CASA DEL ADA RAFAEL BARBA, BROOKLYN

En la habitación de su hermano había más libros de los que él había leído en toda su vida, sin contar los que su mamá y sus tíos le leían en la noche, lo único agradable a la vista de Noah es una pelota de béisbol sobre un escritorio lleno de esa kryptonita llamada libros de texto, al otro lado se encontraban solo uno que otro muñeco de felpa, recordaba perfectamente el perrito con el que su hermano dormía, solo eso se había llevado.

Y lo que su hermano tenía en igual o mayor cantidad eran tirantes con patrones muy raros y colores llamativos, camisas y pantalones que fácilmente podrían combinar. Noah estaba seguro de que si su hermano tuviera la edad para usar trajes a diario debería una cantidad enorme de ellas con diseños igual de raros, como las de su padre.

-¿Mate? —Hablo su papá, tocando la puerta.

—Pasa papi.

—¿Me ha dicho papi? —Preguntó Barba burlón—. No me dices así desde los cuatro años.

—Al parecer con estas ocho semanas en el campamento, las viejas costumbres vuelven —sonrió Noah—. Oye papi.

—Dime —Barba enarcó una ceja ante la insistencia de su hijo de decirle papi.

—¿Te gusta ser abogado?

—Bueno ... me apasiona mucho trabajar en los tribunales, defender a las víctimas y conseguir justicia para ellas —respondió, sentándose a su lado—. Pero no me agradan los abogados ineptos contra los que debo trabajar.

—Ya veo. ¿Entonces solo te agrada la tía Rita?

—Si, ella es la única que me agrada de los abogados defensores —sonrió su papá, acariciando su cabello—. Pero no se lo digas. No necesitamos subirle el ego a la tía Rita.

—Será nuestro secreto —el niño le sonrió con complicidad—. Papi ¿Te gusta Manhattan?

—Claro, es un lugar muy hermoso.

—Quiero conocer la ciudad.

—¿Te gustó el campamento mijo? —Hablo Barba cambiando el tema.

-¡Si! —Exclamó, alegre de conversar con su padre—. Era un lugar muy tranquilo y me porte muy bien.

—¡Te mereces un premio! —Le felicitó.

—¿Helado de tiramisú? —Inquirió Noah con ilusión. La ventaja era que tanto él como su hermano tenían esa ligera obsesión por el helado de ese sabor, y claro esta por las galletas con mantequilla de maní, Noah sufrió mucho al darse cuenta que tendría que pasar las ocho semanas del campamento sin helado de tiramisú , lo bueno había sido que sus tíos no lo dejaron irse al campamento sin una gran dotación de galletas oreo y mantequilla de maní.

—Nunca he entendido el gusto que tienes por ese sabor en particular —respondió Rafael con una mueca—. Pero te consentiré. A pesar de lo ridículamente caro que es.

-¡Si! —Exclamó Noah, saltando emocionado.

—Tranquilo Matt —rio su papá—. ¿Por qué tan feliz hoy? Nunca te había visto así.

—Estoy feliz de estar a tu lado. Después de todo este tiempo papi.

Noah se lanzó a abrazarle, apoyándose en su pecho. Rafael abrió los ojos, sorprendido y palpó su cabeza. Noah se alejó.

—Lo siento papi, no debí ser tan impulsivo —se disculpó el niño.

—Está bien mijo, sabes que no tienes porque disculparte. Me gusta que seas más abierto con tus muestras de afecto. ¿Vamos por el helado?

Noah asintió y, segundos después, la puerta de la habitación del niño se cerró detrás de ambos.

AL DÍA SIGUIENTE

RESTAURANTE Y PANADERÍA PARA JÓVENES, BROOKLYN, NY

Noah caminaba a un lado de su papá, que, aunque lo llevara de la mano, miraba al frente con indiferencia. Se preguntó si es que acaso él no reconocía la diferencia entre su hermano y él, eran distintos completamente. Su padre a veces era tan serio. Noah se apegó más a su cuerpo, apoyando la cabeza en su brazo. Barba lo miro de reojo y sonrió tenuemente.

—¿Tienes frío mijo?

—Sólo un poco —respondió Noah—. Pero eres muy cálido papi.

El ADA arqueo ambas cejas, era rara la vez que su hijo le decía algo así. En todo su recorrido para llegar al restaurante, Noah se el paso saltando de escaparate en escaparate, mirando. Se extrañaba de su comportamiento imperativo del niño. No obstante, jamás soltó su mano como lo hacía Matthew, en cambio, lo jalo con él por todo el lugar, buscando cualquier pretexto para abrazarlo. Rafael se sintió más querido que nunca, su hijo no se comportaba tan serio como él ese día, hasta parecía otro. Una punzada le atravesó el corazón al pensar en su pequeño Noah.

