Capítulo 7


—Muchacho, veo que tenés conocimientos avanzados en medicina. No por nada Daidalos me dijo que eras su mejor alumno. Seré breve; te propongo ser mi aprendiz y llevarte a la ciudad a estudiar, ¿Qué decís?

Shaka se dirigió a él con su aura seria, rígida, formal. No sabía cómo explicarlo pero la imponencia de su persona le hacía dudar hasta de las cosas más obvias. Porque sí, la respuesta a su pregunta era obvia. Por supuesto que Shun estaba más que complacido de acompañarlo a la urbe y aprender de él. Tal vez, el problema residía en los pocos fondos de los que disponía en el momento. Buscó varias maneras de verbalizar lo que pensaba pero ante la atenta observación de todo el grupo, terminó por expresarse de la manera más torpe posible.

—No... No creo tener dinero suficiente para eso —El calor se apoderó de su rostro al repetir mentalmente su respuesta y decidió agachar la cabeza para esconderlo. Ya no tenía valor para corregirse y solo esperó la reacción del profesional.

—No creo que haya problema con eso. Con lo tengas alcanza. No quisiera dejar a un prodigio en este pueblo perdido.

Sintió un peso sobre sus hombros y al levantar la cabeza se encontró a su hermano sonriéndole. Fue él quien se dedicó a hablar con Shaka y llegar a un acuerdo: le entregaría el collar de plata de su padre y saldrían hacia la ciudad por la mañana siguiente. En cuanto terminaron de definir los detalles del trato, regresaron a la casa y llevaron con ellos al herido para que descansara en un lugar cómodo. Pasaron la noche en vela turnándose para cuidar a Aioros mientras Shun se preparaba para irse.

Aioros despertó. Algo andaba mal pero no lograba recordarlo. Consiguió enfocar su vista y sentarse en la cama mientras volvían fragmentos del día anterior a su cabeza. Abrió los ojos desmesuradamente cuando reconstruyó los hechos. Se levantó tan rápido como pudo e intentó llegar hasta la puerta. Su cuerpo apenas le respondía pero no era eso lo que le impedía moverse, sino el fuerte agarre de dos personas a ambos lados. Al girarse pudo identificar que Shiryu y Seiya eran quienes lo detenían, y a cierta distancia estaban Hyoga y Saori preparando unos vendajes. Se relajó al ver que sus chicos estaban sanos y sin ningún rasguño. Decidió entonces que tendría que contarles todo. Se dejó ayudar para volver a la cama y, una vez allí, pasó lista mentalmente para asegurarse que todos lo escucharan. Uno, dos, tres, cuatro. ¿En dónde estaba el par de hermanos?

Como si los hubiera invocado, Shun entró a la casa acompañado por Ikki. Los conocía muy bien así que aún a la distancia pudo notar que el más pequeño estaba reteniendo las lágrimas. ¿De qué se perdió mientras dormía?

—Nos estafó. ¡El forro ese nos estafó! —Ikki apenas podía contener sus ganas de golpear a alguien. Descargaba su furia con palabras malsonantes que alteraron a todos los presentes.

—¿Qué pasó? —El mayor de la casa minutos antes había logrado ordenar su mente pero esta nueva situación lo dejaba más perdido que antes.

—Shaka, el hijo de puta ese. Se fue con la plata y lo dejó a Shun acá.

Shaka. Esa era la parte que faltaba en su rompecabezas mental. No podía ser otro más que el Shaka del castillo, el que había dado por muerta a Saori. Y ahora también había herido a su familia. Sabiendo que lo habían visto, era más apremiante la necesidad de irse del pueblo.

