Disclaimer:Twilight y sus personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, yo sólo juego con ellos.

Erasing the Bounds.

Capítulo 7

El amor estaba sobrevalorado.

El amor era más difícil ahora.

Antes era mucho más simple. Los novios tomaban té helado en el porche y era para siempre.

¿Por qué siempre se enamoraba de la persona incorrecta? Y no era esa cosa sobre la persona correcta en el momento equivocado. Simplemente era siempre la persona incorrecta en el momento incorrecto. La persona con la que nunca podría funcionar algo. En ningún momento.

Nunca.

La palabra le trepó por la mente como una araña. Jasper suspiró y se talló los ojos.

Rodó sobre su estómago y miró el despertador.

Eran las 11:34 de la noche. Debería irse a dormir ya. Debería aprovechar este día, mayormente libre que tuvo. Pero no podía. El insomnio se aparecía en los momentos equivocados. Al menos tenían algo en común.

Se quedó mirando a la nada. Las luces de la calle alumbraban ligeramente su habitación.

Un sonido lejano lo sacó de su ensoñación. Se concentró en él, tratando de descifrar si un loco había entrado al departamento o sólo había sido un gato corriendo por la escalera de emergencia.

Luego lo supo.

Era la cama de Bella y Edward.

Y estaba rechinando.

Maldición. Se puso la almohada sobre la cabeza y cerró los ojos.

La risa bajita de Bella traspasó la pared.

Trató de no escuchar el sonido. Se sentía mal escuchándolo. Se sentía incómodo pero no incómodo en el modo "que horror, estoy escuchando a mis amigos tener sexo", incómodo en el modo "mi mejor amigo y su novia, de quien estoy enamorándome, están cogiendo al otro lado de mi pared".

No supo en qué momento se quedó dormido.

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Encontrar cómo perder el tiempo le resultaba difícil a Rosalie. En especial cuando tenía tareas y una pila de libros que la esperaban en la mesa.

Suspiró y se levantó del sillón para ir hacia allá.

Entonces Bella llegó a casa.

—Hola—la saludó—traje galletas de McDonald's—anunció y cerró la puerta detrás de ella.

—Genial, dame una—Rosalie pescó la bolsa y la abrió.

— ¿Qué se te antoja para cenar?—preguntó Bella, mientras se lavaba las manos en la cocina.

—No lo sé. Hagamos spaghetti. Tengo que estudiar.

—Entonces lo hago yo—ofreció Bella.

Jasper apareció por el pasillo.

—Pedí una pizza—dijo.

—Oh, genial—dijo Rose—nadie cocina hoy—fue a sentarse al comedor y abrió el libro de Anatomía.

Le resultaba más fácil y divertido estudiar Anatomía con Emmett… o intentar hacerlo. Emmett comenzaría a acariciarle los hoyuelos de la cintura y luego los muslos. Y, una vez más, Rosalie no iba a saber de qué se iba a tratar la lección del día siguiente.

Jasper tomó una galleta. Traía una pelota roja de caucho en la otra mano. Comenzó a arrojarla hacia arriba y la atrapaba. Entonces el celular de Bella sonó.

Era Charlie.

—Hola, papá—contestó sonriente—genial, ¿tu?—la sonrisa se le borró de la cara un momento después—de acuerdo, me estás asustando… —Rose y Jasper la miraron—Si, claro…oh…oh por Dios… de acuerdo… pero… está bien—su voz temblaba—gracias, papá. De acuerdo. Hasta luego.

Colgó.

— ¿Qué ocurre?—preguntó Jasper.

—Algo malo—murmuró Bella, con voz seca.

— ¿Qué pasa, Bella?—Rose se acercó a ella. Al diablo Anatomía.

—Edward… ¿está aquí?—Bella hablaba como si fuera a vomitar, como si se hubiera intoxicado y estuviera a punto de desmayarse.

Rosalie le sujetó el brazo y puso otra mano en la espalda de Bella, ayudándola a equilibrarse.

—Está componiendo. Dijo que no lo molestara.

— ¿Puedes llamarlo? Oh, Dios—Bella se sobó la frente.

—Me acaba de golpear la frente con esta pelota por abrir la puerta y romper su inspiración—dijo Jasper, mostrando la pelota.

—Sólo llámalo, idiota—Rose lo empujó lejos.

—De acuerdo—dijo Jasper, luego corrió hacia el pasillo.

Bella fue a sentarse a la sala, Rosalie pisándole los talones.

—Bella, ¿qué ocurre?—demandó saber.

—Es Emmett—ella murmuró.

— ¿Emmett? ¿Qué?—Rosalie alzó las cejas.

Jasper abrió la puerta de la habitación de Bella. Edward estaba escribiendo algo en una libreta. Tenía su guitarra en una mano, estaba sentado en el piso, sobre un cojín.

—Oye, creo que tu novia está teniendo un ataque—Jasper le dijo, seguía sujetando el pomo de la puerta.

Edward lo miró, luego arrojó la guitarra a la cama y se paró de un salto.

— ¿Qué está pasando?—Edward caminó por el pasillo. Jasper se iba rascando la cabeza detrás de él.

