¡Un golpe de amor!
Capítulo especial
- El amor de Zhongli -
Toca suavemente la puerta de la única habitación de invitados que tenia en casa, y cuando la voz de Childe le dice que puede entrar abre la puerta y la empuja lentamente con una sola mano para evitar hace ruido. Era muy tarde, y aún así veía lo cansado que estaba Childe ahí sentado frente a su escritorio con cientos de apuntes, una calculadora y un par de hojas en su mano.
Sin darse cuenta, el muchacho sonríe cuando ve al mayor con una pequeña bandeja con dos tazas encima. Era tan amable.
— Lamento molestar.
— Para nada, me vendría bien un descanso pequeño. ¿Es para mí?
Zhongli asiente y le acerca la bandeja, la sujetaba con cuidado con una sola de sus enguantadas manos.
Childe toma una de las tazas al sujetarla de la oreja y la levanta con cuidado, un café era justo lo que necesitaba. El castaño toma la segunda taza para él y toma asiento en la cama de la habitación. Childe gira su silla para quedar de frente y da un sorbo pequeño al café. Zhongli tenia buena mano para hacerlos, siempre el punto perfecto. Seguramente por costumbre en su trabajo, hacían jornadas muy largas cuando era necesario.
Zhonglo lo imita, aunque un sorbo más largo y entonces suspira. Venia bien uno así cuando el clima estaba tan fresco. Eran casi las 3 de la mañana, había llegado a casa hace apenas 20 minutos y no se sorprendió de encontrar todo apagado menos la habitación de Childe. Recordaba lo pesado que podía ser estudiar una carrera.
— ¿Necesitas que te ayude en algo, Childe?
— Mh, no. Pero gracias por ofrecerlo. —Dice rápidamente, separando un poco la taza de sus labios. — No es difícil, solamente estoy avanzando algo lento... Necesitaba uno así para recargar baterías y terminar. Muchas gracias, Zhongli.
Zhongli asiente.
— A veces, es más sabio irse a la cama y despertar temprano para terminar los deberes.
Childe tuerce un poco sus labios. Lo sabe, pero sus mañanas eran obligatoriamente para correr. Era en estas etapas finales del ciclo escolar donde lo necesitaba más que nunca, sobre todo con una buena compañía como la de su amigo. Aunque seguramente, estaría cansado. Eran… días jodidos. Pero así era siempre para un estudiante. Tal vez ni siquiera duerma hoy.
Solamente pensarlo era agobiante. Childe suspira y se deja caer un poco sorbe la silla, con la taza en alto.
— Cuando todo esto acabe, descansaré adecuadamente, lo prometo. —Asegura, pero solo consigue una mirada comprensiva de parte de Zhongli.
— Solamente prioriza lo importante ahora. —Aether entendería, de eso estaban muy seguros ambos. En realidad, aunque no lo pareciera incluso los gemelos tenían problemas en el cierre de ciclo escolar. Cocinar no era sencillo cuando tenias qué preparar tu mismo los ingredientes, ambos habían perdido la cuenta de cuántas veces habían visitado toda clase de mercados para conocer cada peculiaridad posible de los ingredientes al dedillo. — Si necesitas descansar, hazlo. Usas un auto. Tener uno significa una responsabilidad contigo y con cada peatón y conductor a tu alrededor. Si fallas, podrías lastimar a alguien. No seas tú quien falle.
Childe lo pensó un poco más antes de terminar asintiendo. Hacía algunos meses, tal como dijo Zhongli, él falló y ocasionó afortunadamente tan solo un inconveniente material. Pero de haber lastimado a alguien por su descuido… No se lo perdonaría. Podría caminar en el campus después. Le da un par de sorbos más a su café y entonces lo deja sobre su escritorio. Levanta ambas manos al aire y se estira un poco hasta que su espalda truena.
— ¡Bien! Le escribiré a Aether y dormiré luego de esto.
— Te dejaré el desayuno y almuerzo en la encimera. —Promete Zhongli, poniéndose de pie en cuanto Childe se da la media vuelta en la silla para quedar de frente al escritorio otra vez. Era hora de dejarlo continuar. — Si necesitas algo, estaré en mi recámara.
— ¡Sí, gracias Zhongli! Descansa.
— Tú igual, no te demores.
Childe ya no se gira. Tan solo extiende una de sus manos a su costado y levanta su pulgar en señal de que entendió.
— Estaré bien.
Antes de cerrar la puerta, Zhongli sonríe levemente y gira un poco su cabeza.
