Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.

¡Hola!

Lo advertí en las notas de los primeros capítulos, pero me veo en la obligación de repetirlo. Se acabó el fluff *¡no te lo crees ni tú, Milen!* y a partir de ahora (casi) todos los capítulos tienen escenas de lemon explícitas.

¡Un abrazo y gracias por leer y comentar!

Trigger Warning: Escenas de sexo explícitas.


Icchan

—Kacchan…

—Me vas a preguntar algo sobre lo que no quiero contestar —bufó Katsuki, que estaba sentado detrás de él.

Izuku se calló, porque era cierto. Se recostó contra su pecho, apoyando la cabeza en su hombro y disfrutando de las caricias que Katsuki le estaba haciendo por debajo la camiseta, recorriéndole el torso con las yemas de los dedos, realizando pequeñas explosiones que cosquilleaban agradablemente en la piel de Izuku. Estaban en el bosque, sentados contra un árbol. Esa tarde los tres habían realizado una ruta de senderismo guiados por Katsuki. En el camino de vuelta, habían reducido el paso al cruzar una pequeña porción de la orilla del bosque antes de que Shouto hubiese sonreído a modo de despedida y, dando un beso breve a Izuku, hubiera acelerado el paso de vuelta a la tienda para dejarles un rato de intimidad.

—Anda, pregunta —insistió Katsuki al cabo de unos momentos en tono impaciente.

—Tienes razón, creo que no debería hacerlo —negó Izuku, suspirando.

—Izuku… —Kacchan había dejado de llamarle Deku todo el tiempo. Izuku reconocía para sus adentros que escuchar su nombre en sus labios le resultaba tan reconfortante como el día que Katsuki había sido capaz de sincerarse con él y pedirle perdón. Incluso, si utilizaba Deku para referirse a él durante los entrenamientos, no lo hacía con la inflexión que había utilizado en su momento para insultarlo sino pronunciándolo como Izuku hacía en su nombre de héroe. Ante su faltan de respuesta, Katsuki sacó las manos del interior de su camiseta, e Izuku protestó con un mohín sin palabras—. No seguiré haciéndolo hasta que lo digas de una vez.

—De acuerdo. —Izuku dudó unos segundos más. A pesar de lo que había dicho, Katsuki volvió a meter las manos bajo su camiseta, pellizcándole los pezones a modo de insistencia antes de acariciarle los músculos del abdomen—. ¿Qué es Shouto para ti, Kacchan?

—Tu novio —contestó Katsuki sin vacilar, deteniendo sus dedos cuando llegaron al borde de la cinturilla del pantalón deportivo que Izuku llevaba puesto.

—Esa respuesta no vale, eso es lo que es para mí, no lo que significa para ti —protestó Izuku con una risita nerviosa cuando los dedos de Katsuki se aventuraron por debajo de sus calzoncillos y se enredaron en su vello púbico—. Está bien, no tienes por qué contestar. Ni siquiera debí haber preguntado.

—¿Por qué preguntas eso ahora? Pensaba que estábamos bien. No he hecho ni dicho nada inadecuado, ¿verdad? —preguntó Katsuki con tono de sincera preocupación.

Katsuki era quien peor había llevado los celos al inicio. Curiosamente, no habían sido celos por los intercambios físicos que tenían Shouto e Izuku estando los tres presentes sino algo más emocional. Shouto decía que se había acostumbrado rápidamente a que compartiesen sus confidencias y que ni siquiera se sentía extraño cuando tenía que dejarlos solos un rato, intuyendo los momentos adecuados sin necesidad de hablarlo. En cambio Katsuki, sincerándose con Izuku tal como había prometido hacer en caso de duda el primer día que se besaron, le había confesado en uno de sus momentos a solas en el bosque que tenía miedo a ser comparado y de que Izuku se diese cuenta de que sólo era una especie de impostor que no sabía ser un buen novio. A pesar de sus inseguridades, Katsuki se esforzaba constantemente en actuar de la forma correcta todo el tiempo e Izuku intentaba apreciar ese hecho en su completa magnitud.

—No, Kacchan. Eres genial —le aseguró Izuku. Pensó un poco antes de continuar hablando—. No preguntaba por eso, de verdad. Estamos genial y te comportas como el mejor amigo del mundo con nosotros, no pretendía insinuar lo contrario. Además, te dejaste ayudar por Shouto esta mañana cuando te hiciste daño en el brazo. Tú nunca te dejas ayudar por nadie.

—Me dejo ayudar por ti —ronroneó Katsuki en su oído, haciendo que a Izuku se le erizasen los pelos de la nuca, y empujó con la cadera contra el culo de Izuku para que este percibiese su erección.

Izuku soltó una risita avergonzada cuando este empezó a lamerle el lóbulo de la oreja. La primera vez que Katsuki había notado su erección mientras estaban besándose a solas, este le había pedido permiso para ayudarle a solucionar el pequeño problema, como lo había denominado, introduciendo la mano dentro de sus pantalones cuando Izuku había asentido ansioso contra su boca. A partir de ese momento habían utilizado esa expresión a modo de solicitud de consentimiento cuando alguno de los dos quería meter las manos dentro de los pantalones del otro.

—¿Quieres que te ayude ahora, Kacchan? —propuso Izuku, sonrojándose excitado. A pesar de sentirse avergonzado intentaba no demostrarlo, deseando con intensidad lo que estaba a punto de suceder.

—Todavía no —murmuró Katsuki mientras miraba a su alrededor, cerciorándose de que no hubiese nadie cerca, antes de aflojarle y bajarle el pantalón unos centímetros con habilidad.

Katsuki metió la mano en su bóxer, liberando el pene de Izuku a través de la abertura que este tenía, apretándolo con un poco de fuerza y percibiendo lo duro que estaba. Izuku tragó saliva, gimiendo muy bajito. Katsuki movió la mano lentamente a lo largo del tronco, utilizando las yemas de los dedos para recoger las primeras gotas de líquido que salieron del pene de Izuku para lubricarle el glande. Este se estremeció, mordiéndose el labio inferior para contener un gemido de placer.

Izuku cerró los ojos y se recostó más cómodamente contra el pecho de Katsuki para disfrutar de la sensación de su mano masturbándole sin prisa. La primera vez que había sentido los dedos de este sobre su pene había creído que se correría en apenas unos segundos. Había conseguido aguantar un par de minutos con esfuerzo, pero la sensación tan diferente de cuando se lo hacía a él mismo le había encantado y esperaba impaciente el siguiente momento en el que Katsuki pudiera tocarle. Gran parte de su vergüenza natural se disipaba cada vez que el deseo de repetir las mismas sensaciones se disparaba.

