Bridgette y Marinette se conocen la última noche del año y se disponen a pasar la velada con sus familias. Félix está en camino, aunque preocupado por el bienestar de Adrien entre otras cosas… quien por cierto, es testigo de la notable interacción entre su padre y abuelo. ¡GRACIAS POR LEER!
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"CONOCERSE DE NUEVO"
CAPÍTULO 6: Nochevieja.
Residencia Marchant.
Jueves 31 de diciembre de 2015. 18:50 hrs.
Desde que había despertado, Bridgette no recordaba haber estado tan sobrecogida y sin duda esto coronaba una semana REPLETA de acontecimientos. En el poco tiempo que llevaba consciente ya había pasado por todo el espectro de las emociones, desde lo más vil hasta la más maravillosa. Había sido una montaña rusa frenética, sin frenos y nada parecía indicar que se detendría muy pronto.
Esto sin duda que se llevaba la guinda del pastel.
—¡Marinette! —Bridgette hizo esfuerzos por no echarse a llorar. Tomó las manos de su sobrina con fuerza— ¡No puedo creerlo! ¡SABI, TOM! ¡Marinette es PRECIOSA!
—Gracias, Brid. —sollozó Sabine, quien era contenida por Tom.
—¡Me alegra tanto que estés despierta, tía! —exclamó Marinette, quien también estaba emocionada, luciendo una sonrisa gigante— ¡Supiste en seguida quién era! ¡Ni tuve que decírtelo!
—¡Imposible no saberlo! —Bridgette le acarició el rostro— Eres igual a la tía Lixue… tienes algo de Tom por ahí y de Sabine, pero…
—¡Ya dilo de una vez, Bridggie! —rió Tom de buena gana— ¡Mi Marinette se parece mucho a ti!
—De nosotras dos, tú eras la más parecida a la tía Lixue. —añadió Sabine con alegría— ¡En esta familia salimos parecidas a las tías!
Bridgette quiso añadir algo, pero se puso a llorar. Una mezcla de tristeza (por haber perdido la oportunidad de consentir a su sobrina cuando era peque) y felicidad (por conocerla por fin) le embargó el corazón, pero lejos de ser algo negativo, le dio un latido precioso. Marinette aprovechó y tras sentarse en su regazo, la abrazó.
—¡Marinette, ten cuidado con tu tía! —reclamó Sabine.
Los Dupain–Cheng tenían planes muy diferentes para esa nochevieja, que habían cambiado radicalmente desde el despertar de Bridgette. Rápidamente decidieron pasar la última noche del año con ella y por eso se instalaron en la residencia, siendo acomodados en una mesa en el comedor principal, junto con las demás familias que acompañaban a sus parientes internados y que se podían mover.
Lo más intenso de la velada sería que Marinette por fin conocería a su tía y viceversa. Obvio que Bridgette sabía de su existencia y hasta fotos había visto, pero no la había conocido en persona sino hasta ese momento, todo en un afán de no abrumarla demasiado con la información. Igual las emociones iban a estar a flor de piel, pero al menos el impacto estaría más suavizado.
—¡Me hablaron mucho de ti, tía! Solo las cosas buenas, claro. ¡Moría de ganas de conocerte! Lamento no haber podido venir antes.
—¡Vamos a tener bastante tiempo para conversar nosotras dos! ¡Tienes que ponerme al día en todo! Tom me dijo que podías enseñarme a usar esa cosa… —Bridgette señaló al celular que yacía en la mesa. Era un smartphone bastante práctico, pero ella lo consideraba obra de brujería: su último celular había sido el mítico Nokia 3210, punta de lanza en su momento y quizás uno de los modelos más populares de su generación… pero esto que le habían pasado era totalmente marciano a sus estándares. ¿Pantalla táctil a colores? ¡¿Y los botones donde estaban?!
—¿Eso nada más? Papa… —Marinette se volvió hacia Tom muy reclamona— ¡Te dije que le consiguieras uno mejorcito, no eso! ¡Ni siquiera va a poder hacer videollamadas!
—¡Sirve para aprender y hablar por teléfono! —se defendió el panadero— ¿Qué más necesita?
