Capítulo 7
Alexander estaba en la oficina del señor Bennet bebiendo un brandy y conversando con el dueño de casa. La cena había sido mucho mejor de lo que esperaba. La señora Bennet había insistido en preguntar por su primo Charles, mientras las tres hermanas guardaban silencio. El notó especialmente lo incómoda que se sintió la señorita Bennet cada vez que su madre hablaba de ese tema. Lo que le produjo mucha curiosidad fue observar cómo el dueño de casa miraba casi con placer como su esposa hablaba una incoherencia tras otras sin sentir la necesidad de intervenir. Sin duda alguna, la familia Bennet era muy singular.
Además, por la propia señora Bennet se enteró de que la propiedad sería heredada por un primo distante, y que las señoritas Bennet no tenían nada más que su encanto para tentar a un hombre a casarse con ellas. En ese momento entendió muy bien qué era lo que había pasado. Probablemente, Charles una vez más se había comportado como un adolescente inmaduro y se había dejado llevar por la belleza de la señorita Bennet. Cuando Louisa y Caroline se enteraron que las Bennet eran pobres y sin conecciones, llevaron a Charles a la ciudad para evitar que hiciera algo impulsivo. Lo que era evidente a cualquiera que tuviera algo de sentido común, era que Charles había ilusionado a la señorita Bennet y que luego la había abandonado dejándola con el corazón y las ilusiones rotas.
-¿En qué piensa tanto, señor Bingley?- preguntó el señor Bennet intrigado.
-Voy a ser honesto, señor. Estaba pensando en cómo se comportó mi primo cuando estuvo por acá. Está claro que su esposa tiene un excesivo interés en saber de él, y creo que eso se relaciona con una de sus hijas. Charles es un hombre muy inmaduro, y sus hermanas influyen mucho en las decisiones que él toma. Espero no haya creado expectativas y después haya huido como un cobarde. Si es así, creo que él y yo tendremos una conversación muy seria al respecto.- Alexander hablaba muy en serio, él estaba aburrido de las irresponsabilidades de Charles. Haber jugado con los sentimientos de una chica como Jane Bennet era algo absolutamente reprochable.
-Lamentablemente mi esposa no sabe como ser discreta. Pero sí, tiene razón. Lo que usted describe es exactamente lo que pasó. Pero creo que todo está mejor y que mi hija finalmente ha olvidado todo lo que pasó meses atrás.- El señor Bennet cambió de tema, hablaron un poco de historia y filosofía y después se reunieron con las damas.
Jane había escuchado y observado a Alexander mientras hablaba con su padre y su madre durante la cena. Él era un hombre tan parecido a Charles Bingley pero tan distinto a la vez. Él tenía mucho carácter, sin ser grosero le había dejado claro a su madre que no deseaba hablar de su primo. Además, era capaz de responder a las ironías de su padre con aplomo, e incluso ganarle la partida dialéctica en más de una ocasión.
Por eso cuando se sentó al lado de ella y comenzó a hacerle algunas preguntas, Jane se sintió feliz de tener la oportunidad de conocerlo un poco mejor. -Señorita Bennet, su padre me comentó que usted y sus hermanas están en contacto permanente con las familias de sus inquilinos. ¿Cuáles son el tipo de necesidades que primordialmente tienen? Yo sé muy poco sobre la vida en el campo, toda mi vida he sido un hombre de ciudad.-
-Nuestros inquilinos tienen granjas pequeñas por lo tanto ninguno de ellos tiene grandes ingresos económicos. Aunque no les falta para comer, hay algunas cosas que son escasas, como la ropa. Con la ayuda de nuestro párroco estamos pendientes de recolectar y remendar ropa y hacérselas llegar según sus necesidades.- Jane además le explicó que junto con Mary y Elizabeth ayudaban a las familias y a los niños a aprender destrezas básicas como leer, escribir, coser, etc.
Alexander estaba fascinado con todo lo que Jane le decía, y pensó en lo desvalidos que estaban los inquilinos de Netherfield. -Señorita Bennet, ¿podrían usted y su hermana ayudarme a ver cuáles son las necesidades más urgentes de las familias de los inquilinos? Tengo la impresión de que la gente de la finca ha sido prácticamente abandonada. Me gustaría poder ayudar en algo antes de irme.-
-Por supuesto que sí. Efectivamente, muchos de los inquilinos de Netherfield no han tenido quien los guíe, ayude y proteja en muchos años. - Jane llamó a Mary y le explicó los planes de Alexander y ella estuvo feliz de ayudar. Jane estaba contenta al saber que este señor Bingley haría todo lo que el otro señor Bingley no había sido capaz de hacer.