—Kacchan… ¿podemos hacerlo a la vez, como la última vez? —le pidió Izuku al cabo de un rato, anhelante, sintiendo que se acercaba al punto de no retorno y necesitando que Katsuki se detuviese unos segundos para poder aguantar un poco más. Si había algo que le gustaba más a Izuku que los dedos de Katsuki llevándole al orgasmo en un tobogán de placer mientras le masturbaba, era ver la expresión de su cara cuando se corría en la mano de Izuku. Izuku pensaba que la intensidad con la que Katsuki eyaculaba era comparable al ímpetu con el que hacía todo en la vida, igual que cuando fruncía el entrecejo mientras su garganta vibraba con el ronco gemido de placer que dejaba escapar justo al final, antes de relajarse con una sacudida brusca.

—Sí —accedió Kacchan con voz excitada, soltándole para permitirle girarse.

Izuku se levantó y Katsuki aprovechó para desabrocharse el pantalón y bajárselos junto con los calzoncillos lo justo para liberar su pene, que dio un pequeño bote al soltarse. Izuku la agarró con firmeza mientras se sentaba de cara a Katsuki, acercándose lo más posible y pasando sus piernas por encima de las de él de manera que sus pollas quedaron a escasos centímetros de distancia. Mordió el hombro de Katsuki cuando este volvió a masturbarle lentamente, tirando del pene de Izuku para hacer que sus glandes se rozaran durante varios segundos. Izuku suspiró y gimió al sentir el mordisco de Katsuki en el lóbulo de su oreja y se dejó hacer unos segundos antes de levantar el rostro y besarle con suavidad.

—¿Lo quieres rápido? —le preguntó Izuku, con la respiración agitada, que sabía que a Katsuki le gustaba que le masturbase con algo de brusquedad, sin movimientos fluidos y lentos como los que el propio Izuku prefería.

—Todo lo que puedas —murmuró Kacchan con la voz ronca de deseo.

Izuku empezó a mover la mano lo más velozmente que podía en aquella posición, con movimientos contundentes y firmes, intentando no excederse en la fuerza con la que lo estaba apretando. Katsuki gimió contra su boca para darle a entender que estaba bien de aquella manera y le dio un beso que acabó en un mordisco, clavándole los dientes en la lengua, en los labios, en la barbilla.

—Vas a dejarme marca, Kacchan —se quejó Izuku con poca contundencia entre mordisco y mordisco.

Espoleado por sus palabras, Katsuki bajó por su cuello, dando pequeños mordiscos suaves hasta llegar al hombro de Izuku, mordiéndole con fuerza a través de la camiseta. Izuku gimió y apretó más fuerte la polla de Katsuki, olvidándose de seguir moviéndola de arriba abajo durante unos segundos.

—Diría que te gusta —masculló Katsuki, besando el cuello justo donde empezaba el borde de la camiseta para consolarle por el mordisco antes de empujar la cadera hacia arriba con fuerza suficiente para levantar a Izuku unos centímetros en el aire, suplicándole silenciosamente que siguiese masturbándolo a pesar de que él movía la mano más despacio, permitiéndole disfrutar de la sensación sin acelerar—. Eres mío. Eres mío y de Shouto, Icchan. Nuestro.

—Y tú eres mío. Eres mío, Kacchan, igual que lo es Shocchan. —Izuku se mordió la lengua. Había estado a punto de decir «nuestro», como Katsuki.

No quería meter la pata adelantando acontecimientos que todavía no sabía si iban a ocurrir. El murmullo de Izuku se perdió en un gemido ronco casi inaudible. Katsuki jadeó, excitado al oírle. Ambos habían descubierto que les excitaba jugar a ponerse posesivos, como un juego de fiereza en el que se intercambiaban órdenes, mientras se masturbaban. Cuando por fin Katsuki comenzó a mover la mano más rápido, fue Izuku quien suspiró aliviado y movió la cadera hacia adelante para encontrarse con la mano de Katsuki, sujetándose con la otra mano a su nuca y obligándole a besarle. Paró cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, pero Katsuki puso la mano que tenía libre en el culo de Izuku, incitándole a moverse de nuevo.

—Hazlo, Icchan —le mandó Katsuki, con la voz estrangulada por la excitación, dejando de mover la mano y apretando los dedos para sujetar el pene de Izuku con firmeza—. Marca tú el ritmo que quieras.

Izuku obedeció sin dudarlo, incapaz de contenerse más. Movió las caderas, follándose el puño de Katsuki con veloces estocadas e intentando no perderse tanto en su propio placer que se olvidase de seguir besando y masturbando a Katsuki. La presión en sus huevos aumentó y sus besos se limitaron a presionar sus labios contra los de Katsuki, jadeando mientras se empujaba rítmicamente hacia adelante y hacia atrás una y otra vez, sintiendo la agradable aspereza húmeda de la mano de Katsuki, que había empezado a sudar a causa de su Don, facilitando la lubricación al tiempo que se movía y llenando de diminutas e inofensivas explosiones a lo largo de todo su pene.

—Casi estoy —murmuró Izuku sin separar los labios de los de Katsuki—. Mierda, nos vamos a manchar otra vez, Kacchan.

—Da igual, tú olvídate de eso ahora. No pares —le ordenó Kacchan, lamiéndole los labios con la lengua y siguiendo el ritmo de las estocadas de Izuku con la mano que tenía en su culo, sin hacer fuerza.

Las caderas de Izuku empujaron varias veces más en un ritmo caótico antes de intentar clavarse lo más posible en la mano de Katsuki en una última estocada y se corrió con un gemido más largo y gutural que los anteriores, salpicando con fuerza la camiseta de Katsuki con espesos chorros. Katsuki volvió a mover la mano, más despacio, durante los siguientes segundos con suaves apretones, alargando unos segundos más el orgasmo de Izuku y recogiendo en sus dedos los restos de semen que seguían brotando, en menor cantidad, de su pene.

—Kacchan… Ha sido… guau —suspiró Izuku, emocionado.

—Lo ha sido, sí —reconoció Katsuki, sonriendo.

—Perdona, ya sigo contigo —murmuró Izuku, que durante el orgasmo había reducido la velocidad de la mano con la que le estaba masturbando hasta detenerse, embargado por la sensación de placer—. ¿Quieres marcar tú el ritmo ahora?

