CAPITULO VI: DÍAS LEJANOS

Es de noche, la luna brilla en cuarto menguante y las estrellas adornan el manto nocturno con su brillo sutil.

No sé como llegue a este lugar pero la paz que siento es indescriptible.

Estoy en un amplio y decorado jardín de flores y arbustos con diversas formas y el aroma de la múltiple flora del lugar inunda mi nariz. La luz de la luna le da un toque especial al lugar…mágico.

No recuerdo haber estado aquí pero reconozco este lugar de alguna forma.

De toda la vegetación lo que más llama mi atención es el enorme árbol de cerezo que se encuentra en el centro del espacioso jardín. Lo miro fascinado, transmite serenidad y un dulce sentimiento.

Hace demasiado calor para ser primavera y aún así los cerezos se mantienen intactos.

Soy tomado por sorpresa cuando mis ojos son tapados por unas pequeñas y cálidas manos. No sé porque pero mi corazón salta emocionado en mi pecho y la voz como campanas de viento eriza mi piel. Es una voz dulce, juguetona, alegre y cálida.

¿Quién soy? – pregunta acompañada de una risita que me resulta encantadora.

No puedo responder porque la verdad no tengo idea de quien es y sin embargo, una risa de felicidad escapa de mis labios, no entiendo porque me siento tan sumamente feliz.

Sus manos abandonan mis ojos y siento frío en donde su calor se poso. Revoletea alrededor de mi y por primera vez puedo ver quien es esa mujer que me causa este sentimiento de felicidad.

Estoy seguro que por unos segundos he dejado de respirar. No tengo palabras y mi aliento se ha perdido en algún lugar, estoy anonadado ante su impresionante belleza. No entiendo porque pero tengo deseos de llorar.

Esa mujer es…Sakura. Mi Sakura, en el cuerpo de una mujer madura y adulta que me sonríe más resplandeciente que la hubiera visto jamás.

Lleva el cabello corto al igual que cuando era pequeña pero se ve gloriosa. Sus facciones dulces siguen ahí pero la madurez de la adultez le ha dado un aire de elegancia y gracia delicada y su cabello corto deja al descubierto su fino y largo cuello de cisne. Viste un largo Kimono rosado pálido, tan largo que la tela se arrastra por el suelo, la rodea un obi delgado de cinta roja que parece flotar a su alrededor.

Es como si estuviera viendo a una Sakura completamente diferente. Una Sakura resuelta y libre, como nunca antes la había visto y esa libertad la hace brillar como nunca. Me mira curiosa y le sonrió enamorado. Luego, ella me sonríe y se acerca juguetona.

Tengo un regalo para ti– dice de pronto.

Una de sus manos vuela hasta su cuello y agarra el dige que cuelga de el. De repente una luz cálida envuelve sus pies y aparecen unos signos que nunca había visto en el suelo y ella empieza a recitar palabras que nunca había escuchado. El dige de su cuello se hace grande y se convierte en un báculo que tiene al final una gran estrella de seis puntos. Me vuelve a sonreír traviesa y de la nada una carta se materializa en su mano.

The sweet– dice, tocando la carta con su báculo.

La carta se deshace en el aire y de ella emerge una diminuta mujercita vestida con un pomposo vestido amarillo y de piel rosada acompañada de una varita. Va de acá para allá jugando hasta que se detiene en frente de mi, me sonríe y materializa un bombón de chocolate justo en mis narices. Mis manos lo atrapan y Sakura le agradece con una sonrisa. The sweet desaparece en pequeños brillos mágicos y vuelve a ser una carta.

Keerberos me contó que hoy se comió tus chocolates. Perdónalo, ya sabes que es muy glotón.

¿Keerberos? – pregunto extrañado.

El guardián de las cartas, sol de mi día– las simples palabras hacen que mis mejillas ardan de la vergüenza y emoción. Me miras extrañada y te acercas lo suficiente para posar unas de tus maravillosas manos sobre mi frente– No tienes fiebre, ¿Te sientes bien?

Solo soy capaz de asentir quedamente, mudo ante lo que acabo de escuchar. Me cuesta observarte, me siento perdido en tus ojos verdes mágicos. Mi corazón tirita.

Sé que te amo. Sé que amo con toda mi existencia a esta Sakura que no conozco.

¿Quieres ver lo que aprendí hoy? – me preguntas entusiasmada como una niña. Sigues siendo tan infantil como siempre.

Asiento con una sonrisa para ver que es lo que me quieres mostrar. Tu rostro vuelve a iluminarse con una sonrisa. Eres tan sencilla, tan pura…hacerte feliz es tan fácil.

Una carta vuelve a materializarse y tu báculo vuelve a moverse.

The fly– pronuncias concentrada.

De pronto unas grandes y blancas alas de ángel se materializan en tu espalda, sus pies se despegan del suelo, tus preciosas alas se agitan y emprendes el vuelo por el cielo nocturno.

Un ángel.

Es lo único en lo que puedo pensar, un verdadero ángel, que ríe y vuelva por el cielo nocturno, libre, risueña y preciosa.

Mi corazón, mi corazón quiere explotar en mi pecho y me siento hechizado. Se que la observo embelesado. Ah…porque solo tu Sakura, porque solo tu puedes lograr que me enamore de ti. Incluso en esta versión que desconozco, eres capaz de derretir mi corazón con una sonrisa.

Desde que te vi por primera vez y que te veo hoy, en este extraño mundo, solamente puedo pensar que cualquier cosa…la luna, las estrellas, las flores, el árbol de cerezo…todas las cosas hermosas que existen pueden compararse contigo.

Vuelas directamente hacia a mi y tus manos se posan en mis hombros y luego, tus preciosos labios presionan los míos. Siento tu olor y tu sabor inundarme los sentidos. No puedo controlar mi ansiedad, mi deseo.

Me siento libre de amarte, por fin.

Mis manos y mi boca cobran vida propia. Me aferro a tu cintura flotante y exijo de tus labios más. Siento una leve sonrisa y tu boca se abren para mi, me devuelves el beso con la calma que me falta, pareces acostumbrada a mis labios, así que tu serenidad tranquiliza mi ansiedad pero tu beso es profundo, entregado, intimo.

Lo sé.

En este mundo…en este extraño mundo, eres completamente mía.

Ese pensamiento me despierta mariposas en mi estómago. Saberte mía, después de desearte tan dolorosamente me hace sentir poderoso. Soy capaz de lograr cualquier cosa porque tu me amas. Tus alas me separan de tus labios y te alejas unos cuantos pasos de mi. Abro mis ojos agitado y ahí estas flotando a unos centímetros del suelo con tus mejillas sonrojadas y tus labios brillantes por mi, solo por mi.

Me sonríes tímida y curvas las comisuras de tu boca coqueta, aflojas un poco tu obi y con cuidado bajas lentamente parte de tu kimono hasta que soy capaz de ver tus seductoras clavículas y tus pequeños hombros ¿Estás tratando de seducirme? Rio en mi interior.

Si tu supieras que no necesitas seducirme de ninguna manera. Si solo pudieras leer mis pensamientos o sentir mis sentimientos sabrías que soy un esclavo. Soy tu esclavo, completamente rendido a ti.

Eres tan preciada para mi. Significas todoi. Mi corazón, mi existencia, el aire que respiro solo lo respiro por ti, todo lo que soy te pertenece, Sakura. Causas tanto en mi que ni siquiera fui ni soy capaz de mirar a nadie que no fueras tu, en esta vida o en la otra, solo puedo amarte a ti.

Sabes…estuve pensando en…en…–tus mejillas se colorean de un rojo intenso. Tus ojos parecen de cristal, alucinantes y tiemblas encantadoramente– yo…quiero entregarme por completo a ti…pensé que quizás…aquí, bajo el árbol de cerezos que creaste por mi, que se mantiene intacto por tu magia…podría ser el lugar adecuado…

Sus palabras me dejan sin aliento, mi corazón corre alocado por mi pecho y mis manos cosquillean, inquietas por tocarte. Terminas de soltar el obi que mantiene tu kimono y la tela del mismo se desliza lento por tu precioso cuerpo.

Me sonríes de la manera más hermosa que hubiera visto jamás, sincera, entregada y expectante.

Cuando…cuando pensaste que nuestros sentimientos no eran correspondidos, llegue nuevamente a este lugar y estabas aquí solo…observabas este precioso árbol de cerezos, tocaste el tallo y dijiste ''ahora podré recordarte cada vez que mire este árbol, Sakura''– caminas hacia a mi desnuda y estoy demasiado impresionado para poder decir algo. Tus delgados brazos rodean mi cuello y siento la calidez de tu cuerpo contra el mío–Te veías tan solitario pero tu sonrisa era cálida porque estabas pensando en mi. No puedo poner en palabras cuanto te amo Xiao Lang pero quiero entregarte todo…quiero ser completa e irrevocablemente tuya…

Tus labios presionan los míos y cierro los ojos, completamente envuelto por ti. Me separo brevemente de ti, mis labios se mueven pero no soy capaz de escucharme completamente.

Estrella d…mi…

Mis parpados tiritan y lentamente mis ojos se abren, al ultimo de golpe. Siento la boca seca y la cara húmeda. Una de mis manos se dirige a mi rostro y lo noto, estoy llorando. Miro hacia los lados buscándote pero no te encuentro. Reconozco el lugar y caigo en cuenta.

Un sueño. Ha sido un sueño. Un sueño en donde mis sentimientos eran correspondidos y era libre de amarte. De alguna manera siento paz. Un sueño o no, tengo la sensación de que en algún momento, en otro mundo, en un pasado o futuro muy lejano era libre de enamorarme de ti. Era libre de decirte que te amo, era libre de tenerte en mis brazos y susurrarte mi amor.

Sonrió y la nostalgia me invade. Incluso en mis sueños solo quiero encontrarte a ti, una y otra vez. El Syaoran de ese mundo onírico te amaba con la misma intensidad de la que te amo en este mundo, en este presente.

