-Su campamento estaba cerca de la muralla exterior.
Erwin observó el enorme mapa que se extendía en su escritorio con un gesto de fastidio. El mapa estaba cubierto con notas, apuntes y posiciones de las tropas de la Legión. Grandes cruces indicaban los campamentos encontrados de los guerreros de Marley dentro del territorio Eldiano. Había cuatro en total hasta ahora, todas cerca de la Muralla Maria.
Un pesado suspiro escapó de los labios de Hanji .- ¿No te parece que se están acercando demasiado?
-Cada vez son más arriesgados. - Opinó Mike mientras tomaba apuntes en su agenda.
- Hemos eliminado una unidad de ellos que estaban ubicados en el bosque de árboles gigantes. La información obtenida hace confirmar que hay espías entre las tres fuerzas armadas. - Informó la castaña.
- No hay nada comprobado todavía- Respondió Erwin cortante- Nile es un imbécil, pero es leal al reino. Al menos, eso espero. Dot es un hombre íntegro, de principios bien definidos. Nunca permitiría a ningún infiltrado entre sus hombres. - Erwin se detuvo y su mirada se oscureció. - En nuestro caso, no perdonaré a ningún traidor. - Concluyó tajante.
Todos asintieron. Todos estaban de acuerdo con ello.
- Hasta el momento sólo los Jefes de los escuadrones principales y los respectivos Comandantes de cada rama tienen esta información. - Dijo Hanji mientras jugaba distraídamente con su bolígrafo.
- Sería una irresponsabilidad difundir el resultado de nuestra investigación a los demás miembros de la Legión. Generaríamos desconfianza y suspicacia entre las tropas. - Aseguró Mike. - Y alertaría a los vigías de Marley.
La idea de tener espías en el Cuerpo de Exploración, tener conspiradores dentro de su regimiento le provocaba dolor de cabeza a Erwin. Al principio solo fueron suposiciones, pero ahora era casi una realidad ¿Desde cuándo se estaban burlando de él? ¿Cuántas personas estaban implicadas? Sí encontraba traidores, él mismo los colgaría en la puerta del cuartel y los exhibiría como trofeos.
- Gracias por su tiempo, eso fue todo por hoy. - Erwin dio por terminada la reunión del día.
Antes de que Hanji se levantara, Erwin se aclaró la garganta y se dirigió a ella. - Hanji, Braun y Lenz acaban de llegar de su última misión. Todavía no termina el permiso de Levi ¿Podrías recibir sus informes?
- Esta bien, Erwin. - Dijo con ligereza.
Hanji se dirigía con pasos cansados a la oficina de Levi. Desde que este salió de licencia, ella se encargaba de cubrir su parte del trabajo.
Con una guerra inminente toda información era importante y debía ser entregada al momento, sin mencionar que todos los Jefes de escuadrón estaban a la caza de información para encontrar a los infiltrados.
Cuando Hanji abrió la puerta de la oficina se sorprendió con lo que encontró.
La visión de los dos soldados era espantosa, sus ropas estaban desgarradas, Krista tenía un horrible golpe en su pómulo derecho que amenazaba con hincharse cada vez más y Reiner estaba bañado en sangre y vómito, que a simple vista no parecían ser de él.
- ¿Qué sucedió con ustedes? - Preguntó la mayor.
- Buenas tardes, Hanji. - Le respondió casualmente Reiner. Intentando sonar despreocupado mientras miraba por la ventana. - Levi heichou ¿ya viene?
- Buenas tardes, Hanji. - Le susurró una vocecita escondida detrás de un gran macetero como si quisiera mimetizarse con el mobiliario.
Hanji tuvo que mirar dos veces para certificar que la dueña de esa voz era Krista.
- Levi está de permiso. Hasta que él regrese yo estoy a cargo de su escuadrón. - Respondió estudiándolos, analizándolos con cautela.
Krista y Reiner se miraron confundidos.
- ¡De permiso! ¿Levi heichou está bien? ¿Le pasó algo? - Preguntó Krista, curiosa por saber el estado de su capitán.
- Él se encuentra bien. Luego pueden ponerse al día con las novedades. Necesito su reporte de la misión. - Hanji estaba empezando a perder la paciencia. Algo grande había sucedido y ellos estaban dando vueltas al asunto.
