Hola amigues! Les dejo este último capitulo de preparación pues se viene mucho movimiento para el que sigue. Me encanta leer sus comentarios. Les agradezco infinitamente su cariñosa lectura, espero de verdad que lo disfruten. Bonitas vibras hermanes3
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Una niña muy caprichosa.
El viento levantaba la nieve bajo sus pies, mientras se dirigía a la cueva donde su fiel sirviente le esperaba. No necesitaba refugiarse del mal tiempo, sin embargo no podía negarse a sí mismo que algo en el había cambiado, y si bien no le interesaba salvar a sus vasallos, tampoco le importaba dirigirse al refugio dónde se encontraba esperándolo, "como siempre", escucho en su mente, y supo que no era un pensamiento propio de él, ni siquiera lo había escuchado con su voz… pudiera ser que ya había pasado el tiempo suficiente y realmente no podía extrañarla más.
- ¡Amo Sesshoumaru! ¡Ha vuelto amo bonito! ¿Cómo le fue?
-Silencio, Jaken.
Parecía estarse formando una tormenta de nieve. Mientras el demonio parecía estar admirando el revuelto paisaje exterior, una ráfaga de aire le llevó noticias a su nariz justo antes de que pudiera dejar de oler tan fácilmente por el mal tiempo. Odiaba la nieve.
- Jaken.
- Dígame amo bonito
- ¿Que estaba haciendo Rin aquí?
-KK, KK. ¡¿KHA!? Esa chamaca… le juro amo Sesshoumaru que ella no me dijo nada de querer venir y sabe perfectamente que no puede hacerlo si no es avisándome antes y acompañada por mí o Ah Uhn, sin mencionar a su padre amo…-. Sesshoumaru afiló la mirada fastidiado, y Jaken supo que la mención del General Perro seguía siendo una pieza "Lego" de Rin en el pie, Jaken sabía que no había cosa más exasperante que pisar esa estupidez moderna que regalaban en navidad. Doloroso, molesto… Seguro el amo Sesshoumaru aún no había superado su ultima pelea y estaba más que irritado por verse forzado a cumplir con lo que su padre le pedía. Estaba entre la espada y la pared, y su amo detestaba eso. Esa mocosa maldita. Jaken decidió cambiar el rumbo aprovechando el interés de su señor.
-Rin estuvo aquí con Inuyasha, no se alejaron mucho del bosque donde está la cueva. Háblame de Rin, Jaken.
-Esa niña malagradecida. No se imagina amo lo maleducada que regresó de aquel país al que la mandaron, no me escucha y además es una grosera, lunática sin vergüenza y sin sentido de respeto a la autoridad. Hasta a su padre le hace pasar por berrinches y discusiones que no llevan a nada más que su propio egoísmo. Seguramente no me lo dijo a propósito amo bonito para fastidiarme, ya se habrá dado cuenta amo de que no sigue las reglas más básicas…
- ¿Cómo luce?
- ¿Qué… dice amo bonito?
-Que cómo luce Jaken. ¿Esta sana?
-Pues… luce como siempre amo…- El pequeño demonio se estaba poniendo incomodo. No era el camino que esperaba tomase la conversación ¿Qué pretendía su amo? – Es un poco más alta que hace tres años, y pues ya no es tan delgada, quiero decir, no de todas partes… amo. No me mate, no sé si me explico. Deja ver su frente ahora. De vez en cuando recoge todo su cabello incluido su fleco y se ve diferente, casi confiable. Así lucía cuando fui por ella al aeropuerto. Pero a qué no se imagina amo la vergüenza que me hizo pasar ahí, ¡y a Shintaro! ¡Nos dejó con sus maletas!
-Jaken…-. Su voz subió tan solo un tono. Jaken se ahogó con su propia saliva.
-Esta sana sin dudas amo. A juzgar por sus gritos dementes…
- ¿Qué es lo que quiere?
- ¿Cómo dice amo?
-Rin se porta mal, y dices que es por su propio egoísmo. ¿Por qué esta siendo egoísta? Quiero que me digas qué es lo que quiere.
-Pues, sus caprichos de humana amo, nada de lo que el gran Sesshoumaru deba preocuparse, y menos cuando ya ha recibido tanto de usted.
-Por última vez Jaken…- Su voz subió dos tonos y Jaken sintió que le fallaban las rodillas.
-Lo quiere a usted amo. Quiero decir, quiere verlo…
…
El viento empezó a ganar fuerza mientras cruzaban el jardín central, y el cansancio le pesó un poco a su cuerpo de humana, en invierno siempre sentía más sueño, se cansaba más pronto o tenía más necesidad de alimentarse en lapsos cortos de tiempo. Ella pensaba en estas cosas, porque llevaba años tratando de comprender el como optimizar sus facultades ligadas a su naturaleza, no había mucho que pudiera hacer más allá de llevar una vida sana, sin embargo, había descubierto que dormir bien y mucho ayudaba a mantener la vida, irónicamente, uno no podía vivirla roncando, ¿verdad? A lo mejor, si existir para siempre. Aunque el pasillo exterior a la casa estaba perfumado por un delicioso aroma comestible, entre más se acercaban a la entrada de la casa principal, el humor de Rin se ensombrecía un poco más. Quería mucho a Izayoi y a Toga sama, a Kagome, a Inuyasha, incluso a la gente de la aldea de la anciana Kaede, a la propia anciana, a Miroku, Sango y sus bebés, a Kohaku, Shippo, a sus compañeros del instituto, sus amigas René y Amber, los quería mucho a todos, y había aprendido de cada uno algo que llevaría consigo de por vida (Hasta el como beber una yarda de cerveza sin parar…), el gran pero radicaba en que al final, su corazón se la pasaba mirando hacia afuera, al día en que le dirían, "Rin, haz lo que quieras." y entonces ella volvería a buscarlo y lo seguiría a donde fuera sin importar el tomar su camino y dejar atrás a todos los demás. Después de todo, no había tiempo que perder.
