N/A: Holaa a todos! Disculpen la demora! Me tomé más tiempo para escribir este capítulo porque no los quiero sacar apurada y porque mi beta también se demoró en corregirlo jjj pero ella hace un trabajo fantástico así que vale la pena la espera. Muchas muchas muchas gracias por todos sus reviews, me animan mucho el día y la semana en estos tiempos difíciles de pandemia y cuarentena lol. Espero que sigan disfrutando la historia :)
VII
La tormenta
Mikasa miró a su alrededor, con los ojos todavía abombados de sueño. Estaba sola en la sala de recepción, y las luces de la mañana se colaban a través de las cortinas. La capa que le servía de manta era limpia y suave, y Mikasa acarició distraídamente la tela mientras sus pensamientos se dirigían a su dueño.
Levi.
Levi era esquivo, y nunca se quedaba por mucho tiempo. Incluso cuando el escuadrón estaba comiendo o entrenando, él sólo estaba allí lo necesario. Pero al mismo tiempo, siempre se hacía presente, de una manera inexplicable. Mikasa sacudió la cabeza, tratando de volver a la realidad; todavía estaba medio dormida, y su cuerpo estaba dolorido por haber dormido en el sofá. Todo lo que necesitaba era un buen baño.
Pero primero tenía que ponerse la ropa adecuada. Se echó la chaqueta de Levi sobre los hombros, esperando que a él no le importara que no se la devolviera inmediatamente, y rezó en silencio para no toparse con alguien mientras recorría la corta distancia entre la recepción y su propia habitación.
Por supuesto, en cuanto puso una mano en el pomo de su puerta, Levi salió de su habitación, deteniéndose bruscamente cuando la vio. Mikasa lucía el pelo revuelto y arrugas de sueño por toda la cara y los brazos (y estaba segura de que su capitán podía oler su aliento matutino desde donde estaba). Levi estaba completamente vestido, excepto por la chaqueta que Mikasa tenía ahora sobre sus hombros.
-Necesitaré que me la devuelvas en algún momento-, dijo en breve, señalando con la cabeza la capa que le cubría los hombros.
-¿Qué? ¿La quiere de vuelta ahora?-. Ella seguía vestida sólo con su fino camisón. Apretó las manos alrededor de la tela, como si Levi estuviera a punto de quitársela inmediatamente.
-Relájate-, añadió él al notar su movimiento. -Sólo devuélvelo cuando hayas terminado-. Añadió, luego cerró la puerta y pasó junto a ella.
Los baños estaban en una cabaña separada de la casa principal, pero eran más grandes, más limpios y agradables de lo que ella esperaba. Incluso había una gran bañera de madera en la que podían meterse cómodamente tres personas. Pero Mikasa la tenía toda para ella. No se había bañado desde que salieron de la ciudad, y empezaba a sentirse bastante sucia después de horas cabalgando sin parar. Después de llenar la bañera, se sentó en silencio mientras sus doloridos músculos se relajaban, sumergiéndose en el agua caliente.
Una sorpresiva tormenta estalló en el exterior, y toda la tranquilidad que encontró en su baño fue arrojada por la ventana mientras corría de vuelta a la casa principal, escapando de la tormenta. Cuando llegó a la finca estaba empapada, y se preguntó por qué se había tomado la molestia de bañarse si de todos modos iban a regresar cabalgando bajo la lluvia.
Un sirviente la vio llegar y le dio a Mikasa una toalla seca, instándola a sentarse cerca del fuego. Historia estaba allí con un tejido inacabado en su regazo. Levi estaba de pie junto a la chimenea con los brazos cruzados mientras se apoyaba ligeramente en la pared.
Mikasa se frotó el pelo con la toalla. -No es un buen día para montar a caballo-, comentó. Se suponía que su viaje iba a ser corto; Hanji les dijo que volvieran en cuanto terminaran el asunto con Historia. Al fin y al cabo, estaban entrenando para una guerra.