Braun respondió con tranquilidad. - La misión se puede considerar infructuosa.
Ella se sentó en la silla de Levi y se recostó meciéndose con suavidad. - Se demoraron casi dos semanas en regresar para decirme que la misión fue infructuosa. Era una misión sencilla, era una misión de observación e información. ¿Qué pasó?
- No encontramos mercenarios, ni ninguna pista sobre ventas de armas. Todo un fue un señuelo para atraernos a ellos- Volvió a responder Reiner. - La razón de la demora fue que… - Dejó de hablar y miró a Krista.
-Perdimos a los caballos ... Nos emboscaron ... Hubo complicaciones. - Respondió ella, con tanta rapidez que atropellaba las palabras al hablar.
- ¿Qué clase de complicaciones? - Demandó saber Hanji.
La rubia miró a Reiner antes de hablar y luego miró a su superior. - Mi verdadera identidad ha sido descubierta. Los de Marley saben quién soy.
Hanji se levantó tan rápido que cualquiera hubiera creído que esa silla quemaba. - ¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Dónde? Necesito saber todo. - Gritó desesperada la mujer.
Krista se estrujaba las manos con fuerza. - ¡Sí! ¡Si! Te vamos a contar todo. Pero antes, antes ... necesito decir ... bueno ... pasó algo ... Yo ...Yo no pude...Él... Reiner no tuvo otra salida- Dijo con nerviosismo. Tenía la cara roja y tartamudeaba con agitación. Ella abría la boca, pero las palabras no salían.
- ¡Krista! - Hanji le gritó. - No entiendo. ¿Qué quieres decir? Habla claro.
- No es necesario que le grites, yo te puedo explicar. - Intervino Reiner. Su semblante era sereno y calmado a pesar que lucía como si hubiera salido de alguna alcantarilla.
Mientras Reiner más avanzaba con el relato de lo sucedido, la mayor abría más grandes los ojos hasta el punto que parecía que en cualquier momento se iban a salir de sus cuencas.
- No me quedó salida, ellos habían visto todo, escucharon todo. Tuve que eliminarlos. - Terminó de contar Reiner.
- Tuvieron la mala suerte de estar en el lugar incorrecto. Seguramente hablarían si caían en las manos equivocadas. - Respondió la mayor dejándose caer violentamente contra la silla.
Krista estaba recostada en su cama. Ya es de noche, sólo hace un par de horas había entregado su reporte a Hanji. La última misión la había sacudido por completo y deseaba viajar al mundo de los sueños.
Estuvo metida en la bañera tanto tiempo que los dedos de sus manos estaban arrugados. Antes de salir de misión se había olvidado de conseguir leña para calentar el agua, así que no le quedó más remedio que bañarse con agua helada. No le importó en realidad. Lo único que quería era que la suciedad en su cuerpo y el recuerdo de esa misión desaparecieran.
La suavidad de su cama era lo que necesitaba. El frío en su habitación le hizo acordar que tampoco tenía leña para la chimenea. Esa noche seria gélida.
La puerta de su casa sonó. Alguien tocaba.
Lo ignoró. Podría aparecerse el mismísimo Rey de Eldia y ella no lo atendería. Cerró los ojos y se acurrucó en su cobertor.
La puerta sonó con más fuerza.
Suplicó internamente que alguna fuerza cósmica interviniera. La idea que cayera un meteorito y destruyera su casa con ella dentro le pareció tan encantadora.
- ¡Krista! ¡Krista! Sé que estas ahí. Tus luces están prendidas. - Escuchó a Reiner gritar desde la calle.
Ella suspiró con resignación. ¿Dónde estaba ese meteorito? Se conformaba con una gran piedra o un rayo.
Reiner no solicitó ninguna explicación durante la misión, pero igual su culpa era tan grande que ella lanzó la promesa vacía de explicarle todo cuando llegaran a Ehrmich . Y ahora era el momento de rendir cuentas.
La puerta sonaba cada vez más fuerte. - ¡Krista no me voy a ir hasta que abras la puerta! ¡Si es necesario la voy a tumbar! - La voz de Reiner resonó tan fuerte que seguramente todos en su cuadra también lo habían escuchado.
