Hola chicas! Gracias siempre por leer y dejar un comentario, es bueno saber que disfruten con la intriga y las trampas que tienen que surcar los personajes, superar algunos traumas, porque por ahí leí un comentario sobre como puede alguien soportar tantos años virgen, y si es cuestionable en circunstancias normales, en que tu crush te daña, lo olvidas y conoces a otra persona, lo intentas y las cosas toman su lugar, pero en esta historia Rin tiene una infancia dura, conoce a su primera amor y no lo se ustedes pero a la mayoría de personas el primer amor las marca o al menos se queda en nuestra memoria por la intensidad con la que vivimos las emociones, luego no le queda tiempo para andar conociendo hombres porque se concentra en subsistir y cuidar de su madre enferma, y recordemos que lo que tuvo que sufrir su madre a raíz de las decisiones que tomo le costo caro e hizo mella en Rin, así que no creo que sea una decisión fácil de tomar para ella, y lo mas importante ¿Qué clase de mortal podría superar la hermosura de Sesshomaru? ¿Cómo confiar tan fácil después de que las primeras personas a las que se abrió la traicionaron?
Pero no se preocupen todo caerá por su propio peso, y todos recibirán lo que merecen. Vamos con el siguiente capítulo
Capítulo 7
Cuando ella se despertó, los párpados le pesaban enormemente. Sesshomaru estaba tumbado a su lado en la cama, despierto y mirándola.
—Sesshomaru, ¿qué hora es?
—Tarde. Las dos. No hemos comido desde que embarcamos, ni hemos salido de este camarote. Me imagino que la tripulación estará satisfecha con mi virilidad.
Algo impulsó a Rin a decir:
—¡ Yo sí que lo estoy!
Sesshomaru se tensó y ella se ruborizó.
—Ha estado bien —admitió él inexpresivamente—. ¿Pero por qué no iba a estarlo? Ya sabía yo que seríamos sexualmente compatibles.
Esa repentina frialdad de él la dejó helada.
—Yo creía que ahora nos comprenderíamos mejor.
—Solo cuando estemos en la misma cama.
Rin se sintió como si la hubieran apuñalado.
—Mensaje recibido -dijo.
—Me voy por unos días. No me preguntes cuándo volveré porque no lo sé.
—Espero que no sea pronto -dijo ella empezando a enfadarse en respuesta al tratamiento que estaba recibiendo— Ya te llamaré si me he quedado embarazada. ¡Con un poco de suerte, no tendrás que volver!
Sesshomaru se levantó y la miró airado.
—De todas formas, he de advertirte que las atenciones que me has dedicado pueden resultar ineficaces, ya que no es el mejor momento del mes para mí —añadió ella.
—¿Cómo puedes ser tan cruel? No hables de la concepción de nuestro hijo de forma tan ofensiva.
—Tonta de mí. Me había olvidado de lo sensible que eres. Lo siento.
Sesshomaru apretó los puños. Rin vio la evidencia de su vulnerabilidad y se sintió triunfante.
—Eres mi esposa —gruñó él.
—No, no, no lo soy. Soy tu socia en este acuerdo, la socia que se acuesta en la cama —dijo ella cada vez más furiosa.
—Seguro que lo que quieres es que yo pierda el control y me ponga violento. Entonces, te podrás divorciar y salir de esta libre y con un montón de millones. ¿Es eso lo que crees?
Rin frunció el ceño y se lo pensó. Era curioso pero esa perspectiva no la tentaba.
—Seguramente irás a un buen abogado —añadió él—. Como deberías haber hecho antes de firmar el contrato de matrimonio.
—¿Perdón?
—Puede que yo sea el canalla mayor del mundo, pero si te quieres ir de mi lado, vas a dejar conmigo a nuestro futuro hijo y te marcharás tan pobre como llegaste. Me dijeron que te pondrías histérica cuando leyeras la primera cláusula del contrato y que, para cuando leyeras la última, iban a tener que reanimarte. Pero eso es porque no te conocen como te conozco yo.
—En lo único en lo que estabas pensando era en el dinero.
—No, no es así.
Sesshomaru llegó entonces a la puerta.
La sangre se heló en las venas de Rin cuando se dio cuenta del control que él quería ejercer sobre ella, incluso quería utilizar al posible hijo que tuvieran como un arma en su contra.
—¿Cómo puedes seguir odiándome tanto?
Sesshomaru la miró fijamente a los ojos.
—Yo te amé de verdad una vez. ¿O es que eso es algo demasiado profundo como para que tú lo comprendas?
