Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
Huérfanos
7. Cambios.
Sesshoumaru camina por las instalaciones del centro médico en compañía del médico encargado de la rehabilitación de Rin, ya habían pasado seis meses desde que la niña había dejado la mansión, él había comenzado sus estudios y preparación para dirigir el conglomerado Taisho, por lo que no tenía mucho tiempo libre y solo había podido visitar a Rin tres veces desde que le dieron el alta y fue trasladada al ala de rehabilitación de niños como ella.
—Llegamos— el médico abrió la puerta que conducía a uno de los jardines—. Está aquí, su progreso es muy bueno, juega con otros niños y los animales, pero sigue sin hablar.
—¿Volverá a hacerlo?— Sesshoumaru vio a la pequeña sentada en el pasto, sin percatarse de su presencia.
—Podría, sus cuerdas vocales están bien, pero ya depende de ella.
—¿Cómo va en sus clases?
—Muy bien, está aprendiendo a escribir y los números, Rin— le llamó el médico—. Alguien vino a verte.
—¿Cómo estás?— se hincó para quedar a su altura, por la cara de ella, sabía que no creía que él estuviese allí—. Lamento haber tardado en venir.
Rin se levantó y corrió a abrazarlo, lo había extrañado mucho, el señor Jaken la visitaba seguido y le entregaba regalos que le mandaba el joven Sesshoumaru, pero lo que más quería ella, era verlo a él.
—Los dejaré solos, estaré en mi oficina por si necesitan algo más— se despidió el médico.
—¿Qué hacías?— Rin le mostró un dibujo de las flores que había en el jardín—. Traje comida, ¿tienes hambre?— la pequeña asintió.
El cielo comenzaba a obscurecer y Sesshoumaru pudo ver a Jaken que le esperaba a la entrada del edificio. Era hora de irse. Vio a Rin que comía con gran entusiasmo su melón.
—Entremos, ya debo irme— dijo al ponerse de pie—. Vendré pronto— aseguró al notar que la felicidad de la niña se había ido—. Debes seguir mejorando, aquí estás a salvo.
—Amo Sesshoumaru, debemos irnos— interrumpió Jaken.
—No se preocupe por ella joven Sesshoumaru, aquí estará bien cuidada— aseguró el médico.
—Doctor Suikotsu, cualquier cosa que necesite, no dude en llamar a Jaken.
—Lo haré.
—Pórtate bien— le dio una caricia en su cabeza a Rin, ella solo asintió.
Sesshoumaru y Jaken esperaban que el guardia abriese la puerta de salida, cuando de sorpresa, Rin abrazó a Sesshoumaru con gran fuerza. La acción confundió al joven, unos metros más atrás estaba una enfermera, esa mujer la había llevado.
—Rin, ¿Qué sucede?— se hincó para verla.
—Se… Sesshoumaru… Gracias— murmuró, durante mucho tiempo había intentado que su voz saliese y se juró que el día que por fin lo lograse, lo primero que diría sería el nombre de su amo.
Era un día nublado y con viento, aun así, Rin salió a jugar al jardín con las hojas secas, en compañía de otras niñas y una cuidadora. Y mientras jugaban a las atrapadas, vio a una persona que hace semanas quería ver, fue que dejó el juego y corrió a encontrarse con su amo.
—¡Vino de nuevo!— gritó al interceptarlo a mitad de camino.
—¿Qué hacías?
—Jugando con otras niñas.
Sesshoumaru apenas si esbozó una sonrisa, le tranquilizaba que ahora Rin se pudiese divertir y convivir con otras niñas, sin temor. Definitivamente su vida era muy diferente para mejor.
—Sentémonos— caminó hasta una banca del jardín—. Esto es para ti— le entregó una caja rectangular una vez sentados.
—¡Otros zapatos!— exclamó con emoción al ver sus nuevos zapatos naranjas.
—Jaken dice que juegas mucho afuera y los zapatos te duran poco.
—¿Por qué no había venido?— se quitó sus zapatos que ya tenían un agujero en la punta y se calzó los nuevos.
—Ahora tengo más responsabilidades, con la escuela y la compañía.
—¿Y qué hace?— preguntó curiosa, su amo no hablaba mucho sobre ese tema.
—Cosas aburridas.
—¿Algún día podré volver a su lado?
—Vivo cerca de la escuela y luego de lo qué pasó…— no pensaba que volver a la mansión fuese lo correcto—. Tal vez algún día, si lo sigues queriendo, por ahora, concéntrate en tus estudios.
—Si soy muy buena, ¿podré ayudarle y estar a su lado?
—Solo diviértete.
—No tarde en venir, o escríbame, yo lo haré.
—Mandaré a Jaken.
—Antes de que se tenga que ir, ¿podemos pasear en Ah-Un?— el dragón permanecía con ella, pero los encargados no le dejaban salir de los territorios, por órdenes de Sesshoumaru.