Ella seguía en la seguridad de su cama.
- ¡Si no abres en este momento voy a tumbar la puerta, Krista! ¡Estoy hablando en serio¡ - Rugió Reiner.
La última amenaza la convenció. No podía esconderse para siempre. Esa conversación era obligatoria, pero no pensó que la confrontación llegaría tan rápido a su umbral. Recién había salido de la bañera y todavía estaba envuelta en una toalla. Tomó unos interiores viejos y se colocó un camisón de invierno. Dejó de lado el corsé, la prenda al ser holgada y gruesa no dejaría ver más de lo necesario, además Reiner ya la había visto en camisola en innumerables ocasiones así que no había razón para complicarse. Si iba a morir en manos de su compañero prefería estar cómoda.
Decidió abrir la puerta de su casa que estaba a punto de ceder ante los golpes y los alaridos de su amigo. Giró la manija con duda y ante ella se mostró la imponente figura del rubio. Sus músculos junto con su metro ochenta y ocho de estatura siempre fueron una dupla intimidante. Reiner daba miedo cuando se molestaba.
Ella esperaba que llovieran las preguntas, los gritos, los reclamos e inclusive los insultos. Nada de eso llegó. En cambio, encuentra los ojos cafés de Reiner mirándola con alarma desde el marco de su entrada. Lleva un cigarrillo en los labios, está fumando, al parecer no es el primero ya que una colilla aplastada se ubica cerca de su pie junto con un paquete de leña y otro paquete más pequeño que no sabe identificar.
Entra a la casa como un tornado lanzando el cigarrillo a la calle, cierra la puerta detrás de él, deja las cosas en su sala y la jala para abrazarla con fuerza.
- ¡Mierda! Me asustaste. Pensé que te había pasado algo y por eso no abrías la puerta. - Le dijo al oído, mientras la estrechaba contra él.
- No me ha pasado nada. - Le responde desconcertada y respirando con dificultad por el impacto de las acciones del hombre. - Me he demorado saliendo de la bañera. - Mintió con desfachatez.
- ¿Cómo te has bañado si no tienes leña para calentar el agua? El otoño está enfriando. Ya no puedes bañarte con agua fría, puedes enfermarte. - El rubio la regañó - He cortado leña y te he traído la suficiente para que no pases frio por la noche. La pondré en la chimenea. Mañana te traeré más.
La mirada de ella se movió al suelo, avergonzada.
- Seguro no has comido nada, compré comida en ese puesto que te gusta. Son fideos, vamos a comerlos caliente. - Volvió a hablar el rubio mientras sacaba los platos de comida de su envoltorio.
No puede mirar a Reiner a los ojos. Él no la grita y tampoco está exigiendo una explicación. En cambio, le ha traído leña, para que ella esté caliente por la noche y comida, también le ha traído comida. ¡Como le puede traer comida a alguien como ella!
Él se acerca, le sujeta el rostro y comienza a curar el golpe de su mejilla. - Quédate quieta, voy a echarte este ungüento para que baje la hinchazón. - Mientras decía eso, sus dedos desparramaban un bálsamo por su cara.
Esta última acción de él la rompe, todo el miedo y culpa acumulada por tanto tiempo termina estallando de improviso en amargas lágrimas que no puede detener.
No pudo llorar durante la misión, tampoco pudo llorar al darle su reporte a Hanji. Pero ahora llora, llora como no había llorado en años. Llora como una niña pequeña, sintiendo rabia y frustración. ¿Cómo Marley la había descubierto? ¿Cómo sabían que ella estaba escondida en la Legión? ¿En verdad fue la gente de Marley los que mandaron a esos tipos? ¿Cómo les explicaría a sus compañeros que ella les había mentido por tantos años? ¿Ellos la odiarían al enterarse de su falsa identidad? ¡Claro que la odiarían! ¡La odiarían cuando se enteraran que habían estado luchando junto a una impostora! ¡La odiarían cuando se enteraran lo que Reiner había hecho por ella! ¡Había obligado a Reiner a matar! ¡Reiner había asesinado a civiles para proteger su fachada! ¡Reiner había matado a niños! ¡Reiner había asesinado a dos niños para cubrirla!¡Reiner había manchado sus manos con sangre inocente por su culpa!