Alexander, Jane y Mary siguieron conversando muy entretenidos por mucho tiempo más, hasta que fue la hora de que él se fuera. Al otro día, Alexander vendría a buscarlas en la mañana para que lo acompañaran a conversar con los inquilinos. Él donaba mucho dinero a la caridad por lo que no tendría problemas en contribuir a ayudar a estas personas. Alexander era inmensamente rico, casi dueño absoluto de la empresa que había hecho a los Bingley una familia adinerada.
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A Caroline no le quedó de otra que ir con su hermano hasta la biblioteca de Pemberley. Ella estaba muy enojada con Charles por haberle hablado en ese tono delante del señor Darcy y del resto de la gente. Pero lo que la tenía aún peor era saber sobre qué iba a hablar el señor Darcy con el tío comerciante de Eliza Bennet.
-Caroline, quiero que me digas por qué tú y Louisa me ocultaron la visita de la señorita Bennet y que ella estaba en Londres,- preguntó Charles Bingley muy enojado.
Caroline tuvo que tomar una decisión muy rápida. Si el señor Darcy estaba hablando con el señor Gardiner para intentar formalizar una relación con Eliza Bennet, ella iba a necesitar más que nunca a su hermano. Ella no podía pelearse con él en ese momento, por lo que no le quedó de otra que fingir arrepentimiento. -No lo sé Charles, es que en ese tiempo yo pensaba que Jane Bennet estaba tras de tu dinero y no quería verte sufrir. Incluso el señor Darcy pensaba lo mismo, para que veas que no era sólo algo nuestro. Tú también en su momento pensaste que su interés no era genuino. Pero quiero que sepas que he pensado mucho en el asunto y creo que me equivoqué. En todo caso quiero decirte que no pienso intervenir más en ese asunto, y que si deseas volver a Hertfordshire, estoy dispuesta a acompañarte.-
Charles quedó un poco confundido al ver a Caroline tan dócil y aceptó sus disculpas sin mayor problema. A él no le gustaba discutir ni pelear y la actitud conciliadora de su hermana lo hizo inmediatamente relajarse. -En estos momentos Alex está en Netherfield resolviendo unos asuntos urgentes de la finca, en cuanto reciba carta de él tomaré una decisión. Pero te agradezco que me ofrezcas tu compañía y ser mi anfitriona. Hablaré con Darcy en cuanto me sea posible, y también lo haré con la señorita Elizabeth.-
Caroline sabía que la única forma de asegurarse de mantener a Eliza separada del señor Darcy, era poder estar siempre en el medio. Si el señor Darcy deseaba formalizar algo con esa mujer, debería viajar a Hertfordshire. Ahora ella tenía la excusa perfecta para también viajar a ese maldito lugar. Sólo esperaba que cuando llegara allá Alex no estuviera allí. Ella y su primo no se llevaban bien y a ella no le gustaba como Alexander influenciaba a su hermano
-Si me disculpas, Charles, quiero hablar con Louisa y ver si se siente mejor.-
El señor Bingley quedó contento con todo lo que estaba pasando. En cuanto tuviera noticias de Alex, él tomaría una decisión, claro, no sin antes saber la opinión de su amigo Darcy.
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Elizabeth estaba en su habitación descansando pensando en la conversación que el señor Darcy estaba teniendo con su tío. Ella estaba aún confundida, pero no dudaba de que sentía algo muy profundo por el señor Darcy. Desde que supo que él la amaba y que no era el villano que ella creía, esos sentimientos se volvieron aún más confusos. Si le sumaba todas las sensaciones que sus besos y palabras de amor le habían hecho sentir, ella sabía que debían darse una oportunidad. Cuando él le dijo al oído que no se preocupara, que sólo pediría autorización para cortejarla, no pudo evitar sonreírle. Sin duda eso era lo mejor que podían hacer, conocerse mejor antes de tomar cualquier decisión definitiva.
-Lizzie, ¿te ha dolido mucho la cabeza hoy?- La señora Gardiner estaba un poco preocupada por su sobrina. Ella estaba ausente y muy callada lo que la había hecho creer que se sentía mal.
-No te preocupes tía, estoy bien. Pero debo reconocer que me siento un poco cansada. Creo que voy a dormir una siesta antes de la cena. No quiero comer aquí sola nuevamente.- Rose había ayudado a Elizabeth a quitarse el vestido y le había traído una manta para que se cubriera.