Inuyasha la sacó de sus pensamientos gritando: "¡Ya Llegamos! ¿¡Qué es eso que huele tan bien!?". Como respuesta, un rugido irritado pareció azotar el rostro del hanyo cuando abrió la puerta corrediza
-¡I-un-yaa-shaaaa…!
-Kago…
- ¿! ¿¡En dónde estabas Inuyasha!? Estaba tan preocupada de que hubieses metido a Rin chan en líos, además, en cuanto llegué de la época antigua, recibí una llamada se Souta preguntándome en dónde quería que dejara las compra que se suponía TU tenías que hacer hoy. ¿¡Es en serio Inuyasha que mandaste a mi hermano y a su novia a cumplir con tus responsabilidades!?
(Mierda, Kagome chan se ve cómo el diablo, esta furiosa… oh no. No, no, no…)
Kagome continuó regañando a Inuyasha sin tomar respiro por un par de minutos más. Detrás de ella, una Izayoi bastante sonriente se asomó saludando "¡Bienvenidos chicos! Nos preocupamos mucho cuando nos dimos cuenta de que no sabíamos en donde estaban y el hermano de Kagome llamó. Cielos Inuyasha, nada te costaba si quiera avisar a dónde ibas."
-Madre, no te metas en esto, ni si quiera tienen idea de lo qué hablan.
- ¡Exacto Inuyasha! Ese es justo el problema, no entiendo cómo después de todo lo que hemos pasado juntos me ocultes a dónde vas y mientas-. Los ojos de la sacerdotisa parpadearon fuertemente, disparando unas chispas brillantes que salpicaron sus pómulos. La mente de Inuyasha se bloqueó muy parecido a la de Rin: "(oh no, oh no, oh no…)"
-Cálmate Kagome, fui a la época antigua.
- ¡No me digas qué me calme Inuyasha! Espera… ¿a tu época? -. Las facciones de Kagome se relajaron un poco, pero seguía sonrojada por su furia. Pero, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Para qué?
-Escucha Kagome, ese no es tu asunto, y te aviso que no te servirá de nada preguntarle Rin y a Miroku al respecto porque ellos no tienen ni idea. Los dejé esperándome en la cueva.
- ¿Ósea que los dejaste desde la mañana hasta ahora que vuelven? ¿y no quieres decirme de qué se trata?
-Así es Kagome, y más vale que lo aceptes.
-Inuyasha… solo lo preguntaré una vez. Se trata de Kikyo ¿no es así?
La sorpresa hizo que Inuyasha abriera la boca, pero nada salió de ella. Rin e Izayoi abrieron mucho los ojos y cruzaron una mirada de pánico. Todos sabían que ese era y quizá sería siempre un tema sensible para Kagome.
(Demonios, si Kagome sigue así Inuyasha va a perder el control y ambos estallarán).
- ¿¡Y entonces porqué no quieres decirme Inuyasha!? Siempre que te portas así es porque me ocultas algo acerca de Kikyo, hasta por algo tan irrelevante como la plaga de Nenokubi…
- ¡Basta Kagome! Ni siquiera lo entiendes. Estas actuando como una loca.
- ¡UNA LOCA! ¿¡Quieres que me ponga cómo una loca!?-. (Cielos Inuyasha… no sé como saldrás de esta ahora…). - ¡ABAAAAJOOOO!.
Tras dos "abajo" más Inuyasha se levantó casi en cuanto se estampó en el suelo y avanzó decidido hacia Kagome, quien lloraba de rabia en silencio, mirándola fijamente, con los ojos entrecerrados y sus facciones en completa paz. "¡ABAJOO!". Inuyasha volvió a levantarse rápidamente y continuo su camino adelante sin apartar su mirada.
-Qué estas…-. Antes de que dijera nada Inuyasha ya estaba frente a ella tirándole de la mano, haciéndola estamparse con su firme pecho. -Suéltame Inuyasha, ni creas que vas a enfriarme con un abrazo. El llanto de la sacerdotisa desvirtuaba sus palabras, sonaba ahora mucho más triste que enojada.
-INUYASHA ABA…
- ¡KAGOMEEEE CÁSATE CONMIGO!
Justo antes de que Kagome pudiese terminar su conjuro, Inuyasha puso en su mano el anillo que mantenía guardado en una de sus mangas, anteponiendo su voz con toda su fuerza y aunque sonó bastante agresivo, a Rin le pareció lo más románticamente dramático que había visto desde que había dejado de consumir Netflix. La inusual propuesta del hanyo dejó totalmente muda a la joven sacerdotisa. Izayoi ahogó un grito llevándose las manos a la boca y corrió hacia la pareja que se mantenía congelada después de tanta tensión.