De pronto, Krista siente que el tiempo se ha parado pero que al mismo tiempo todo da vueltas a su alrededor. El suelo de su sala se sacude como si estuviera en medio de un terremoto, las paredes amenazan con derrumbarse, un zumbido extraño llega a sus oídos, ve destellos de colores pasar a gran velocidad llenando la habitación, su corazón late con fuerza, el rostro de Reiner aparece y se difumina intercaladamente ante sus ojos.
Ella está a punto de colapsar hundiéndose en la profundidad de sus pensamientos cuando siente una calidez rodeándola. Una sensación de confort la invade con fuerza.
Los latidos de su corazón comienzan a desacelerar poco a poco, comienza a escuchar y percibir con mayor claridad lo que la rodea.
Ha perdido la noción del tiempo. Krista no sabría decir si ha pasado una hora o sólo un minuto, pero no quiere dejar ir la fuente de ese calor y bienestar que la llena.
- Todo va a estar bien, Krista. - Escucha - Todo va a estar bien.
La inconfundible voz de Reiner llega a sus oídos, calmándola.
Siente unos toques tímidos recorrer las hebras de su cabello, otra mano está envuelta en su cintura y recorre su espalda baja arrullándola, es increíble la sensación de calma que esas tiernas y repetitivas caricias le llegan a proporcionar.
Sus ojos están hinchados y llenos de lágrimas, pero los fuerza a abrirlos.
Cuando por fin los abre, lo primero que ve es a Reiner y luego inspecciona todo a su alrededor, se da cuenta que el origen de ese calor que la envolvía era él.
En algún momento la había cargado y llevado hasta su sofá. Sus sillas no resistirían el peso de los dos. A parte de su cama, el sofá era el único lugar donde cabían juntos.
Ella está recostada en su regazo, en una posición incómoda para ambos, pero no se atreve ni quiere alejarse.
Se abraza con más fuerza, acomodándose en el proceso. Ahora su mejilla está muy pegada a su pecho, enterrando su rostro, tanto que duele. Siente su calor, el compás del latir de su corazón, sus músculos a través de su camiseta. Ella encaja tan bien entre sus brazos, se siente tan correcto, tan natural, no hay nada de malo en eso ¿verdad? Sólo está abrazando a Reiner.
Reiner es bueno, Reiner es confiable, Reiner es leal, Reiner no la juzga, Reiner no la desprecia al enterarse de su mentira, Reiner no traiciona, Reiner no es como ella, Reiner siempre pone a los demás por encima de él, Reiner es como el hermano mayor de todos en el escuadrón, Reiner es un buen soldado, Reiner es tan fuerte y habilidoso que Levi heichou lo nombró su segundo al mando. Todo está bien cuando Reiner esta cerca.
Levanta la cabeza y lo mira. Él le devuelve una mirada suave y le sonríe. Intenta soltarla, ella no se lo permite.
Siente su garganta seca, pero eso no la detiene para decirle. - ¡No! Un rato más. ¡Todavía no!
Él asiente. La deja disfrutar de su afecto y su cercanía y sigue con los mimos en su espalda.
Ella no quiere dejarlo ir. Desea que el tiempo se detenga y permanecer así para siempre. Se revuelve contra él sin romper el agarre, se acerca a su cuello, frota la coronilla de su cabeza e inhala con fuerza. Apesta a humo de cigarrillo, a madera recién cortada y al almizclé de ese perfume barato que una coqueta cadete le regalo para su cumpleaños. Ese es su olor, un olor al que está acostumbrada y que no cambiaría por nada del mundo. Inhala profundamente de nuevo.
- ¿Huelo mal? - Pregunta con interés.
-Tu perfume apesta.
Él ríe vigorosamente intuyendo la razón de esa respuesta.
Ella desde su posición puede ver su cuello y el perfil de su mandíbula. No se ha afeitado en días y una rubia barba es evidente.
Por curiosidad ella levanta la mano y traza con un dedo un camino por su barba. Es áspera y le produce picazón, juguetea cerca de su cuello. Le gusta. Le gusta su barba. Le gusta sentir su piel.
A él parece no importarle y permite su toque. Nada parece molestarle cuando se trata de ella.