—¡Redes Sociales! —Marinette se sopló el flequillo— ¡Aish! ¡Debiste hacerle caso a Alya cuando te recomendamos teléfonos el otro día!
—… ¿Qué cosa?
Sabine rió de buena gana al ver la cara de confusión de su hermana y el alegre intercambio entre Tom y su hija. Suspiró, con el corazón llenito de esperanza, y miró la hora: había invitado a Félix a pasar la velada con ellos y ya debería estar por llegar. ¡Era impresionante como todo había cambiado en menos de una semana! Si tan solo sus tíos pudieran verlos a todos… la pareja nunca perdió la esperanza que Bridgette se recuperaría, pero lamentablemente habían muerto hacía algunos años. Esperaba que ahora sus espíritus descansaran en paz al saber que la mayor de las hermanas Cheng por fin había recuperado la consciencia. Ahora solo tenía que recuperar su vida y ya…
… y esperaba que Félix estuviera a la altura.
Tenía que ser sincera consigo misma: al principio Sabine DETESTABA al sujeto. Había visto como Bridgette había sufrido por su culpa y como su hermana había sido incapaz de olvidarlo. Fue testigo de los malos tratos y le fue muy difícil pasar todo eso por alto. En un principio incluso lo había culpado del accidente y aborrecía que el sujeto visitara a su hermana, pero… el tiempo pasó y gracias a la mediación de Tom, aprendió a conocerlo mejor y poco a poco su predisposición para con él cambió. Sabine se sorprendió a sí misma un día defendiéndolo de las acusaciones de Allegra, quien estaba convencida que Félix había empujado a Bridgette contra el camión.
Lo había perdonado hacía varios años. Y ahora sabía muy bien que Félix correspondía a los sentimientos de su hermana… si es que ésta todavía los tenía en su corazón.
—Ya te irás acostumbrando a los teléfonos nuevos, Bridggie. —la animó Tom— Son intuitivos, ya verás. Así podremos estar en contacto con más fluidez.
—¡Deja que te configuro el teléfono! —Marinette tomó el aparato y en seguida se las apañó para personalizarlo— ¿Tienes un email, tía?
—Sí tengo uno… o tenía. Quizás se venció…
—Lo más probable… ¡te crearé otro! También te pondré whatsapp y quizás FB, para empezar. ¡Ah sí! También te pondré las alertas akumas…
Una gota se deslizó por la cabeza de Bridgette. Tenía mucho que aprender, y aunque esa conversación la hubiera agobiado bajo circunstancias normales, como que la alegría de Marinette la ayudó a tomárselo con calma. Moría de ganas por conocer bien a su sobrina, se notaba que tenía una personalidad muy burbujeante y dulce. Su mirada era compasiva y astuta, reflexiva además, lo que le recordó mucho a ella misma a su edad.
A Tikki le habría caído muy bien, seguro.
Hablando de la kwami…
Tikki estaba en el bolsito de Marinette, con los nervios de punta. Y no solo eso, sino con una jaqueca que apenas podía controlar. Todo el día había estado muy ansiosa e incluso Marinette se había dado cuenta. Tuvo que tomar un refuerzo de medicina, pues sentía los inicios de una jaqueca. Había conseguido preocupar a su portadora, quien tuvo la precaución de acondicionar su bolso para que Tikki estuviera lo más cómoda posible… y lo estaba, solo…
… moría por asomarse bien. Y temía hacerlo porque ya se le había desatado el dolor de cabeza y el mundo le daba vueltas: eso impediría que fuera lo bastante sigilosa como para asomarse en propiedad a ver cómo estaba Bridgette. ¡Pero podía escucharla y se la oía bien! Y tenía la certeza que Marinette la visitaría seguido, lo que le abría un mundo de oportunidades.
Escuchar a su antigua portadora era como un bálsamo para su corazón.
—¡Eh, Félix! ¡Llegaste! —se oyó la voz de Tom— ¡Ven aquí a celebrar!
Tikki, al escucharlo todo, desde la seguridad del bolso de Marinette, sonrió satisfecha. Los engranajes se estaban ajustando… tan solo esperaba que a partir de ahora por fin, ¡por fin!, Bridgette y Félix cumplieran sus anhelos.
