Bien, pues aquí estamos de nuevo. Espero que les guste. Es la primera vez que narro una batalla. Como verán, podremos conocer el desarrollo de la batalla a través de varios personajes. Espero les guste.
Batalla de las Colinas Doradas I.
Robb
El aullido de Viento Gris rompió al alba y despertó a Robb, el cual, contra lo esperado, habia conseguido dormir. Quizás fuera la convicción de que habia hecho todo lo humanamente posible para conseguir la victoria en la batalla que se aproximaba, o quizás fuera la tranquilidad de aquel que se enfrentaba a la muerte quizás por última vez.
El campamento comenzó a despertar. Los hombres salían de sus tiendas, tomaban sus gachas y echaban un trago de vino o cerveza, se vestían para la batalla con sus cotas de malla y armaduras, ceñían sus armas y los jinetes enjaezaban sus caballos. Robb siguió la misma rutina que el resto de los soldados de su campamento: su escudero le trajo el desayuno y mientras lo tomaba Olyvar lo disponía todo para preparar a su rey para la batalla. La armadura de Robb era sencilla, simple, igual a la que su padre habia usado en las Campanas, el Tridente o Pyke; una cota de malla encima de jubón, con una armadura de cuero hervida y por encima, protegiendo los brazos, hombros y el pecho una armadura de acero, con el emblema de la Casa Stark en el pecho. Olyvar trajo su espada larga y su daga y se las ciño en la cintura. Finalmente el propio Robb tomo la corona del Norte con sus manos y se la puso sobre su testa. Estaba listo. Olyvar también estaba listo para la batalla y ademas llevaba dos lanzas, una propia y otra que debía dar a su rey cuando comenzara la batalla.
Cuando salió se encontró rodeado de sus señores y capitanes. Esta vez no era el momento de palabras o grandes vítores. Un leve asentimiento demostró a Robb que sus hombres estaban listos y solo fue necesaria una simple palabra para comenzar el baile.
-En marcha.
Robb tomo su caballo y se dirigió al frente de su ejército hacia el punto donde se iniciaría la batalla que bien podía costarle su vida o darle la victoria.
Tywin.
Lord Tywin Lannister habia vivido casi sesenta días del nombre, y a lo largo de su dilatada experiencia en los campos de batalla nunca habia tenido problemas para conciliar el sueño antes de una batalla. Sin embargo esta vez fue diferente. El sueño le resultaba esquivo, Tywin estaba sintiendo un sentimiento que pocas veces o ninguna habia experimentado: incertidumbre. Habia tenido que tomar una decisión arriesgada, una apuesta, y Lord Tywin Lannister no era fan de las apuestas, a diferencia de su despreciable hijo menor. Elegir marchar sobre el oeste le habia dejado aislado de Desembarco del Rey y de los refuerzos de la Casa Tyrell. Sin embargo no podía arriesgarse a que el joven Stark volviera a tener un golpe de suerte y conquistara Roca Casterly, eso era algo que jamás podía permitir. El plan habia salido bien, estaba a unas horas de derrotar a la amenaza norteña y vencer a un enemigo al que habia subestimado, pero a pesar de haberse prometido no volver a hacerlo, Tywin habia infravalorado al Joven Lobo que consiguió que las huestes ribereñas y la tropa norteña dirigida por Bolton se le unieran, y ahora su ejército era superior al de los Lannister.
El alba estaba despuntando y aullido resonó por todo el Oeste. "La Bestia de Stark" pensó Tywin. Sin duda muchos de sus hombres temen al Joven Lobo gracias a ese animal salvaje que Robb Stark tiene domesticado como un perro. Pero él no era un hombre como los miles que le seguían, el era un Lannister, y sin embargo un pequeño escalofrió le recorrió el cuerpo, sutil pero perceptible.
