Hola. Muchas gracias por los reviews. Me alegra que os esté gustando la historia. Siempre agradezco que me deis feeback ^^.
No os preocupéis, no os haré esperar demasiado, estoy actualizando bastante seguido. Dentro de poco acabaremos el bloque introductorio y pasaremos a la chicha. ¡No os lo perdáis!
Estaba sola. Por primera vez desde hacía años, la voz de Venom no la acompañaba. Sus pensamientos vagaban en una nebulosa, en una burbuja de dolor y pánico. Venom absorbía esos sentimientos, se nutría de ellos y la ayudaba a mantenerse centrada, y lo bastante alegre como para no caer en una depresión.
La relación simbiótica entre ambos iba más allá de una fortaleza física. Él la necesitaba para vivir, y ella le necesitaba para mantenerse cuerda, para no sucumbir a su propia locura. Cuando despertó, le temblaban las manos. Sus manos… hacía una eternidad que no veía sus propias manos.
Estaba encerrada en una celda de Cristal. Sabía exactamente dónde. Eran las celdas de contención de la Torre de los vengadores. Cuando escuchó pasos se colgó instintivamente del techo. La ropa que le habían puesto le resultó incómoda, se movía. Se había acostumbrado tanto a Venom que esa separación entre la piel y la ropa le resultaba antinatural.
Aisha fue la que entró en la habitación en primer lugar. Se dejó caer y la miró con los ojos cargados de rabia.
_ ¿Te salvo la vida y así me lo agradeces? Tendría que haberte dejado en esa azotea.
_ No he sido yo la que te ha encerrado ahí. Ha sido Morgan. Yo sólo te traje para que te cuidaran en la enfermería.
_ ¿Y qué pasa con mi traje? ¿Dónde está? _ Se negó a llamarlo por su nombre, por miedo a que eso complicase aún más las cosas.
_ Cuando bajé a recogerte estabas en ropa interior. No sé nada sobre tu traje… se desintegró cuando te caíste.
_ No, eso no puede ser… _ Golpeó el cristal, le dolió.
_ Sólo Hulk habría podido romper ese cristal, estás perdiendo el tiempo.
No había sido Aisha la que había contestado. Morgan había estado unos momentos simplemente observando. Cuando se adelantó, la prisionera le dio la espalda. Morgan suspiró y le puso la mano en el hombro a Aisha.
_ ¿Puedes dejarnos solas? Deberías volver a la enfermería. Tú no te regeneras como ella.
_ Sí que necesito descansar. Esa mujer… me ha hecho trizas. _ No le gustaba admitirlo, pero por la forma en la que se movía, resultaría difícil ocultarlo. _ No seas muy dura con ella.
Morgan se volvió hacia la jaula cuando se quedaron solas.
_ ¿No piensas mirarme? _ Ella negó con la cabeza, aún dándole la espalda. Morgan suspiró. _ May, te puedo tener ahí encerrada días antes de tener obligación de informar a nadie. Vamos, ¿Te has olvidado ya de tu tía favorita?
_ Mi tía favorita no me tendría encerrada en una jaula de cristal. _ May, hacía tiempo que nadie la llamaba así.
_ Mataste a un vengador, ¿Sabes dónde se supone que tendría que encerrarte? _ Morgan apoyó las manos sobre el cristal. _ ¿No vas a contarme por qué?
_ No me creerías. _ May se sentó en la cama de su prisión, mirando finalmente a Morgan. _ Aún me cuesta creérmelo a mí.
_ May, mataste a tu padre… estoy convencida de que había un buen motivo. Pero huir y desaparecer como lo hiciste no ayudó a nadie. _ La miró a los ojos. _ Cuéntamelo. No sabrás si te creo hasta que no lo hagas.
_ Creo que paso… _ May se tumbó en la cama.
_ Muy bien. Quizá no me lo cuentes a mí… pero se lo contarás a MJ.
May se estremeció y se incorporó repentinamente. Abrió mucho los ojos.
_ No le habrás dicho que venga. _ Golpeó el cristal de nuevo, con ambas manos, provocando que retumbase.
