- Necesito hablar con usted Yagami-san – Balbuceó, nunca antes había enfrentado a Iori solo, siempre estuvo a la sombra de Kyo y en los tres años que este estuvo desaparecido, no tuvo la oportunidad de encontrarse a Yagami en ningún momento.

- No tengo nada que hablar contigo – Fue la hostil respuesta.

- Es sobre Kusanagi-san... – Se apresuró a decir Yabuki, su mirada un poco baja.

- ¿Qué pasa con ese bastardo? – Gruñó Iori y Shingo notó el cambio en su voz.

- Usted sabe algo sobre la desaparición de Kusanagi-san ¿Verdad? – Preguntó sin más preámbulos, Iori arqueó una ceja y se recostó en la pared del corredor donde se encontraban, al fondo se escuchaba el sonido de la banda de Punk que había continuado luego de Iori.

- ¿Qué te hace suponer eso niñito? – Shingo resopló impaciente.

- Aquella noche usted traía a Kusanagi-san en sus brazos, ¿Lo ayudó a escapar de... NESTS ¿Verdad? – La sonrisa presuntuosa de Yagami se desvaneció al instante, sus ojos rojos se fijaron en los castaños de Shingo. ¿Qué sabía ese muchacho?

- ¿Y que si fuera cierto? – Respondió con un bufido.

- Necesito saber... saber que sucede con Kusanagi-san... por favor – Le imploró Shingo.

- ¿Qué sucede con él? – Preguntó Iori alzando una ceja. Shingo dudo si decirle la verdad a Iori. ¿Sería correcto decirle que Kyo no había podido controlar el fuego? ¿Sería correcto pedirle ayuda al enemigo? ¡Pero necesitaba saber! Tenía que aclarar de una vez por todas que había sucedido con su maestro y que relación tenía con Yagami.

- No es el mismo Kusanagi-san... su fuego es... distinto – Aceptó Shingo al cabo de un rato – Si usted sabe algo sobre lo que pasó en NESTS o de porque estaba tan herido... Por favor Dígamelo es muy importante –

Iori entrecerró los ojos al escuchar esa nueva información, cuando le había visto en el parque había notado algo distinto en él, pero no estaba seguro de que se tratara de su fuego. Recordó las palabras de Chizuru, ella también había dicho que había algo diferente con su energía.

- Así es Yabuki – Dijo Iori luego de una larga pausa– Tuve que ir a sacarlo de esa base de mierda donde lo tenían secuestrado –

- Lo suponía – Aceptó Shingo relajando un poco los hombros – Kusanagi-san no recuerda nada, pero me dijo que tenía un sueño recurrente en el que usted aparecía y le sacaba de una habitación en llamas – Shingo levantó el rostro y le miró a los ojos fijamente – Así que supuse que en realidad Kusanagi-san estaba recordando como usted le había rescatado –

- No lo rescaté por gusto – Se apresuró a decir Iori y se encontró con la necesidad de tener que justificar por qué había ido a buscar a Kyo – Yo soy la única persona que puede matarle –

Shingo dejó escapar un bufido.

Al día siguiente, el timbre de la puerta lo despertó.

- ¡Ya voy, Ya voy! – Gritó mientras caminaba por el pasillo, eran las 8 de la mañana, ¿Quién podría estar molestando a esas horas tan indecentes, especialmente un sábado?

Cuando abrió la puerta, se quedó de una sola pieza al contemplar la persona que acababa de llegar. Mechoncitos dorados caían sobre el rostro del pálido rubio y un par de ojos azules lo miraban coquetamente.

- ¡¿Benimaru-san?! – Exclamó Shingo estupefacto.

- ¡Shingo-kun! – Exclamó Benimaru con una sonrisa.

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó Shingo, aún sin creerlo, Benimaru le pasó una mano por la espalda en un intento de abrazo que no salió muy bien (Por las maletas que traía en sus manos) y entró en la casa.

- Eres un miserable– Dijo retomando su tono molesto y tirando las maletas sobre los muebles de la sala – Te he escrito cientos de e-mails y no me has respondido ni uno ¿Así tan rápido olvidas a los amigos?-

- Lo siento... he estado ocupado – Se apresuró a disculparse corriendo tras de él.

- ¿Y eso por qué? ¿Una nueva novia? – Preguntó el otro mientras entraba a la cocina y abría la nevera – Muero de hambre... a ver que hay por aquí... ¿Mermelada? ¿Pescado? ¿Cerveza? ¿Qué es esto? – Continuó el rubio mientras sacaba el cartón de leche de la nevera - Acabo de bajar del avión, pensé en ir primero a mi departamento, pero me dije... ¡Eh! ¡Visita primero al ingrato de Shingo a ver si se digna a saludar! – Shingo sonrió encendiendo el fogón para fritarle un par de huevos y el recién llegado, Benimaru lo iba a querer matar cuando se diera cuenta que Kyo estaba en la habitación.

Entonces como si, lo hubiese invocado con el pensamiento Kyo apareció de repente, con un aspecto terrible. El cabello increíblemente revolcado, una camiseta negra un tanto ajustada y una pantaloneta vieja anaranjada pálidos.