Katsuki negó con la cabeza. Intentando compensar haberse olvidado de él a pesar de haberle pedido que lo hiciesen a la vez, Izuku volvió a acelerar el ritmo e intentó recordar todos los movimientos que Katsuki le había enseñado a hacerle con el dedo pulgar para intensificar su placer. Sin parar de masturbarle, Izuku repartió besos por sus labios, nariz, mejillas y cuello, dándole un lametón desde la barbilla hasta la punta de la nariz. Katsuki no tardó mucho en gruñir, buscando los labios de Izuku y mordiéndole de nuevo los labios antes de correrse en espesos borbotones que se deslizaron por el puño de Izuku hasta derramarse en sus propios pantalones. Se separaron unos centímetros, todavía jadeando de excitación. Katsuki sonreía de lado, satisfecho, mirándolo a los ojos. Cuando el éxtasis del orgasmo pasó, miró su camiseta llena de las indiscretas manchas de humedad de la corrida de Izuku y se la quitó, limpiándose la mano en ella y resignándose con una mueca de desagrado antes de acomodarse los calzoncillos y abrocharse los pantalones.

—Lo siento, Kacchan —dijo Izuku, sintiéndose culpable porque debido al cambio que habían hecho en la dinámica había ensuciado la camiseta de Katsuki además de la habitual mancha que se les solía escapar en los pantalones o calzoncillos si no tenían cuidado—. Lo olvidé.

—Espera. —Katsuki, que estaba utilizando su camiseta para limpiarse como podía la mancha del pantalón, detuvo la mano chorreante de Izuku, que había hecho ademán de limpiarse en su propia ropa—. No ensucies la tuya también. Utiliza la mía.

—¿Seguro, Kacchan? —Izuku dudó porque sabía que a Katsuki no le gustaba nada estar manchado.

—Seguro. Ahora vamos a la tienda y me cambio —dijo Katsuki encogiéndose de hombros. Izuku abrió la boca para disculparse de nuevo, devolviéndole la camiseta, pero Katsuki se adelantó—. No pasa nada, Izuku. Lo importante es que hayas disfrutado. ¿Quieres volver a hacerlo así?

—Ha estado genial. Sí, me gustaría volver a hacerlo, ha sido casi cómo… —Se calló, súbitamente avergonzado.

—Como follar —terminó Katsuki por él, esbozando una sonrisa petulante y mordiéndose el labio inferior con gesto provocador—. Yo también lo he sentido así.

—¿Nos vamos ya a la tienda? —preguntó Izuku, suponiendo que Katsuki estaría incómodo y que no querría quedarse más tiempo allí, pero Katsuki tiró la camiseta a un lado.

—Prefiero que nos quedemos unos minutos más aquí. Podemos seguir hablando un rato. —Izuku asintió, comprendiendo que eso implicaba que Katsuki quería decirle algo, pero que necesitaba unos minutos para ordenar sus ideas.

Katsuki volvió a recostarse contra el árbol, abriendo las piernas para permitir que Izuku se sentase entre ellas y le rodeó la cintura con los brazos, volviendo a meter las manos por debajo de la camiseta. Izuku se rio entre dientes, pensando que si alguien estuviese viéndolos debía de estar pensando que eran unos salidos. Asustado por la idea, miró discretamente a su alrededor, asegurándose que todo seguía tan vacío como unos minutos antes. Cuando se quedó tranquilo, se relajó contra el torso desnudo de Katsuki, apoyando la cabeza en su hombro para intentar verle la cara.

—Sabes que podemos hacer más cosas, ¿verdad? —le propuso Katsuki al cabo de unos segundos, alzando las cejas.

—Yo… —Izuku intuía que Katsuki había llegado mucho más lejos con Kirishima en su anterior relación gracias a los comentarios casuales que este dejaba caer a veces—. Lo… ¿lo echas de menos?

—¿El qué? —preguntó Katsuki. Izuku miró hacia arriba, viéndole fruncir el ceño, reordenando de nuevo sus ideas—. Demonios, Izuku. No puedes contestar con una pregunta a una mía. No es justo.

—Lo siento, Kacchan. Es... No quiero decepcionarte, Kacchan. Tú y yo sólo nos hacemos pajas y a veces me da miedo que estés esperando más de mí. Kirishima y tú… No quiero que eches de menos hacerlo del todo —confesó Izuku.

—Claro que lo echo de menos —dijo Katsuki. Izuku apretó los labios, confirmando sus sospechas. Iba a desviar la mirada del rostro de Katsuki, pero este le miró a los ojos—. Y tú también lo echarás de menos cuando lo pruebes. Pero eso no quiere decir que tú y yo tengamos que hacerlo. Esperaré a que estés preparado, sea el tiempo que sea. Y conste que eso también lo digo por si prefieres hacerlo con Shouto antes que conmigo.

—Me da igual con quien lo haga primero, Kacchan —negó Izuku, que no consideraba que fuese el problema—. No funciona así, creo. Al menos no en mi cabeza.

—En ese caso esperaré a que llegue el momento adecuado, no te preocupes. De todos modos, no me refería a eso —dijo Katsuki con voz impaciente, tranquilizando a Izuku.

—¿Entonces a qué te referías con más cosas? —Izuku dejó que la leve ansiedad que había sentido durante la conversación diese paso a la curiosidad.

—No estoy diciendo que tengamos que follar ya, ni tampoco quiero presionarte, sólo que lo supieras para cuando estés preparado —le aclaró Katsuki, sonriendo de lado—. Yo estaba hablando de todo lo demás. Hay un montón de cosas entre pajearnos el uno al otro y follar que podemos hacer, ¿sabes? Frotarnos uno contra otro sin ropa, chupárnosla…

—¿Quieres… quieres chupármela? —preguntó Izuku, sintiendo que volvía a excitarse sólo con la idea de metérsela en la boca a Katsuki.

—Claro —asintió Katsuki. Izuku se estremeció con un escalofrío de placer que Katsuki debió de malinterpretar, porque añadió—: Y no tiene por qué ser algo recíproco. Puedo hacértelo yo a ti aunque tú no quieras o no te sientas preparado para hacérmelo a mí.

—¿Lo harías incluso aunque yo no te lo hiciese? —preguntó Izuku, con genuina curiosidad a pesar de lo muchísimo que le atraía la idea de chupársela a Katsuki.

—Por supuesto. Me gusta mucho hacerlo.

