Evandar miró al elfo a su lado. Él y Veran habían formado una extraña alianza, no exactamente amistad, más un entendimiento mutuo entre dos personas con grandes responsabilidades.
Llevaban bastante tiempo en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos mientras el Jinete se decidía a hablar. Por fin se detuvieron junto a un arrollo.
-Hay... algo importante que debo decir a todos los líderes de los Vardenos. Es algo que prefiero decir una sola vez, en persona y bajo los hechizos de secreto más poderosos que conozco.
-¿Es tan importante?
-Lo suficiente como para que lo haya guardado para mí durante los últimos cincuenta años.
-Un secreto compartido deja de ser un secreto.
Veran asintió a sus palabras.
-Pero ya no puede seguir manteniéndose en la oscuridad. Los Vardenos necesitan la esperanza que puede traer-hizo una pausa, mirando hacia un pez que apareció en la superficie para capturar un insecto-. Oromis y Glaerd también irán, ya he hablado con ellos.
Evandar consideró sus palabras, preguntándose cuál sería el secreto.
-Iremos lo antes posible. Aunque debería preguntar a Arya si quiere que su verdadero estatus entre los suyos sea revelado...
-Mencioné algo así hace algunos años y me dio una respuesta tan diplomática que solo pudo aprenderla de ti: si revelar mi estatus ayudará a los Vardenos, lo gritaré desde lo alto de Tronjheim.
Evandar rió. Su hija había cambiado mucho desde que se hizo embajadora, pero sentía que ese cambio había sido para mejor. Los elfos ya se habían aislado lo suficiente del resto del mundo.
Regresaron a Trialdarí en un silencio cómodo.
– O –
Formora y Kialandí se arrodillaron frente a Oromis cuando le vieron entrar junto a su dragón y pidieron perdón por todo lo que le hicieron. Pero eso solo fue presenciado por los Jinetes, los Vardenos estaban celebrando la presencia de otro dragón y Jinete para la batalla.
Hubo un descanso de varias horas para permitir a los elfos acomodarse en sus habitaciones, que los Jinetes aprovecharon para reunirse en la Dragonera, sobre Isidar Mithrim. Los cuatro dragones se elevaron sobre ellos mientras sus Jinetes se reunían alrededor de Veran, quien les hizo jurar a todos que mantendrían lo que iba a decirles en secreto. Merecían saberlo antes que nadie.
Más tarde, cerca del anochecer, a la luz de los erisdar, los líderes se reunieron en un momento histórico para los Vardenos. Era la primera vez que el líder de los Vardenos, el rey de los enanos y el rey de los elfos se veían cara a cara. Y todo gracias al Jinete de pelo blanco.
Todos estaban alrededor de una extensa mesa circular. Ajihad rodeado del Consejo de los Vardenos, Hrothgar con sus grimsborith, Evandar con sus consejeros y Veran rodeado de los Jinetes. Todos esperaban con diferentes niveles de paciencia a que el Jinete más antiguo hablara. Él suspiró al fin y alzó la mirada.
-Como os he dicho a todos en algún punto, hay algo importante que he mantenido oculto durante cincuenta años, algo que puede mejorar aun más nuestras probabilidades contra Galbatorix-se detuvo de nuevo, creando aun más expectación-. Fui yo quien robó los huevos de Galbatorix.
Una pausa y luego alboroto. Voces sobre voces, todas intentando hacerse oír. Brom golpeó la mesa con la mano abierta para pedir silencio.
-Por favor, si hablamos a la vez nunca tendremos las respuestas que buscamos.
Ajihad empezó.
-¿Por qué no estáis sorprendidos?
-Les informé antes, mi primera lealtad está con ellos, con los Jinetes.
Hrothgar siguió.
-¿Podemos verlos?
Veran se reclinó en su silla y pareció meditar esa pregunta antes de hacer aparecer tres huevos de dragón en el centro de la mesa. Todos estaban maravillados. Los colores verde, azul y rojo parecían brillar en la penumbra.
