CAPÍTULO VII
El día siguiente, luego de tan movido fin de semana, Hermione se mostró aliviada de poder despejarse un poco con su trabajo. Antes de salir, como era usual, leyó el menú: "Salmón frío, salchichas"… No siguió y por primera vez en esos meses, lo tachó y llamó a Glondy.
—Dile a Danny que hoy deseo cenar unas costillas de cerdo asadas, puré de papa y verduras tiernas al vapor, y de postre, una ensalada de frutas frescas con sirope de chocolate.
—Sí señora.
—Y que Frith cambie estos pensamientos por unos claveles blancos.
Dar ese tipo de órdenes era tan sencillo que no entendía por qué antes todo le parecía tan difícil. Minutos antes de irse, llegó Danny con actitud seria.
—La señora me ha enviado un recado con Glondy y no estoy acostumbrada a que me manden recados con los elfos. Si mi señora quería cambiar algo del menú, me lo indicaba personalmente.
—Lo siento, pero no me interesa lo que soliera hacer su señora. La señora ahora soy yo y si me parece bien enviar recados con Glondy, Frith o cualquier otro, así lo haré.
—Dispondré la otra comida —dijo después de unos segundos.
Como Hermione no dijo nada más, se marchó. Ya no la asustaba. Danny había perdido el poder sobre ella, igual que Pansy. Tomó sus cosas y se marchó al ministerio.
Cuando estaba a punto de regresar a la mansión, llegó Harry a su oficina. Luego de agradecerle la invitación al baile y repetirle que él y Ginny lo habían disfrutado muchísimo, desacomodando aún más su cabello lo que demostraba que no sabía cómo decirle algo importante, finalmente suspiró y le dijo:
—Zabini ha pedido que se inicie una investigación… Acusa a Malfoy de haber asesinado a Parkinson. Por tu cara deduzco que quizá ya estabas al tanto… Le envié una notificación a tu marido, pero aún así quería decírtelo personalmente. Los he citado para el miércoles a primera hora. Tomé el caso a pesar de que ya no me encargo de estas cosas, pero quiero hacerlo para evitar las murmuraciones en el ministerio o que llegue a oídos de la prensa. Ya sabes que en El Profeta siempre están deseando hacer un escándalo con este tipo de noticias, sobre todo con sus antecedentes.
Hermione le agradeció a su amigo y solicitó tener libres los siguientes días para poder estar con Draco mientras se aclaraba todo.
Hermione se recostó unos minutos en su amplia cama, analizando lo irónica que era la vida. El día anterior supuso que había salido un reportaje del baile de disfraces, pues Blaise había mencionado que Draco había sido noticia en el periódico. Ella no leía la sesión de sociales, y ese domingo mucho menos por lo que había sucedido, pero estaba segura que Parvati había sido muy minuciosa con los detalles. Se imaginó qué pasaría si hubiera otra edición tachando a Draco de presunto asesino. Sabía que eso sacaría viejas heridas debido a su pasado como mortífago. Aún había personas que se quejaban de que los Malfoy se hubieran salvado de pasar una buena temporada en Azkaban después de la guerra. No pudo evitar imaginar el show mediático si alguien llegaba a enterarse, mencionando lo rápido que Malfoy se había vuelto a casar después de matar a Pansy o lo diferentes que eran sus dos esposas: una bellísima sangre pura, inteligente y adorada por todos, y otra nacida de muggles, amiga íntima de Harry Potter por la que Draco había dado en su honor, un fastuoso baile de trajes. Eso sin contar las cartas y vociferadores que recibirían ambos como consecuencia del reportaje.
Hermione supuso que Draco lo había comentado con Theo, puesto que aparecieron juntos para cenar.
—Debes pensar bien en las respuestas que des. A los aurores les gusta entrar en detalles insignificantes —le dijo Theo viendo a Draco con una expresión que no pasó desapercibida para Hermione. Su sexto sentido le dijo que Theo sabía la verdad, pero que Draco ignoraba ese detalle.
—Sé perfectamente lo que tengo que decir —dijo Draco como si estuviera a punto de perder la paciencia.
—Es fácil ponerse nervioso —intervino Hermione apretándole una mano con cariño.