—Y te gustaría que te lo hiciese… —Izuku lo dejó caer, tentativo, volviendo a estremecerse con la idea de meterse la polla de Katsuki en la boca.

—Mucho. Es posible incluso que lo espere con más ansia que hacerlo del todo, ¿sabes? —confesó Katsuki en voz baja.

—¿Por qué? —preguntó Izuku, intrigado.

—Me gusta mucho. ¿Ves lo que has hecho con mi mano? Una de las cosas con las que más fantaseo es con hacer eso algún día en la boca de alguien —murmuró Katsuki, sonando excitado también con la conversación. Izuku le acarició las piernas y Katsuki las levantó, plantando los pies en el suelo, para permitirle hacerlo más cómodamente—. Pero no tienes que hacerlo, Izuku. Eijiro tampoco quería hacerlo y no pasó nada. Puede ser algo en mi imaginación para siempre, no tienes por qué hacerlo sólo porque yo fantasee con ello.

—Lo entiendo. Quizá podamos probar otro día. Lo de follarme la boca no, me refiero a… todo lo demás

—Cuando tú quieras y estés preparado, Izuku. Y repito que lo otro no es necesario hacerlo. Sólo era un comentario, no quería presionarte.

—Te he entendido, Kacchan, no te preocupes —asintió Izuku. Katsuki sonrió, hundiendo la nariz en los mechones de su pelo. Izuku se acomodó contra él, cerrando los ojos—. Me ha gustado que confíes en mí tanto como para contármelo. Con respecto a cuándo podemos probar… Realmente sí estoy preparado, Kacchan. Para chupártela, frotarnos uno al otro… Incluso podemos empezar a probar a tocarnos… ya sabes… el culo y esas cosas.

—Pero… —Izuku resopló conteniendo una carcajada. Katsuki era muy inteligente y le conocía tan bien como para saber identificar por la inflexión de sus palabras que todavía no había terminado de hablar.

—Es sólo… Es que Shouto y yo todavía no…

—¿No habéis hecho nada? ¿Ni siquiera lo que hacemos nosotros dos? —Izuku negó con la cabeza—. ¿Puedo preguntar por qué?

—No ha surgido la ocasión, creo. Cuando estamos solos, suele ser en sitios donde hay más gente, aunque sea a lo lejos. No nos escapamos al bosque como hago contigo y últimamente cuando estamos en la tienda es él quien nos deja solos a ti y a mí o estamos los tres.

—Deberías habérmelo dicho antes —murmuró Katsuki, con la voz tensa—. Shouto se está esforzando en dejar que tú y yo tengamos estos ratos. Pensaba que como pasáis tanto tiempo juntos… Aunque ahora pasamos más tiempo los tres juntos. Tendría que haberme dado cuenta antes.

—Últimamente tú estás más tiempos con nosotros —reconoció Izuku, antes de quitarle importancia al tema—. Realmente nada nos impide quedarnos en la tienda cuando tú estás con el Bakusquad.

—No nos llamamos así —gruñó Katsuki—. No nos llamamos de ninguna manera.

—Eso no es lo que dice Ashido-san —dijo Izuku antes de ponerse serio de nuevo—. No te preocupes, Kacchan. Realmente sí tenemos esos momentos, pero supongo que nos falta dar el paso.

—¿Me cuentas esto porque quieres hacer algo con él antes de hacer otras cosas conmigo? ¿Ese es el pero? —Izuku asintió. No sabía por qué, pero prefería que fuese así—. Entonces esperaré, no te preocupes.

—¿No te importa?

—Al contrario, me parece bien. Shouto está preparado para hacer algo contigo, ¿verdad? —preguntó Katsuki con voz reflexiva.

—Sí, creo que sí. Supongo que, como yo, él nunca había hecho nada con nadie, así que a lo mejor tampoco sabe cómo empezar. Ahora que yo ya sé cómo lo hago contigo, si tenemos la oportunidad puedo proponérselo. A lo mejor sólo necesitamos ese pequeño empujón —asintió Izuku, que estaba bastante seguro por cómo se comportaba Shouto de que sólo les hacía falta encontrar el momento adecuado.

Los dos permanecieron un rato más abrazados, en silencio. Katsuki había empezado a sudar más abundantemente al no tener una camiseta que absorbiera la humedad de su piel y las gotitas se deslizaban por sus hombros, piernas y torso con pequeños chisporroteos que resultaban relajantes y que a Izuku le hacían cosquillas en los dedos mientras le acariciaba las piernas. Katsuki cogió aire profundamente detrás de Izuku, como si fuese a decir algo, pero no terminaba de animarse. Izuku esperó con paciencia sabiendo que debía estar buscando las palabras, algo que no le era sencillo. Después de un par de minutos esperando, a Izuku se le ocurrió que si le estaba costando dar con las palabras probablemente era el tema de conversación que había pretendido abordar originalmente cuando había propuesto que siguiesen charlando y que hasta ese momento sólo había dado rodeos.

—Lo cierto es que no sé lo que es Shouto para mí. Estoy intentando averiguarlo todavía. Sólo… sólo puedo decir que se ha ganado el derecho a tocarme, igual que tú o Eijiro —murmuró Katsuki finalmente, retomando la conversación que Izuku había comenzado un rato antes—. Me gusta oírte hablar de él. Me gusta cuando antes de corrernos dices que eres suyo y me gusta pensar en los tres como nosotros. Pero no tengo claro cómo me hace sentir eso, sólo que no es algo malo o negativo.

—¿Te gusta? —preguntó Izuku, que había empezado con aquel tema porque había notado extraño a Katsuki en los últimos días, aliviado al constatar que no era un problema de celos y que su intuición no iba por mal camino. Este se encogió de hombros—. Está bien para mí si te gusta, Kacchan.

—Lo sé. Sólo que no sé si es así o simplemente le he cogido mucho aprecio. No es igual que lo que siento por ti, ni tampoco que lo que siento por Eijiro o Denki. Es… diferente.

—No tienes por qué definirlo de ninguna manera si no quieres. Sólo sentía curiosidad —dijo Izuku, arrepintiéndose por haber insistido en el tema. No quería que Katsuki se sintiese presionado de ninguna manera—. Quizá no debería haberte preguntado.

—Yo también he estado preguntándomelo. Esta mañana… no es sólo que me ayudase a levantarme, también le perdoné en el entrenamiento porque no se dio cuenta de que le iba a estallar una de mis granadas en la cara. Le hubiese hecho daño, pero no lo pensé conscientemente antes de parar. Me salió así —confesó Katsuki.