Cuando Rose dejó el cuarto para ir a buscar otra manta extra, la señora Gardiner aprovechó de preguntarle a Elizabeth. -Lizzie, ¿sabes sobre qué el señor Darcy quiere hablar con tu tío?-
Elizabeth se ruborizó y dijo escuetamente, -quiere pedirle permiso a mi tío para cortejarme, tía.-
A la señora Gardiner no le extrañó del todo lo que le dijo su sobrina, ella había visto cómo el señor Darcy la miraba, pero reconocía que no estaba segura si un hombre así de rico e importante se iba a dejar llevar por sus sentimientos. -Veo que él y tú están en mucho mejores términos que antes. Aún recuerdo como lo aborrecías por lo mal que se portó con el señor Wickham.-
-Créeme tía que el único que se ha portado mal es el señor Wickham. Ese tipo es un mentiroso. Otro día te contaré como fue la historia completa sobre la herencia de la parroquia que el señor Darcy padre le dejó.- La señora Gardiner besó a Elizabeth y la dejó para que descansara. Ella se fue a su habitación a leer unas cartas que le habían llegado y a esperar a su marido.
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-Señor Gardiner, he admirado a su sobrina por muchos meses y ahora que la he vuelto a ver no quiero dejar la oportunidad de poder intentar hacer que ella acepte ser mi esposa. Si fuera por mí, le pediría permiso para poder casarme con ella hasta tener la oportunidad de hablar con el señor Bennet. Pero su sobrina me pidió tiempo y es por eso que le quiero pedir permiso para cortejarla. Yo amo profundamente a la señorita Elizabeth y como usted es su tutor en estos momentos he decidido hablar con usted.- El señor Darcy estaba muy nervioso pero esperanzado a la vez de que todo resultaría bien entre él y Elizabeth.
El señor Gardiner estaba muy sorprendido pero contento a la vez. El señor Darcy parecía un buen hombre y estaba claro que sus intenciones eran honorables. Elizabeth era una chica tan especial, no sólo era muy bonita sino también inteligente, generosa y muy buena. -Mi sobrina merece lo mejor señor Darcy, por favor, trátela con cariño y respeto. Le daré mi autorización pero sabe bien que debe hablar con mi hermano Bennet, porque es él quien tiene la última palabra.-
-Por supuesto, mañana mismo le escribiré al señor Bennet para contarle sobre mis intenciones con su hija,- dijo el señor Darcy.
-Déjeme que yo le escriba primero. Thomas es un hombre muy particular, yo sé mucho mejor cómo lidiar con él.- El señor Gardiner sabía que probablemente su cuñado intentaría burlarse del señor Darcy, y sabiendo lo serio que ese joven era, era muy posible que lo tomara como un rechazo y partiera al día siguiente en su caballo rumbo a Longbourn. En su carta él le dejaría bien claro que no jugara con el futuro de Lizzie y por sobre todo, que no le dijera ninguna palabra a Fanny porque ella comenzaría a planear la boda inmediatamente. Él no quería que su hermana presionara a Elizabeth a casarse si ella finalmente decidía no aceptar al señor Darcy.
-Entonces esperaré hasta que usted me diga, señor Gardiner. Quiero que sepa que si me lo permite, mi hermana y yo viajaremos con ustedes cuando regresen a Londres. Me gustaría invitarlos a que conocieran mi casa en la ciudad, y si para ese entonces, la señorita Elizabeth ha decidido aceptarme, para que ella pueda disponer de la que será su casa.- El señor Darcy no podía parar de hacer planes. Estaba tan feliz de saber que Elizabeth le había dado una chance más, y él no pensaba dejar pasarla. Esta vez él haría todo lo que fuera necesario para que la mujer que amaba se diera cuenta de lo felices que podrían ser juntos.
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-No me quedó de otra, Louisa. Ya sabes como es Charles, por eso preferí decirle que lo hicimos por su bien pero que lo apoyaríamos en cualquier decisión que tomara. En cuanto pueda hablaré con el señor Darcy, él es el único que puede hacerlo entrar en razón.- En ese momento Caroline miró por primera vez a su hermana y vio que casi no le estaba poniendo atención a lo que decía. -Louisa, no sé cómo puedes ignorarme cuando te estoy hablando de cosas tan importantes.-
-Lo siento, Caroline. Pero en este momento no tengo ni tiempo ni paciencia para preocuparme de lo que haga Charles. Tengo cosas más importantes en las que pienso centrar toda mi atención.- Louisa estaba casi segura de que estaba una vez más en cinta. Ella ya había tenido dos pérdidas anteriormente y esta vez deseaba cuidarse. No estaba dispuesta a pasar por todo el proceso de una pérdida nuevamente. Ella y su esposo habían decidido guardar el secreto hasta estar seguros que todo estaría bien.
