Lo único que cualquiera sabría de Rem luego de conocerla lo suficiente, era lo profundamente que se preocupaba por Amane Misa, la primera humana que le agradaba. Sabían que Rem era una incondicional amiga, que no cambiaría a Misa por nadie.

Conociendo aquello, era imposible que alguien no supiera que a Rem le desagradaba Yagami Light (aunque quizá nadie sabía con certeza que L no provocaba ningún tipo de sentimiento en la shinigami).

Su lado celoso gritaba que odiaba a Light porque era el novio de Misa. Uno falso, por supuesto, pero aún así su novio.

El lado suyo que despreciaba y sentía repugnancia, decía que odiaba a Light porque había amenazado con asesinar a Misa. Y aquello era lo que Rem sentía al ver a Light, además de la sucesión de emociones negativas que inconscientemente mostraba al ver el nombre de Light arriba de la cabeza del mismo y no poder matarlo todavía, ya sea por la extorsión (o más bien manipulación) del castaño o por no arruinar los planes de Misa.

Sabía que él esperaba el momento indicado para deshacerse de Misa y de ella.

Añadiendo a Light al nuevo plan que Misa les proponía a ella y a Ryuk, entonces, Rem sentía curiosidad y ligera alegría al percatarse de la cadena de eventos que la rubia causaría sin preocuparse demasiado al respecto... Esta cadena eliminaría al menos a un obstáculo y haría que Misa avanzara con su objetivo.

La shinigami rememoró los acontecimientos.

—Quiero ser la única Kira —afirmó. Hubo un tono de queja, de capricho allí. Era un pensamiento que había comenzado a formarse en su cabeza, y no saldría de allí muy pronto.

Misa se hallaba sentada en su cama, contemplando el techo y dejando que su lado obsesivo saliera libremente y revisara cada detalle de su plan para que no lo arruinara ningún error.

Intentaba no pensar en lo que tendría que hacer. Había decidido que lo haría perfectamente, pero sin pensar en las claras consecuencias, porque después las enfrentaría.

—Qué... egoísta de tu parte, Misa —Rem había dudado. No obstante, su risa y la de Ryuk (quien había llegado sin invitación al departamento de Misa) anulaban sus intentos de compasión (que ni siquiera había ocultado sus reales sentimientos) por el primero de los muchos problemas que morirían.

—Light tampoco quiere a un segundo Kira —bufó, algo indignada, Misa—. Entonces no dejaré que siga siendo Kira.

Con solo escuchar el tono y ver la cara de la rubia, Ryuk no podía evitar pensar en que todo se asemejaba a una retorcida venganza infantil, aunque realmente no lo fuera.

El shinigami sonrió, porque ansiaba ver sangre derramarse y ver mentes trabajar frenéticamente para detener al responsable. No se perdería por nada del mundo aquel espectáculo.

Ansiaba ver quién ganaría el juego que ya nadie quería abandonar por su propia terquedad.

—Light ya me está aburriendo —Decidió intervenir entonces. Su sonrisa deformaba su rostro y, si eso era posible, abría aún más sus ojos redondos, cuyos párpados nunca nadie había tenido la ocasión de presenciar— por lo repetitivo de lo que hace. Ustedes al menos van con menos cuidado... y darán algo de drama de vez en cuando, espero —Era un halago, pero también una implícita advertencia.

—Mm, gracias, Ryuk... —Pensativa, Misa se recostó, estiró sus brazos hacia los costados de su cuerpo y siguió dirigiendo su mirada hacia el techo. Dio un largo suspiro y agregó—: Si te entretengo, espero que tardes años en matarme.

—Solo seguí dándole manzanas y lo tendrás de por vida, Misa —Aún con su tono tranquilo, hubo una pizca de preocupación que logró asomarse en el rostro de Rem.

—Hablando de eso, Ryuk —Se acordó la rubia, cruzando sus ojos con los del mencionado shinigami—, cuando te vayas llevate la caja de manzanas. Rem te acompañará para después volver con la caja vacía.

—Todavía no me dijiste lo que voy a hacer —protestó Ryuk. Cuando hacía un par de días se había enterado de que también actuaría y no solo sería un expectador, había estado molestando a Misa cada ocasión en la que podía, insistiendo en que ya le dijera lo que tenía que hacer.