Desde hace varios años, sabe que Reiner tiene un sentimiento hacia ella. Sasha se lo contó en la fiesta del primer año nuevo como reclutas. Él nunca le ha dicho nada y posiblemente nunca diga nada. Así es él.
Ella también siente un cariño especial hacia Reiner. Un cariño diferente del resto de los chicos. Una conexión. Una especie de lazo que sólo ellos comparten. Siempre ha habido algo más entre ellos, sin embargo, no puede definir qué.
No le basta con sólo acariciar su barba. Se empina hacia él y reparte pequeños besos a la altura de su mentón siguiendo el camino que había trazado con su dedo hasta llegar a su cuello. Su barba le hinca los labios, pero ella sigue. No le importa.
Reiner gira su cabeza ligeramente, mirándola- ¿Por qué me besas? - Pregunta con sorpresa impregnada en su voz.
Krista no lo sabe con claridad, sólo que se siente bien. Sin dar respuesta, en un acto de falso envalentonamiento lo jala y presiona sus labios contra los de él. Esa acción lo toma por sorpresa. Se tensa, los músculos de su pecho se ponen rígidos, las caricias que impartía en su espalda paran de improvisto.
Reiner entrecierra los ojos y escruta los de ella haciéndose preguntas. Se sacude la cabeza. No dura mucho su inquisición ya que sus labios comienzan a marcar un ritmo pausado.
El sabor de la nicotina de su cigarrillo la toma por sorpresa. Es un sabor fuerte y desagradable, no todo puede ser perfecto en él, pero es el sabor de Reiner y no importa nada más.
Los besos se vuelven más profundos, más demandantes. Sus lenguas chocan en una batalla constante tratando de imponerse. Las caricias son más confiadas e inquietas. Él explora su cuerpo placenteramente y ella siente derretirse entre sus manos.
Ninguno de ellos titubea. Él no se detiene, ella tampoco. Ya no hay marcha atrás.
La guerra está pisándoles los talones y no sabe si sobrevivirá al siguiente día, si verá otro amanecer, si podrá abrazarlo mañana. Lo único que le importa es el ahora.
Reiner lleva sus manos a sus pechos y los acaricia por encima de su camisola, jugando con sus pezones y estrujando con fuerza. Sus manos son grandes y callosas, sus toques son toscos y brutos, pero ella le consiente.
No es suficiente, necesita más. Lo escucha gruñir cuando ella arquea sus caderas para sentir la dura presión de su erección que hinca contra su muslo. Le fascina el poder que tiene sobre él en ese momento. Ella mueve sus caderas en un ritmo constante, sin descanso. De pronto, acomoda sus caderas y hace temblar a Reiner ante la repentina ola de placer que ella también experimenta.
- Krista. - Gime bajito - Krista. - Una y otra vez murmura su nombre en cada despiadada intimidad que comparten.
Ella no lo soporta. Odia ese nombre, no lo quiere escuchar. Ella no es Krista. Rompe el vaivén de sus caderas y tuerce el gesto.
Reiner se alarma, hace una mueca como preguntando si había hecho algo malo.
- No me llames así, mi nombre es Historia. Yo soy Historia. - Dijo con firmeza. - No vuelvas a llamarme Krista nunca más.
Reiner la mira con confusión, pero al mismo tiempo parece que ata cabos en su cabeza y afirma. Él siempre la comprende. Ella intenta volver a besarlo, pero él la detiene, no la deja. Él también tiene algo que decirle.
- Historia. - Hace una pausa. Se siente raro escuchar ese nombre salir de sus labios- Si tú supieras que yo he hecho algo muy malo y mi situación se complica en Eldia. ¿Me perdonarías? ¿Irías conmigo a un lugar lejano? No me dejarías ¿verdad?
Ella no comprende sus preguntas e inmediatamente piensa que Reiner se refiere a las vidas que tuvo que apagar por su culpa. Ya le han explicado a Hanji como sucedieron los hechos y las razones para ello. Además, si alguien se enteraba Levi heichou y el Comandante Erwin lo protegerían. Él no debería ser castigado, ella era la que debería sufrir las represalias por dejarse descubrir.
- Nada malo va a pasar. - Le responde, dándole dulces besos en sus labios.