_ Verás… eres menor y… ella sigue figurando como tu tutora legal. No podía negarme a llamarla, siquiera.
_ No quiero verla. _ En aquel momento May sí que pareció terriblemente enfadada. _ ¡No puedes obligarme a verla!
_ Por desgracia para ti, sí que puedo, May. Es tu madre, y vais a hablar. Bastante tiempo llevas rehuyéndola.
Morgan abandonó a May con sus pensamientos. Sabía que no le hacía ningún bien dejándole allí sola, vigilada por Natasha y nadie más. Pero no podía dejar que su afecto por ella nublase su juicio. Seguía estando acusada del asesinato de un vengador, de su propio padre, para más señas.
Cuando salió, se encontró con Darcy, que venía con una toalla en los hombros, y visiblemente sudorosa. Morgan aún estaba inquieta por el abrazo que se habían dado la última vez que se habían visto. Pero Darcy no debió darle importancia, porque no dijo nada al respecto.
_ Entonces… Esa chica que está en los calabozos… ¿Es la hija de Spider-Man? _ Se cruzó de brazos.
_ Sí, y por lo que sabemos… también su asesina…
_ Y yo creía que tenía problemas con mi madre… _ Darcy bufó. _ Vaya, no me extraña que la hayas encerrado entonces… una pena, sería una gran adquisición para el equipo.
_ Supongo… ¿De dónde vienes? ¿Has estado usando el gimnasio? _ Le preguntó.
_ ¿Me estás diciendo que me duche, Morgan? _ Sonrió, Morgan se había sonrojado. _ Ya iba para allá. Vengo de las pruebas físicas.
_ ¿Pruebas físicas? _ Inquirió Morgan.
_ Sí, me las hicieron antes de meterme en el congelador, tenía que repetirlas. Ya sabes, para comprobar que no me vaya a estallar un riñón. Las he estado dando de lado. Si alguna vez conoces a alguien que se apunte al Course Navette voluntariamente, dispárale, es un ladrón de cuerpos.
_ Ya… la verdad, te entiendo, es un infierno. _ Secundó Morgan. _ Espero que estés bien.
_ Sí, mejor que nunca, de hecho, será que pasarse veinte años en hielo es bueno para la salud. _ Se secó el pelo con la toalla. _ En fin, cuando hayas acabado deberías estar un rato con Cassie. La pobre está aburridísima. Enséñale tus juguetes o algo.
_ No te prometo nada, Darcy. Pero lo voy a intentar.
Mary Jane Watson estaba muy nerviosa mientras se dirigía hacia las celdas. La llamada de Morgan la había tomado por sorpresa. Y había sentido el corazón en un puño toda la mañana. Había pedido el día libre en el trabajo y al encontrarse frente a la celda supo que había merecido la pena.
_ Mayday… _ Colocó las manos sobre el cristal. _ Pensé que no iba a volver a verte.
May le daba la espalda, abrazándose a sí misma, y lamentando profundamente no poder volver a ser Jennifer. Pero no podía volver a serlo sin Venom.
_ May… por favor, mírame. Hace años que no te veo.
May finalmente se armó de valor y se giró hacia su propia madre. Se quedó en shock un instante al observarla. Esperaba ver resentimiento en sus ojos… pero no lo vio. Sólo preocupación sincera, y quizá… decepción. Pero no resentimiento, ni el odio que sabía que se merecía.
_ Mírate… has crecido una barbaridad… y sin mí. _ MJ mostró una triste sonrisa. _ ¿Estás comiendo bien?
_ Sí mamá, estoy comiendo bien. _ Se abrazó a sí misma, sintiéndose incómoda. _ Deja de marear la perdiz… ambas sabemos que no podemos seguir esquivando el tema.
_ May… ¿Mataste a tu padre? _ A MJ le dolía hacer esa pregunta. Para su sorpresa May sonrió.
_ No. Pero te adelanto la siguiente pregunta, sí que maté a Spider-Man.
_ May… Tu padre era Spider-Man… _ Suspiró MJ.