Levi chasqueó la lengua y miró directamente a Mikasa. -No vamos a volver hoy-.
Su afirmación no dejó lugar a dudas, y pilló a Mikasa por sorpresa. La muchacha no esperaba que se quedaran en la finca de Historia más de lo necesario.
-¿Por qué?-
Él la miró con la fuerza de la tormenta que arreciaba en el exterior. -Nunca monto bajo la lluvia-, le espetó mientras se daba la vuelta y se alejaba. Dudó en la puerta como si pudiera sentir los ojos interrogantes de Mikasa taladrando su espalda. -Es peligroso-, añadió en voz baja, como si esa fuera toda la explicación que ella necesitaba.
Mikasa se quedó en la sala de recepción con Historia; ésta siguió tejiendo en silencio. Una sensación de inquietud se alojó en su pecho. Ahora que lo pensaba, nunca había montado a caballo bajo la lluvia.
El fuego crepitaba en la chimenea mientras las dos muchachas se sentaban una al lado de la otra. Una inesperada incomodidad se instalaba entre ellas.
-Por cierto, no me importa si se quedan-, dijo Historia en voz baja. -Es agradable tener algo de compañía, para variar-. Le sonrió a Mikasa, y ésta no supo cómo responder, así que sólo asintió. Volvió su atención a lo que Historia estaba tejiendo y notó que era un chaleco de bebé.
-¿Estás tejiendo para tu bebé?- Mikasa preguntó lo obvio en un intento de conversación. Historia se sonrojó ligeramente en respuesta.
-No puedo hacer mucho en la casa si estoy así de inmensa-, dijo, acariciando su vientre. -Esto me mantiene ocupada mientras pasa el tiempo-.
Mikasa frunció los labios, deseando que Historia no tuviera que pasar su embarazo sola, en una cabaña lejana en el bosque. Deseó que Eren se hubiera quedado con la Reina, en lugar de irse a jugar a los espías con Marley. Pero sabía que no tenía otra opción. Probablemente Historia también se sentía impotente, al no poder defenderse cuando era una soldado entrenada. Tenía las manos atadas y una gran barriga que le impedía moverse.
Historia le entregó a Mikasa un bastidor con un bordado incompleto, sacándola de sus pensamientos.
-¿No es bonito?- preguntó Historia espontáneamente, como si fueran dos amigas poniéndose al día sobre sus vidas, en lugar de dos chicas abandonadas por el chico al que amaban. -¿Sabes bordar?-
Mikasa recordó cómo hace unas semanas estaba haciendo grullas de papel con su capitán y sonrió ligeramente.
-Nunca se me ha dado bien crear cosas-. Repitió lo que había dicho entonces. Sólo destruirlas, pensó para sí misma. Historia ladeó la cabeza.
-¿De qué estás hablando? Te he visto remendar ese pañuelo tuyo todos estos años-, dijo alegremente. Mikasa miró a la Reina, y sus ojos eran grandes y brillantes como los de Eren. -Se te da bien cuidar las cosas-.
Mikasa se volvió hacia el bordado inacabado de nuevo. Pudo distinguir algunas formas de flores y conejos entre los hilos. El calor de la chimenea ya había secado su ropa y su pelo. También sentiría una sensación de calor en el pecho si en su interior no estuviera tan dispuesta a odiar a Historia. Deseó que su corazón fuera tan fácil de remendar como su vieja bufanda.
La tensión empezó a corroer su pecho. Su corazón y su mente se debatían entre querer a Historia u odiar a su amiga por llevar el hijo del hombre que amaba. No estaba bien, y no era justo, y de repente Mikasa sólo quería salir de esta habitación, lejos del bordado, de la ropa de bebé, y de cada recuerdo que la empujaba a odiar a su amiga.