Ya habían sufrido demasiado.
Departamento de Félix.
Horas antes.
Félix colgó el celular y suspiró por completo preocupado. Ya llevaba todo el día ansioso y con buenos motivos. El tema de Bridgette estaba en el centro de sus preocupaciones esa semana y ocupaba gran parte de su atención, pero aquél día había tenido que forzosamente prestarle más atención al resto de su vida. En el ámbito laboral, tuvo que sacar de apuros a un cliente que metió la pata de la forma más espectacular posible (solo diré que su amante y esposa coincidieron en un ascensor), sin mencionar sus otros casos activos, y por supuesto, Annelisse le dio la trágica noticia que el juez que llevaba el proceso de custodia había decidido salir de vacaciones sin previo aviso, retrasando una vez más las audiencias.
—Supongo que ya interpusiste un recurso contra el juez, ¿no?
—¡Por supuesto, Agreste! ¿Me tomas por una pasante acaso?
Con ese frente cubierto, tuvo que encargarse del que irremediablemente estaba unido a eso. El día anterior se había enterado gracias a Nathalie, que Marcel Agreste había regresado a vivir a la mansión, lo que lo tuvo con reflujo todo el día por la ansiedad. Bien poco le importaba lo que hiciera su padre, pero la sola idea que estuviera cerca de Adrien le pateaba el hígado y el páncreas. ¡Qué mujer tan maldita! ¿Es que en serio no creyó que debía saber ANTES que Marcel Agreste estaba en la mansión? Por él que Gabriel se pudriera, pero ¡Adrien!
Obviamente había llamado a su sobrino en el acto para preguntarle si estaba bien o no, pero el muchacho para variar le había quitado importancia al hecho. Apenas llevaba unos días, pero asimismo, apenas se habían cruzado. Su aprensiva naturaleza lo llevó a advertirle a Annelisse sobre el giro de eventos, la abogada prometió que usarían hasta los estornudos del abuelo en contra de Gabriel, y a llamar más seguido a su sobrino. ¡Tan solo esperaba que Adrien mantuviera la distancia!
De hecho acababa de colgarle y por supuesto no se había quedado tranquilo. Quiso llamarlo para desearle un buen año y para preguntarle si estaría bien o no. Se sorprendió con la noticia que habría una cena de año nuevo en la mansión y que pasaría la velada con su padre y abuelo, a diferencia de lo ocurrido la pasada navidad. Nuevamente advirtió a Adrien que se mantuviera alerta.
¿Pasaría algo si iba a la mansión a buscarlo? ¿Aparte del drama familiar que eso generaría? Rápidamente le mandó la consulta por whatsapp a Annelisse a ver qué le decía.
Jejejeje, si él fuera el abogado, seguro la respuesta sería…
—¡NI TE ATREVAS! Si lo haces, renuncio. —la respuesta de la abogada fue tajante— Sé que estás preocupado, pero si te presentas en la mansión con tu padre ahí, a sabiendas de lo que pasó entre ustedes y como se llevan, será un desastre para nuestro caso. Adrien es inteligente, pero le haré juicio a tus preocupaciones. ¡Yo me encargo! —añadió la mujer en un mensaje de voz.
—Lo dejo en tus manos. ¡Felices fiestas, Annie!
Félix suspiró de nuevo, sin poder sacudirse la preocupación de encima. Se fijó en la hora y ya vio que era tiempo de partir. Eso le llenó de mariposas el estómago. Sabine y Tom siempre lo invitaban a pasar las fiestas con ellos, pero llevaba años sin aceptar. Por lo general pasaba solo o acompañando a Bridgette y ese año… no sería muy diferente, pues sí pasaría la medianoche con ella, pero esta vez la chica estaría despierta y eso… eso…
Miró al techo y suspiró sonoramente. Él tenía muy claro donde yacían sus lealtades y seguiría fiel a ellas. Estaba seguro de sus sentimientos y no dudaba, pero ¿ella? ¿Qué pensaba Bridgette del Félix actual? ¿Lo aceptaría o preferiría al anterior? Además… ¿Cómo retomar el hilo de una vida y continuarlo? ¿qué esperaba él mismo de toda la situación? Quizás Bridgette querría continuar por su camino y dejarlo solo… lo que no le sorprendería. No tenía mucho que ofrecer… solo él mismo, el gruñón, arisco, y aburrido abogado, que por quince años había velado a su querida Bridgette, a sabiendas que ésta podría no querer tener nada que ver con él.
