Como ya saben nada de esto me pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la autora de esta graciosa historia es la autora Hoodfabulous, yo solo traduzco ;)
Y como siempre me acompaña mi querida amiga y Beta, Erica Castelo. Gracias por tu ayuda :*
Capítulo 6: Empapada
La ropa mojada pegada a mi cuerpo me provoca un escalofrío. Alcanzo la perilla para encender la calefacción, justo cuando él lo hace. Nuestros dedos se tocan brevemente, y me vuelvo a estremecer, para luego dejar caer mi mano en mi regazo. Siento sus ojos sobre mí, pero lo ignoro, volviendo mi atención hacia la llovizna arremolinándose y danzando alrededor del Volvo.
"Sabes dónde vivo, ¿cierto?"
"Sí. En Forks," me recuerda, con una sonrisa en su voz.
No digo nada, solo mordisqueo mi labio. La calefacción calienta mi cuerpo, tanto que me quito el impermeable. Edward se mueve en su asiento, para luego salir del estacionamiento. Está callado, casi pensativo mientras conduce. Chupando esos viper bites mientras recorre lánguidamente las serpenteantes carreteras, conduciendo como una abuela.
"No tienes prisa, ¿eh?"
"Nah, ¿tú?" Pregunta, después de soltar su labio inferior.
Está de un furioso color rojo, resplandeciente e hinchado. Lamo mi propio labio inferior, atrayendo involuntariamente su atención. La oscuridad se expande en sus ojos, y jadea. De repente, se ve iracundo otra vez, girando su rostro y mirando furioso por el parabrisas. Los limpiaparabrisas barren la llovizna del cristal. Inhalo el aroma de algo especiado, algo que sale de su calefacción. El olor me envuelve, cálido y reconfortante.
"No. No tengo prisa."
Mi voz se escucha tímida e insegura. Vuelvo a sentir sus ojos sobre mí, luego su mano. Mi cuerpo se pone rígido cuando mete un mechón de cabello húmedo detrás de mi oreja.
Hay un parque acuático en mis bragas y Cooch, la perra, baja por el tobogán a toda velocidad.
"Yo, uh, supongo que debo disculparme por lo de Facebook," dice, su voz baja y dulce.
"¿De verdad lo lamentas?" Pregunto, porque quiero saberlo. Necesito saberlo.
"Lamento provocarte cualquier problema," responde, eludiendo mi pregunta. "Solo estaba siendo un cretino."
"¿Pero no lamentas que Paul haya roto conmigo?"
Cullen está callado, frunciendo sus labios y mirando a través de la lluvia.
"Joder, Bella. Tú… ¿alguna vez has querido decirle algo a alguien, pero no puedes?"
Arrugo mi frente, confundida por su vaga declaración, y por el repentino cambio de conversación.
"Sí, supongo que sí. ¿Pero qué tiene que ver eso con lo que pasó en Facebook?"
Cullen no me responde. Pasa sus dedos por su mojado cabello rebelde. El color es más oscuro que el bronce, más intenso por la lluvia. Es casi negro, y resalta visiblemente contra la palidez de su piel, casi tan visiblemente como los tatuajes esparcidos en sus brazos.
Atrae mi atención lo que parece como un retrato asomándose por debajo de la manga de la camiseta que se adhiere a su cuerpo. Estiro mi mano, rozando con osadía su piel, debilitándome cuando sus músculos se flexionan bajo mi toque. Levanto la tela y miro a los ojos de una mujer hermosa. Su rostro dulce y delgado y sus pálidos ojos verdes me devuelven la mirada, y mi estómago da un vuelco.
"Es hermosa," murmuro, y algo que se asemeja a los celos choca contra mi pecho.
Cullen sigue callado, pero ahora su rostro se retuerce en una mueca. Vuelvo a bajar la tela, ocultando las suaves ondas de rizos rojizos y tristes ojos verdes. Me siento tonta e infantil al sentir celos por una mujer tatuada en un chico que me odia.