-Inu… yasha… ¿qué? No sabes lo que estas pidiendo…
- ¿Eres en serio tan orgullosa para creer que quiero que seas mi mujer también en esta época que es la tuya? Quiero que tu familia pueda verte feliz y se queden tranquilos de que estarás conmigo siempre, no como la última vez… pensaron que no volverían a verte. Yo ya pasé por eso y no se lo deseo a nadie que te ame.
-Inuyasha…-. Los enormes ojos de Kagome se llenaron de agua salada mientras pasaban de los ojos salvajes de Inuyasha al particular anillo que sostenía con su mano temblorosa.
-Kagome chan, Inuyasha, el monje Miroku y yo pasamos el día haciendo este anillo para ti. Fuimos a buscar a Totosai y a Jumyo para que nos ayudaran con los detalles, pero Inuyasha quería que fuera único y perfecto, de hecho, el cortó la mayor parte de uno de los diamantes que puede hacer el Colmillo de Acero, el que le recordaba a tus ojos. Lamento mucho haberlas preocupado a ti y a Izayoi sama, pero perdonen a Inuyasha, él realmente quería sorprenderte Kagome.
- ¿Es verdad eso Inuyasha?
-Khe, no veo porque preguntas si ya sabes cual es la respuesta Kagome, lo que pasa es que te encanta hacerte del rogar. Pero ya te lo he dicho, yo te protegeré con mi vida si es necesario porque…-. De repente Inuyasha concientizó en que estaba a punto de ponerse cursi con su chica, frente a su madre y la niña rara de Sesshoumaru, sobre todo cuando escucho claramente a su medre susurrando: "Rin chan, por favor ve por ese artefacto celular donde guardan memorias, ¡GUARDA TODO LO QUE PUEDAS! Taisho tiene que ver esto…" los colores subieron al rostro del hanyo y una gota de sudor deslizó por su frente. -Te amo Kagome. No tengo que decir más.
-Eres un tonto Inuyasha. - Kagome se lanzo a Inuyasha, colgándose de su cuello y entrelazando sus piernas en torno a su torso. - ¡Si Inuyasha!
Izayoi no pudo contenerse más y soltó un alarido acompañado de múltiples lagrimas, mientras se acercaba a abrazar a su hijo y a su ahora también oficialmente en la modernidad, hija. "Será una boda bellísima, pueden hacerla aquí en la mansión y puede venir la familia del monje y, la madre de Kagome…. ¡KYYYAAAAA! ¡Esto es tan emocionante! Mi cachorro… mi pequeñito va a casarse con la mujer más bella…"
- ¡Madre contrólate!
Rin contenía la risa puesto que se estaba encargando de enfocar el rostro sonrojado y exasperado de Izayoi, y también las miradas de ilusión pura que se dedicaban Inuyasha y Kagome, sabía que se querían mucho, pero jamás pensó ver uno de sus clásicos momentos Inu-Kag transformarse en un meloso recuerdo tan impropio de ellos, y que duraría para siempre pues congelaba el tiempo con ese pequeño celular, entonces cambó a la cámara interna para tomarse una selfie.
- ¡Familia, miren aquí! -. Rin tomó mil fotos, en algunas hacían muecas, en otras Izayoi abrazaba a todos, pero todas eran preciosas. (Ojalá algún día pueda yo congelar así una imagen de Sesshoumaru, una conmigo. Ojalá pudiera yo congelarme…) Decidió detener sus pensamientos, pues presentía que se hundiría de nuevo en el lodo de su amargura. Era tan joven aún, después de todo… tenía que vivir, (¿esperando?) vivir lo más posible y disfrutarlo (no importa) "Nuestros corazones están entrelazados". "Entrelazados" la palabra perfecta, sin cortar nada, sin detener el tiempo ni el espacio. Una palabra que fluye, pero no los separa. De repente sintió sus ojos pesados y llenos de lagrimas, producto de un calor bellísimo que se le esparció por el pecho. Estaba feliz porque sentía amor. Estaba feliz porque estaba teniendo sus sentimientos humanos, esos incomprensibles pero que le daban sentido a su vida. Corrió a abrazarlos a todos, dejándose llevar por el romance del ambiente.
-Rin Chan, cariño, haz algo por mí, trae una botella de sake especial, el demoniaco cariño, no queremos que Inuyasha la pasé mal. ¡Vamos a celebrar!
-Pero, Izayoi, ¿está segura? Mañana estaremos ocupadas todo el día con los preparativos para Noche buena, ¿será prudente desvelarnos?
-Kagome querida, regresé a la vida quizá para ver a mi cachorro feliz, nunca pensé que fuera posible, así que voy a celebrar su vida juntos. Aunque en mi corazón tu ya eras hija mía, las bodas siempre son tan emocionantes, más en esta época.