¿Sólo odiaba la situación u odiaba a Historia? Tal vez una parte de ella incluso odiaba a Eren por haberlos puesto en esta situación en primer lugar. Odio y amor eran dos caras de la misma moneda y era difícil poder distinguirlas.
Los pensamientos la estaban sofocando.
-Voy a buscar a Levi-, dijo mientras se levantaba bruscamente y dejaba el bastidor en el sillón. No quería ver la mirada de Historia. Sólo necesitaba salir de la habitación.
La verdad es que no buscó a Levi. No sabía dónde estaba, y tampoco le importaba. Lo único que sabía era que le ardía la garganta, y estar allí sentada junto a Historia sólo le echaba más leña al fuego.
Salió a la lluvia y volvió a empaparse hasta los huesos. A este paso, sólo iba a coger un resfriado. Pero la lluvia no impidió que aquel fuego salvaje se extendiera por todo su cuerpo. Estaba ardiendo, igual que la cabaña de sus sueños.
Mikasa vio el granero de la finca en la distancia, y decidió esconderse allí de la lluvia. Sabía que no estaba actuando como una adulta al huir de sus sentimientos, abrumada por la realidad del hijo de Eren. Pero no sabía cómo afrontarlo todo. Siempre había pensado que iban a ser ella y Eren, Eren y ella, y Armin y el Mar. No había nada más en el mundo que ella necesitara.
No fue hasta que se resguardó de la lluvia bajo el granero que vio una sombra familiar en la puerta trasera. Por supuesto. Levi. Porque él siempre estaba allí. Allí en sus mejores momentos, y definitivamente allí en todos sus peores momentos. Cuando abandonó el sentido común la primera vez que el titán femenino se llevó a Eren. Cuando Armin estaba muriendo y había que tomar una decisión y ella había perdido completamente la cabeza. ¿Y no había sido él quien los encontró a todos durante su viaje a Marley después de que todos se emborracharan en la tienda de algún extraño? (Mikasa recordaba vívidamente el gruñido de asco del capitán mientras Sasha se arrastraba para vomitar en un cubo justo a su lado). Y ahora él estaba aquí, mientras ella se escondía en un granero lejos de la realidad y de su amiga embarazada.
Su sombra la acompañaba allá donde fuera. Y darse cuenta era reconfortante. Tal vez ella también lo necesitaba después de todo.
Levi estaba de espaldas a Mikasa mientras miraba la lluvia con una mirada pensativa. Se giró cuando la oyó llegar, y se miraron en silencio, escuchando el repiqueteo de la lluvia en el tejado.
-No puedo odiar a Historia-, dijo ella de pronto con la voz quebrada. Y esa era toda la verdad. La Reina le quitó lo que más apreciaba y le arrebató su lugar al lado de Eren. Pero. Simplemente no podía odiarla. Historia era su amiga y estaba sufriendo sola. Mucho más que Mikasa.
Sus mejillas estaban húmedas, pero no sabía si estaba llorando o si era sólo la lluvia.
Levi levantó una ceja, como si no entendiera el punto de Mikasa. -¿Y eso es algo malo?-, preguntó.
-No... por supuesto que no... pero...- Ella tampoco estaba segura de cuál era el problema. Nunca se le había dado bien explicar lo que sentía.
Levi soltó un largo suspiro. -Mocosa, deja de pensar en cómo Eren la dejó embarazada-. Mikasa desvió la mirada porque cómo Eren dejó embarazada a Historia no era algo que le apeteciera discutir con Levi. Y mentiría si dijera que no pensaba en eso todos los días. Siempre le rondaba por la cabeza. Incluso había soñado con ello. Pero Levi no había terminado de hablar. -Es tu amiga y eso es lo único que importa, así que aguántatelo y quiere a esa chica-, continuó mientras volvía a mirar la lluvia. -Nunca sabes cuándo vas a mirar hacia atrás, a través de la lluvia, para verla por última vez y arrepentirte de todo lo que no le dijiste-.
