Todo sigue sucediendo en el Louvre, las sorpresas no paran de llegar. Y así como los nazis recibieron sus mensajes secretos, la Resistance también se las ingenió para comunicarse mediante códigos, en caso de estar siendo vigilados. ¡Todo eso al desayuno! ¡GRACIAS POR LEER!
Este fic es un Spin – Off del fic "DESTINO" de Abby Lockhart y cuento con su autorización para escribir esto (de hecho, ella me animó a hacerlo). Les recomiendo su lectura.
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"ENTRE DOS SIGLOS"
CAPÍTULO VII: Mensajes del Futuro
Palacio del Louvre. Jardines
Más tarde esa noche.
La reunión entre Marie y su hermano había sido encantadora, aunque el pequeñajo no se salvó del regaño. La Delfina, pese a que la estaban cosiendo de nuevo, no dudó en abrazar con fuerza a Philipe como si temiese que fuera a desaparecer. Nadie la culpaba, realmente había pasado un susto de muerte con la captura de su hermano y en verdad temió que se lo devolvieran por partes, tal como Dönitz había amenazado en su momento. ¡Bastardo malparido! En verdad había sufrido demasiado poco antes de morir, pero nada que hacer al respecto.
¡Pobrecito Philipe! Una vez que Marie se aseguró que estuviera entero, le había cantado las cuarenta nada más de la preocupación, y dejado sin postre una semana entera, para horror del muchacho, pero la delfina no dio pie atrás. De nuevo, nadie la culpaba: Philipe Auguste Louis, príncipe de Francia y duque de Orleans, era probablemente el único pariente directo que le quedaba vivo a la delfina, pues del destino del rey Maximilian y su esposa Antonieta no se sabía casi nada… excepto que estaban presos en Dachau.
—Lo que ya de por sí es como si estuvieran muertos.
Liiri se había detenido junto a una fuente en el jardín para observar el cielo. La noche estaba despejada, muy fría, pero no había luna, lo que le permitía ver las estrellas como nunca soñó que lo haría. Disfrutaba del momento, siempre muy pendiente de sus alrededores, pero con la molesta noción que no estaba muy alerta. No había podido salir esa tarde a recorrer París como le hubiera gustado: los asaltantes de esa mañana habían quedado todos vivos y hubo que interrogarlos, por lo que forzosamente tuvo que mantenerse cerca.
Originalmente ella iba a estar presente, pero Plagg se había negado rotundamente a ello, incluso sacándola de la habitación. No pudo entrar a los interrogatorios, pero sí debió quedarse cerca para poder analizar la información que dieron, lo que les dio esperanzas y angustias a partes iguales. Eso sí, entró a una habitación adyacente y pegó el oído a la pared para tratar de escuchar de primera mano el interrogatorio. De ese modo supo que había una forma de regresar a 1943, y los nazis podrían optar a ello. ¡Tan solo tenía que adivinar el cómo y podrían aprovechar la oportunidad! Solo necesitaba recabar más información y… bueno, lo trágico había sido que a mitad del interrogatorio, justo cuando más necesitaba su concentración para poder discernir los ruidos que venían del otro lado de la pared, aparecieron Luka y Sass y hasta ahí llegó su atención.
—¿Qué demonios pasa conmigo?
Liiri no lo comprendía. Se había prometido a sí misma que no se interesaría por nadie y hasta ese momento así había sido, incluso ya había rechazado a un par de galanes, pero ahí la tenían. ¡Mírenla nada más! ¡Alterándose como colegiala inexperta por culpa de Alatriste!
—Bueno… todos aquí estamos experimentando situaciones muy raras —pensó Liiri mientras veía las estrellas reflejadas en el agua— Donde todos encontraron a sus ancestros, yo… yo… ¡Aish!
Es que pensar en Sass la tenía mal y al mismo tiempo bien. De hecho, le encantaba lo que el hombre la hacía sentir con su mera presencia. Apenas habían pasado menos de una semana. ¡¿Cómo era eso posible?! Los enamoramientos así de rápido solo estaban en los libros. ¡Y todos ellos eran trágicos! Como en la obra de Romeo y Julieta, que en tres días hubo como 6 muertos por causa de la relación de ese par de pubertos hormonales. ¡Se supone que ella era mucho más madura! Tenía más criterio que andar fijándose en hombres guapos, que exudaban sex appeal y que por lo bajo era mayores que ella por unos 400 años, como Sass.
¡Y encima a sus ovarios parecía importarles gorro! Se alteraban no más de verlo y sus neuronas se congelaban. ¡¿Acaso estaría enferma?!
—Desde antes de la guerra que no me sentía así, con la cabeza tan liviana. —Liiri no sabía si esto era bueno o malo, ni cómo manejarlo— pero… ¿qué pasaría…?
La oportunidad de regresar era mínima, pero existía, y seguramente reunirían la información para saber cómo volver. ¿Qué pasaría si cedía un poquito y se permitía, aunque fuese lo mínimo, de encantarse con alguien? De coquetear, de ilusionarse. ¿O sería muy peligroso? Los asuntos del corazón no eran para ser tomados a la ligera, pero no tendría que involucrar a nadie, pero…
—Eso es una quimera. —dijo en voz alta— Los asuntos del corazón siempre involucran a dos personas… y si sigo ese camino voy a terminar llorando. Mejor no
No podía darse el lujo de enamorarse de nadie. Ni siquiera permitirse sentir algo por alguien. Eso era una tragedia inminente, nunca podría concretar nada. Por más que le doliera, a lo único que podía aspirar era a la soledad.
—No lo sé. Que la noche está fría sí, pero ¿A qué quimera se refiere?