Rin volvió saltando con la botella de sake que le habían pedido. La familia contaba con una reserva de sake especial del mundo espiritual, puesto que el sake de los humanos tenía un efecto mucho más agresivo en yokais. Era un embriagante tres veces más potente para ellos que para un humano, por sus agudos sentidos, aunque esto no impedía que los humanos disfrutasen del licor demoniaco sin mayor efecto que el del sake común, aunque era innegable su divino sabor, llegaba a ser aún más adictivo… en algo los humanos tenían que tener ventaja sobre los yokais, y esto se debía a la resistencia natural a la contaminación y a los químicos procesados que para estas edades del mundo, los seres humanos ya tenían. Rin parloteaba alimentando la fantasía de Izayoi, hablando de lugares donde podría ser la boda, y, sin siquiera mirar la botella, Rin la abrió, a lo que Inuyasha le dio por arrancársela de las manos. "¿Y qué no eres tú una niña o algo parecido?" a lo que Izayoi respondió: "Rin dejó de ser una niña hace muchos años, tonto, sírvele un vaso ahora". Rin le sacó la lengua divertida y sirvió el vino al borde y un poco más.
Izayoi bebió dos copas en no más de un cuarto de hora, pero no se daba cuenta pue la platica era un baile enérgico entre todos. La música empezó a sonar, idea de Rin, y el ambiente comenzó a sentirse como el de una fiesta, aunque solo estaban ellos cuatro, y Shintaro, quien se había ofrecido a servirles el licor para que el grupo no interrumpiera la ruidosa dinámica que de desarrollaba, y que, para sorpresa de todos, Izayoi lideraba.
-Entonces ¿quién dio el primer paso?
-Pues, creo que fui yo Izayoi… Inuyasha es algo cabeza dura.
-JA! ¿Lo crees? Claro que fuiste tú, no sé cómo puedes dudarlo.
-Bueno, todo fue bastante complejo, para empezar porque Inuyasha estaba enamorado de alguien más…
La princesa expuso su melodiosa y perfecta risa mientras decía: "Vamos, de tal palo tal astilla…"
- Qué quieres decir con eso madre-. El involuntario puchero de Inuyasha invocó la risa de todos. - Vale, vale, no fue algo de primera vista-.
-Pues no tienes muy buena vista Inuyasha, eso está claro. La vida es sabia, sin embargo, y siempre no enseña en círculos-. La voz de Inu no Taisho retumbó heroica segundos antes de que abriera fuertemente la puerta corrediza del salón.
- ¡Mi señor! ¡Ha vuelto! ¡Bienvenido a casa! - Izayoi se transformó en una niña, una joven princesa que corre a los brazos de su príncipe. Corrió hacia el general perro y lo besó colgándose de su cuello de un salto. El demonio respondió al beso solo un poco sorprendido, pero con bastante pasión. La suficiente para que Kagome, Rin en Inuyasha intercambiaran miradas incomodas, pero quizá lo suficientemente ambientadas para ser un problema real. Las dos copas solo lo hacían más notorio, pero Izayoi tenía el rostro más hermoso del mundo cuando en sus pensamientos estaba Toga sama y cuando lo acompañaba sus ojos eran pura felicidad cristalina.
-Huele a qué tenemos una fiesta, ¿A qué se debe querida?, ¿Cómo estás? Huele también a que haz estado llorando y tu pulso esta muy acelerado ¿Qué ocurre?
Ante la creciente preocupación del imponente yokai, que se encogía, indagando en la mirada humana las respuestas a sus preguntas, la princesa no pudo más que reírse y contarle con detalle y video la noticia. Cinco minutos más tarde, Toga sama se había desprendido de su armadura y convocaba a un brindis familiar, sentándose junto con ellos a escuchar todas las anécdotas de la particular pareja. Ya acercándose la media noche, Inuyasha y Kagome mostraban severas señas de ebriedad, pero era un sentido positivo de tal estado, pues además de encontrarse gobernados por cierto raciocinio, estaban en ese efecto cariñoso y extremadamente honesto que posee a los incautos después de un considerable número de copas. Habían reído hasta las lagrimas, y ahora solo se miraban fijamente y sonreían, se susurraban cosas, se apoyaban el uno en el otro de cuando en cuando. Toga sama estaba algo sonrojado después de haberse tomado tan solo él tres botellas y media de sake, reía por todo y notablemente se dirigía con menor propiedad que de costumbre, hasta llamó a Inuyasha imbécil en un par de ocasiones, claro que solo en broma, pero nadie podía negar que sonaba muy parecido al medio hermano mayor del hanyo. Izayoi era caso perdido, después de trece ataques de risa que compartió con Rin, la pobre estaba agotada, había bailado y le había dicho abajo a Toga sama echándose a llorar al darse cuanta de que el demonio nunca terminaría en el suelo y rompiendo en risas otra vez al darse cuenta de la expresión de sorpresa en el rostro de su esposo ante tal acto. Rin había decidido no rebasar un máximo de tres copas pues sentía que no podría levantarse mañana a visitar a Ah Uhn antes de que diera inicio los preparativos para la cena de navidad, la cual requeriría toda su atención y aprendizajes culinarios, pues Izayoi era una chef excelente y muy dedicada, por lo mismo, perfeccionista. Sabía que Kagome no se levantaría temprano, mucho menos si se quedaba en la misma habitación de Inuyasha. Era su deber ser la mano derecha de la princesa durante la jornada de mañana, y también el atender a su mascota. La cena de navidad lo valía. Estarían todos juntos, como ahora. Y bailaría se pondrían a cantar karaoke si tenía suerte. (Espera… ¿y el señor Jaken? No lo veo desde que el señor Taisho se marchó. Espera…)
-Inu no Taisho sama, no he visto al señor Jaken desde qué se fue ¿tiene idea de dónde se encuentra?