Ryuk esperaba algo digno, importante y que llamara la atención. O al menos eso era lo que le decía a Misa y a Rem. Porque admitía en silencio que cualquier "trabajo" estaría bien: siempre y cuando le dieran manzanas, lo haría. Y si tuviera a su alcance la oportunidad de escribir en su Death Note, tampoco la desperdiciaría.

Por supuesto que no tenía prohibido utilizar su propio Death Note; pero antes de viajar al mundo humano, Ryuk se había impuesto a sí mismo una regla: solo observaría hasta que le dijeran que hiciera lo contrario o hasta que decidiera matar al dueño de uno de sus dos Death Note.

Era una táctica para que la diversión la provocara alguien más y no él. Por lo que no tendría que realizar el tedioso trabajo de crear su tan anhelada diversión.

—Dale a alguien el Death Note. No me importa quién —ordenó Misa—. Meses después de que me liberen, matarás a ese Kira y volverás conmigo. Como habrán unos cuatro Death Note, dejarás uno en la escena del crimen para que L lo encuentre.

Alzó un poco la cabeza para ver la expresión de Ryuk. No se sorpendió en lo más mínimo cuando vio que la confusión y diversión característica de él, era reducida y echada para dar lugar a una incrudelidad digna de recordar para siempre.

—¿A cualquiera? ¿No tiene que matar criminales? —preguntaba intrigado.

—No —Aquella palabra fue un "no" tan rotundo que impactó un poco más de lo planeado a los dos shinigamis que atentamente escuchaban a Misa.

Rem tenía la boca y los ojos ligeramente más abiertos, y Ryuk, al recibir la confirmación, dejó que su boca se abriera y su mandíbula cayera como nunca lo había hecho.

El shinigami sintió la repentina necesidad de comer manzanas de nuevo, cuando había terminado de comer una hacía menos de una hora.

Quizá quiso tener a mano aquella fruta para hacer algo mientras miraba el obvio drama que sabía que se terminaría de formar en un futuro cercano.

Ninguno de los dos podía creer que Misa, entre todos los humanos particularmente Misa, a quien conocían desde hacía un tiempo cuestionable pero aceptable, tuviera un lado despiadado.

Era un lado que a Rem preocupaba, porque después de todo Misa era la única a la que podía ver entre los humanos sin sentir repugnancia o inderefencia. Consideraba que era la única que merecía su protección y cuidado.

Y pensando en todo lo que Misa planeaba hacer, todo era muy descabellado, era una locura para ella.

A Ryuk, en cambio, le cautivaba aquel lado: no podía esperar más para verlo en acción.

—Hay que confundir al mundo —De repente Amane Misa se halló bajo una nueva luz, desde la perspectiva de ambos shinigamis.

Empezó a hablar con una pasión y motivación que, hacía poco más de un año, no mostraba verdaderamente, por lo que Rem y Ryuk por primera vez veían a la Misa sin sus tontas sonrisas, sin sus amplias sonrisas y sin sus falsas sonrisas.

Vieron un brillo en sus ojos, el indicio de una natural sonrisa. Los brazos comenzaban a moverse y a apoyarse en las sábanas. Misa se levantaba y recorría con sus pies su habitación, con la mirada únicamente en el piso, agarrando unos mechones de su cabello para luego inconscientemente morderlos mientras pensaba con un nerviosismo nunca antes visto.

Debieron darse cuenta de que Misa casi nunca hablaba de sus sesiones de modelaje, que solo hablaba de Kira y L, y el Death Note, y cómo actuaría todo el día para encajar con el Kira que L y Light suponían que era.

Ahora Ryuk y Rem lo veían más claro, notaban que toda la obsesión por Kira... que toda la dedicación hacia aquel asunto le pasaba factura.

—Quizá hacerles creer que el poder de Kira cayó en manos equivocadas, lo que de verdad sucederá —continuaba. Una sonrisa extraña asomó por la comisura de sus labios.

Misa se concentraba en sus planes porque era lo único que la llenaba. Entonces a veces algunos motivos se olvidaban y solo soltaba las palabras que recordaba haber creído con fervor que iba a transformar en acciones.

Porque en algunas ocasiones las palabras eran palabras vacías y las acciones eran automáticas porque parecían hacerse por costumbre y no por voluntad propia.

Aún así, en esas ocasiones en las que no sabía que hacía, siempre le quedaba una pizca de algo que le deba sentido a sus actos, una voz que le decía que los llevaba a cabo porque estaba construyendo algo grande, épico, entretenido y que implicaría otro antes y después en la humanidad.