¡Inglés condenado! ¡¿Tenía que tener una voz tan sexy?! ¡Hasta se le habían revuelto las tripas al oírlo y la sonrisa casi le partió el rostro en dos!
—Maese Sass. Buenas noches.
—Miss Chastain —Sass asintió a manera de saludo— Se va a resfriar como siga aquí. Está muy expuesta y hace frío. —el hombre ladeó la cabeza, curioso, y aun en la oscuridad pudo ver esa expresión— Está temblando.
—Me he pasado el año entera más encerrada que al aire libre. —respondió Liiri con nostalgia, mirando al cielo y ajustando unos cabellos sueltos detrás de su oreja— Si me van a matar, al menos que sea respirando aire fresco.
Sass se quedó callado unos momentos y observó a la chica con calma, mientras ajustaba su capote, pensando seriamente en quitárselo para ponérselo a la mujer sobre los hombros. Era más bajita que él, y miraba al cielo con los ojos azores muy alertas. Aun de noche y a la débil luz de las estrellas podía notar lo transparentes que eran, incluso ver el cansado dolor que llevaban, pero… eran ojos que se encendían al más mínimo de alegría.
¡¿Qué diantres estaba pasando con él?! ¿Acaso nunca había visto a una mujer a los ojos? Esta chiquilla era grosera, vulgar, muy coqueta y por lo menos 400 años más joven que él. ¡Eso tenía que ser ilegal en alguna parte de la realidad! Y no es que le gustara, para nada, solo le llamaba la atención y bueno, la curiosidad y… se manejaba bien con un cuchillo y los escondía de alguna manera entre sus ropas y…
Bueno. Sí. Le gustaba. Tenía un no sé qué que lo hacía hinchar el pecho de expectación.
Ouh. ¡Ese vestido le quedaba muy bien! Lo mismo ese color celeste y dorado. Quizás le quedaría mejor con el cabello suelto, pero así estaba muy guapa.
—¡Con un demonio, Sass! ¡Gobiérnate! —se regañó a sí mismo— Ahem. ¿Así que tomando aire?
—Sí. Está fresco y huele a libertad. ¿Atendiendo asuntos del Secret du Roi?
—Shhhhh. —Sass la miró indignado, con un galante gesto— En silencio, pequeña.
—Oh, pequeña nunca. —lo corrigió Liiri con coquetería— ¿Acaso me considera un peligro?
—Ciertamente ha probado ser una mujer de armas tomar, miss. —el hombre la rodeó sin dejar de mirarla— Pero creo que puedo manejaros.
—Ah. No me desafíe, maese Sass. —Liiri detuvo al inglés, poniendo sus dedos sobre el pecho del hombre— no sabe de lo que soy capaz.
—Me gustaría verlo. Soy rápido adaptándome. —El hombre sonrió de costado, incluso teniendo el descaro de intentar apartarle algunos cabellos, pero se lo pensó mejor y reprimió el impulso— En serio debería retirarse a sus habitaciones. Es tarde.
—No puedo dormir. No me siento segura —confesó Liiri— Y quería aire fresco.
—Está probablemente en el lugar más seguro de toda Francia.
—¿Es eso en serio?
Liiri ladeó la cabeza y comenzó a caminar alrededor de la fuente, siendo seguida por Sass de cerca. Giró sobre sus talones para enfrentarlo, pero continuó caminando esta vez de espaldas, con la mirada fija en el inglés.
—¿En serio no se siente a salvo, miss? Está bien cuidada, nada le pasará.
—La última persona que me aseguró eso resultó muerta.
—Oh. Lástima.
Sass siguió caminando, sin dejar de mirar a Liiri a los ojos, quien pronto se dio la vuelta y comenzó a caminar normalmente. Dio un giro completo a la fuente antes de ubicarse junto a él. Se quedaron mirando largo rato sin decir nada hasta que de pronto Sass le ofreció el brazo.
—La acompañaré a su cuarto, miss. Así llega segura.
—Hasta el corredor.
—¿Huh?
—Perdonará mi insolencia, maese Sass, porque entiendo su amabilidad, pero… —Liiri le sonrió con coquetería— No puedo permitir que me vean cerca de mi cuarto con un hombre extraño. Le pueden ir con cuentos a su esposa y quizás hablar mal de mi…
—Oh, totalmente comprensible, miss. —Sass se sonrió divertido— Pero no se preocupe, no hay madame Sanders todavía: no le van a recriminar ir del brazo del marido de otra.
—¿Nunca ha habido una madame Sanders?
—No. ¿Hay un monsieur Chastain?
—Tampoco. Nunca he cambiado apellido.
El silencio volvió a instalarse entre ambos, al menos por un rato, cuando ambos alzaron las cejas como cayendo en cuenta de algo que le causó gracia a ambos. Sass carraspeó y Liiri apartó la mirada al suelo.
—Creí que el tema de las parejas había quedado zanjado cuando nos conocimos miss.
—Acabo de caer en cuenta de lo mismo.
—Aún así me volvéis a preguntar lo mismo. ¿Cuál es el interés? —Sass le sonrió con picardía— ¿Seguís tratando de llamar la atención de un ex pirata como yo?
—Tal vez. No le veo lo malo. ¿Os ofende mi atención?
—No, para nada. Me honra, miss. Lo que sí, no puedo evitar pensar algo. —Sass tomó aire y dio un paso hacia ella, acortando la distancia— Siendo tan hermosa, ¿Cómo es que nadie ha querido quedarse con usted?
—Podría preguntarle lo mismo.
