes era utilizado por su padre.

El barco navegaba con fuerza chocando fuertemente contra las olas, aún así mantenía su estabilidad y grandeza.

Su destino eran las Islas Tenhru, un conjunto de islas situadas en el imperio del Este, eran un puñado de cinco islas, una bastante grande y las otras cuatro medianas rodeando a la más grande en las posiciones que se suponían eran los cuatro puntos cardinales, así mismo llevaban sus nombres. El castillo se encontraba en la isla más grande, la llamada "Madre" dónde sus torres lo hacían distinguirse y alejarse mucho de el estilo japonés, podría decirse que poseía un tinte más europeo.

Las islas cardinales que la rodeaban llevaban una función protectora, cada una contando con su enorme ejército dispuesto a todo con el fin de proteger el reino.

Antes de asumir como nuevo Emperador, el castillo llevaba siglos abandonado ya que Kirinmaru le gustaba vivir en el barco sobre el océano y raramente pisaba tierra.

Al tomar Riku el mando, se había hecho varios cambios, entre ellos la utilización del antiguo gran castillo. Lugar donde el nuevo gobernante había tomado como hogar.

Desde su mandato nuevos guerreros habían tomado las islas, todos elegidos por el muchacho, soldados, arqueros y servicios médicos.

Tres de las islas habían Sido ocupadas con un puñado de hombres con la intensión de hacerlos crecer.

El Emperador dió la orden de traer nuevas criaturas así como el de crearlas, a pesar de que todo se encontraba en relativa paz, no debía confiarse. Por ello Riku se preparaba lentamente, con guerreros fuertes y valientes y así hacía crecer su pueblo.

Era mejor prevenir que curar.

Y más ahora que contaba con una esposa, un vínculo muy especial para él. Su amada Towa, mujer que había conquistado su duro corazón.

Era largo el camino que quería recorrer junto a ella y para ello necesitaba estar fuertemente plantado en aquella absurda sociedad llena de criaturas demoníacas.


Sobre los cielos azules se podía distinguir dos figuras, una era de un gato demonio de pelajes claros y sobre está la figura de una mujer vestida con un traje de exterminadora y sobre este se distinguía una larga estola blanca.

-Baja aquí Kirara- Ordenó la mujer.

El animal descendió lentamente hasta tocar el suelo marrón de una de las altas montañas que delimitaba una región.

La mujer descendió del demonio con mucha elegancia, era alta y esbelta, con cabellos castaños oscuros amarrados en una coleta alta y una mirada afilada, sus ojos color morados postraban seriedad.

-Creo que hasta aquí estará bien, puedes volver con Hisui, yo me dirijire al castillo desde aquí.

El demonio felino la observo para luego asentir y despedirse de la mujer. Está espero hasta que la bestia se marchara por dónde habían venido para luego dirigirse hacia su camino.

Corrió a una velocidad sobrehumana montaña arriba, de manera que en pocos minutos llegó a su destino deseado.

Se detuvo en el medio de una zona rodeada de altos árboles y con poca iluminación y comenzó a olfatear el aire.

-Jaken- llamo con una voz profunda a la vez que amenazante.

Medio segundo después pudo escuchar la voz del demonio que buscaba.

-Amaaa bonitaaa- apareció tras unos arbustos un pequeño demonio verde, conocido y antiguo servidor del gran Sesshomaru- Mi señora Setsuna, le he estado esperando, buenos días.

-Mn,¿Has traído a Ah-Uh?

- Si, enseguida lo traigo ama- y el pequeño demonio se marcho por dónde había salido.

Setsuna espero pacientemente.

Luego de la muerte de su padre Sesshomaru, ella junto con su hermana habían tenido que tomar el lugar de su padre como Emperador bajo las enseñanzas de Irasue, madre de su padre y por ende su abuela.

Al tener estás obligaciones heredadas nunca había estado de acuerdo, no quería seguir los pasos de su padre pero tras la insistencia de su hermana y la propuesta de su abuela pudo acomodarse para bien.

Su obligación era destruir demonios renegados o aquellos que causarán conflictos para el reino y expander sus tierras, siempre y cuando estuviera relacionado con violencia o muerte.

Constantemente era acompañada por Jaken antigüo sirviente de su padre, Kirara y Hisui compañero exterminador y tal vez su pasatiempo de a ratos.

Setsuna llevaba una relación sexual de años con Hisui que había comenzado de la mano del chico pero ella sabía que tarde o temprano eso tendría que acabar.

Ella si bien lo apreciaba, sabía bien que no lo amaba.

Y Hisui después de tantos años le había confesado que quería casarse y formar una familia con ella.

El la amaba, ella no. Y era lo suficientemente inteligente para saber que la relación a futuro no iba a funcionar.

Ella no deseaba formar una familia ni ser madre, solo quería luchar y conquistar, le había tomado el gusto y le encantaba hacerlo.

Se hundió profundamente en sus pensamientos y dió vueltas por ellos, debía cortar su relación con Hisui aunque no tenía idea de cómo hacerlo sin herirlo tanto, debería dejar que el encuentre a alguien más, alguien que quisiera compartir sueños con el.

-Ama Setsuna- llamo Jaken quien ya estaba de vuelta junto al dragón de dos cabezas- Aquí ya estamos, cuando usted ordene partimos.

La mujer salió de sus pensamientos y asintió.

-Vamonos ya, estamos retrasados- subió al lomo del dragón y partieron rumbo al Oeste.


Cuando Setsuna, Jaken y el dragón llegaron al destino ya era el atardecer, y los colores de este bañaban el gran Palacio dándole un aspecto hermoso y tranquilizador.

Jaken se sorprendía siempre que llegaba, el lugar era muy distinto a lo acostumbrado antes, ahora que era su ama Towa quien se sentaba en el trono, el palacio se sentía muy acogedor.

Para Jaken era difícil no ver a Rin en Towa, la chica se parecía mucho a su fallecida madre, tenía esa misma justicia y templanza como ella, así como la bondad.

Setsuna bajo del dragón y se dirigió a la oficina donde sabía que se encontraba su hermana.

Cuando atravesó la entrada del palacio varios sirvientes se acercaron a saludarla y darle la bienvenida.

-Preparen mi habitación, el baño y algo para cambiarme-Ordeno después de asentir a los saludos y siguió hacia su destino.

Los sirvientes enseguida asintieron y partieron a realizar los trabajos asignados.

Por su parte Towa sintió cuando la presencia de su hermana y compañía arribaron el palacio, aún así siguió con sus deberes, a la espera de que está la buscará.

Minutos más tarde la puerta fue abierta revelando a su hermana con un aspecto cansado pero firme.

-He vuelto hermana- Setsuna le dedicó una pequeña sonrisa.

Towa levanto la vista de su escritorio y le sonrió con dulzura.

-Bienvenida a casa hermanita, es un placer verte- le devolvió el saludo y luego siguió- si quieres ve y cámbiate, les diré que preparen la cena así cenaremos juntas.

La mujer de cabellos castaños asintió y luego dió media vuelta y se dirigió a su habitación.

Ambas hermanas eran muy unidas y se amaban mucho, el destino les había enseñado que se tenían la una a la otra para apoyarse y ambas lo aceptaban.

Continuará...