-Deberíamos darlos a probar a todos los humanos y elfos...
-No.
Esa respuesta fue seguida de un silencio incrédulo.
-¿No quieres que haya más Jinetes?
-No me refiero a eso, rey Evandar. Lo que quiero decir es que esos tres huevos ya tienen a sus Jinetes.
Los Jinetes presentes se movieron confundidos.
-¿Ebrithil?
-Cuando vives tanto como yo, Kialandí, empiezas a reconocer patrones y lazos entre los huevos y sus futuros Jinetes. Es lo mismo que reconocer el género del futuro dragón. Necesita práctica. De hecho, fue lo que me me hizo pelear con Anurin, se negaba a reconocer que tenía razón.
-¿Y quiénes son?
La bolsa de los huevos se deslizó más cerca de Veran, hasta que él pudo acariciar la cáscara primero del azul, luego del rojo y por último del verde.
-Eragon, Murtagh y Arya.
Hubo un silencio tenso. Evandar se adelantó.
-¿Mi hija?
-Sí, es la futura Jinete de uno de los dragones macho-inclinó la cabeza hacia Morzan-. Murtagh es el futuro Jinete del otro dragón macho-miró a Brom-. Y el pequeño Eragon será Jinete de la dragona hembra.
-Pero... Eragon apenas tiene unos meses. Faltan años para que pueda nacer su dragona.
-Galbatorix aun sigue buscando los huevos, estaremos a salvo unos años más. También...-sonrió siniestramente-, está demasiado acobardado para levantarse de su trono, le dejé unos regalos a cambio de los huevos.
-¿Qué tipo de regalos?
-No queréis saberlo, pero es un truco que aprendí de... alguien. Me fue muy útil cuando escapé de Arsuf-miró hacia los huevos, ignorando la mirada de Morzan. Él sabía que Arsuf era una cárcel-. Dejando mi agitado pasado criminal a un lado, queda una cosa más que decir.
Dos huevos más aparecieron junto a los tres, uno de un brillante tono naranja y otro de un suave violeta.
-¿De dónde...?
-Son de Valkiria, de hace tres y cuatro años. El naranja es de Ankor y el violeta de Wat.
-Ya son cinco huevos...
-¿Sabes quiénes son los Jinetes de estos?
-Valkiria decidió que no se vincularan a Jinetes y debemos cumplir con eso como parte del antiguo pacto de dragones y Jinetes. Nacerán en cualquier momento, según mis estimaciones. Ambas hembras.
Eso hizo reír a los Jinetes mayores.
-Las hembras salvajes son una fuerza de la naturaleza. Estamos condenados.
El huevo naranja se movió ligeramente y todos contuvieron la respiración. Se quedó quieto enseguida. Veran empalideció cuando escuchó los rugidos de los dragones.
-¿Qué es eso?
-Mierda... Aleen.
-¿Quién?
Veran no respondió, solo metió todos los huevos en la bolsa, la hizo desaparecer y salió corriendo de la sala de reuniones. Los Jinetes se miraron y corrieron tras él.
En la Dragonera, Valkiria, Glaerd, Ankor y Wat no apartaban la mirada del hombre en el centro de Isidar Mithrim. Tenía una melena corta de color blanco níveo, ojos marrones y un rostro humano. Vestía con unos pantalones de montar, botas llenas de barro y una camisa de cuero sin mangas. Tenía los brazos cruzados, mostrando unos extraños protectores de cuero en los antebrazos y marcas de cicatrices desde las manis hasta los hombros, como si un rayo le hubiera golpeado. Su expresión era neutra cuando miró a Veran.
-Dos malditos siglos. ¿Sabes lo que es eso?
-¿Doscientos años de tranquilidad, Aleen?
Aleen frunció el ceño y empezó a caminar hacia Veran. Los Jinetes se tensaron, preparados para defenderle, pero quedaron sorprendidos cuando el desconocido abrazó a Veran y este correspondió.
-Lo siento, hermanito. Debí confiar en tu decisión.