—Conversación para otro momento. —Sass tuvo que aguantar la respiración cuando Liiri lo tomó finalmente del brazo y comenzaron a caminar— La dejaré en el corredor.
—Ya sé, maese Sass. —Liiri suspiró soñadora— Hasta puede que logre dormir esta noche.
La pareja continuó la marcha en silencio hasta el interior del castillo sin mayores comentarios. No caminaron rápido, en lo más mínimo, solo querían disfrutar la presencia del otro. Sass notó que la chica tenía escalofríos, así como Liiri notó que el inglés era tibiecito. Reprimieron el impulso de abrazarse, en aras de una buena convivencia. Cuando se separaron, despidiéndose solo con las miradas, y Liiri se hubo encerrado en su cuarto, supo que estaba perdida. No le había sido fácil soltarse del hombre, al punto que hasta había dolido dejarlo ir. Se puso una mano en el corazón, intentando sosegarlo.
—Válgame… ¡¿Acaso me enamoré?! —se preguntó Liiri con susto— ¿Y ahora como le voy a hacer?
En el corredor, Sass se había quedado mirando en dirección de Liiri hasta que desapareció en su habitación. Y no se movió en un buen rato, hasta que se obligó a hacer. Se hacía preguntas similares, aunque él no era tan optimista como ella al respecto. Más bien se preguntaba qué extraño magnetismo tenía esa mujer sobre él y porqué sentía tanto interés por ella. No quiso y se negó rotundamente a pensar en la posibilidad de sentimientos más etéreos o importantes, aunque no podía evitar que bien hubiera pasado la noche entera con ella y más allá.
Sass pasó de largo dispuesto a retirarse por la noche a seguir pensando y no reparó en Plagg, quien se paseaba meciendo a Lucien por el corredor y observó bastante divertido a la pareja ni bien habían entrado a esa ala del Louvre. A diferencia de Sass, no digamos que le fue muy difícil llegar a conclusiones.
—¿Qué dices cachorro? —le preguntó a Lucien mientras lo mecía— ¿Le contamos el chisme a tu maman?
—¡Agú!
—¡Así me gusta, cachorro! Vamos pues…
Sótano de "La Cola del Gallo". París.
Medianoche.
Bichoffhaussen tenía la vista pegada en el techo. La Cola del Gallo era una taberna muy concurrida en el centro de París, propiedad de uno de los partidarios de tal Bourgeois. Aquél local tenía un tamaño respetable y su bodega era bastante privada, cómoda y seca. Evidentemente no cumplía el rol de almacenar el inventario de la taberna, sino todo lo contrario: era una amplia sala de reuniones.
Ahora la estaban utilizando como cuartel provisorio. Chloé Bourgeois, irritante como ninguna, había conseguido que los refugiaran ahí y había sido un perfecto lugar para planear las siguientes movidas.
—¿Hay nuevas comunicaciones con 1943? Quiero ver mi reporte, Heiden.
—Insisten en las instrucciones dadas, señor. La delfina y su hermano deben morir. O los reyes en su defecto. De lo contrario no nos regresarán. —Heiden le pasó un papel— Las contraseñas para mañana.
—Bien. —Bichoffhaussen procedió a destruir el papel antes de llevarse las manos a la espalda— Por como lo veo, todavía no saben cómo llevarnos de regreso a 1943, por eso el trato. ¿Mi reporte?
Heiden carraspeó. Había asumido el rol de oficial de inteligencia y por ello había seguido a los infiltrados, tratando de obtener toda la información que pudiera y por fortuna la incursión de la tarde anterior al Louvre había sido muy fructífera. Los rebeldes estaban a ciegas y no habían tenido contacto con la Resistance en 1943, la Daga de Francia seguía bajo la protección real, al igual que el resto de sus camaradas, y que no solo ella y su hermano se habían encontrado con sus ancestros, sino también los demás, excepto Liiri Chastain y el Gorila. Ellos tenían la ventaja de la tecnología a su favor, pero los rebeldes contaban con la protección de Francia.
—Será difícil, pero si lo conseguimos, será una victoria digna del recuerdo. ¡Hasta puede que cambiemos la historia!
—No cantes victoria, Heiden. No tenemos idea de cuáles serán los efectos de nuestra estadía aquí. Pueden favorecernos o perjudicarnos. —Bichoffhaussen suspiró apesadumbrado— ¿Cuántas bajas?
—Ninguna. Tengo razones de peso para creer que los nuestros están vivos y prisioneros. —Heiden irguió la espalda— Aunque…
—¿Aunque…?
—Uno de nuestros soldados llevaba un radio con él. Tengo la certeza que el duque de Orleans tiene el aparato.
—Dudo que el muchacho sepa qué hacer con él…
—En efecto, pero Allan Lombard es un criptógrafo bastante competente. Y así como los nuestros se comunicaron con nosotros, la Resistance puede comunicarse también… —Heiden entrecerró los ojos— Black Cat ha sido visto en el París de 1943 y sabe que Henri von Fersen también ha estado metiendo presión a los nuestros.
—¿Y qué estás esperando?
—¿Señor?
—¡Ve a recuperar el radio!
—¡Señor!
Heiden se cuadró haciendo golpear sus talones, acatando la orden. Bichoffhaussen hizo una seña con la cabeza y procedió a retirarse una vez que su subalterno hubo desaparecido. Honestamente dudaba que la Resistance se comunicara con sus elementos extraviados, pero ya se habían visto muertos cargando ataúdes. Mejor prevenir.
Además en su informe a sus superiores se iba a ver mucho mejor decir que "había tomado medidas al respecto" que "no hice nada para resolver la cuestión".
A ver qué sorpresas le traía el día.