Izayoi pareció recobrar la conciencia y habló más alto de lo habitual. -Inu, es verdad cómo te fue? ¿Lograste hacer algo respecto al problemita de Rin?
-Oye preciosa, ¿dónde quedó la confianza en tu demonio? Por su puesto, éste Inu no Taisho mantendrá a salvo a esta familia-. Touga que estaba sentado en el lugar de cabecera aprovechó que Izayoi estaba de pie a su lado, jalándola de la mano la hizo aterrizar en su regazo, y la envolvió en sus brazos, apoyando su barbilla en el hombro de la sonriente humana, depositando besos pequeños en sus luminiscentes mejillas. -Sesshoumaru se encargará de todo. - Se le escapó como un pez de la boca, habiendo pensado con antelación en no mencionar la palabra con "S".
- ¿Significa que vio al amo Sesshoumaru? ¿Cómo está, señor Taisho?
- Significa que estarás bien, él esta bien y Jaken está con él. Bien también-. Taisho soltó un bufido de fastidio.
(Ese viejo demonio, se fue sin decirme nada…)
-Pero, Taisho sama, no puede esperar en serio que me quede satisfecha con la respuesta más pobre del milenio. Todos se pusieron rígidos.
-Vamos Rin, ya hablamos de esto. Necesito que madurez al respecto.
-Pero Taisho sama, soy mayor ahora, estoy ejerciendo mi madurez preguntando por mí amo, quién me ha dejado a su cuidado, pero, aunque le agradezco mucho, yo le soy leal a él y pretendo seguirlo siempre.
-Basta, estamos empezando a estropear todo este buen humor… ahhhhh, adolescentes… Sesshoumaru era igual. Un terco total. Desde ahora te digo que no vendrá en navidad, no es que tuviera intenciones de todos modos, el muy malagradecido. Así que no toleraré caras largas, y dramas de niñas.
-No es justo señor Taisho, usted sabe perfectamente de qué le estoy hablando-. Un tipo de energía empezaba a emanar de la joven, y su voz empezaba a subir de tono. - ¿Usted fue a buscarlo?
- Todo está arreglado. Por tú protección, si. Lo mande a nuestra era a hacer algo por mí y ni siquiera es nada peligroso, solo fue a ver a unas antiguas amistades mías que podrían ayudarnos con infiltraciones de malditos íncubos de mierda.
- ¡Inu! ¡Estas ebrio! -. Izayoi le reprendió con la mirada.
-Pero hace tanto que no sé nada de él, por lo menos dígame si le preguntó por mí, ¿sabe lo del íncubo? ¿Sabe algo de mí siquiera? ¿Le contó alguien que he vuelto? ¿le contó alguien de mis excelentes calificaciones o de qué aprendí a tocar el cello en tan solo un año? ¿le contó lo mucho que pregunto por él?
-Rin, este tema se nos va a salir de control. Solo… deja de preguntar cosas de las que realmente no quieres tener respuesta. Después de todo, tu corazón es humano-. El demonio poso sus dedos indicé y pulgar sobre el puente de la nariz y enterró el rostro en la clavícula de su mujer. "Ese malagradecido", susurro de manera inaudible para todos, a excepción de Izayoi. Pocas veces surge algún milagro que determinan el resultado de las situaciones de la vida, a las que nos enfrentamos en ámbitos cotidianas tan como lo es el familiar. Inuyasha que la mayoría de las veces no presta atención suficiente a los sentimientos de quienes lo rodean, y mucho menos con copas encima, aunado a que tenia a su mujer tan cerca de el, de tan buen humor y expidiendo un aroma dulce de felicidad; casi pudo escuchar la voz de Sesshoumaru decir en su cabeza "Rin". Miró a la joven que parecía empezar a tener ganas de vomitar y sintió empatía. El podía entender su frustración también, aunque se tratara de un idiota como Sesshoumaru. El corazón, ese inútil corazón que los hacía sentir vivos y seguir luchando, contra todo pronóstico. Lo que escuchaba no le estaba gustando y tampoco le hacia bien, parecía estarse quebrando un poco, y el alcoholo no ayudaba nada, ni a ella a procesar la información correctamente, ni a su padre a discernir las palabras adecuadas, y si bien el no era él más indicado, podía sentir el cambio en el ambiente. efectivamente, ese tema se saldría de control, como la última vez. Miró de reojo a Kagome y notó que ella estaba atenta también a los movimientos de su amiga, seguramente pensaba lo mismo que él, así que le apretó la mano en señal de complicidad, y al percatarse, la humana le dirigió un leve asentimiento de cabeza. No podían permitir otro berrinche, no en éste su momento especial. Además, ambos querían irse a la cama lo más pronto posible. "No, no quiero irme a dormir aún señor Taisho, no sin antes aclarar de una vez por todas: Ya soy una mujer…"
- ¡Inuyasha! ¿¡Es tu mano eso que ha rozado mi trasero!?
El Hanyo, desorientado, miró a una Kagome furiosa. Sin exagerar, había estado conteniendo sus instintos hasta ahora, y estaba seguro de no haber… Ahh… parecía que se trataba de una de las actuaciones (bastante buenas) de Kagome, y menos mal, ya imaginaba el suelo en su cara, nada peor que eso con sake en la cabeza. Por un momento, realmente dudó de sus actos y su memoria, aun así, el que quedaba como un raro era él, La cara de Kagome le hablaba. Muchas veces tardaba en poner la atención necesaria, pero en esta ocasión estaba seguro de ser inocente. Acabarían con esta pequeña fiesta en ese preciso instante.