La lluvia cae con más fuerza ahora, ahogando mis pensamientos. Saco los pies de mis botas, y luego subo las rodillas a mi pecho. La melancolía me invade, y extraño mi hogar.
"Es mi mamá. El tatuaje. Era mi mamá. Ella… murió cuando yo era niño."
La voz de Cullen es baja, y atormentada por el dolor. La melancolía se intensifica, y me encuentro girándome en mi asiento, observando al chico con una mueca en su rostro que pensé conocer, pero que en realidad no conozco en lo absoluto.
"Mi mamá murió cuando nací," confieso, bajando la mirada cuando se vuelve para verme con una expresión de asombro. "Eso es algo lindo… el tatuaje, en memoria de tu madre."
"¿No te mudaste aquí con tu madre?" Pregunta, su voz gruesa por la confusión. "Te he escuchado hablar sobre tu madre."
La voz de Cullen está impregnada de ambas, curiosidad y reproche. Pongo mi labio inferior entre mis dientes, conteniendo la repentina amenaza de lágrimas de mis ojos.
"Mamá… Esme, me adoptó después que mi madre murió." Me encojo de hombros, mirando mis uñas mientras siento su pesada mirada sobre mí. "Ella es la única madre que he conocido."
"¿Ustedes dos son cercanas?"
Sonrío al pensar en mamá y sus ridículas costumbres.
"Sí, pero somos más como hermanas, supongo. Prácticamente, ella seguía siendo una niña cuando mi madre murió. Adoptar y criar a una bebé recién nacida fue una enorme responsabilidad. Le tomó el doble de tiempo terminar la universidad. Se perdió de muchas cosas en la vida. Nunca pudo vivir su vida y divertirse, por así decirlo, ¿sabes?"
"¿Y qué hay de tu papá?" Pregunta, observándome con cuidado.
La sonrisa desparece de mi rostro, y levanto la vista. Dos pares de ojos tristes se encuentran, y en este momento, nunca me he sentido más vulnerable. En casa, la gente no tiene que preguntar sobre mi familia. Era un pueblo pequeño y todos sabían de los asuntos de los demás. Pero, había una cosa que no sabían— una cosa que nadie sabía.
"No sé quién es mi padre."
Cullen deja caer sus hombros. Su mirada me deja, y se posa en sus manos. Sus nudillos se tornan blancos cuando sus dedos sujetan el volante. Se flexionan sobre el cuero a medida que el aire se vuelve más denso en torno a nosotros. Apago la calefacción, no hay riesgo de toques accidentales esta vez, ya que sus manos siguen envolviendo el volante.
El silencio continúa durante lo que resta del viaje. Dejo escapar un suspiro que no sabía estaba conteniendo, cuando veo mi casa adelante. Cullen se detiene en la entrada, para luego ponerlo en neutral. Me pongo nuevamente mis botas cuando apaga el motor. Le lanzo una mirada inquisitiva cuando el motor se queda en silencio.
"¿Te molesta si entro? ¿Al menos hasta que pare la lluvia?"
El cielo se oscurece sobre nosotros y las gruesas nubes se funden, ennegreciendo el cielo. La lluvia agarra fuerza, y no veo ninguna posibilidad de que se detenga pronto.
"Sí," le digo, y mi voz suena dulce. "Puedes quedarte tanto tiempo como quieras."
~c00ch~
Cullen está empapando todo el recibidor. Charcos de agua clara se forman cerca de sus botas negras desabrochadas, las que tienen cordones desgastados que se pone de vez en cuando. Retiro el cabello pegajoso de mi cuello, retorciéndolo en una liga para el cabello. Cullen echa un vistazo alrededor de la habitación tirando de la tela pegada y alejándola de su torso.
"Yo, uh, voy por unas toallas. ¿Quieres que… seque tu ropa?"
Estoy balbuceando como una inválida. La mirada oscura de Cullen pasa de la sala a mi rostro. Sus labios se curvean en esa característica sonrisa engreída, y Cooch también sonríe engreída.
"¿No he estado más que cinco minutos dentro de tu casa, y ya estás tratando de desnudarme?"