Palacio del Louvre. Comedores.
Mañana siguiente.
Amelie apenas estaba aguantando las carcajadas: Marie Juliette era igual de mula terca como su difunto esposo, el anterior Rey, y encima tenía la misma predisposición de Félix para enfrentar los desafíos. Y sin embargo también la rodeaba un aura gentil y fuerte, como la que veía en Aurore. ¡Vaya que la sangre tiraba fuerte! Incluso 400 años después.
—Mira eso Tikki. —comentó la reina madre— En mi familia hay más mulas que nunca.
—Y en la mía hay gente muy aprensiva —suspiró Tikki divertida, señalando a su descendiente. Amelie hizo un gesto curioso.
—Ciertamente Allan es muy aprensivo, pero Plagg es bastante relajado al punto del descaro. No es aprensivo para nada.
—Pensaba en mi madre, alteza. —se apresuró en responder Tikki con calma— Sus nervios la atormentaron toda la vida. ¡Allan me recuerda mucho a ella! Solo espero que haya heredado algo del carácter de Plagg…
—Por lo visto sí. Si hay algo que me han probado estos viajeros en el tiempo, es que los lazos familiares resuenan con fuerza incluso a través de las épocas. Es cosa que observemos.
Tikki asintió con educación y volvió su mirada a la delfina de Francia. Porque ahí estaba Marie, vestida y de pie por obra y gracia de la porfía cuando debería estar haciendo justo reposo por sus heridas. Entendía bien esa disposición: como delfina de Francia en una situación de guerra, sobre todo en el caso de Marie, quien estaba liderando todo un movimiento de rebeldía, no podía dar ni el menor atisbo de debilidad. Eso era admirable y tonto al mismo tiempo.
—Madame Royale debió dejar que le llevaran el desayuno a la cama. ¿Es que no ve que sigue herida? —reclamó Allan, quien llevaba a Marie del brazo— ¡La atravesaron de lado a lado y usted…!
—Si fuera más grave, no me habría podido levantar, profesor. ¡Pudiendo caminar lo haré! —Marie suspiró mientras miraba a la mesa, reparando en una bandeja en específico, que la hizo sentir como niña en confitería— ¡Hay pastelitos de miel!
—Ah sí, un verdadero desayuno real del 1600. —sonrió Allan tranquilo— Pienso en un par de colegas de la facultad de Historia que estarían flipando en colores. —el hombre sonrió burlón al ver el interés de la princesa en los pastelitos mencionados— Cierto, miel. Su talón de Aquiles madame.
—Puede que no sea la misma receta… pero ¡Pastelitos de miel!
Marie sonrió, forzándose a erguir la espalda. Su herida dolía mucho, pero estaba bien tratada y ella se sentía con el ánimo de caminar. Obviamente no iba a salir corriendo ni a escalar nada, pero era demasiado inquieta como para quedarse estática tanto rato sin hacer nada. Philipe se le aferró de pronto a sus faldas… porque sí, Marie estaba vestida a la usanza de 1589, con un vestido magenta que en sí parecía una obra de arte y no con sus ropas normales.
—¡Hay quiches, Marie! —exclamó emocionado el Duque—. Frutas, leche fresca y té…
—¡No te vayas a poner a comer como huérfano hambreado, Philipe! ¡Recuerda tus modales! —le advirtió Marie con cariño— Aunque no te voy a juzgar si lo haces… ¡Todo se ve muy apetitoso! — añadió mirando de reojo hacia los pastelitos de miel.
—Todos estamos hambreados…
—No hay café… —Se lamentó Marie bajando los hombros— ¡Con lo antojada que estoy!
—Jejejeje, lo siento madame. —rió Allan entre dientes— El café apenas debe haber llegado a los venecianos a estas alturas… o puede que falten algunos años. Y de ahí a que llegue a París.
—¿Café? —les preguntó de pronto Adrien— ¿Se refieren a una bebida caliente, amarga y de color negro?
—¿La conoces, Adrien? —preguntó Marinette, quien lo sujetaba del brazo, al tiempo que Marie y Allan asentían afirmativamente.
—Sí. La probé hace un año o dos en Venecia. Me la ofreció un veneciano chiflado una noche que necesitaba estar más alerta de lo normal. —Adrien rió travieso— Me tuvo despierto todo el día. Es bien amargo, pero calienta el cuerpo y lo pone alerta. Es muy reconfortante.
—No me habías contado. Me gustaría probarla alguna vez. —Marinette sonrió e hizo una venia, sonriéndole a la princesa— ¿Cómo se siente madame? ¿No debería guardar más reposo?
—Bastante mejor. Si me quedo en cama, me volvería loca.
—Jejejeje, eres igual que Félix en ese sentido. —se rió Adrien con toda la confianza— Pero es bueno que tenga el ánimo de ponerse de pie.
—Debería tomárselo con más cuidado. —rezongó Allan.
—En efecto, pero ya se vio que Madame no lo va a consentir. —bromeó Adrien de buen ánimo, señalando la mesa.
Marie asintió muy relajada. Le hubiera gustado decir que se sentía como si una estampida le hubiera pasado por encima, pero recordó sus modales en el último momento. Se sentía algo perdida y al mismo tiempo en casa, aunque ella hubiera preferido que la corte ya hubiera estado instalada en Versalles (lo que no iba a pasar en un buen tiempo más), pero bueno.
—¿Marqués de Agreste? —preguntó de pronto Marie— ¿Dónde llevaron ayer a quienes nos atacaron? Quisiera hablar al menos con los soldados nazis.