- ¿Me perdonarías? - Pregunta de nuevo
-Siempre te perdonaría. - Historia no entiende. No hay nada que perdonarle, pero igual le responde.
Reiner respira con fuerza, dejando salir todo el aire de sus pulmones.
Sus labios vuelven a juntarse para fundirse en besos y jadeos calientes y sofocantes.
En un movimiento desprevenido, Reiner la echa en su sofá. La lujuria resplandece en sus ojos y se vuelven tangibles en sus caricias.
Toca sus piernas, sus muslos y se aventura a meter sus manos dentro de su pijama. Historia se sobresalta por la acción, pero no quiere romper la magia del momento y le permite el acceso. Esta invadida con el impulso de seguir hasta el final. Eso le aterra y le fascina al mismo tiempo.
Él toca entre sus piernas, tanteado y descubriendo esa zona de ella, se choca con su ropa interior. Esta húmeda por sus fluidos y empieza un jugueteo torpe en esa zona.
Historia se muerde los labios, la sensación es fascinante. Ella se pregunta si después de esto podrá volver a verlo a la cara. Se queda perpleja por un momento, recién procesa lo que está sucediendo. Está a punto de tener sexo con Reiner. La duda la acecha. Todavía tiene tiempo para detenerse. No, ella no quiere detenerse, quiere seguir, quiere todo de Reiner.
Ella esta distraída por las nuevas sensaciones. Reiner aprovecha la oportunidad, junta sus piernas y le arrebata la ropa interior de un tirón, haciéndose espacio para maniobrar. Como si se tratara de un castigo, él introduce un dedo, y le es imposible contener un gemido de placer. No le duele, le excita, está lo suficientemente mojada para poder disfrutar de esa intromisión. Siente que podría prenderse en llamas si él la sigue tocandola así.
Historia está como ida, pero puede escuchar cuando él la llama con un quejido lastimero, un quejido de necesidad.
Los dedos de Reiner abandonan su interior y escucha su voz entrecortada preguntándole. - ¿Puedo? ¿Yo puedo?
Historia se regocija al darse cuenta que él también esta tan desesperado como ella.
- Sí. - Le responde.
En un tiempo impresionantemente rápido y como si ella fuera a desvanecerse o cambiar de opinión. Él se quita las botas, lanza su cinturón y se baja el pantalón junto con sus interiores. Historia casi puede tocar el deseo libidinoso corriendo por las venas del rubio.
Reiner se tumba encima, teniendo cuidado de no aplastarla. Siente su pene deslizarse contra sus húmedos pliegues y luego empujar dentro de ella.
A Historia le duele, le duele un montón. Su pene es más grande y grueso que su dedo. Nunca pensó que hubiera tanto de esa parte de Reiner. Su cuerpo presenta resistencia y él sólo puede introducirse apenas unos centímetros.
- ¿Por qué no me dijiste que eres virgen?- Le reclama.
El tono de voz y como se lo dice, le molesta a la rubia- Lo soy. - Responde cortante. Ella no iba a ir por todo el reino anunciando que todavía era virgen.
Él maldice por lo bajo, susurrando palabrotas para sí mismo.
Reiner empuja con fuerza, es inevitable el dolor. Mientras más se introduce en ella, olas de dolor la invaden, arrancándole lágrimas y sollozos. Hasta que él consigue ingresar por completo y se queda quieto, muy quieto.
- Histo ... Historia. - Grita su nombre, sorprendiéndola. - Discúlpame, necesito moverme ahora. - La advertencia estaba hecha.
Ella asiente cerrando los ojos al mismo tiempo que se aferra a él para mitigar el dolor. Él respira con fuerza y da inicio a las arremetidas.
- Historia. - Jadea roncamente. - ¿Te duele? - Le pregunta mientras se mueve más despacio, intentando acostumbrarse a su estrechez.
A ella le hubiera gustado decirle que sí, que le dolía, que sintiá que la estaba partiendo en dos, que no estaba disfrutando como él, que cada embestida suya ardía y quemaba como no tenía idea. Pero prefiere quedarse callada. - No, me gusta. Sigue - Le miente.
