Advertencia: capitulo solo de sexo.
La adrenalina se me subió hasta las nubes después de sobrepasar el límite de velocidad en todas las autopistas de Coruscant, a tal punto que llegué extasiarme de tanta gratificación por tener el deleite del suplicante motor rogando que lo exigiera más. Pero, cuando la diversión se acabó, y debimos volver al edificio, toda esa excitación que traía rebosando de mis poros cambió de objetivo. Y no lo pude ocultar.
Me miraba de reojo en el espejo del ascensor que reflejaba mis encendidas mejillas con un fuerte rojo carmesí, ese brillo de mis ojos que fugazmente hacían contacto visual con el moreno, mi exagerada respiración que sin éxito trataban de calmar esas llamas que me dejó el vibrante sentir de la adrenalina. Llegué hasta un punto el que me estaba asustando el cómo mi rostro iba tomando una forma de un ser sediento de deseo. Y Ben lo notó, y no hizo vista gorda a mí no disimulado actuar.
Pero, no podíamos hacer escándalo por los pasillos, era navidad, cuyo ambiente era puramente familiar. Sin embargo, cuando tocamos la alfombra de bienvenida frente a nuestra morada, nos abstuvimos totalmente en medir la fuerza para cerrar la puerta del departamento. Ni siquiera quisimos encender las luces. Pues, por ningún minuto deseábamos perder el tiempo en aprovechar lo último de nuestras fuerzas para disfrutar "noche buena" para nosotros.
Entre empujones, y gemidos producto de unos indecisos pies, no tardamos en encontrarnos con la orilla de ese conjunto de resortes que, por millonésima vez, tendría que aguantar un reiterado oscilar de nuestras caderas.
Ben era implacable, en todas las veces que saturamos las sabanas de humedad, nunca se dio la oportunidad de privarse conmigo en el arte del placer, ni siquiera en nuestra primera vez juntos. Bajo las sabanas era otra persona, una excitante carente de recatar.
No perdimos el tiempo. Como un embalaje lleno de plumas, me levantó más hacia al centro de la cama, recostándose encima de mí, sometiéndome sin escrúpulos bajo su torso, hurtándome besos, devorando mi boca. Y ese apremiante sofocar llegó inminente, un distintivo arder de nuestras pieles envueltas por el entrometido pijama. Tomé ventaja, y se lo quité de forma exagerada, ya que, se estaba volviendo insufrible el no saber hasta qué grado estábamos dispuestos a subir.
Y Ben no se quiso quedar atrás. Al instante de arrebatarle aquella prenda sobrante, accede a ese instinto gobernándolo, quitándome la mía, demostrándome de paso una vez más su habilidad para removerme el brasier de una sola vez. Llegó de golpe el frío a impregnarse en mi dermis al instante, erizando mi piel, trayendo con él, erguir de esas distintivas aureolas con matiz más opacas que el resto de mi cuerpo, antes que el moreno se diera rienda suelta a contemplarme con un sentido distinto a la vista.
Cada vez todo se estaba tornando más intenso, ardiente. Nuestros cuerpos eran flamantes por el reiterado rozar, apaleando nuestra ínfima distancia, desistiendo en separarse. Lo mismo con nuestras bocas, que en cada unión demandaban menos espacio entre ellas, alcanzando por desespero el choque de nuestros dientes, aclamando regocijarse del sabor propio del dulce placer carnal.
Y ese pequeño quemar proveniente más debajo de mis entrañas se volvió incontrolable, siendo culpable de aquel delito, un sediento piloto por consumar su necesidad de probar ese ínfimo sudor que había comenzado a desprenderse de mis poros, mientras acariciaba aquellas curvas que, aunque las repasara una y otra vez, seguían siendo un misterio para su tocar. Pero, no terminó ahí, pues unos labios generosos iniciaron su búsqueda a aquella pieza poseedor de una fémina.
Deseaba detenerlo, coger otra vez de esos cabellos azabaches a mis labios. Pero mi mente era obstinada, anhelaba que un Ben Solo me satisficiera sin completarme.
Pero, al parecer, el muchacho se caló en mis pensamientos, finiquitando aquella agonía separándose de mi temple para mirarme desde lo alto. Me descolocó su actuar, a un punto en molestarme en interrumpir mi placer, que al final, se terminó intensificando más el verlo quitarse aquel cordel que sostenía su pantalón de pijama con una desesperante lentitud. Ya no lo estaba soportando.
Tampoco me ayudaba la mínima luz proveniente de las calles de la capital que atravesaba esa capa gruesa del textil cubriendo mi ventana, que iluminaba la blanca tez del joven Solo que siempre lo caracterizó, más aún cuando lo vi expuesto completamente a mi merced, remarcando esa gran contextura que no entendía cómo mantenía por la casi inexistente ejercitación. Realmente era embriagador el solo hecho de verlo.