Pero en este mundo, eres mi hermana.

Mi cuarto esta a oscuras. Solo la luz que alumbra las calles se cuela por mi ventana, iluminando el espacio. Se escucha el silencio. Después de confesarte mis verdaderos sentimientos me encerré en mi habitación. No soy capaz de verte a la cara ni ver a la cara a mis padres. No soy capaz de enfrentar la tristeza y el asco que te debo producir ni sé como mirar a la cara a mi madre ni a mi padre. Soy una vergüenza para la familia.

Soy una escoria. Este es el lugar al que pertenezco, pertenezco a la oscuridad y soledad.

Escucho un golpe suave llamando a mi puerta. No necesita preguntar para saber quien es. Madre. Siempre preocupada por mi. Ellos ya deben saber que algo no anda bien.

–Cariño, soy mamá. ¿Puedo pasar? – preguntas dulcemente y me siento el doble de mal. ¿Cómo puedo mirarte a la cara Nadeshiko? ¿Cómo puedo decirte que he defraudado tu confianza enamorándome de mi hermana?

No respondo. No puedo responder. Aguardas en silencio. Siempre has sido así, siempre has sabido respetar mi tiempo y espacio. Nunca te impones, nunca me regañas, nunca me exiges.

A veces me pregunto si realmente me consideras tu hijo. ¿Por qué tienes tanto miedo de regañarme? ¿Por qué nunca te enojas conmigo? ¿Por qué tienes miedo de mi?

–Cariño, estoy preocupada por ti. No has salido de tu habitación en todo el día. ¿estas enfermo? ¿Hay algo que pueda hacer por ti? – escuchar tu preocupación me desarma. Eres tan parecida a Sakura. Suspiro.

Una de las cosas que no puedo soportar es hacerte preocupar. Me hace sentir fatal.

–Adelante– respondo.

La puerta se abre y veo tus ojos acostumbrarse a la oscuridad, los ojos que le has regalado a Sakura. Tu mirada me enfoca y no sé que ves en mi rostro pero tus facciones se contraen y una de tus manos se apoya en tu pecho. No dices nada pero te apresuras a mi encuentro. Te sientas en la cama y tus manos cubren mi rostro. Tus dedos me acarician las mejillas maternalmente.

Me sonríes débil. Quieres decirme algo, lo sé, puedo sentir tu lástima como si supieras algo que yo no. Siempre me ves de esa manera por eso tengo pánico de acercarme a ti, es como si me hubieras herido y la culpa te persiguiera.

Como si me hubieras quitado algo importante.

Pero tu eres tan buena como Sakura. Incluso sabes lo que necesito antes de que lo sepa, al igual que ella. Tu trajiste a este mundo a esa joven tan…cálida. Tan cálida como tu.

Tus brazos me envuelven y me arropas contra ti. Tus dedos acarician mi cabello, ¿estas consolándome?

–Esta bien, cariño. No te contengas, no siempre tienes que ser fuerte– mis manos tiemblan. Aprieto lo que más puedo mi mandíbula. No quiero llorar. No quiero llorar, sin embargo las primeras lágrimas caen. Mi cuerpo se sacude y me escucho. – Aquí estoy. Aquí estoy. Aquí esta mamá– susurras contra mi cabello, tu voz esta quebrada y mi llanto se hace más fuerte.

Me siento como el niño que nunca fui. ¿Por qué tu tienes que ser mi madre? ¿Por qué Sakura tiene que ser mi hermana? ¿Para que estoy aquí? Parado en un terreno inestable…alguien como yo, no debería estar vivo. Sin embargo, tu me sigues conteniendo con calma, no preguntas, no exiges, solo te quedas ahí, a mi lado.

–Cuando eras un niño de no más de dos años eran pocas las veces en las que llorabas…–tu voz se escucha suave, como un arrullo– pero cuando lo hacías gritabas mamá a todo pulmón. Yo solía correr hasta a ti al primer grito y como era tan torpe, terminaba llorando contigo. Eras tan pequeño…caías en mi brazos sin problemas y ahora…has crecido tanto– por primera vez desde que tengo memoria, me siento capaz de abrazarte. Por un momento pareces sorprendida, tus manos detienen las caricias pero luego de un segundo, vuelves a relajarte– No importa que pase Xiao Lang, nunca debes olvidar que estoy orgullosa de ti. Desde que mis brazos te sostuvieron por primera vez lo único que desee es que fueras feliz, porque así tendré la certeza que vives una vida plena y satisfactoria.

–¿Sin importar nada? – hablo antes de poder detenerme. Tus palabras sinceras llegan a mi corazón como un bálsamo y sé a lo que te refieres. Sé lo que responderás. Deseas que tome mi felicidad con mis manos sin miedos pero tu no sabes la verdad y aún así, busco escuchar tu aprobación. Busco ser validado por ti sabiendo que no tienes idea de lo que realmente quiero.

Pero tu respuesta no llega como espero. Me aprietas más contra tu cuerpo y te siento temblar. Me separas lentamente y al ver tu rostro, me quedo pasmado. Esta es la primera vez que veo esa expresión en ti. Me miras con seriedad, gravedad y determinación. Tus manos vuelven a mi rostro y por primera vez no veo culpa en tus ojos.

–Si– hablas firme. Tu expresión y la firmeza en tu tono me descoloca. No conocía esta faceta de ti. Mi dulce y despistada madre, ¿es capaz de hacer ese tipo de expresiones? – pero tienes que prometerlo Xiao Lang– tragó pesado– ¿puedes prometerme que estas preparado para proteger tu felicidad?

En tus ojos se acumulan lágrimas contenidas pero la firmeza de tus facciones no cede. Estas sufriendo y no entiendo por qué.

–No tienes que responder ahora pero cuando lo sepas, debes decírmelo. Te protegeré hasta las últimas consecuencias. – una lágrima rebelde escapa de ti.

–Madre…¿qué…? – pero vuelves abrazarme contra tu pecho como a un niño y no soy capaz de preguntar.

De pronto, la suavidad de tu voz hace eco en mi habitación.

–…mientras este pecho respire mis sentimientos serán como una chispa. No dejes que el viento azote, no permitas que la lluvia moje. Quiero protegerlos, siempre. Simplemente deseo tener la fuerza para mantener la entereza…(*)–tu suave canto arrulla mi pesar. Reconozco la letra, es la canción que nos cantabas antes de dormir cuando éramos solo unos críos pero esta vez siento la tristeza en tu tono. Quieres consolarme y al mismo tiempo…quieres transmitirme algo que no entiendo.

Quiero preguntar pero me siento agotado emocionalmente. Mi cabeza ha empezado a doler y aunque quiero resistirme, tu calor maternal me hace ceder. Te dejo consolarme mientras me pierdo en el sonido de tu voz y siento mis ojos caer, pesados.

***0***

La luz de la luna se cuela por las ventanas de la habitación a oscuras. Alumbrando la cama, esa maldita cama.

Cae de espaldas a ella con la respiración agitada y el sudor cubriendo su cuerpo. Reclama levemente al sentir el cuerpo liviano de Meiling caer sobre su pecho y al igual que el, su respiración alterada se funde junto a la suya en una lucha por recuperar el aliento perdido. En un movimiento inconsciente una de sus manos se posa sobre la espalda desnuda de la joven deslizando sus dedos por su piel suave y caliente. Siente los finos cabellos de su amante y su mente esta en blanco.

¿Qué cojones había hecho todo el fin de semana? La respiración de su compañera esta en su cuello y su aliento, le eriza la piel. Su pecho sube y baja cada vez más despacio, recuperando el aire perdido por todo lo hecho. Cierto, se había pasado todo el fin de semana acostandose con Meiling en un mar confuso de discusiones. Más bien, discutiendo solo pues ella se limitaba a reirse de él, sacandolo de quicio con su siempre templado buen humor y sus comentarios en doble sentido. Esa mujer era increible, en el mal sentido de la palabra, le hacía perder la paciencia en solo cuestión de segundos pero había descubierto una forma bastante satisfactoria de desahogar su frustración a través de su cuerpo.

Meiling…ninguna chica había logrado lo que ella en cuestión de días. No le temía y no sentía la necesidad de darle la razón en nada. Incluso en cosas tan pequeñas como en que comerían o la apremiante necesidad que sentía de pagar los gastos de su peculiar estadia. Ella se negaba en rotundo a cada una de sus exigiencias o decisiones. Se paraba en frente de el con los brazos cruzados con esa expresión de suficiencia que lo exasperaba y lo sometia a sus caprichos con argumentos que no podía refutar. No sabía como lo hacía y fue cuando descubrío en su punto culmine de molestia que al empujarla contra la pared y comersela viva, su ego se veía apaciguado entre sus piernas de nieve.

Era una mujer dominante en todos los sentidos de la palabra y había descubierto que la Meiling que se mostraba frente a el, era su verdadero rostro. Dominante, caprichosa, salvaje e indomable. Esa era la verdadera Meiling y lo mantenía expactante y estresado a cada momento.

Los labios femeninos se posaron sobre los suyos exigentes, en un beso fogoso. Con el poco aliento que había recuperado le devolvió el beso, cada vez más acostumbrado al fuego de su cuerpo. Fusionaba su boca contra la de ella con la misma intensidad que el primer beso y ya sentía como su cuerpo se prendía ante tu toque.

¿Con cuantos hombres se había acostado esa mujer para ser así de perfecta en la cama? Que molesto era ese pensamiento que no lo había abandonado desde hace unas horas. Irritado, mordió con saña su labio inferior y luego, lo succiono con fuerza pero nada era más irritante que sus respuestas a su brusquedad, sintió como ella sonreía levemente y metía una vez más su lengua en su boca. Sus manos apresaron sus redondas caderas y se rozo contra ella. Meiling rió con ese tono burlesco que odiaba y su boca se movió por su mandibula ascendiendo hasta su oído. Cerro los ojos al sentir su lengua en su lobulo y el calor de su boca cubriendo su oreja.

