Y continuamos avanzando, que no, no me olvido =)


Ausencia


Todo aquel que ha tenido un Crush por una persona reconoce esa sensación de vacío y soledad que pesa en tu pecho, junto a la inquietud de muchas preguntas rondándote en la mente, cuando él o ella no está cerca, falta a clase o simplemente crees que ha desaparecido de tu campo de visión. Quizás eso se sienta como que roza la locura, pero hay mucha gente de diversos colores de almas en el mundo.

Sin embargo, Naruto Uzumaki, quien lleva sintiendo un interés romántico por el delegado de su clase, es un huracán cuando eso pasa.

Shikamaru Nara debía de ser la persona con más paciencia del mundo o alguien muy despistado y pasota en cuanto a la exageración de su mejor amigo de actuar en esos casos. Así que, cuando levantó la cabeza y le vio subido al escritorio mientras oteaba y gritaba como un poseso —aunque con incoherencias que no ayudaba al resto a comprender qué le pasaba—, fue el único que consiguió darle un golpe en la cintura, en ese lugar que sabía que siempre funcionaba y acallarlo un poco para poder volver a quedarse dormido, hasta que escuchó otro alboroto que no era del rubio.

Por supuesto, Uzumaki no iba a perderse la oportunidad de enterarse del tema, porque esto concernía a su querido Hinata.

Kiba Inuzuka había entrado en clase gritando, para no variar, seguido por otros tres estudiantes mayores. Shikamaru los reconocía. Especialmente, al del medio. Los tres hermanos de la arena. Ya se habían encontrado por primera vez con Temari Arenas frente a la tienda de juguetes sexuales, así que no debía de pensar muy bien de ellos.

—¡Chicos! —anunció Kiba uniendo las manos frente a su boca para que le escucharan todos—. Como hoy Hinata no ha venido, me encargaré yo de haceros saber esto: por orden del profesorado, ellos estarán estudiando con nosotros un tiempo. ¡Portaros bien con ellos que son Senpais!

Muchos gruñeron afirmativamente, otros pasaron del tema y algunos empezaron a mover los escritorios para invitarlos a acomodarse. Naruto empezó a tirarle de la camisa.

—Oye, Shikamaru, Oye.

—¿Qué? —gruñó soltándose. Quería volver a dormir.

—¿Por qué no ha venido Hinata? ¿Lo sabes?

—¿Cómo voy a saberlo? —preguntó irónico—. ¿Por qué no le preguntas a Kiba directamente? Seguro que lo sabe.

Naruto se puso de muchos colores en un momento. Shikamaru lo comprendió. Pese a que la mitad de la clase ya se daba cuenta de que a Naruto le gustaba el delegado, a él le resultaba incómodo y preocupante que, de saber que siendo un chico iba tras él, Hinata le odiara.

Suspirando y quejándose como si de un viejo se tratara, se levantó para acercarse a Kiba, que parecía realmente encantado con la oportunidad de encargarse de la clase. Incluso amenazaba con empezar a aprovecharse de su nuevo puesto.

—Kiba —nombró para llamar su atención.

Él le miró.

—¿Ocurre algo?

—¿Le ha pasado algo a Hinata? —preguntó desinteresado. Miró hacia los tres hermanos. Gaara, Kankuro y Temari. Este último, se sentó justo en el medio y enarcó una ceja al ver que le miraba.

—Pues verás —comenzó Kiba. Luego se detuvo, poniendo cara de desconcierto—. ¿Qué diablos haces ahí, Naruto?

Shikamaru dio un respingo al notarlo detrás de él. Estaba de cuclillas, tras su trasero y aunque pareció despistar rápido, se notaba que estaba espiando.

—Nada, nada, recoger una cosa —respondió soltando una risa nerviosa.

Kiba lo ignoró al final.

—Pues resulta que me llamó su primo esta mañana temprano. Al parecer, ha despertado con fiebre y no podrá venir.

—¿Es grave? —exclamó Naruto, quien no se había marchado. Sujetó de los hombros a Kiba, zarandeándolo—. ¿¡SE VA A MORIR!?

Shikamaru maldijo entre dientes.

—Naruto, cálmate. Dudo mucho que vaya a morirse. Hinata pertenece a una familia adinerada, no escatimarán en cuidados.

—Ah… cierto… —farfulló el rubio inclinando los hombros.