_ Esa es la cuestión… que maté a Spider-Man, pero no a Peter Parker… Mi padre ya estaba muerto aquella noche. Pero no estás preparada para tener esa conversación, mamá.
_ Entonces… sólo dime… Lo que hiciste. ¿Por qué lo hiciste?
_ Lo hice porque era lo correcto… _ Se sentó en la cama de la celda. _ Porque era mi responsabilidad, mamá. No espero que lo entiendas, aún me cuesta entenderlo a mí… pero si no lo hacía… Si aquella noche no hubiera intervenido… tú habrías estado en riesgo… Los vengadores también… ni siquiera estoy segura de quién habría estado a salvo.
_ May… no me digas que huiste porque te preocupaba que no lo entendiera. _ Se deslizó sobre la pared para quedar a su altura. _ No tengo que entenderlo, eres mi hija. Confío en ti.
May le devolvió la mirada, y al ver a su madre sonreír, no pudo evitar devolverle el gesto.
_ Cuando el otro día viniste a salvarme… fue como un sueño. Había perdido toda esperanza… pensando que te había perdido. Y ahora estás aquí, delante de mí. Escúchame… conseguiré sacarte de aquí… Y vas a volver a casa, ¿De acuerdo?
_ ¿De verdad quieres que vuelva?
_ No seas tonta, May… por supuesto que quiero que vuelvas. Tengo todas tus cosas aún esperándote. Escucha, ahora tengo que marcharme, pero volveré a verte pronto, ¿De acuerdo?
_ De acuerdo. _ Susurró May. Cuando vio que su madre se giraba, sin embargo, la detuvo. _ Espera…
_ ¿Sí?
_ Gracias mamá. _ May miró al suelo.
_ ¿Por qué, cielo?
_ Por darme esperanza.
Cuando se quedó sola de nuevo, May se detuvo a mirarse las manos.
_ Maldita sea, Venom… espero que estés bien…
Cassie ciertamente se sentía fuera de lugar, pero esperaba que cuando hubiera trabajo pudiese cuadrarse mejor. Se sentía muy pequeña a su lado, tanto literal como metafóricamente. Le resultaba irónico cuando pensaba que podía cambiar de tamaño en todo momento, pero que, aún siendo gigante, se sentiría minúscula.
Llevaba toda la mañana vagando de un lado para otro. Incluso había participado en las pruebas físicas con Darcy, aunque eso no había sido precisamente un estímulo positivo para su autoestima. Por ello había ido al campo de entrenamiento a practicar con su nuevo traje.
Y tras echar hasta la segunda papilla, pero convencida de que había conservado la primera en sus entrañas para mantener el orgullo intacto, se había ido hacia la azotea a tomar un poco el aire. Levantó la vista al cielo y emitió un hondo suspiro.
_ Aún no terminas de asimilarlo.
Cassie dio un bote y pegó un grito. No sabía de dónde había salido Morgan y cómo se había sentado a su lado.
_ ¡Joder, Morgan! No hagas eso. Me has dado un susto de muerte.
_ Pues prepárate, porque tenemos a la diosa de la muerte en el equipo. ¿Has alucinado? Porque yo también. _ Extendió una bolsa. _ Te he traído tacos. La hamburguesería estaba cerrada.
_ Yo prefiero los tacos. _ Contestó, cogiendo la bolsa.
_ Entonces estás de suerte. Yo como hamburguesas cuando estoy estresada… la verdad, me sorprende que no me haya convertido en una bola en estos días. _ Confesó Morgan. _ Aunque también podría haber comprado un shawarma.
_ Morgan… ¿Estás bien? Oye, sé que apenas me conoces, pero si quieres soltarte, aquí estoy. _ Se encogió de hombros.
_ No, la verdad es que no estoy bien, Cassie. Yo estaba en mi casa, hacía mis robots… aportaba dinero para los vengadores… y ahora estoy metida en todo este asunto, siendo la niñera de Darcy… que está descontrolada.
_ No será para tanto. Parece competente. Ha traído a Jane y a reclutado a esa diosa de la muerte que mencionas, ¿No? _ Cassie se encogió de hombros.