–Suficiente por hoy, 'Kero'– pronunció cada palabra con suficiencia sin dejar ese tono seductor que lo molestaba.

Molesto, la corrió hacia el lado. El cuerpo de la joven reboto sobre la cama acompañada de una risa irónica. Si, ella se divertía a su costa.

–Me gusta cuando juegas rudo– ahí estaba de nuevo, ese tono superior con el que quería dejarle en claro que solo era un juguete.

–Cállate. De solo escucharte me empieza a doler la cabeza. – dijo malhumorado.

–No parecías muy molesto cuando gemía sobre tu boca, cariñito– Meiling volvió a reírse incorporándose con toda la majestuosidad de su desnudez, sin un ápice de vergüenza.

Keerberos solo la observaba en silencio. Esa era otra cosa que había descubierto de ella, tenía una seguridad aplastante. No se sentía incomoda al mostrarse completamente desnuda y en su experiencia las mujeres evitaban hacerlo, pues la vergüenza y el pudor se apoderaban de ellas mostrando su fragilidad e inseguridad pero ella no. Estaba orgullosa de sus dotes delicados y pequeños.

Un suspiro involuntario, quedo, escapo de sus labios. Meiling era hermosa, no podía negarlo. A veces se sorprendía a si mismo demasiado ensimismado en sus movimientos, en la sensualidad que nunca la abandonaba. La vio agacharse para recoger su ropa interior y como con calma se ponía sus bragas diminutas de encaje negro. Sintiéndose observada, lo miro sobre su hombro.

–¿Qué? – le soltó aspera.

Esa era otra cosa que apuntar a sus características. Meiling era una mujer extremadamente fría. En ningún momento bajaba sus defensas y el hielo de frialdad la envolvía a todo momento cuando dejaba caer la mascara de una chica alegre, entusiasta y cariñosa. Parecía ajena a cualquier clase de emoción más allá de la burla y ese aire de superioridad con el que pretendía hacerlo sentir inferior. Volteo su mirada dorada hacia cualquier lado de la habitación, incomodo. Por suerte sus bóxer se encontraban tirados en la cama. Se los puso rápido, queriendo evitar la vergüenza de sentirse descubierto mirándola pero sus ojos últimamente no querían obedecerlo.

Meiling se sentó en la cama dándole la espalda con las piernas cruzadas. No podía ver que tenía entre las manos debido a la oscuridad del lugar pero jugaba con eso moviéndolo entre sus dedos.

–Cierra la puerta cuando salgas. – ahí estaba de nuevo, ese tono frío capaz de congelar el desierto más árido.

¿Cómo alguien que lo consumía con ese fuego abrasador podía convertirse en hielo en un cerrar de ojos?

Sin decir nada camino hasta la puerta de su habitación y antes de salir se permitió contemplarla una vez más. Su espalda desnuda y blanca parecía traslucida con la poca luz de luna que entraba por la ventana. Sus hombros estaban encogidos.

Su ceño se frunció. No entendía porque pero la imagen de su cuerpo desnudo y encogido sobre ella misma, le pareció triste. Era como si cargara sobre sus hombros un peso que la superaba. Mientras la observaba sintió un leve pinchazo en su pecho.

–Oye– la llamo sin esperar nada. Sentía sus mejillas arder pero no podía refrenar el impulso que lo dominaba– estoy al lado por si tus pesadillas deciden visitarte hoy.

Vio como su delgada espalda se enderezaba de golpe. Esperó en el marco de la puerta esperando que dijera algo, lo que fuera pero el silencio fue su única respuesta.

A su mente solo acudió una pregunta mientras cerraba la puerta tras de si. ¿Cuáles eran los demonios que atormentaban a Meiling?

Esperaba algún día conocerlos.

El sonido de la puerta cerrándose le permitió votar todo el aire que había retenido en sus pulmones. No se lo esperaba, no esperaba ese comentario por parte de él. Sus ojos de rubí estaban abiertos. Frunció el ceño. ¿Qué se creía ese niñato inmaduro? Dejo escapar otra de sus risas pero esta vez acompañada de un dejo de incredulidad. ¿Habría bajado la guardia? ¿había visto a través de sus defensas? No, estaba segura que no.

No podía permitirse errores. Un paso en falso en sus acciones y todo podía desmoronarse ante sus narices. Tendría más cuidado con Keerberos aunque fuera un amante estupendo, no podía hacerle creer que ella era como él. La habían criado para ser una mujer fuerte, fría y segura.

Todo lo que un Li debía ser. La orgullosa prometida de Xiao Lang Li. Eso era Meiling. Su misión era una sola, atrapar a la reencarnación de la maestra de las cartas y llevar al legítimo heredero de los Li de vuelta a donde pertenecía. El futuro del consejo dependía que ella jugara sus cartas de la manera correcta. No estaban permitidos errores. Ninguno.

Su dedo desbloqueo el celular que tenía entre sus manos. Marco el número y espero a que la otra línea estableciera contacto. Un tono, dos tonos, tres tonos y la voz del otro lado le hablo, tan helado como ella misma.

[Li–contesto seco]

–Meiling– el otro lado de la línea callo, esperando noticias–todo va de acuerdo a lo planeado. He logrado integrarme al grupo sin problemas. He establecido contacto con los sujetos y tengo a uno de ellos cerca.

[–¿Cómo es ella?]

–Tan deslumbrante como la ha descrito la historia pero es ingenua e inocente– se escucha una risa fútil al otro lado. Meiling apretó los labios.

[–Interesante. Realmente reencarno. ¿Cómo es el? – la joven suspira.]

–Frío, distante, desconfiado. Un muro acorazado.

[–Un Li jamás va a poder ir en contra su naturaleza. ¿Sus poderes?]

–Están ahí. Ambos, latentes pero sellados.

[–¿el la…?]

–La ama. Tanto como cuentan los escritos. Daría su vida por ella, una vez más.

[–¿y ella? –la joven guardo silencio un momento analizando todo lo que había captado hasta ahora.]

–No estoy segura. Ella no parece consciente de si misma. Su sello es más profundo que el de Xiao Lang.

[–Protegiéndola hasta el final. El antiguo heredero de los Li fue bastante astuto encadenándola a the nothing. Prefirió sufrir incluso en esta vida para evitar que ella lo amará. Toda una decepción.]

–¿No han descubierto como funciona el sello?

[–Aún no. Los registros que contenían información más precisa fueron destruidos por Hien. Era información confidencial que solo pasaba de heredero a heredero. Solo el sabe como liberar la magia de la antigua maestra.]

–Tengo la intención hacer de Xiao Lang mi pareja. Los antiguos escritos indican que la antigua maestra de las cartas termino por despertar su poder quintándole al heredero.

[–Presiónala. Hazla desesperar. Necesitamos hacernos con su poder y el de Xiao Lang. Haz lo necesario, Mei Li.]

–Si, mi señor.

[–Tu próximo paso será infiltrarte en su casa. Puede que Hien haya sido descuidado y guardado los registros que necesitamos.]

–Si, mi señor. Tengo entendido que Hien suele salir bastante de viaje. Nadeshiko no será capaz de reconocerme. Iré cuando el no este.

[–Mei Li– pronuncio agrio y amenazante. La piel de la joven se erizo de solo escucharlo–te estas quedando sin tiempo.]

–Lo sé. Se lo juro, en dos meses tendrá la cabeza de ambos. – la comunicación se corto.

La joven se dejo caer sobre la cama. Sus largos cabellos negros se esparcieron sobre el cobertor rojo. Su antebrazo cubrió sus ojos, mordió su labio inferior con fuerza, haciéndolo sangrar. Exhalo todo el aire de sus pulmones. Las baraja seguía revolviendo las cartas y su victoria no estaba asegurada aún.

Debía llegar a Xiao Lang de alguna manera, era la única forma de llegar a Sakura. Debía encontrar una grieta en sus defensas, la que fuera. Una sola muestra de debilidad y podría ir con todo contra él. Hien Li había criado bien a su hijo aun lejos de la influencia de los Li, lo había disciplinado al punto de convertirlo en alguien de temer.

Si, había escuchado las historias sobre Hien Li. El líder más siniestro y astuto que el grupo Li hubiera tenido en años. Estaba destinado a la gloria, a que su patriarcado fuera uno de los más prósperos y abundantes bajo la crueldad de su mando y sin embargo, sucumbió ante los encantos de la famosa Nadeshiko Amamiya.

La mujer que les había robado el don de la abeja reina. Los rumores con los que creció sobre esa mujer la hicieron admirarla en su infancia. La existencia de Nadeshiko había sido ocultada por el grupo Amamiya. La mantuvieron a salvo del mundo exterior al descubrir que el don había escapado y se había asentado en su ser. Para cuando el grupo Li se entero de que ella era la portadora, Nadeshiko era una mujer joven y hermosa, comprometida con un hombre que pertenecía a una de las ramas menores del grupo Amamiya. Se decía que mirar a Nadeshiko era mirar a un ángel. Su sola presencia hacia florecer sonrisas a su alrededor y su sonrisa derretía a todo tipo de personas. A pesar de no ser un ser mágico, el don la había escogido como recipiente extrañamente.

Por desafortunados azares del destino Nadeshiko y Hien se encontraron de casualidad aún sin saber quien era realmente el otro. Basto que Hien la mirará solo una vez para quedar completamente prendado por ella. Toda la crueldad que lo caracterizo una vez quedo disuelta por la bondad de esa mujer e hizo lo impensable, traicionar al grupo Li.

Por un momento el consejo y mismísimo grupo sospecho que Nadeshiko y Hien, eran la reencarnación que por tanto tiempo esperaron y temieron pero no, esa mujer carecía de la capacidad de poder usar magia al igual que Hien y el sello seguía intacto, en teoría.

Sus oponentes eran personas de temer pero no estaba dispuesta a rendirse. Pelearía, pelearía hasta el final y lograría su libertad.

La tan ansiada libertad.

Sin importar el costo.

