OJOS BIEN GATADOS

VII

La conversación con el general Price le dejó a Cammy un mal sabor de boca. Había resuelto la primera parte de su misión más rápido y fácil de lo acostumbrado, y aun así no sentía ningún tipo de satisfacción. Pensó en lo que tenía que hacer durante el viaje de regreso al cuartel, pero no tenía nada claro hasta que estuvo enfrente del coronel Wolfman rindiendo cuentas.

—Aún no he obtenido nada sobre el general Price.

¿Por qué mentir? ¿Lo había hecho antes? ¿Era por proteger a un... qué, amigo? ¿Traicionaría a su familia y al hombre que la cuidó por proteger a John Price? ¿Asesinaría a una figura paterna si la otra se lo pedía? Cammy White ya tenía bastantes dudas en su interior como para tener que cargar ahora con secretos y mentiras. ¿Qué era eso que se acumulaba dentro de ella? ¿Podría ser el alma del que habló la Doctora Halliwell? Quizás Wolfman vio a través de la endeble muralla de justificaciones e historias inventadas que tímidamente comenzó a construir alrededor de sí, pero si así fue decidió dejarlo pasar por ahora.

Quién sí fue un poco más dura con sus preguntas fue C. Viper, quien combinó la entrega de informes con una sesión de entrenamiento y práctica.

—Así que John Price resultó ser una mansa paloma —Viper bloqueaba los golpes y patadas de Cammy con relativa facilidad— ¡Qué gran mentira! —repelió a Cammy White con una patada directa en el estómago.

—El general Price parece inocente. —se puso de pie, recuperó la pose de pelea y se acercó a la agente de la CIA —O al menos no dijo nada que lo delatase

—O quizás tú no fuiste capaz de ver a través de sus mentiras y pantallas —bloqueó la patada baja que la miembro del Delta Red intentó conectarle, la sujetó del brazo izquierdo, le dio media vuelta y le aplicó un agarre al hombro y cuello— O quizás tu no quieres ver lo evidente —Le susurró al oído.

Cammy White no aguantaba indirectas, y tampoco las entendía. De un tirón se sacudió a la pelirroja y trató de aplicarle una derribada a lo judoca, pero antes de darse cuenta la mujer había desaparecido de entre sus dedos. No fue hasta que los zapatos de C. Viper tocaron nuevamente el piso que Cammy se dio cuenta de que aún estaba a sus espaldas, y antes de poder voltear una mano se posó sobre su hombro derecho y miles de voltios recorrieron su cuerpo en pocos segundos. Cayó de rodillas derrotada.

—La próxima semana volverás con Price. Esperamos que haya más suerte. Buen entrenamiento —Y se retiró del patio despidiéndose con la mano.

Cammy White deseó no estar cometiendo un error