—Exacto. Lo que pasó fue un terrible accidente producto de esa testarudez enfermiza de que ella no le temía a nada. Aquella noche soplaba demasiado viento. Ella era muy hábil con la escoba pero debió prever el peligro. Alguna ráfaga la atrapó y esa osadía le costó la vida.
Hermione asintió completamente convencida de que Theo sabía su secreto y evitó verlo a los ojos para que no descubriera que ella también sabía la verdad.
~ oOo ~
Amanecer miércoles, Hermione se soñó visitando a un muy delgado y ojeroso Draco en Azkaban después de haber recibido un vociferador de Ron donde le decía que se lo había advertido, que iba a cometer un error al casarse con Malfoy y que esperaba que lo condenaran al beso del dementor. Se despertó sobresaltada y encontró a Draco sentado al pie de la ventana. Ella se acercó y se arrodilló a su lado abrazándose a sus piernas.
—Cuando todo esto termine, planearemos cómo empezar de nuevo. No he sido un buen esposo hasta ahora.
—No digas eso.
—El pasado no puede robarnos nuestra felicidad. Y quiero tener hijos contigo.
Hermione sintió su corazón latir apresurado por aquellas palabras. Se apretó aún más a su cuerpo y dejó que los minutos pasaran. Había llovido durante la noche y Draco había abierto la ventana, por lo que entraba el aire fresco de la mañana. Pronto tendrían que prepararse para ir al ministerio. Aún así, Draco empezó a besarla con desesperación, como si no tuvieran más oportunidad para amarse.
Cuando bajaron a desayunar, Theo estaba esperándolos. Había insistido en que los acompañaría al ministerio por si se llegara a necesitar algo.
—Vaya, así que ahora tenemos un nuevo trío —se burló Blaise cuando los vio llegar. A Hermione le pareció que estaba un poco ebrio. Quizá, como ella misma, no había tenido buena noche y se la había pasado tomando licor.
En una pequeña sala, Harry, Draco, Hermione y Theo se sentaron mientras Blaise exponía su argumento.
—Pansy y yo nos criamos juntos. Siempre fuimos amigos. Los mismos gustos, mismos amigos, misma casa en Hogwarts. Aunque sabía que estaba unida a Draco por un contrato matrimonial, nunca quise a nadie como la quise a ella. Y por eso exijo justicia. Para nadie era un secreto que éramos amantes. Su muerte fue un duro golpe, y aunque al principio traté de convencerme, al igual que todos, que había sido un accidente, verte tan sonriente en El Profeta festejando a la san… —Harry carraspeó— a la nacida de muggles me enfureció y la verdad, pensé que era hora de ponerte en su lugar, o sea, en Azkaban.
Blaise sacó un pergamino de un bolsillo de la túnica.
—Esta es una nota de Pansy. Fue lo último que me escribió y por eso la guardé.
Se la entregó a Harry quien la leyó en voz alta.
"Fui a tu casa pero no estabas. Salgo para Malfoy Manor. Estaré en la glorieta esta noche, envíame una lechuza con la hora en que llegarás para esperarte en la verja. Quiero verte lo antes posible; tengo algo que decirte. Pansy".
—Lamentablemente ese día había estado de fiesta desde temprano y había tomado mucho… No sabía que Pansy estaría en Londres sino la hubiera buscado. Hasta que desperté a las diez de la mañana, vi la lechuza. Supuse que a esa hora Draco ya no estaría en la casa así que llegué por Red Flu para enterarme que había muerto… —se quedó viendo fijamente a Draco—. No te culpo… Los celos… Eso pasa cuando tienes una linda esposa… Pansy y yo nos íbamos a casar.
—¿Es eso cierto? —le preguntó Harry a Draco.
—Es la primera vez que lo oigo —dijo Draco encogiéndose de hombros.
—Por eso la asesinó. Porque no soportó saber que lo iba a dejar por mí. Sabía que estábamos juntos y estaba celoso. Se enteraría de que ella me estaba esperando en la glorieta aquella noche, bajó y la mató. Luego la echó al lago para hacerlo parecer un accidente.
—Esto que dices es muy grave, Zabini. ¿Qué pruebas tienes? —preguntó Harry con actitud seria.