—L se encontrará con un Death Note e intentará detener al Kira malo (ni siquiera pienses en dejar que la persona finja ser "Kira" por un tiempo, Ryuk, porque hasta los más idiotas tendrán que darse cuenta de que no lo es), me le uniré y de algún modo volveré como el Kira bueno y seré el salvador de todos. Aún necesito afinar algunos detalles, pero esa es la idea principal.

Ryuk encontró perturbador el hecho de haber visto antes esa mirada de Misa, esa mirada determinada, soñadora.

Aunque el pelo, aún en su boca, disminuyera levemente el impacto producido, no podía evitar recordar que ya había visto aquella expresión en cada persona que había utilizado un Death Note y se ponía a imaginar lo que pasaría cuando realizara cierta acción. No importaban los tipos de asesinatos que planeaba, la mirada era la misma en cada persona. Y la determinación, aterradora.

—Hasta L estará de mi lado —suspiró, llena de júbilo, y finalmente acomodó detrás de sus hombros su largo y rubio cabello suelto.

Se imaginaba a L, arrodillado, rogando su regreso en nombre de cada habitante inocente del planeta que moría por el "Kira malo".

Y gritaba su nombre, su verdadero nombre, suplicaba su muerte si con eso Misa mataba al "Kira malo".

—Ah —Interrumpió vocalmente sus pensamientos Misa, al de repente recordar algo, sobresaltando en el proceso a Ryuk, y a un Rem muy callado y pensativo que solo parecía ser capaz de escuchar cada palabra dicha—, el "Kira" que encuentres, Ryuk, tiene que ser idiota. Y serás quien lo manipule para que no se deje atrapar por unos meses. Luego dejarás que haga lo que quiera para que sea más fácil de atrapar.

—¿Y todos esos... inocentes? —Los ojos de Ryuk también sabían viajar en su mente y hacia sus imaginaciones, hacia sus sueños y hacia sus deseos. Después de todo, había tenido miles de años para conocer el aburrimiento, conocer su mente y conocerse a sí mismo. Porque no le quedaba nada más que eso, y escribir, si quería seguir haciendo eso.

No obstante siempre llegaba un momento en el que le agarraba la repentina necesidad de viajar a una dimension y promover el caos, el pánico y crear un escenario digno de su observación. Creaba algo semejante a lo que los humanos denominaban televisión, a lo que denominaban entretenimiento.

—Sus muertes son necesarias para construir el mundo que Light desea.

¿Un qué?, se preguntó el shinigami, dejando un poco de lado sus fantasías sobre el caos y pánico que Amane Misa sembraría.

¿Un mundo en el que todos serían esclavos todo el tiempo?

¿En el que todos mirarían a su alrededor, sabiendo que un dios (su dios) los estaría observando y juzgando flagrantemente?

Ryuk había presenciado épocas de esclavitud. Sin embargo, imaginar a todo el mundo, y no solo una parte, siendo esclavos de un ser "invisible" y "superior", presagiaba un nuevo tipo de nivel de entretención.

—No podemos ser los buenos si no hay un malo. Y ahora nos aman y nos odian, Ryuk. Hay que convencer a la otra mitad de que Kira es el bien, aunque los que me apoyen mueran... Eso abrirá los ojos a quienes ahora están en contra de Kira.

Oh, Misa deseaba ver a los "anti Kira" correr como ratitas de un gato, deseaba luego verlos volver como si nada pasara, proclamando en voz muy alta lo mucho que amaban lo que el Kira anterior llevaba a cabo a diferencia del "Kira malo", lo mucho que deseaban su regreso.

Hipócritas. Aquellos serían los que más sufrirían.

Y Misa los recordaría.

—No te veía del tipo insensible, Misa. ¿Tus padres no habían muerto por una persona casi igual a la que elegiré para jugar con el mundo?

Mis padres, pensaba Misa. ¿¡Mis padres?!

Los padres de Misa, los únicos parientes que le habían quedado, estaban muertos, enterrados en lo profundo de un pozo, sus carnes estaban siendo consumidas y sus almas estaban ya muertas, o quizás habitando en otro cuerpo o en otro mundo.

De manera similar, Misa, en su soledad, se había dejado caer, sin tratar de escapar, dentro de un pozo de obsesiones del que no saldría prontamente.

—...Estoy sola, Ryuk —Sus pasos se detuvieron y la tristeza tiñó su tono determinado—. Ya no tengo a nadie por quien temer.