***0***

Si había algo que amaba Nadeshiko sobre cualquier cosa, era su familia. Su particular, pequeña y hermosa familia. Los atesoraba con todo su corazón y con todo el amor que era capaz de dar. Por esa razón, no existía nada que le rompiera más el corazón que ver a uno de sus preciados integrantes sufrir. Podía ser ingenua pero no era tonta. Siempre lo supo, desde el momento en que había tomado esa decisión, supo que en algún momento todo lo que habían hecho explotaría frente a ella pero al mismo tiempo, también se había prometido una cosa.

Protegería a Xiao Lang y Sakura hasta las últimas consecuencias, sin importar el costo.

Sabía que existían cosas contra las cuales no podría luchar por siempre, que aunque intentará ir contra la marea, el destino era el destino. Así como por mucho que el grupo Amamiya intento ocultarla, ninguno de ellos pensó, ni ella misma, que se terminaría enamorando tan profundamente de su peor enemigo.

El temido y cruel Hien Li.

Los años habían pasado sobre ellos y a pesar de estos, cada vez que lo miraba, que sentía su voz o que sus manos la tocaban su cuerpo temblaba como una adolescente. Lo seguía amando con la misma intensidad con la que se enamoro de el cuando aún era una mujer joven, con solo diecisiete años encima.

Pero Nadeshiko había aprendido algo con los años. Algo que solo la maternidad te permite sentir. Nadeshiko amaba con todo su corazón a su esposo, pero amaba más a sus hijos.

Su corazón no alcanzaba a aguantar el amor infinito y profundo que sentía por Sakura y Xiao Lang. Durante mucho tiempo estuvo tentada a decirles la verdad y cada vez que miraba el rostro de su hijo, sentía la opresión de la culpa y el…miedo. ¿Si Xiao Lang la odiaba después de contarle la verdad? ¿Si su hijo la renegaba y la repudiaba para siempre? Nadeshiko se había preparado toda la vida a la posibilidad de perder a su esposo pero si había algo que su corazón no podría aguantar sería perder a sus hijos. Luego de que el miedo y la culpa la amordazaran pensaba, tratando de convencerse ¿Si Hien tenía razón y esta era la única manera de protegerlos? Pero en el fondo de su corazón siempre supo que era una solución a corto plazo. Un plazo que se había extendido más de lo esperado.

Por eso ella sabía, como sola una madre podía saber, que sería capaz de empuñar entre sus manos cualquier arma con tal de protegerlos. Hacer lo impensable. Sus pequeños habían crecido pero para ella seguían siendo los bebés que una vez acuno entre sus brazos, a los que les susurraba palabras de amor y canciones de cuna. A pesar de nunca estuvo de acuerdo con la forma en que Hien se empeño en criar a Xiao Lang, cedió muchas veces creyendo en su esposo, creyendo en el amor que Hien sentía por su hijo. Porque lo sabía, él amaba a su hijo pero no sabía como demostrarlo.

Tenía miedo de su propio hijo porque se veía reflejado en él y el peso de toda crueldad que un día cometió lo perseguía. No quería que Xiao Lang fuera alguna vez tan cruel como él lo llego a ser.

Nadeshiko suspiro. Abrió la puerta de su habitación y ahí estaba, el temido Hien Li, esperando por ella, como siempre lo había hecho pero tan ensimismado en sus pensamientos que no la había notado. Estaba de espaldas, mirando por la ventana de su cuarto, su ceño estaba fruncido y no pudo evitar recordar al ceño fruncido que su hijo tenía a casi todas horas. Hubiera reído si no estuviera tan preocupada como él.

Eran sumamente parecidos. Por eso mismo, sabía que Xiao Lang no cometería los mismos errores porque el tan atemorizante Hien no había sido nada más que un joven atormentado por el peso que habían puesto desde tan temprana edad sobre sus hombros infantiles, a alguien a quien le habían negado el cariño y la calidez que un niño necesita, un niño a quien habían acondicionado para creer que el mundo no era nada más que crueldad y miedo, que solo el más fuerte podía sobrevivir y que la fuerza radicaba en la ausencia de la debilidad.

No podía justificar por más que quisiera las acciones pasadas de su esposo. Solo podía perdonarlo desde el fondo de su corazón y tratar de alejar la oscuridad que lo atormentaba apaciguándola con amor. Porque ella y solo ella, sabía que el poderoso Hien Li, era tan humano como todos los demás. Con alegrías y tristezas, con rabias y miedos, con defectos y virtudes. A pesar de todas las responsabilidades con las que tuvo que cargar siendo solo un niño, decidió tomar aún más responsabilidades sobre sus hombros para proteger a la familia que habían formado. Ser siempre el fuerte escudo que protegía su hogar día y noche, y al mismo tiempo, excluirlos a todos de los tormentos que sus decisiones ocasionaron.

Pero si algo era Nadeshiko Amamiya, era testaruda como ella sola cuando algo se le metía en la cabeza. En el primer momento en que Hien quiso apartarla de los problemas, ella le demostró una y otra vez sin descanso que el amor también era compartir los penas, los dolores y las preocupaciones. Por eso, sin previo aviso sus delgados brazos envolvieron el cuerpo de su amado esposo apoyando su cabeza en su espalda. Había perdido la cuenta de todas las veces que tuvo que recordarle a su esposo que el amor era compartir también lo malo, y esta sería una de esas veces.

–Sabes que no permitiré que me dejes fuera–dijo en un tierno regaño.

Escuchar su voz era un bálsamo para sus oídos. Independiente de todos esos pensamientos que no lo dejaban en paz, Hien sonrió levemente al estar entre sus brazos. Se dio la vuelta con cuidado y se abrazo al cuerpo de la única mujer que había amado en su vida.

Nadeshiko era…era luz pura, fuerte y brillante…alumbraba su corazón con su sola presencia. Inhalo y exhalo hondo apoyando su barbilla sobre su cabeza pensando sobre sus decisiones.

Decisiones, decisiones, decisiones.

Su cabeza no paraba de calcular las decisiones que tendría que tomar de ahora en adelante, para lo que venía porque lo sentía, el inminente peligro colándose por su piel, subiendo por su nuca, lo mantenía alerta en las noches de insomnio. Era su mujer quien en silenciosa compañía, luchaba contra sus demonios en la oscuridad hasta que lograba descansar entre sus brazos cálidos, algunas horas.

Jamás, de todo lo que había hecho, jamás se arrepentiría de haber formado una familia con esa maravillosa mujer. Al principio no pudo negar que tuvo miedo, miedo de las cosas no resultarán, miedo de perderla, miedo de no poder amar a Sakura, miedo de que Xiao Lang se convirtiera en un hombre cruel. Pero ella le demostró todos los días con la paciencia y amor que la caracterizaban que mientras hubiera amor de por medio, nada era imposible. Lleno el hogar que formaron de risas, alegrías y una cálida rutina. Incluso, se sorprendió así mismo cuando descubrió lo fácil que fue para él amar a Sakura como a una hija. Debía ser el mismísimo demonio para no encariñarse con esa niña. Sakura le recordaba a todas horas y a todo momento lo idéntica que era a Nadeshiko. Cálida, alegre, sincera, entusiasta e inocente. Pronto se miro sorprendido así mismo al descubrir cuanto había cambiado.

Hien amaba su familia sobre todas las cosas al igual que su mujer. Su mayor prioridad eran ellos y siempre lo serían. Pero ahora tenía que enfrentar las consecuencias de sus decisiones y estaba dispuesto hacerlo, siempre y cuando su familia estuviera lejos del peligro. Suspiro estrechando el abrazo que compartía con Nadeshiko

–¿Cómo esta…Xiao Lang? – se separo levemente para poder mirarla a los ojos. Su expresión era un reflejo de la suya. Estaba preocupada, al igual que él.

–El esta sufriendo Hien…–la voz de Nadeshiko se quebró– no les queda mucho tiempo. No ha funcionado por más que lo intentamos…lo que siente es muy fuerte– su rostro se crispo en una mueca de dolor y dejo salir las lágrimas contenidas. Entre sollozos lo miro a los ojos y el pudo reconocer en sus ojos cristalinos su fuerte determinación– No los dejaré…no tocaron a mis pequeños…–impotente, paso sus dedos por su delicado rostro borrando los rastros de lágrimas del rostro de su mujer.

–Los Li vendrán por ellos y no estarán aquí cuando eso pase. Te lo juro Nadeshiko, no permitiré que pongan sus manos sobre ellos ni sobre ti– Reconocía esa mirada de su esposo. Hien se estaba preparado para pelear.

–¿Qué…que tienes en mente?

–Les diremos la verdad. No podemos seguir ocultándoselos.

–¿Cuándo?

–Necesito algo de tiempo para prepararlo todo. Se los diremos cuando todo este listo. Debo asegurarme que no los encontraran, nunca.

–¿Vas…a cambiar nuestras identidades? – el asintió. Sin embargo, algo no le cuadraba en el brillo de los ojos que tan bien conocía–No…–dijo con un hilo de voz– No estarás pensando en…–el desvió la mirada. Era la única forma de darles el tiempo suficiente para huir– No Hien…iré contigo. No te dejaré enfrentar a los Li solo…no…no…– el llanto de su mujer hizo eco en su habitación.

Nadeshiko se sobresalto al sentir las manos de sus esposo apresar sus hombros con fuerza. La sacudió suavemente haciéndola reaccionar. Verde y miel chocaron sus miradas.

–¡Nadeshiko tienes que escucharme! – su esposa ahogo un jadeo. Asombrada contemplo las lágrimas en los ojos de Hien. Su fuerte y valiente compañero, jamás se permitía llorar delante de nadie pero ahí estaba sin poder detener las gotas que caían por su rostro–Vas a sobrevivir sin mi, lo sé. Pero no soportarías perder a nuestros hijos, terminarías muriendo de la tristeza. – sus manos se deslizaron hasta sus mejillas y junto su frente con la suya– Solo puedo confiar su seguridad a ti, cariño.