Mikasa le miró con los ojos muy abiertos. A lo largo de los años, Levi siempre había sido uno de los que se expresaba de forma rápida, contundente y sarcástica, pero éste no era el caso. Esta vez había algo más en su voz: dolor y arrepentimiento, todo ello unido a recuerdos de los que ella no sabía nada.
Probablemente no era prudente preguntar, pero la pregunta se le escapó antes de que pudiera evitarlo. -¿Qué es eso... que no pudo decir?-
Levi entrecerró los ojos. La lluvia era cada vez más intensa en el techo sobre sus cabezas. Mikasa temblaba de frío mientras su camisa mojada se pegaba a su espalda. Todavía no le había devuelto la chaqueta a Levi y se anotó mentalmente que lo haría más tarde.
Esperó a que él respondiera a su pregunta, pero se dio cuenta de que probablemente no lo haría.
Levi la sorprendió cuando dio un paso hacia ella y se movió como si fuera a poner una mano en su hombro, pero cambió de opinión en el último momento y retiró la mano. Mikasa no entendía por qué había retrocedido. Antes le resultaba muy fácil agarrarla por el brazo y arrastrarla por el cuartel. Pero ahora era como si una fuerza magnética lo hubiera alejado. Quizá él se dio cuenta de que ya no era una cadete, sino una soldado experimentada. Una Ackerman. Tenían eso en común.
Nunca se había dado cuenta de lo mucho que tenían en común, más allá de ser soldados en una guerra que era más grande que cualquiera de ellos. En ese momento, vio el dolor que los encapsulaba a ambos. Un dolor diferente, pero un dolor que pedía a gritos que los reconfortaran. Sus músculos se tensaron al darse cuenta de que ella también quería llegar a él.
En cambio, la distancia se mantuvo entre ellos, como si estuvieran decididos a rechazar lo que tanto necesitaban.
-No importa-. Finalmente respondió a su pregunta. -Sólo... no seas como yo-. Un trueno rugió en la distancia. -No te arrepientas de lo que no dijiste-.
Un trueno resonó dentro del pecho de Mikasa. ¿Estaba hablando de Historia o se refería a algo totalmente distinto?
-Es demasiado tarde para eso-. Ya estaba llena de arrepentimientos. Se arrepentía de no haber dicho lo que sentía por Eren en Marley cuando él se lo preguntó expresamente. -Eren ya se fue. Perdí la oportunidad de decirle algo-.
Levi resopló y volvió a mirarla. -Tch, hay otras personas en tu vida. No sólo Eren-.
-¿Quiénes?- La pregunta salió con un sollozo antes de que ella pudiera detenerlo. Sabía que había otras personas en su vida, pero durante mucho tiempo, sólo uno realmente había importado. Levi pareció ligeramente ofendido.
-Armin, Sasha, Connie-. Empezó a enumerarlos uno por uno, y una por una las lágrimas empezaron a resbalar por las mejillas de Mikasa mientras los rostros de cada uno pasaban al frente de su mente. -Hanji, incluso Jean-. Hizo una pausa. -Yo-.
La vergüenza le llenó el pecho. Levi tenía razón. Y ella no tenía réplica. Algo en Levi pareció resquebrajarse, y él cerró el espacio entre ellos, sacando uno de sus inmaculados pañuelos blancos. Mikasa se quedó mirando mientras se lo tendía.
-Vamos. Límpiate la cara-.
Ella dudó un segundo antes de coger la tela, sus dedos se rozaron ligeramente. Él observó cómo se limpiaba las lágrimas y le devolvía el paño torpemente.
-No dejes que Historia te vea llorar-, dijo él, mientras lo guardaba en su bolsillo. -Se culpará a sí misma-. Y con eso, Levi se dio la vuelta y se dirigió de nuevo bajo la lluvia hacia la casa.
Después de todo, nunca se quedaba por mucho tiempo.