- ¿Por qué tanto escándalo Shingo? – Musitó con voz de ogro sin percatarse primero de la presencia del joven rubio.

- ¿K...kyo? – Preguntó perplejo Benimaru con un pedazo de tostada en la boca - ¡KYOO! – el Kusanagi no tuvo mucho tiempo para reaccionar, antes de que Benimaru lo rodeara en sus brazos dándole un fuertísimo abrazo. – Como es que... ¿Cuándo llegaste? ¡Donde estabas! –

Benimaru lo soltó del abrazo cuando Kyo se quejó y se giró hacía Shingo fulminándolo con una mirada. En cuestión de segundos el rubio lanzó una pequeña descarga eléctrica por su dedo directo al estómago de Shingo que dio un salto y cayó de rodillas al suelo agarrándose la panza adolorida.

Un mes después, Iori Iba rumbo la oficina que ponía en la dirección de la carta que le habían entregado, donde debía inscribirse oficialmente en el torneo de King of Fighters de ese año. Mientras manejaba su auto negro y escuchaba sus canciones favoritas de Jazz, recuerdos de su pasado acudieron a su mente.

Odiaba a su padre, era un hecho, lo odiaba porque nunca había sido su padre realmente, era solo una figura que se alzaba imponente y sombría sobre la mesa cuando acudía al desayuno, era solo el líder del clan Yagami.

Iori como heredero del clan, había sido entrenado desde que tenía memoria, su padre era un hombre muy ocupado, siempre atendiendo negocios con Yakuzas y demás organizaciones al margen de la ley, a veces Iori se cuestionaba si la familia Yagami podría considerarse una familia Yakuza con el tipo de negocios que su padre tenía. A pesar de que Iori sabía que su propósito en la vida era matar al heredero del clan rival, desde los 14 años había desarrollado interés por la música, especialmente por el jazz. Deseaba aprender a tocar el saxofón y el bajo, porque el sonido de ambos instrumentos le relajaba sobremanera.

Con el dinero que había ahorrado había logrado comprarse un saxofón barato y viejo que no sonaba muy bien, pero le llenaba de orgullo. Esa tarde de invierno, su padre le había encontrado tocando el saxofón en su habitación y se lo había arrebatado de las manos diciéndole que, todas esas cosas eran distracciones para su importante misión. El Saxofón había terminado roto en la basura.

Ahora como adulto había podido cultivar la música y formar una banda, en cierta forma era su manera de rebelarse contra los deseos de su familia, aunque era consciente de que nunca sería libre hasta que no matara a Kyo Kusanagi.

Quizás este año lo matara pensaba mientras manejaba, pero no sentía ningún placer al combatir con una persona que había perdido el deseo de pelear y defenderse. ¿Entrenar con su padre y sufrir toda su vida para enfrentarse a Kyo y tener una batalla fácil y deshonrosa? Si lo que decía Shingo era cierto y algo pasaba con el fuego de Kyo, no tendría sentido matarlo si este no podía pelear como antaño.

- "Todos los peleadores deberán hospedarse dentro del mismo hotel" – Dijo Shingo en voz alta.

- ¡¿QUÉ?! – gritó el rubio - ¿Están locos o qué? ¿Leíste bien? –

- ¡Claro que leí bien! – Replicó Shingo mostrándole el contrato – Dice aquí que, tres semanas antes del torneo, todos deberemos trasladarnos al hotel a las habitaciones asignadas –

- ¡Pero qué mierda! – Se quejó de nuevo Benimaru - ¿Es que son idiotas los organizadores? Acaso creen que todos los participantes de torneo somos "buenos amigos" – Shingo frunció el ceño. Benimaru tenía razón, estaba seguro de que era una mala idea con tantos rivales y riñas entre equipos.

- No creo que Iori se atreva a atacar a Kusanagi-san en el hotel – Reflexionó Shingo.

- No seas iluso Shingo , Yagami no tiene honor – Se apresuró a decir Benimaru.

- No me refería a eso – Dijo en voz baja. El poder de Kyo había disminuido increíblemente. Estaba seguro de que si Iori Yagami tenía a Kyo frente a él se daría cuenta de ello también.

- ¿Sucede algo Shingo? – La voz de Benimaru le interrumpió de repente.

- ¿Eh? No, no es nada... no es nada... – Se apresuró a decir, Benimaru era un buen amigo, pero como Kyo no le había contado nada, decidió respetar la privacidad de su maestro y esperar a que fuera él quien decidiera contarle los detalles al rubio.

Shingo se quedó mirando el contrato, por un lado, estaba muy emocionado por volver a entrar al torneo, siempre había querido luchar al lado de Kyo en el mismo equipo y luego de 3 años sin verle en acción, tan solo imaginar que estarían juntos en el torneo hacía que su corazón latiera de emoción, por otro lado, el temor que sentía frente al hecho de que el cuerpo de Kyo no pudiera controlar el fuego debidamente y que fuera algo irremediable le asustaba sobremanera. ¿Y si Iori decidía atacarlo y Kyo no podía defenderse?

Tal y como había dicho Benimaru, Shingo estaba seguro de que Iori no tenía honor.