–Por eso lo hiciste…por eso criaste de esa forma Xiao Lang– Declaró al entender después de tantos años, el empeño de su esposo por disciplinar a su hijo con el rigor de su dinastía. Lo estaba protegiendo, pensando en el futuro en caso de que ellos fallarán como era el caso. Él asintió con el alma en vilo.

–Estarán bien. Confió en ti–Sus labios presionaron su frente.

–No te despidas…no aún, por favor– suplico.

Hien inspiro profundo. No soportaba verla llorar. No soportaba no asegurarle que volvería a su lado, al lugar al cual pertenecía. Pero los Li no podían ser tomados a la ligera. Pelearía hasta el final. No le importaba convertirse en un asesino con tal de asegurar su bien estar. No tenía magia pero tenía fuerza, habilidades y contactos.

Masacraría a su propio linaje de ser necesario.

Sus labios tomaron los de su mujer en un beso profundo, con sabor a un pronto adiós. Ella lo recibió con el mismo amor con el que lo había acogido por años. Siempre la amaría, a ella y a sus niños.

–Eres la mujer que amo. Nada cambiará eso– Sus palabras hincharon su corazón de orgullo profundo, solemne como su esposo. Su declaración conmovía su pecho y al mismo tiempo, la llenaban del coraje que le faltaba.

–Eres el hombre que amo. Nada cambiará eso.

***0***

Caminaba de un lado a otro en su cuarto. Llevo la mano a su frente, masajeo la zona con ojos cerrados. Pensaba. No, esa idea no le satisfacía. Su mano bajo hasta su barbilla y la acaricio, pensando una vez más.

No. Algo se le estaba escapando.

Frustrado, se quito los lentos. Su dedo índice y pulgar tocaron sus ojos cerrados. Masajeo la zona. Algo se le estaba escapando, estaba seguro. Podía sentir su mente inquieta, estancado en la misma pregunta después de tantas cavilaciones.

¿Quién era Sakura?

Casi podía confirmarlo. Sakura debía ser adoptaba no había duda alguna. No existía parecido alguno entre ella y su supuesto hermano, tampoco con su padre y aunque debía admitir que tenía cierto aire a Nadeshiko, no lo convencía del todo. Además tenía otro elemento más para asegurarlo. Sus padres carecían de magia, al igual que Syaoron. No podía detectar en ninguno atisbo de tal cualidad. En cambio, en la menor de la familia podía detectar el rastro de magia que la rodeaba.

Suspiro, estancado.

¿Quién era Sakura?

Brillante y cálida, como una tarde de primavera…como las estrellas en la noche oscura…

Un momento. ¿Dónde había escuchado esa frase? Cerró los ojos, su dedo índice golpeteo su cabeza, una, dos, tres veces buscando en su basto mar de conocimiento.

Su madre.

Su madre y sus cuentos para dormir. ¿Por qué nunca escucho con atención las historias que contaba su madre? Ah, ya sé acordaba. No estaba interesado en causas perdidas y extintas como la magia, era poco útil y práctico. Pero tenía una corazonada. Por lo que se acordaba, el mundo de la ''magia'' era bastante exclusivo o lo fue en su apogeo.

Salió de su cuarto y recorrió el pasillo, bajo las escaleras, siguió caminando hasta llegar al jardín trasero donde su madre acostumbraba a leer por las tardes, esperando que su padre se terminará sus deberes laborales. Su madre, perspicaz como él dejo el libro sobre la mesa y se dirigió a su persona con una sonrisa misteriosa, muy parecida a la propia.

–¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, querido? – pregunto elegante juntado las manos sobre su regazo. Eriol, con la misma elegancia, tomo asiento frente a ella.

–Madre, ¿recuerda usted los cuentos que me relataba por las noches antes de dormir?

–Cuentos no, querido. Historias de un tiempo pasado. – corrigió abriendo ligeramente sus ojos. Observo detenidamente a su hijo. – Si, lo recuerdo, cariño.

–¿Recuerda en particular la historia de cierta joven maga…? No logró recordar el nombre.

–La maestra de las cartas– le puntualizó– Lamento decepcionarte pero no conozco el nombre que solía tener en ese tiempo.

–¿En ese tiempo?

–No te extrañes, querido. Todos volvemos a este mundo en algún momento. La maestra no es la excepción. ¿Qué necesitas saber?

–¿Podría decirme que tipo de persona era ella? – Sumi Hiragizawa no respondió inmediatamente analizando a su joven retoño. ¿Por qué de pronto le interesaba la historia de sus antepasados?

–Querido, no podría decirte que tipo de persona era porque no tuve el placer de conocerla– Eriol se sonrojo fugazmente. No era rival para su madre todavía, ella notaba el más mínimo desliz en sus formas– pero si puedo decirte como la ha descrito la historia–La forma en que su hijo se inclino hacia adelante casi imperceptiblemente, ávido de información, la inundo de un mal presentimiento–Deslumbrante, podría ser la palabra correcta. Cálida como la primavera, brillante como las estrellas…–los dedos de su madre, cubrieron su boca, ocultando su sutil risa– Aunque eso no es más que un juego de palabras.

–¿A que se refiere madre? – pregunto perspicaz.

–La historia cuenta que la magia de la maestra era única en su especie. Su poder venía de las estrellas, debido a eso podía dominar los cuatro elementos, sin restricciones. – Eriol la miro extrañado, sin comprender sus palabras– Querido, me siento ofendida. Me estoy dando cuenta que no escuchaste ninguna de mis palabras en tus días de infante– Suspiro sin perder el porte delicado y tradicional. –La magia viene del sol y de la luna. Cuando los magos nacen en pleno día, del sol vendrá su poder y dependiendo de los factores astrológicos la tierra o el fuego, será su elemento dominante, el elemento más fuerte. En cambio, si un mago nace de noche, la luna le otorgará su poder y el agua o el viento, se convertirá en su elemento principal.

–Entonces, ¿Por qué el poder de la maestra viene de las estrellas?

–Es un misterio. Se dijeron muchas cosas respecto a su nacimiento. Unos dicen que la maestra nació en la intercepción media en la que el sol se esconde y la luna se hace visible junto a la primera estrella. En cambio, otros dicen que nació en el medio de un eclipse solar, con la luna a mitad de camino. El juego de palabras es por su esposo, se dirigía a ella como ''estrella de mi noche'' haciendo alusión a su magia y a lo que significaba para él.

–La maestra tuvo que haber dejado descendencia en ese caso. ¿Cuál era el apellido de su esposo? –Eriol, intrigado con el relato de su madre, atisbo entre sus palabras el primer rayo de luz entre la neblina espesa en su búsqueda por la verdad. – Por un segundo, el rostro delicado de Sumi se ensombreció.

–No existen registros del origen de su esposo y si los hubo, los desaparecieron hasta que se olvidaran por completo. –Eriol, como pocas veces solía hacer frunció el ceño. Iba a ser más difícil de lo que esperaba. ¿Por qué querrían hacer desaparecer el seguimiento de un linaje tan prestigioso? –Antes de que me lo preguntes. La maestra no dejo descendencia. Su esposo la asesino.

–¿Co-como? –Mierda, eso lo había tomado por sorpresa– No entiendo, madre. Debo suponer que él la amaba…''estrella de mi noche'', es un apodo amoroso. No tiene sentido, ¿Por qué la mato? –Su madre arrugo los labios negando suavemente con la cabeza.

–No hay una razón clara. Algunos dicen simplemente que la traiciono, otros que fue manipulado y solo unos pocos rumores dicen que lo hizo para protegerla. –De todas las posibilidades que le ponían sobre la mesa se sentía más inclinado por la última. Tenía que ser la última. Se sentía intrínsecamente comprometido con la causa.

–¿De que quería protegerla? –El tono de voz lo delataba. Ronco y grave, susurraba, asustado de la respuesta, de la realidad. Sumi sonrió y el aire a su alrededor se volvió melancólico, apoyo su mano sobre la de su hijo y la apretó suavemente.

–No puedo decir con certeza que esto sea verdad pero la historia dice que la maestra se obsesiono con la idea de erradicar el mal del mundo y sus deseos, llevaron a una masacre de sangre y vidas perdidas. El único que podía detenerla era su esposo.

No sabía que decir. No tenía demasiados detalles pero esa historia se escuchaba sumamente triste. Incluso su madre, tan compuesta e impenetrable, se veía ciertamente apenada por alguien que nunca conoció. Tampoco, podía dejar de pensar en Sakura. Necesitaba más información.

–Madre, ¿no tiene más información que pueda darme, por favor?

–¿Esto es importante para ti? –Lejos de responder, Sumi se dirigió a su hijo con otra pregunta. Esta vez seria. Podría contarle que su familia estaba relacionada con ese lejano pasado aunque actualmente el lazo fuera casi inexistente. Eriol asintió con la misma seriedad. –De acuerdo. Puedo darte más información pero siempre estará incompleta. No manejo muy bien quién y cómo se llevaron a cabo todos los acontecimiento pero sí conozco a alguien que puede saberlo. Alguien estrechamente relacionado.

–Tendría toda mi gratitud madre, si pudiera facilitarme su contacto.

–Isao Mizuki. Es un viejo conocido y discípulo de tu difunto abuelo. Dedico gran parte de su vida a recopilar información verídica sobre esta historia en particular. Tal vez el pueda ayudarte.

–Se lo agradezco madre. Ha sido de mucha utilidad para mi– Se levanto de la silla y se inclino frente a su progenitora, mostrando sus respetos.

–¿Por qué tanto interés repentino en esta historia, Eriol?

–Simple curiosidad por el mundo mágico, Madre. Con su permiso, me retiro. – Sumi asintió. Vio la espalda de su primogénito alejándose, lo conocía bastante bien para saber que algo se traía entre manos como sabía que aunque intentará detenerlo, encontraría la manera de burlarla.

