Los rayos del sol atardecido daban un brillo magnífico al agua de un pequeño riachuelo iluminándolo y reflejándose de sus flujitos. A Mikasa le parecía que podía contemplar tal belleza por toda la eternidad. En este lugar tranquilo donde estaba sentando en una grasa no había nada que le recordara sobre la misión de la legión o cualquier amenaza. A pesar de todos los sucesos de los últimos días, aquí reinaba la paz. Lo que la azabache no sabía era que no estaba tan aislada de la legión como pensaba, dado que mientras prestaba su atención al riachuelo Levi Ackerman no podía dejar de mirarla desde lejos. No veía la cara de Mikasa, pero podía adivinar su expresión, últimamente mucho más relajado y hasta más alegre que en todo el tiempo desde la muerte de Eren. Le gustaba que sentara aquí junto al riachuelo en vez de atormentarse con entrenamientos infinitos. En algún momento el capitán hasta entendió que estaba sonriendo mientras miraba a la azabache.
El sol poco a poco se movía hacia el horizonte señalando que un día más estaba por acabar. Lentamente Mikasa se levantó de su sitio para regresar a la estancia antes de que oscureciera cuando notó una figura conocida en algunos metros. Una leve sonrisa se instaló en el rostro de la azabache casi sin querer mientras se acercaba a Levi cortando la distancia entre ellos. − ¿Has pasado mucho tiempo aquí?
− No tanto como tú − le respondió el moreno con una tierna suavidad.
− Es que casi no noto el tiempo cuando miro el agua − tuvo que afirmar Mikasa.
− ¿Sabes a dónde afluye?
− No.
− Puedo mostrarte si quieres, pero tendremos que andar alrededor de esa colina.
− Sí, quiero − los ojos de la azabache se iluminaron, pero al instante siguiente una despreocupación ya desapareció de su rostro − ¿Pero será normal si gastas tu tiempo en estas cosas?
− No estoy ocupado ahora.
− ¿Es posible? − Mikasa miró a su superior con incredulidad − En las misiones nunca tienes tiempo libre.
− Preferiría no tenerlo − suspiró levemente el capitán − Pero esta misión se ha prolongado y Hange ha insistido en que me distraiga un poco.
− Ya veo.
La azabache quiso preguntarle a Levi si estaba seguro que quería pasar su único tiempo libre aquí con ella, pero temió que él de verdad pudiera cambiar de opinión. Además ya empezaron a andar en la dirección indicada y cuando el moreno le habló sobre otras cosas, la chica entendió que había perdido el momento. En un rato se acercaron bastante a la colina para que Mikasa se diera cuenta de que era mucho más grande de lo que pensaba. Tal vez cuando llegaran al otro lado, ya habría anochecido. Un incertidumbre si era normal que se alejaran tanto de la estancia por la noche voló por la mente de la azabache, pero siguió su camino junto a Levi sin hacerle ninguna pregunta al respecto. Al fin y al cabo podía seguirle a dondequiera sin preguntarle nada, fuera lo que fuese la dirección, y no solo porque Levi era su superior y sabía mejor que hacer.
Un paisaje que se asomó al final de su ruta exageró todas las expectaciones de Mikasa. Las nubes finas tenidas por los últimos rayos del sol en todas variedades del color rojo desde carmín intenso hasta rosado tierno se reflejaban en un lago enorme. Al contrario los árboles y arbustos alrededor se veían muy oscuros, casi negros.
− No es el mar de los sueños de Armin, pero tampoco hay nada parecido dentro de los muros − comentó Levi sonriendo por sí mismo al ver como los ojos de la azabache se llenaron de admiración. − ¡Qué esplendor! − Mikasa aún no podía apartar la vista de una superficie casi pulida del lago − ¿Cómo encontraste este lugar?
− Petra lo encontró y nos llevó a todos aquí.
− Lo siento − la azabache bajó la mirada. De inmediato en su mente apareció una imagen de la chica pelirroja con una sonrisa tímida, pero a la vez orgullosa por haber encontrado este tesoro de la naturaleza.
− No lo sientas − contradijo Levi con suavidad − No es malo tener buenos recuerdos de buenas personas.
− Tienes razón − asintió la azabache mientras otra imagen más familiar y más dolosa atravesó su mente. Eren. Sintió el dolor al recordarlo, pero ya era solo un reflejo pálido de lo que padecía antes. Cerró los ojos por un segundo y al abrirlos se alivió, ya que la impresión ya se había desvanecido. "Voy a guardar buenos recuerdos de ti, Eren" − pensó Mikasa por sí misma − "pero necesito seguir adelante". Tal vez en algún momento una tristeza se hubiera reflejado en su cara o probablemente estos pensamientos de Eren fueran bastante obvios. De todos modos, la chica no se sorprendió cuando el capitán le tomó la mano mirándola con comprensión. Ella apretó la suya en respuesta y le sonrió sutilmente al moreno sintiendo de nuevo este tipo de conexión que a veces se formaba entre ellos.
