Capítulo 6

—¿Qué?

—Es lo que estoy diciendo Lynn. Lincoln no puede ser un buen padre para Loyd…

Al siguiente día, Rita no se hizo esperar con esta información que su hijo le había contado anoche. Pese a que estaba un tanto bebida, sabe muy bien lo que escuchó y todas las atroces cosas que ha imaginado con ese trabajo que él ha tenido en su vida que no era buena para nada.

La noticia de saber eso fue tan fuerte para ella en esa noche, la anterior, que tuvo que recostarse en su cama para poder digerir todo por completo y de esa manera, ahora en esta mañana que amanecía y despertaba como si nada, contarle todo a su esposo y esperar a que comparta las mismas preocupaciones con ella.

Lo que importa ahora mismo es su nieto, Loyd.

Lincoln es su hijo pero sintió que lo perdió cuando veía una fuerte contra para estudiar y hacer cosas en la casa, siempre respondiendo de manera hostil y diciendo que estudiar no es para él.

Lo que quiere ahora es hacer que Lincoln deje al niño en su hogar para que ellos puedan educarle de una buena manera y evitar que tenga que ver en cosas de su padre, un pasado turbio donde vendrán a por él y se vea envuelto en cosas que un niño no debería vivir, para nada.

Lynn escuchó todo lo que su mujer dijo.

Le miró vacilante con unos ojos extrañados para luego mirarle confundido.

—¿En serio Lincoln ha hecho todo eso?

—Él mismo me dijo que hizo eso y más —le indicaba Rita con una cara preocupada—. Es un asesino… nuestro hijo… es un asesino a sangre fría… y ahora tiene en manos a Loyd… ¿no entiendes lo que significa? —le miraba muy preocupada. Lynn parecía no entender mucho de la situación. Alzaba una ceja en respuesta a las palabras de ella. Esto, por supuesto, hacia enfurecer a la rubia—. ¿No sabes? —la no respuesta de su esposo le hacía entender eso. De verdad, a veces desea golpear a este hombre—. Huh… —suspiraba pesadamente mientras se tomaba la cara por unos instantes para luego mirarle decepcionada—. Lynn, que nuestro hijo pondrá en riesgo la vida de Loyd. Que posiblemente, si es que le pagan, hasta lo mate…

—… No… —decía sorprendido—. ¿En serio crees que Lincoln va a matar a Loyd después de haberle rescatado de la basura? Es tonto pensar en eso mujer. Todavía parece que estás un poco volada de la noche anterior —haciendo ademanes de que había ella tomado un poco de más—. No debes beber tanto por las noches, ya sabes que somos los dos grandes y beber tales cantidades nos hace demasiado mal.

—Lynn… no… Dios… —y otra vez, se tomaba la cara—. Entiendas o no, Loyd no puede estar bajo tutela de Lincoln. Hará que su vida corra peligro para siempre. Debemos hacer algo.

Viendo entonces la poca iniciativa de su esposo con este tema, procedió a ponerse algo de ropa para poder ir a la sala y luego a la cocina para coger algo y desayunar. Es decir, hacer el desayuno como corresponde, se dio la casualidad que junto a su esposo que le seguía detrás, vieron cómo un albino – su hijo – llevaba un cuchillo en manos con una cara extremadamente seria y con unos ojos que es imposible de verles ya que la frialdad que libera los mismos, hicieron que la sangre de Rita se congelara por completo, temblando involuntariamente con respecto a esto.

Con temor, ella vio cómo Lincoln parecía caminar sin rumbo alguno – o eso creía ella – con el cuchillo en mano y viendo que soltaba ahora una pequeña pero tenebrosa risa, pudiendo divisar poco a poco una cabellera rubia y una risilla de un niño de lo más tierna.

¿Hace falta pensar un poco lo que iba a pasar?

Lincoln es un asesino.

Loyd apenas es un niño, tiene un año de edad.

La cosa no era buena para nada, sabiendo que el destino de Loyd por fin había sido sellado.

Ella no dudó para nada.

Fue corriendo en dirección contra Lincoln, soltando un fuerte grito para hacer que el albino se terminara distrayendo y con eso, hacer que suelte el cuchillo… aunque su primera acción, pese a que había pensado aquello, fue ponerse frente a Loyd para luego tomarlo, alzarlo y protegerlo con su vida si hace falta.

