—No responden. —la voz del oriental parecía apagada, aburrida, saturada de las presiones que ese trenzado estaba realizando. Lo miraba fijándose en que era un mocoso con pataleta, porque su querido 01 no respondía, en cambio Quatre tenía la apariencia tranquila, con esa sonrisa decepcionada en los labios, dos seres opuestos, salvo que uno comenzaba a destruir su calma. —No entiendes que, si no responde, es porque simplemente no quiere salir del agujero en el que se encuentra, no quiere verte, Duo entiende, no quiere verte —el silencio entre ellos pesó bastante, como una carga en sus hombros, el americano se irguió y sonrió sin dejar de ver a Wufei, hizo gestos con sus manos, trataba de decir algo. Logrando retirarse de la oficina de Quatre. —Creo que eso no era necesario —bufó al oírle el oriental, como siempre el rubio tenía razón, pero había estado cansado de oír el nombre de Heero Yuy, le molestaba que ese idiota trenzado continuase esperando algo que claramente no tendría.

Subió las escaleras maldiciéndose, reclamando contra las emociones que ese trenzado le provocaba, contra lo que sentía Duo por ese piloto implacable, ese soldado perfecto. Él era perfecto también, quizás con algunos errores, pero no era ningún debilucho, él podía cuidarlo, él podía estar a su lado, aunque hablase demasiado, y su voz llene todo el ambiente en el que está, aunque su figura obligue a seguirla. Se detuvo ante la puerta de su habitación, detestaba a Heero Yuy, no entendía sus razones para dejar a Duo solo, para cambiarlo por una vida sin apego.

Se había percatado de sus propios sentimientos hace mucho tiempo, cuando aún luchaban juntos, cuando sin quererlo soportaba sus burlas y sus bromas, cuando necesitaba saber qué hacía o dónde estaba, cuando su presencia lo volvía él mismo. Siempre tuvo celos de Heero, por ser el mejor piloto, por ser el perfecto soldado, por ser la razón romántica de Duo para seguir adelante, las razones para ir siempre a su lado. Sus celos se quedaron anclados en su corazón, trató de eliminarlos, ocultarlos disimulando sus sentimientos, repitiéndose varias veces que jamás tendría una oportunidad, haciéndose a un lado para olvidar y avanzar.

—Duo. —abrió la puerta sin pedir permiso, no pensaba detenerse, esta vez era su oportunidad para llegar a un punto en donde todo tuviera sentido. —No pienso pedir disculpas, tú sabes que tengo razón —no tenía tacto, eso era algo que todos conocían. —¿Así? Tú siempre lo sabes todo, tú eres el fuerte —atacó el trenzado sentado en la cama, abrazando sus piernas como un niño al que acaban de castigar. —No lo entiendes, nadie entiende, Heero me entendía. —volvió a mencionar a ese sujeto, Wufei, entornó los ojos sentándose a un lado de la cama. Ya a esa altura odiaba a ese piloto frío. —Yo podría… Yo también podría entenderte. —lanzó de pronto sin voltear a ver al otro, serio como siempre, seguro de que se estaba arriesgando totalmente, esperando no ser mal interpretado.