De repente la azabache entendió que era su oportunidad para decirle a Levi lo que sentía hacia él. Las condiciones eran ideales, los dos estaban a solas, el moreno apretaba la mano de Mikasa mientras ella no podía desviar su mirada de él percatándose de cómo se aceleraba su corazón por lo que estaba por hacer. − Levi, quiero decirte algo − empezó la azabache en voz baja.
El siguiente movimiento del capitán fue casi imperceptible para Mikasa, ya que no podía distinguir si era un paso o un giro, o tal vez ambas cosas, pero en un momento ya estaba justo enfrente de ella.
− Dime.
Sus manos aún estaban unidas igual que sus miradas. Tal vez fuera por esta cercanía inesperada, que hasta le hizo a la azabache contener la respiración, pero de repente toda su mente se puso en blanco. No sabía qué decir, al parecer las palabras correctas simplemente no existían. Entendió que no podía seguir adelante, pero era demasiado tarde para volver atrás. Así que estaba vacilando.
− Bueno, es un poco más complicado de lo que yo he pensado − afirmó la chica bajando la mirada con un suspiro. − Puedes no decir nada − el capitán apretó su mano un poco más haciendo que la azabache lo mirara de nuevo. La expresión de su rostro en este momento era muy suave, hasta tierna mientras sus ojos le parecían a Mikasa tan profundos que quería hundirse en ellos. Aún no podía articular ni una sola palabra, ciertamente no sabía expresar sentimientos. No era de extrañar, toda su vida solo protegía a Eren con su fuerza o le regañaba por meterse en problemas una y otra vez. Ambas cosas eran inútiles ahora, cuando no podía apartar su mirada del moreno sumergida en su vínculo. Era verdad, no sabía hablar, solo sabía actuar. − Levi, yo... − le puso la mano libre en su pecho acercándose más y en un momento que le tomó reunir toda su determinación levemente lo besó. Enseguida las manos del capitán se envolvieron alrededor de su cintura atrayéndola a sí y cuando sus labios correspondieron el beso tomando la iniciativa, el corazón de la azabache parecía abandonar su pecho tan fuerte se golpeaba. − Lo sé − dijo Levi al separarse un poco para tomar el aire − Yo también − añadió antes de besar a la chica de nuevo.
"Parece que no soy la única a quien no le caen bien las palabras" − pensó Mikasa traviesamente, pero casi al instante todos sus pensamientos se desvanecieron, dado que el beso se volvió más apasionado. Las manos de la azabache se unieron ansiosamente en la espalda del capitán. A los dos ya les faltaba el aire, pero casi no se separaban. El grado de pasión poco a poco aumentaba, era mucho mejor y mucho más intenso de lo que Mikasa podía imaginar. Sentía que ya no era capaz de pensar con claridad, solo deseaba a este hombre, quería más de él. Incluso no pudo contener un gemido cuando Levi por fin rompió el contacto de sus labios para besarla en el cuello.
− Sabes, si estuviéramos en la ciudad, te invitaría a una cita primero − susurró el moreno al oído de la chica antes de volver a acariciar la piel delicada de su cuello.
− Y yo aceptaría − una sonrisa iluminó el rostro de la azabache mientras inclinaba la cabeza hacia atrás exponiéndose más para el capitán − Pero aquí igual está bien.
− Aquí no estoy seguro si lo haces porque lo quieres o porque mañana podemos morir − la voz de Levi se volvió un poco más seria, hasta se separó de Mikasa para mirarla. Este ligero cambio de ambiente causó que los ojos de la azabache se llenaron de la misma serenidad cuando empezó a responder con una triste sonrisa:
− Creo que ambas cosas. Esta oportunidad puede ser nuestra última y la voy a aprovechar por eso. Pero también porque sí quiero hacerlo. Porque siento que si no lo hago, voy a volverme loca. Así que − Mikasa miró al capitán con una determinación resignada − tómalo todo de mí. Quiero hacerlo contigo.