Como pudo, trató de calmar las aguas. En el aire seguían flotando algunas palabras indecentes. Esperó hasta que el silencio se hizo presente y, con la atención de todos sobre él, comenzó a explicar la historia desde el inicio. Les contó de Saori y Saga, la corona, cómo había llegado a ese orfanato hace diecisiete años, de la ayuda de Dohko y el plan que tenían armado. Las palabras que salían de él llegaban a los demás como delirios de un herido. Sabía que no lo estaban tomando en serio. Shiryu se percató de aquello y decidió agregar algunos detalles para confirmar la veracidad de las palabras y con eso zanjar todas las dudas. Las miradas viajaban por toda la habitación. Primero, atónitas, conectaban con Saori, quien se disculpaba por haber escondido su pasado durante tanto tiempo. Luego volvían al mayor esperando que les dijera que eso no era real, sin embargo, lo único que obtuvieron de él fue una sonrisa melancólica. Para concluir, se miraron entre ellos intentando procesar el relato.

Aioros interrumpió el espeso silencio que se había formado en la habitación para dar una serie de órdenes. Él regresaría al pueblo a buscar provisiones y a avisarle al señor Kido que inciarían el viaje, y para cuando él volviera, Saori y Shiryu debían estar listos para partir. La misión del resto era escapar hacia otro pueblo esa misma noche, ya que sospechaba que algún aliado de Shaka intentaría matarlos. Estaba a punto de salir cuando una voz gruesa objetó ante la última orden.

—Contame a mí también en el viaje. Voy a la ciudad a matar al médico ese —Habló Ikki, sin siquiera disimular el odio que teñía sus palabras.

Él era el más fuerte de todos y, aún si sus intenciones no eran compartidas por Aioros, tenerlo con ellos sería una ventaja. Asintió para transmitirle su visto bueno y sin perder más tiempo, salió de la casa.

El ambiente se había vuelto muy pesado. Los únicos que hablaban eran Shiryu y Saori, el resto solo lo hacía si era estrictamente necesario. Era una situación tan surrealista. La dulce niña con la que crecieron era en realidad la princesa perdida que ahora debía inicar una rebelión contra el recién ascendido rey Saga. Y lo peor, todos se separarían con la posibilidad de jamás volver a verse. Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, realizando las tareas en modo automático, tratando de procesar los sentimientos que les provocaba estar en esas circunstancias.

Un portazo los trajo de vuelta a la realidad. June se asomaba jadeante. Logró juntar el aire suficiente para decirles que vio a Aioros peleando con otro hombre y salió corriendo para indicarles el camino. Ella los guió por el conocido camino que llevaba a los límites del pueblo, donde los árboles altos y tupidos tomaban protagonismo. A pocos metros encontraron dinero y piezas de armadura desparramadas por el suelo. Aioros trataba de defenderse con una espada que pertenecía a ese uniforme de guerrero. Los chicos corrieron en su ayuda tan rápido como sus piernas les permitían, aún así, parecía que la distancia se duplicaba con cada paso que daban. Las espadas de los combatientes chocaban y emitían ruidos agudos. Con un movimiento refinado, el enemigo logró hacer volar por los aires el arma de Aioros. Con gracia y delicadeza, como si siguiera una coreografía, aprovechó el momento de debilidad de su oponente y enterró el frío metal justo en el corazón de su presa, quien se desplomó en el suelo una vez que la espada fue retirada de su cuerpo. El asesino observaba con desdén directo a los ojos ajenos, contemplando cómo la vida se escapaba de ellos.

Saori cayó de rodillas emitiendo un grito desgarrador. El resto de jóvenes quedaron helados en sus lugares. El hombre pasó sobre el cuerpo de Aioros, dejando que el borde inferior de su capa se tiñera con su sangre, y encaminó sus pasos hacia ellos. Shiryu amagó a empuñar su espada, solo para darse cuenta que no la llevaba consigo; aún así tomó a Seiya y se acercó a Saori para protegerlos. El rostro femenino y la sonrisa coqueta del mercenario contrastaba fuertemente con la espada y capa manchadas de sangre. Portaba una armadura dorada con gran cantidad de detalles, la cual se fundía con su ondulado cabello rubio. Detuvo su paso a una corta distancia para examinarlos. Se tomaba su tiempo para observarlos uno a uno y, al fijar la vista en Shun, soltó una carcajada que les puso la piel de gallina a todos los presentes.