—Claro.
—¡Vamos por él!, está en el establo.
Sesshoumaru la observó, hacía mucho tiempo que no montaba un dragón, algo irónico porque su negocio familia tenía que ver con dragones.
Hace días atrás, Rin había cumplido 10 años y aunque su intención principal era ir a visitarla ese día, el trabajo se lo impidió, pero ahí estaba, llevándole un vestido de su color favorito. Vio a Rin correr a su encuentro, pero esta vez el saludo de la niña fue diferente, no hubo un "Sesshoumaru-sama, vino" o "Sesshoumaru-sama, Rin está feliz de que viniese", nada de eso, esta fue un "¡Sesshoumaru-sama!, alguien me va a adoptar".
—¿Quién?— ¿por qué nadie le había dicho algo sobre eso?
—El hermano del doctor Suikotsu, ya han adoptado a otra niña, tendré una hermana, pero necesitan su aprobación.
—Es algo que surgió repentinamente, esperaba verlo en persona para tratar el asunto, mi hermano entiende que, si usted no lo aprueba, Rin debe permanecer aquí.
Sesshoumaru sabía que no era bueno para Rin permanecer en ese lugar hasta la mayoría de edad, además, él ya no era su dueño, fungía como tutor, pero era temporal.
—¿Es lo qué quieres?
—Solo si puedo seguir viéndolo.
—No digas tonterías, puedes hacer lo que quieras.
—Soy tan feliz, ¿me promete que siempre va a estar conmigo?
—Tanto como quieras, ¿Qué pasa?
—Se ven diferentes, sus ojos son más dorados.
—Es porque ya tengo 18 años, luego lo entenderás— agregó cuando le vio confundida, al parecer, nadie le había hablado de lo que él era.
Y ahí estaba otra razón por la cual era mejor que Rin fuese adoptada, estaría entre sus iguales.
Estaba fastidiado con tanto ruido en su casa, esperaba que las remodelaciones terminasen lo más pronto posible, él necesitaba su paz. Colocó su sello en tres documentos y estaba por comenzar a revisar una nueva carpeta, cuando abrieron su puerta sin antes avisarse.
—Señor, le esperan para la degustación del vino— interrumpió aquella mujer de la cual no se había podido deshacer, Medlock.
—En un momento bajo.
—Le llevan esperando por diez minutos y…
—Ve y avisa que tardaré un poco más— ¿por qué nadie entendía que estaba ocupado?
—Amo Sesshoumaru, las invitaciones— ahora fue turno de Jaken de interrumpir, pero a diferencia de la mujer, él sí entró por completo a la oficina.
—Séllalas y envíalas, ya tienes la lista.
—Sí, amo.
—¿Algo más?— preguntó al ver que su asistente no se iba.
—Nada, ya me encargo de esto.
—Jaken— llamó con advertencia.
—¿Le va a decir?— preguntó con temor luego de tragar saliva—. ¡Lo siento, no debí preguntar!, lo espero abajo— se apresuró a dejar la oficina.
Sesshoumaru cerró la carpeta de documentos, sabía que debía ir a verla, no podía dejar que se enterase por alguien más, al final, las cosas así debían ser.
Tres hermosos años juntos, todo era como un sueño para todos. Inuyasha y Kagome se habían casado tan solo tres meses después de que obtuvieron la custodiada total de Souta. Fue algo tan pequeño que solo les bastó una mesa en la cafetería donde la chica solía trabajar, ya que sus invitados se limitaban a Sango, Miroku y Souta.
Kagome iba en el comienzo de su tercer año de universidad, había decidió cursar "Administración de datos y logística", Souta estaba en quinto grado y pertenecía al equipo de atletismo, sin olvidar que, si se seguía esforzando como hasta ahora en la escuela, el próximo año podría tener beca para la escuela media superior. Por su parte, Inuyasha trabajaba en el conglomerado "Hidaka AeroStructures", donde se encargaba del mantenimiento de los vehículos de la empresa. Definitivamente los tres vivían una vida feliz y en paz.
Souta veía televisión y Kagome estudiaba para un examen que presentaría el lunes, cuando de sorpresa, se escuchó la puerta abrirse e Inuyasha apareció en la sala, cinco horas antes de su hora de llegada habitual.
—Llegaste temprano— dijo Kagome al girarse con la silla.
—Lo sé, no te ves feliz.
—Nada de eso, estoy sorprendida, no dijiste que llegarías antes ¿o sí?— tal vez lo había olvidado—. Apenas iba a preparar la comida y…
—No te preocupes por eso, vamos al cine.
—¡Sí!, apoyo eso— Souta se levantó entusiasmado, había una película de estreno que moría por ver.
—Tengo que estudiar, vayan ustedes.