- ¡Inuyasha, eres un pervertido! Cómo, ¿Enfrente de tus padres y de Rin chan?, ¡Que vergüenza!
-Kagome… etto… yo no… -. "maldición" pensó el hanyo escondiendo sus orejas, presintiendo su innegable perdición. El resultado obvio de cualquier respuesta lo habría llevado directo al suelo. Ambos se miraron con resignación, Inuyasha parecía estar pujando.
- A… (Lo siento Inuyasha) ¡ABAJO!
-Va muchachos, con esto nos retiramos, mis oídos de demonio no pueden con más gritos, definitivamente necesitan dormir. Tú más que nadie belleza, te estas quedando dormida sentada-. Inu no Taisho levantó a su princesa en brazos y sin decir más salió de la estancia.
Rin se levantó refunfuñando algo para sí misma y no fue hasta que llego a la puesta corrediza que se dirigió a la pareja tan sonriente y dulce como siempre, como si no hubiera pasado nada. "Descansen tortolitos. Dense muchos besos antes de dormir". Y se alejó corriendo y riendo por el pasillo exterior.
-A veces de verdad sospecho que es bipolar…
- No sé que significa eso que acabas de decir Kagome. Pero lo que yo creo es que es una niña demasiado caprichosa.
Una mañana silenciosa trajo de regreso del mundo de los sueños a una joven caprichosa, que se encontraba enredada en un lío de sabanas. Había tenido sueños dulces y sin sentido, pero había despertado fresca y con la sensación de haberse salido con la suya. Otra vez soñé con él, y otra vez lo besé, pero esta vez no hubo parálisis de sueño. Recordó que tenía una misión ese día, y, después de estirarse (como un gato) corrió a su armario y envuelta en un torbellino, se vistió con unos vaqueros bastante prácticos, un suéter amarillo de cuello alto y unas botas de nieve del mismo alegre color. Salió sin cerrar bien la puerta, poniéndose un abrigo negro más grueso y un gorrito tejido verde, dispuesta a llegar a un cobertizo que se encontraba cerca del bosque, pues era ahí donde guardaban además del equipo de arquería, diversas armas y la montura de Ah Uhn. Una vez armada con lo necesario, se dejó ir sin freno alguno al bosque, al cual llegó con un agudo dolor en los pulmones y la frente perlada de sudor. Parecía insistir con la mala idea de correr en la nieve a pesar de la nula practicidad de tal acción, peor aún, de cargar la enorme silla de montar y las riendas. Estaba bien, no tendría que correr de regreso, podría atravesar el inmenso jardín volando en su querido dragón. La mañana era preciosa. Admiraba la gran casa desde el nacimiento del bosque, apoyada en el tronco de un árbol, pues al regresar con Inuyasha la noche anterior no había podido apreciarla en la penumbra. Se veía como el palacio de un sueño blanco, aunque con más vida que de costumbre. Un denso humo blanco se elevaba desde uno de los techos de la casa central. Seguro la cocina ya había empezado a operar bajo las ordenes de su capitana, la señora de la casa. (Más vale hacerlo ahora, no hay tiempo que perder) Sonriente, calentó las puntas de sus dedos con su propio aliento, se llevo el pulgar y el índice de la mano derecha a la comisura de sus labios, llenó sus pulmones desde la nariz, y silbó con todas sus fuerzas. (Como a ella le gustaba) Fue un silbido lánguido y pacífico, que completaba de alguna manera el sereno y claro paisaje. Se extinguió en el silencio del invierno abriéndole el paso a un sonido mucho más violento y para cualquiera que no fuese un valiente de verdad, aterrador. Un rugido, que parecían ser dos, que parecían venir del cielo, o de la tierra, pero del bosque. Sonaba algo desesperado, Rin sabía que solo estaba ansioso. Pensar en su dragón le produjo una explosión de euforia que la impulsaron a saltar lo mas alto que pudo chillando emocionada y riendo. Hasta que súbitamente, a medio metro de ella dos pares de ojos amarillentos y tan alegres como la imaginación permite visualizar unos ojos reptiles la miraban fijamente. Ah Uhn no tenía bozal, y su imagen daba algo más que miedo. Lucía salvaje todo en el, hasta que de la cabeza izquierda se asomó una inmensa lengua rosada que se posó en una mejilla fría y la saludó como los perros lo hacen. La cabeza derecha hizo lo mismo y el animar parecía emanar un sonido motorizado. Rin pensó que era su ronroneo demoniaco, sabia que estaba feliz de ver a su ama número dos, pues tenia seguridad de que la apreciaba un poco más que a Jaken, así que acaricio al animar, y rascó detrás de sus orejas hasta que se acostó con la pansa arriba, causando un estruendo. Rin continúo rascando las escamas de la bestia de acuerdo lo que parecía gustarle, y después de un rato saco un montón de telas de su mochila y champú para perros en seco. Supuso que de algo serviría mantener a Ah Uhn limpio, de manera que se dedico a sacarle brillo a sus escamas y cepillar su pelaje la hora siguiente, una vez limpio, se sentó en su lomo a descansar un poco, y le abrazó desde ahí, dándole ligeras palmaditas y cantándole. "¿Quién es un buen chico?" Bajo de la bestia y le instaló la silla de montar y las riendas. "Tú lo eres". Recordó que le había dicho a Matt que Ah Uhn se trataba de un perro, ¿o habían sido dos? Fluyo la risa, y después fluyo el baile, y después la canción otra vez, y parecían estarlo disfrutando todos.