Bridgette en un momento lo amó. Se convenció que él la odiaba y dejó de perseguirlo. Huyó de él como si fuera una quimera cuando Chat Noir reveló ante ella su identidad secreta…
—Estoy confundido… —suspiró apenado.
—¡Pues Más Te Vale Que Despabiles, Que No Voy A Permitir Que Pases El Año Nuevo Solo Otra Vez!
¡Santa Madre de Dios! Félix casi pegó un salto de medio metro al escuchar el regaño de Teresa, que vaya a saber Dios de donde había salido. ¡¿Cómo lo hacía esta mujer?!
—¡Teresa! ¿Qué no sabes tocar la puerta? —reclamó Félix, sujetándose el pecho— ¡¿De dónde sales?!
—Tienes la puerta abierta y llevo al menos cinco minutos tratando de llamar tu atención. ¿Estás bien?
—Sí, estoy estupendo, yo…
—¡Mientes! —exclamó Teresa frunciendo el ceño, para luego suavizar sus expresiones— Estás preocupado. ¿Qué pasó ahora, Feliciano?
—De todo un poco. Marcel está en la mansión, mis clientes no tienen criterio alguno… iré a pasar el año nuevo con Bridgette…
—¡Con tu Garota! ¡QUÉ ALEGRÍA! Y yo preocupada que te ibas a quedar solito. —la mujer lo sujetó por las mejillas— ¿Vas todo guapo y perfumado?
—¡TERE!
—¡Vas muy peinado! —Teresa le arregló los cabellos y las ropas— Muy formal, Feliciano, tienes que ponerte más casual, sobre todo si quieres llamar la atención de tu chica.
—¡Ya déjame en paz, mujer!
—Pero sigues muy preocupado. —Teresa por fin lo soltó— Ten fe que todo saldrá bien, garotinho, ya verás.
—Envidio tu optimismo…
—Lo superarás. —Teresa, con toda la confianza del mundo, ayudó a Félix a ponerse su abrigo— ¿Llevas tus documentos? ¿Dinero por si acaso, el celular cargado? ¿Tu inhalador?
—Sim mãe.
—¡Aah! ¿Y tú desde cuando sabes portugués?
—Solo unas frases pocas aquí y allá… Sim mãe se la escucho a tus hijos a cada rato.
Teresa lo despeinó un poco y lo empujó por la puerta, no sin antes pasarle las llaves.
—Ya vete de una vez y ¡no te quiero ver de regreso antes de medianoche! —le reclamó mientras lo empujaba al ascensor.
—¡Ya voy, déjame en paz!
—¡Y me saludas a Bridgette!
—¡Felices fiestas, Tere!
Las puertas del ascensor se cerraron y pronto Teresa estuvo sola en el pasillo. Tenía una enorme sonrisa en el rostro, y se sentía muy feliz por Félix. En serio había temido que el hombre se encerrara en su cuarto a pasar el año nuevo, solo otra vez, como había agarrado la costumbre, así que saber que iba a pasar con su familia, porque Bridgette lo era, le alivió veinte veces la carga.
—¡MAMÃE! —sintió la voz de uno de sus hijos.
¡Ah, el deber llamaba!
—¡JÁ VOU!
Mansión Agreste. Habitación de Adrien.
En esos momentos.
—Tu tío definitivamente no te quiere cerca de tu abuelo. —comentó Plagg cuando vio que Adrien colgaba la llamada, ansioso, pero haciéndose el desinteresado.
—Mi tío nunca se ha llevado bien con el abuelo. —Adrien suspiró, mientras guardaba su teléfono en lugar seguro, donde su padre no pudiera encontrarlo— Por decirlo de forma elegante.