— Esfuérzate.
Childe asintió una vez, sujetando el lápiz con su izquierda y la calculadora con la derecha.
— ¡Mh!
No escuchaba ningún ruido de la recámara de Xiao, así que solamente pasó de largo. Ya era tarde para que alguien joven a punto de graduarse siguiera despierto. Mientras camina por el pasillo a paso lento se va terminando su café, sujetaba la bandeja flojamente con su otra mano. Lo recogería mañana, ahora mismo él también estaba cansado. Empuja la puerta de su recámara con uno de sus pies. Su cuarto era el único en la casa que no tenia un seguro en la puerta, y eso tenía una razón que ahora mismo se encontraba descansando.
Xiao.
Así es, su querido y dulce Xiao fue alguna vez un niño asustadizo. Y con lo que vivió, no puede culparlo. Por eso, cuando algo malo pasaba y tenía miedo, le ofreció la seguridad de que su puerta siempre estaría abierta por si se sentía solo.
Claro que hoy en día, no venía a dormir con él. Xiao había crecido mucho, y muchos de aquellos miedos de su infancia se habían evaporado por completo. Era un chico fuerte.
Zhongli arrastra sus pies sobre el suelo de madera hasta llegar a su enorme cama, sentándose pesadamente. Su café ya había terminado, pero hacía mucho tiempo que dejaron de funcionarle de todas formas. Ahora pese a que lo bebiera, ya no podía mantenerse tan despierto como antes. Deja la bandeja y la taza sobre la mesita de noche y levanta la cobija para meter sus piernas por debajo. La calidez de su cobija lo hacen suspirar, y su cansado cuerpo encontró una pose cómoda.
A veces, sí extrañaba sentirlo al descansar. Su respiración tan lenta lo relajaban sabiendo que se encontraba bien y a salvo. Pero era de esperarse que ya no quisiera dormir con papá, ¿no? Hacía varios años ya que su cama se sentía fría, pero su casa no. Desde hace 13 años no.
Cuando Xiao llegó a su vida, todo cambió. Comenzó como un pequeño al que la funeraria donde trabajaba cuidó por petición de Hu Tao, quien desde que la conoce siempre ha sido de corazón dulce y fácil de conmover. Antes de eso, los detalles que conocía sobre aquella noche habían sido escasos, no quiso indagar tampoco. Lo importante era que ese niño estuviera a salvo. Había ofrecido su casa como un hogar de acogida, pero no pasó ni siquiera un año cuando su corazón se rindió y fue contra corriente y mar para adoptar a un niño de seis años estando soltero. Tuvo todo el apoyo que podía desear como testigos, incluso el padre de Childe estuvo ahí. Pero claro que él no lo recordaría, Childe apenas tenía sus 9 años cumplidos en ese momento.
Cuando se ganó la custodia legal de ese chico, el siguiente paso fue darle paz a su cabeza. No recuerda que Xiao haya sido alguna vez violento, pero sí muy inseguro y con un fuerte complejo de sentir que todo lo malo que pasaba a su alrededor, era culpa suya y nada más que suya. La forma en la que había vivido hasta ese momento había sido solo en sus pensamientos, oculto. Todavía recuerda lo sorprendido que se puso cuando probó por primera vez un chocolate caliente en su primer invierno como hijo adoptado.
"¡Ah, nunca había probado algo tan rico!"
Hizo lo que pudo para no mostrar con su rostro cuánto dolor sintió cuando escuchó esa frase. Y como esa, hubo algunas otras más que hicieron en su momento que el puente de su nariz ardiera y sus ojos se humedecieran por el impulso de querer llorar de impotencia.
"¿Por qué yo? Había otros niños más listos y buenos que yo, Xiao se porta mal"
"¿A usted también le gusta mucho beber…? P-Por favor no lo haga. Xiao se portará bien…"
"Creí que se enojaría y que me… castigaría por esto… tuve mucho miedo…"
Los ojos de Zhongli se cerraron con algo de incomodidad ante tan amargos recuerdos. Fuera como fuera, eso ya era parte del pasado. Xiao era diferente ahora, y ahora no tenia que esforzarse en hacerle saber cuánto valía como persona, cuánto valía para él y para los demás. Para que dejara de culparse de cada cosa mínimamente mal que ocurría en el mundo. Tener empatía no era malo, pero tenerla a tal nivel era autodestructivo.
"¿Está bien si te llamo padre? … ¿¡En serio!? ¡Qué bueno, papá!"
"La tía Hu Tao me agrada, pero es algo rara."
