A pesar de las diversas ideas en contra, sobre todo religión y moral, consciente de que lo que hacía era mal visto, que muy poca gente haría la vista gorda con su decisión, de lo que dirían sus amigos y familiares, y de la indudable sensación de culpa que sentía, Luan ya no podía echarse para atrás: los sentimientos que profesaba por su hermano menor crecían día con día.
Estaba distraída, algo que casi nunca le había pasado. Se esforzaba bastante en tratar de ocultar sus sentimientos al resto del mundo. Aunque ya hubiera aceptado estar enamorada de su hermano, sabía que no era correspondida; además de que nadie lo aceptaría.
Trató de encerrar sus emociones en lo más profundo de su corazón, decidida a ocultarlos para siempre. Pero como en muchas otras ocasiones, vivir en una casa con otras doce personas evitaba que casi cualquier secreto se mantuviera como tal.
- Luan, te estoy hablando.
- Sí, lo sé, te oigo Luna.
- Ah, ¿en serio? ¿Entonces de qué te hablaba?
Dudó solo un instante, pero la comediante hizo un esfuerzo. De pronto, se acordó.
- Solo me pedías algo de dinero para el concierto de Mick Swagger.
Luna la miró con desconfianza. Y aunque, efectivamente, eso era lo que pedía, la rockera reconoció el nerviosismo de la comediante.
- Luan, ¿qué te sucede? No eres la de siempre.
- ¿Qué dices? Claro que lo soy.
- No me engañas Luan, te conozco desde que eras una niña. Algo te está consumiendo.
Luan no se molestó en desmentirla. Era verdad. Aparte de Lincoln, la única persona que la conocía de raíz era su compañera de cuarto Luna. Se planteó contarle lo que la atenazaba. No podía mencionar a Lincoln, pero el hecho de ocultar un amor no correspondido era insoportable. Tenía que contárselo a alguien.
- Bueeeeeno... Es que... Hace tiempo que me gusta un chico, pero lo nuestro es... imposible.
Luna se tapó la boca, a tiempo de evitar soltar un grito de emoción. Y al igual que Luna conocía todo sobre Luan, lo mismo ocurría al revés. Luan entendió que había veces en las que Luna sentía la necesidad de ser su única confidente, en lugar de que toda la casa supiera lo que ocurría.
- Ok, es hora de una charla entre hermanas -dijo Luna, poniéndose cómoda en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja.
Luan le contó todo. Sobre todo lo que le gustaba de ese chico, como él ya tenía amantes a su alrededor, lo popular que se estaba volviendo, lo relativamente cercana que ella era a él, lo que sentía ella, lo que pensaba que nunca ocurriría... lo único que obvió fue el nombre y cómo lucía su amor imposible.
- Pero, ¿quién es? -preguntó Luna finalmente, después de media hora de charla.
Luan vaciló. Le gustaba mucho tener la confianza de alguien como Luna, ya que su mentalidad era más abierta que la mayoría de las personas que conocía. También recordó que sus padres se habían mostrado reacios a aceptar la decisión de su hermana rockera de tener como novia a otra chica: Sam. Cuando por fin sus padres conocieron a Sam, terminaron por aceptarla, aunque pasó bastante tiempo antes de que la trataran bien. Si así se habían puesto sus padres con una hija homosexual, ¿cómo se sentirían si otra de sus hijas tenía sentimientos hacia alguien dentro de la misma familia?
Se dijo que si había alguien que entendía su relación mejor que nadie, era Luna. Pero aun así, tenía varias dudas. No se lo diría... de momento.
- Lo siento, Luny, pero no te lo puedo decir. Es alguien bueno, créeme. Pero aún no lo puedo decir.
- Mmmhhh... Está bien, hermana. Pero me tienes que decir algún día de quien se trata.
- De acuerdo.
- Y no importa qué tan lejos creas que está ese chico: tú trata de luchar, y que él vea todo lo que te hace ser Luan Loud. Pero oye, no tiene que ser todo sobre ese chico ¿sabes? Hay muchas personas en el mundo que te pueden gustar. Practica. Agarra confianza, y tal vez incluso conoces a alguien más...
- Gracias, Luna. En serio, no sabes cuanto me alegra que me apoyes.