Su escudero vino a informar que los norteños se estaban moviendo, habia llegado la hora. Con la ayuda de su joven escudero, un crio de la casa Marbrand comenzó a vestirse para la batalla. Su armadura, su yelmo y su espada, aunque dudaba que fuera probar la sangre el día de hoy, hacia décadas que Lord Tywin no luchaban con la espada en mano como si fuera un infante o un caballero. Sin embargo algo de le decía que esta batalla sería diferente.
Su ejército ya se dirigía hacia el campo de batalla para enfrentarse a los norteños y cuando Tywin llego, seguido por sus guardias de confianza, sus tropas ya se encontraban en perfecto orden de batalla. Tywin no se dirigió a sus soldados, no era necesario, sus hombres eran el orgullo del Oeste, el orgullo de Roca Casterly y los mejores soldados de los Siete Reinos. No necesitaban arenga, aunque comenzaron a corear el nombre de su casa.
¡LANNISTER!
¡LANNISTER!
¡LANNISTER!
Asentado desde la retaguardia, el Guardián del Oeste se fijo en el ejército enemigo y a pesar de la distancia reconoció al llamado Rey en el Norte. Robb Stark iba en un caballo blanco, sin guardias ni escoltas y parecía que iba a arengar a los suyos. No llevaba yelmo, por lo que Tywin supo que los rumores de que entraba en batalla con su corona eran ciertos. En cierto modo eso le satisfacía, podría presentar la corona a su nieto, el Rey de los Siete Reinos, cuando le informase de la muerte del traidor y rebelde Robb Stark, mostrando el poder de la Casa Lannister.
Robb.
Sus hombres estaban situados en línea, tal y como habia planeado. Al otro lado, el ejercito Lannister se extendía mostrando un mar de estandartes rojos y dorados con el León Rugiente de Roca Casterly como enseña. La mano le temblaba, pero el Joven Lobo recordó las palabras de su padre "El único momento en el que un hombre puede ser valiente es en el que tiene miedo".
Robb se volvió, miro a sus hombres. Se fijo en sus norteños que le habían seguido desde Invernalia, vio a los ribereños que le habían elegido como rey y se habían comportado con valor y fiereza en el combate. Todos ellos eran su pueblo, su gente, y esta batalla sellaría su destino.
A pesar de nuestro número superior, algunos de los hombres estaban dudosos, su rey nunca habia perdido una batalla, pero ahora se enfrentaba al ejército Lannister principal, dirigido por uno de los hombres más temibles que habia pisado Poniente: Tywin Lannister.
Robb decidió dar una señal a su guardia, iba a pasar revista a sus fuerzas solo, sin protección, pues no la necesitaba en ese momento. Los hombres le miraban, todas las miradas, treinta mil pares de ojo le observaban, esperando un gesto, un movimiento, una orden…
Robb sabía lo que necesitaba, lo que sentían, lo que sufrían ante la perspectiva de la futura lucha, y aun asi, ninguno huía, y él quería mostrar que será uno más junto a ellos en este día. Empezó a trotar con su caballo mientras se dirigía a sus hombres, a sus leales soldados:
-¡Seguid en posición, hacedles frente! Hijos del Norte, y del Tridente, mis hermanos... Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día en el que valor de nuestros pueblos decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunidad, pero hoy no es ese día. En que una manada de leones y escudos rotos rubricaran la consumación de nuestra libertad, pero hoy no es ese día. En este día lucharemos. Por todo aquello que nuestro corazón ama, por nuestras familias, por nuestras tierras y nuestra libertad… -en ese momento Robb desenvaino su espada y la alzo al cielo-OS LLAMO A LUCHAR. ¡HOMBRES DEL NORTE Y DEL TRIDENTE!
Los soldados comenzaron a rugir y vitorear a su rey, como un solo individuo, las espadas chocando contra los escudos, creando un ruido ensordecedor, uniéndose en un grito de guerra que estaba haciendo templar a la más poderosa familia de Poniente.