Tres días más tarde , Rin se dio a si misma las felicitaciones. Ya no lloraba.
Por suerte, era cierto que el barco tenía todas las comodidades imaginables, así que no se aburría, pero tampoco podía dejar de pensar las últimas palabras de él antes de marchase. Sesshomaru la había amado hacía diez años y todo habría ido perfectamente entre ellos si no hubiera sido por las mentiras de Ishi.
La molestaba de sobremanera el hecho de que él la hubiera abandonado en el yate después la noche que habían compartido. Tal vez acostarse con ella había sido como una especie de reto para él. O simplemente era que se había aburrido de ella.
Estaba claro que, fuera de la cama, él odiaba. ¿Por qué? Una vez, él la había amado, ella le había hecho daño. El perdón y el olvido eran palabras desconocidas para él y estaba completamente decidido a vengarse. Ella había comprometido su sentido del honor, lo había avergonzado delante de la gente. Se daba cuenta demasiado tarde de lo que eso significa para un japonés. Ahora ella se daba cuenta que podía aceptar la versión de él de esa famosa noche. Lukas debió drogar la bebida de Sesshomaru e invitar a la ex novia de él al club. Todo aquello estaba muy lejos en el pasado y, aun así, seguía envenenando el presente y causándole a ella un dolor inimaginable.
¿Por qué tanto dolor? ¿Y por qué estaba echando de menos tanto a Sesshomaru? Debería haberse alegrado de que no estuviera, pero no era así. También le dolía que Sesshomaru estuviera amargado
Cinco días después de la marcha de Sesshomaru, ella se decidió a abandonar el barco. Ya que le daban la oportunidad de viajar, no la iba a desaprovechar y no se iba a quedar en el barco sin nada
que hacer salvo tomar el sol y pensar en un marido que la había dejado abandonada un día después de la boda.
El capitán del barco hablaba un excelente inglés y, cuando ella le dijo que le gustaría visitar Málaga, en España, a él le pareció perfecto.
Sesshomaru no se había puesto en contacto con él desde su marcha, cosa que a ella le venía muy bien para sus intenciones.
Cuando el barco atracó en el puerto de Málaga, como una especie de exorcismo ella le pidió a una de las doncellas que le cortara el cabello unos veinte centímetros y le gustó el resultado. El capitán pareció un poco asustado cuando ella apareció lista para desembarcar, con una bolsa de viaje en la mano. Ella le dijo que volvería en una semana y luego salió del barco como una prisionera en busca de su libertad. Pero el capitán casi le echó abajo los planes cuando le dijo que había algunas formalidades que llevar a cabo antes de que pusiera pie un país extranjero.
De todas formas, al cabo de menos de media hora Rin había rellenado todos los papeles y ya estaba de camino. Como había leído los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irvingt, tenía listo todo el itinerario. Se dirigió a Granada para ver los maravillosos jardines, la Alhambra y el Generalife. Tomó el tren en Málaga, pero cuando llegó ya era por la tarde. Como quería disponer de más de un par de horas para explorar la Alhambra, buscó una pensión en la ciudad para pasar la noche.
A la mañana siguiente, estaba en la entrada del monumento cuando una larga limusina plateada se detuvo a su lado. Ronin salió de ella con rostro inexpresivo y le abrió una de las puertas.
—Señora Taisho...
Rin se quedé helada. ¿Cómo la habrían encontrado tan pronto?
—Rin -dijo una voz conocida desde el interior—. Voy a contar hasta cinco para que entres sin discutir.
Rin se puso furiosa.
—Alguien del yate me ha seguido, ¿no?
-Uno.
—Alguien me ha estado espiando. Bueno, creo que eso ha sido rastrero...
-Dos.
De reojo, ella vio cómo Ronin se sentaba de nuevo en el asiento delantero.
—Y lo que es más, tengo planes propios.
—Tres.
—Solo quiero ver la Alhambra, ¿de acuerdo?
—Cuatro.
—¡No hay manera de que me hagas entrar en ese coche, donde no quiero estar, Sesshomaru Taisho! —exclamó ella con los brazos en jarras.
-Cinco.
Rin cruzó los brazos y levantó la barbilla. Sesshomaru salió del coche. Con un traje ligero color miel, estaba espectacular A pesar de estar enfadada con él, los latidos de su corazón se aceleraron y la boca se le secó. Él la tomó en brazos y la metió en el coche.
Sorprendida por su arrogancia, Rin le dijo:
-¡Voy a salir de aquí ahora mismo!.
Pero él se lo impidió.