-Caroline, Louisa no ha estado bien y necesita descansar. Ella y yo cenaremos en nuestra habitación hoy. Ya le he mandado una nota a Darcy para informarle.- El señor Hurst y Louisa tuvieron que escuchar por unos cuantos minutos más las quejas de Caroline sobre Charles, Eliza Bennet y sus tíos.
-No sé cómo voy a hacer para soportar la cena rodeada de esa gente tan vulgar. Pero no puedo dejar al señor Darcy solo con ellos, ya suficiente hace con tener que soportarlos en su casa,- explicó Caroline con desdén.
-Creo que más que los soporta, Caroline. Por algo los tiene alojados en el ala de la familia,- dijo el señor Hurst burlonamente. Él no podía creer que su cuñada fuera tan ciega y no se diera cuenta que Darcy jamás había estado interesado en ella.
Caroline se fue finalmente a su habitación a planear qué vestido y peinado usaría para la cena. Ella rogaba que la maldita Eliza una vez más cenara en su habitación. Así ella podría tener al señor Darcy para ella sola. Si se dignaba a aparecer, ella seguiría sembrando dudas en Elizabeth.
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El señor Darcy miraba por la ventana de su oficina al inmenso parque que rodeaba la mansión. Sin duda alguna Pemberley era un lugar muy hermoso, pero él nunca había apreciado tanto su hogar ancestral como lo hacía en esos momentos. Pemberley muy luego se transformaría en un hogar, lleno de las risas de su hermosa esposa y probablemente de muchos niños de ojos encantadores y sonrisas impertinentes.
-Darcy, ¿tienes un momento?- La voz del señor Bingley había traído al señor Darcy de vuelta a la realidad.
-Sí, pasa. Yo también necesito hablar contigo. Hace mucho tiempo debería haberte dicho algunas cosas, pero como sabes, no habíamos tenido la oportunidad de vernos y hay cosas que no se pueden decir por carta,- explicó el señor Darcy.
-¿Se trata de la señorita Bennet?- dijo Charles un poco ofuscado.
El señor Darcy le dijo que sí y procedió a contarle toda la historia de cómo sus hermanas le habían contado de la visita de Jane Bennet y la decisión de ocultarle la información a su hermano, y cómo él había estado de acuerdo con que lo hicieran. -Me equivoqué, Bingley. Jamás debería haberme entrometido en un asunto como ese. Quiero que sepas que lo siento mucho y que puedo ver claramente que fue deshonesto de mi parte, y humildemente te pido disculpas.-
El señor Bingley se enojó un poco pero valoró el gesto de pedir disculpas de su amigo. Después de conversar por un buen rato del tema y hacer las paces le preguntó muy ansioso a su amigo. -Darcy, ¿qué me aconsejas? ¿debo volver a Netherfield en busca de la señorita Bennet?-
-Bingley, te acabo de decir que no volveré a intervenir en tus asuntos personales. Tú y sólo tú debes decidir qué deseas hacer con respecto a la señorita Bennet.- El señor Darcy no podía creer que su amigo fuera tan inmaduro y pretendiera una vez más dejar en las manos de él su vida romántica.
El señor Bingley se puso de pie y comenzó a pasearse nerviosamente por la amplia oficina. -Darcy, ¿pero qué pasa si ella ya se olvidó de mí? ¿O si llego allá y descubro que ella ya no me interesa?-
-Supongo que debes correr el riesgo si crees que vale la pena. Lo siento, pero no tengo nada más que decir al respecto.- El señor Darcy no deseaba verse involucrado en ese asunto, sobre todo porque si sus planes resultaban, Jane Bennet sería su cuñada y él pensaba protegerla tal como lo hacía con Georgiana. -Ahora me voy a ir a cambiar ropa para la cena, te veo allí más tarde.
El señor Darcy se fue rumbo a su habitación y el señor Bingley quedó muy angustiado pensando que debía hacer.
-Mañana hablaré con la señorita Elizabeth, ella es una chica muy inteligente y sabrá aconsejarme.- Eso lo dejó más tranquilo por lo que se fue a cambiar ropa para la cena.
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Todos los invitados estaban reunidos en el salón adyacente al comedor conversando antes de pasar a cenar. Elizabeth era la única que aún no bajaba porque no estaba lista. Había dormido una siesta y Rose, después de ayudarla a vestirse, la estaba peinando. A ella le había caído muy bien la señorita, era muy amable y preocupada. Además había presenciado de primera mano como su patrón la miraba, y estaba constantemente preocupado por ella. Rose presentía que esta linda señorita muy pronto podría ser su patrona. Si la señorita Bennet quedaba contenta con sus servicios, tal vez y con algo de suerte, podría transformarse en su doncella personal. Eso sería un gran honor y un gran ascenso para ella.