—Me lo ha contado. Kacchan… —Izuku se giró de nuevo para poder mirarle a los ojos—. Lo que tenga que ser será, no le des demasiadas vueltas.

Todavía se quedaron varios minutos más en el bosque antes de regresar a la tienda para cambiarse de ropa e ir a cenar. Shouto apareció por allí, buscándolos con la intención de recogerlos para poder ir juntos hasta el comedor, donde él e Izuku se separaron de Katsuki para irse a sentar con Asui, Iida y Uraraka, mientras este se iba a su mesa habitual.

—¿Lo habéis pasado bien? —preguntó Shouto mientras se servían los platos de comida.

—¡Sí! ¿Y tú?

—Estuve un rato con las chicas en su tienda. Iida también estaba y estuvimos comentando sus progresos en el entrenamiento. Uraraka ha conseguido cosas asombrosas con su Don.

—¡Suena muy bien! —dijo Izuku con una sonrisa amplia, empezando a comer con apetito. El sexo con Katsuki siempre hacía que las tripas le rugiesen con ganas—. Tengo que recordar preguntarle luego después de la hora de la hoguera.

—Pareces muy contento —susurró Shouto con media sonrisa. Izuku asintió, acariciándole la rodilla discretamente por debajo de la mesa—. Es genial verte así.

Tras la hoguera tanto Izuku como Shouto se quedaron un rato en la tienda de las chicas, charlando animadamente con ellas. En la tienda, Katsuki ya estaba en el futón común mirando el teléfono, que dejó a un lado cuando los vio entrar. Cuando los tres se metieron bajo las sábanas revueltos, abrazados y pegados unos a otros, Izuku se sintió completo. Con el aliento de Shouto moviéndole los pelos de la nuca, sus manos acariciándole el pecho bajo la camiseta y las de Katsuki deslizándose suavemente por su espalda mientras le besaba, no alcanzaba a recordar que había habido un momento en el que aquello no ocurría. Parecía como si la vida entera hubiese sido algo de ellos tres.

Deseando tocar a Shouto, Izuku se dio media vuelta en el estrecho abrazo en el que Katsuki y él le mantenían encerrado. Le besó, empezando por la barbilla antes de llegar a sus labios. Detrás de él advirtió cómo Katsuki se acomodaba a la nueva posición, pegándose a su cuerpo, abrazándole, colando sus manos bajo la camiseta, buscando sus pezones y acariciando su ombligo. Le dio un beso en la nuca, depositado suavemente, al que le siguieron otros que llegaron hasta el borde del cuello de la camiseta.

Igual de caliente que por la tarde, Izuku metió las manos bajo la camiseta de Shouto buscando sus pectorales y acariciando los músculos firmes y trabajados con sus dedos, tan diferentes de su cuerpo que, a pesar de estar tonificado, no era tan marcado. Shouto empezó a besarle con más ímpetu, esforzándose por meter las manos por la espalda de Izuku y abriéndose paso entre el cuerpo de Katsuki, enredando sus piernas entre las suyas en busca de más contacto. Los pezones de Shouto se pusieron duros bajo las yemas de sus dedos cuando los acarició en círculos.

Izuku los presionó igual que Katsuki estaba haciendo con los suyos. Mordió sin querer la lengua de Shouto cuando Katsuki le pellizcó los pezones con suavidad y sintió cómo sus caderas se impulsaban contra las de Shouto, notando lo duro que estaba él también. Izuku lamentó no poder dejarse llevar y supo a ciencia cierta que podría volver a correrse sólo frotándose contra Shouto, recordando que Katsuki había mencionado que esa opción era posible. Izuku pellizcó los pezones de Shouto, imitando de nuevo a Katsuki, al mismo tiempo que este volvía a hacérselo. Las caderas de Izuku se encontraron de nuevo con las de Shouto y se estremeció de placer cuando sus erecciones se rozaron por encima de la tela del calzoncillo. Acalló el gemido que estuvo a punto de abandonar sus labios profundizando más el beso con Shouto.

Detrás de él, Katsuki, también duro como una barra de hierro, se restregó con impaciencia contra su culo un par de veces. Izuku se debatió entre las ganas de moverse hacia adelante, encontrándose con el pene de Shouto, y las de ofrecerle el culo a Katsuki, permitiendo que este se frotase con más libertad contra él, pensando con un poco de rabia en lo mucho que le estorbaban los calzoncillos de los tres en ese momento. Con las sensaciones sobrepasándole y la mente nublada, Izuku separó los labios de la boca de Shouto, que lo miró fijamente con los ojos empañados del mismo deseo que sentía él, respirando agitadamente y sintiendo su aliento acariciándole los labios.

—Icchan… —murmuró Katsuki cariñosamente, con la voz ronca por el deseo, antes de suspirar profundamente y levantarse, apretándose la polla a través de los calzoncillos de manera inconsciente.

—¡Kacchan! —exclamó Izuku, girándose para mirarle, preguntándose por qué se apartaba. Shouto también se incorporó, alternando la mirada entre ellos dos con curiosidad, pero sin intervenir.

—Voy a intentar tardar al menos media hora, ¿de acuerdo? —susurró Katsuki, mirándoles con intensidad y buscando la ropa que se había quitado al volver a la tienda—. Pero no puedo garantizaros nada: es temprano y todavía habrá gente levantada, pero intentaré ganar todo el tiempo posible.

—Pero Kacchan, entonces tú… yo… Lo siento mucho.

Izuku se sentó en el futón, sintiendo el peso de la ansiedad en su pecho al ver la erección del chico marcándose, intentando escapar del bóxer, con un pequeño círculo de humedad alrededor de la punta, mientras este se agachaba para recoger unos pantalones. Izuku miró a Shouto, pretendiendo disculparse con él también, pero el chico miraba el bulto de los calzoncillos de Katsuki con fascinación y la punta de la lengua entre los labios. Pretendiendo no avergonzarle, Izuku no le dijo nada para que no supiese que se había dado cuenta de ello.

—No seas idiota, Izuku —dijo Katsuki con amabilidad, ya con los pantalones que había utilizado durante la cena en la mano, acercándose para darle un beso cariñoso en los labios—. Tú y yo ya hemos tenido nuestra oportunidad esta tarde. Hemos hablado de esto, ¿recuerdas? Necesitas tiempo con él a solas para que funcione.