-Yo debí haberte buscado hace cien años. Todos cometemos errores.
-Y por eso eres el inteligente de los dos-se separaron y Aleen miró a Veran de cerca-. Estás hecho una pena, ¿has estado durmiendo?
-No demasiado.
-Hemos hablado de esto, necesitas dormir.
-Tú no eres nadie para decirme eso. ¿Cuántas veces te has quedado despierto con uno de tus inventos?
Brom detuvo a ambos con un silbido agudo.
-¿Alguien puede explicarnos esto?
Los dos se miraron. Veran frunció el ceño.
-Es verdad, te has colado por mis defensas. ¿Cómo?
-Te conozco, sé todos los fallos que puedes cometer.
-Yo no cometo fallos-otro silbido de Brom le hizo mirarle-. Él es mi hermano mayor Aleen. No he hablado de él porque... bueno, nos intentamos matar hace doscientos años. Creí que lo había conseguido hasta que volví a sentir nuestra conexión unos veinte años después de eso.
-Me pasé esos veinte años en Arsuf, es un lugar de nulidad mágica.
-¿Cómo llegaste a...? Da igual, luego hablamos.
-Queremos la historia completa después de que nos digas cómo has llegado aquí.
-Me transporté-los Jinetes le miraron confundidos-. ¿No se lo has dicho?
-No he llegado tan lejos, no tienen el potencial. Básicamente, su conexión con los rayos y las tormentas es lo bastante fuerte como para permitirle transportarse de un lado a otro. Aleen, una demostración, por favor.
Aleen rodó los ojos y desapareció en un destello de luz para reaparecer con otro junto a Oromis.
-Esto no es un truco, hermanito. Requiere mucha concentración y... no sé ni para qué intento dar lecciones al maestro.
-¿Cómo es que sigues vivo?
Ante la pregunta de Formora, Aleen se quitó el guante sin dedos de la mano izquierda, dejándoles ver la gedwëy ignasia.
-Mi dragón nació con problemas de corazón y no llegó a hablar. Fui uno de los primeros humanos en ser Jinete tras la modificación del tratado y su muerte solo hizo que los Jinetes elfos se burlaran de mí. Veran peleó con Anurin por mi culpa.
-Para ser justos, Anurin y yo ya habíamos chocado varias veces. Tú eras el menor de los problemas.
Aleen sonrió ampliamente.
-Acabo de recordar cómo salimos de Vroengard. Fue glorioso.
Veran también sonrió.
-Sé hacer una buena salida cuando es necesario.
-En eso estamos de acuerdo.
-¿Y qué has estado haciendo todos estos años?
-Inventando, construyendo, cualquier cosa que pueda hacerse con las manos en realidad. Se me da bien.
-Yo me especialicé en magia y mi hermano en invenciones. Sus trucos mágico dejan mucho que desear.
-Puedo conseguir lo mismo que tú con algo de tiempo y sin gastar energía innecesaria. Como las bombas de hielo o ese molino que elevaba cosas puestas en una plataforma.
-Yo creé las esferas de grabación y los hechizos rúnicos de seguimiento.
-Veo por dónde vas... y subo mi nivel al pulido con bolas de lana de hierro.
-Barreras rúnicas de doble cegado.
-Almacenamiento de rayos.
-¿En serio?
-Ya te lo enseñaré. ¿Tienes algo para superarme?
-Un equipo completo con runas que amortiguan el sonido y la visibilidad de los demás, muy útil para no ser detectado. ¿Puedes conseguir lo mismo con tus inventos?
-Yo no tengo alma de ladrón, mis inventos no son motivados por eso.
Veran supo que había perdido. Se lo hizo saber con una sonrisa. Aleen alzó las manos de forma victoriosa.
-¿Cómo has llegado aquí exactamente?
-Oh, cierto, ya sabes que la primera fractura de un huevo siempre se siente para aquellos que escuchan. Y estaba por aquí cerca, me crucé con unos fanghur justo cuando lo sentí.
