La comadreja peluda, y el final feliz.

Cuéntelos bien como yo los conté.

Por: Diyeim

Ante la chimenea de la cocina de un antiguo castillo, descansaban un rey jubilado sentado en una vieja silla y una doncella que reposaba su cabeza en sus pies mientras yacía en un mullido cojín cubierta por una capa de pieles. El calor de la habitación era aumentado por las risas de los sirvientes y los niños que corrían de un lado para otro.

El rey Aoshi le entrego su trono a su hija del medio cuando considero que estaba preparada para la responsabilidad, su hijo mayor había decidido vivir en el Reino Aioya que se había convertido en una democracia y actualmente se postulaba como uno de los candidatos a la presidencia de dicho lugar, su hija menor estaba casada con el hijo de Himura que figuraba como primer ministro de la nación del reino Kamiya que aun sustentaba su organización monárquica bajo la mirada atenta de un congreso civil, su sirviente Sagara se habia casado con Megumi Kamiya y habían decidido recorrer el mundo, Cho el mercenario volvió a sus andanza y el joven Yahiko ahora era ministro, el imperio Shishio continuaba con su estatus Quo aunque creo una comisión de embajadores para mediar conflictos deteniendo poco a poco las conquistas después de casarse con la madre Superiora Yumi Komagata, la cual conoció el día de la boda del siglo, como seria reconocida la ceremonia en la cual el Rey Aoshi Shinomori del reino Onniwabanshu se casó con la princesa rebelde del reino de Aioya Misao Makimashi.

Los años pasaron con calma, pero llenos de retos y dificultades, así como es la vida, el pueblo no tuvo problemas en aceptar a Misao como reina, en especial cuando casi nada cambio, en un lugar tan pequeño, con una estructura de poder tan simple, no era necesario crear distancias entre los regentes y el pueblo. A nivel diplomático cualquier objeción fue "mediada" por las reinas del Aioya que apoyadas por su fuerza militar dejaban en claro que era mejor no ir en contra de sus designios, inclusive después de promover un sistema democrático.

Al morir el rey de todo Okina, pidió como último deseo ser quemado junto al libro sagrado dando fin a una tradición que había hecho más mal que bien, la única persona que conocía de manera fotográfica el libro, el magistrado Hoji, murió "naturalmente" antes que el rey y con él cualquier posibilidad de replicar el libro.

El abrigo de pieles nunca abandono el camino de la comadreja, el mismo se convirtió en un símbolo, en la cobija de sus hijos y en la capa de las noches y su historia se hizo leyenda.

- Misao, ya es hora de dormir, pero tengo ganas de comerte. - le dijo coquetamente el anciano a su reina.

- Evidentemente. No vez que tú eres el lobo y yo la comadreja, siempre tienes ganas de comerme.- le replico la anciana

- ¿Soy un goloso?- le pregunto con picardía

- No… como crees, sólo sabes leerme la mente.- le respondió del mismo modo

Y sin más se retiran, entre las risas indiscretas de sus nietos que ya intuían sus andanzas, los ancianos estaban convencidos de que la vida que les quedaba era para estar juntos amándose hasta que la muerte los viniera a separar y los juntara de nuevo en el otro reino.

Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

Nota: Muchas gracias a todos mis lectores por la paciencia, por esperarme tanto tiempo, cada vez me es más difícil escribir, aunque no quiero dejar de hacerlo, ustedes son mi motivación y son lo más importante para mí como escritora, como siempre errores de ortografía y de edición, se me pasan por mil así que perdón. Es un honor estar con ustedes en un momento de la vida nos volveremos a leer. Gracias por sus comentarios.