-Vamos a volar amigo.
Solo podía sobrevolar el bosque secreto y la casa, pues sería muy raro ver a un dragón volador en la época actual, pero se llenó de felicidad al recordar los mil y un vuelos que tuvieron cuando ella era una niña. Su fe y confianza en sí misma estaba recobradas, gracias a tan bellos momentos. Decidió que seguiría adelante. Encontraría la manera de acercarse a su amo de nuevo, pero primero, se pasaría el día cocinando y decorando con todos para que la cena de mañana fuera un éxito.
…
-Yo… sé como te sientes, Rin chan.
- ¿Eh?
La princesa había soltado aquellas palabras dulcemente, como si estuviera contándole un cuento a un bebé que no le entiende con el razonamiento humano, sino con el corazón, mientras terminaba de formar una bola de arroz rellena de salmón rojo. No la miró cuando lo dijo sino hasta que la joven respondió salida de una ensoñación que experimentaba mientras preparaba un oniguiri un poco menos estético. La vio de reojo y rio sin separar sus labios pintados de carmín, pues los ojos de Rin no parecían apaciguarse en el entendimiento de lo que la gran señora de la casa le decía. Era tan transparente. Tan persona. Izayoi reparo en estas cualidades que también ella poseía y Kagome, a su manera, y se sintió con ganas de abrirle su corazón, después de todo, no tenía hijas.
-Entiendo lo mucho que extrañas a Sesshoumaru, y también lo mucho que quieres verlo. Yo… entendería por su puesto, a una niña cuyo corazón fue robado por un demonio.
-El amo Sesshoumaru no me robó nada mi señora, al contrario, el me regresó la vida, y me llenó de regalos.
Una risa en cascada y sencillamente hermosa decoró la cocina, e hizo que los sirvientes que pasaban y traían consigo decoraciones e ingredientes rieran también, o por lo menos curvaran la boca en una sonrisa.
-Oh cariño, pero que cabecita tan peculiar tienes ahí. Me refiero a que tu corazón le pertenece.
-Bueno, eso lo entiendo mejor, pero sé que es decisión mía señora Izayoi. No es porque me robara el corazón. El me ha dado tanto, hasta el poder para decidir yo misma.
-Si, siempre es una decisión tan personal, y al mismo tiempo, una se ve contra la espada y la pared cuando se ama tanto y se ama con todo, sobretodo a un demonio. No tienes opción realmente, ¿verdad? Ni porque seas humana.
Rin abrió mucho los ojos y la bolita de arroz que empezaba a formarse en sus manos fue desbaratada por completo. Parecía que se pondría a llorar. Otra vez… Tenía que dejar de ser tan débil respecto a sus emociones. La princesa lo notó y sonrió de nuevo.
-Yo sé cómo te sientes cariño, y por eso sé que vas a estar bien. Tú corazón va a estar bien. Debes tener fe en ello.
A Rin le hicieron tanto sentido las palabras de Izayoi, que creyó que le habían sido enviadas por Kamisama misma, o mismo…
-Yo… nunca antes había tenido dudas. Nunca antes había sentido que me faltaba fe para seguir a mi amo, o para esperarlo donde fuera, por mucho que se tardara. Pero… desde la última vez que, me respondió a una carta, o que supiera de él… ha pasado tanto y, siento que trata de hacer que yo tomé otro camino, siento que trata de olvidarme y que lo olvide. No lo sé… solo el tiempo me es pesado desde que dejé de sentirlo a mi alcance. Debo ser muy egoísta.
-Quizá lo seas, pero te diré un secreto mi niña, él ya es tu demonio. Lucha por lo que es tuyo, Rin. Es normal temer, y sí, nosotras escogimos un camino bastante duro. Caprichoso e incierto. Amar a un demonio es difícil, tan solo por el tiempo, su orgullo, su fuego salvaje y aguerrido. Implica hacer muchos sacrificios, y al final, darles nuestra vida, aunque sea por un instante, pero siempre hay una recompensa, y es su amor eterno y lealtad. Kagome y tú son iguales a mí, por eso sé que ambas van a ser felices.
Como si la hubiera invocado, Kagome cruzó el umbral de la puerta arrastrando un bostezo, denotando un rostro desvelado y un cabello en plena rebelión. Rin seguía asimilando la verdad que Izayoi ponía frente a ella en forma de oniguiris perfectos.
-Buenas tardes dormilona, ¡son casi las tres de la tarde! Si yo misma no me hubiera despertado ya pasado el medio día, tu e Inuyasha estarían fregando pisos o pelando una tonelada de papas.
Kagome parecía avergonzada frente a su suegra, pero también estaba de muy buen humor. Aguantaría las bromas como una mujercita fuerte. Después de saludarse con muchos mimos, Kagome se preparó un café, se puso un mandil como sus dos compañeras de cocina, y se puso manos a la obra. Ya entrada la tarde, Kagome y Rin manipulaban divertidas masa de arroz para hacer mochis, e Izayoi bebía un té frente a ellas, supervisando su trabajo. Miró a Rin e intentó darle continuidad al sentido de su charla de horas atrás. Quería reconfortar el corazón inquieto de la niña que tenía en su tutela desde hace cinco años.
