Capítulo 6
Spencer prefería que Derek no lo fuera a esperar a su casa, como le había dicho el chico que haría, así que habían quedado frente a la biblioteca, como siempre. El moreno llegó pedaleando su bicicleta, y Spencer suspiró al verlo.
-Hey Pretty Boy, ¿estás listo?
-Lo estoy -respondió recogiendo su propia bicicleta.
Les llevó unos diez minutos llegar a su destino, y aparcaron las bicis a un lado de la tienda.
-Ayer mi padre me dijo el nombre del hombre. Déjame hablar a mi ¿vale?
-Como quieras -murmuró Spencer.
Entraron en la tienda, y dieron un par de vueltas observando los artículos mientras el dueño terminaba de atender a un par de clientes. Luego los dos chicos se acercaron rápidamente a él.
-¿Señor Fox? Nos gustaría hacerle unas preguntas -Derek se enderezó y se aclaró la garganta, para intentar parecer más seguro de lo que se sentía.
-Por supuesto, chicos. ¿En qué puedo ayudaros? -respondió el hombre sonriendo amablemente.
-Verá, sabemos que el 27 de Junio de hace dos años discutió con Erin Strauss en la estación de tren, la misma tarde que desapareció. No estamos aquí para juzgarle, pero necesitamos saber qué pasó ese día.
-¿Os habéis vuelto locos? -miró de uno a otro, nervioso-. No sé quiénes os creéis para venir y acusar así…
-Es para un trabajo escolar -intervino rápidamente Spencer-. Estamos reconstruyendo sus pasos ese día, para el trabajo. Es sobre los asesinatos ocurridos en Allegheny en los últimos cincuenta años.
El hombre miró al chico flaco, que se subía con nerviosismo las gafas cada quince segundos, y suspiró profundamente.
-Está bien. Pero no quiero que mi nombre aparezca en ese puñetero trabajo ¿de acuerdo? La policía ya me interrogó por eso y no fue agradable. Yo no hice nada.
-Si, de acuerdo. Voy a grabarlo todo, sino le importa -el hombre asintió mientras Derek sacaba el móvil-. Entonces…vio a Erin Strauss en la estación, ¿de qué hablaron?
-La vi llegar a lo lejos, y cuando por fin se acercó, la llamé. Era mi psicóloga, y un par de días antes había estado en su consulta. Iba una vez a la semana. Discutimos porque se negaba a recetarme más pastillas. Tengo ansiedad, y de vez en cuando necesito pastillas, pero la doctora Strauss creía que estaba…abusando de su uso, y quería probar una temporada sin las pastillas. ¡Pero yo las necesitaba! -gritó, haciendo que los chicos se estremecieran-. Así que cuando la vi allí quería convencerla de que me las recetara de nuevo, pero sólo conseguí enfadarla más. Se fue bastante cabreada, y yo sin mis pastillas.
-¿Y esa fue la última vez que la vio?
-Así es. Alguien nos vio hablar allí, y la policía me interrogó después de ver las cámaras de la estación. Le dije exactamente lo mismo que a vosotros.
-Muchas gracias por su tiempo, señor Fox. Y no se preocupe, su confidencialidad está asegurada -le dijo Spencer antes de salir.
Derek le escribió un mensaje a JJ, haciéndole saber que habían terminado. Luego los chicos cogieron sus bicicletas y se alejaron del lugar.
JJ guardó su teléfono y fijó su mirada al frente. Una gran concentración de gente se agolpaba frente a la casa de Aaron Hotchner, el profesor de historia acusado de asesinar a Erin Strauss. En unos minutos estaba prevista su llegada, y la gente del pueblo no estaba de acuerdo con que volviera. JJ estaba segura que tenía más que ver conque la persona asesinada era la mujer del jefe de policía, no les importaba si el hombre era inocente o no.
Una conmoción entre la gente hizo que la chica prestara más atención. Un coche se estaba acercando y toda la gente allí congregada comenzó a gritar improperios contra el profesor, que salió rápidamente del coche con su pequeña maleta y corrió a refugiarse en casa. Antes de que pudiera hacerlo, le arrojaron una pequeña piedra que impactó en su espalda. JJ sintió ganas de llorar por el profesor. Sabía que no se merecía lo que le estaba pasando.
No podía seguir viendo cómo todo el pueblo seguía insultando y vejando al hombre, así que decidió irse a casa. Antes de irse, se fijó que en primer plano estaban David Rossi, su hija Emily e Ian Doyle, que salía con ella. Eran los que más gritaban e incitaban a la gente. No le extrañó nada.
Había pasado el resto del día vagando sola por ahí, recordando a su hermana, e inevitablemente, también a la señora Strauss. Necesitaba despejar la mente, y nada mejor que pasear por el pueblo a solas. Aunque sus pensamientos estuvieron ocupados por las dos personas que más le habían importado en el mundo. Le asustaba un poco pensar que su madre no estuviera incluida en ese apartado de su corazón. Pero aunque la quería, estaba completamente decepcionada con ella.
Llegaba a casa cuando vio a alguien en su jardín delantero. Se sorprendió muchísimo cuando reconoció a Emily Rossi. Se acercó con cautela.
-Emily…
-Tenemos que hablar, JJ -el tono de la chica era de enfado-. He oído lo que estás haciendo, tienes que dejarlo ya.
-No sé de qué me estás hablando.
-No te hagas la tonta conmigo, Jennifer. Deja de hacer preguntas sobre la muerte de mi madre, bastante doloroso es que su asesino haya vuelto para que una niñata ande metiendo el dedo en la llaga.
Mientras hablaba, Emily fue alzando la voz y acercándose a JJ, haciendo que la chica retrocediera. Luego, y antes de que pudiera responder, se dirigió rápidamente a su casa.
JJ se quedó petrificada, preguntándose qué había pasado. Hacía dos años que no hablaba con Emily, y las primeras palabras que cruzaban, ella le echaba en cara algo que para ella era importante. Entendía que tal vez que para Emily y su padre no tanto, pero no tenían derecho a decirle qué hacer o no hacer.
Saliendo de su estupefacción y entrando en casa, se preguntó cómo diablos los Rossi se habían enterado.
Continuará…