-Deberíamos hacer otra práctica de vuelo...
Veran hizo aparecer de nuevo la bolsa de los huevos y todos se acercaron a ver cómo el naranja se movía un poco más que antes.
-¿Cinco?
-Tenemos una dragona hembra, haz las cuentas.
Valkiria bajó la cabeza para mirar de cerca su huevo. La primera grieta se hizo más amplia.
-Deberías pensar quién quieres que lo cuide, mi rubí.
-Veran.
-Sería un honor. ¿Qué hay del nombre?
La grieta se hizo un poco más grande y se dividió en algunas más pequeñas.
-Estoy indecisa.
-¿Cuáles son tus opciones?
-Esmirna, Jinan, Lille y Riad.
Un crujido resonó en la Dragonera, pero la cáscara no se separaba todavía.
-Creo que Lille sería mejor para el otro huevo, en Kirkan es el nombre del color violeta-Valkiria frotó el brazo de Morzan cuando dijo eso-. Pero Riad suena bien para esta cría.
-Riad, entonces.
Por fin la cáscara empezó a moverse. Todos reconocieron el chillido de un dragón luchando por salir del huevo. Quedaron paralizados, viendo a la primera cría de dragón en nacer desde que toda su raza quedó casi extinta.
Era hermosa, con las escamas del lomo del color del atardecer y un suave tono pastel en el vientre. Chilló y gruñó, asimilando el nuevo mundo que la rodeaba. Valkiria la olisqueó con atención, memorizando su olor y dejando que su cría hiciera lo mismo con ella. Luego la empujó ligeramente hacia Veran. Él acercó su mano para repetir el proceso.
-Hola, preciosa Riad.
La cría se dejó acariciar, moviéndose para que encontrara los mejores lugares, aunque Veran ya se los sabía de memoria. En silencio revisó cada parte, extendiendo las alas con cuidado, manteniendo una mano sobre su pecho mientras estaba bocabajo, masajeando las plantas de las patas...
Aleen parecía ansioso, incapaz de quedarse quieto.
-Todo bien, no hay problemas internos y sus huesos parecen estar en los lugares correctos. También creo que la velocidad será lo suyo. Fijáos-extendió la cola con mucho cuidado, manteniéndola distraída rascándole bajo la cabeza-, su cola es larga, pero no tanto como la de Valkiria en relación a su cuerpo. Sus alas también son más delgadas-apartó la mano cuando Riad le mordió-. ¡Hey!
-Nunca has sabido tratar a las mujeres.
-Tiene hambre-la acercó a su pecho, evitando sus dientes-. Sí, sí, vamos a las cocinas a por algo para ti. Aleen, tú quédate aquí y vigila los huevos.
-¿Por qué?
-Aun tenemos que resolver tu situación con los Vardenos. Me extraña que no hayan venido en cuanto huimos de la reunión...
-Quieras o no, tienes poder dentro de los Vardenos. Si algo te ha hecho correr asustado, nadie quiere enfrentarse a ello.
-Habrá que explicar la situación... Tampoco vendría mal que mostraras algunos de tus diseños de armas.
-Y yo que pensaba desaparecer en cuanto me asegurara de que estás bien...
-Tarde. Ya estás hasta el cuello.
-Bueno, qué más dá. No sería la primera guerra en la que me involucro a medio camino. Prepararé algunas cosas.
Veran se puso en pie con la cría en su hombro. Riad chilló alegremente cuando vio en sus pensamientos que iban a buscar algo de comer.
-¿Quién más viene?
Formora y Kialandí fueron con él. Morzan decidió quedarse para hablar con Aleen sobre la situación fuera de Alagaësia. Oromis y Brom se ofrecieron para ir a informar a los líderes de la situación.
Los humanos y enanos con los que se cruzaron miraron con asombro y esperanza al dragón naranja. Los rumores empezaron a volar por todo Farthen Dûr. Los tres se sentaron fuera de las cocinas para dejar a Riad comer tranquilamente y estirar las patas. Una multitud se reunió a cierta distancia para ver la verdad de los rumores. El primer dragón nacido desde que Galbatorix tomó el trono. Era un destello de esperanza para la victoria.