—Has arriesgado la vida cuando dejaste la seguridad del yate ayer.
—¿De qué me estás hablando?
—Te guste o no, eres la esposa de un hombre muy rico y la nieta de otro, lo que hace de ti un blanco muy vulnerable.
—¿Para qué?
—¡Para los raptores, ladrones y los paparazzi! En el mismo momento en que supe que habías abandonado el barco, me preocupó seriamente tu seguridad personal. El miembro de la tripulación que te siguió no pudo saber hasta anoche por dónde andabas.
Rin se puso pálida.
—Ningún ladrón encontraría nada de valor que robarme.
—¿Y te gustaría verte a merced de una banda de ladrones que no podrían conseguir siquiera un buen reloj por su trabajo?
A Rin se le hizo un nudo en el estómago. Su auténtica preocupación la hizo sentirse avergonzada, ya que el primer objetivo al abandonar el yate había sido realmente hacer enfadar a Sesshomaru y darle a probar un poco de su propia medicina.
—Yo... lo siento. Sinceramente, no pensé...
—Por lo menos estás bien. Aparte de tu cabello...
—¿Mi cabello?
—Te lo has cortado. ¿Cómo has podido hacer eso? Ya sabes lo mucho que me gustaba. Supongo que tengo suerte de que no te hayas cortado también la garganta. Sin duda te la habrías cortado y te habrías dejado morir desangrada.
—Ya crecerá...
—Y ahora vamos a ir a ver la Alambra.—murmuró él.
—No, no importa... Ni siquiera vas vestido para...
—Insisto. Hoy vamos a empezar en donde lo dejamos hace una semana y vamos a empezar a aprender a estar casados.
Rin lo miró sorprendida.
—Tenía algunas cosas que hacer, pero no debería haber tardado tanto en volver.
Los siguieron Ronin y otro guardaespaldas a una discreta distancia mientras ellos se dedicaron a explorar la Alhambra. Era un día precioso de primavera y a ella le encantó todo lo que vio.
En un momento dado, vio que Sesshomaru la miraba fijamente a ella.
—¿Qué pasa?
—Eres inconsciente de tu propio poder. De muchas maneras, todavía eres muy inocente. Ese día, en mi despacho, me habría dado cuenta de ello si no hubiera estado tan enfadado contigo.
Rin se dio cuenta de que, en esos días que habían pasado separados, Sesshomaru parecía haberse librado de su enfado con ella, lo mismo que de su amargura y deseo de hacerle daño.
—Traté de decirte que no pasó...
—No. Déjalo en el pasado, donde debe estar.
—Pero...
—No más malos recuerdos. Solo éramos unos niños, y los niños hacen estupideces cuando tienen relaciones demasiado profundas. Te deseo, Rin.
De repente, fue como si el ambiente se cargara de electricidad. A ella le entró un sudor frío cuando él le puso las manos en los hombros y la miró a los ojos fijamente.
—Puede que duela esperar, pero la anticipación hace mayor el placer —añadió él.
Siguieron andando de la mano y, cuando volvieron a la limusina, ella estaba agotada. Ronin dijo algo de almorzar y Sesshomaru se rio. Ella no prestó atención, lo único que le importaba era la mirada de Sesshomaru sobre ella y la forma posesiva en que le agarraba la mano.
Una vez en la parte trasera de la limusina, se inclinó hacia él y Sesshomaru la sujetó por la espalda.
—No tenemos suficiente tiempo -dijo él—. No quiero que nos interrumpan.
Poco después, la limusina se detuvo delante de un edificio palaciego y Sesshomaru la hizo salir del coche. Respondió con una inclinación de cabeza al hombre que los saludó al entrar y, cuando vio el lujoso interior, ella se dio cuenta de que estaban en un hotel muy exclusivo.
—La gente nos mira -dijo ella ruborizándose.
El se encogió de hombros.
A la suite los condujo una doncella en vez del tradicional botones.
—Es preciosa-dijo Rin cuando la doncella se hubo marchado.
Pero Sesshomaru no dijo nada y se limitó a besarla con un ansia que le quitó la respiración.
-¡Dios mío... necesito estar dentro de ti! -exclamó él por fin.
La tomó en brazos y la metió así en la habitación. Allí la dejó de nuevo en el suelo y le bajó la cremallera del vestido para bajárselo a continuación. Luego, se quedó mirándola semidesnuda.
—¿No deberíamos habernos registrado en recepción? —preguntó Rin.
—¿Por qué?
—Porque eso es lo que hace la gente normalmente, ¿no?
—No cuando se es dueño del hotel.
—Ah...
