Las damas esperaban a Sasuke y a Naruto en el vestíbulo.
Sobre el suelo, entre ellas, había un gran bolso gris y blanco, a lunares. Sasuke intentó levantarlo, pero movió la cabeza.
- ¡Por el amor de Dios, Sakura, ningún caballo podría llevar esta carga! Sería demasiado peso para el animal.
Apoyándose sobre una rodilla, abrió la tapa del bolso y miró dentro. Al ver el contenido, soltó un silbido.
- Aquí adentro hay un verdadero arsenal –le dijo a Naruto-. ¿Quién empacó esto?
- Yo - respondió Temari -. Puse unas pocas armas, pues pensé que quizá Sakura necesitaría defenderos a ambos.
- ¿Qué Sakura podría necesitar armas para defenderme a mí? - Adoptó una expresión incrédula -. Naruto, ¿acaso tu esposa quiere ofenderme?
Naruto sonrió y asintió.
- Por cierto, que sí, Sasuke. Será mejor que le pidas disculpas ahora mismo, y termines con esto.
- ¿Por qué rayos tendría que disculparme?
- Nos ahorrará tiempo - le explicó el esposo, conteniendo la risa.
Sasuke, en cambio, parecía confundido.
- El matrimonio te ablandó - murmuró.
- Me volvió suave como un brindis con leche - afirmó Naruto, riendo.
Sasuke se concentró en deshacerse de los artículos innecesarios que había en el bolso.
Mientras ambas mujeres lanzaban exclamaciones horrorizadas, Sasuke arrojó al suelo varios cuchillos largos, dos pistolas, y un trozo de cadena de aspecto amenazador.
- No necesitarás nada de esto, Sakura. Además, eres demasiado timorata para usarlo.
Entre tanto, la joven ya estaba juntando otra vez las armas.
- Déjalas ahí, mi pequeña guerrera.
- Oh, está bien, que sea a tu manera – murmuró -. Y deja de usar nombres cariñosos conmigo. Resérvalos para las otras mujeres de tu vida. No soy tu novia, ni tu amor y, por cierto, no soy una guerrera. ¡No adoptes ese aire inocente, Sasuke! Temari me habló de las otras mujeres.
Sasuke trataba de entender el primer comentario de Sakura.
- ¿De modo que para tu mente confundida llamarte guerrera es algo cariñoso?
- Sin duda que lo es, hombre grosero - replicó la muchacha -. No pediré que te disculpes por decirme confundida, pero sólo porque todavía debes de estar de malhumor al saber que quemaron tu casa.
Sasuke se irritó tanto que tuvo ganas de gruñir. Terminó de quitar del talego los objetos innecesarios y cerró la tapa.
- Gracias por el trabajo que te tomaste, Temari, pero tal vez necesites las armas para proteger a Naruto. Vamos, Sakura - ordenó.
Tomó el talego en una mano y la mano de Sakura en la otra, con tanta fuerza que le hizo daño.
Pero a Sakura no le importó, porque estaba muy complacida por lo bien que había pergeñado la historia, por cómo había convencido y, a la vez, confundido a Sasuke. La tensión de la mandíbula de Sasuke indicaba que no estaba de ánimo para razonar, y Sakura dejó que la arrastrara hacia la puerta trasera.
El mozo de cuadra de Naruto había preparado dos cabalgaduras. En el momento en que Sakura salía por la puerta, Temari la rodeó con los brazos, la abrazó con fuerza y le murmuró:
- Cuídate.
Sasuke sujetó el bolso a la montura y luego arrojó a Sakura sobre el otro caballo. La muchacha saludó con la mano mientras seguía a Sasuke por la puerta de atrás.
Sakura miró atrás para ver a Naruto y a Temari. Trataba de memorizar la sonrisa de Temari, y también el ceño de Naruto, pues estaba segura de que nunca volvería a verlos.
Varias veces Temari le había hablado del destino, pues estaba convencida de que Sasuke sería el compañero de Sakura para toda la vida. Pero Temari no comprendía la situación. Y, cuando supiera la verdad, Sakura temía que la nueva amiga no querría volver a verla. Era demasiado doloroso para pensarlo, y Sakura se esforzó por pensar sólo en el motivo por el que estaba allí: tenía el deber de proteger a Sasuke hasta que Gaara regresara. Y eso era todo. Su destino había quedado decidido muchos años antes.
- Sakura, quédate más cerca de mí - le ordenó Sasuke, sobre el hombro.
De inmediato, la muchacha se acercó a su cabalgadura.
Sasuke dio un rodeo al salir de Londres. Rodeó las afueras de la ciudad y luego volvió sobre sus pasos para asegurarse de que no los seguían. El trayecto tendría que haberles llevado más o menos tres horas pero, por el carácter cauteloso de Sasuke, antes de tomar el camino principal estaban sólo a mitad del viaje. Sakura reconoció la región.
- Si no lo movieron, el coche de Gaara debe de estar un poco más adelante - le dijo a Sasuke.
Luego recordó que era un poco más lejos. Cuando cabalgaron media hora más y no lo divisaron, se le ocurrió que lo habrían movido. Luego doblaron en otra curva del camino y lo vieron, al costado de un barranco estrecho.