—Ellos están en La Bastilla. —intervino de pronto el Rey, adelantándose a la respuesta de Adrien— los de nuestra época fueron a la prisión de Saint Lazare. Pero no pida que la lleven a estos antros, madame. Lo prohíbo.
Al ver al Rey con Aurore del brazo, todos, incluso Marie, hicieron la reverencia indicada por el protocolo.
—Su alteza tendrá que disculpar mi insistencia, pero necesito saber…
—… que La Bastilla es una prisión y la humedad atrae enfermedades sobre las heridas abiertas. No es muy salubre. —atajó Aurore con súbita autoridad— Hazle juicio al rey, madame y espera unos días, cuando estés más restablecida.
—Ya no tenemos sulfamida, madame. —dijo Allan cuando vio que Marie comenzaba a pensar en un contra argumento— Para empezar no teníamos mucha, y la usamos toda en vos y en el Rey.
Marie suspiró. Se había aferrado a la idea de ir a interrogar personalmente a los nazis ni bien pudiera, pero por lo visto llevaba las de perder. Sabía elegir sus batallas y esta sin duda no la iba a ganar. ¡Ni modo! Ya se las rebuscaría por otro lado: hablaría con Liiri y Bridgette, quizás a ellas se les ocurría alguna idea de cómo salir a escondidas del Louvre e infiltrar la Bastilla y…
—¡Cierto que La Bastilla está todavía en pie! —exclamó sorprendida la princesa.
—Y bastante estable. —dijo Adrien— Ese edificio va a durar una eternidad.
—Err… pues…
El característico rugido de un estómago con hambre se escuchó con mucha claridad. Marie tuvo un tic en un ojo y, como todos los presentes, bajó la mirada al duque de Orleans, que hasta ese momento se había mantenido calladito.
—¡¿Philipe?!
—¡Tengo hambre! —exclamó el muchacho avergonzado— no lo pude evitar… ¡Lo siento!
—Ah, todo un pequeñajo en crecimiento. —sonrió Félix divertido—
—Entonces vamos a desayunar —dijo Aurore con una sonrisa— Luego se ocupan de otros asuntos, primero a restablecer energías. ¿Majestad?
Félix intercambió una astuta y dulce mirada con Aurore antes de indicar que era momento de desayunar. Uno a uno los presentes comenzaron a ocupar sus asientos, disponiéndose de acuerdo con un protocolo que solo entendían quienes vivían en la corte del Louvre. Pese a la presencia de Tikki, ni Plagg ni Lucien estaban ahí, pero como nadie preguntó por ellos, Allan supuso que debía haber una muy buena razón. Lo que sí le pareció extraño fue otra cosa… sabía que el Gorila y Sebastián se encontraban en París, el uno buscando información en compañía de los agentes de Luka y el otro buscando suministros en las farmacias locales acompañado de Marc y Nathaniel, pero…
—¿Alguien ha visto a Bridgette y Liiri? No las veo desde anoche…
—Las vi a las dos esta mañana en las cocinas. —admitió Adrien— bastante temprano.
—Se quedaron hasta tarde haciéndome compañía. —dijo Marie con calma— al menos Bridgette, pues Liiri se retiró pronto: dijo que quería tomar aire fresco —la expresión de la princesa se tornó pensativa— Algo le pasa, tendré que preguntarle luego…
Tikki escondió una sonrisa cómplice. Plagg le había contado lo que había visto durante la noche anterior.
—Liiri fue a la armería. O dijo que intentaría llegar hasta allá. —respondió Philipe— Quería recuperar las armas de fuego. No me dejó acompañarla.
—Ciertamente: me pidió permiso esta mañana cuando cruzamos caminos —dijo Félix muy casual— Curioso que una mujer exprese tanto interés en armas.
—La guerra obliga… Liiri es nuestro mejor efectivo de inteligencia. —dijo Allan muy serio— Y sabe bastante de armas.
—¡Esa es la Liiri que recuerdo! Me alivia que esté buscando armas… —Marie entrecerró los ojos— La noto muy extraña, ¡algo le pasa!, nunca la había visto sonreír para sí misma tanto. Estoy consternada…
—¿Consternada? Pfff. Entonces pregúntale qué le pidió al inglés ese ni bien lo vio.
—¿Maese Sass? —preguntó Philipe— Nos salvó de un caballo desbocado.
—Liiri les tiene terror a los caballos…
Marie abrió los ojos con perplejidad. ¿Qué había pasado exactamente en las horas en las que había estado inconsciente? Por lo visto iba a tener que sentarse con Bridgette y Liiri para preguntarles más a fondo. Y a todo esto nadie le había dicho nada donde estaba su futura prima más allá de decirle que la habían visto en las cocinas esa mañana (lo que por cierto no le sorprendía). Tenía la molesta sensación que le estaban ocultando información.
¡Hablando de la reina de Roma! En ese momento un tropel de pasos hizo irrupción en el comedor con Bridgette a la cabeza. Se notó su evidente cojera, pero determinación en el rostro. La seguían Kagami y Longg, con cara de circunstancias, y todos ellos hicieron una reverencia educada acorde a la situación: estaban, después de todo, en presencia de los reyes.
—Majestades, tendrán que disculpar mi atolondramiento, pero es urgente. —se disculpó Bridgette.
—¿Sucede algo?
Todas las miradas se dirigieron a las manos de Bridgette: el radio que el día anterior le había quitado Philipe a uno de los nazis emitía sonidos insistentes. Allan reconoció en seguida el patrón y de un salto se puso de pie y le quitó el aparato de las manos. Marie hubiera hecho lo mismo, pero le dolía mucho el costado.
—¡Papel y lápiz! —pidió Allan muy concentrado en el radio.