"¡Mira la calificación de mi examen! ¡Gracias por ayudarme a estudiar, papá!"
"Childe… está bien. Pero es muy ruidoso. ¿Se va a quedar con nosotros cuánto…?"
"Ojalá no se vaya pronto, en realidad me agrada."
La terapia lo había ayudado mucho, a una edad temprana y en el peor de los momentos. Estaba dañado, pero no estaba roto. Podía sanar, y Zhongli estuvo feliz de ayudarlo a ser el chico que ahora era. Tal vez aún no era el mejor socializando, pero sí el mejor escuchando y dando consejos, tocando el corazón de las personas. El de la mejor sonrisa también. Ah, ¿estaba siendo uno de esos papás tan orgullosos que avergonzaban a sus hijos sin darse cuenta? Se lleva una mano al rostro, pero ni así deja de sonreír. Zhongli libera un suspiro al aire y se ríe escuetamente en la soledad de su habitación.
No podía evitarlo, su vida era plena y feliz. Se sentía así, todo se sentía correcto. Pero aún tenía muchas cosas qué ver para pensar que estaría bien si muere ahora. Todavía deseaba ver a Xiao graduándose de la preparatoria, aplicando para su examen de universidad, graduándose… Tal vez incluso llegue a un doctorado, era un buen chico. Era listo. Merecía llegar lejos. Escogiera lo que escogiera, iba a brillar.
Por favor, que la vida me alcance. Solamente pido eso.
Pensar en la muerte nunca fue doloroso para él. Sabe que era el descanso que alguna vez todos tendrían, y eso no era malo. Había que vivir sin arrepentimientos, de forma digna y con la frente en alto. Disfrutar, pero nunca descuidar tus responsabilidades con uno mismo, con la familia y con la sociedad. Imaginando a su hijo en el futuro, es que consiguió quedarse dormido finalmente.
Su alarma lo despertó a las 9 en punto, como siempre. Xiao se sienta en la cama con calma y estira ambas manos para estirarse un poco, cubriendo luego su boca para bostezar.
La noche anterior había sido muy fría, pero hoy parecía mejor. Un poco mas cálido. Ya había comenzado esa temporada en donde la nieve comenzaba, se pondría feo en un par de semanas…
¡Pero mientras no intervenga con su fecha especial, eso daba igual! Xiao se quita la cobija de encima y salta de la cama con ánimo. Se mira al espejo un momento antes de entrar al baño continuo a su cuarto y ducharse rápidamente. Ya escuchaba algo de ruido en los pasillos, solamente Childe era así de ruidoso. ¿Su padre ya se habrá ido a trabajar? Comenzaba temprano, y llegaba tarde. Siempre fue así, pero era de esperarse. En cualquier esquina, en tu propia casa, en cualquier momento, la muerte podía acecharte. Y eran trabajos que debían hacerse pronto. Pese a la lo irónico que podía ser la frase, los cadáveres no podían esperar a ser atendidos. Eso dijo Hu Tao una vez, pero era verdad. Si esperaban mucho tiempo, pese a que los pueden poner en el cuarto frío, al final no serian aptos para un velatorio. Y muchas familias deseaban darle un último adiós de esa manera.
Tal vez, si tuvieran más personal, su padre no tendría que trabajar tanto. Pero en fin… Alguien toca la puerta del baño varias veces, Xiao frunce un poco sus cejas y gruñe en voz baja. Había otro baño completo en la casa, no puede estar retrasándolo.
— ¡Zhongli dejó sopa de brotes de bambú, si no te das prisa me la terminaré y vas a quedarte así, enanito!
La voz de Childe sonaba tan alegre y animada como siempre. El agua dejó de sonar en ese momento, y Xiao tomó la toalla con rapidez para atarla por su cadera y sale del baño sin ninguna clase de cuidado. Su cuerpo aún húmedo se deja ver cuando abre la puerta de golpe, ya veía al pelirrojo al final del pasillo corriendo hacia la cocina. Su cabello escurría todavía y estaba haciendo un charco bajo sus pies.
— ¡Childe, desgraciado! ¡Que no se te ocurra!
Tenía un año y medio en su casa, así que ya había una confianza entre ellos. El apodo de enano no era un insulto exactamente.
— ¡Deja algo para mi!
De cualquier forma, no podía ir al comedor así. Tuvo que ir a su cuarto y vestirse tan pronto como pudo, y todavía limpiar lo que hizo. Cuando llegó al comedor, un humeante plato estaba servido para él mientras Childe comía velozmente su segundo tazón de sopa.
