Subieron al coche de la pelirroja y se dirigieron hacia el pueblo a comprar la pintura mientras Aiko dormía en el asiento trasero.
Un grupo de jóvenes les pararon el paso a la distancia mientras se metían en el centro de la carretera y empezaban a burlarse y reírse de la pelirroja. Para algunos del pueblo, ella no era más que una guarra que se acostaba con un hombre casado, pero ellos no sabían nada de ella.
Shiho frenó el coche a varios metros de ellos mientras suspiraba y Ran no podía hacer más que mirar la escena confundida, sin entender quien eran ni que hacían esos chicos ahí. Podían escucharse sus risas burlonas desde el interior del coche y alguna palabra cómo "Puta zorra" o "Golfa interesada" entre otras.
"¿Qué haces?" Preguntó asustada al ver que ponía el freno de mano y se quitaba el cinturón para salir. "¿A dónde vas?"
"Ahora vengo." Contestó sin más, sin despegar su mirada de esa pandilla de inmaduros.
Ran bajó la ventanilla para poder percibir mejor que sucedía y miró de reojo que Aiko siguiese dormida.
"¿Cuándo va a acabar con ese bombón para coger turno?" Preguntó uno entre risas.
"Mira lo que tengo para ti." Comentó otro tocándose el paquete. "te he traído el postre, zorra." Comentó burlonamente.
"Hola chicos." Dijo ella ignorando sus risas mientras se acercaba al que parecía el manda más de esa mierda de pandilla. "¿Qué decías de coger turno? Es que con el ruido del motor no me he enterado muy bien." Dijo poniéndose justo delante de él.
"Nada, que por lo que veo ahora vas a tener cola en tu casa para follar." Contestó descaradamente.
"Ah, vaya." Dijo ella riendo.
"Podrías montar ahí la feria del pueblo ya que estamos." Contestó el rubio sin abandonar su tono burlón.
"¿Y para qué esperar a la feria si lo podemos hacer hoy?" Le preguntó la pelirroja pícaramente, provocando que sus compañeros empezasen a emocionarse y babear por el cambio de acontecimientos.
"Yo también quiero ir a la feria." Intervino uno de los jóvenes mientras fijaba su mirada en el cuerpo de la pelirroja.
"Tú calla, que lo jodes todo." Le ordeno mientras volvía su atención a la pelirroja y empezaba a pensar en todas las cosas que pretendía hacerle.
. "Solo una cosa." Dijo acercándose mucho a él. "Me pido elegir el postre." Dijo haciendo que todos callasen a falta de aliento.
El rubio intentó no ponerse nervioso y en cuanto intentó acercar una mano para tocarla, ella le agarró fuertemente del paquete y lo arrestó del centro de la carretera.
"¡Ah! ¡¿Qué haces?! ¡Para! ¡Suéltame!" Se quejó chillando fuertemente de dolor, pero ella ni le soltó, ni aflojó el agarre.
"¿Vas a seguir llamándome puta?" Le preguntó tranquila mientras él seguía chillando.
"No." Contestó casi en un hilo de voz.
"¿Vas a seguir llamándome puta? No te he oído." Dijo apretando más, haciendo que chillase más fuerte.
"No, por favor suéltame." Dijo más claramente.
Ella le soltó y los miró a todos con una mirada gélida antes de volver al vehículo, donde Ran la miraba con la boca bien abierta, sin decir palabra del tema.
"¿Pero que locura me estás contando?" Preguntó Sonoko a la vez que mordía la fresa que tenía en sus manos.
"Yo no veo ninguna locura volver a Hakone para saber si Shinichi tenía una hija." Dijo cómo si se tratase de algo natural. "Y es suya, tiene casi cuatro años."
"¡Fantástico, una niña de cuatro años! Osea que cuando a ti te decía que abortaras, con ella tenía una hija." Comentó su mejor amiga irónicamente
"No es así. Shinichi no me obligó a abortar. Fue decisión de los dos." Le explicó mientras cortaba los vegetales de la comida. "No era el momento."
"¿No era el momento? Pues con ella parece que sí." Dijo sorprendida de cada cosa que le explicaba Ran.
"Sonoko, por favor." Dijo Ran intentando calmar a su amiga.
"A ver yo quiero saber una cosa." Dijo intentando ponerse más seria. "¿Qué pensaba esta chica, de todo este asunto?"
"¿Qué opina de qué?" Preguntó con la mirada baja a la tabla de cortar que estaba utilizando.
"De que Shinichi estuviese casado, por ejemplo."
Ran paró de cortar. "Nada, lo llevaban bien."
"¿Y de tu aborto, de tu vida, de tu dolor?" Preguntó Sonoko.
"No lo sé" Preguntó sacudiendo los hombros.
"¿No lo sabes?" Preguntó su mejor amiga, confusa de nuevo.
"No, no le he dicho que soy yo." Confesó un poco avergonzada.
"¿Perdona?" Preguntó su amiga en shock.
