Extraño. Salvo por un discreto guardia de seguridad apostado en el interior del edificio, que lo saluda con una inclinación de cabeza, no hay nadie. El sujeto nuevo todavía no había llegado. O él había sido rápido o realmente el accidente que dificultó la llamada lo había retenido. Bueno, mejor para él.
El piso de muestra se había montado para poder enseñarles a los potenciales clientes los materiales utilizados y como quedaría el trabajo una vez terminado. No cuenta con las instalaciones de gas y agua, pero sí de electricidad, por lo que enciende las luces de los diferentes ambientes y se dirige a la cocina. Sobre la mesada , al lado del calentador eléctrico, hay una serie de botellas de agua mineral, diferentes saquitos de té, café y vasos descartables. Decide que no sería mala idea ofrecerle algo de beber al agente nuevo y abriendo una botella, pone el agua a calentar.
Apoya la espalda baja contra la mesada, se quita los auriculares, saca su teléfono, lo desbloquea y controla sus mensajes para matar el tiempo: hay uno de Saori que no quiere contestar y otros dos de Aioria con los que no está seguro de qué hacer.
"¿Nos vemos mañana?".
Se lleva la mano libre a la boca y juguetea con su labio inferior.
Aioria es el amigo de un amigo que había conocido en una reunión hace un tiempo. No esconde sus avances y esa insistencia a veces molesta a Shaka. Se habían encontrado un par de veces y había pasado lo que había pasado, pero Shaka no estaba interesado en ningún tipo de relación seria que era hacia adonde Aioria parecía empeñado en ir. No era mal chico, pero la última experiencia sentimental de Shaka había sido, sin lugar a dudas, la más complicada de todas y la herida aún estaba muy lejos de haber sanado.
Da un suspiro sonoro, alza la vista al cielo raso, cierra los ojos y se muerde los labios. Muy a su pesar todavía despertaba sentimientos contradictorios en su interior: con la misma facilidad con la que podía volver a sentir el roce de sus labios y las yemas de sus dedos sobre su piel llevándolo al éxtasis, podía escuchar las hirientes palabras que ambos se había dicho lacerando su carne y exponiendo la podredumbre que habían acumulado a fuerza de malos entendidos y acusaciones sin sentido.
Despega la espalda de la mesada, se endereza, carraspea e intenta recomponerse: no tiene ganas de lidiar con esos recuerdos en estos momentos y le echa la culpa que se le agolpen en la memoria al día de mierda que está teniendo, aunque en el fondo sabe que no es solo por eso que se empecinan en volver cada tanto.
Le da un último vistazo a la pantalla con el mensaje, deja a Aioria en visto y empuja el teléfono por la mesada. Quizás se invente alguna excusa laboral para evitar verlo.
El agua hierve en el calentador eléctrico que se apaga automáticamente y Shaka destapa el tarro del café instantáneo. Supone que el nuevo agente estará llegando y que el café no se enfriará aunque lo prepare ahora.
Por inercia lo prepara de la única forma que sabe que queda bien, porque a él el café no le gusta, como aprendió durante el tiempo que estuvieron juntos.
By MëRäK
