Maldice por enésima vez el momento en el que a George se le ocurrió hacer juguetes para adultos. O cuando Draco se hizo su amigo. O cuando se ofreció a probar los juguetes. O todo a la vez. Ya no sabe.
Se le cortan las maldiciones cuando Draco vuelve a acercarse a su mesa para preguntar otra tontería. Le fulmina con la mirada en cuanto entra en el radio de acción. Ya no sabe si lo hace a propósito o no. Hay veces que las preguntas son demasiado serias como para que lo haya hecho para que se encienda el juguete. Jura entre dientes que él le va a hacer algo peor en cuanto pueda. Aunque ahora mismo no se le ocurra el qué. Se relaja cuando Draco vuelve a alejarse y vuelve a los papeles que tiene que rellenar; los inefables son demasiado estrictos con el papeleo. Casi pone los ojos en blanco cuando el jodido idiota que tiene por pareja pasa por su lado para ir a dejarle unos pergaminos a la jefa. Ha subido la intensidad de la vibración y el destello de placer lo ciega por un momento.
—Se ha acabado nuestro turno —dice dando dos golpecitos sobre la mesa, —termina eso y vámonos.
—Alejate —jadea.
Draco sonríe de medio lado.
—Te espero en la puerta —murmura.
Una vez la distracción ha desaparecido, Harry es capaz de terminar el informe en menos de cinco minutos. Duda un segundo al ir a acercarse a Draco. No confía en que no haya subido la intensidad del vibrador. Y al dar el paso que lo mete dentro del rango de acción lo confirma. Le fallan las piernas al momento, y si Draco no le hubiera estado mirando todo el rato y se hubiera acercado a él, se habría caído al suelo. Le va a tener que decir a George que se modere un poco con los niveles de vibración porque hay algunos con los que se ha pasado. Draco lleva prácticamente todo su peso en todo el trayecto hasta las chimeneas porque se niega a tocar el mando. Ni siquiera para bajarle la intensidad.
Solo suelta a Harry para dejar que se desplome sobre el sofá de su salón. Tiene los pantalones manchados y lo primero que piensa Draco cuando lo ve es en lo mojado que debe de estar dentro de sus boxers. Y eso le enciende de una manera que considera muy absurda. Harry está temblando y parece que toda su concentración está en no correrse todavía. Su respiración lleva rato siendo bastante superficial, casi convertida únicamente en jadeos. Draco se muere por escucharle gemir, pero parece que se los está aguantando para no sentirse mejor de lo que ya lo hace.
Draco se quita su túnica y le da un descanso a Harry cuando va a colgarla al perchero para que no se arrugue. El chico suspira de alivio, siendo totalmente consciente de que le faltaba muy poco para correrse. Supone que Draco ha ido a quitarse la camisa cuando tarda un rato más en volver, y Harry aprovecha para quitarse su túnica con extremo cuidado. Tiene todo el cuerpo sensible y no va a necesitar mucho para correrse, pero al menos quiere que sea con su novio. Consigue desabrocharse la camisa sin rozar en exceso su piel.
—¿Cuanto te falta para que te corras? —la cara de Draco aparece sobre él en cuanto abre los ojos.
—Demasiado poco —jadea Harry.
—¿Y si lo enciendo?
—Dependiendo de la vibración me ¡ah! —Draco enciende el vibrador a media frase y deja a Harry sin poder articular palabra.
Le coge de la barbilla para que sus caras queden alineadas y deja un beso suave y largo en la frente, antes de pasar a sus labios. Y es ese beso lo último que necesitaba Harry para no poder soportarlo más y correrse sin siquiera tocarse. Draco se traga con gusto todos los gemidos que salen de la boca de su novio. Cuando se separan, Harry tiene los ojos vidriosos por el placer que todavía recorre su cuerpo y jadea más fuerte que antes. Se deja caer hasta que queda tumbado en el sofá y le hace un gesto a Draco para que se tumbe con él.
—¿Me quitas los pantalones? —pregunta con voz inocente.
—Te quito todo lo que quieras, bombón, pero creía que ya habías terminado.
—Si crees que he terminado solo con esto después de que me hayas estado torturando todo el día, es que no me conoces.
Draco se relame y se tumba sobre Harry después de cumplir la petición.
—¿Como de suelto estás? —pregunta Draco con una media sonrisa que tiene toda la intención de incordiar.
—Suelto no sé, pero relajado mucho, así que si vas despacio yo creo que la puedes meter directamente.
—Y si crees que voy a hacer eso es que no me conoces —murmura Draco devolviéndole la pulla anterior.
Harry se ríe cuando siente entrar uno de los dedos de Draco y tira de él para acercarle y besarle.
—No busques, que todavía estoy sensible y no voy a durar —dice Harry cuando nota que Draco empieza a mover el dedo buscando su próstata.