—Sí, pero… —Izuku tragó saliva y apretó los labios, comprendiendo que Katsuki estaba esforzándose por ponerles las cosas fáciles, pero viendo en sus ojos un destello de pesar que le indicó que la decisión de marcharse en ese momento le estaba costando mucho—. Tienes razón, sí. Gracias, Kacchan. Sé que no es… Lo estás haciendo genial, Kacchan, muchas gracias.

—No estoy de acuerdo —dijo Shouto, uniéndose a la conversación, mirando ya a Katsuki a la cara, con su habitual tono cáustico—. Lo que Izuku quiere decir es que se siente mal porque tú estás igual de caliente y sin embargo, vas a marcharte para que nosotros podamos seguir. Tengo la sensación de que tampoco tú estás muy conforme. Yo también quiero poder hacer esto con Izuku, pero creo que no deberías marcharte si eso te hace sentir mal, Katsuki. No puedes ignorar tus sentimientos y sacrificarte sólo para hacernos un favor.

—¡Shocchan! —Izuku se sintió culpable por haber sido tan obvio. Le cogió de la mano, intentando pensar en cómo solucionar aquel embrollo—. Lo siento mucho, Shouto. No quería dar a entender que no quiera estar contigo a solas.

—No lo has hecho, Izuku —contestó Shouto, acariciándole la mejilla con cariño antes de mirar a Katsuki—. Tampoco creo que debas disculparte. No me siento mal por esto, yo también quiero seguir, pero se trata de que los tres seamos felices con esto. Si tomamos decisiones que nos duelen, ese dolor acabará empañando lo que sentimos.

—¿En qué momento te has vuelto un experto en sentimientos, Shouto? —preguntó Katsuki con brusquedad, pero sonando curioso.

—No lo sé. Sólo… lo estaba pensando. —Izuku vio que los ojos de Shouto volvían a desviarse hacia los calzoncillos de Katsuki durante un segundo—. Para mí tiene lógica. No tengo experiencia con novios, pero sí he experimentado de primera mano lo que el dolor puede hacer para acabar con la felicidad de una relación familiar.

—Creo que tienes razón —suspiró Katsuki, estrujando los pantalones en sus brazos, incapaz de contener su nerviosismo—. Tenemos un problema, entonces.

—Puedo escaparme luego contigo, Kacchan, y ayudarte, si quieres —sugirió Izuku, intentando llegar a un término medio satisfactorio para los tres—. Así podrás tenerme a mí. Sólo deberás esperarme un rato.

—O puede quedarse y seguimos como hace un momento, dejándonos llevar sin pensarlo demasiado —propuso Shouto, con voz seria. Izuku bajó la vista hacia su entrepierna, fijándose en que Shouto seguía igual de duro que Katsuki y él pese a haber parado para hablar, con los calzoncillos húmedos de líquido preseminal. Todavía respiraba agitado, aunque parecía ser el más sereno de los tres—. Lo que a Katsuki le duele es tener que irse ahora y renunciar a algo que le estaba gustando, si no me equivoco.

—Sí —contestó Katsuki escuetamente, apretando los labios.

—Que vayas después con él o que os deje yo a solas en la tienda no impedirá ese sentimiento. Por tanto, lo más lógico es que se quede con nosotros, que es lo que desea —dijo Shouto como si fuese algo obvio. Izuku ladeó la cabeza, dudando todavía—. A mí me estaba gustando lo que los tres estábamos haciendo y juraría que a ti también.

—¡Sí! Claro, pero… tú y yo… Creí que querrías que estuviésemos solos para…

—Quiero que hagamos más cosas en lugar de irnos a dormir con el calentón, pero no si eso va a hacer daño a uno de nosotros. Además, a mí no me importa que eso implique que Katsuki esté presente —dijo Shouto, mirando directamente a Katsuki, que seguía de pie, medio agachado para no dar con el techo de la tienda, mirándolos a ambos fijamente, evaluándolos—. Izuku, para mí estaba siendo especial lo que estábamos haciendo los tres. No me estás arrebatando nada por no hacerlo los dos solos la primera vez, ni nada de eso.

—¿Izuku? —preguntó Katsuki, buscando su opinión.

—No quiero que hagas nada que no quieras hacer, Kacchan… —musitó Izuku, mirándole con un peso en el estómago. No sabía si eso ayudaría a que Katsuki aclarase el tipo de amistad que le unía a Shouto—. No es bueno forzar…

—Si a Shouto no le importa compartir un momento así conmigo, por mí está bien también —le interrumpió Katsuki, con un brillo de deseo en los ojos y una expresión feroz y decidida.

—Pero tú… —Izuku bajó los ojos, compungido.

No sabía cómo expresar su preocupación por los sentimientos de Katsuki delante de Shouto sin ofenderle o delatarle. Katsuki dejó caer los pantalones al suelo y se arrodilló frente a él. Poniendo dos dedos bajo su barbilla, le levantó la cabeza para mirarle a los ojos.

—Lo que tenga que ser será, Izuku, no le des más vueltas—dijo Katsuki, antes de depositar un beso suave en sus labios—. Vuelve con Shouto y céntrate en él, anda. No os merecéis quedaros siempre con las ganas. Yo estaré contigo todo el tiempo, pero no te preocupes por mí. Buscaré la forma de estar contigo y disfrutar al mismo tiempo que vosotros, ¿de acuerdo?

Izuku asintió, con una sonrisa aliviada. Le devolvió el beso, contento porque las cosas pareciesen tener una solución, antes de volverse hacia Shouto, que le estaba mirando también con una sonrisa complacida y llena de deseo en la cara. Detrás de él, las manos de Katsuki tiraron de su camiseta hacia arriba, intentando quitársela, así que Izuku levantó los brazos para permitírselo.

—¿Estás seguro? —susurró Izuku cuando se tiró encima de Shouto, comenzando a besarle el cuello.

—Sí. ¿Tú?

—Que los dos estéis conmigo es mi mejor sueño —admitió Izuku con un murmullo antes de besarle en un intento de retomarlo desde donde lo habían dejado, menos cohibido una vez que habían hablado las cosas.

Izuku se acomodó entre las piernas de Shouto, que las abrió para hacerle hueco, percibiendo cómo su pene rozaba con el de él por encima de la tela de los calzoncillos, ya que estaba cargando su peso sobre él. Preocupado, Izuku plantó las manos a ambos lados del torso de Shouto, incorporándose para buscar a Katsuki con la mirada.

—Estoy aquí, Izuku —murmuró Katsuki detrás de él para tranquilizarlo—. Estoy con vosotros.