Plagg rodó los ojos. Él había sido testigo directo de las peleas entre Félix y Marcel: sabía bien la extensión del rencor entre ambos y los motivos detrás de ello. Es más, él tampoco estaba nada contento con la situación, por lo que trataba sutilmente de que su cachorro no tuviera razones para acercarse a su abuelo. Sabía bien de que era capaz el hombre, pero de entrada no podía decirle todo a Adrien así como así. En primer lugar, no podía decir el nombre de ninguno de sus portadores y en segundo… explicar cómo y porqué sabía lo que sabía iba a estar muy, muy cuesta arriba. Suspiró y se comió un trozo de queso para aliviar su conciencia: ¡Nada que hacer!
—No sé, Plagg. —Adrien entrecerró los ojos, muy pensativo. El kwami le prestó atención casi aguantando la respiración— el abuelo no me ha dado motivos para desconfiar de él, pero… algo tiene que me pone los pelos de punta.
—Haces bien. Ese hombre no es buen trigo. —Plagg miró muy serio a Adrien, quien comprendió el silencio que se instaló entre ambos.
—Ni modo. Pudo ser peor.
En ese momento Nathalie llamó a la puerta y se asomó a la habitación. Le indicó que su padre y abuelo ya estaban en el salón esperando que bajara y Adrien forzó una sonrisa. No quería estar cerca de ninguno de los dos, prefería mil veces estar solo que con ellos. Hubo un tiempo en que anhelaba pasar tiempo con su padre, pero desde aquello, mucha agua había corrido bajo el puente. No le emocionaba en lo más mínimo estar al alcance de sus burlas, sobre todo porque Gabriel sabía cómo herirlo y se aprovechaba de aquello. Respiró profundo para sofocar su ansiedad: Plagg, aprovechando que Nathalie se había dado la vuelta, voló al bolsillo de Adrien y comenzó a ronronear para darle valor a su portador.
Simplemente se armó de coraje, se ajustó la sudadera y siguió a Nathalie por el pasillo, agradecido por el ronroneo de Plagg, que de verdad le calmaba los nervios. No se tardó mucho en llegar, Nathalie le acarició los cabellos brevemente antes de anunciarlo, y entró al salón ya dispuesto a soportar una velada no muy agradable.
—Es año nuevo, Adrien. ¿Qué haces vestido en esos harapos? —preguntó Gabriel con disgusto ni bien lo vio.
—Hace frío Père. Era lo que tenía a mano. —el tono de Adrien rayó en la insolencia, pero no tanto como para que lo regañaran— Si quieres voy a cambiarme.
Adrien tenía la esperanza que le permitieran cambiarse de ropa, así se podría tardar bastante y pasar el menor tiempo posible con Gabriel. Sus niveles de ansiedad se disparaban en la cercanía del hombre, pero desde hacía un tiempo a esta parte, como que su rebeldía ya comenzaba a aflorar.
—Ve y cámbiate al terno gris pizarra aprobado para la próxima temporada. ¡Y cuidado con arruinarlo o te lo descuento del sueldo!
Adrien estaba a segundos de responder con una grosería. El terno aludido era de la colección primavera – verano, y por ende de telas livianas. Estaban en pleno invierno y desde su escapada de la semana anterior, Gabriel había ordenado que su habitación se mantuviera en 15° C, por lo que obviamente llevaba ya algunos días pasando frío. Sin embargo no fue necesario que dijera nada.
—¡Cómo si le pagaras sueldo, Gabito! Eres un negrero, seguro te lo embolsas todo. —se burló Marcel apareciendo de pronto, interponiéndose entre ambos y fijando la mirada en su nieto— Eres un mediocre más, muchacho. ¡Menos mal te pareces a tu madre!
—Gracias, supongo.
Era la primera vez que Adrien interactuaba con su abuelo y solo confirmó que no le daba buena espina. Tampoco a Plagg, quien parecía que hasta siseaba de disgusto. Gabriel avanzó sobre Adrien y quiso sujetarlo de la sudadera para sacudirlo, pero el muchacho retrocedió.
—¡No te me acerques! —exclamó molesto, levantando las manos.
—¡¿Qué pretendes, muchacho?! ¿Acaso crees que te voy a pegar? —Gabriel se irguió en toda su altura y se llevó las manos a la espalda— ¿Tienes miedo, cobarde? Solo quería arreglarte un doblez.