—Eso te tocará a ti investigarlo. ¿No? Eres el auror. Yo te estoy dando las razones por las que lo hizo.
—No entiendo cómo es que solicitas iniciar una investigación a base de suposiciones. Debes tener pruebas, mencionar testigos… Lo único que tienes es una carta que no dice nada.
—Como que es costumbre de Harry Potter defenderte, Draco. ¿Será que esta vez también te salva de ir a prisión? Nada mejor que tener de tu lado al elegido, ¿o es que acaso te ha comprado? —veía a Harry con burla—. Es lo que hacen los Malfoy desde tiempos inmemoriales. Ahora hasta Theo se puso en mi contra. ¡Claro! Porque no tuvo su oportunidad con Pansy. Puede que con Granger tengas más suerte cuando manden a Draco de por vida a Azkaban.
—¡Entiende, Zabini! —dijo Harry golpeando con ambos puños la mesa—. ¡Necesito pruebas! Las suposiciones no servirán ante el Wizengamot.
—Danny, la semielfa niñera de Pansy. Ella puede ser una buena testigo.
Harry vio a Draco, quien llamó a Frith. El elfo inmediatamente se apareció frente a ellos y Draco le pidió que trajera a Danny. Segundos después, ambos aparecieron. Danny se veía más apagada que nunca. Frith se desapareció haciendo una leve reverencia.
—¿Sabe qué tipo de relación tenía el señor Zabini con la difunta señora Malfoy? —le preguntó Harry.
—Fueron amigos desde niños —respondió con sequedad.
—Me refiero a algo más íntimo —aclaró Harry.
—No sé a qué se refiere.
—Vamos, Danny. ¡Dile que Pansy iba a dejar a Draco porque estaba enamorada de mí!
—No lo estaba, ni de usted ni del señor Malfoy ni de nadie.
—No seas estúpida —dijo rojo de ira—. Sabes perfectamente que nos encontrábamos en Londres y en la glorieta. Nos amábamos.
—Ella los despreciaba a todos. Para ella todo era un juego. ¿Acaso no tenía derecho a divertirse? Se dejaba querer porque eso la hacía reír. ¡Se reía de todos ustedes!
Blaise se había quedado lívido, como si no comprendiera las palabras de la semielfa. Un silencio incómodo sobrevino hasta que Harry, rascándose la cabeza con nerviosismo, le dijo:
—El señor Zabini tiene una nota en la que la señora Pansy Malfoy lo cita en la glorieta la noche en que murió. En apariencia la escribió durante las pocas horas que pasó en Londres. Dice que tenía algo importante que comunicarle. ¿Podría indicarnos si sabía algo?
Blaise sacó la nota y la hizo levitar hasta Danny, quien la leyó.
—No sé nada de esto. Si tenía algo importante que decirle, antes me lo hubiera dicho a mí, pero esa noche no la vi… Había salido a hacer unas compras para la señora y me entretuve más de la cuenta porque se suponía que se quedaría varios días en Londres, como siempre. Nunca me lo perdonaré —sollozó.
—Entonces… —insistió Harry—, no le dicen nada esas palabras.
—Nada. Lo único que sé es que ella tenía una cita en Londres esa tarde.
—¿Cita de qué tipo?
—No lo sé porque ella misma se encargaba de llevar su agenda personal y ni siquiera yo tenía permiso para verla. Pero... supongo que ahora no importa si la revisamos… Sé dónde la guardaba —veía a Draco como si necesitara el visto bueno. Draco asintió.
—¡Frith! —apareció—. Vuelve a llevar a Danny a la casa para traer algo que necesitamos.
Un minuto después volvían a aparecer. Frith se marchó. Una vez que Danny le entregó un bonito libro con piel de dragón, Harry buscó la fecha del día en que Pansy había muerto.
—Acá dice que tenía una cita a las cinco en San Mungo.
—¿San Mungo? Para qué iba Pansy a visitar San Mungo —inquirió Blaise.
—Exacto —dijo Danny—. Ella estaba llena de vida. Nunca consultaba un medimago. Aunque ahora que lo pienso, últimamente estaba demasiado delgada.
—Entonces quizá le pasaba algo —dijo Harry—. Lo extraño es que no se lo comentara a su niñera.