Negó con la cabeza. Su hijo subestimaba el amor maternal como a la mayoría de las cosas y personas. ¡Como si ella no supiera que por dentro su amado retoño era todo un hombre burlesco, altanero y en ocasiones, majadero! ¿Quién le habría enseñado esas formas de ver la vida? Claramente, ella no fue. Pero estaba aliviada de ver en sus ojos ese particular brillo del interés aunque ese interés fuera algo peligroso.

Pese a todo, confiaba en su hijo. Confiaba que estaría bien.

***0***

Sus ojos se abrieron de golpe encontrando oscuridad, jadeando, con el cuerpo sudado y esa sensación de dolor que la hacia temblar de pavor. Otra vez ese sueño. Ese sueño que se escurría por su memoria por más que quisiera recordar…sin embargo, la sensación no podía olvidarla, estaba impregnada en ella como una segunda piel.

Era una predicción.

Estaba cada vez más segura pero no podía hacer nada si no podía recordar de que debía cuidarse, de que debían cuidarse. Volvió a tiritar.

Unos brazos cálidos le envolvieron el cuerpo desnudo desde la espalda, descansando sus manos en su cintura. Suspiro del alivio que su simple tacto le causaba.

Estrella de mi noche– susurro sobre la piel de su nuca. Su aliento la hizo estremecer pero esta vez la sensación fue placentera y cálida.

Sol de mi día– respondió, acurrándose mejor contra su pecho.

¿Qué sucede? –Se movió entre sus brazos hasta quedar frente a él. Poso sus manos sobre su pecho y descanso la frente sobre la suya.

Otra vez…la misma pesadilla.

¿Aún no puedes recordarla? –ella negó suavemente.

Tengo miedo, Syaoran. Tengo miedo de perderte. – Confesó dejándole ver por fin sus temores.

Su esposo paso sus dedos por sus finos y cortos cabellos en una caricia protectora. Reafirmo su mano sobre su delicada espalda baja y beso fugaz sus labios. Sakura cerro los ojos por inercia al sentir sus labios, atrapándolo en un beso más profundo. Se separaron despacio, mirándose a los ojos.

¿No has pensando que son tus inseguridades y temores por convertirte en su líder los que no te dejan dormir? –pregunto a conciencia, sabiendo lo difícil que fue que aceptaran su compromiso y posterior matrimonio.

Sakura suspiro. Hizo un mohín bastante infantil a ojos de su esposo y sus dedos juguetearon sobre su pecho fuerte, nerviosa.

No quería ser su líder–Sus mejillas se colorearon carmesí. Tímida, susurro–solo quería ser tu esposa.

Syaron la miro sugerente haciendo que Sakura se sonrojará aún más. Le sonrió lobuno y sus manos viajaron hasta sus muslos. En un solo movimiento su espalda descansaba sobre el suave futon, sus piernas rodeaban las caderas desnudas de su joven esposo que la miraba sobre ella, con ambos codos a cada lado de su rostro para que su peso no la aplastará.

Estrella de mi noche. Ser mi esposa significa también ser la líder del clan Li. No puedes arrepentirte porque no pienso dejarte ir. Eres mía, ante todo y todos. – Ella rio ante el tono siempre posesivo de su flameante esposo. Esposo, le encantaba esa palabra y todo lo que la uniera a él.

Sol de mi día– comenzó paciente ante los celos poco razonables que se inventaba. Syaoran era un hombre bastante posesivo, sobre todo con ella. Le dejaba en claro a la mínima oportunidad que era su mujer como si ella no deseara serlo con cada célula de su cuerpo. No dudaba que si se pudiera celar su propia sombra, lo haría. Sus brazos se arrogaron a su cuello, acercando su atractivo rostro al de ella–¿Cómo puedes estar celoso? Estoy desnuda entre sus brazos, en nuestro futon. ¿Qué más suya que eso puedo ser? – Para ser sincera consigo misma, sus celos no le molestaban en lo más mínimo, es más le causaban gracia y hasta cierto punto, ternura.

Bueno…–le sonrió desafiante. Acerco su boca a su oreja y le susurro, con aliento caliente–conozco una forma incluso más intima y placentera que esta… ¿Quiere intentarla, señora Li? –Sakura inspiro profundo con ojos cerrados, sintiendo su cuerpo estremecerse. Ese hombre la volvía loca. Era arcilla moldeable en sus masculinas manos. – Mi esposa es tan hermosa que muchos imbéciles la miran lascivamente, no puedo evitar estar celoso.

Sakura hundió sus dedos en su cabellera castaña y le volvió a mirar angustiada y preocupada. No era tonta. Podía sentir el desprecio que tenían por ella en el grupo Li. Por mucho que se esforzará no podía ganarse su favor. No lograba ser aceptada.

Quisieran que me miraran como a ti–Syaoran se separo levemente al escuchar el tono de su voz. La miro, esperando una explicación. Su esposa le sonrió y luego, sus facciones adquirieron la seriedad que le quería trasmitir– Veo como te miran, sol de mi día. Conozco esa mirada. Te respetan, confían en ti, creen en ti. Mucha gente me ha mirado esa forma pero nunca aquí…nunca dentro de los Li.

Me temen, Sakura. Por eso me respetan– declaró con convicción de sus palabras, de la seriedad de su propia realidad. Al mirarla nuevamente, sus ojos se suavizaron. – Pero tu no eres así, estrella de mi noche. Eres la maestra de las cartas, eres una Li pero tienes algo más. Tu corazón es puro y bondadoso. Serás respetada y temida por ser mi esposa pero también serás amada por tu gentil corazón, eso es lo que mi dinastía necesita. Bondad y solo tu puedes entregarla.

No quiero decepcionarte, Syaoran. Quiero ser digna de ti.

¿Eso te preocupa? ¿No estar a la altura de mi expectativas? – ella asintió, avergonzada de sus inseguridades. Conocía el orgulloso clan de los Li y sabía que las debilidades no estaban permitidas y ahora, casada con el heredero mostrar las mismas era una falta a sus obligaciones. –Sakura, tu superas mis expectativas siempre. Me gustaría hacerte entender que no tienes que cambiar absolutamente nada para permanecer a mi lado.

Lo sé, pero no podría perdonarme si debido a mi poca preparación las personas a tu alrededor pierden el respeto hacia a ti. Van a decir muchas cosas sobre mi, ya lo dicen y…si tu un día crees que es mejor separarnos…–los labios de su esposo interrumpieron su breve discurso.

Eres la mujer que amo. Nada va a cambiar eso.

Sakura abrió los ojos, desconcertada. Su corazón golpeteaba su pecho, escuchando cada latido en sus oídos. ¿Qué estaba soñando? Nuevamente, despertaba con la sensación de haber tenido un sueño importante, uno que debía recordar pero por alguna razón apenas sus ojos se abrían, olvidaba todo lo soñado. Se esfumaba en su memoria por arte de magia.

Desde que su hermano le había confesado sus sentimientos…esos extraños sueños que no podía recordar asaltaban su mente cada vez que cerraba los ojos. De eso ya había pasado unos cuantos días. Desde entonces las cosas en su casa habían estado algo extrañas, agitadas y misteriosas.

Sus padres se habían mantenido al margen del distanciamiento obvio entre ambos. Simplemente optaron por hacer como si nada pasará pero podía notarlo. Sus padres estaban inquietos. Su padre se había ausentado unos días del hogar por un viaje de negocios pero extrañamente su madre quien solía acompañarlo desde que su hermano había cumplido los catorce años, no fue. Se quedo en casa…parecía absorta en sus pensamientos y el más mínimo ruido medianamente fuerte la ponía en alerta.

Era extraño. Todo se estaba volviendo inquietante.

Trataba de sonreír para aliviar la tensión que cargaban sus padres de un momento a otro pero sus buenas intenciones quedaban olvidadas cada vez que se cruzaba con él. No podía evitar apartar la vista apenada y nerviosa, sentía como todo su cuerpo se ruborizaba con tan solo escuchar su voz o sentir su presencia. Las piernas le temblaban y no era capaz de dirigirse a él. Sus palabras resonaban en su cabeza, su corazón dolía, apretado en su pecho.

''Estoy enamorado de ti, Sakura''

Dios, de solo recordar sus palabras se derretía en una bruma confusa. Su mente gritaba, daba vuelta y luego, la voz de su conciencia la regañaba, avergonzaba de su comportamiento.

¿Qué estas haciendo, Sakura? Se preguntaba una y otra vez, atascada en esas cinco palabras. Resoban con fuerza, su corazón trataba de hablar pero cada vez que quería escucharlo, su cabeza dolía. Una intensa punzada apretaba sus cienes y se veía en la obligación de recostarse en su cama. Al poco tiempo que lo hacía se sumía en un sueño profundo y despertaba con esa sensación extraña que recorría todo su cuerpo, impotente al no poder recordar.

Suspiro, agotada. Estiro sus brazos y sus ojos revisaron el despertador de cabecera. El reloj marcaba la media noche. Perfecto, no habría nadie despierto a esa hora. Tal vez si tomaba un vaso caliente de leche podría volver a conciliar el sueño.

Bajo despacio las escaleras, perdida en sus pensamientos no noto la pequeña luz prendida del refrigerador hasta que el sonido de sus puertas cerrándose la hizo volver a la realidad. Frente a ella estaba la persona de sus desequilibrios emocionales. El causante de su estado tan confuso y perturbador. Sus parpados se expandieron de forma poco natural. Las mejillas se le colorearon hasta sentir las orejas calientes. Su pecho corría, nerviosa. Esta era la primera vez en días que se encontraba a solas con él.

La miro tan sorprendido como ella. Curvo su boca en una sonrisa incomoda tratando de aligerar la tensión, no queriendo importunarla desvió la vista de sus ojos verdes. Tomo el vaso de leche entre sus manos y paso por su lado, ignorándola.

A Sakura se le paro el corazón. Cerro sus ojos e inspiro, juntando valor. Odiaba esto. En los últimos días Syaoran solo se había ha dedicado a ignorarla de manera más cordial posible. No se dirigía a ella a menos que fuera necesario y nunca la veía a los ojos. Podía notar la tensión que se acumulaba en sus hombros y la línea casi recta en la que transmuto su sonrisa. Se dio la vuelta decidida.