"Ugh. Edward desapareció. Cullen el pendejo está de vuelta," refunfuño, dándole la espalda.
Jadeo cuando su mano rodea mi brazo. De repente está cerca de mí… demasiado cerca. Tan cerca que puedo ver el agua que gotea de su cabello. Me doy la vuelta, y las gotas caen en el escote redondo de mi camiseta, uniéndose a las otras gotas de lluvia que se escurren entre mis pechos. La sonrisa engreída se congela cuando los ojos oscuros de Cullen siguen el rastro. Su mandíbula definida se flexiona, y una tormenta se forma en sus ojos.
"Me gusta cuando me llamas Edward," confiesa, su dulce aliento me envuelve.
Cooch saca su póster de 'Team Edward'. La perra lo ondea en el aire. Creo que incluso trae puesta la camiseta a juego.
"Y me gustaría que secaras mi ropa," continúa, soltando mi brazo.
Cullen se quita lentamente la camiseta mojada de su cuerpo. Cooch se desvanece, y probablemente se desmaya por un segundo. Mis ojos recorren las marcadas curvas y los profundos planos de su pecho, los músculos rígidos y la colorida tinta.
Los aros plateados que atraviesan sus rosados pezones.
Lo admiro todo, y sé que nunca tendré suficiente.
"¿Estás bien?" Pregunta, sonriendo con suficiencia cuando me da su camiseta.
Mis labios se abren y asiento aturdida. El chasquido de la hebilla del cinturón entre sus dedos es más ruidoso que un disparo, y creo que Cooch necesita respiración de boca a boca.
Literalmente.
La perra quiere la boca de Edward en la suya.
En este momento.
"Uh, yo uh, solo dame tus, um, jeans. Sí. Tengo que irme," murmuro incoherente, estremeciéndome al escuchar su suave risa gutural.
Le doy la espalda y extiendo mi mano. En cuestión de segundos, deja sus jeans y calcetines en mi mano. Me niego a darme la vuelta, porque no quiero morir, y lo haré, si lo veo casi desnudo parado en mi cocina.
Eso no puede ser higiénico.
"Volveré en un momento," le digo, dirigiéndome hacia la lavandería, agradeciendo a los dioses de la administración del hospital por las horas extras que mi madre tiene que hacer esta noche.
No soy una persona religiosa, pero por alguna razón hago una pequeña oración cuando estoy sola en el baño de arriba. Me persigno con una mano temblorosa, o creo que lo hago. Es difícil estar seguro, considerando que no soy católica. Estoy pidiendo la fortaleza para no volver a bajar corriendo las escaleras y arrojarle a Cooch a Cullen… o a Edward, o quién demonios sea cuando baje nuevamente.
En un instante, me quito mi ropa mojada; arrojándola en el rincón del baño, y luego maldigo cuando me doy cuenta que olvidé la seca en mi recámara. Salgo del baño al pasillo, pérdida en mis pensamientos y sin llevar nada más que mi sujetador y mis bragas empapadas, y grito cuando entro a mi recámara.
Cullen está de espaldas mientras se pasea por mi recámara. Mirando alrededor, leyendo los títulos de los lomos de mis libros, cogiendo marcos de fotos de mi escritorio. No se sobresalta, ni siquiera da un respingo al escuchar mi grito. Hay más tatuajes en su espalda: una cruz, un hombre arrodillado rodeado por plumas negras de unas alas destrozadas, aves y números, nombres y palabras. Todo se combina en un remolino de colores. No puedo imaginar que mi mamá me permita alguna vez marcar mi cuerpo de esa forma.
"¿Qué demonios estás haciendo?" Pregunto, olvidando momentáneamente que estoy en ropa interior.
"Solo mirando," me dice despreocupadamente, dándose la vuelta y levantando sus cejas al ver mi cuerpo casi desnudo.
El alma se me cae a los pies cuando mis ojos se posan en el objeto en su mano.
"Dame mi diario, tú, cretino."