—Así que vos sos el mocoso que le arruinó el juego a Shaka. No sabés la cara que tenía ayer. Tengo que agradecerte, hacía mucho que no me divertía tanto en una misión—intentó reprimir la risa concentrándose en pasar lista con el resto de jóvenes—. Vos debés ser la hija de Daidalos, la otra es la princesa y supongo que el resto son los chicos que nombró Aioros.

—¿Conocés a mi padre?—June temblaba. Tenía miedo. Mucho miedo. Era más miedo a la respuesta que el miedo por su vida.

—Lamentablemente, tuve que matarlo. No te preocupes, en unos minutos vas a encontrarte con él. Antes de eso, tengo órdenes estrictas de Shaka de deshacerme de su amigo.

Al escuchar eso, Ikki tomó a Shun por el brazo. El caballero frente a ellos dio un paso adelante para ponerse en posición de ataque. Shun se encontraba paralizado por el terror y fue su hermano quien lo sacó de ese estado al llevárselo a rastras. El enemigo inició la carrera hacia su objetivo y este, a su vez, era seguido de cerca por Hyoga. Luego de unos segundos en la huida Ikki soltó al menor para que ambos tuvieran mejor movilidad, dio un vistazo hacia atrás y se sorprendió al ver como ese hombre, aún llevando esa pesada armadura, estaba cada vez más cerca de ellos. Su hermano también volvió la vista para comprobar el panorama, lo que le impidió ver las gruesas ramas que asomaban del suelo. El mayor paró de golpe su marcha al percatarse que Shun se había tropezado unos pasos atrás, por lo que rápidamente volvió para ayudarle. Antes de que pudieran levantarse por completo, Shun sintió el ardor que provocó el metal al cortar superficialmente su espalda. El caballero, cuando intentó arremeter otra vez contra el joven, fue detenido por el dolor de una daga que se clavaba en el músculo desprotegido de su pierna. Hyoga enterró el arma tan profundo como pudo y se posicionó con agilidad entre el atacante y los hermanos.

Sacó la otra daga que tenía guardada e intentó herir al hombre frente a él. Éste realizó un movimiento similar al que había llevado a cabo momentos atrás para desarmar a Aioros y con la misma gracia que la vez anterior logró quitarle el arma al rubio. Hyoga no se dio por vencido. Con su brazo derecho bloqueó el siguiente ataque y utilizó su otra mano para recuperar el puñal que había dejado en su pierna anteriormente. Los filos de los metales emitían sonidos agudos cada vez que se encontraban, echaban chispas y brillaban cuando el sol se cruzaba en su trayectoria. Ese mismo reflejo cegó la vista de Hyoga por unos segundos, cosa que no pasó desapercibida por su adversario. En esos instantes de vulnerabilidad logró hacer trastabillar al muchacho, quien aterrizó al lado de los hermanos, y, a continuación, procedió a quitarle el arma que portaba en su mano. Puso sus brazos delante de sí para cubrirse de un ataque que nunca llegó. Al desprotegerse notó que una figura conocida había hecho retroceder al enemigo.

—Afrodita, explicame por qué estás tratando de matar a mi alumno.

Reconoció la voz profunda de Camus. ¿Estaba soñando? No, no era un sueño. Su maestro le había prometido ir a buscarlo al final de la semana para llevarlo a una de sus bibliotecas favoritas del sur y, al parecer, la semana ya había terminado.