Por un segundo el moreno no contestaba nada, solo observaba atentamente a la chica, que ella hasta se espantó que había sido demasiado directa. Pero al instante siguiente Levi ya la atrajo por la cintura para volver a besarla, esta vez con aún más pasión como si antes se hubiera contenido. − Está bien − le susurró a la azabache en cuanto pararon después de un rato largo, aún estando muy cerca con sus frentes pegadas. La respiración de Mikasa estaba entrecortada, pero incluso la contuvo cuando el moreno empezó a desabrochar la primera hebilla de arnés del equipo tridimensional colocada en el pecho de la chica. Estaba agitada ante estos movimientos suaves, especialmente cuando los manos del capitán se deslizaron hacia abajo para desabrochar tres hebillas más en su cintura. Ni mencionar que después irían las cuatro en sus caderas. Con impaciencia la azabache quitó los arneses de sus hombros logrando escapar de la parte arriba del equipo y observando con un anhelo creciente como Levi bajó en su rodilla enfrente de ella. Un toque delicado de sus dedos casi le hizo a Mikasa perder el equilibrio, incluso le costó un esfuerzo no moverse mientras el moreno desabrochaba una por una las hebillas de abajo. Aún quiso seguir sintiendo sus manos rozando levemente la parte sensible de sus caderas, pero el capitán terminó su trabajo con facilidad levantándose y ocupándose de la blusa de la azabache. Estaba muy cerca justo enfrente de ella provocando su deseo de lanzarse de nuevo hacia él y besarlo con locura, pero Mikasa reprimió este pensamiento sabiendo que así no acabarían nunca con la ropa. Al parecer a Levi también le costó desabrochar todos los botones hasta el final sin distraerse, ya que en cuanto terminó con lo último, abrazó a la azabache casi enseguida reuniendo sus manos en su cintura debajo de la tela y besando a Mikasa en su clavícula. La chica jadeó enredando el pelo del capitán con su mano, después volvió a besarlo en los labios ya no pudiendo contenerse y a la vez abriendo una por una cerraduras conocidas de hebillas de su equipo. Resultó no ser tan difícil como pensaba. Desabrochó su camisa también y puso ambas manos en el pecho desnudo de Levi. La sensación al tocar su piel suave la excitó, si antes aún podía decir que todo estaba más o menos bajo su control, este era el punto de no regreso cuando su mano se deslizó a la espalda del moreno haciendo que sus cuerpos se unieran.
El resto del equipo tridimensional junto con el uniforme fueron retirados muy rápido hasta que solo se quedó la ropa interior. Cuando el capitán de nuevo abrazó a la azabache, ella pensó que se volvería loca por esta cercanía que sentía ahora apretando su cuerpo contra lo de Levi y correspondiendo su beso con una pasión desatada. En un rato el moreno puso su mano en la mejilla de la chica y la miró a los ojos con atención:
− ¿Estás segura? − aunque el cuerpo de Mikasa le daba entender muy bien al capitán lo que sentía, necesitaba escucharlo de ella misma. − Más que nunca − la azabache cubrió su mano con la suya devolviéndole la mirada.
− Mikasa...
Sus labios se unieron de nuevo mientras el moreno desabrochaba el sujetador de la chica para quitárselo enseguida apretando suavemente su seno y haciéndola gemir.
El sol ya se había puesto dando paso a un crepúsculo. Todo alrededor parecía muy salvaje, provocando y excitando el deseo. Al separarse de Mikasa Levi tendió su camisa en la tierra y atrajo a la azabache hacia abajo acostándola suavemente en la tela. Allí con una delicadeza sensual le quitó su última prenda de ropa que le quedaba y se retiró la suya justo antes de que Mikasa enredara las manos en su espalda haciéndole al capitán caer en sus brazos. Toda la piel de la chica se calentó al sentir que sus cuerpos desnudos se unieron, sobre todo en cuanto al instante siguiente el moreno volvió a besarla. Mikasa ya no podía contener gemidos, arqueaba la espalda cediendo a los besos de Levi en los labios, el cuello, las clavículas. Le gustaba sentir su peso, se volvía loca por estar debajo de él, mientras ella agarraba su espalda, hasta la clavaba con las uñas. Los gemidos de la azabache se volvieron más intensos cuando los labios del capitán empezaron a acariciar sus senos a la vez que su mano hizo su camino hacia abajo pasando por el vientre de la chica hacia su cadera y haciéndole retorcerse aún más. Un pequeño giro y los dedos de Levi ya estaban recorriendo por la parte interior del muslo de Mikasa lentamente moviéndose hacia arriba. El moreno se separó un poco de la chica para mirarla y no dejó de hacerlo ni por un segundo mientras su mano se acercaba a la parte más sensible de este cuerpo ahora tan llamativo. La azabache estaba jadeando, un color carmesí que adornaba sus mejillas era visible hasta en el crepúsculo. Sus ojos entreabiertos miraban al capitán con un anhelo. Cuando al fin Levi llegó a su destino, Mikasa se dio cuenta de que debajo de sus dedos estaba muy empapada. Se puso a gemir de nuevo en cuanto el capitán empezó a acariciarla allí dentro. En un rato el moreno volvió a besarla en los labios mientras su otra mano apretaba el seno de la chica. Ahora sentía que era suya, que le pertenecía solo a él, ni a Eren, ni a nadie más. Lo sentía con cada su gemido cuando su mano se movía en ella. Sentía por cómo se retorcía abriéndose más para él. Ansiaba por tenerla ahora mismo, penetrarla y soltar las riendas, pero sospechaba que no era tan fácil como deseaba. Terminó el beso y le miró a Mikasa a los ojos.
− ¿Has hecho esto antes? − le preguntó, aunque ya sabía cuál sería su respuesta.
− No.
− Te va a doler.
− No me importa, hazlo − jadeó la azabache.