- ¿Saben cómo conocí al General?
- ¿A Inu no Taisho? ¡NOOO! Izayoi… ¡Me encantaría escuchar como se conocieron mis suegros! ¡Que buena historia vamos a escuchar Rin chan!
Rin se apoyó risueña con los codos en la mesa y Kagome la imitó. Izayoi se sintió complacida al verlas tan interesadas; realmente podría ser una escena muy maternal. Ella lo sentía así.
-Yo tenía catorce años. Ese día había decidido alejarme del palacio. Había peleado con mis tutores pues los encontré haciendo arreglos para casarme con un príncipe a quien yo no conocía, y sabía que era mi deber, pero. Estaba tan molesta… mi madre había muerto poco antes, y mi padre estaba siempre fuera del palacio. No toleraba verme pues le recordaba a su difunta reina, así que sentía que una parte de mi corazón estaba muerto. Sentía que amar era algo de valientes, y que los valientes eran tontos. Así que cuando me enteré de que estaban acordando ofrecer mi mano en matrimonio sentí un hervor en la sangre, como jamás lo había hecho. Grité y amenacé a todo el que se ponía en mi camino, tomé un caballo, y fúrico cabalgué durante horas hasta que me sentí agotada y me detuve a la orilla de un río. Creo que habré llegado a un lugar sagrado porque había cierta atmosfera. A la orilla del río se hallaba una hilera de cerezos tan rojizos y repletos de flores, y yo, estaba tan cansada, tenía grandes deseos de dormir, y los parpados se me cerraban mientras paseaba por los cerezos, en algún momento, creo recordar que empecé a andar sobre mis rodillas y mis manos, arrastrándome del sueño, hasta que llegué a lavase de un cerezo que apareció siempre estar frente a mí. Era… mi camino. En cuanto llegué a él me quedé profundamente dormida. Al parecer el destino me llevó al árbol donde Inu no Taisho descansaba, solo que él estaba del otro lado, según dice también estaba dormido por la somnolencia del lugar. Cuando despertó me encontró del otro lado y dijo haber comprendió el porque había estado soñando con música. Ese cerezo nos había conectado mientras dormíamos. Cuando desperté tenía su estola cubriéndome y él miraba el río, simplemente sentado en el césped. sonriente. Perfecto. Cuando lo vi pensé que quizá me había encontrado a una deidad, o que había muerto cayendo del caballo jaja, es que me pareció como que a mi vida se le presentaba una oportunidad que la cambiaría para siempre, el era pura luz y una maravillosa sonrisa con colmillos. Me quedé viéndolo a los ojos y supe que le agradaba, y aunque mi cuerpo me dijo que era peligroso, también me dijo que sí, y cuando me saludó y me preguntó que hacía ahí no pude más que sonreírle y le dije que lo estaba esperando. Su primera reacción fue de sorpresa, después pareció asustado, y luego, tan complacido, Imaginen tan solo su rostro perplejo que después se transforma en pura bondad.
Rin y Kagome apenas parpadeaban. Observaban el aura rosa que empezaba a emanar de Izayoi y su relato. Ichi Sama, una yokai ave quién era el ama de llaves de la mansión Taisho, se acercó sonriente a servirles té. Había escuchado tantas veces la historia, pero Izayoi la contaba como si hubiera sido hace tan solo unos días. Se veía en una nube.
- El señor Taisho tiene un rostro amable, es verdad.
- Cuéntanos más mamá.
- Nos vimos en ese árbol durante todas las lunas llenas hasta que cumplí quince años, entonces, una tarde que charlábamos el estaba tan serio. Me había hablado de los problemas que tenía con su hijo y yo… No recuerdo que le dije, solo algo como que quería estar con él para siempre, y henos aquí… claro contra todo pronóstico
- ¡Que romántico! Inuyasha y yo también nos conocimos en un árbol.
- Y mi hijo y tú han sobrevivido a mil y un obstáculos, se han enfrentado a los trucos del destino, y probablemente lo sigan haciendo porque no hay nada de natural en amar a un demonio-. Izayoi extendió ambas manos y alcanzó con la derecha la de Kagome y con la izquierda la de Rin. -Pero sería antinatural para nosotras no hacerlo, así que luchen-. Izayoi les guiñó un ojo emocionada.
La platica había humedecido el corazón de Rin, sentía que, al día de mañana le brotarían flores. Ella también había conocido al amo Sesshoumaru recargado en un árbol. El destino sí que era caprichoso, tanto como ella. Pero no estaba sola, y la comprensión que la hizo sentir menos como una loca desesperada la había encontrado bajo el techo en dónde vivía. Algunas veces uno no tenía que salir de búsqueda para encontrar a sus aliados.
(Nunca voy a dejar de luchar amo. Le demostraré lo lista que estoy para seguirlo. Solo tengo un deseo para navidad, por favor, por favor por favor, Kamisama). Sus dedos se cruzaron inconscientemente y lejos, pero en la misma época, el gran demonio Sesshoumaru sintió que se removía algo en su pecho.