—¡No te acerques al niño!

Le gritó.

Lincoln, con el cuchillo en manos, miró confundido a Rita.

—… ¿qué?

—¡No te hagas el idiota! —le volvía a gritar—. ¡Sé lo que ibas a hacer! ¡Ibas a matar a Loyd! ¡Por eso llevas ese cuchillo! ¡No voy a dejar que un asesino como tú le ponga un dedo encima a mi nieto! ¡Jamás!

Lincoln seguía sin entender lo que estaba sucediendo, solo entendía que su madre le estaba gritando cosas tontas como que quería matar a Loyd y que ella no dejaría que le haga algo. Alzaba sus cejas sorprendido por esto y sin poder hacer mucho, miró para todos lados, encontrando a su padre que recién aparecía en escena con una cara igual de confundida que él.

Lynn vio entonces a su mujer abrazando muy desesperada a Loyd que en estos momentos, empezó a llorar.

Rita trataba de hacer que se calme, diciendo que todo iba a estar bien y que nadie le haría daño mientras ella esté con vida.

Lo que pasó, por lo que vio él, era que Lincoln estaba caminando con un cuchillo como si nada, yendo a cortar unas rodajas de una naranja que había en la mesa. Eso era lo que él había visto en su punto de vista y porque era un poco más alto que su mujer y tenía un mejor rango de visión. Con eso, tal vez ella entendió todo mal y con aquello que le contó sobre que Lincoln era un asesino y todo eso, tal vez esté alucinando.

Tal vez era por ser vieja… pero nunca le diría eso.

Valora su vida, mucho.

—¿Qué le sucede a madre? —preguntó Lincoln a su recién incorporado padre.

—Ella… ah… bueno… yo… —se rascaba la cabeza, buscando las palabras adecuadas. Tras unos momentos, tal parecía que las había encontrado—. Ella cree que… quieres dañar a Loyd con el cuchillo…

—… ¿qué? —al escuchar esto, miró a su madre—. ¿En serio?

—Vas a lastimar a Loyd, lo sé muy bien —entrecerraba sus ojos ante la mirada de su hijo—. Sé que quieres dinero y por eso…

—¿Voy a matar al niño que he recogido de la basura? —terminó la frase. No, siquiera sabía si era eso lo que iba a decir. Dejó el cuchillo junto a la naranja que iba a cortar—. ¿De verdad crees que eso voy a hacer? —se cruzó de brazos—. Madre, en serio, ¿crees que lo rescataría en un principio si lo quiero matar? ¿No te suena eso algo estúpido?

—Estúpido o no, sé que le harás algo… —señaló el cuchillo—. Eso…

—Iba a cortarle unas rodajas… aunque recordé que creo que no es bueno que un niño de un año de edad coma naranja… —sí, apenas se daba cuenta de ello—. Pero, al menos le gusta cuando me pongo una rodaja de naranja y con la cáscara mirando afuera, haga caras, ya sabes, como si fuera un mafioso…

—… ¿no eras eso? —le preguntó su padre.

—… es… complicado de explicar… pero en resumen, lo fui.

—¿Fuiste?

—Sí, fui. La gente cree que una vez dentro de una familia, de una mafia, nunca sales. En realidad, los tiempos cambian y ya tenemos mucha libertad. Algunos todavía me consideran parte de tal familia, no puedo negar eso. Pero todos ahora tenemos vidas normales… bueno, eso creo —hizo una pausa mientras cortaba al final esas rodajas de la naranja. Antes de seguir, comió una porque le apetecía una naranja ahora mismo—. Creo que algunos tienen trabajos normales, algo que no puedo obtener para nada…

—¿Estás seguro de ello? —habló su padre—. Sé que no tienes nada, tu madre me dejó en claro que siquiera tienes el título terminado… más el de secundaria. Puedes al menos tener trabajo en mover cosas, paquetes, cosas pesadas. Digo —señaló todo el ser de su hijo—, eres fuerte con apenas verte. Deberías aprovechar eso, hay mucha gente que busca personas fuertes.