El capitán se colocó encima poniendo ambas manos en las caderas de Mikasa causando que, a pesar de su advertencia, el deseo salvaje invadiera a la chica mientras sentía la erección de Levi contra su muslo y como empapada ya estaba para él. Incluso no esperaba que el moreno tuviera razón, pero entendió su error con el primer empujón adentro que le hizo arquear la espalda y gemir de dolor que atravesó su cuerpo. En el instante siguiente el capitán ya salió de ella.
− Shh − le acarició el pelo a la azabache besándola tiernamente en la frente y mirándole a los ojos ahora muy abiertos. Su mano empezó a trazar círculos largos por el pecho y vientre de la chica a la vez que volvió a besarla en el cuello. Cuando la miró de nuevo, la azabache estaba muy quieta, sometida a sus caricias. Los besos de Levi siguieron más abajo hasta los senos de Mikasa haciéndole a la chica arquear la espalda nuevamente. Volvió a gemir cuando el moreno empezó a lamer su pezón acariciando el otro con la mano. La azabache cerró los ojos y se hundió en estas sensaciones, ya no sentía el dolor, estaba perdida entre besos gimiendo mientras el capitán se deslizaba más abajo hacia su vientre apretando los senos de la chica con sus manos. Por un segundo Mikasa se alegró que se encontraban bastante lejos de la estancia, ya que sus gemidos se ponían más y más altos, especialmente cuando Levi se bajó lo bastante para abrir las piernas de la azabache rozando su muslo con los labios antes de besarla justo en su parte delicada. Los movimientos suaves de su lengua le hicieron a la chica extender las manos por ambos lados y clavar la tierra con las uñas para mantenerse en su posición. En el principio el moreno exploraba a Mikasa muy lento saboreando cada repercusión de su cuerpo, pero poco a poco sus caricias se volvieron más intensas. Cada uno de sus lamidos le volvía loca a la azabache, se retorcía entre las manos del capitán que ahora agarraban sus caderas con fuerza no dejándole escapar. La tensión en la chica aumentaba mientras sentía este calor insistente de la lengua que le envolvía los pliegues. Entendía que le faltaba poco, ya empezaba a temblar, estaba jadeando. Tal vez Levi lo notara también, ya que por fin sus movimientos se centraron justo en el punto sensible de Mikasa. La azabache ya estaba en el límite hundiendo en esta ola de placer que la llevaba directamente a su cima. Cuando finalmente su cuerpo se estremeció rindiendo, la sensación desbordante entre sus piernas era tan fuerte que hasta tuvo que tapar su boca con la mano para ahogar el grito.
Al instante siguiente el moreno soltó a la chica y se tendió junto a ella contemplando su pecho alzando frecuentemente debido a respiración agitada, su rostro aún enrojecido, sus ojos que ahora miraban en los suyos. Se veía muy atractiva, demasiado para que el capitán pudiera resistir a una tentación de tenerla.
− Mikasa − Levi suspiró su nombre no dejando de mirarla − ¿puedes soportar el dolor un poco más? − su voz sonaba hasta suplicante. De todos modos, sentía que no necesitaba mucho tiempo, dado que ya estaba con la azabache por algún rato.
La chica asintió con la cabeza, sabiendo a que el moreno se refería. No le gustaba la idea de continuar, pero pensó que sería injusto si ella negara.
Al recibir su acuerdo silencioso el capitán abrió las piernas de Mikasa de nuevo y la atrajo a sí sintiendo como la azabache tembló cuando entró en ella. Apretando a la chica con ambas manos, el moreno hundió la cabeza en su hombro y como no quería causarle mucho sufrimiento, empezó a moverse rápido para acabar cuanto antes. A Mikasa le dolía lo que estaba haciendo. Se alegró de que Levi no pudiera ver su rostro, dado que no controlaba su expresión. La chica consiguió mantenerse quieta abrazando al capitán por la espalda. Era lo único que le quedaba, ya que sentía que a pesar del dolor, le gustaba abrazarlo. Todo se terminó más rápido que la azabache esperaba cuando de repente el moreno se detuvo y Mikasa sintió su semilla extendiéndose en ella. Un suspiro de alivio salió de sus labios mientras Levi levantó un poco las caderas de la chica aún abrazándola por la cintura para retirar el borde de su camisa debajo de ellos. Enseguida ya salió de Mikasa sentándose junto a ella y mirándola con atención. La azabache seguía yaciendo sin moverse causándole al capitán tomar su mano y besar levemente los dedos finos.
− ¿Estás bien?
− Sí − la respuesta de Mikasa fue acompañada con una sonrisa tan débil que el moreno apretó su mano aún más fuerte.
− Tenemos que vestirnos − dijo Levi al fin − se pone frío.
La chica asintió levantándose. Se encontraba un poco distraída por lo que pasó, hasta se ponía su ropa lentamente como en un trance. Aún estaba abrochando botones de su blusa cuando vio al moreno ya completamente vestido bajar al lago. La pregunta si esto era todo y ahora los dos volverían a la estancia fingiéndose que no había pasado nada se formó en la cabeza de la azabache haciéndole desviar la mirada del capitán alzándola al cielo nocturno. La sensación de soledad ya tan conocida invadió a Mikasa enseguida mientras contemplaba las estrellas distantes, pero no duró mucho, dado que poco tiempo después sintió el abrazo de Levi desde la espalda.