—¿Qué sucede?
—Es un mensaje… —balbuceó Marie.
—Código morse, pero no lo entiendo. —admitió Bridgette antes de volverse hacia Philipe.
—Esa cosa comenzó a hacer ruidos hará una media hora en la habitación del duque. —explicó Kagami— primero asustó a la sirvienta que estaba ordenando el cuarto y luego a los guardias. Quisieron contactar a Luka, pero él salió temprano y dieron conmigo…
—¿No habíamos quedado en qué harías tu propia cama, Philipe? —chistó Marie cruzada de brazos.
—¡Me olvidé!
—¡Aish, qué niño! —gruñó la princesa entre dientes— ¿Allan?
Longg le había conseguido papel a Allan, mientras que Adrien atinó a conseguirle algo con qué escribir. El profesor se complicó un poco al tener que usar una versión muy primigenia de un lápiz, pero al menos cumplía el objetivo. Pronto todos estuvieron inmersos y muy pendientes de lo que escribía Allan en el papel.
En el intertanto, Bridgette les explicaba qué era el aparato, para qué servía, como funcionaba y qué era el código morse a los presentes.
—¡Las posibilidades de ese aparato me maravillan! —confesó Félix admirado— La ciencia y la tecnología avanzan a pasos de gigante en su época.
—Para bien y para mal. —suspiró Marie— Profesor… ¿Es un mensaje nazi?
—¿Por qué te dicen profesor? —preguntó Tikki.
—Porque lo es. Filosofía y retórica: hacía clases en la universidad de París. —respondió Bridgette, muy atenta a lo que hacía Allan.
El grupo no alcanzó ni a asentir cuando Allan dejó escapar un suspiro de exclamación.
—Es un mensaje inteligible, pero podría ser una trampa. Este es un radio nazi y fueron los nazis quienes nos trajeron aquí…
—¿Qué dice?
—No tengo idea. Está en occitano. —Allan miró a Marie con gravedad— Sé que usted se comunica en lengua de Oc con el general De Gaulle, pero… podría ser una trampa.
—¿Qué dice? —Marie frunció el ceño.
—Ni idea. No hablo occitano.
—¿Nos permite?
Aurore extendió la mano y Allan le pasó el papel, que la reina rápidamente se puso a leer junto con Marinette. Pronto levantó ambas cejas.
—Carlomagno regresa al galope buscando… —recitó Aurore.
—Pareciera que hay que completar el mensaje. —sugirió Marinette.
—Ma lady. ¿Hablas occitano? —preguntó Adrien perplejo.
—¿Por qué no sabía que sabes hablar eso? —le preguntó Félix a su vez a Aurore, visiblemente conmovido.
—Tengo algunos rudimentos, Adrien. Su majestad la Reina me estaba ayudando a pulirlo… —confesó Marinette.
—Mi institutriz me enseñó el idioma, junto con el italiano y el inglés. —confesó Aurore algo enrojecida. Félix solo le sonrió.
—Yo sé que es eso. —dijo Marie poniéndose de pie— profesor, ¿puede transmitir lo que le voy a dictar?
—Usted dirá madame…
—Transmite en el sur lo llaman —dijo muy serio, medio en francés, medio en lengua de oc. Allan hizo caso y al cabo de unos infartantes minutos… se recibió otro mensaje que rápidamente escribió en el papel, el que a su vez fue traducido por la reina.
—Ha escuchado el olifante. —Tradujo la reina con facilidad. Allan frunció el ceño
—¿La Canción de Roldán? ¿Qué significa esto…?
—¡Es lord Blackeney! —murmuró Marie muy seria— Es mi primo… ¡¿Cómo Diantres Es Esto Posible?!
—Si esto es verdad, seguro Fersen también está involucrado. Conociendo al amarguetas…
—¡Ya Deja De Decirle Amarguetas a mi Félix! —protestó Bridgette con energía— ¡Claro Que Lo Es Y No Lo Voy A Negar! Yo Misma Lo Llamé Así Alguna Vez, Pero ¿Tienes Idea De Toda La Presión Que Tiene Encima? ¡Conociéndolo Seguro Que Hizo Otra Maniobra Similar A La Que Hizo Cuando Me Rescató! ¡No Quiero Que Le Vuelvas A Decir Amarguetas!
Allan simplemente asintió.
—No lo conozco, pero ya me cae bien. —gruñó Adrien cruzándose de brazos, y mirando fijo a Bridgette— Te rescató de una situación muy difícil. —su descendiente solo asintió con lentitud— Definitivamente me cae bien.
—¡Concentrados, caballeros… y damas! —pidió Félix, volviendo los ojos a Marie— Tu primo y tú elaboraron un código para reconocerse en caso de emergencia, ¿me equivoco?
—Los dos hablamos la lengua de Oc. Ideamos una serie de preguntas y respuestas en ese idioma, basados en uno de mis libros favoritos… mi primo Félix se está arriesgando mucho al transmitir ese mensaje…
—¿Le debes responder algo ahora?
—Sí… de hecho… ¡Profesor! Transmita Durandarte lucha en Roncesvalles.
Allan asintió y transmitió el mensaje tal cual se lo había dictado la princesa. Se produjo otro tenso silencio hasta que por fin el aparato pareció erupcionar con mil mensajes. Por alguna razón Marie tuvo la impresión de que le habían arrebatado el radio a su primo y éste tuvo que pelotearlo de regreso y casi sonrió enternecida, pues si ese era el caso, eso quería decir que…
—¡Más mensajes! —dijo Allan traduciendo del morse a toda velocidad y traspasándolo al papel, que la reina o Marinette rápidamente traducían al francés— ¡Siempre en lengua de Oc!