—Mover cosas… —pequeño recuerdo le vino sobre mover algunos desechos de jardín de un lado a otro y enterrar otros. También, a veces le gustaba lanzar algunas cosas al lago. Como para ver qué tanto tardaba en hundirse. Sacudió su cabeza—. Prefiero hacer otra cosa…

—¿No te gusta cocinar?

—Bueno… —pensó entonces esto un poco—. Creo… que eso se oye bien… ¿no? —miró confundido a su padre—. Pero, ¿dónde?

—¿Te olvidas de que tengo un restaurante familiar? —decía con una sonrisa—. ¿Qué te parece trabajar con tu viejo?

—¡Lynn!

—Rita, por favor —le calmó. Sabe que luego, tras haber hecho esto más también haberle callado, se ganaría una buena siesta en el suelo del patio—. ¿Qué dices Lincoln?

—… no lo sé —dudó—. Creo… que la idea es buena pero… mm… ¿de verdad es bueno que trabaje contigo? ¿No te molesta que… bueno, sea la persona que haya sido alguna vez?

Lynn sonreía.

Por extraño que parezca, la aura que daba Lincoln en estos momentos es demasiada fría pero importando poco, ve al Lincoln que alguna vez era pequeño y venía a él un tanto triste, lastimado, llorando porque Lynn, su hija, le había golpeado y estaba apretando sus puños con fuerza en lo que también aguantaba las lágrimas, viendo que sollozaba bastante y tenía una fea cara, enojado también en lo que soltaba quejas contra ella que le golpeó por nada y que quiere también golpearle pero no se dejaba para nada.

Ignoraba por completo al hombre de 30 años de Lincoln y veía al chico de 11 años, abatido porque no podía vencer para nada a su hermana mayor en una pelea. Veía a ese niño ahora mismo con una cara de pobre.

—¿No quieres dinero?

—Sí pero…

—No dudes y acepta. Es mucho mejor antes que matar a alguien… ¿no crees?

—Creerlo… —pensó en la respuesta. De hecho, antes de matar y seguir haciendo algo que le haría volver a sus viejos recuerdos y tal vez acostumbrarse ante eso, era mejor tener un trabajo honesto. Tal vez no gane suficiente dinero como para poder mudarse pronto pero… al menos era dinero honesto ganado. Sonreía al pensar en esto. Sonreía contra su padre—. Bueno… ¿cuándo puedo empezar?

Lynn sonreía en satisfacción ante la respuesta de su hijo y le dio un abrazo mientras palmeaba su espalda un poco, ignorando a Rita que seguía con el niño y que paraba de llorar lentamente, estirando sus brazitos para poder salir de allí, pidiendo ayuda.

—Oh, Loyd —y como tal, Lincoln le arrebató a su madre su hijo que estaba que pedía ayuda, tosiendo un poco debido a qué tan fuerte apretaba su madre a su hijo—. Qué bueno que nada malo te ha pasado —miró a su madre molesto por haberle sostenido de esta manera. Pudo ver luego que su hijo reaccionaba de una manera extraña. Hacía muecas y luego, luego de hacer esas muecas molestas le abrazó como si encontrara lo más preciado del mundo. Sonreía tiernamente y correspondía—. Todo está bien…

—Papi… —decía Loyd con tanta alegría. Era una palabra que no estaba acostumbrado para nada, más cuando apretaba de esta manera con ese abrazo con sus pequeños brazos—. Pa… pi…

Parecía querer decir más pero simplemente podía decir eso y expresar ese cariño con un abrazo, uno que Lincoln no decidió rechazar para nada, sintiendo todavía nerviosismo y una marea de emociones que sus padres miraban su cara y se reían, al menos Lynn.

Rita todavía seguía congelada y miraba a su esposo que se paró a su lado, diciéndole a ella algunas cosas sobre todo esto y que en vez de separar más y más la familia, es mejor hacer que estén cercas ya que después de todo, Lincoln les ha dado el placer de tener un nieto.

Independientemente de que no sea su hijo y sea de su hija Lori, que lo haya acogido como suyo y lo cuide como tal, es la prueba máxima de que él es el padre y que nadie tiene derecho sobre él, nunca.

Rita quiere dudar.

Rita no quiere tener un hijo asesino.

No quiere tener nada que ver con esto y quiere adueñarse de Loyd a toda costa.