—¿Qué es?— Inuyasha se acercó para ver el libro de su esposa.
—Álgebra, pero aún me falta hacer un reporte de este libro que aún no terminó y…
—Te ayudo todo el fin de semana, pero ven con nosotros, por favor— suplicó, Kagome vio a su hermano que ya había ido a su dormitorio a alistarse para salir y luego a Inuyasha, él en verdad quería que ella fuera.
—Está bien— aceptó, y en respuesta, Inuyasha le dio un corto beso en los labios—. No te vas a arrepentir.
—Pero también voy a querer una enorme hamburguesa.
—Me alegra escuchar eso, porque yo también.
…
Por el día y la hora, en el cine no había mucha gente, ni bien llegaron, Souta corrió a ver los horarios de las películas disponibles y una vez que confirmó que la película que quería ver iniciaría en veinte minutos, volvió donde Inuyasha y Kagome esperaban.
—Inicia pronto, yo iré por los boletos— Inuyasha asintió y le entregó el dinero.
—Hace mucho no salíamos así— dijo Kagome.
—Me ascendieron— soltó el chico sin más.
—¿En verdad?— le miró sorprendida—. ¡Felicidades!— le dio un rápido beso en la mejilla aunque hubiese querido dárselo en los labios, pero sabía que Inuyasha se avergonzaría mucho si hacía eso en público.
—Por eso salí temprano, a partir del lunes inicio.
—Entonces querías celebrar.
—Culpable.
—Aquí están— Souta le entregó los boletos a Kagome—. ¿Podemos comprar palomitas?
—Sí, para mi tres hotdogs y tu hermana, seguro quiere bolas de pulpo.
—¿Algo más?
—Los refrescos— dijo Kagome, justo cuando Inuyasha le daba más dinero a Souta.
—Ya vengo.
—¿Por qué no me dijiste que podían ascenderte?
—Me enteré esta semana y no era precisamente el primero en la lista, con el nuevo puesto, en ocasiones deberé viajar, pero serán viajes cortos, máximo una semana, Kag…— no le pasó desapercibido que el humor de su esposa cambió drásticamente—. ¿Qué pasa?
—Estoy feliz, es solo que…— luego de tantos años seguía temiendo cada que Inuyasha debía hacer un viaje—. Deberemos acostumbrarnos.
—Debí rechazarlo— sabía que la chica aún seguía con secuelas del accidente de sus padres.
—¡No!, estoy bien, es el puesto por el que te has esforzado— le sonrió con sinceridad.
—La paga es mayor, mejor plan médico y me dejaron incluir a Souta, podré elegir mis vacaciones y así coincidirán con las de ustedes, estemos mejor.
—Lo sé, vamos a ayudar a Souta, creo que pidió el tamaño jumbo de todo— dijo Kagome al ver que su pequeño hermano sabía dónde poner todo lo que había pedido.
Inuyasha esperaba algo nervioso en aquella pequeña sala a que alguien fuese por él, lo minutos pasaban muy lentamente, hasta el punto en que se imaginaba que cuando alguien finalmente llegase, le dirían que todo fue un error y el puesto no era para él, pero una hora después, el asistente de su nuevo jefe inmediato llegó, se disculpó por la demora y enseguida le llevó a su nuevo lugar de trabajo.
—Finalmente, bienvenido a la sección de proyectos— Inuyasha observó rápidamente el lugar, en definitiva, era muy diferente al taller donde estaba, esta área era iluminada por una luz blanca y no era lo único blanco, los muebles también lo eran—. Esperamos que el lugar sea de su agrado, tenemos muy buenas referencias suyas.
—Daré mi mayor esfuerzo para no defraudarlos.
—Estamos seguros de que así será, vayamos de este lado, le presentaré con el personal que ahora deben estar en la sala comedor.
¿Sala comedor?
Inuyasha al ver el área donde comía el personal, se sorprendió más, había una cocina completa, las sillas eran acojinadas y ¡tenían sillones y un juego de realidad virtual!, no solo era una sala para comer, también para descansar.
—Ren, ¿Quién es el nuevo?— preguntó una mujer que acababa de llegar, ella vestía fina ropa y cabello negro.
—Señorita Hidaka, le presento a Takahashi Inuyasha, el nuevo miembro de la división tres.
—Un placer, tienes mi puerta siempre abierta, lo que necesites.
—Muy amable— contestó Inuyasha.
—Nosotros nos vamos, iremos a terminar el recorrido— dijo Ren.
—¿Hidaka?— preguntó un poco extrañado Inuyasha.
—Es una de las hijas del dueño, se encarga de las finanzas y avala el equipo nuevo, si necesitas un equipo o material nuevo, debes ir con ella.
—¿Hay más familia del señor Hidaka trabajando aquí?