La lluvia seguía cayendo mientras Mikasa estaba sola en el granero. Se envolvió con los brazos y se puso en cuclillas.
Más tarde dejaría su chaqueta colgada en el pomo de la puerta.
La lluvia no hacía más que aumentar, y estar encerrada en una finca con Historia y Levi no era algo que Mikasa disfrutara. Tener a Historia cerca siendo tan amable con ella la hacía sentir horrible por dentro, y Levi simplemente... acababa de verla llorar a mares en el granero. ¿Cómo se suponía que debía actuar frente a él ahora?
Poco a poco, la pálida luz del día se fue debilitando y el día se convirtió en noche, pero la lluvia seguía llegando. Mikasa estaba tumbada en el sofá junto a la chimenea de la habitación principal, sin otra cosa que hacer que distinguir figuras en el techo. No había traído un libro ni nada para matar el tiempo. Tampoco era como si tuviera un hobby ni tiempo para desarrollar uno. Siempre estaba entrenando, preocupada por Eren, y entrenando. No había tiempo para nada más. No había mucho allií en el campo que ayudara a pasar el tiempo. Sólo tareas mundanas y la repetición constante de no hacer absolutamente nada. Y Mikasa no sabía qué hacer con tanto tiempo libre. No podía esperar a que dejara de llover para poder salir de allí.
Estaba a punto de quedarse dormida cuando escuchó un grito y el sonido de la porcelana rompiéndose, seguido por el estruendo de pasos y gente pidiendo ayuda. Mikasa se levantó rápidamente y corrió hacia la cocina para averiguar a qué se debía todo ese alboroto. Allí estaba Historia tumbada en el suelo de la cocina con las manos en el vientre, rodeada de sus sirvientes mientras volvía a gritar de agonía.
-¿Qué le pasa?- preguntó Mikasa a una sirvienta.
-¡Contracciones!- Historia gimió mientras se agarraba de nuevo el abdomen. -Mikasa, ¿significa esto que el bebé viene? Es demasiado pronto-.
No.
No. No. No.
Una repentina descarga de adrenalina inundó su sistema nervioso, recorriendo todos sus músculos. Su cabeza se despejó de cualquier ruido o distracción mientras los posibles escenarios pasaban por su mente y su campo de visión se redujo a un túnel, en el que sólo podía ver a Historia en el suelo.
Era demasiado pronto. El bebé no podía venir. Historia no podía perder a su hijo. Eso definitivamente no estaba en su rango de posibilidades. No si ella podía hacer algo al respecto.
Rápidamente agarró el brazo de un sirviente, casi rompiéndolo en el proceso:
-¿Dónde está el médico más cercano? -rugió. El sirviente gritó de dolor y trató de alejarse de ella. Mikasa no lo soltó y sólo redujo ligeramente su agarre.
-En... En Altdorf, el pueblo... vecino-, balbuceó finalmente.
Ella le apretó el brazo con más fuerza. -¿Por dónde?-
-¡Al sur!-, chilló él.
Ella lo soltó, y él se abrazó al instante el brazo magullado contra su pecho mientras la veía salir furiosa de la cocina, dirigiéndose a los establos.
El viento le azotó las mejillas cuando salió de nuevo a la tormenta. Apenas tuvo tiempo de sacar su capa, pero no había tiempo que perder. El barro salpicó bajo sus botas mientras corría hacia el establo, con los pies volando a un ritmo feroz. Pero una mano se cerró en torno a su brazo, haciéndola retroceder repentinamente y deteniéndola en su camino.
-¿Adónde diablos vas, Ackerman?-, apenas pudo oír por encima del ruido de la lluvia, pero supo que era Levi sin necesidad de volverse. ¿Quién más podría ser? Su voz era como un trueno en la lluvia, nublando sus pensamientos.