—Sabes que me gusta hacer que mueras de placer.
—Y a mi también, pero me gusta todavía más que nos corramos juntos. Las veces que sean necesarias —murmura la última frase sobre los labios del rubio.
Draco mete otro dedo y los abre y cierra un par de veces antes de sacarlos. Conjura un poco de lubricante sobre su mano y luego se lo extiende por toda la polla. A Harry se le hace la boca agua cuando le ve acariciarse lentamente. Lo que sobra lo utiliza para lubricar a Harry.
—Deja de jugar… Draco —gime.
—¿Quién dijo que estoy jugando? Dime, ¿qué quieres que haga? —murmura. —Haré lo que pidas.
—Metela ya.
—Tus deseos son órdenes.
La mete tan lentamente que desespera a Harry, pero le tiene acorralado contra el sillón de tal manera que no puede ni mover las caderas.
—Draco… capullo… —jadea.
Cuando ve la media sonrisa que esboza, se da cuenta de que era eso lo que estaba esperando su novio. Y siente como termina de meterla de golpe. Un escalofrío de placer sube por su columna y hace que suelte un gemido. Draco no le da tregua y en seguida se mueve para salir de él y volver a entrar con un movimiento fluido.
—Espérate un poco, ¿no? —se queja Harry dándole un golpe en el hombro. —Que entiendo que tú todavía no te has corrido pero si sigues haciendo eso voy a durar muy poco. Y sinceramente me gusta estar así contigo.
—Y así es como tú consigues que sea yo el que vaya a durar poco —gime Draco dejando caer su peso con cuidado sobre Harry.
—No he dicho nada que no supieras ya —contesta el moreno dándole unas palmaditas en la espalda, como consolándole.
—No es como si eso estuviera siempre en primera línea de pensamiento —se pone a la defensiva frunciendo el ceño.
Harry ladea la cabeza y sonríe, mirándole con cariño.
—Te quiero —murmura antes de besarle. —¡Ah! Se ha hecho más grande.
—Merlín, estás tan apretado —suspira—, se siente tan bien…
Vuelve a salir y entrar, esta vez despacio, tratando de alargar ese placer hasta el infinito. Harry tira de él hasta que sus labios se encuentran de nuevo. Incluso cuando tienen que separarse para esa acción tan horrible llamada respirar, mantienen los labios juntos, como si cortar ese contacto fuese a desencadenar una maldición.
Una idea pasa por la mente de Draco, que hace un esfuerzo lo que a él en ese momento le parece sobrehumano para pararla y procesarla. Verbalizarla es otra tarea titánica.
—No te he quitado el vibrador, ¿verdad? —murmura rozando sus labios con los de Harry.
—Ni se te ocurra encenderlo —dice abriendo mucho los ojos. —Sabes dónde lo has colocado. Si lo enciendes me correría casi en seguida. No lo enciendas.
—No lo enciendo —le besa para tranquilizarle. —De momento.
Vuelve a deslizarse hacia fuera y entrar lentamente. Repite el movimiento sin pausa. Cada vez que entra en Harry nota como le aprieta alrededor, dándole la bienvenida, un poco más cerca del orgasmo.
—No sé si voy a durar mucho más, Draco —jadea. —Se siente demasiado bien.
El rubio se inclina sobre él, casi aplastándole con su peso, y le besa. Harry gime al notar su polla atrapada entre el vientre de ambos y ahora de verdad, de verdad sabe que no va a durar. Y menos con Draco moviéndose de esa manera. Y su novio lo nota, como lleva notando todo de él desde que se conocieron. Por eso elige ese preciso momento para encender de nuevo el vibrador. Harry siente el orgasmo explotar en su vientre y expandirse por todo su cuerpo como un tsunami. Draco gime al sentir la vibración justo en el glande seguido de Harry exprimiendole de esa manera.
—Harry, Harry, Harry… —jadea como un mantra.
Este le siente palpitar dentro y simplemente eso, junto con los movimientos erráticos de sus caderas, alargan el placer de Harry hasta rozar el punto del dolor. Draco le besa en cuanto empieza a correrse y el moreno se traga con gusto todos los gemidos que abandonan su boca. Se desploma sobre su novio en cuanto acaba, incapaz de sostener su propio peso. Harry vuelve a buscar sus labios, dándole un beso perezoso e interminable, de los que adora y le dejan el corazón calentito a Draco.
—Ha sido intenso —dice sacándola y acurrucándose al lado de Harry.
—Me voy a vengar de esto, aunque todavía no sepa cómo. Así que ve preparándote —amenaza.
—Estoy deseando verlo —deja un beso en los labios de Harry—, pero ahora quiero mimos y más besos como el de antes.