-Se ve muy linda, señorita. Espero le haya gustado el peinado,- dijo Rose ilusionada.
-Está perfecto,- dijo Elizabeth mirándose al espejo sorprendida de lo bien que se veía con aquel peinado. -Muchas gracias, Rose. Te has portado tan bien conmigo que no sé como agradecerte tus cuidados y atenciones. Has hecho que mi convalecencia sea mucho más fácil de lo que esperaba.-
Mientras tanto en el salón el señor Darcy conversaba animadamente con el señor y la señora Gardiner. Él le había contado a Georgiana sobre su conversación con el señor Gardiner, y su hermana se había alegrado mucho. No entendía muy bien porque no se habían comprometido inmediatamente pero decidió no preguntar. Su hermano estaba feliz y eso era todo lo que importaba.
El señor Darcy hablaba con el señor y la señora Gardiner sobre un amigo en común, el profesor Adam Moore. Caroline interrumpió la conversación para intentar atraer la atención del señor Darcy, y dijo, -Señora Gardiner, cómo conoce usted a un amigo del señor Darcy. Está claro que ustedes no se mueven en los mismos círculos sociales.- Ella quería además recordarle al hombre de sus sueños que la mujer con la que tan animadamente hablaba no era más que la esposa de un comerciante.
-El profesor Moore es uno de los mejores amigos de mi hermano, por eso lo conozco hace muchos años. Siempre cuando él pasa por Londres visita a mi hermano y nos juntamos a cenar en su casa o en la mía. No sólamente es mi amigo, sino también el de mi esposo.- La señora Gardiner no lograba entender por qué Caroline era tan desagradable.
-Señor Darcy, no sabía que usted tenía tantos amigos comerciantes,- dijo Caroline con desagrado.
-Señorita Bingley, Adam Moore fue mi profesor en Cambridge. Además es historiador y filósofo, y el señor Cooper, hermano de la señora Gardiner, es quien ha publicado sus libros.- Cuando Caroline se sentó al lado de él y comenzó a sonreírle y a moverse de forma insinuante para que él pudiera ver que había más allá del escote de su vestido, el señor Darcy se dio cuenta que eso era lo que ella buscaba, llamar su atención.
El señor Bingley conversaba con Georgiana y la señora Annesley pero no dejaba de mirar a Caroline. Él estaba un poco avergonzado al ver que su hermana se había vestido como si fuera a un baile en la ciudad en vez de a una cena familiar.
Elizabeth entró al salón y dijo, -Disculpen el retraso, me sentí un poco débil y me fui a descansar a mi cuarto. El tiempo pasó sin que me diera cuenta.- El señor Darcy inmediatamente se puso de pie y le ofreció su brazo para escoltarla hasta el comedor. A Caroline no le quedó de otra que aceptar el brazo de su hermano. Cuando llegaron finalmente al comedor, se dio cuenta de que Elizabeth estaba sentada al lado del señor Darcy. Él habló durante toda la cena con ella como embobado y cuando terminaron de cenar los hombres no se separaron de las mujeres, y él permaneció todo el tiempo junto a Elizabeth mientras Caroline los observaba atentamente.
Para Elizabeth y el señor Darcy fue una velada maravillosa. Ellos pudieron conversar, reírse y por sobre todo intercambiar miradas cómplices típicas de dos enamorados. Antes que Elizabeth se retirara acompañada de sus tíos, el señor Darcy había logrado acercarse a ella y sin que nadie lo escuchara le dijo, -Buenas noches mi querida Elizabeth, espero que esta noche sueñes conmigo como yo lo haré contigo.-
Elizabeth le regaló una de sus hermosas sonrisas y le respondió, -Prefiero la realidad, es mejor que cualquier sueño, William.-
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Lydia estaba segura que todos dormían en la casa de los Foster. Había empacado lo esencial y había salido corriendo de la casa sin hacer ruido. Todo estaba muy oscuro pero quería llegar lo antes posible a la esquina de la calle donde se había quedado de juntar con su futuro esposo.
-Mi querida Lydia, por fin llegas, tengo el carruaje esperando. Como te dije, iremos primero a Londres y desde allí a Gretna Green para poder cumplir mi sueño y casarme contigo.-
-Oh, que emocionante, seré la primera de todas mis hermanas en casarme. Me muero de ganas de ver sus caras cuando sepan que soy la nueva señora Wickham,- dijo Lydia riendo mientras se subía al carruaje que la llevaba a Londres.
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¡Nos vemos mañana!
Saludos,
Yo