—Ella no tenía secretos conmigo —dijo Danny sorprendida—. No entiendo por qué me ocultó esta cita.
—Quizá no quiso preocuparla —comentó Harry—. A lo mejor pidió la cita y luego le contaría de qué se trataba. Pero podría asegurar que también quería comunicárselo a Zabini. Tendré que ir a San Mungo, aunque los medimagos tienen un código de ética y todo se considera confidencial. Diría que si Malfoy acude y explica las circunstancias, facilitaría la situación.
—No tengo problema en hacer lo que sea conveniente.
—No puede ir solo después de lo que he expuesto acá —dijo Blaise—, no hasta que sepamos realmente lo que pasó. No quiero que escapes.
—Qué ridiculez, no tengo por qué escapar.
Danny miró rápidamente a Blaise y luego a Draco sin comprender nada de lo que ocurría.
—Yo mismo lo acompañaré —dijo Harry.
—También quiero ir —dijo Blaise decidido, Harry asintió—. Tengo el presentimiento que esta visita aclarará todo y pronto veremos a Draco tras las rejas.
Blaise se puso a reír y Danny que seguía con la duda en su rostro, quizá empezó a comprender el por qué estaban en el Ministerio de Magia siendo interrogados por un auror. Lanzó una mirada llena de odio a Draco, estrujando nerviosamente su vestido entre sus pequeñas y huesudas manos. A Hermione le pareció que Theo también se había percatado de la situación pues sugirió que su amigo volviera a llamar al elfo doméstico para que se llevara a Danny. Draco le insistió a Theo y a Hermione que también se fueran para la casa pero ellos se empecinaron en acompañarlos.
Salieron por la cabina telefónica en desuso a una de las calles de Londres y después, Harry luego de una mirada a Draco, que respondió con una ligera inclinación, lo tocó en un hombro para la aparición conjunta. Todos los demás se aparecieron por su cuenta en las afueras de los viejos almacenes de Purge y Dowse. Harry le explicó al maniquí el motivo de la visita y atravesaron el cristal. En la recepción, el auror volvió a indicar la situación y fueron enviados ante el director Robert Hilliard, a quien Hermione recordó porque había sido prefecto de Ravenclaw cuando ellos habían cursado su primer año en Hogwarts. Theo prefirió quedarse en la pequeña sala de espera.
—Lo siento si esto es inusual —dijo Harry—. Estoy haciendo una investigación con respecto a la difunta señora de Draco Malfoy y hemos descubierto que ella visitó el hospital el día que murió a causa de un accidente.
—¡Asesinato! —interrumpió Blaise inmediatamente. Robert abrió los ojos con asombro—. Draco la mató —Harry le hizo señas para que se callara y calmara.
—Creemos que la visita al hospital podría estar ligada al caso. Queremos ver la posibilidad de que nos ayude, consultando el expediente de la señora Pansy Malfoy.
—Haré cuanto esté en mi mano para ayudarles, aunque esto va en contra de las normas profesionales. Pero ya que la señora ha fallecido y las circunstancias son… especiales…
Robert salió de la oficina y minutos después regresó con un expediente, el cual leyó rápidamente.
—La señora consultó con su apellido de soltera… y efectivamente, estuvo acá el día que ustedes refieren, siendo atendida por la sanadora Clearwater. La mandaré a llamar.
Una vez que le explicaran a Penelope Clearwater la situación, ella leyó el expediente.
—Sí, recuerdo bien ese día. Acudió por determinados síntomas y le hice un diagnóstico. Cuando tuve clara la situación, me dijo muy seria: "Quiero la verdad; dígamelo sin rodeos", y pude ver que era de las que no aceptaban palabras suaves. Le dije lo que había descubierto y su respuesta fue que ya hacía tiempo que lo sospechaba. Tenía lo que entre los muggles se conoce como tumor cerebral maligno. Estaba muy avanzado. Le estaba afectando el equilibrio, tenía fuertes dolores de cabeza y vómitos que ya no respondían a las pociones que había estado tomando. Le quedaban pocos meses de vida. Ni siquiera con magia podíamos ayudarle. Muy lamentable su situación.
Nadie habló por unos minutos. Blaise estrujaba la tela de su túnica con nerviosismo.