— ¿Por qué estás aquí? —Pregunta, sin ningún afán de ofender. Era solo que normalmente a esta hora, él estaba con Aether en su rutina. — ¿Se te hizo tarde? —Su mano empuja un poco la silla hacia atrás para sentarse, arrastrándola luego un poco para volver a acercarse. Olía delicioso… toma el cucharón y comienza con su almuerzo. Simplemente delicioso.
— No, hoy no. Terminé algo tarde mis deberes y me di una mañana completa de descanso.
— Oh. Muy bien. —Dice, llevando un mechón de su cabello tras su oreja tras abrir su boca y dejar entrar el cucharón blando a su boca. La sopa era realmente deliciosa, se notaba que era la especialidad de su padre. No habla sino hasta después de tragar y limpiarse los labios. — Tomaste la decisión correcta. Es mejor descansar, podrías causar otro accidente como el de antes si conduces cansado. —Dijo, y su sonrisa se torció con burla. Sus ojos dorados brillaban.
Childe mantuvo su sonrisa, pero sus cejas se fruncieron ante la provocación.
Pequeño cabrón.
Xiao hablaba igual que Zhongli, pero un poco más grosero. Realmente eran padre e hijo al final de cuentas.
- … -
¿Qué pasó realmente aquella noche? La noche antes de que Xiao llegara a la vida de Zhongli. Lo que pasó era algo en lo que Xiao había, afortunadamente, dejado de pensar hace mucho tiempo ya. Recordar cosas desagradables no era bueno si solo te hacían sentir mal.
Muchas veces, habrán tiempos difíciles y duros. Momentos oscuros en la vida de una persona que pueden llegar en cualquier momento, cuando menos lo esperas. O que desde el comienzo, los vives y ni siquiera te das cuenta hasta que es tarde. Pero solamente tenias dos opciones, pasara lo que pasara. Dejar que te afectaran, o decidir avanzar y superar no por perdonar a las personas malas, sino para sentirte bien contigo. En su caso, por mucho tiempo pensó que era un caso perdido y que no merecía una oportunidad, que era un mal niño. Era muy jodido que un pequeño de seis años pensara así pero…
Las segundas oportunidades existían, terceras e incluso cuartas. Mientras no hicieras daño a nadie, ¿cuál era el problema de desear ser mejor?
Ciertamente, eran recuerdos amargos que no merecían ser recordados. Pero para aquellos curiosos…
Xiao tal vez era pequeño en ese momento, pero lo que pasó en ese entonces lo marcó por varios años. ¿Cuándo se dio cuenta de que las cosas no estaban bien? Cuando probó por primera vez lo que era realmente ser deseado en un lugar, cuando comprendió que nunca fue un mal niño, sino que tuvo malos padres. Pero antes, ellos lo eran todo para él. Y era algo normal. Aquella noche, él dormía cuando el sonido de los cristales rompiéndose lo despertó de un sobresalto.
El matrimonio de sus padres no era perfecto. Xiao guardó muchos secretos para su padre luego de descubrirlo en un par de ocasiones, siempre amenazado con que si su madre lo sabía su familia se rompería y sería solamente culpa suya. En ese momento un niño no podía entender lo contrario a lo que sus padres dijeran.
Los gritos que escuchó lo hicieron encogerse y esconderse debajo de su cobija de samurai. Mientras que para un niño de seis años lo normal era pensar en qué cosas ricas comería y en jugar, para Xiao lo normal en estos momentos siempre era pensar…
Por favor no se griten, por favor no se griten…
Casi todos los días era así. Era despertarse a la media noche, poco después de que su padre llegara a casa, y soportar todo esto. Pero por el día era peor, la ansiedad que su madre manejaba sola siempre era liberada contra él, lo lastimaba y le gritaba. Pero esta noche fue peor, esta noche…
Un portazo fuerte se escuchó, y momentos después dos pares de llantas chillaron contra la acera y dejaron tras su paso unas horribles manchas negras y el olor a caucho quemado. Pero el auto no se alejó mucho antes de detenerse al final de la cuadra. El ruidoso taconeo se escuchó por la escalera, y pronto la puerta de su habitación fue abierta. Xiao cerró con fuerza sus ojos y deseó ser invisible en ese momento.
— ¡Todo es tu culpa! —Gritó una voz, y con una increíble cólera sujetó la cobija que protegía a Xiao para arrebatársela. Cuando Xiao abrió sus ojos, encontró unos ojos dorados profundos llenos de odio. Las lágrimas comenzaron a amontonarse en sus propios ojos dorados, las emociones que ambos expresaban eran tan diferentes. — ¡Tu papá se largó y es tu culpa, niño inútil!