—Dice… ¿Estás entera? ¿Y Bridgette? Dile a Allan que le diga a Bridgette que la amo. Fersen me tiene loco. —tradujo la Reina.
Todas las chicas se quedaron viendo a Bridgette con un suspiro de ternura, más cuando el color rojo pareció instalarse en las mejillas de la aludida. Esta sonrió para sus adentros.
—Aaaaw, mon minou… Ese es mi amarguetas. ¡Y conste que solo yo puedo decirle así! —Bridgette resopló angustiada— ¡Quizás a qué extremos llegó para poder enviar esta transmisión! Se supone que estaba en Inglaterra… quizás como cruzó el canal y qué ha tenido que sufrir…
Al ver que Bridgette se callaba para que no le fallara la voz, Marinette se apresuró en llegar a su lado, abriéndose paso panza y todo, y la rodeó con el brazo para infundirle valor. Amelie por su parte se llevó las manos al corazón y se acercó a ella, poniendo su mano en su hombro…
—Quieres mucho a lord Blackeney, ¿verdad? —le preguntó la reina madre.
—Es mi prometido. —suspiró Bridgette, mostrando fragilidad por única vez— nos vamos a casar cuando acabe la guerra…
—Pues deberían hacerlo antes. —dijo Marinette con decisión— No hay nada que alivie el alma más que enfrentar las dificultades que con la otra mitad de tu alma…
Mientras Amelie y Marinette le daban ánimos a Bridgette y Tikki se aseguraba que Marie no se agitase mucho, Félix se inclinó hacia Adrien muy extrañado.
—Primo… ¿Cómo supieron maman y Marinette que el inglés ese es el prometido de tu descendiente?
—¡Ni idea! —confesó Adrien perplejo.
Tikki, al escucharlos, solo sofocó una risita. Lo que había quedado en evidencia para las mujeres presentes con apenas un par de indicios, para los caballeros no había tenido ningún sentido.
—Ya verás que pronto volverás a verlo, cherie. —aseguró la reina madre con cariño—A todo esto, ¿Quién es Fersen? —preguntó Amelie de pronto— ¿Tiene algo que ver con los condes de Fersen en Suecia?
Esta vez todos se quedaron mirando a Marie, quien ni se inmutó. Philipe en cambio se cruzó de brazos.
—Va a ser mi cuñado. —explicó el joven duque.
—Es el cuarto hijo del conde Axel Hans von Fersen de Suecia. El único que tiene con su segunda esposa, que es francesa. —explicó Bridgette rodando los ojos.
—Me alegra que esté vivo, pero…
—¡Más mensajes!
La advertencia de Allan los hizo callar a todos y de nuevo la concentración estuvo fija en el radio. Rápidamente el profesor transcribía el mensaje que tanto Aurore como Marinette traducían y se produjo una serie de intercambio de preguntas y comentarios. No hubo pasado mucho rato antes que interrumpieran las comunicaciones, aludiendo a razones de seguridad, pero no fue antes de enviarle un mensaje breve a Bridgette… y otro del tal Fersen a Marie, pero la princesa hizo como que no se impresionaba.
Aunque no engañó ni a Allan, Bridgette o a Aurore: le había emocionado saber del sujeto.
—Al menos ya hay planes de cómo hacerlos regresar a su tiempo —dijo el Rey con seriedad— Es un plan de largo aliento, pero se puede lograr.
—Hasta entonces estarán a salvo en el Louvre. Haremos todo lo necesario para que se concrete para bien. —añadió la reina con un suspiro.
—Les ayudaremos.
Marie hizo una respetuosa reverencia a los reyes, obligando de paso a su hermano a hacer lo mismo, que los reyes correspondieron de acuerdo con su estatus.
—Agradezco a sus majestades la ayuda que nos brindan. No sé cómo agradecerles más: prometo que nuestra estadía aquí será lo menos problemática posible.
—Los demás deben saber. —comentó Allan pensativo— Si el amarg… digo, lord Blackeney nos mandó un mensaje, entonces los nazis también debieron haber recibido uno. Necesito que Liiri recopile información. —el profesor se pasó la mano por la cabeza— Ahora sí me gustaría saber en dónde está. ¿Alguien ha visto a Liiri?
Todos se miraron entre sí.
—En la armería —dijo Kagami, quien se había mantenido en respetuoso silencio, junto con Longg— Enviaré por ella.
Continuará.
Por
Misao–CG
Publicado el 22 de abril de 2021
Próximo capítulo: …
—Señor, esta mujer puede traernos muchos problemas. Tratemos de no incordiarla. —sugirió Heiden en alemán.
—Es la idea Heiden: necesitamos de ella y sus recursos, pero de momento nos estorba. —respondió Bichoffhaussen en el mismo idioma.
—Tiempo tienen. Y pueden trabajar en paz en tanto respondan con lo que les corresponde. —Chloé se quedó viendo hacia donde señalaba el oficial nazi con la nariz arrugada— ¿Me está echando, monsieur?
—Haré que uno de mis hombres la acompañe a casa.
—¡No gracias! Estaría más segura con piratas sardos. —Indignada, Chloé arregló sus ropas y comenzó a subir los escalones en dirección de la taberna— Tiene una semana, herr kommandant. ¡Al menos quiero avances! —añadió en perfecto alemán— ¡Buenas noches!