—Su aspecto era aún el de una mujer sana, pero estaba demasiado delgada y pálida. Vivía constantemente con mareos y migrañas. También descubrimos que era incapaz de embarazarse por una malformación en su útero; pero esto no estaba relacionado con la enfermedad.
—¿Sus síntomas pudieran entonces afectar su capacidad para volar? —preguntó Harry.
—En efecto, le recomendé que no volará por lo peligroso que resultaría debido a su condición. No era seguro para ella, tampoco usar la aparición por el alto riesgo de una despartición severa.
—Gracias, sanadora. Creo que nos ha dicho exactamente lo que ellos querían averiguar —dijo Robert y Harry asintió a tiempo que se levantaba del asiento. Todos lo imitaron.
Una vez fuera del hospital, Hermione notó que Blaise estaba abatido, con la mirada perdida.
—Eso del cerebro… ¿Es contagioso? —Harry alzó los hombros con indiferencia—. No entiendo por qué no le dijo a nadie… ¡Ni siquiera a Danny! No puedo creerlo… Pasarle eso a ella… —parecía estar haciendo un esfuerzo por no llorar; sin embargo, luego se volvió hacia Draco que en ese momento le explicaba a Theo lo que había ocurrido y el rencor apareció en sus ojos—. Supongo que con esto ahora todos estarán tranquilos —su mirada pasaba de Draco a Harry—. Tienen la causa para justificar el maldito accidente.
—Zabini, creo que está de más aclarar que este caso está cerrado.
—¡Qué suerte has tenido, Draco! Pero esto no va a quedar así.
—Ten cuidado, Zabini. Lo que estás haciendo es motivo suficiente para abrirte un expediente por amenazas —sentenció Harry.
—¡Claro! ¡Si ahora eres su amigo íntimo! No me extrañaría que hasta te nombre el padrino de su primer hijo! —empezó a reír como si estuviera poseído—. No te tengo miedo, Potter —dijo arrastrando las palabras para luego aparecerse.
—Espero que no volvamos a verlo —dijo Theo—. Aunque imagino que se habrá aparecido en Malfoy Manor para contarle a Danny lo ocurrido.
—Tiene prohibido ir a la mansión pero no me extrañaría. Espero que sea la última vez que pase por ahí. Voy a despedir a Danny. Creo que es lo mejor para todos.
—Entonces quedó resuelto el misterio de su visita a San Mungo y lo que quería decirle a Zabini. Es una pena lo que le ocurrió… ¿No tenías idea de su enfermedad? —le preguntó Harry a Draco.
—No.
—Gracias, Harry, por toda tu ayuda —dijo Hermione.
—Todo esto se hubiera evitado si se hubiera sabido lo de su enfermedad, pero lo importante ahora es olvidar todo esto. Estoy seguro que Zabini no los volverá a molestar. ¿Por qué no se dan unas vacaciones?
Draco y Hermione se miraron y asintieron.
—Probablemente lo hagamos —dijo Draco.
—Los dejo. Debo volver al ministerio para hacer el informe. ¡Adiós! —y se apareció.
Theo dijo que iría a casa de Daphne a contarle lo que habían descubierto, sólo por si en algún momento pudiera llegar a sus oídos algún rumor. No sabían con quién había comentado Blaise sus sospechas. "Los veo mañana" les dijo al aparecerse.
Draco y Hermione decidieron ir al Caldero Chorreante para almorzar. Después irían por un helado. Sin embargo, Draco, contrario a lo que Hermione hubiera esperado, lucía intranquilo, como si presintiera algo malo.
—Algo pasa, estoy seguro —respondió cuando ella se lo comentó—. Como si aún sintiera que Pansy puede ganar la partida…
Siguieron comiendo pero luego, él le dijo que prefería volver a la casa. Buscaron una chimenea pero vieron con sorpresa que no podían conectarse por la Red Flu a la mansión, y esto aumentó la preocupación de Draco. Tomándola de una mano, sin preguntar, simplemente se aparecieron en las puertas de hierro forjado para descubrir con terror, la mansión envuelta en llamas…
FIN
¡Gracias por leer! Besos y abrazos virtuales.
Adrimazofeifa.
02 de mayo, 2021.