–¿Tam-tampoco puedes dormir? –Temblando de los nervios noto como sus pasos se detenían. Sakura observo con tortuoso detenimiento como los músculos de su espalda se tensaban rígidos. Trago saliva.

Se limito a negar con la cabeza. Hizo un breve intento de mirarla sobre sus hombros, indeciso, luchando contra con sus sentimientos. Lo mejor era seguir hacia su cuarto. Entre más trataba ella de ser amable con él, más miserable se sentía. Siguió su camino.

–Xia…Syaoran–lo detuvo nuevamente. El volvió a parar sin atreverse a mirarla– Yo quiero…yo quiero…

¿Por qué escucharla le resultaba tan doloroso ahora? Ah, claro. No quería escuchar su respuesta. No quería escuchar de sus labios algo que ya sabía. Que siempre ha sabido. Se dio la vuelta para mirarla. No quería ser descortés con ella. No después de que había sido un insensible al querer alejarla por sus estúpidos celos. Se prometió a si mismo que esta vez sería todo un caballero y haría todo lo posible para incomodarla lo menos posible. Sus ojos se encontraron por primera vez en días, ella se sonrojo furiosamente al interceptar su mirada. Preocupado de molestarla, desvió la vista una vez más.

–No. Deja de hacer eso–Pidió decidida, sin importarle los nervios, ni como su piel se erizaba cada vez que sus ámbar la miraban. –No te escondas de mi.

Syaoran se dio un instante para procesar sus palabras. La contemplo quedo en el casi oscuro espacio de la cocina. La falta de luz oscurecía las facciones femeninas pero el podía adivinar el sonrojo que debía llevar vestido sus mejillas y todo el valor que tuvo que juntar para hacerle frente. Volvió a mover la cabeza esta vez afirmativamente, incapaz de hablar todavía.

–¿Co-como…–se aclaro la garganta e intento que su voz saliera cuerda–¿Cómo has estado? –El le sonrió, incomodo. No le gustaba esa sonrisa. Esa no era la sonrisa que conocía de su hermano.

–Bien, gracias.

–¿Tienes pesadillas?

–Algo de insomnio–aclaró. Carraspeo y por primera vez se permitió mirarla, de recorrer sus facciones dulces. –¿Tienes…pesadillas? –preguntó tímido.

–Eso creo…no puedo recordarlas.

''Sol de mi día''. Las palabras resonaron en su cabeza repentinas. El rostro de alguien muy parecido a Syaoran asalto su memoria, una noche cálida y unos brazos que la protegían. Se llevo las manos hacia la cabeza. De nuevo ese insoportable dolor. Apretó sus cienes buscando alivio.

Sin pensarlo, se apresuro hacia a ella. Su rostro estaba contraído, el dolor era palpable. Sakura no sufría de jaquecas ni dolores de cabeza, nunca. Esto era algo completamente nuevo. ¿Sería su culpa? Incapaz de atreverse a tocarla, se limito a pararse frente a ella lo más cerca posible.

–¿Estas bien? ¿te duele mucho? ¿Quieres que vaya por madre?

Sakura abrió uno de sus ojos, enfocando la vista en el rostro de Syaoran. Su corazón se sintió liviano. Ahí en sus ojos bañados de genuina preocupación de alguna manera el dolor de su cabeza comenzaba a menguar.

–No–respondió en su susurro quedo. Sin pensarlo, sus dedos se envolvieron en su polera. Contemplo como sus preciosos iris se abrían, sorprendidos ante su osadía. No podía evitarlo, tenerlo cerca la hacía sentir mejor. – Sol…de mi día–aclamó anhelante.

Sakura exhalo su aliento, fascinada por lo que veía o más bien lo que los ojos de Syaoran le transmitían en ese momento. Sus pupilas brillaban y antes de que el portador se diera cuenta, se acumularon lágrimas invasoras. Perplejo toco sus ojos, sorprendido de la presencia húmeda en ellos.

–¿Q-u-qué dijiste?

–¿Esas palabras significan algo para ti? –pregunto expectante.

Intranquilo. Sus recuerdos se sacudieron llevándolo a evocar el sueño que había tenido días atrás, en el cual convivía con una Sakura de un tiempo lejano que lo llamaba cariñosamente así. ¿Cuál era la probabilidad que conociera aquella frase? Y lo recordó, la única frase que salió de él en ese sueño.

–Estrella de mi noche–susurró mirándola atento y sorprendido. Sonaba tan natural, la forma en que su lengua decía cada letra, el sonido de las silabas y el significado de sus palabras. Incluso en su presente, aquella cobraba sentido.

Sakura sintió que su corazón era jalado hacia lo más profundo de su memoria. Miles de imágenes borrosas pasaron por su mente a una velocidad aterradora, tan rápido que no era capaz de distinguir nada más que el rostro de la persona que tenía en frente a ella. Suficiente. Se alzo en la punta de sus pies, jalo los tirantes la polera de Syaoran y lo beso desesperada.

Pasada la sorpresa inicial, trato de alejarla suavemente de él pero ella no cedía, con cada pequeño empujón insistente en poner distancia entre los dos, Sakura se alzaba impetuosa hacia su boca, negándose a abandonar sus labios.

–Pa-pa-ra–pidió entre sus besos. No quería ser rudo ni usar la fuerza para detenerla pero parecía absorta en devorar su boca, no lo escuchaba. Estaba imponiendo su voluntad sobre él y cual adicto no podía resistir a la tentación sin sufrir los efectos de la abstinencia.

Era un hombre frío, sereno y controlado pero por mucho que no lo pareciera corría sangre por sus venas, sangre caliente y espesa. Haciendo uso de todo su autocontrol, envolvió las muñecas de Sakura entre sus manos, cuidando de que no perdiera el equilibrio la empujo suavemente una vez más alejándola de su boca.

–¿Qué estas haciendo? –La enfrento agitado cuestionando sus acciones en un susurro cabreado. Si era lo que se estaba imaginando, se iba a molestar con ella.

Lejos de intimidarse por su mirada ambarina y la exigencia en su pregunta, Sakura aguardo silenciosa. Absorta, contempló detenidamente las facciones de su rostro. Le resultaba insoportablemente atractivo. La forma felina de sus ojos, el color de sus iris, la recta nariz, el ceño fruncido y sus cejas pobladas. La boca carnosa y tupida. Se mordió los labios, inconsciente, deseosa. Podía sentir el peso de los hilos del universo jalándola hacia a él. Sus palabras hacían eco en su interior, ''estrella de mi noche'', esa sola frase era capaz de ponerla a temblar, la electricidad que corrió por su cuerpo al escuchar esas palabras salir de su boca, fue devastadora.

Era consciente que estaba esperando una explicación pero no podía darle ninguna. Más que ese intenso y apremiante deseo que le corría el cuerpo, exigiéndolo. Era insoportable, las manos le cosquilleaban, ansiosa.

Lejos de obtener una respuesta de su parte, Sakura camino lentamente los pasos que los separaban. El se tensó a cada paso, a su cuerpo cada vez más cerca, estático en su posición. Trago ante la inexpresividad de su semblante pero engatusado por sus ojos que le hablaban.

Sakura alzo la barbilla pausadamente, a medida que sus labios se acercaban a los de Syaoran sus parpados iban cayendo. El ambarino inmóvil contemplaba con su ceño fruncido los labios que se dirigían hacia a su boca, sin atreverse a huir de ellos, se relamió los labios ansioso y al primer roce ambos terminaron de cerrar los ojos.

Sus bocas se abrieron apenas, tocándose tímidamente, tanteando sutilmente los labios del otro en roces sugerentes. De a poco los dedos de Syaoran aflojaron el agarre sobre las muñecas de Sakura. Al saberse liberada, posa sus manos temerosas sobre el fuerte pecho y solo cuando siente las varoniles manos rodear su cintura, se atreve a subir con lentitud sus propias manos sobre él, ascendiendo pausadamente hasta rodear su cuello.

Inspiro profundo cuando sus dedos apretaron la carne de su cintura, sus labios tomaron los suyos cansado de los sutiles roces y toques, exigió su cavidad con vehemencia y rudeza. Su espalda baja choco contra la encimera de la cocina y su cuerpo, atrapado por uno más alto y fuerte, se estremece de placer.

Su beso sabe a gloria y pecado, a amor y deseo…su beso sabía a prohibido. Gruñe cuando la lengua escurridiza de su compañera rodea la suya, traviesa y osada, como solo podía imaginarla en sueños. Sus lenguas danzan entre ellos, competitivas, ávidas de poder declararse ganadora sobre los labios del otro. Sakura, entre besos se estremece al sentir la dureza que se instaura entre los dos. Él gruñe, abandona su boca y desciende por la mandíbula hasta asaltar su cuello, hambriento de su piel y de su olor dulce a primavera.

Sakura arquea levemente la espalda al tiempo que echa su cabeza hacia atrás, entregada y mareada. La urgencia la domina, consumida por el fuego que le provocan sus caricias, sus besos, sus manos, su cuerpo. Una de las manos de Syaoran abandona la cintura, baja por la cadera, entierra sus dedos en ella ejerciendo presión hasta que siente la suavidad de su muslo y en un atrevido movimiento, lo agarra alzándolo hacia él. En respuesta, ella se aferra con toda la extensión de su pierna a su costado y el contacto se hace más intimo. Syaoran con la mente nublada, comienza el ansiado balanceo contra ella, la empuja rozándola duro y lento, mientras su boca mordisquea y lame su cuello perdido, su deseo por ella controla su cuerpo y bloquea su mente. Sakura gime bajo y en respuesta se mueve contra él, ambos chocan en un movimiento más obsceno que el primero y los roces y empujes ininterrumpidos se desencadenan.