—Contigo nunca se sabe —pensó Adrien, pero se abstuvo de decirlo. Se puso muy serio y firme, aunque estaba muy nervioso por dentro. Prefería mil veces enfrentarse a un akuma o a Papillón en persona antes que a su padre—. Notado, pero no te me acerques así de nuevo, Père.
—ZAS—
Por mero reflejo, Adrien se hizo a un lado justo a tiempo y de un solo movimiento atajó el bastón con el que su abuelo pretendía pegarle en la cabeza. Por inercia le arrebató el objeto, lanzándolo lejos. Solo se vino a dar cuenta cuando el bastón rebotó contra el suelo un par de veces, pasando a llevar un jarrón cercano, que de milagro no se rompió. Gabriel tuvo un tic nervioso: ni siquiera se percató que Marcel le iba a pegar a Adrien, pero por lo visto su chiquillo sí, aunque fuese una reacción más bien instintiva.
La esgrima, por lo visto, rendía frutos. ¡Argh! ¿Por qué tenía un hijo tan…? ¡ARGH!
Al menos se había metido en problemas con Marcel. Quizás su padre decidiera atormentar a su nieto en lugar de a él y así lo dejaba en paz.
—¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¿Viste eso, Gabito? El muchacho tiene más agallas a los 14 que tú a la misma edad. —se carcajeó Marcel de buena gana y casi con orgullo— ¡Y tiene destrezas que no teme usar! No como tú, que además hubieras mojado los pantalones del susto.
—¡PÈRE! —Ladró Gabriel escandalizado, pero Marcel lo ignoró en favor de Adrien.
—Así estás bien vestido, muchacho. No es necesario que te cambies. ¡Esa fue una gran reacción! ¿Dónde la aprendiste?
—En esgrima. —reconoció Adrien igual de perplejo que Gabriel.
—¡Ah, ya veo! Más te vale practicar mucho esa disciplina para que seas excelente y humilles a cierto malagradecido que conozco y no como tu padre, que fue un fracaso rotundo. —Marcel se volvió hacia su hijo cuando lo sintió gruñir de rabia— ¿Tienes algo que decir, Gabito?
—Non. ¡Solo dejemos los recuerdos para…!
—Non, ¿qué? ¿O acaso no te crié bien?
—Non, père. —Gabriel apretó los dientes, contra su voluntad y orgullo.
Así cómo Gabriel sabía cómo maltratar psicológicamente a Adrien, Marcel sabía cómo torturarlo a él. Esta humillación iba a estar difícil de sanar. ¡Era Ya Todo Un Hombre! ¿Cómo era posible que las burlas de un anciano como Marcel siguieran controlándolo? Hervía de rabia, sin duda.
Y a todo esto, ver cómo se había volteado la tortilla y como que su padre estaba por completo disgustado con la situación como que hizo feliz a Adrien. Nada como un poco de karma para finalizar el año. Tomó notas mentales de todo para contarle a su tío y a Marinette cuando tuviera la oportunidad.
Quizás también debería contarle a Annelisse.
—Tratemos de ser una familia esta noche. —Marcel miró de reojo a su nieto, suspirando— Y mientras buscas mi bastón, te contaré algunas cosas sobre tu tía Elise.
—No tengo ninguna tía Elise…
Gabriel rodó los ojos. Marcel ya se había tardado en hablar de su hermana. ¡Qué bodrio! ¿Tenían que recordarle a esa pequeñaja que apenas vivió? La detestaba, siempre lo había hecho. Lloraba mucho de noche y solía perseguirlo por toda la casa. Arruinó muchas de sus cosas y nadie nunca lo compensó. Sus padres no debieron tener otro bebé tan mayores.
¡Bah! ¡El debió ser hijo único! Odiaba a la gente, así de simple.
—¡Ah, pero por supuesto! —exclamó Marcel extrañado— Olvidaba que tu padre la resintió cuando nació porque dejó de ser el bebé de la familia… aunque no digamos que ha madurado mucho.
Marcel miró de reojo a Gabriel con mucho peligro. El diseñador estaba que explotaba de indignación y a duras penas se contenía. Adrien no se perdía detalle, fascinado por el giro de eventos.