Cullen es rápido, lo reconozco. Sostiene el libro sobre su cabeza cuando corro por la habitación, mis tetas sacudiéndose en mi sujetador mojado. Ni siquiera me importa. Estoy más preocupada por el libro en su mano, y la forma en que la V de su abdomen desaparece dentro de su mojado bóxer negro que se pega a su cuerpo.
¿Por qué no me ofrecí a secar su ropa interior?
"Te desnudaste para mí, ¿eh?" Pregunta, dándome una nalgada con su mano libre.
Dejo escapar un chillido. Me invade una emoción, pero no le doy importancia, desesperada por mi diario. Hay cosas ahí… pensamientos oscuros y pervertidos sobre él, y me moriría, definitivamente me moriría si lee los pensamientos inducidos por Cooch que he escrito sobre él.
"Oh, Dios mío. No lo leíste, ¿verdad?"
Mi rodilla se dirige hacia su entrepierna, pero él conoce ese viejo truco. Demonios, yo fui quién se lo enseñó. Su pierna se levanta al mismo tiempo que se aleja de mí. Los dos perdemos el equilibrio, y de pronto, estamos encima del otro, hundiéndonos en el suave edredón cubriendo mi cama.
Nuestros cuerpos resbaladizos se deslizan uno contra el otro, y me quedo quieta, cerniéndome sobre él. Está atrapado entre mis brazos, con mis manos a sus costados, presionadas en el colchón. El diario se desliza de sus dedos, y lucho por apartarme de él, pero me detiene al enterrar sus dedos en mis costados cerca de mi cintura. En mi desesperación por huir, me restriego accidentalmente contra él, y está duro.
Él está duro.
"Mierda," murmuro, mi corazón retumbando en mi pecho.
Cullen abre su boca, y creo que va a besarme. Espero que vaya a besarme. Humedezco mis labios, sonriendo cuando sus pupilas se dilatan. Esos dedos ágiles suyos rozan mis costados, abriéndose paso hacia arriba. Envuelve una mano en mi cuello, acercando mi rostro al suyo. Cierro mis ojos, y estoy preparada.
Estoy lista.
Pero el destino es algo cómico. Tiene la forma de traernos de vuelta al aquí y ahora, sacándonos de nuestras fantasías… esas fantasías que se tambalean al borde de convertirse en realidad. Al menos, eso es lo que pienso después que escucho a mi madre llamándome desde la planta baja.
¡Pobre Cooch! Jajajaja, van a dejarla con las ganas. Ya hasta se había desmayado de la emoción la pobre jejeje. Pues sí, Esme llegó en el peor momento posible, al menos para Cooch. ¿Será que los descubra? Ya lo veremos, mientras tanto tenemos algo de progreso, ya hablaron y conocieron un poco del otro. Ahora sabemos por qué la actitud de Edward, al parecer la muerte de su madre lo dejó marcado, y no solo en su interior, ¿será su conflicto interno la razón tras todos esos tatuajes y su actitud? Algo en qué pensar, ¿no creen? En fin, espero que hayan disfrutado de este pequeño capítulo y como siempre, esperaré ansiosa sus reviews para saber qué les pareció y poder leer el siguiente, que es mucho más largo ;)
Muchas gracias a quienes dejaron su review en el capítulo anterior: Maryluna, Paola Lightwood, Freedom2604, Aidee Bells, Marie Sellory, Marme, miop, pattyfer3107, PRISOL, Lizdayanna, GZarandon, Lady Grigori, Carla Brunelli, ClaryFlynn98, Tata XOXO, aliceforever85, rjnavajas, EriCastelo, Leah De Call, bbluelilas, Manligrez, Car Cullen Stewart Pattinson, may jhonson D, tulgarita, Lauguilln, somas, Sully YM, MajoRed, NarMaVeg, Isis Janet, Pameva, Ali-Lu Kuran Hale, NaNYs SANZ, saraipineda44, Mio1973, Liz Vidal, Dani, Mafer, Lectora de Fics, Mapi, glow0718, mrs puff, Vianey Cullen, y algunos anónimos. Saludos y nos leemos en el siguiente capítulo, ¿cuándo? Depende de ustedes ;)