Perdón, per-
Una de sus pequeñas manos fue duramente sujetada por la mujer, quien lo levantó de la cama sin mucho esfuerzo. Él era pequeño, desde que tiene memoria ha sido así de delgado y pequeño. Débil. Lo soltó y cayó en el suelo frente a sus pies.
— ¿¡Qué vas a hacer, eh!? ¡Ahora que se fue, no pienso cuidarte yo sola!
Xiao hiperventilaba cuando sujetó su mano, la muñeca le dolía ahora. Se encogió tan pegado al mueble de la cama como pudo y cerró sus ojos con fuerza, las lágrimas se estaban deslizando por sus mejillas para este momento. La mujer golpeó el suelo con uno de sus tacones con fuerza y se cruzó de brazos, sus ojos crueles veían al pequeño desde arriba.
— ¡Contesta! ¿¡Por qué tuvo que dejarme sola contigo!? ¡Ugh! ¡Eres un mal niño! ¡Es tu culpa!
Eso no era verdad, Xiao no era un mal niño. Tal vez no tenia las mejores calificaciones, ni la mejor atención, pero no se portaba mal. Pero en ese momento le creía, creía todo lo que su madre decía. Y dolía.
No es mi culpa. No es… mi culpa…
El rostro de su madre era gélido y frío, era una mujer rota. ¿Cuántas traiciones más tenía que descubrir para que su corazón dejara de latir por fin? ¿Para descansar? Se cubrió la cara con sus dos manos y sollozó en voz alta, cayendo de rodillas frente a su hijo. Su llanto era lastimero, mientras el de Xiao era silencioso y temeroso. No sabía qué decir ni qué hacer. La mujer negaba fuertemente con la cabeza y se mordía el labio inferior con tanta fuerza que ya se había reventado su labio inferior.
¿Qué era el dolor físico, comparado al emocional? ¿Cuál exactamente dolía más?
— Si no me hubiera embarazado, yo- Nunca- Nunca habría entregado mi vida a un hombre tan- Tan-
Su propio llanto la interrumpía. Xiao tenía miedo, pero aún así… Era su madre. Extendió su mano herida hacia ella, quería consolarla. Pero su madre levantó el rostro apenas lo notó y bajó sus manos. Su gesto… su gesto tan horrible quedaría marcado en su retina por mucho tiempo.
— ¡No me toques! ¡No te atrevas a tocarme! ¡Eres asqueroso!
¿Tengo la culpa? ¿Yo soy malo?
Xiao sujetó su muñeca de nuevo con su mano y sollozó en voz baja, sentía la calidez de sus lágrimas por sus mejillas y su mentón, mojando la camisa de su pijama en pequeños puntos oscuros. La mano de su madre se dirigía hacia su rostro, iba a pegarle otra vez. Iba a lastimarlo. Iba a…
La puerta de la entrada se abrió, el sonido fue tan fuerte. Seguramente su padre la empujó con tanta fuerza que golpeó la pared. Su madre de inmediato se puso de pie y salió de la habitación.
— ¿¡Querido!?
Xiao escuchó la voz de su padre llamando a su madre, con un tono tan dulce. ¿Todo estaría bien? No lo sentía así. Xiao se lleva una mano al pecho y se encoge de nuevo. Su pecho dolía, dolía mucho. Estaba hiperventilando y apenas lo notaba, su propio llanto comenzaba a ahogarlo, no podía respirar bien. No sabía. Sus pulmones se expandían y se contraían con mucha fuerza, dolía tanto. Por más que intentara controlar su respiración, sentía tanto miedo. No podía hacerlo solo. Cerró sus ojos con dolor y trató con todas sus fuerzas controlarse.
Su corazón se sentía pesado y doloroso.
Escuchó unos gritos, era su madre de nuevo pero eran diferentes. Eran gritos de dolor. Debería ir, pero no podía ahora. Habían pasado algunos minutos apenas pero para él, había pasado una eternidad. Su saliva líquida se deslizaba por su boca hasta su mentón. La tos lo ahogaba y terminó vomitando algo completamente transparente, pero cuando hizo eso pudo respirar por fin. Estaba apoyado sobre sus rodillas y sus manos en el suelo, con las lágrimas humedeciendo el piso de madera. Sus cansados ojos dorados ni siquiera podían ver por las lágrimas.