—Père, agradecería que me respetaras en mi propia casa.
—Cuando tengas tu propia casa, veré si te respeto. —retrucó el anciano. Marcel y Gabriel cruzaron miradas peligrosas— Aunque lo niegues, Gabito, siempre has sido un resentido, rencoroso y estúpido lleno de importancia, incapaz de empatizar. ¿Por qué no le dijiste a mi nieto que tuviste una hermana menor?
—No era necesario. Elise fue inconsecuente.
—Según tú y tus resentimientos.
Gabriel volvió a rodar los ojos. Si bien para él su hermana había sido algo muy efímero, para Marcel lo había marcado a fuego, al punto de convertirse en un supervillano. ¡Idiota!
Adrien por su parte apretó los dientes. Tenía el chisme en carne viva, ¡ni de chiste hubiera pensado que tenía otra tía! Y sobre lo que estaba viendo con sus mayores… No sentía lástima por su padre, pero al ver cómo Marcel lo trataba, muchas cosas le hicieron sentido. En todo caso, no se alegraba ser testigo de ello, de hecho, estaba cada vez más incómodo, pero ¿de ahí a sentir lástima por Gabriel? Pues no. Estaba seguro de que su tío Félix había recibido un acoso mucho más marcado y tóxico y ahí lo veía como una persona bastante normal y decente.
Cierto, gruñón, arisco y mañoso, pero buena persona y sin duda la persona que le hubiera gustado tener como padre en lugar de Gabriel. ¿En serio Emilie tenía que haberse fijado en el menor de los Agreste? Bueno, el mayor ya estaba tomado, así que ni modo, pero ¡¿En serio?! ¿No pudo buscarse a otro?
Adrien se sopló el flequillo y fue por el bastón, regresándoselo a su abuelo. Plagg se revolvía inquieto en su bolsillo y tanto Gabriel como Marcel se mataban con la mirada y esto apenas estaba empezando. El muchacho tragó saliva. ¡Iba a ser una larga noche!
Hubiera preferido pasarla solo.
Continuará
Por
Misao – CG
Publicado el jueves 20 de mayo de 2021
Próximo capítulo: Tal vez celos
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Alix sin dejar de pestañear.
—Que mi hermano es un idiota —se lamentó Juleka, cruzándose de brazos.
—¿Fue idea mía o Adrien intentó marcar territorio? —preguntó Nino, todavía haciendo cálculos mentales. Las chicas todas asintieron sin darle crédito a lo que acababan de ver.
Fue cuando Alya estiró los brazos.
—¡PROGRESO POR FIN!
Notas finales: Casi, casi me olvido de actualizar hoy, pero finalmente me acordé. Ha sido una semana cansada, pero vale la pena. Como vieron, Bridggie ya se encontró con Marinette, tiene un celular que apenas entiende y va a pasar el año nuevo con su familia. Félix… es un gato viejo nada más y Adrien… ¡tiene motivos para estar desconfiado! Aunque está bastante entretenido viendo el vuelco de eventos en su casa. Y sí: Gabriel tenía celos de su hermana menor. ¡Gracias por darme una oportunidad!
Y hablando de oportunidades, ¿leyeron lo nuevo de Abby? VAYAN. No quiero morir sola de ansias. ¡VAYAN!
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
BRÚJULA CULTURAL:
Traída a ustedes gracias a la magia de Google, Wikipedia y otros sitios afines.
Nokia 3210: Fue un teléfono muy popular, lanzado en 1999. El público objetivo fueron los jóvenes, por primera vez en la industria de la telefonía móvil. La inclusión de 3 juegos, carcasas intercambiables, tonos de llamada personalizables, envío de imágenes en SMS y un precio competitivo consiguieron que tuviera una gran popularidad en jóvenes de entre 15 y 25 años.
Este modelo fue sucedido por el Nokia 3310, el inmortal, cuya fabricación comenzó en el primer trimestre del 2000… tuve uno de estos y en serio… en serio, no solo la batería le duraba días, sino que el desgraciado no se dañaba con nada, ni aunque lo agarrases a martillazos. Un teléfono digno de Chuck Norris.