—Igualmente —añadió Kiba sacando su móvil—. Mirad.

Shikamaru y Naruto se inclinaron a la par. Kiba mostró una fotografía en la que aparecía Hinata, en pijama, con el cabello despeinado y el rostro colorado por la fiebre. Sonreía cansado y los ojos le brillaban, febriles.

Shikamaru pensó que eso era malo. Muy malo. No por la salud de Hinata, sino por la persona a su lado. Miró de reojo a Naruto, quien estaba muy tenso. La boca. Los hombros. Sus manos parecían temblar, imaginaba, luchando contra la idea de arrebatarle el móvil a Kiba o de echar a correr para ir a visitar al muchacho enfermo. Cosa que sería terrible.

—Kiba. —Ambos dieron un respingo al escuchar su voz—. ¿Podrías enviarme esa fotografía?

Kiba le miró sorprendido.

—¿La de Hinata? ¿Para qué? —preguntó incrédulo—. Además, eso deberías de pedírselo a él, no a mí.

Naruto pareció atrapado. Estaba por estallar y delatarse. O deprimirse, una de dos.

—Tranquilo, no hará nada con ella —aseguró, inmiscuyéndose en la conversación. Kiba le miró durante un momento.

—Vale. Porque Shikamaru me asegura que no. Pero como hagas algo, Naruto…

—¡No lo haré! —aseguró.

Esperaba realmente que no. Lo vio alejarse silbando, con las manos en los bolsillos. Kiba se rascó la nuca.

—Qué sencillo es hacerle feliz últimamente —murmuró.

Shikamaru sintió un escalofrío. Pero así como Naruto, Kiba era demasiado despistado para unir pistas, así que lo descartó y se marchó.

Al menos, la fotografía mantuvo a Naruto ocupado gran parte del día. Shikamaru no quería pensar en las cosas que podría hacer Naruto con ella, así que ni siquiera preguntó cuando lo vio caminar completamente ido mirando el móvil de camino a las clases de música o incluso mientras entraba al baño y se encerraba en el servicio en vez de usar el de pared.

Durante la ducha, estaba tan concentrado en que Naruto no incumpliera su palabra, que por despistado perdió su coletero. Salió echando pestes por tener que arrastrarse ahora para buscarlo, deteniéndose cuando notó algo extraño.

Temari Arenas estaba cerrando su propio casillero y pegando una toalla y algo de jabón contra él. Ambos se miraron con sorpresa. Él, desde el suelo. Temari, desde su posición.

—Pensaba que no había nadie ya —dijo irritado. Maldita fuera, siempre hablaba como si fuera el diablo mismo o la peor cosa asquerosa que deseara ver.

Se echó el cabello hacia atrás para poder mirarle mejor y se levantó.

—Siempre me ducho el último. Quise salir de prisa para seguir a Naruto y he perdido el coletero.

Él asintió y miró por el suelo con gesto serio.

—¿Siempre le salvas el culo? —preguntó repentinamente. Él levantó una de sus oscuras cejas—. Cuando te vi frente a la tienda esa también estabas por él. ¿Verdad? Y antes noté que dabas tu cara por él frente a Kiba.

Shikamaru bajó la mirada y se inclinó para ver debajo de un banco. Por un instante, un aroma a mujer le llegó. Algo como colonia y… ¿Dulzura? Miró a su alrededor. No. Estaban solos.

—Es mi mejor amigo —respondió como única explicación. Eso debería de bastar.

Naruto era alocado, un culo inquieto, pero fiel y firme a sus promesas. Si prometía no cagarla con la foto de Hinata, así sería.

—¿Le gusta? —Shikamaru dio un respingo—. Esa chica, Hinata. ¿Le gusta?

Vale. Temari no debía de conocer a Hinata y relacionaba el nombre más con una mujer que con un hombre.

—No sabría decirte —respondió—. Y es un hombre.

Esperó la típica reacción de sorpresa, de asco o incluso de incredulidad. Pero Temari simplemente asintió lentamente y se encogió de hombros.

—Pues espero que le vaya bien.

Luego, se llevó las manos a la cabeza y soltó su propio cabello para extenderle una de las gomillas.

—Ten. Parece irritarte el cabello suelo. Usa la mía.

Shikamaru dudó, pero la aceptó. Tras ponérsela, no pudo evitar suspirar aliviado. Realmente le molestaba.

