Las vacaciones pasaron y los pasillos de Hogwarts volvieron a llenarse de alumnos.

La primera noche de guardia, Theo y Astoria pasearon por los pasillos vacíos sin toparse con nadie. Para sorpresa de Nott, ni siquiera Draco.

— ¿Qué tal las vacaciones? —preguntó Astoria después de que comprobaran que el pasillo del séptimo piso estaba vacío.

— Extrañas. La madre de Blaise apenas se ha dejado ver, así que hemos estado los dos solos casi todo el tiempo.

Astoria continuó caminando, mirando las puntas de sus zapatos entre los pliegues de la túnica.

— ¿Te ha contado Daphne?

La mirada de Nott se endureció al escuchar el nombre de su hermana.

— Ya me había contado Pansy, pero sí.

Sus padres no habían perdido el tiempo y habían dedicado las vacaciones escolares a promover distintas reuniones sociales.

— Ella se siente como en una subasta —murmuró Astoria.

— Pansy nos contó que sus padres han hecho lo mismo. Las dos son buenas candidatas ahora mismo, van a estar muy solicitadas —contestó, intentando que su voz sonara muy neutra, pero sin acabar de conseguirlo.

Los dos apretaron los labios con frustración, un gesto idéntico que habían copiado seguramente de la señora Greengrass.

— ¿Has pensado qué vas a hacer al acabar la escuela?

Asintió, despacio.

— Necesito un trabajo para poder pagar un abogado que me ayude a recuperar algo, el ministerio se está saltando la ley impunemente.

Lo sabía, Malfoy le había dicho lo mismo tres dias antes y habían estado investigando en la biblioteca. Había escrito además al abogado de su familia, para que le asesorara, pero imaginaba que Nott aún no sabía nada.

— ¿Y en que vas a trabajar?

— Trabajos no cualificados.

Era una conversación totalmente fuera de lugar entre sangrepuras, jamas en la vida un Nott habría trabajado para vivir, con sus propias manos.

— Quizá pueda ayudar con eso.

Le miró con una ceja alzada.

— Potter. El famoso proyecto secreto de Harry.

— Creo que no te sigo.

Suspiró fuerte y se sujetó de su brazo para poder hablar bajo.

— Harry está creando una fundación para ayudar a víctimas de la guerra. Sin importar el bando.

Nott levantó la otra ceja, pasó de interrogante a sorprendido.

— ¿Por qué?

— Porque la guerra dejó víctimas en los dos bandos y el ministerio no está haciendo apenas nada por ellas.

Se rascó la frente, perplejo.

— ¿Y tú que pintas en esta historia?

— Les ayudo en lo que puedo.

— Vaya…

— ¿Te importa que lo comente con él? Está en contacto con los grupos de voluntarios que están ayudando ahora, quizá entre todos…

Nott dobló su largo cuerpo y le abrazó. Así, de repente.

— Creo que la última vez que me abrazaste tenía siete años — murmuró.

Una risa grave sonó en su oído antes de que Theo se separara y le dedicara una sonrisa nostálgica.

— Te habías caído de un árbol, me diste un susto de muerte.

— Espero que ahora no me abraces porque te he asustado.

Volvió a caminar, ofreciéndole el brazo como el caballero que era.

— Eres fantástica, Tori —le dijo con una sonrisa más brillante—. Alguien será un día muy afortunado.

Conforme avanzaba el trimestre, comenzó a pasar más y más tiempo con Harry y los demás. Estaba cómoda, sentía que su voz era escuchada y se le tomaba en serio por sus ideas, no por su apellido.

Empezó a interesarle el derecho. La ley mágica era muy compleja, pero había un atractivo innegable en el reto de leerla e interpretarla. Y eso era lo que hacía que su camino en la biblioteca se cruzara a menudo con Malfoy. Él era el otro alumno interesado en las leyes que volvía loca a la bibliotecaria. La señora Pince resoplaba en que uno de los dos se acercaba a su escritorio.

Desde la vuelta de vacaciones, ese era su único contacto con Malfoy. Iban a las mismas clases, se sentaban a la misma mesa, coincidían en la sala común, pero no hablaban. Al menos había dejado de andar por el castillo de noche.

Estaba en la biblioteca, una tarde de final de enero. Harry y ella estaban solos, acabando de hacer un trabajo de DCAO. Trabajaban bien juntos, ella era buena en Pociones y Transformaciones, él en Encantamientos y DCAO. Ya había escuchado insinuaciones de que había algo entre ella y el Gryffindor, en el colegio los chismes corrían rápido y en ese momento había además una revolución hormonal importante, parecía que de repente todo el mundo había recordado que estaban vivos y eran adolescentes.

Aún sabiendo que el rumor circulaba por ahí, le sorprendió. Se levantó para ir a por un libro, y al doblar la esquina de un pasillo chocó con alguien. Igual que un mes antes, Malfoy agachó la cabeza y paso de largo, sin disculparse. E igual que un mes antes, ella lo siguió enfadada hasta la mesa, para reprocharle en susurros.

— ¿Lo de disculparte no está entre tus costumbres, no?

Ni siquiera levantó la mirada, se limitó contestar en otro susurro.

— Yo no hablo con traidoras a la sangre. Vuelve con tu novio y déjame en paz.

Para ser un susurro, estaba lleno de inquina. Apretó los puños, hasta clavarse las uñas en las palmas. Respiró hondo, porque estaba muy cerca de partirle la cara al idiota. Al final, se limitó a poner su mano abierta sobre su pergamino para conseguir su atención, y se agachó para hablarle al oído.

— Yo seré una traidora, pero tú eres un desgraciado. Vete al infierno, Malfoy, parece que es el único sitio donde eres feliz.

Y dio media vuelta, volviendo a su mesa. Harry la miró interrogante cuando se sentó junto a él de nuevo, las manos temblándole aún de ira.

— ¿Qué ha pasado? —le preguntó, preocupado.

— Malfoy.

Potter miró la tensa espalda del rubio.

— Está celoso.

Lo miró sorprendida.

— Te mira mucho. Y cuando estás a solas conmigo se sienta siempre de espaldas, pero lo he visto alguna vez girarse.

Negó con la cabeza. ¿Celoso? ¿Malfoy?

— Créeme, Tori.

— Estas vacaciones pareció que se abría. Y ahora me ha llamado traidora a la sangre —contestó, mirando su mano temblar en su regazo.

— Bueno, bienvenida oficialmente a nuestro grupo, de eso tenemos mucho por aquí —le contestó con una sonrisa y un guiño, volviendo a tomar su pluma.

Era encantador, no debía ser difícil enamorarse de Harry. Su vida sería mucho más fácil seguramente. Pero no, su terquedad prevalecía y ahí estaba, una mínima llamita, alimentada por los recuerdos de una cena y un beso no correspondido.

Volvió a mirar la espalda del rubio. No estaba escribiendo, parecía ligeramente inclinado hacia delante, seguramente leía. ¿Celos? ¿Era posible? Bueno, lo de "tu novio" igual sí había sonado un poco a celos. Cerró los ojos un momento con fuerza, respiró hondo y tomó la pluma para seguir con el trabajo. Entender a Malfoy en ese momento estaba fuera de sus posibilidades.


El monstruo de los celos acecha... y menudo genio gasta aquí mi amiga.

Ya sé que os estáis preguntado por el papel de Harry en esta historia... de momento va a ser el amigo encantador, muy encantador.

¡Hasta el lunes!