Aun así, ¿es rival para algo así?

Tenía algunas formas de lidiar con esto por completo, tenía algunos amigos, nada del otro mundo. Sabe que todo puede acabar mal también si aplica todo esto. Aunque, miraba a los ojos a Lincoln. Cambió de un muchacho que daba miedo a uno que ahora daba ternura verle lidiar con su hijo y notar que era padre primerizo.

Quería contar algo, decir algo, pero su esposo le seguía diciendo que es mejor estar juntos, que muy seguro que Lincoln hará todo lo que sea necesario para protegerles, que no tenga dudas sobre esto y que disfrute de tener un lindo nieto como lo es Loyd.

Todavía tenía dudas.

Esa noche

Todos estaban dormidos.

Prometió a su padre trabajar con él.

Trabajar en un restaurante… lo había hecho antes, sí. Estaba acostumbrado, demasiado. Cuando no hacía nada, trabajaba en uno, pudo llegar a manejar uno que fue aquel donde el jefe siempre parecía estar. Fue curioso que le diera la chance de manejar el lugar pero lo hizo. En sus tiempos libres, trabajaba allí. Confiaba en la gente que administraba el lugar. Él no era un genio en temas de números pero algo sabía. No era un tonto después de todo, había visto tanto dinero en ir y venir que algo aprendió de cómo manejar el mismo. Cuando su jefe le necesitaba, él le dejaba un mensaje, pedía una pequeña pausa para hacer un trabajo y lo hacía. Luego, debía reportar todo lo sucedido para después volver a su trabajo cotidiano en dicho lugar.

Sus ojos estaban abiertos, recordando todo esto.

Lo que menos buscaba hacer era justamente eso pero no podía negarle nada a su padre. Le acogió a su casa, le cuidó y le ayudó demasiado con Loyd. Le enseñó a ser un excelente padre, dudando de sus propias habilidades de las mismas, sentía que podía serlo a futuro.

Se levantó de su cama y fue a ver a Loyd.

Él seguía durmiendo como si nada, muy cómodamente en su pequeña cuña, pareciendo soñar con cosas lindas.

Sonreía él también al ver esto y acarició su mejilla. Le vio reaccionar de manera positiva y había tomado su mano. Su pequeña mano tomó la suya que era enorme y que podría tomarle de la cabeza como si nada. Lentamente separó su mano de la de su hijo para alejarse y buscar algo.

Tiene un problema él, duerme siempre con la ropa puesta. Siempre está con los sentidos a topa y le cuesta creer todavía esta gran tranquilidad en la vida.

Hace poco más de un año que dejó esa vida detrás, más o menos.

Ya no le gusta pelear, tampoco le parece bueno matar para ganar dinero.

Cree que hacer esto ya no es tan emocionante e incluso, de tan solo pensar que alguna vez hizo esto por dinero, le hacía sentir demasiado mal.

Eso pensaba y nada cambiaría su forma de ver las cosas… pero todavía tenía en manos ahora el arma con el que siempre mataba a la gente, esa pistola que alguna vez le dieron y que mantiene como fiel compañera.

Es totalmente contradictorio esto que va a hacer ahora, viendo su teléfono y recibiendo un mensaje como respuesta a algo que mandó hace unas horas, ya recibiendo información de la persona que ahora enfrentaría un destino muy feo más información de las cosas que hizo para merecer morir y cuando vio que una de esas razones era simplemente matar a un niño – más recibir también fotos del caso mismo – y también una anciana, no dudó.

No quiere hacer esto pero el dinero lo vale.

—Papi se va a trabajar —murmuró a su hijo que dormía todavía—. Cuando vuelva, papi tendrá dinero y te hará muy feliz hijo —antes de irse, guardando todo, vino para acariciar a su hijo una vez más—. Con ese dinero… podré costear miles de cosas para que nada malo te pase…

Le dio un beso en la frente mientras se abrigaba y se preparaba un poco más antes de salir de la casa en silencio, no queriendo alarmar a nadie en la casa.

Aunque sabe muy bien que al día siguiente, las noticias iban a hablar de él.

Antes de salir de la casa, estando fuera de la misma mejor dicho, suspiró pesadamente mientras negaba.

—Recuerda: lo haces por tu hijo.