—El señor Hidaka tiene otra hija, pero no labora aquí, ella está en el conservatorio de música, es una prodigio de la música, y su sobrina, la señorita Hibi está en relaciones públicas, puede que algún día tope con ella.
—Entiendo, en mi otro puesto nunca nos dijeron nada de esto.
—Algo normal, ahora tendrá más contacto con el dueño, familiares e inversionistas.
Inuyasha de pronto se sentía muy nervioso, esperaba no joderla, ya que ahora sentía más presión.
—Está será su área de trabajo— Ren abrió la puerta de una oficina—. Se trabaja en este prototipo— le mostró a Inuyasha los planos de un nuevo motor que estaban ya en un restirador—. Hará los viajes cortos más rápidos, estudie el diseño y mañana se incorpora al equipo para trabajar en su mejora.
—Sin problema.
Inuyasha se estiró en su silla de trabajo, vio la hora y sonrió al ver que ya había terminado su jornada, acomodó su área y comenzó a guardar sus cosas en su mochila, ese día era aniversario de sus amigos y debía pasar por Kagome. Apagaba las luces cuando alguien tocó a su puerta, al voltear no le sorprendió ver a la señorita Hidaka, ella solía ir a supervisar a los trabajadores en esa área.
—Vamos a cenar, celebremos tu primer mes aquí.
—Lo siento, tengo planes— dijo al colgarse su mochila.
— Por favor, vayamos a tomar un café, te lo mereces.
—Muy amable, pero no puedo cancelar este compromiso, esta planeado desde hace semanas.
—Es una lástima, es tradición celebrar el primer mes, sería una reunión en un Pub cercano, los empleados suelen ir allí.
—En verdad debo irme, ya voy tarde, otro día será.
—Bien, a la próxima no te puedes negar y para ello, te lo diré con anticipación.
—Claro, con permiso— vio su celular, sonrió al ver que Kagome le avisaba que acaba de dejar a Souta en casa de un amigo y ella le esperaría en un punto intermedio.
Ese sábado, Kagome estaba en la escuela en una clase extra para ganar créditos, así que fue tarea de Inuyasha acompañar a Souta a comprar tenis nuevos para atletismo, mientras el niño veía los modelos disponibles, se sentó en una banca.
—Inuyasha, que agradable casualidad— dijo una mujer.
—Señorita Hidaka— se levantó para saludarla.
—¿Estás de compras?, yo también, vine con mi prima por un vestido, pero te vi y decidí venir a saludarte.
—¡Inuyasha onisan!, ¿qué te parecen estos?— interrumpió Souta, al ver a la mujer que hablaba con su cuñado se sorprendió, no la había notado.
—¿Y este pequeño?, ¿tu hermanito?
—No, es mi cuñado.
—¿Cuñado?— preguntó un tanto incrédula.
—El hermano de mi esposa.
—No sabía que eras casado, no llevas sortija— dijo luego de ver su mano derecha.
—Eso, no seguimos esa tradición.
—Curioso, entonces… nos vemos en el trabajo— se despidió y fue donde su prima le esperaba.
Souta analizó toda la escena, y concluyó que esa mujer no le agradaba, había algo en ella, una sensación que le estaba inquietando en el estómago.
—¿Cuánto amas a mi hermana?— soltó de pronto, haciendo que Inuyasha le voltease a ver sorprendido, como si ahora tuviese un tercer ojo en la cara.
—¿Y esa pregunta?
—Curiosidad, ¿entonces?— le miró fijamente y totalmente serio.
—No te voy a decir eso a ti— contestó totalmente sonrojado.
—¿No la amas?
—Nunca he dicho eso— volteó a ver de nuevo al niño.
—¿Y cuándo piensan tener hijos? Es normal, un día debe pasar ¿no?
—¿Kagome te pidió que me lo preguntaras?— estaba nervioso, ese tema no había sido tocado de nuevo por ninguno de los dos, ¿Kagome le habría pedido a su hermano que le preguntase?
—No, pero cuando le pregunté lo mismo, puso la misma cara que tú, si les preocupa no tener tiempo para cuidarlo, yo les ayudo.
—No es eso, nosotros nunca… es que… ya vayámonos— no iba a hablar de esto con un niño de diez años.
—Los dos son muy complicados, pero antes de irnos, tenemos que comprar mis tenis.
—Claro, ¿cuáles?— no podían irse sin los tenis.
—¿Grises o azules?
11/04/2021
No tengo perdón, realmente nunca imaginé tardar tanto en actualizar esto. Pero las cosas no siempre salen como uno planea. Sabrán que mientras tenga vida, no dejaré sin final mis historias.
Deseo que esto fuese de su agrado y el interés en ella aún viva.
Infinitas gracias por sus mensajes, aprecio cada uno de ellos.
Nos seguimos leyendo, seguiremos en esto hasta que el cuerpo aguante.
