7.

Dos semana pasaron desde el momento que Kara se abrió conmigo, en estos días he aprendido a socializar y relacionarme un poco más con la gente desde la sinceridad y no desde lo impuesto o el compromiso.

Para mi sorpresa nadie había venido a visitarme aún, ni había recibido llamadas, debería de sentirme mal, pero la verdad es que me aliviaba no saber lo que pasaba afuera, era hora de preocuparme por mi por primera vez.

El trabajo con el equipo de doctores venía funcionando bien, de a poco y a paso lento, iba entendiendo lo que tenía que hacer para mejorar mi vida. El peor miedo en este momento se encontraba a las afueras de este lugar, y todavía no sabía qué hacer con eso, no me imaginaba bajo ningún concepto enfrentando a Lionel o a Jack, de solo pensarlo el cuerpo se me estremecía.

En la semana ingresó una chica nueva, su habitación se encontraba pegada a la nuestra, por ahora dormía sola, por lo que supe se llama Alexandra, y en su vida fuera de este lugar era oficial de policía. No había hablado demasiado con ella, pero Kara se había unido rápidamente, parecían tener mucho en común, lo que me provocaba un estado extraño en mi interior.

Hoy era domingo, y el recinto había organizado una serie de competencias deportivas como recreación. A mí me había tocado jugar al vóleibol, era una competencia en parejas y me habían asignado a Sam como compañera, debo aclarar que en estas semanas he interactuado más con ella, y ya logro advertir cuando comienzan sus mentiras automáticas y cuando dice la verdad, una vez descubierto eso mi relación con ella mejoro bastante.

-Bueno es hora de que jueguen Sam y Lena contra Kara y Alex- Jimmy Olsen, el hermano de la doctora era nuestro entrenador físico.

Kara y Alex chocaron los cinco y se sonrieron, mi mueca de desagrado no pasó inadvertida para Samantha.

-Hey, ganaremos este partido- me sonrió, la verdad es que seguro que no vamos a ganar, para ser sincera éramos bastante malas en los deportes, y para sumar Kara y su pelirroja nueva amiga habían ganado por mucha diferencia todos su matchs anteriores.

-Me da igual- contesté apática, solo quería volver a mi habitación.

El partido comenzó y como era de suponer, nos dieron una paliza, no logramos ganar ni un maldito punto, la sonrisa cómplice entre Kara y Alex me descomponía.

-¿Qué pasó Luthor? ¿Eres demasiado rica para saber golpear una pelota?- la voz irritante de la pelirroja me enfureció.

-Cállate imbécil-

-Solo era una broma- Alex me sacó la lengua y yo tenía ganas de arrancársela.

Me caía mal, muy muy mal.

-Bueno, todas a las duchas, demasiado entretenimiento por hoy- Jimmy Olsen dio por terminado el día deportivo, por suerte, porque si tenía que seguir escuchando a Alexandra no sabía cómo iba a reaccionar.

Me alejé caminando sola mientras a lo lejos veía como Kara y Alex caminaban sonrientes, en parte me alegro de que la rubia pareciera estar sintiéndose mejor, pero otro lado mío se retuerce por acercarse a ella. Nunca había tenido una amiga, y pensaba que tal vez con ella tenía la oportunidad de saber lo que se sentía estar cerca de alguien. Pero mi incapacidad de relacionarme, no me permitía acercarme demasiado, y además parecía que ella ya había encontrado alguien más con quien congeniar.

La hora de dormir llegó y a no ser por la vez que la aislaron, era la primera vez que Kara no estaba acostada ni se encontraba en el cuarto a la hora de dormir. Escuché las risas en el cuarto contiguo y sin poder pararlo mis ojos hicieron ese molesto giro que tanto exasperaba a mi padre. Guardé mis medicamentos como siempre, y me acosté queriendo silenciar las risas que salían de la habitación de Alexandra.

No se cuanto tiempo pasó ni la cantidad de vueltas que dí en mi cama cuando la puerta se abrió sigilosamente, Kara ingresó a la habitación en silencio, y con mucho cuidado de no hacer ruido sacó algo de su placard, y volvió sobre sus pasos para salir nuevamente.

No pude con la intriga y me levanté como un resorte para seguirla.

Vi como su esbelto cuerpo doblaba la izquierda por el largo pasillo, apuré mis pasos para no perderla, me escondí contra un lateral de la pared para que no me vea, mientras ella abría con facilidad una puerta que estaba con llave, una vez siguió su camino, volví a seguirla, al abrir la puerta por donde ella había desaparecido vi una escalera. Nunca había estado aquí, sin miedo y sin dudar subí siguiendo sus pasos, otra puerta más me alejaba de ella, con sigilo la abrí intentado no hacer ruido, no tenía idea de lo que me esperaba del otro lado.