Shouto le rodeó con los brazos y le atrajo hacia él para volver a besarlo. Cuando Izuku sintió la caricia de Katsuki deslizarse por la parte baja de su espalda, de un tacto muy diferente a las de Shouto, que le acariciaba los omóplatos, se relajó e intentó llegar con las manos hasta el torso de Shouto desde su posición. Un gemido de Shouto, que había perdido su habitual expresión seria y estaba respirando entrecortadamente entre beso y beso, le excitó aún más. Shouto le rodeó la cintura con las piernas, incrementando el contacto entre ellos. Los labios de Katsuki en su espalda, repartiendo besos a lo largo de su columna vertebral, empezando por los hombros y descendiendo despacio, vértebra a vertebra, le hicieron sollozar de placer, e Izuku comenzó a restregarse despacio contra Shouto, incapaz de contenerse más.

Shouto le correspondió empujando las caderas hacia él, apretando con las piernas para que sus penes se frotasen con más intensidad. Fue repasando con caricias leves de sus dedos los lugares de la espalda de Izuku donde Katsuki le había besado y este comprendió que, desde su posición, Shouto sí podía ver qué estaba haciendo Katsuki. Este llegó al final de su espalda y le dio un último beso justo al borde de la goma del bóxer. Introduciendo con decisión los dedos por la cinturilla, empezó a deslizarlos lentamente hacia abajo, quitándoselos. Izuku movió las caderas lo suficiente para permitírselo y volvió a dejarse caer sobre Shouto, sin dejar de besarlo en ningún momento.

Se separó de Shouto unos segundos después, con un hilo de saliva conectándolos. Este le devolvió la mirada con los ojos enfebrecidos de deseo. Izuku tragó saliva, sonriéndole, antes de comenzar a lamerle el cuello, buscando sacarle gemidos similares al anterior. Fue consciente de que estaba totalmente desnudo mientras que Shouto seguía con la camiseta y los calzoncillos puestos porque su pene rozó directamente contra el abdomen de Shouto, manchándolo de líquido preseminal, pero en lugar de sentirse expuesto, Izuku creyó que era muy excitante. Sintió de nuevo el calor del cuerpo de Katsuki en su espalda cuando este volvió a besarle la primera vértebra de la nuca, repitiendo el mismo camino. Las manos de Shouto se retiraron de su espalda, cediéndole el paso a los labios de Katsuki, pero no acarició a Izuku en ninguna otra parte. Un gemido de Katsuki contra la piel de su espalda le indicó que, fuese lo que fuese que estaba haciendo Shouto con las manos, tenía que ver con Katsuki.

Este se quedó quieto con los labios todavía rozando la espalda de Izuku, pero sin moverse, respirando tan rápidamente que Izuku sentía las gotitas de su aliento condensarse en su piel. Giró la cabeza, intentando escudriñar qué ocurría. Shouto había hundido las manos en el pelo de Katsuki, masajeándole lentamente y despeinando sus mechones. Este se dejaba hacer, disfrutando del contacto. Izuku se volvió hacia Shouto, que estaba serio, mirándole con expresión insegura.

—Si está bien para vosotros, está bien para mí también —murmuró Izuku, sonriéndole para tranquilizarlo. Shouto se relajó visiblemente.

—Sigue besándome, Icchan, por favor —le pidió Shouto, utilizando el mismo apelativo cariñoso que Katsuki.

Embargado de ternura, Izuku se apresuró a hacerlo, dejando que Shouto marcase el ritmo, más lánguido y pausado que los anteriores. No volvió a mirar hacia atrás pero podía sentir los músculos de los antebrazos de Shouto tensándose mientras masajeaba el cuero cabelludo de Katsuki y la respiración de este sobre su espalda, inmóvil para permitir que Shouto pudiera seguir acariciándole. Cuando Katsuki retomó el camino de besos a lo largo de su espalda, Shouto metió los dedos entre los mechones de pelo de Izuku, tirando suavemente de ellos para acercarle y depositar besos erráticos, suaves y ligeros en sus mejillas, similares a los que Katsuki estaba dejando por su espalda. Izuku cerró los ojos, abandonándose al placer de los besos de Shouto en sus pecas, los labios de Katsuki llegando a la parte final de su espalda y el roce de su polla contra el pene duro de Shouto, apenas contenido por sus calzoncillos.

Izuku abrió los ojos, sorprendido, cuando las manos de Katsuki le aferraron firmemente de las caderas y este siguió besando a pesar de que ya había llegado al final de su espalda.

—¡Kacchan! —exclamó Izuku incorporándose bruscamente sin pensarlo.

Shouto paró de besarle, mirándole intrigado. Ladeó la cabeza, intentando distinguir qué ocurría y esbozando una sonrisa traviesa cuando lo vio. Katsuki había seguido besando hasta llegar a la línea que separaba sus glúteos y estaba besándole las nalgas, alternando entre ambas, acariciándole con los dedos la que no tenía bajo sus labios.

—¿Te gusta? —preguntó Shouto sonriendo con picardía y curiosidad.

—Sí. —Izuku tragó saliva, muy excitado, y la respiración de Katsuki le indicó que este se estaba riendo, complacido.

Shouto aprovechó que Izuku se había incorporado sobre su pecho y metió las manos entre ellos, acariciándole los pezones en círculos, moviendo las yemas de los dedos con delicadeza sobre ellos. Detrás de él, Katsuki había dejado de besarle las nalgas, pero seguía masajeándoselas con ambas manos, separándolas y rozando con los dedos la línea que las separaba. Izuku se estremeció cuando los dedos de Katsuki le rozaron el agujero del culo de forma casi casual.

—¿Puedo repetirlo? —preguntó Katsuki con la voz estrangulada de deseo y fascinación.

Izuku gimió audiblemente, para indicarle que le había gustado y Katsuki lo repitió. La excitación de que Katsuki estuviese mirando y tocando una parte suya tan íntima lo desbordó y tuvo que hacer un esfuerzo consciente para contenerse, porque no quería que aquello acabase todavía. Katsuki dejó de acariciar sus nalgas. Inclinándose sobre Izuku para alcanzar a Shouto, Katsuki le cogió de las manos, llevándoselas hasta el culo de Izuku. Shouto se dejó llevar e Izuku se quedó quieto, rozando con su nariz la de él. Con el estómago cosquilleándole por la anticipación, notó cómo las manos de Katsuki guiaban los dedos de Shouto hacia la línea que separaba sus nalgas. Shouto empezó a acariciarle de arriba a abajo, rozando el agujero de su culo con movimientos suaves mientras Katsuki mantenía sus glúteos separados para que pudiese hacerlo cómodamente. Izuku sollozó de placer al sentir las cuatro manos allí.