− Quédate conmigo por un rato más − le susurró al oído el moreno causando que la chica de nuevo olvidara del mundo entero.
− Claro − la sonrisa ingenua adornó el rostro de Mikasa en cuanto el capitán tomó su mano para llevarla hacia el lago. Se sentaron en la orilla muy cerca del agua que casi no se movía reflejando la luna.
− Es hermoso aquí − la voz de la azabache era tan pacífico como el paisaje nocturno que contemplaba. Cuando al fin desvió la mirada hacia Levi, él le estaba sonriendo. Era exactamente esa sonrisa, cálida y muy tierna, que Mikasa había visto en su visión hace 2 meses. Sonriéndole en respuesta la chica recostó su cabeza en el hombro del moreno a la vez que él la abrazó por la cintura. Valía la pena acostarse con él al menos para que le sonriera así, pensó la azabache mentalmente soltando una risita. Cuando alzó la vista al capitán de nuevo un poquito separándose de él, él la miraba con la misma expresión del cariño. No sabía que Levi le sonreía así, solo porque Mikasa ahora estaba junto a él quedándose a su lado y al fin dejando su pasado atrás, aunque él mismo nunca hubiera imaginado que esto podría hacerle tan feliz. No sabía que todo lo sucedido significaba para el moreno, pero en este momento, cuando estaban mirando uno al otro, la azabache sintió que entre ellos había algo más que una pasión. No tenía ni idea de cómo nombrarlo, solo percibía la presencia de este algo, un vínculo entre los dos. No pudiendo contener las emociones numerosas que la invadieron ante tal descubrimiento, la chica se inclinó a Levi de nuevo para besarlo, esta vez de modo muy lento y largo.
− Entonces, ¿no te gusto a ti solamente como tu reflejo? − le preguntó al moreno con una sonrisa traviesa cuando se separaron.
− Ya no eres mi reflejo − contradijo tiernamente el capitán − Me has adelantado y así me gustas aún más.
Mikasa no entendió a qué se refería, pero dado que el moreno volvió a besarla, se perdió entre las caricias y al fin decidió no preguntar.
− Escucha − dijo Levi aún abrazando a la azabache y mirándola atentamente mientras su voz se volvió más seria − cuando regresemos, tendrás que buscar un fármaco en nuestro botiquín y tomarlo para no quedarte embarazada. Se llama graveolensio. Tienes que tomarlo esta noche o mañana por la mañana.
− Yo sé que es − suspiró Mikasa apartándose. Enseguida tuvo una suposición desagradable que salió de su boca casi sin querer − Lo has dicho tan habitual, ¿estás acostumbrado a estas cosas?
− ¿A qué te refieres?
− ¿Ya has hecho esto con alguien más del equipo? − la chica bajó la mirada pensando intuitivamente en Petra. Aunque quisiera que su pregunta sonara neutral, el cambio en su voz era demasiado evidente para que el capitán no lo notara.
− Sí − afirmó él mirando a Mikasa con suavidad − Pero ahora es el pasado. ¿Te importa esto?
− No − la azabache meneó la cabeza. No tenía sentido estar celosa hacia una chica muerta, fuera lo que fuese entre ella y Levi. − Es otra cosa − añadió Mikasa tristemente.
− ¿Qué cosa? − el moreno aún no podía entender la razón de este cambio tan de repente en su ánimo.
− Yo... − un enorme suspiro salió del pecho de la chica en cuanto lo que sentía se formó en las palabras dolorosas en su mente − creo que nunca he vivido de verdad. Siempre esperaba a que Eren se diera cuenta de que yo estaba a su lado, esperaba a que cumpliera su objetivo, esperaba el fin de la guerra, toda mi vida esperaba en vez de vivir. Ahora que lo pienso... Hasta tú con toda tu frialdad no malgastabas tu tiempo, has vivido de verdad y yo no. Perdona. Perdí tantos años...
− Mikasa − el capitán la abrazó enseguida besándola con cariño en la sien − no te arrepientes. Es tu propia experiencia y sin ella no serías la misma persona. Lo importante es que ahora y adelante vas a vivir como lo desees.
− Gracias, Levi − la azabache le sonrió levemente y le dio un beso para distraerse de sus pensamientos tristes. En un rato ya dejó de dar las vueltas a su pasado, pero igual estaba interesada por lo del moreno.
− ¿Ya alguna vez has estado en este lugar? − Mikasa cedió al fin a su curiosidad mientras su voz se volvió tímida − me refiero al sentido en que nosotros acabamos de estar.
− Definitivamente me has mentido cuando has dicho que no te importa − una sonrisa irónica curvó los labios del capitán.
− No me importa − aclaró la chica un poquito avergonzada − es una mera curiosidad.