Me ganó la inquietud, el desvelado deseo del que me poseyera de una vez. Fui en búsqueda de mi sobrante pantalón para despojarme de una maldita vez de él. Pero, las manos de Ben fueron más rápidas que las mías, y de un sólo tirón quitó de todo lo que me separaba del frío de la habitación, sin quitarme esos ojos saturados de lujuria de encima, por el sólo hecho de tenerme bajo sus pies como una ofrenda.
Pensé, que después de tener el placer de deslumbrarnos visualmente, daríamos inicio al intento de procrear sin querer tener éxito alguno. Pero, me vi engañada cuando el moreno se aproximó a mi vientre en búsqueda de su última marca, para llegar al destino que una mente perturbada por la insufrible ansiedad suponía se dirigía. Demonios, esto iba a terminar rápido. Aun así, no podía lograr hacer que mis manos lo detuvieran.
Y por una fracción de segundo, creí ingenuamente que el piloto se había compadecido de mi alma con ese último toque de sus labios cerca de esa fina línea que abría mis puertas al cielo, peligrosamente cerca a aquella coordenada indicadora de un peligroso pasaje sin retorno. Pero sucedió todo lo contrario.
Dejó de importarle su porte con el me podía aplastar sin dejarme aliento, y se aprisionó contra mi piel. Lo deseaba, a tal punto que dolía el tenerlo tan cerca, y tan lejos de mi ser, tan próximos a cometer un acto tan íntimo de compartir nuestras llamas, nuestras almas, el regocijo del placer carnal. Por fortuna, le rebalso el contenerse el éxtasis de seducción, que salvaje llenó esa hendidura, atravesando ese puente que unía mis piernas de una sola vez, detonando ese sentir cargado de goce por ese primer frotar en mis paredes.
Y su cuello fue mi testigo de apreciar el eco de mi quejido de exclusivo sonar, propias de la anatomía humana, dando iniciación a esa travesía sin retorno.
Quería que durara por toda la eternidad, que no terminara jamás aquel deleite de llenar. Pero, el moreno retenía en conservar ese casi inexistente sosiego con su fuerte respirar bajo mi oreja, bajo la excusa del caprichoso afán de alimentar mi delirio, buscando esa entrada una y otra vez, mientras exigía como suyos pedazos de mi carne.
Y me acercaba demasiado rápido a la orilla de esa cuesta, bajo la amenaza de caer en ella en las próximas embestidas. No quería. Si no se detenía, si continuaba avivando ese exquisito deleite a plenitud, iba a culminar de una forma apresura lo que vislumbraba desde lo alto. Pero el piloto subió la marcha, buscando partirme, menguando la dosis de arremetidas intimidantes a quebrarme, que al final, terminaron por empujarme al vacío.
Ben no lo dejó pasar, se dio cuenta al instante el que ya me había desconectado del tiempo y el espacio por el irregular de mi respiración chocando en su cuello, aferrándome a su dermis con extrema ímpetu, reclamándola de mi posesión. Pero quería que continuara, que estuviera conmigo desafiando las leyes de la física. No lo dudó. Subió la intensidad del golpeteo en mis profundidades, buscando con desespero la meta de aquella escalada.
Hasta que convergimos en la misma dimensión en esa última colisión de nuestros cuerpos, anclándose dentro de mí para saciar su necesidad de liberar ese distintivo líquido propio del sexo masculino.
El piloto respiraba agitado, buscando su aire perdido entremedio de mis cabellos, mientras yo hacía lo mismo por el mío, disfrutando nuestra añorada caída que estuvimos buscando para experimentar de ese goce único que siempre obtuvimos en nuestra unión.
-Tengo… que limpiarme.- dije con palabras entrecortadas abrazándolo, todavía algo atontada.
-Ci…erto.- el piloto también sonaba aturdido, sobre todo exhausto.
Me dio el pase libre para que fuéramos al baño a lavarnos. No hablamos mucho mientras nos limpiábamos, pero sí compartimos miradas cómplices entre risas de nuestras caras, por la satisfacción de estar todavía contemplando los astros. Terminamos, y la cama nos llamó para que nos recostáramos, pero ahora, a descansar en ella. Además, ya era necesario, fue un día agotador y una montaña rusa de emociones.
-Feliz navidad. – me abrazó tierno esta vez por la espalda compartiéndome su calor el joven Solo.
-Feliz navidad Ben. -
Hola bellxs, que tal?, Aquí les dejo tres capítulos al hilo.
Quiero comentar que es primera vez que escribo lemon, PRIMERA VEZ, asi que, por favor no me maten si es que esta muy malo, me esforcé demasiado en que ojalá fuera de su agrado. Eso si, me encantaría que me retroalimentaran que tal, que les pareció. Sería muy importante para mi que lo hicieran, me ayudaría bastante.
Eso ps:3, espero les haya gustado todos los cap que escribí.
Muchos cariños a todos, nos estamos leyendo!
Los personajes no me pertenecen.