Rin lo vio desnudarse. El corazón le latía tan fuertemente que parecía que se le iba a salir del pecho.
—Primero... deberíamos hablar.
—¿En este momento en particular? De eso nada. Esta semana pasada ha sido como seis meses para mí -dijo él.
—Me siento como si me fuera a morir de excitación —murmuró ella.
Mientras se acercaba a ella, Sesshomaru sonrió.
—Todavía no, preciosa. Pero sí pronto.
Luego la hizo tumbarse en la cama y él la siguió.
Ella era muy consciente del calor que sentía entre los muslos. Se quedó muy quieta mientras él le quitaba el sujetador.
Sesshomaru gruñó se satisfacción y le atrapó un pezón entre los labios, rozándoselo con la punta de la lengua. Rin arqueó las caderas. Sesshomaru le quitó entonces las braguitas y empezó a lamerle el ombligo mientras le acariciaba el interior de los mulos con la mano. Entonces, ella se preguntó si, para él, siempre era igual con otras mujeres, así que se puso tensa, como si le hubieran echado por encima un jarro de agua fría. Lo miró y su mano, como con voluntad propia, le acarició el cabello.
Sesshomaru la miró por un momento y luego la volvió a besar. Eso hizo que la mente se le pusiera en blanco y se olvidara de todo lo demás.
—Dios mío... Si te hubiera tocado en el coche te habría tenido -dijo él—. A veces me excitas tanto que me siento un animal.
—Yo también te deseo a ti.
Sesshomaru la tocó entonces donde tanto necesitaba ser tocada. Descubrió el calor húmedo que ya lo estaba esperando y, con un gruñido, se tumbó sobre ella.
Rin vio su necesidad salvaje y aquello hizo que se le derritieran los huesos.
—Estoy ardiendo por esto -dijo él.
La penetró y la hizo gemir. Se enterró profundamente en ella, la miró con satisfacción y dijo:
—Te siento como seda caliente. Es en esto, en estar de nuevo contigo, en lo único en lo que he pensado desde que te dejé.
Ella no pudo hablar. La intimidad de su orgullosa posesión la había dejado atontada. Todo su cuerpo ardía de excitación.
Al terminar, Sesshomaru abrió la cama y se tumbaron en las exquisitamente frescas sábanas; la siguió abrazando.
Entonces él se rio.
—Ha merecido la pena pasarme toda la semana pensando en esto.
El corazón se le estaba empezando a tranquilizar lentamente a ella y, de repente, descubrió que podía pensar de nuevo. Su alegría por estar de nuevo con Sesshomaru se vio ensombrecida por una tristeza momentánea A los diecisiete años, el chico que más le gustaba del mundo le había pedido salir y luego le había dado un anillo de compromiso. Sesshomaru se había sentido realmente atraído por ella, la había amado de verdad, pero ella no se había creído aquel cuento de hadas. Así que, con la ayuda de su abuelo e Ishi, había cuestionado ese sueño y había terminado perdiéndolo por su propia sensación de no valer nada.
Sesshomaru se apretó contra ella y se le pasó la tristeza.
—Yo te amaba mucho...
—¿De verdad? —le preguntó él entornando los párpados.
Se percató de la retirada de él y supo que, una vez más, se había acercado demasiado al fuego. Deseaba ofrecerle una confirmación y decirle que lo seguía amando, pero el orgullo y el miedo se lo impidieron. Incapaz de decir sus pensamientos, se refugió en tocarlo en su lugar y lo abrazó.
- Me estás volviendo loco con este continuo volver atrás en el tiempo -dijo él—. Es como si el reloj se hubiera parado y tú siguieras teniendo diecisiete años.
Rin se sintió desesperadamente herida por esa acusación, que sabía que era muy acertada. Pero en su noche de bodas había sido ella la que había acusado a Sesshomaru de estar obsesionado con el pasado. Ahora sus papeles se habían invertido. Pero tal vez, por suerte, su débil cuerpo ya estaba reaccionando a la excitación de él. Una oleada de calor se apoderó de nuevo de ella, borrándole de nuevo todo de la mente. Sus senos estaban apretados contra el pecho de él. Estaba muy cerca de él, pero todavía no lo suficiente.
—Ahora me gustaría mostrarte todas las formas maravillosas en que te puedo dar un placer increíble, señora Taisho.
Su suprema confianza en sí mismo hizo que ella no pudiera contener una sonrisa.
¿Qué tal? ¿Creen que es un avance en su relación o solo es el preludio a la tormenta que se avecina? las leo. Feliz semana a todos