—Es sobre Emmett.

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Estaban comiendo pizza cuando Emmett llegó.

Rosalie tenía la mirada perdida y mordisqueaba distraídamente la orilla de la única rebanada que había tomado.

Bella tenía el estómago revuelto y quería vomitar lo que había comido.

Edward estaba tirado a sus pies y tecleaba rápidamente en su teléfono.

Jasper ya iba por su quinta rebanada. Pero estaba callado.

La puerta se abrió.

— ¡Hola!—Emmett entró sonriente—cenaron sin mí, gracias.

Nadie respondió.

Emmett entró a la cocina y se lavó las manos. Luego fue al refrigerador y tomó una cerveza. La abrió. Dejó su chaqueta sobre la encimera.

—He tenido un buen día…—inició— me dieron un muffin gratis. Se había caído al suelo pero se veía bien.

Luego llegó a la sala.

—Vaya, parece que vieron un fantasma, ¿qué ocurre?

Se sentó junto a Rosalie.

— ¿Holaaa?—canturrreó. Tratando de llamar la atención.

Jasper dejó su comida a un lado y suspiró.

—Emmett, algo ocurrió.

Emmett borró su sonrisa.

— ¿Qué?

Edward se sentó. Colocó su espalda entre las piernas de Bella. Bella comenzó a rascarle el cabello.

—Emmett…—Rose inició. Pero no dijo nada más. Sus ojos se aguaron.

—Me están asustando—dijo él.

—Emmett…—siguió Rose, pero su voz se quebró—no puedo hacer esto—dijo y enterró su cara en sus manos.

Jasper se levantó de su lugar y se sentó sobre el reposabrazos del sofá, junto a Rose. La atrajo hacia él y Rose recostó su cabeza en el regazo.

— ¿Rose?—Emmett la llamó, alarmado. Estaba confundido.

—Emmett…—dijo Bella—Charlie llamó hace unas horas. Algo malo sucedió.

— ¿Está bien? Tu papá, es decir—tartamudeó.

—Sí, él está bien…—continuó ella. Su voz estaba ronca y hablaba muy lentamente—pero… encontraron a tu mamá.

Emmett puso cara de póker.

—Oh, ¿enserio? ¿Está bien?—respondió pero seguía confundido. Los miró a todos, pero nadie lo miraba a él. Sólo Bella.

—Emmett, ella… ella…—suspiró— ya no está aquí.

Emmett entendió.

—No— murmuró.

—Tu madre murió, Emmett. Lo siento—el nudo en su garganta apenas le permitía hablar. Las comisuras de la boca le estaban temblando.

Emmett lucía como un niño asustado. Comenzó a llorar.

Entonces Bella hizo lo mismo.

— ¿Cómo?—él preguntó, entre lágrimas.

—Estaba viviendo en Oregón. Unos meses atrás la arrestaron por conducir ebria así que sus huellas estaban en el sistema. Una vecina la encontró en su apartamento. La policía de Oregón llamó a Forks, entonces Charlie lo supo.

Emmett se limpió las lágrimas.

— ¿Cómo murió?

—Tuvo una sobredosis… de alguna medicina—Bella parpadeó y más lagrimas cayeron por sus mejillas. Había olvidado el nombre de las pastillas que Charlie le había mencionado.

Todos estaban en silencio. Las manecillas del reloj se escuchaban. Emmett estaba aturdido, los oídos le pitaban. Sentía las piernas pesadas. Seguramente su presión arterial estaba por los suelos.

—Te necesitan en Forks—Edward murmuró.

—Uhh…—dijo—de acuerdo. Iré a…—luego se levantó y se perdió por el pasillo.

Rose seguía llorando.

Edward se levantó y dejó la sala. Jasper se fue después de un rato.

—Rose… está bien—dijo Bella. La rubia alzó la vista y la miró—ven aquí—Bella la jaló y la abrazó.

— ¿Por qué tenía que ser él, Bella?—Rose susurró, llorosa—está completamente solo.

—Claro que no. Te tiene a ti. A nosotros.

—Pero…

—Tienes que ser fuerte, Rose. Emmett te necesita. Ahora ve, ve con él. Llamaré a Alice.

Rose se alejó y se sorbió la nariz.

Tomó una servilleta y dejó a Bella sola en la sala.

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Edward pagó por los boletos de avión. Emmett los necesitaba y en la madrugada se dirigían a Washington.

Alice intentó ir a Forks y quiso hablar con sus profesores para aplazar su presentación de moda pero Emmett se lo prohibió.

—Está bien, Alice—le dijo—no te preocupes. Siempre puedes darme un abrazo cuando te vea y además… seguro ya estará enterrada para cuando tú llegaras.

—Pero Emmett… puedo intentarlo.

—No vengas—le respondió él—está bien así. Gracias, te quiero.

Rosalie tenía razón.

Emmett estaba solo.

Su padre se había quitado la vida y ahora… al parecer su madre había hecho lo mismo.

Rosalie se durmió en su hombro y Jasper había llevado sus cartas pero Emmett no estaba de humor y jugó al Solitario durante todo el vuelo.