Pudo escuchar un fuerte sonido de sirenas fuera de su casa. Alguien entró en su casa, o varias personas no estaba seguro. Escuchó lo que al parecer era una discusión entre hombres y luego, un fuerte detonante y una ventana rompiéndose. ¿Qué estaba pasando…?
Se arrastró, con dolor, hasta la puerta abierta de su habitación. Pero se sentía tan cansado. Una persona que no conocía subió velozmente las escaleras y al verlo, corrió en su rescate.
— ¡Kaeya, llama a emergencias ahora!
Su voz era tan grave y fuerte, un hombre sin duda. Llevaba un uniforme muy bonito, la placa era tan brillante… su pequeño cuerpo fue sujetado por el joven policía, y luego sintió su cabeza apoyarse contra su pecho. ¿Qué hacía? Lo que sea que buscaba, parece que lo encontró. Xiao no lo sabía en ese momento pero buscaba sus latidos, saber que seguía con vida. ¿Cuán lamentable fue su apariencia?
Bajó las escaleras con su cuerpo en brazos, un fuerte sonido de cosas cayéndose hicieron que Xiao abriera sus ojos un poco. Lo habían puesto sobre la mesa, y sentía algo de presión sobre su pecho. ¿Primeros auxilios? Uno presionaba su pecho con tanto cuidado como podía, con un cuerpo tan débil no podía ser descuidado. El otro le hablaba y apuntaba a su cara con una pequeña linterna. Había un tercer oficial que estaba al teléfono, pidiendo una ambulancia.
— ¿Episodio de pánico? Pupilas dilatadas. Háblame, chico. ¿Cómo te llamas?
— Ya pasó, estás seguro ahora. Santo cielo, mira lo delgado que está… Cerdos…
— ¡Concéntrate!
Escuchó un par de chasquidos cerca de un oído, y luego del otro. Reaccionó a ambos bien, una luz cegadora dejó en paz sus ojos. Lo último que vió antes de abandonar esa casa para siempre, fue el cuerpo de su madre en el suelo y el de su padre cerca de la ventana, todavía sujetando un cuchillo en una de sus manos, con un disparo en su pecho.
Luego de eso no fue mejor, al menos no los siguientes días. Cuestionarios pesados para un pequeño niño, comidas muy pesadas que apenas podía ingerir sin vomitar y la atención constante de tanta gente desconocida a su alrededor. El caso había sido catalogado como homicidio en primer grado, y no hubo ninguna repercusión hacia los oficiales por la muerte del hombre ya que él se había resistido y amenazado con herirlos a ellos también. Todo fue en defensa propia. Su caso hizo tanto ruido en las noticias en ese momento, y muchísima gente de afuera se acercó a él. Pero solamente había dos que pudieron llegar hasta Xiao.
Fue Hu Tao quien accedió a hacer el funeral de ambos cuerpos, la única con la tenacidad suficiente como para llegar por sobre todas las demás funerarias. Pero cuando ella y Zhongli escucharon que el niño estaba en ese mismo edificio, quisieron conocerlo para preguntarle si quería estar presente o no.
— No.
Tan frío y seco. Fue lo único que dijo en ese momento, ni siquiera los veía a los ojos.
Sin familiares a los cuales acudir, y sin padres, un niño como él solamente podía terminar en un orfanato. Y con la historia que tenia sobre los hombros, difícilmente sería adoptado. Su destino estaba decidido, lo sabía aunque era joven. Sabía que no podría hacer nada de lo que deseaba. No había samuráis que lo salvaran, tampoco una familia que lo recibiera. Todo…
— Xiao, a partir de hoy te irás a la casa del señor Zhongli. El gobierno aceptó que te acogiera.
Apenas cuatro días del incidente, y dos del funeral, uno de los oficiales que lo salvó aquella noche entró al cuarto en donde lo tenían para avisarle eso. Parecía feliz. Xiao se sorprendió mucho. ¿Una casa de acogida?
Bueno, sí, así fue al principio. Pasaron siete meses antes de que Zhongli decidiera adoptarlo, y casi 9 meses después de juicios finalmente estaba en casa. Xiao había llegado a casa.
Nota de la autora
Gaby: *ofrece pañuelitos para limpiar lágrimas* Es un por si acaso uwu ¡Recuerden que Xiao es feliz ahora! Pero ahora, comprendemos mejor por lo que el personaje pasó. Será más feliz, les prometo que este y todos nuestros protagonistas en esta obra serán felices. ¡Acompáñenme a verlo!