"No se lo he dicho, porque quiero averiguar cosas." Le intentó explicar.
"¿Cómo qué, Ran?¿Cómo cuantas veces lo hacían o cómo eran sus orgasmos o como decidieron tener un hijo?" Preguntó sin comprender la obsesión que le estaba entrando a su mejor amiga. Esto no era sano para ella. "No quiero que te sigas engañando. Porque una cosa es haber estado casada con un carbón y otra es no querer quitarse la venda de los ojos. No sabías que se iba a Hakone, no sabías que tenía una hija, no sabías que le habían despedido."
Ran la miró fijamente con el último comentario. "¿Cómo que lo habían despedido?" Preguntó confusa.
Sonoko le miró alzando una ceja. "Vi la carta de despido cuando recogimos sus cosas, después de que la policía entrase a tu casa para investigar sus pertenencias." Le explicó. "¿No lo sabías?" Le preguntó con el ceño fruncido. "La carta era de hacía cinco años"
"¿Cinco años?" Preguntó casi susurrando. "Eso no puede ser. Kudo iba a la central todos los días." Contestó sin creérselo.
¿Cuántas cosas más iba a descubrir que desconocía sobre su propio marido?¿Con quien se había casado?
Sonoko cogió la mano de su mejor amiga para apretarla con cariño a la vez que veía lo perdida que se sentía. "Ran, cielo." Le dijo con cariño. "Esa chica, ya da igual. Shinichi, cuando despierte se encontrará una carta de divorcio. Tienes que acabar con estas mentiras y empezar a vivir una nueva vida." Dijo observando la mirada ida de su amiga. "¿Qué quieres hacer…con esa niña? ¿Quieres ser su madrina, su madrastra, su amiga?"
"No, nada de eso." Dijo negando sin parar con la cabeza.
"¿Y con esa mujer? ¿Qué quieres hacer?¿Partirle la cara?" Le preguntó buscando una respuesta. "¿Reclamarle algo?"
"No, no quiero hacer nada." Continuó negando.
"¿Entonces?" Preguntó Sonoko.
"Entonces…No voy a volver a Hakone." Dijo intentar sonar convencida. "Voy a quedarme aquí, en Tokio. Y voy a emprender una nueva vida, de mujer independiente."
"¡Así quiero oírte hablar!" Dijo la rubia bien contenta. "Chin chin. ¡Por tu nueva vida!" Dijo alzando una copa.
Kudo, continuó sacando horas para volver a la casa del lago, cambió su estilo de trabajar y empezó a resolver sus casos e investigaciones mediante una videollamada o a través de un ordenador.
"Buenas tardes señor,¿Me oye bien?" Preguntó a través de la pantalla.
Ella estaba pocos metros de él pelando las patatas que iba a utilizar en el estofado que estaba preparando, observándole de reojo y disfrutando cómo su seriedad desaparecía cada vez que su mirada se apartaba de la pantalla y se clavaba en ella.
"Le oigo entre cortado." Comentó Kudo, alzando el móvil para comprobar la cobertura casi nula. "¿No tienes fibra?" Preguntó girándose para mírala.
Ella negó con una sonrisa mientras acababa con las verduras y él salió con el móvil en la oreja para pasearse por el gran jardín, intentando buscar un lugar en el que poder hacer una llamada decente. "¿Tampoco tienes 4G?" Preguntó mientras la veía aparecer al porche.
Ella rió mientras le señalaba su entorno. "¿Crees que aquí hay pinta de tener 4G?" Le preguntó medio riendo.
Kudo le sonrió de vuelta al ver su entorno natural y suspiró mientras marcaba un número. Necesitaba la ayuda de su compañero.
"¿Kudo?"
"Shuichi, hola. Necesito que me hagas un favor." Dijo un poco nervioso. Akai trabajaba en el mismo departamento que él y era su mano derecha en la agencia a la que estaba contratado.
"Claro, ¿Qué pasa?" Preguntó.
"Bueno…es que, necesito que seas muy discreto." Dijo rascándose la cabeza. "Necesito que te pongas en contacto con la familia Nakamura. Es que…verás…No estoy en Londres." Dijo finalmente.
"¿No estás en Londres?¿Y dónde estás?" Pregunto confuso.
"Estoy en Hakone." Confesó.
"¿Otra vez?" Preguntó Akai un poco molesto. Había sido él quien le había cubierto el turno la última vez que había ido a ese pueblo para devolverle la ropa. Esa chica, no entendía que hacía ahí otra vez. "¿Se puede saber que coño pasa?" Preguntó.
"Ya te lo explicaré, ¿Vale?" Dijo antes de colgar. "Gracias por esto."
Guardó el teléfono en el móvil y ella se sentó a su lado, los dos bajo del porche. "Creo que va a ser difícil hacer esas cosas aquí." Le dijo ella riendo.
"Tengo un buen compañero." Contestó sonriendo. "¿Y qué se hace en un sitio sin wifi?"
"Muchas cosas, detective." Contestó ella juntando sus labios con los suyos.