− Ya veo − la sonrisa traviesa de Levi hasta se ensanchó − Bueno, si te interesa tanto − el moreno hizo un acento en la última palabra causando que Mikasa desviara la mirada − puedo decirte que no. En este sentido nunca antes estuve aquí. Prefiero lugares más limpios.
− Pero − los ojos de la azabache se llenaron de un espanto al recordar al instante como era Levi respecto a la limpieza − ¿Por qué conmigo hiciste una excepción? ¿Por qué no me paraste?
− No quería pararte − le sonrió el capitán − y tampoco quería esperar a un momento perfecto en un lugar perfecto.
− Disculpa, no te pediré nunca más hacer algo así − dijo Mikasa aún sintiéndose culpable.
− ¿Ya te he dicho que tú eres muy bonita cuando estás turbada? − la sonrisa del moreno se puso aún más amplia antes de que él volviera a besar a la chica. Beso tras beso y los dos nuevamente estaban sumergidos en su cercanía embriagadora, esta vez perdiéndose por un tiempo largo y ya no distrayéndose en conversaciones. Se separaron solo cuando ya no era soportable permanecer en este grado de pasión sin llegar más adelante.
− ¿En qué estás pensando? − preguntó la azabache tratando de recuperar su respiración.
− Pienso que tus ojos son hermosos bajo estas estrellas − sonrió Levi observando largamente a la chica.
− ¿Por qué no te creo? − la mirada de Mikasa se llenó de incredulidad, aunque sus labios sonreían en respuesta.
− Bueno, estoy pensando que recuperarás en un par de días y nuestra próxima sesión será más larga y más interesante − afirmó el capitán con picardía disfrutando de una confusión que se esbozó enseguida en el rostro de la azabache, ya que ella aún no estaba acostumbrada a hablar de estas cosas.
− Vaya.
− Es casi lo mismo que he dicho − añadió el moreno con inocencia atrayendo a la chica para darle un besito corto − Cuando volvamos a la ciudad, quiero invitarte a una cita.
− Nunca he tenido ninguna − confesó Mikasa − Pero acepto.
− No has perdido mucho. Pero a veces es divertido.
− ¿Y las otras veces? − el interés despertado se reflejó en los ojos de la azabache.
− Aburrido, hasta horrible − Levi se encogió de hombros.
− ¿Has tenido algo así, horrible?
− Mi última cita fue exactamente así − respondió el capitán en una voz irónica causando que el deseo de Mikasa de saber todos los detalles aumentara.
− ¿Por qué? ¿No te gustó tanto la mujer?
− Fue pesadísima, como Hange, pero en mil veces peor − suspiró el moreno al recordar aquella vez ridícula − Una de sus amigas, por cierto. No la pude aguantar ni por 30 minutos. − ¿Por qué la invitaste? − se asombró la azabache.
− No la invite. Nunca lo hubiera hecho − por un segundo el rostro de Levi se retorció de un desprecio − Hange me estuvo pidiendo durante 2 meses. Ya sabes cómo es ella. Al fin me cansé y cedí. Después tenía ganas de matarlas a ambas − acabó el capitán en voz tan macabra que Mikasa no pudo contener una risita al imaginar la escena mientras el moreno continuó − La mañana siguiente Hange supo muchas cosas de sus amigas en general y de sí misma en particular.
− ¿Y ella?
− Nunca más volvió al asunto.
− Vaya − la azabache se rió un poco aún teniendo la imagen enfrente de sus ojos. Después se acurrucó en el hombro del capitán cerrando los ojos. Se sentía tan bien. Pero de repente otra pregunta importante vino en su cabeza:
− Levi, ¿tenemos que mantener nuestra relación en secreto hasta que volvamos a la ciudad? ¿O por un tiempo más largo? − no era que cambiara algo para Mikasa, solo necesitaba aclararlo.
− No podremos ocultarlo durante un tiempo largo − replicó el moreno − Hange ya está sospechando algo. Creo que es mejor contárselo a los demás.
− ¿No está prohibida la relación entre superior y subordinado?
− No está a favor. Pero tampoco está prohibida oficialmente.
− ¿Alguna vez has anunciado algo así? − el interés hacia el pasado de Levi de nuevo se despertó en la azabache, pero se apagó en un instante al escuchar su respuesta.
− No.
− ¿Por qué quieres hacerlo esta vez?
− Porque contigo quiero más que pasar las noches fuera de la estancia.
− Oh... − Mikasa miró conmovida al capitán entiendo por su rostro sereno que él hablaba en serio − no sé qué decir.
Aunque su propia voz sonó un poco perdida, el moreno intuyó que era algo positivo, así que atrajo a la chica a sí y le dijo "no digas nada" antes de besarla. Una chispa de pasión entre los dos se encendió en un segundo de nuevo arriesgando a convertirse en un fuego ardiente, así que Levi cortó el beso con desgana después de un rato.
− Tenemos que regresar o nos harán falta.
La azabache asintió pensando que tal vez fuera a morirse de impaciencia esperando la próxima cita.
− Podemos hacer el anuncio mañana − ofreció el capitán levantándose.