—¿Por qué debería decirte? ¿Gano algo a cambio? —La sonrisa coqueta había vuelto a su rostro, lo que hizo enojar más a Camus. Éste atacó con su espada en el sitio que ya había sido herido por su pupilo. Afrodita soltó un quejido de dolor —Son órdenes de la ciudad. Por lo pronto, te recomiendo olvidarte de tu alumno y de tu castillo también.

Afrodita alzó su espada. Camus retrocedió solamente para volver a la batalla con más impulso, y así realizar un corte limpio sobre la garganta de su oponente antes de que la espada enemiga lo alcanzara. Esperó unos segundos a que la ira se disipara y, cuando recuperó su rostro impasible, se giró hacia Hyoga. Estaba de piedra en su lugar al igual que los otros dos muchachos. Los ojos fríos de Camus estaban esperando una respuesta, algo que le fuera útil para entender mejor la situación.

Hyoga, avergonzado por su desempeño, solo pudo emitir un simple "gracias''. Intentó ignorar ese sentimiento y concentrarse en ordenar la información que debía transmitirle a su mentor. Por otro lado, Camus no quería perder ni un segundo más. ¿Qué significaba lo que dijo Afrodita? ¿Órdenes de quien? Con las pocas pistas que tenía determinó que era necesario ir a la ciudad a buscar respuestas.

—Hyoga, tendré que viajar a la ciudad de inmediato. Vos quedate con tus amigos; si venís conmigo podrían matarte y eso es lo que menos quiero.

Se dio vuelta y comenzó a caminar. Hyoga sintió que debía detenerlo, por lo que se tomó el atrevimiento de su vida y obligó a su maestro a frenar sus pasos sosteniendo su muñeca. Intentó con todas sus fuerzas hacerle cambiar de parecer para que se tomara el tiempo de escuchar la historia completa pero Camus era muy terco, una vez que daba la orden ya nada le hacía cambiar de opinión. En vistas de que el menor no tenía intención de soltarlo, él mismo se liberó de su agarre apartándose bruscamente. Apeló a un tono mucho más firme al repetir su mandato y así dio por finalizado el intercambio con su alumno, para luego girarse y desaparecer en el horizonte.

Mientras veía inmóvil cómo su maestro abandonaba su vista, Hyoga no podía ordenar sus pensamientos en un hilo coherente. Todas sus emociones dispares y fatalistas parecieron venírsele encima en ese momento, como si un manto invisible que presagiaba lo peor se hubiera posado sobre él. El silencio en sus oídos se fue apaciguando de a poco; se desligó de su perpetuo estado de calma al escuchar los desgarradores sollozos de sus amigos. Aún así, fue incapaz de moverse. Sintió que su cuerpo se iba hacia adelante, y sólo entonces se atrevió a girar la cabeza en un evidente estado de alerta. Shun lo sorprendió abrazándolo por la espalda mientras repetía palabras de agradecimiento.


¡Holiwis! Acá viene la Firulete Cósmico a traer el séptimo capítulo de la historia. Ikki puteando es el headcanon que me da vida.

Como ya es costumbre, respondo a la review pasada de Samsalvatore. Tomaré en cuenta lo que me decís de que te hubiera gustado ver más palabras por parte de Shun ante el error de Shaka. La verdad es que esa fue una de las partes a la que menos presté atención así que entiendo por qué se puede interpretar como incompleta o o que se le podría agregar algo. Y bueno, sobre cómo actuarán Angelo y Shaka ya se verá a futuro así que me abstengo de comentar para no filtrar ningún spoiler xD. ¡Me causa mucha ternura lo último! En serio, gracias por dedicar un poco de tu tiempo a comentar algo, cada palabra me hace muy feliz UwU

Lo pedís, lo tenés ¿Querés capítulos más largos? ¡Hago capítulos más largos! A ver, este es más del doble de largo que los anteriores, a lo mejor se me fue la mano escribiendo. Ya me dirás si te gusta así o más corto o algo intermedio o más largo.

Bien, acá me despido. ¡Espero que el capítulo haya sido de su agrado!