Esta era su primera vez y no estaba cumpliendo con sus expectativas. Esto no se parece en nada a las historias de los libros que lee Sasha. En esos libros el valiente soldado le hace el amor dulcemente a la hermosa princesa y ella estalla en múltiples orgasmos en una romántica primera noche a la luz de la luna. No mencionan el dolor, ni el ardor, ni la incomodidad que ella siente. ¡Eso era publicidad engañosa! ¡Esos libros eran una farsa!
Lo escucha lanzar débiles sonidos parecidos a gruñidos. Ella sonríe porque él está temblando sin control embriagado por el placer.
Al principio eran movimientos suaves y lentos, haciéndolo soltar gemidos entremezclados con su nombre. Ahora son movimientos salvajes, egoístas, golpeando sin consideración contra ella. Las manos de Reiner permanecen fuertemente agarradas a sus caderas, tan fuerte que está segura que mañana podrá apreciar la marca de sus dedos en forma de moretones. Los impactos se vuelven más irregulares y más intensos.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Historia… Ahhh! -En un último movimiento Reiner se hunde con fuerza y siente su orgasmo en ardientes chorros dentro de ella. Él no la suelta, la abraza fuerte dejando ir lo último de su clímax. Ella se limita a observarlo, y aunque no disfrutó del encuentro, se sintió poderosa al verlo tiritar con los ojos cerrados y la cara roja empapada de sudor.
Historia acomoda con ternura los mechones alborotados de Reiner. No puede evitar acariciarlo, aunque se encuentra insatisfecha y la experiencia le resultó demasiado corta y dolorosa para su gusto.
Pasado unos minutos, él sale de su interior y se acomoda a su lado. Agradece que su sofá sea grande y Reiner entre acostado, aunque con las piernas colgando. Para su asombro, él la jala para atraparla en un abrazo y una vez más, ella queda pegada a él. Están sudorosos y pegajosos y las caderas le duelen y parece que sus piernas se hubieran convertido en gelatina, pero no le importa, recibe el gesto con agrado.
Se besan tanto que sus labios le duelen. Ella se asusta cuando Reiner la carga y la lleva camino a su habitación. Piensa que él está dispuesto a iniciar otra vez, pero la tranquiliza diciéndole. - El sofá es muy incómodo. Tú cama es más grande y necesito dormir. Estoy muy cansado.
Nota de la autora:
¡Ohhh por los dioses! Es el capítulo más largo que he escrito, pero era necesario.
En este capítulo hemos dejado descansar a Levi y Mikasa pero no se preocupen será sólo por un momento, esos dos necesitan resolver sus problemas. Nos hemos enfocado en la pareja secundaria que son Reiner e Historia. Tengo que confesar que me encanta la pareja de Ymir e Historia y me molestó mucho que no se pudieran quedar juntas, pero por otro lado Reiner ha sufrido mucho - y yo lo amo ¡cof! ¡cof! - y da a entender que Historia le interesa, así que ahora vamos a darle la oportunidad de estar con ella. Esperemos que no la desperdicie.
¿Qué les pareció? ¿Les gustó este capítulo? ¿Aplausos o tomatazos? ¿Tienen teorías? ¿Alguien dijo conspiración? Al parecer esos dos tiene secretos ¿Qué creen?
Vamos, necesito de sus comentarios. Perdonando mis deficiencias, mi pésima ortografía y el delito que cometo contra los signos de puntuación y exclamación ¿Qué necesita una pseudo escritora frustrada con problemas mentales para que le den amor en forma de comentarios?
Agradecimientos:
SakurA-VioletA: Gracias por tu comentario y por tu consejo. Eres la mejor. No me había percatado de eso, apenas lo leí cambié el ranted. ¿Dime, que te pareció este capítulo? ¿Prefieres la pareja Levi- Mikasa o la pareja Reiner- Historia?
Kirana Retsu: No tienes idea como me encantó, como amé tu comentario. Ni Levi con productos de limpieza en descuento se puso tan contento como yo. Te diré que Mikasa es joven y no olvidemos que toda la vida ha escuchado historias horribles sobre los militares. Alcohol, Levi, presión y decisiones desesperadas no es una buena combinación.
Megumisakura: Gracias, mil gracias por siempre estar pendiente de la historia. Tus comentarios me ayudan a seguir escribiendo y sacar adelante este proyecto. Te quiero a mil. Sigue comentándome por favor.