La lengua tibia de Syaoran inicia el segundo embote por la piel sensible de su compañera delineando la curva de su cuello y hombro, sin embargo sus cabellos son echados hacia atrás con suavidad levantando su rostro y sus labios son tomados nuevamente por la boca carnosa, roja y pequeña.

–M-ma…ss–pide entre gemidos dulces y tiernos la mujer de sus sueños.

En respuesta su petición, Syaoran gruñe sobre su boca. Sakura siente como es devorada viva, haciendo honor a su solicitud, los labios sobre ella se vuelven más poderosos, más exigentes. La mano sobre su muslos se aventura hacia uno de sus glúteos que es apretado con impaciente alevosía, estrujándolo en su mano y acercándola más a él, de ser posible.

–M-me vas a…volver…loco…– declara en un murmuro caliente, rompiendo el beso sin despegarse de sus labios. El vaivén de sus caderas vuelve arremeter otra vez contra ella. La observa gemir con los ojos cerrados y los labios brillantes e hinchados. Sus pupilas brillan embelesado. Toca su nariz con la propia acariciándola de un lado a otro, en un gesto de ternura dentro de toda la pasión que lo desborda. Ella lo conmueve, incluso teniéndola así, gimiendo entre sus manos. – ¿Por qué…por que lo haces? – pregunta agitado y vuelve a su boca de cereza en un beso corto pero profundo.

Tenerla entre sus brazos, besarla y tocarla era tocar la gloria del paraíso. Nunca en su vida su cuerpo se había sentido de esa manera, tan deseoso y ansioso de recorrer la piel ajena y en cada probada de ella se le hacía cada vez más difícil entrar en razón. Sin embargo, dentro de toda la espesa bruma de amor y placer todavía le quedaba un ápice de cordura.

No quería aprovecharse de su hermana.

Quería escucharla. Quería escucharla de decir porque, porque lo besaba con tanta pasión, porque le exigía más de él, porque dejaba que sus manos y su boca recorrieran su cuerpo y la tocaran, como sabía que nadie más nunca la había tocado.

–Y-yo…–Trago la saliva acumulada y miro el brillo ambarino de sus iris. Su mente era un verdadero desastre y que decir de sus emociones, enrolladas en un nudo imposible de desenredar. Se sentía tan confundida. –No…no lo sé. Solo…es que tu, tu y yo…no puedes…no puedes dejarme. No puedes–sus ultimas palabras fueron una súplica ahogada con la voz a medio salir y sus manos aferrándose a su camisa. Sakura sentía un pavor irracional de perderlo. Su mente gritaba pero no podía escuchar sus palabras.

La soltó, alejando su cuerpo y sus manos de ella. Camino tres pasos hacia atrás. De repente, toda la estancia se le hizo diminuta. Se paso la mano por la cara, apretó la mandíbula, observándola con los ojos muy abiertos.

–Suéltame. Suéltame, por favor. – Pidió haciendo un esfuerzo inhumano de controlar su mal carácter. Ella obedeció a duras penas, abrió la boca en un intento de decir algo y tras varios intentos, decidió callar– No lo digas. No te atrevas a decirlo, Sakura. No me digas que no te importa ser besada o tocada por mi con tal de mantenerme a tu lado. ¿Me crees capaz de lastimarte de esa manera? –Recrimino, herido por su comportamiento.

¿De verdad creía que caería tan bajo? ¿Qué se aprovecharía de la dependencia y amor que sentía por él solo para satisfacer sus propios deseos? ¿Quién carajos creía que era? ¿Un monstruo?

–No…–trato de excusarse. Sin embargo, de nada serviría defenderse porque ni ella comprendía que era exactamente que quería más que el horrible miedo que crecía y creía dentro. Sentía la cabeza pesada, no podía escuchar a su corazón, no podía recordar sus sueños, no podía controlar sus impulsos y no podía sacarse la sensación de que algo horrible estaba pronto a suceder. ¿Cómo explicarle? – Se bien que nunca me lastimarías pero…voy a perderte…no puedo perderte, no de nuevo–su tono salió una octava más aguda de la esperada y la voz se le quebró al final.

–¿De nuevo? ¿De que estas hablando? – cuestionó sin saber a que se refería. Aguardo, esperando una explicación pero solo logro que sus ojos le reflejaran lo complicada que se sentía– ¿Me estas diciendo que harías cualquier cosa para no perderme?

–Si– respondió sin titubear. – Cualquier cosa– confesó, sin embargo, debajo de toda la resolución que pretendía mostrar podía ver, preocupado, como sus iris verdes tiritaban dentro de sus cuentas. No, eso no era miedo, era terror puro.

–¿Tienes miedo? – Ella asintió, temblando–¿De qué?

–Nos van a separar. Lo sé– llevo una de sus manos a la altura de su corazón arrugando la tela de su pijama con sus dedos– Lo siento aquí, en mi corazón. Van a lastimarnos.

–Sakura–pronunció paciente, tratando de calmarla, de alejar los demonios que la visitaban. –Te lo juro. – prometió solemne. – Mientras respire nadie va a ponerte un solo dedo encima. Jamás permitiría que nadie te lastimará pero no puedes hacerme esto, no puedes darme lo que crees que quiero por miedo.

–No, no me estas escuchando. No me estas entendiendo. – la castaña negó con la cabeza repetidas veces, decidida a no ceder.

–¡¿Qué no entiendo?! – sus manos apretaron sus pequeños hombros y alzo la voz, frustrado – ¡La que no entiende, eres tu! ¿Crees que sería feliz teniendo tu cuerpo sin tener tu corazón? ¡Te deseo porque te amo, no al revés! – la conversación se le estaba yendo de las manos pero no podía callar. Tenía atorada toda esa frustración, todas esas emociones contenidas en su pecho. Solo quería soltarlas– ¿Sabes que la simple idea de no volverte a ver me enferma hasta el punto de la desesperación? ¿Crees que alguien podría arrancarme de tu lado? ¡No! ¡Estoy condenado amarte una y otra vez, incluso si eso me duele!

–¡Yo también te amo! – respondió alzando la voz igualmente.

–¿De que maneras me amas? –La miro dolido y el ceño fruncido. Sabía la respuesta pero quería hacerle entender que no era necesario que hiciera todo eso porque solo lo hacía sentir miserable. No quería tocarla, no de esa manera, no sabiendo que no lo amaba como deseaba.

–No hagas eso…– dijo con un hilo de voz negándose a ver la realidad–Nosotros…

–…Somos hermanos, Sakura. Somos hermanos. El que esta enfermo aquí, soy yo– Dictamino, consciente que esa realidad no le dolía a nadie más que a él– La única forma en la que no volvería a verte es si te estoy lastimando y por lo que veo, lo estoy haciendo.

Syaoran le dio la espalda, dispuesto a irse. Sakura sintió como toda la sangre se le iba a directo a los pies. No, no, no, no, quería detenerlo ¿Por qué sus pies no la obedecían? Sabía que sus sentimientos por él eran fuertes, grandes y firmes, pero, ¿esos sentimientos eran de amor? ¿el miedo irracional que sentía era producto de eso? ¿Ella también…lo amaba de esa manera? ¿Lo amaba como papá amaba a mamá? No lo sabía…oh, y ahí iba de nuevo, ese terrible dolor de cabeza. No, no lo dejaría ganar esta vez, cada vez que quería aclarar sus sentimientos, ese maldito dolor la asaltaba sin piedad.

Ella amaba a Syaoran, eso era un hecho indiscutible. Durante toda su vida vivió feliz y a gusto de tenerlo a su lado, lo conocía más que así misma. No podía concebir una vida sin él, entonces…¿Por qué?

Un pitido horrible chillo en la cabeza de Sakura con fuerza arrulladora. Cerro los ojos arrugando los parpados, se agacho instintivamente y se llevo las manos a sus oídos, tapándolos. El sonido dentro de su cabeza fue en aumento, cercenando sus sentidos sin piedad, el dolor era insoportable. Un chillido salió de su boca. Escucho el crujido de un objeto agrietándose en su interior y luego, la inconsciencia en la más absoluta oscuridad.

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¡Hola mis queridos lectores!

Les traigo aquí el sexto capítulo. Leí todos sus comentarios de los capítulos anteriores y quiero agradecerles como siempre, que me muestren su apoyo y opiniones, que son importantes para mi, sobre todo en la hora de escribir. Solo por esta vez (no cuento con mucho tiempo) no responderé sus comentarios uno por uno como suelo hacer, no me gusta mucho no hacerlo pero no me queda de otra en esta oportunidad.

Sin embargo, si quisiera poder aclarar algunos puntos ya que vi que muchos quedaron confundidos por la parte anexada del capitulo V. Me dedique en este capitulo a tratar de esclarecer algunas cosas que no solo se venían arrastrando en el capitulo V ½ sino también en capitulo anteriores. ¿Se dieron cuenta que Sakura tenía una manía muy poco sana con Syaoran? ¿Qué siempre estaba presente ese miedo aterrador de perderlo? Y ¿el deseo de Syaoran de protegerla, de no perderla de vista? Bueno, es parte de la historia que hay detrás y quería terminar de enlazar algunos puntos para que luego las actitudes de Sakura se comprendan dentro del contexto y no sean poco razonable para ustedes dentro de este mundo.

Esta historia esta muy relacionada con el tema de las reencarnaciones y sobre como los traumas no resueltos, vuelven con nosotros para ser resueltos y así sucesivamente hasta que aprendamos lo que debíamos aprender, muy parecido a las relaciones kármicas. La historia que hay detrás de todo esto saldrá a la luz, no se preocupen, estoy pensando en dedicar dos capítulos enteros para explicarla con detalle y luego, seguir al climax del relato.

Por último, sé que tienen muchas dudas pero les prometo que todas y cada una serán resueltas.

Muchas gracias por todo su apoyo y espero recibir sus opiniones nuevamente.

Los adoro mucho 3

(*) La canción de Nadeshiko es el ending de jibaku shounen hanako-kun, anime y manga. Lo recomiendo, es bastante bueno. Me hizo llorar jajajajjaja.

Buenos, nos leemos.