Bella y Edward ordenaron una manta y se durmieron. Él tuvo que usar una gorra, unos lentes y se cubrió la cara con la manta.

Edward rentó una camioneta y condujo hacia Forks.

Emmett estaba callado y Rosalie estaba pegada permanentemente a él.

Jasper intentó jugar a las cartas con Bella, pero Bella no sabía, así que se quedó dormido.

Charlie los estaba esperando en la morgue. Emmett tenía que identificar el cuerpo.

Emmett no quería hacerlo.

—Pero es obvio que es ella. Usted la conoce, Charlie.

—Lo sé, hijo, pero es un protocolo.

—Pero… no es necesario.

—Ellos pueden ir contigo.

Emmett se mordió el labio y luego aceptó.

—Puedo ir contigo, si quieres—le dijo Edward.

Después de todo, él también había encontrado al padre de Emmett.

—Si—Emmett dijo bajito.

Si era su madre. Estaba pálida y fría pero seguía siendo hermosa.

—Está bien, Emmett—le dijo Edward—estarás bien.

Emmett se encogió de hombros, mientras lloraba.

—Tienes que estarlo.

—Lo sé.

Entonces Emmett cayó sobre sus rodillas y apoyó su frente sobre la mesa fría de acero.

—Andando, Em—le dijo Edward, quien lo sostuvo por el brazo—vamos, amigo.

Emmett sacudió la cabeza. Sus orejas estaban rojas y miraba al piso. Edward se arrodilló junto a él.

—Sabes que estarás bien—le dijo—tienes que dejarlo ir.

—No puedo—sollozó.

—Emmett—Edward lo jaló.

Pero Emmett envolvió sus brazos en su cuello y se puso a llorar más fuerte.

— ¿Por qué lo hizo?

—Ella tenía sus razones.

—Y yo no era una de ellas.

—Deberías estar agradecido por eso. Vamos. No sirve de nada que estemos aquí.

Edward lo ayudó a levantarse.

Y esperaba poder ayudarlo con algo más.

Llovió mientras enterraban a Clarece. Carlisle y Esme llevaron flores. Los padres de Jasper se quedaron junto a él. Charlie estaba en silencio, con una mano en el bolsillo y con la otra sostenía su paraguas. Los padres de Alice estaban muy juntos.

La madre de Rosalie la había llamado, enojada, luego de que ella le dijera lo que había ocurrido. Lillian se molestó porque no le avisó con tiempo, pudo haber ido. Rosalie le dijo que ya no importaba y le colgó.

Todo fue muy rápido. Emmett no quiso un funeral. No era como si un montón de gente fuera a despedirse de su madre.

Emmett quitó algunas flores del ramo de su madre y las dejó a un lado, sobre la tumba de su padre.

Luego suspiró y caminó lejos de ahí, rumbo a la camioneta.

Esme les preparó la cena. Carlisle tenía que ir al hospital, así que ella comió en la cocina y los dejó solos en el comedor.

Jasper intentó animar el ambiente con sus cartas.

—Jasper, te juro que si vuelves a hablar sobre cartas te voy a golpear en la cara—le dijo Edward.

Jasper puso mala cara.

—Pero son divertidas. Mira…—y luego comenzó a repartirlas.

—Paso—Bella tomó su montón y lo deslizó por la mesa.

—Yo también—dijo Rose, tomó su plato y se fue.

—No las mataría ser un poco amigables—les dijo.

—A mí si—Rose le pegó en la nuca.

Los chicos se quedaron jugando hasta que se hizo muy tarde. Bella y Rosalie se fueron a dormir a la habitación de Edward.

—Vaya día de mierda, ¿no?—suspiró Rose, cuando se acostó.

— ¿Cómo se debe actuar alrededor de alguien que ha perdido a su madre?—preguntó Bella.

—No lo sé… creo que normal—Rosalie contestó—Dios, Emmett va a estar muy mal.

— ¿Lo crees? Es decir, su madre lo dejó. Se acostumbró a vivir sin ella.

—Espero que eso sea un beneficio incluido.

Se quedaron calladas un rato.

—No hablo con mi madre desde la graduación—dijo Bella.

Rosalie giró su cabeza y la miró. Frunció el ceño.

— ¿Por qué no?

Bella se encogió de hombros.

—Creo que no le agrado—arrugó la nariz—es complicado.

Rose volvió a mirar el techo.

—A veces aunque las personas estén vivas, parecen estar muertas—dijo.

— ¿Te duele?—agregó luego de un rato.

—Ya no—respondió Bella, mirándose las manos—es como la anestesia. Al principio puede doler, pero luego estás tan entumecida que ya no lo sientes.

—Bueno, yo metí a mi padre a la cárcel así que…

—Mierda. ¿Cuánto tiempo va a estar ahí?

—Un año—. Rose suspiró.

—Mierda.

—Lo sé.


Muchas gracias por sus comentarios (:

Díganme que piensan sobre esto. Les prometo que toda tragedia será recompensada (;

Nos leemos el domingo.