Notas finales: Sass y Liiri ya valieron. A veces los enamoramientos tarda, otras llegan de forma fulminante y este es el caso de estos dos. Por otro lado, al menos ya saben que pueden volver a 1943, aunque el cómo puede que sea más complicado de lo esperado. Me alegra muchísimo saber que están leyendo este mamotreto y que hayan llegado hasta aquí. Ojalá no los decepcione mucho. Tengan en cuenta que esto es un UA alterno y un spin off, por lo que si tienen dudas, háganlas.
Por cierto, no se olviden de leer el último trabajo de Abby Lockhart1. Siempre pueden esperar buenas cosas con ella y esta vez no es la excepción.
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
Creo que no te estoy entendiendo Manu. Inuyasha es un solo manga y anime, la segunda parte es esa bazofia de Yashahime (demasiado fanservice y personajes muy mal diseñados). De todos modos, ¡Muchas gracias por leer!
BRÚJULA CULTURAL:
Traída gracias a la magia de internet y Wikipedia. Otros sitios serán debidamente indicados. Debido a que habrá bastantes, nos iremos con calma para no colapsar tanto esto. So… aquí vamos.
Lengua de Oc: (occitan o lenga d'òc) es una lengua romance de Europa. Es hablada por unos dos millones de personas, mientras que diez millones tienen cierta competencia en el idioma, casi todas ellas en el sur de la actual Francia —al sur del río Loira—, así como en Italia —en los Valles Occitanos— y en España —en el Valle de Arán en el Pirineo leridano— El Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006 estableció la oficialidad de la lengua occitana en toda Cataluña, y fue ratificada mediante la ley aprobada en el Parlamento de Cataluña en 2010, por la que el occitano, en su variante aranesa, se declaró lengua cooficial en Cataluña, aunque de uso preferente en el Valle de Arán.
Café: Es la bebida que se obtiene a partir de los granos tostados y molidos de los frutos de la planta del café (cafeto); es altamente estimulante por su contenido de cafeína, una sustancia psicoactiva. Este producto es uno de los más comercializados del mundo y una de las tres bebidas más consumidas del mundo (junto con el agua y el té). Es una de las bebidas sin alcohol más socializadoras en muchos países. El gusto por el café no es espontáneo, sino que debe cultivarse, puesto que su sabor es fuerte y amargo.
El árbol del café procede del norte de Etiopía (antes llamada Abisinia), en el oriente de África. El cafeto es probablemente originario de la provincia de Kaffa, en Etiopía, pero la cuestión no está resuelta completamente. Crece en los bosques altos del suroeste de Etiopía, de 1300 a 2000 metros de altitud. El cafeto es un arbusto de 10 a 12 metros que crece espontáneamente.
El café llegó a Europa alrededor del año 1600 (poco más o menos), mediante los mercaderes venecianos. Se aconsejó al papa Clemente VIII prohibir el café, pues creían que representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, bautizó la nueva bebida, declarando que dejar solo a los infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que por los imanes: les permitía mantenerse despiertos durante mucho tiempo, y además, mantenían el espíritu limpio.
La primera cafetería en Londres se abrió en 1652.
Campo de concentración de Dachau: Cercano al pueblo de Dachau, a 13 km al noroeste de Múnich, en Baviera (sur de Alemania).
El campo fue construido sobre una fábrica de pólvora en desuso y sus instalaciones principales fueron terminadas el 21 de marzo de 1933. En la puerta de entrada al campo reza la leyenda Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres), siendo primero un campo de prisioneros, y luego de exterminio. Funcionó como tal desde el 22 de marzo de 1933 hasta su liberación el 29 de abril de 1945. Junto con el mucho más grande campo de concentración de Auschwitz, Dachau es uno de los campos de concentración nazis más conocidos y visitados por el público.
Gestionado al principio por las SA y SS locales, desde 1934 estuvo bajo la autoridad de las SS. Fue escenario de castigos tremendamente crueles y fue modelo del sistema de campos ordenado y eficaz. Su gestor principal, Theodor Eicke, nombrado por Heinrich Himmler, fue el responsable de que los prisioneros fueran considerados como enemigos infrahumanos del Estado y del especial tratamiento dado a los judíos, en forma de castigos aniquiladores desde el punto de vista físico y psicológico. En Dachau se realizaron también cientos de experimentos médicos ilegales e inhumanos.
En este horrendo lugar fueron concentrados religiosos (católicos, luteranos, etc), aristócratas, intelectuales y políticos entre otros, no solo o necesariamente judíos. Los testigos de Jehová incluso recibieron un distintivo especial para identificarlos. Incluso fueron recluidos aquí numerosos miembros de la nobleza, como gran parte de la familia real de Baviera (Wittelsbach), la familia de los duques de Hohenberg (hijos del archiduque Francisco Fernando de Austria), el príncipe español Francisco Javier de Borbón-Parma (líder del carlismo) o el príncipe Luis Fernando de Prusia, entre otros.
El campo fue liberado el 29 de abril de 1945 por la 20ª División Blindada y la 45ª División de Infantería del VII Ejército de Estados Unidos. Dachau siguió usándose durante muchos años como residencia para refugiados.
Alatriste: Diego Alatriste y Tenorio, llamado capitán Alatriste, es un personaje ficticio llevado a la fama por el novelista y exreportero Arturo Pérez-Reverte como protagonista de la serie de novelas Las aventuras del capitán Alatriste las cuales están basadas en unas supuestas memorias de Iñigo Balboa, personaje ficticio que actúa como narrador de las obras. De acuerdo con los datos proporcionados en las memorias, habría nacido en la actual provincia de León hacia 1582 y muerto en la batalla de Rocroi el 16 de mayo de 1643. El capitán Diego Alatriste y Tenorio habría sido un soldado de los Tercios Viejos, espadachín a sueldo y mentor de Íñigo Balboa.