¡EL REY EN EL NORTE!
¡EL REY EN EL NORTE!
¡EL REY EN EL NORTE!
¡EL REY EN EL NORTE!
Robb recorrió su ejército hasta situarse a la cabeza de sus jinetes. En ese momento los soldados Lannister comenzaron a avanzar. Una andanada de flechas surgió del viento y cayó cerca de las líneas norteñas. En ese momento el Joven Lobo supo que era el momento, levanto la mano y su portaestandarte en esta ocasión, Pequeño Jon Umber dio la señal.
En ese momento el ejército Stark-Tully comenzó a replegarse según las órdenes que su rey habia dispuesto.
La batalla habia comenzado.
Tywin.
Los norteños y ribereños rugían como bestias salvajes, aunque de poco les ayudaría al enfrentarse a sus huestes. Sin embargo poco después de que sus tropas comenzaran a avanzar, el ejército enemigo comenzó a replegarse hacia el oeste, en dirección a su campamento. Por un momento llego a pensar si el joven Stark, a pesar de su atrevimiento, su osadía y su provocación habia decidido retirarse. Quizás los norteños querían obligar a su ejército a una larga guerra de desgaste. Sin embargo, eso era algo que no iba a permitir, esta rebelión iba a terminar hoy, por lo que rápidamente se dirigió a sus mensajeros:-ordenad que avance todo el ejército. No dejéis que escapen.
La voz autoritaria de Lord Tywin no necesitaba que se repitieran las ordenes dos veces y rápidamente sus soldados avanzaron en pos de los norteños. En poco tiempo se avisto al ejército enemigo, junto a su campamento, sin embargo habia algo que no estaba bien.
Parecía que todo el ejercito norteño-ribereño se habia fusionado en una gran masa de hombres, protegidos por estacas en los flancos mientras la caballería se situaba en retaguardia. Esto no era normal, nunca habia visto a un ejército formar para una batalla de esa forma. Rápidamente comenzaron a llegar los principales comandantes del ejército del Oeste pidiendo instrucciones y dando consejos.
-Silencio, debemos cambiar de estrategia, el chico Stark quiere sorprendernos, pero ha cometido un error al situar a su caballería en retaguardia y posicionar sus fuerzas tan juntas, dejando a su infantería en primera línea. Ser Adam, dirigirás una carga con tu flanco, rompe su centro, destroza sus filas; Ser Gregor, te unirás a él con tus fuerzas. Lord Lefford, Ser Flement, vosotros esperareis a que la ofensiva de nuestra caballería barra sus líneas y luego les seguiréis para acabar con ellos. Con sus jinetes en retaguardia será imposible que puedan resistir.
Todos los comandantes asintieron; y poco después todo el ejército comenzó a moverse, avanzando sobre las líneas enemigas. Stark habia intentado burlarse de el por última vez.
Tytos Blackwood.
El plan del rey era arriesgado, eso estaba claro. Pero durante el último año sus planes siempre habían tenido éxito.
Para un Blackwood de Árbol de Cuervos, era raro jurar lealtad como rey a un Stark de Invernalia, pero el Joven Lobo se habia ganado su lealtad con sus victorias y con su ayuda para recuperar su hogar, y ahora se encontraba al frente de más de dos mil arqueros norteños y ribereños situados tras los piqueros y la infantería de su ejército, con una sola orden, hacer llover sobre los Lannister una lluvia de flechas.
Fue tal y como el rey habia predicho. Los Lannister enviaron sus fuerzas contra nuestros soldados, primero su caballería, y en ese mismo momento los piqueros salieron de detrás de la infantería y las picas de Bolton y Flint consiguieron sorprender a los caballeros y lanceros montados de Tywin que sufrieron gran cantidad de bajas.
Era el momento…
-¡Soltad!- dos mil flechas surcaron el cielo hasta caer sobre los desconcertados jinetes de los Lannister.