Temari se detuvo antes de meterse en la ducha.

—Cierra después, anda.

Shikamaru lo hizo, preguntándose todavía de dónde vendría aquel extraño olor. Pero cuando parecía encajar algo, Naruto apareció. Movía el móvil aterrado.

—¡Shikamaru, Shikamaru, Shikamaru!

—¿Qué has hecho? —preguntó con tranquilidad.

—¡Mira! —exclamó.

Volvió el móvil hacia él. Era la pantalla de mensajería.

—Estaba mirando la pantalla, preguntándome si debía de enviarle un mensaje o algo y me habló. ¡A mí!

Shikamaru carraspeó.

—¿No crees que podrá ser porque eras el único en línea con el que podría hablar? —preguntó.

Hinata le había preguntado qué tal iba todo por clases, pero Naruto no contestó nada.

—Al principio pensé que sería interesante dejarle esperar. ¿Cuánto se ha de hacer esperar a la persona para que sienta interés? Seguro que tú sabes de eso.

Shikamaru se rascó la nuca. No. No tenía ni idea siquiera de que había una regla impuesta para hacer esperar a la otra persona tras un mensaje. Una cosa era dejar la intriga en una conversación diferente, o eso pensaba.

Presionó el botón de mensaje de voz.

—Hinata, Naruto es algo idiota y no entiende a qué te refieres. Ahora está hablando con el profesor, así que ayúdame a darle a entender.

Naruto se puso pálido.

—¡Shikamaru! —acusó girando el móvil y abriendo muchos los ojos—. ¡Lo está escuchando! ¡Lo está escuchando, Ttebayo!

—Esa es la idea —confirmó metiendo las manos en los bolsillos—. ¿No quieres hablar más con él?

Naruto asintió emocionado. Pero cuando le escuchó después enviar un mensaje de voz, era como un bebé que aprendía a hablar. Casi sintió pena por Hinata, que tendría que descifrar sus conversaciones. Al menos, eso los mantendría a ambos un rato entretenidos.

Al día siguiente, Hinata tampoco vino. Su fiebre parecía haber empeorado por no descansar.

Cuando miró a Naruto estaba pálido y se llevaba las manos a la cabeza.

—¿Qué has hecho? —preguntó.

—Sólo… yo… escribí y escribí tonterías. ¿Eso le habría agotado? —preguntó completamente destrozado por la culpa.

Shikamaru le dio una palmada en el hombro.

—La fiebre puede subir por muchas causas, no le des importancia. Ya te lo dije, Naruto, Hinata tiene buenos médicos.

Al tercer día, Naruto ya estaba sentado en su lugar, en silencio, cuando él subió de dejar las tareas que le tocaban de la semana. Estaba con los brazos estirados por encima de la mesa y los ojos entrecerrados.

—Parece que te hayan sacado el alma —le dijo sentándose a su lado.

Naruto movió los labios pero apenas pudo entender qué decía. Parecía que le habían sacado el alma.

Se sentó a su lado, inclinándose más hacia él.

—¿Qué?

Esa vez, sí le escuchó.

—Quiero verlo… —murmuró angustiado.

Shikamaru suspiró. Comprendía ese sentimiento de cierta forma. Podía sentir empatía por él.

Desvió la mirada a su alrededor. Temari estaba sentado junto a sus hermanos, hablando de algo entre ellos que parecía aliviarles. Entonces, Temari recibió una bolsa por parte de su hermano pelirrojo y, después, tras detenerse un momento para mirarle, se alejó.

Shikamaru sintió cierta punzada. Especialmente, cuando Kankuro les avisó de que volvían a su clase y les dio las gracias por la acogida.

Se frotó el pecho un poco y terminó por darle una palmada sonora en el cuello a Naruto.

—¿Y eso por qué? —protestó Uzumaki cubriéndose el lugar, asombrado.

—Por contagiarme —espetó, sabiendo lo estúpido que era eso. La sexualidad no se contagiaba. El amor tampoco.

Se recostó en el escritorio dispuesto a dormir y quitarse la tontería de encima, cuando escuchó un grito que enderezó a su compañero de pupitre.

—¡Hinata! —saludó Kiba—. ¿Seguro que estás bien para volver?