_ Pero casi se mata por el camino. Actuó a mis espaldas, sin consultarlo, sin tener en cuenta los riesgos. _ Morgan comenzó a respirar atropelladamente.
_ Creía que habías dicho que te fiabas de ella. _ Cassie la miró a los ojos. _ No suena a que sea así. Creo que este no es un trabajo en el que la gente pueda estar segura.
_ Sé que nunca será seguro del todo, pero aún así. No quiero que os pase nada, a ninguno. _ Le dio un bocado agresivo al taco. _ Por eso he venido. Por eso estoy aquí.
_ Morgan… escúchame. Ni siquiera tú puedes salvarlos a todos.
Janet deslizó la tarjeta de Robert por el lector, y la puerta trasera se abrió. Se deslizó en silencio por las instalaciones. Era media tarde y la mayoría de los trabajadores se había retirado ya. Su destino era un terminal de alta seguridad, y eso suponía llegar a los pisos superiores.
No se tropezó con nadie por el camino, algo que la llevó a besar el crucifijo que colgaba de su pecho instintivamente. Casi como una burla, justo después de hacerlo, se topó de bruces con Morgan Stark y con JARVIS. Estaban dando un primer paseo para testear el último modelo. Parecía que las mejoras a los rotores de los hombros eran ampliamente apreciables en la postura de JARVIS, dándole a los hombros una movilidad mucho más natural.
Janet se quedó en el sitio, helada por la pura sorpresa de la presencia de aquellas personas que no se esperaba en absoluto. Se quedó en medio. Morgan elevó la vista y sus miradas se cruzaron, Janet tragó saliva.
_ ¿Te vas a quedar ahí? _ Le preguntó, alzando una ceja.
_ ¿Eh? No. _ Dijo, apartándose a un lado.
JARVIS elevó la vista y Janet notó cómo las cámaras que habría tras aquella máscara de hierro la observaban un instante.
_ ¿Pasa algo?
_ No es nada, señorita Morgan. _ JARVIS volvió a mirar al frente y continuaron andando.
Janet emitió un suspiro de alivio y se dirigió hacia el ordenador. Sus dedos parecieron saber exactamente qué teclas pulsar para atravesar la seguridad y accedió al servidor principal.
_ Veamos quién me buscaba… y cuánto sabéis. _ Susurró para sí misma.
Shin Yang odiaba sentirse vulnerable. La forma en la que la gema se había agotado y la había dejado vendida en aquella batalla la había puesto de un visible mal humor. Por ello cuando llegó a su escondite, lo primero que hizo fue golpear uno de los jarrones de aquel piso y estamparlo contra la pared.
_ Eso era bastante caro, ¿Sabes? _ Respondió una voz de mujer a su espalda.
Ella no reaccionó de inmediato. Al contrario, se tomó su tiempo para reconstruir el jarrón con su magia y volverse frente a la mujer que le había hablado.
_ Tu piedra se ha descargado. _ Bufó, mirándola. _ Me dijiste que le quedaban tres días antes de agotarse.
_ Y así tendría que ser… pero alguien ha estado duplicándose y creando imágenes de dimensiones alteradas. Eso gasta mucha energía.
La mujer colocó su dedo sobre la gema, y esta emitió un resplandor malva antes de volver a teñirse de un brillante color rojizo que acompañaron los ojos de Shin.
_ ¿Has venido sólo por eso o vas a quedarte a tomar el té?
_ Sólo he venido por la piedra. _ Se giró hacia la salida. _ Tengo una araña a la que aplastar.
_ ¿Y qué hay del otro asunto que te pedí? _ La mujer sonrió, con malicia.
_ Primero la araña… luego tus problemas. _ Respondió Shin.
_ Estoy empezando a impacientarme, Shin. ¿No querrás que recupere mi piedra y busque a otro?
_ ¿Otro que no se vuelva loco cuando se la cuelgues del cuello? Te vas a costar encontrarlo. _ La miró fijamente con su único ojo. _ Paciencia. Aisha Wong no es la única hechicera de la ciudad… te conseguiré a una tarde o temprano.