− ¿Eh? ¿Tan pronto? − Mikasa hasta se espantó un poco.
− A lo mejor estoy adelantando las cosas − la expresión suave en el rostro del moreno junto con su voz calmante hicieron desaparecer las incertidumbres de la chica − Podemos esperar todo el tiempo que quieras.
− No − la azabache meneó la cabeza con determinación − tienes razón. Ya basta de esperar.
Levi le sonrió con cariño y la besó por última vez. − Vamos − le tomó la mano para llevar a Mikasa hacia el camino de regreso.
xxx
A pesar de que todo el dormitorio estaba envuelto en sombras nocturnas, la vista de Mikasa ya desde hace un largo rato se acostumbró a la oscuridad permitiéndole observar el techo mientras yacía en su cama. Sabía que tenía que dormir para no parecer una fantasma el día siguiente, pero le fue imposible en absoluto, dado que se sentía demasiado feliz. Cada detalle de su último encuentro con Levi, cada su palabra o gesto a los cuales estaba dando vueltas una y otra vez le daban el calor acogedor y tierno dentro de su pecho. Se alegraba de que pudiera estar a solas con todas sus emociones sin que nadie la viera, ya que la sonrisa que ahora iluminaba su rostro ciertamente era muy ingenua.
No se dio cuenta en qué momento en el silencio de la noche apareció un ruido del trueno lejano. "El tiempo se estropea" − pensó la azabache, pero poco tiempo después se sentó de brusquedad en su cama escuchando los sonidos con atención. El trueno se ponía más y más alto acercándose y destruyendo la esperanza de que era solo una tormenta. Los sonidos sordos se repetían con una frecuencia conocida. Los pasos. Titanes. A Mikasa le tomó menos de un segundo ponerse de pie y salir al pasillo. Justo en este momento escuchó el grito casi histérico de Hange en la planta baja:
− ¡Titanes! ¡Plena disposición combativa!
La estancia empezó a despertarse. Exactamente para este tipo de situaciones los soldados siempre tenían su equipo tridimensional preparado, pero aun así les quedaba poco tiempo para retroceder. Como la estancia se encontraba en un espacio bastante abierto, serían una presa muy fácil para gigantes, así que tenían que montar caballos y lograr el bosque para esconderse en la altura de sus árboles. El plan era tan obvio que la comandante ni siquiera tuvo que explicarlo.
Por suerte, la legión llegó a su refugio justo antes de que los titanes se acercaran apretándose a troncos de los árboles y extendiendo sus manos hacia los soldados. Su cantidad era mucho más numerosa de lo que era posible imaginar en una situación ordinaria, además se habían dirigido directamente a la estancia, lo que tampoco era común. Ni mencionar que los gigantes no habían aparecido en esta zona ya por un tiempo muy largo. Definitivamente era una trampa. Por alguna razón los Leblanc (no cabía ninguna duda de que ellos estaban detrás de todo esto) querían que la legión acudiera al bosque. Aun así sabiendo que estaban cumpliendo el plan de sus enemigos los soldados tuvieron que permanecer en una seguridad relativa de los brazos, ya que de momento era su único modo de sobrevivir.
Casi amaneció, las siluetas terroríficas abajo se contrastaban con suaves colores del cielo. Ya no tenía mucho sentido solo esperar a que llegaran los Leblanc, por eso Hange ordenó avanzar poco a poco dentro del bosque para tener al menos una pequeña oportunidad de encontrarles a los enemigos y atacarles primero. Cada uno de los soldados estaba alerta en espera de la amenaza.
La anterior vez el objetivo de los Leblanc fue Levi, así que era muy probable que le atacaran de nuevo. Teniéndolo en cuenta, Mikasa vigilaba al capitán desde que habían entrado al bosque. Estaba bastante lejos del moreno, pero esto le daba una ventaja en su observación, mientras que atravesar la distancia entre ellos le costaría unos segundos en el peor de los casos. Así no perdiendo a Levi de la vista ni por un segundo se sentía más tranquila dejando su propia defensa a otras sensaciones. De todos modos, sus instintos estaban en un nivel lo bastante alto para concentrar la mayoría de su atención en el moreno. O al menos lo pensaba, hasta que...
Quería trasladarse a otro árbol cuando de repente se quedó completamente inmóvil. Trató de moverse, pero por más que se empeñaba, no pudo hacerlo. Ni siquiera podía gritar. Por primera vez en su vida sintió que no podía controlar nada, ni hacer nada mientras el horror infinito brotaba en su interior devorándola desde dentro. Sabía que su estado significaba que los Leblanc estaban cerca. En prueba de sus pensamientos notó de reojo un movimiento detrás acompañado por un leve estremecimiento del brazo. Alguien se posó y ahora se acercaba.
− Está lista − escuchó una voz infantil.
"Maldita sea" pasó por la mente de Mikasa, ¿acabaría aquí?