El chico sonrió azorado ante tanta atención. Sonriendo, asintió como respuesta a la pregunta de Kiba, revisando a los demás con la mirada, como si en dos días pudieran cambiar mucho por fuera.

Aunque sí por dentro.

Se maldijo y deseo pegar de nuevo a Naruto, pero este tenía una cara estúpida de alivio y empezaba a lagrimear.

—¡Está vivo! —exclamó mirándole.

Shikamaru sintió temor.

—Ya te dije que…

—Gracias.

La voz de Hinata los cortó. Se había acercado a ellos y sonreía mirando a ambos.

—Gracias por distraerme estos días —dijo mirando directamente a Naruto.

Si Shikamaru no fuera tan observador a veces, si su mente no fuera más adelantada que la de otros en ciertos momentos, no se habría dado cuenta de que, pese a que se esforzó en ocultarlo, Hinata se había sonrojado un poco cuando Naruto se rascó la nuca, avergonzado.

—¡No es nada, nada! —aseguró Naruto.

—Hinata, tú…

Se tocó los labios para censurarse a sí mismo. Hinata le miró interrogativo, muy inocente.

¿Quién era él para adelantar sucesos? Nadie.

Ya había hecho más de lo que debía, si lo pensaba.

Se alejó, dejándolos sonreírse como idiotas que no recordaban que tenían cuerdas vocales y boca, para bajar a por algo a la máquina expendedora. Mientras escogía qué beber, alguien se apoyó al lado, con las manos en la espalda. Reconoció a una chica por la forma en que la falda osciló en el aire.

—Definitivamente, eres un buen amigo.

Dio un respingo, mirando a su alrededor hasta detenerse en la chica. La misma voz, la misma cara, el mismo extraño peinado.

—¿Temari? —cuestionó incrédulo.

Ella asintió, tirándose un poco del cabello para alisarlo, aunque cuando lo soltó volvió a su retorcida forma dorada.

—Sí. Creo que llegaste a pensar que era un chico. ¿Verdad? —preguntó.

—Esta mañana lo eras —se recordó más a sí mismo que a ella.

Temari esbozó una sonrisa estirada, bastante hermosa, debía de reconocer.

—Siento la confusión. Llevaba le uniforme de mi hermano porque el mío se destrozó cuando me caí en la bicicleta. No podía llevarlo porque la falda se rajó por aquí.

A la vez que se expresaba, hizo un gesto en la zona. Justo desde su muslo hacia arriba.

Bien. Era hora de elevar la mirada y pensar mejor en su bebida. Sí. Quizás un zumo.

—Así que me puse el de mi hermano y hasta hoy no me han dado uno —explicó.

—Comprendo.

Presionó uno de los botones.

—Ah, maldición.

Si es que uno no podía pensar en faldas, muslos y bebidas coherentemente. A menos que la bebida estuviera encima del muslo y la falda en otra parte.

Ella se echó a reír.

—¿Te has equivocado de bebida, bebé llorón?

—Sí —confirmó y se la entregó—. Por la goma.

Ella la aceptó, sorprendida.

—Y creo que soy tan buen amigo porque le entiendo —reflexionó—. Naruto es muy torpe expresándose y siente miedo de que él le odie por amarle. Por el tema de que es un chico y tal. Le entiendo.

Avanzó un poco más.

—¿Por qué? —preguntó ella abriendo la bebida.

—Porque me ha pasado lo mismo por un momento —indicó.

Ella le miró muy atenta. Luego la bebida. Luego a él.

Shikamaru se alejó, silbando una melodía cualquiera, una de esas románticas que se te metían en la cabeza.

Se detuvo frente a Naruto, que se cubrió el cuello al instante.

—Ánimo con ello —le dijo.

Naruto pasó de la perplejidad a una radiante sonrisa. De esas que, seguramente, si le mostraba a Hinata podría conquistarlo.

Miró de reojo hacia el delegado. Éste desvió la mirada.

Parecía que la fiebre había regresado. O quizás, es que realmente le había pillado.

Iba a ser interesante ver cómo terminaba esa historia.

Aunque también, se recordó, quizás fuera hora de tener su propia historia.

Continuará…


Siento que se enfocara tanto en Shikatema, pero es algo que en su día se habló con la chica que pidió el fic y encajó, así que debía de aparecer. Además, Shikamaru se ha percatado de cierta cositaaaa.

En fin, gracias por leer (l)