Unos segundos después, las manos de Katsuki abandonaron sus nalgas, siendo reemplazadas por las de Shouto, que levantó las caderas empujándole hacia arriba. Katsuki tiró de los calzoncillos de Shouto hacia abajo y este movió las piernas para facilitar que se los quitase, empujándole el culo a Izuku para incitarle a frotarse contra él. Obedeció al instante, sin pensar, empujándose hacia adelante. El pene de Shouto, largo y duro, se deslizó junto al suyo, frotándose, e Izuku sintió la aspereza del vello púbico de ambos en el glande, húmedo por el líquido preseminal. Las manos de Shouto abandonaron su culo y empezaron a acariciarle la espalda.

—¿Kacchan? —preguntó Izuku, echándole de menos y temiendo que finalmente hubiese decidido dejarlos solos.

—Sigo aquí, Icchan. Hacedme hueco entre vuestras piernas —pidió Katsuki. Shouto abrió más las piernas para que Izuku pudiese hacer lo mismo y Katsuki se puso de rodillas tras Izuku, acariciándole de nuevo las caderas y las nalgas—. ¿Estáis disfrutando?

—Mucho —gimió Izuku, mirando a Shouto, que sonreía con los ojos vidriosos de placer, frotándose contra él y sintiendo que se acercaba a su límite.

—Sí —suspiró Shouto, que había vuelto a acariciarle los pezones con ambas manos. Izuku pensó que parecía querer tocar todo de él.

—No os mováis durante un momento. —Katsuki se inclinó sobre ellos y puso las manos a ambos lados del torso de Shouto para sostener su peso sin aplastarlos. Su pene golpeó una de las nalgas de Izuku y este comprendió que había estado terminando de desnudarse. Katsuki le besó con cariño en la nuca de nuevo antes de incorporarse y abrirle de nuevo las nalgas con las manos. Izuku volteó la cabeza, asustado, cuando notó la polla de Katsuki presionar contra su agujero con suavidad, pero Katsuki lo tranquilizó con una sonrisa enardecida—. Sólo voy a restregarme, te lo prometo. ¿Puedo?

—¡Sí! ¡Sí, claro!

—Tú marcas el ritmo, Izuku —contestó Katsuki con la voz estrangulada de deseo. Gruesas gotas de sudor le recorrían las sienes y el cuello—. Ya no os interrumpo más.

—No interrumpes, Kacchan. A mí me gusta.

—A mí también me gusta, Katsuki. Icchan, yo también estoy listo —murmuró Shouto con la voz ronca cuando Izuku volvió a mirarle, empujando con la cadera.

Katsuki encajó la polla entre sus nalgas, dejando que la aprisionasen antes de dejarse caer hacia delante de nuevo. Izuku movió las caderas, frotándose contra Shouto y provocando que el pene de Katsuki rozase una y otra vez contra el agujero de su culo. Tras varios segundos empujando hacia adelante y hacia atrás, Izuku se detuvo y, sosteniendo su peso y parte del de Katsuki con una mano, metió la mano entre Shouto y él y empezó a masturbarlos con rapidez sujetando ambos penes a la vez. Katsuki lo comprendió y empezó a mover las caderas, deslizando la polla a lo largo de sus nalgas y respirando ruidosamente en su oído.

Shouto movió las manos por encima de Izuku y este comprendió que estaba volviendo a acariciar el cabello de Katsuki cuando este gimió. Izuku sollozó, desbordado de placer, besando a Shouto sin dejar de pajearlos a pesar de lo difícil que le resultaba mover la mano entre sus cuerpos, con Katsuki detrás, prácticamente follándoselo salvo por el hecho de que no se la había metido. El ritmo de su mano, la polla de Shouto junto a la suya, los besos de este y la polla de Katsuki rozándole el ano le llevaron al éxtasis en cuestión de segundos.

Intentando inspirar por la nariz para no romper el beso de Shouto, Izuku se corrió, salpicando sus pechos y gimiendo tan fuerte que creyó que iba a dañarse la garganta. Katsuki le dio un beso satisfecho en la nuca al oírlo y aceleró el ritmo, multiplicando las sensaciones en su culo. A pesar de que el placer era casi doloroso para él, Izuku siguió masturbándolos a ambos mientras besaba a Shouto, intentando que se corriese con las mismas sensaciones que había tenido él. Shouto movió las caderas inconscientemente, empujándose con fuerza contra su puño. Izuku apretó más. Shouto dejó de besarlo, manteniendo los labios abiertos pegados a su boca, jadeando ruidosamente. La cabeza de Katsuki chocó contra la nuca de Izuku cuando Shouto tiró de él, embistiendo con las caderas una última vez y varios hilos de líquido caliente chocaron contra el abdomen de Izuku y resbalaron por sus manos.

Incapaz de seguir sosteniéndose por el temblor de su brazo, exhausto tras el orgasmo, Izuku se dejó caer sobre Shouto, intentando amortiguar el peso para no hacerle daño. Sus corridas se mezclaron embadurnándoles el cuerpo y la camiseta de Shouto. Izuku apoyó su frente sobre la de Shouto, escuchando cómo este recuperaba el aliento poco a poco mientras seguía acariciando el pelo de Katsuki, que no había dejado de frotarse contra Izuku. Sus embestidas se volvieron erráticas e Izuku apretó los glúteos conscientemente, buscando aumentar el placer de Katsuki. Este lo agradeció con un gemido ronco que reverberó en toda la tienda y se impulsó hacia adelante una última vez, formando un charco tibio de semen en la parte baja de la espalda de Izuku, que se deslizó entre sus nalgas cuando Katsuki se apartó, dejándose caer sobre el futón al lado de ellos. Izuku intentó moverse para quitarse de encima de Shouto, pero este se lo impidió abrazándole.

—Debo de pesarte.

—No. Te aviso si es así —negó Shouto, somnoliento.

Katsuki se arrimó a ellos, tapándolos a los tres con la sábana antes de acurrucarse junto a Shouto, lo más cerca de Izuku que pudo, pasándole a este el brazo por la espalda. Shouto le cogió de la mano ayudarle a abrazarlo y Katsuki enterró el rostro en el hueco del cuello de Shouto. Agotados por el orgasmo, los tres se quedaron dormidos de inmediato.