Después sintió que alguien la empujó haciéndola caer y la arrastró hasta el tronco para voltearla y dejarla allí sentada. El hombre castaño estaba inclinado a ella y la miraba fijamente. Tal vez él esperara alguna reacción de su parte y al asegurarse de que la azabache no era capaz de mostrar ninguna defensa le dijo con una sonrisa maligna:
− ¿Ya no eres tan fuerte, querida? − al instante siguiente ya se volteó para llamar al niño − Hazlo, Remy.
Cuando el castaño retrocedió, Mikasa vio al chico caminando por el brazo hacia ella. No le había visto antes de cerca. Parecía mucho a su hermano, tenía las mismas rasgos de cara, los mismos ojos de color azul claro, hasta la misma crueldad en ellos.
"No" − instintivamente pensó la azabache − "¡no me acerques!"
Estaba consciente de cada su movimiento, de cada aspiración de este maldito niño y no podía detenerlo. Empezó a sentir la pesadez en su cabeza que aumentaba con cada paso de Remy. Sintió otra ola de espanto que la cubrió enteramente cuando al fin el pequeño rubio se paró enfrente de ella y le sonrió. No era la sonrisa infantil, sino la del asesino a su víctima.
− Hola − le saludó con una voz divertida. Parecía que estos ojos claros veían todo de Mikasa, estaban clavados en ella. "Al fin estaré con Eren", pensó la azabache sintiendo que al mismo tiempo su corazón se encogía desesperadamente. "No, ya no quiero eso, quiero seguir viva".
− Vamos a jugar − continuó Remy en voz cantarina estirando su mano y tocando la frente de Mikasa.
La pesadez que sentía aumentó convirtiéndose en un dolor agudo. La imagen se borraba enfrente de los ojos de la chica reemplazada por círculos negros. De pronto todo ennegreció por completo dejando a Mikasa a solas con el dolor enorme y sensación que su cuerpo atravesaban miles de cargos eléctricos. Si pudiera gritar, ciertamente perdería la voz. En algún momento pensó que tal vez lo estuviera haciendo justo ahora. No sabía cuánto más podía aguantar, deseaba que todo esto se terminara. Y después lo sintió. Su corazón se detuvo y se borró todo por completo.
− ¡Mikasa! − el grito histérico de Hange le hizo a Remy girar la cabeza.
− He terminado − dijo el niño dando la vuelta a Thierry.
− Buen trabajo, vámonos de aquí.
Los dos ya se desvanecieron cuando la comandante se posó al brazo lanzándose hacia la azabache. Su ojo sano abrió al más no poder en cuanto tomó su mano.
− ¿Qué ocurre? − escuchó la voz de Levi detrás.
− Vi a Leblanc retroceder − respondió Hange inclinándose al pecho de la chica. ¡Ojalá estuviera equivocada!
− ¿Y Mikasa? − la voz del moreno era áspera. Sabía que la comandante estaba haciendo y temía escuchar la respuesta.
− Levi, ella no respira − Hange al fin se separó de la azabache mientras su voz se volvió amarga − Lo siento.
− No, déjame...
La comandante solo asintió con la cabeza dejándole pasar. El moreno se inclinó a Mikasa y tomó su mano. No tenía pulso. Era evidente que no había señales de vida en la chica. La expresión de su rostro era muy tranquilo y con los ojos ya cerrados parecería estar dormida si no estuviera tan pálida. Levi no dijo nada solo no podía dejar de mirarla.
"Apenas hemos empezado y ya tengo que despedirme de ti. Tenía que ser yo. Tú casi no has vivido. Todavía eres demasiado joven. Lo fuiste. Ojalá nunca hubieras ingresado a la legión. Ojalá nunca hubiera despertado tu poder y serías la chica ordinaria, pero viva."
− Oye, ¡Remy! − le susurró Thierry sacudiéndole el hombro al niño − ¿no te parece que has empeñado de sobra?
Los dos estaban en otro árbol cercano escondiéndose en un brazo más alto que aquello donde habían dejado a Mikasa. Casi no podían ver lo que estaba pasando por la densidad de hojas, pero las voces de abajo se escuchaban muy bien.
− Sí, un poquito − resopló Remy en un tono de defensa − originalmente esta ola no era para ella. Bueno, tengo que corregir un poco.
− ¿La alcanzas?
− Sí, afectar el corazón es mucho más fácil que la mente − el chico cerró los ojos por un momento − ya está. Ahora vamos a ver el resultado.
Primero lo que sintió Mikasa era el dolor enorme en su pecho. Después se dio cuenta que su cabeza no estaba mucho mejor. Abrió los ojos con dificultad y vio a Levi. No tenía fuerzas para moverse o decir algo, así que por algunos momentos solo miraba a estos ojos negros llenos de preocupación casi sin enfocarse. Después parpadeó y lo miró con más conciencia. Una sonrisa cálida apareció en el rostro del moreno.
− Mikasa...
La chica se incorporó un poco aún sosteniéndole la mirada. ¿Por qué él la miraba así? Su voz sonó más débil que esperaba cuando le preguntó:
− ¿Quién es usted?