-Voy a buscar un médico para Historia-, gritó por encima de la tormenta mientras se sacudía de su agarre. No tenía tiempo para discutir. Su cabeza estaba en su misión: mantener a Historia a salvo y proteger a su bebé. Levi no podía detenerla, pero parecía que estaba a punto de intentarlo. La agarró por los hombros y la hizo girar. Él también estaba completamente empapado y tenía mechones de pelo pegados a la frente. Probablemente ella tenía el mismo aspecto.
-¡Ni siquiera sabes dónde está un médico!- El viento intentó arrancarle las palabras de los oídos. Quizás el medio del campo no era el mejor lugar para tener una discusión durante una tormenta.
-¡He preguntado! Está en el sur-.
-¡Deja que alguien que realmente sabe a dónde va salga! ¡No vas a llegar a tiempo!- Mikasa estaba desesperada por zafarse de su agarre, pero él la sujetaba sólo como un Ackerman puede sujetar a otro Ackerman. Oyeron relinchar a los caballos y a los soldados cabalgando a lo lejos. -Deja que los guardias reales hagan su maldito trabajo-.
-¡Pero necesito asegurarme de que está bien! No te estoy pidiendo que vengas, ¡Mierda!-, maldijo ella, y trató de apartarlo sin mucho entusiasmo. Él simplemente se acercó mientras sus dedos se relajaban alrededor de las muñecas de ella. Algo dentro de ella se rompió un poco. -Tengo que asegurarme de que está bien-, repitió ella.
-Lo estará-, dijo él, ahora con una voz más suave. -Sólo detente. Estás enfadada, te sientes culpable, pero no puedes cambiar nada. Deja de hacerte esto-. La lluvia seguía cayendo sobre sus cabezas y las gotas resbalaban por su cara como un río. Él estaba cerca, tan cerca que ella podía ver sus largas pestañas. Ella no se apartó. -Y no vas a cabalgar bajo la lluvia, no sola, ¿me oyes?-
Podría morir de un resfriado, perderse en la lluvia, tal vez incluso encontrarse con un titán enterrado. Pero esa no era la razón por la que él la retenía.
Cerró los ojos con fuerza. No había tiempo para debatir esto. Ella sabía que podía ir más rápido. Llegar antes, y llevar al puto médico a cuestas si quería. Tenía que dejarla ir.
Hizo un suave intento de apartarlo, pero él sólo la apretó más fuerte, inclinándose más cerca y casi apoyando su frente en la de ella.
-Por favor, no me discutas. Por una maldita vez, escúchame-, murmuró con una voz suave, casi inaudible, como si le rogara que se alejara de toda la culpa y la ira. Casi funcionó. Casi le hizo caso.
Pero tenía que ir a buscar a ese médico.
La muchacha hizo acopio de fuerzas y finalmente lo empujó, escapándose de sus manos como si a Levi no le quedaran fuerzas para retenerla.
-Lo siento... tengo que irme-.
Mikasa se dio la vuelta y corrió hacia los establos mientras Levi se quedaba parado bajo la lluvia y la miraba marcharse. Condujo su caballo fuera de los establos y cabalgó hacia el sur, sin molestarse en mirar hacia atrás a su capitán. Si lo hubiera hecho, lo habría visto dirigirse a los establos y salir un segundo después montado en su propio caballo.
-Maldita mujer imprudente-, murmuró en voz baja. Los Ackerman eran todos iguales. Mikasa se giró sorprendida cuando Levi cabalgó a su lado. -Dije que no te iba a dejar ir sola, mocosa-.
Y Mikasa se permitió esbozar una pequeña sonrisa.
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N/A: Seguimos con el slow-burn JAJA lo sientooooo, pero ya estamos llegand O! Mikasa y Levi son dos personajes super complejos y es muy dificil ponerlos juntos así de la nada. Así que tendrán que aguantarse un par de capítulos más antes de llegar a lo que vinimos jeje
Muchas gracias por todos sus reviews nuevamente :)