—¿Podemos entrar a comer ahí? —Preguntó Noah, señalando el restaurante del que Barba pudo distinguir a Carisi y Rollins saliendo. La mirada alegre de ambos detectives le hizo torcer la boca. No le agradaba la idea de que Matthew conviviera con ellos, pero ya no tenía como evitar que ellos los vieran.

—Claro, mijo oferta Barba dándole la espalda a la puerta. Intentando esconder el disgusto de entrar a aquél establecimiento de comida.

—Barba —exclamó Carisi sonriente.

Aún dándole la espalda a la puerta, ya Carisi y Rollins. Cerro sus ojos mal diciendo en su cabeza por estar en esta situación.

—Cuanto tiempo abogado —le siguió Rollins.

Rafael se giró hacia los detectives, arrugo la nariz, sin ocultar su descontento, sin importarle que los detectives se dieran cuenta, ya que Matthew / Noah no podía ver por completo su rostro. Noah pudo ver a lo que se refería su hermano, y tenía razón él y su papá hacían el mismo gesto.

—Detectives Rollins ofrece Barba a modo de saludo, moviendo la cabeza ligeramente—. Y ... Carisi. ¿Qué les trae por esta parte de la ciudad? —Preguntó Barba, por lo general ellos se mantenían en Manhattan, rara era la vez que sus investigaciones los llevaban fuera de Manhattan, pero de todas las veces que Barba se los pudo haber encontrado tenía que ser justamente cuando estaba con Matthew.

Rollins y Carisi iban a respondedor algo, más se quedaron callados cuando una vocecita dulce y conocida se hizo presente.

—Papi —hablo Noah, jalando con suavidad la gabardina café de su papá. Ambos detectives se pusieron serios al verlo, era como ver a su otro sobrino, eran exactamente iguales, según sabían por las fotos que Olivia les enseñaba Matthew tenía el cabello largo, pero eso había cambiado desde la última foto—. ¿Podemos almorzar? Tengo hambre.

—Claro que si, mijo. Ahora vamos —respondió Barba un poco incómodo y deseoso de alejarse de allí lo antes posible, pero tener a Matthew a su lado se lo impedía—. ¿Quieres almorzar aquí?

—Sip —mintió no tenía ni la más remota idea de si su hermano comía en ese lugar, la verdad era que Noah hubiera querido correr a abrazar a sus tíos Amanda y Sonny.

Barba miró a ambos detectives, que no disimulaban en despegar los ojos de su hijo. Entonces Carisi le dio un codazo a Rollins, que le sonrió al niño tiernamente.

—Hola —Rollins saludó a Noah, el niño se contuvo de hacer lo que siempre hace con todos sus tíos.

—Ho ... Hola oferta Noah con voz ahogada, que más bien sonó un poco tímido. Tal y como sonaría su hermano.

—¿Cómo te llamas cariño?

Rollins se acuclilló frente a él para quedar a su altura, los ojos azules de sus tíos, mostraban la emoción que sentían al según ellos conocer a su hermano. Rollins y Carisi sabían cómo tratar con niños por la naturaleza de sus trabajos, así que que trataron de no verse tan intimidantes, frente a su otro sobrino.

—Matthew.

—Tienes un hermoso nombre, Matthew Carisi, en el mismo tono cariñoso que su compañera, mientras se apoyaba en los hombros de ella. Noah sonrió, sus tíos se comportaban así porque era la primera vez que hubieran hablado con su hermano, claro, si él fuera Matthew.

—Nosotros somos Amanda —Rollins se dijo a sí misma, luego a su pareja—. Y él es Sonny.

—Son policías, ¿verdad? —Haciéndose el tonto.

—Así es Matthew —sonrió su tío Sonny—. Eres un niño muy observador amigo.

—Nos alegra conocerte Matthew —añadió Rollins, acariciando la mejilla suave de Noah.

Barba les había estado mirando fijamente, así que el contacto le molestó en sobremanera. Se aclaro la garganta, haciendo notar su presencia nada alegre por la interacción de los detectives con su hijo. Rollins y Carisi entendieron la indirecta, así que ella se alejó del niño.

—Ya tenemos que irnos, Matt —avisó Barba. Noah le sonrió dulcemente a sus tíos.

—Ha sido un placer verle, abogado ofrecido Rollins, con tono burlón.

—Lamento diferir detective —contestó el ADA, tomando a su hijo de la mano y caminando al interior del restaurante para almorzar como le había prometido.

Noah se volteó a ver a sus tíos, que movieron la mano desde afuera del establecimiento.

—Esperamos verte pronto Matthew —le dijeron. Él asintió y entro por la puerta que su padre mantenía abierta para que pasara.

Mientras caminaba Noah se preguntaba ¿Por qué su papá se comportaba así con su tía Amanda y su tío Sonny?

Barba los miro una vez más, los detectives e borrado su sonrisa y le miraban, serios. Barba soltó la puerta, que se cerró detrás de él cuando entro. Sin sentirse intimidado por la mirada de sus antiguos compañeros de trabajo.