Luan necesitaba un abrazo, que Luna le concedió. Luego Luna se tuvo que ir, ya que tenía que practicar con su banda. Luan la vio salir de la casa a través de su ventana, justo cuando llegó una camioneta. Luna se acercó y al entrar le dio un rápido beso a la chica rubia con un mechón azul justo en los labios. Luan se sonrojó, pero luego sonrió al ver la cara de felicidad de su hermana.
Pensó en lo que le dijo su hermana mayor. Realmente no tenía ninguna idea de como tratar con un chico de forma romántica, y mucho menos seductora. Sabía de sobra que sus bromas a veces eran de mal gusto o no hacían reír, y eso no le ganaba precisamente más puntos. Pero no era mala compañía, sabía escuchar, y con ayuda de sus hermanas, había veces que lograban que se viera bonita. No tenía planeado acercarse de esa forma a Lincoln, pero por lo menos sí quería que la notara.
Pero podría salir con otra persona, solo para practicar. ¿Quién la podría ayudar...? Tenía un amigo llamado Benny, quien era compañero suyo en las obras en la escuela, y a veces iba con ella al club de comedia. Ya llevaban varios meses pasando el tiempo y charlando, y pronto se volvieron grandes amigos. Se juntaban en las salidas, incluso a veces iban al parque o con algún cliente que requería las fiestas de Luan. Pensó que si quería tener lo más parecido a una cita, Benny era la mejor opción.
No lo heriría, al fin y al cabo, era su amigo, y de seguro estaría feliz de ayudar a una amiga...
- Oye Benny, ¿podríamos hablar? -dijo Luan a su amigo, justo al día siguiente.
- Claro -dijo Benny, algo sorprendido.
Se alejaron un poco de los demás.
- Mira, es que hay un chico que me gusta, y no sé como comportarme con él -empezó- Y quería saber si podías ayudarme al tener una cita conmigo. Ya sabes, como amigos.
- Oh -dijo Benny- Sí... No hay problema.
- ¡Oh, Benny, gracias! ¡Eres el mejor amigo que una chica pueda tener! -exclamó Luan, abrazándolo.
- Sí... Amigos -dijo Benny, escondiendo su dolor detrás una amplia sonrisa.
- Ok, entonces, ¿esta bien que nos veamos esta tarde en el parque?
- Si, ahí estaré -respondió Benny.
Luan estaba emocionada por su cita de esa tarde. Tenía toda la intención de que fuera una gran cita. En cuanto se enteraron, todas sus hermanas empezaron a arreglarla para su gran tarde. Cuando terminaron, se alejaron para contemplar su trabajo. Luan no había podido intervenir, y tenía miedo de que le hubieran hecho algo a su aspecto. Pero todas sus dudas se despejaron cuando se vio en el espejo. Portaba un vestido amarillo, tenía muy poco maquillaje, un delineador negro le resaltaba un poco los ojos, un broche con forma de flor rosa le adornaba la cabeza. Le soltaron el cabello, que caía ondulante rodeando su cara. No era sexy, más bien tirando a adorable, pero vaya que se veía bien.
- Luan, te ves preciosa.
- Gracias, Leni.
- Aún recuerdo cuando venías a dormir a mi cama porque tenías pesadillas. Y ahora mírate, tienes una cita -sollozó Lori, orgullosa.
- Solo es un amigo, Lori.
- Aún así, da todo de ti, hermana -dijo Lynn.
- Lo haré, gracias chicas, las amo.
Tocaron el timbre. Casi como si fuera un acuerdo, todas se callaron y miraron a Luan. Ella sonrió y se despidió. Mientras bajaba, vio a Lincoln que se estaba haciendo un sándwich, curioso el albino de quién podría estar tocando la puerta.
- ¿Quién podrá ser...? Ah, hola Luan... ¡Wow! ¿Por qué te vestiste así?
- Tengo una cita, Lincky. Con Benny.
- Oh, ya veo. Bueno, suerte.
- Gracias.
Lincoln vio marchar a su hermana con ese chico de cabello castaño oscuro. Por primera vez en su vida sintió algo... raro. No sabía explicarlo, pero estaba seguro de que tenía que ver con Luan. Caviló algo más, pero recordando su sándwich, dejó el tema de lado, y untó mostaza a su cena. Sin embargo, no pudo evitar recordar una punzada en su pecho cuando Luan se marchó a su cita.