-¡Otra vez!- la maniobra se volvió a repetir.
Por último Blackwood dio una orden que sabía que sus hombres esperaban.
-¡fuego a discreción!
Miles de flechas recorrían en apenas unos cuantos minutos el campo de batalla hasta diezmar a las tropas de caballería de los leones, que debieron replegarse. Habíamos conseguido evitar la primera ofensiva, pero Tytos sabia que la batalla habia comenzado.
Los Lannister se reorganizaron, y esta vez su infantería ataco de frente y esta vez el combate fue más igualado. Los piqueros fueron remplazados por la infantería ribereña y norteña, mientras los arqueros de Blackwood seguían disparando. En ese momento, Ser Edmure dio la señal, y una de las armas secretas de Robb Stark hizo su aparición: varias catapultas comenzaron a disparar bolas de fuego sobre la infantería Lannister.
A pesar de todo el fuego que estaban recibiendo los soldados Lannister hicieron valer su temible reputación, pues a pesar de todo siguieron presionando. Y a medida que la batalla continuaba, las bajas se producían: dos de los frey, Aenys y Ryman cayeron ante los soldados de los Lannister, su compañero al frente de los arqueros, Robett Glover fue atravesado por una flecha en el corazón; igual que le ocurrió a Ser Jeremy Mallister, pariente de Lord Jason.
A pesar de todo los norteños y ribereños parecían contener a los hombres del Oeste que estaban perdiendo una gran cantidad de hombres, pero en ese momento una fuerza de caballería se dividió y ataco por ambos flancos. Los pozos y las estacas dificultaron el avance e incluso mataron a varios hombres, pero el empuje de la Montaña, quien dirigía el ataque por el flanco oeste, hizo posible que un importante número de soldados Lannister penetraran y atacaran a los arqueros y las catapultas. Ser Gregor cortaba soldado tras soldado, y cuando Tytos ya habia desenvainado su espada para enfrentarse a tan monstruoso enemigo, la caballería ribereña de Ser Edmure y el odioso de Bracken ataco a los hombres de Clegane por la espalda salvando en última instancia la aniquilación de los arqueros.
Tytos se unió a la refriega mientras Lord Tallhart seguía dirigiendo a los arqueros. La guardia de Tytos, sus leales hombres de armas se le unieron y junto a los Tully y los Bracken empujaron a los soldados Lannister hacia las estacas, Blackwood se sentía poderoso, sentía que la victoria no solo era posible, sino que era muy factible, pero en ese momento una flecha le dio en el hombro, haciéndole perder el equilibrio, justo cuando la Montaña se abalanzaba sobre él, sin embargo ocurrió lo que el señor de Árbol de Cuervos jamás imagino: Jonos Bracken, su acérrimo rival se interpuso entre él y Clegane y comenzó a batirse con él, pero a pesar del empuje y el ardor con el que el Señor del Seto de Piedra combatía, Ser Gregor consiguió desarmarlo y atravesarle el estomago.
Mientras veía a Bracken caer, Tytos vio como su enemigo fijaba la vista en él y sabia que habia llegado su final. Los segundos le parecieron eternos, podía ver las bolas de fuego de las catapultas y las flechas de sus arqueros abalanzarse sobre el enemigo, pensó en lo caprichoso del destino que habia provocado la muerte de un Lord Bracken y un Lord Blackwood en la misma batalla y por el mismo hombre. Sin posibilidad de tomar la espada para defenderse, a Tytos solo le quedo encomendarse a los dioses antiguos para que protegieran a su familia mientras Ser Gregor preparaba su estocada final.
Sin embargo, algo interrumpió al monstruo; un aullido feroz recorrió el campo de batalla, seguido de un cuerno de guerra…
Bueno espero que les haya gustado. Por favor, dejen su opinión en los comentarios!.
Mañana veremos el final de la Batalla de las Colinas Doradas!