Oromis llegó corriendo. Desde que Veran eliminó la maldición se movía mucho mejor y aprovechaba para hacer todo lo que había dejado de hacer.
-Quieren retomar la reunión con todo lo que hemos explicado ahora.
Riad gruñó hacia Oromis y corrió hacia Veran para subirse a su regazo.
-Ya se acostumbrará a todos, ahora mismo está guiándose por el instinto. ¿Vamos?
Los cuatro se dirigieron de nuevo a la sala de reuniones. Aleen estaba junto a Morzan, aun hablando de la política de Kirkan.
Se sentaron de nuevo en sus lugares, con el dragón jugando sobre la mesa con un trozo de cuero del que Veran tiraba de forma distraída. Las miradas estaban concentradas en las escamas naranjas, que brillaban con los reflejos de los erisdar. Sus gruñidos felices resonaban.
-¿Cuál es su nombre?
-Valkiria ha decidido llamarla Riad.
La dragona le quitó el trozo de cuero con un tirón fuerte y movió la cola feliz mientras se dirigía hacia Evandar, buscando jugar con él. El rey elfo no dudó en coger el trozo de cuero y tirar, disfrutando de los gruñidos bajos y los sutiles aleteos.
-¿Por qué peleásteis?
Los dos hermanos señalaron a Morzan a la vez. Él frunció el ceño confundido.
-¿Yo?
-Soy de la opinión de que Alagaësia es un remanso aislado sin influencias externas. Que te trajera aquí fue abrirla a algo de lo que no estaba preparada. Aunque ahora veo que fue un error de mi parte, Veran vio algo que yo no.
-Lo que no cambia, está muerto. Alagaësia estaba empezando a decaer. Está apartada del resto del mundo por Du Weldenvarden, el Hadarac, las Beor y el océano. Si Alagaësia no empieza a relacionarse con el resto del mundo, quedará atrás y expuesta a ataques tanto internos como externos. Galbatorix es solo el principio del fin. Tener aquí a Morzan abrirá las puertas al comercio con Kirkan, la primera potencia política del mundo.
-¿Por qué él?
Veran le miró, preguntándole si quería revelar esa parte de él. Morzan asintió.
-En Kirkan soy el último descendiente de sangre real. Aleen me acaba de informar que con mi desaparición, todo Kirkan ha sido gobernado por un consejo de las familias nobles y comerciantes más importantes. Por mi posición como Jinete no podré gobernar como es mi derecho de nacimiento, pero eso puede ayudarnos a formar conexiones con mayor rapidez.
-Es un asunto que debemos tener en cuenta, pero antes debemos derrotar a Galbatorix.
Riad ganó a Evandar y rodó por la mesa, destrozando el trozo de cuero con garras y dientes. Los Jinetes sonrieron.
-Bueno, al menos sabemos que será una buena cazadora.
-Temo cuando empiece a lanzar fuego, habrá que prepararse contra incendios.
Aleen palmeó a su hermano en el hombro.
-Qué suerte que te tenemos a ti y a tus tendencias pirómanas.
Veran sacudió la cabeza.
-Sabía que dejarte aquí sería una mala idea...
-Hey, que yo no fui quien reventó Arsuf la segunda vez que le capturaron robando en la tesorería de Kiyotturi.
Hubo miradas incrédulas.
-Eso fue hace cinco siglos, Aleen.
-Y se sigue recordando con miedo por aquella zona. Reconócelo, tienes problemas con la autoridad.
-Dejemos ese tema a un lado por ahora, ¿quieres? Luego lo resolvemos-hizo una pausa y miró hacia Riad-. ¿Os está enviando emociones?
-Algunas.
Veran asintió para sí y se tensó cuando la dragona saltó hacia él. Aleen aguantó la risa al verle desclavar las garras de su pierna. Estaría bien que los dragones volvieran a Alagaësia.