Era una terraza espaciosa, y solo se veían los tanques de agua, las casetillas de gas, y poco más, camine con cuidado en la obscuridad apenas iluminada con la luna que brillaba en la tranquila noche. Busqué a Kara comenzando a desesperarme y esperando lo peor.

Cuando la encontré ella estaba parada en la cornisa mirando hacia el vacío. Mi cuerpo tembló y mis piernas reaccionaron rápidamente acercándome a ella, tenía miedo de asustarla y que cayera o no llegar a tiempo y que saltara.

Ella no me había visto ni percibió mi cercanía, la agarré del brazo y jalé de ella con la mayor fuerza posible. Su grito fue increíblemente fuerte y estrepitoso, se llevó las manos al pecho y jadeaba, su mirada estaba en pánico.

-Lena, ¡que demonios!- me gritó –Casi me matas del puto susto- volvió a recriminar.

-¿No ibas a tirarte?-

Mi miró confundida, y pareció entender al fin mi reacción. Pero que diablos iba a pensar, estamos en un psiquiátrico, no somos las personas más estables mentalmente hablando, lo lógico era pensar que ella se quiera tirar.

-Lena, no iba a matarme- susurró para tranquilizarme. Suspiré.

Kara tomó asiento en el borde, dejando sus pies colgando hacia abajo, y golpeó su costado para que me sentara a su lado.

-Tuve miedo de que saltaras- le confesé, tomando asiento a su lado.

-Perdona, no sabía que me habías seguido- acomodó sus lentes.

-Perdona tú, tendría que haberte hablado o haber hecho un ruido antes de agarrarte de esa manera-

-Somos un par bastante peculiar ¿he?- expresó y no pude más que sonreír

-Si que lo somos-

Kara sacó de su bolsillo un cigarro y un encendedor.

-Viejos malos hábitos que no puedo dejar- me explica encogiéndose de hombro, dando la primer calada al cigarro.

Aunque muy pocas veces había fumado en mi vida, me encontré compartiendo el cigarrillo con ella como si fuera la cosa más alucinante que había hecho.

-He visto que esta semana has estás más alegre que de costumbre- rompí el cómodo silencio en el que nos encontrábamos. Ella me miró retirando sus lentes, dejándolos al costado, friccionó sus ojos, y volvió la vista al frente.

-Si, puede ser, estoy intentando hacerle un poco más de caso a lo que dice Phil- volvió a mirarme, sus ojos sin los anteojos y con la luz de la luna se veían más brillantes que de costumbre –¿Y tú Lena, cómo has estado?, hemos hablado muy poco esta semana, siento que me has estado ignorando- dio la última calada al cigarro tirándolo por la cornisa.

La miré a los ojos, yo no sentía haberla estado ignorando, solo que desde que Alexandra apareció sentí que estorbaba un poco y le dí espacio. O simplemente me molestaba verlas juntas y me alejaba, pero eso no era algo que pudiera decir. Mi inexperiencia con las amistades me hacía sentir insegura con cada decisión que tomaba.

-Yo…. Yo… no es que te ignorara ¿ok?, es qué no quería estorbar- mi miró confundida.

-¿Estorbar?-

-Si, bueno, desde que llegó Alexandra pasas mucho tiempo con ella, y te ves tan bien, que no quería estropear todo- me sentí estúpida, pequeña, e inmadura diciendo eso.

Nuestras manos estaban al costado de nuestros cuerpos a cada lado de los muslos, Kara acercó su mano a la mía y su dedo pequeño se entrelazó con el mío. Instintivamente miré su agarre.

-Lena tú no me estorbas, me gusta pasar tiempo contigo ¿ok?-

-Entiendo- despegue mi vista de nuestros dedos aún juntos y miré su rostro. –Solo que nunca tuve amigos en la vida, y no sé cómo actuar- Kara sonrió a la vez que soltaba nuestro agarre y se ponía ágilmente de pie, cuando estuvo parada tendió su mano para que yo también me levantara.

-Solo sé tú misma, estoy segura que dentro de todo ese silencio en el que te escondes hay una persona maravillosa-

Sonreí como una estúpida, y con esa misma sonrisa nos fuimos de la terraza en completo silencio.

Al llegar a la habitación, Kara se acostó rápidamente, y yo busqué en mis pertenencias los remedios que siempre dejaba abandonados y esta vez me los tomé.

Ella sonrío.