Sasuke no dijo palabra, pero adoptó una expresión sombría cuando pasaron junto al carruaje
- ¿Y bien? - inquirió la joven.
- Sí, estaba muy estropeado - respondió el marqués.
Como Sakura percibió el tono enfadado del hombre, la afligió la idea de que la culpase a ella por la destrucción.
- ¿Eso es todo lo que tienes que decir? - preguntó, acercando la cabalgadura, para que él le viese la expresión - . No me creíste, ¿verdad? Y por eso estás enfadado.
- Ahora te creo - replicó Sasuke.
La muchacha aguardó un minuto, hasta que comprendió que Sasuke no diría nada más.
- ¿Y? - preguntó, suponiendo que le pediría disculpas.
- ¿Y qué?
- ¿No tienes nada más que decirme?
- Podría decir que, en cuanto encuentre a los canallas que hicieron esto, los mataré - repuso, en tono escalofriante
- Y, después de haberlos matado, quizá tenga ganas de prenderles fuego a los cuerpos por puro gusto. Sí, podría decir eso, pero sé que te perturbaría, ¿no es cierto, Sakura?
Oyéndolo, los ojos de la joven se agrandaron de asombro, pues no tenía la más mínima duda de que eso era lo que Sasuke pensaba hacer. Se estremeció.
- En efecto, Sasuke; me perturbaría saber que tienes semejantes planes. No se puede ir por ahí matando gente, por enfadado que uno esté con ellos.
De súbito, el hombre detuvo su caballo junto al de ella y la tomó de la nuca. Sakura se asustó tanto que no intentó apartarse.
- Yo protejo lo que es mío.
A Sakura ni se le ocurrió discutírselo, pues Sasuke parecía deseoso de estrangularla. Se limitó a mirarlo ya esperar que la soltara.
- ¿Entiendes lo que estoy diciéndote? - preguntó el hombre.
- Sí - respondió la muchacha -. Protegerás lo que te pertenece. Ya entendí.
Sasuke movió la cabeza: esa pequeña inocente intentaba aplacarlo. De pronto, la atrajo hacia el costado de la montura, se inclinó y la besó. Fue un beso duro, posesivo. Sakura se sintió más alterada que nunca. Sasuke se echó hacia atrás y la miró a los ojos.
- Sakura, ya es hora de que comprendas que serás mía. La joven negó con la cabeza.
- Yo no pertenezco a ningún hombre, Sasuke, y es hora de que tú lo entiendas.
Pareció furioso, pero en un instante, la expresión de Sasuke se suavizó: otra vez estaba presente el dulce protector. Sakura casi suspiró de alivio.
- Ya es tiempo de que salgamos otra vez del camino principal - dijo Sasuke, cambiando de tema.
- Sasuke, quiero que comprendas...
- No discutas.
Sakura asintió, y ya iba a guiar al caballo cuesta abajo, cuando Sasuke le quitó las riendas, la alzó y se la sentó sobre el regazo.
- ¿Por qué cabalgo contigo? - preguntó Sakura.
- Estás cansada.
- ¿Cómo lo sabes?
Sasuke sonrió por primera vez en mucho tiempo.
- Lo sé.
- Estoy fatigada - confesó la muchacha - Sasuke, ¿nos seguirá el caballo de Naruto? Si se perdiera, tu amigo se afligiría mucho.
- Nos seguirá - la tranquilizó.
- Bien.
Sakura rodeó con los brazos la cintura de Sasuke, y apoyó la mejilla sobre el pecho del hombre.
- Hueles tan bien... - murmuró.
- Tú también.
La voz de Sasuke delató que estaba muy preocupado por ella, y también, resuelto a utilizar el camino más complicado, a través del bosque. Sakura soportó la incomodidad unos cuantos minutos, y por fin, preguntó:
- ¿Por qué haces un trayecto tan difícil?
Sasuke apartó otra rama baja con el brazo y luego le respondió:
- Nos siguen.
Semejante afirmación, dicha con aire despreocupado, dejó a la muchacha tan estupefacta como si un extraño le hubiese pellizcado el trasero.
- No – exclamó -. Si fuese así, me habría dado cuenta.
Quiso apartarse de él y mirar sobre el hombro de Sasuke para ver por sí misma, pero el hombre no la dejó moverse.
- Está bien - dijo Sasuke -. Están a cierta distancia, detrás de nosotros.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso nos siguen desde que salimos de Londres? No, claro que no. Si fuese así, yo los habría visto. ¿Cuántos crees que son? Sasuke, ¿en realidad, estás seguro?
Sasuke la apretó un poco, para que dejara de hacer preguntas.
- Estoy seguro – respondió -. Están siguiéndonos desde hace unos cinco kilómetros; ahora ya serían seis. Para ser más preciso, desde que llegamos al límite de mi propiedad. Creo que son seis o siete.
- Pero...
- Los vi la última vez que retrocedimos –le explicó, con paciencia.
- No olvides que yo retrocedí contigo y no vi a nadie. Parecía irritada, cosa que desconcertó a Sasuke.
- ¿Estamos muy lejos de tu casa?
- A unos quince minutos - respondió Sasuke.
Poco después, atravesaron un claro, y Sakura tuvo la impresión de que habían ingresado en un país de fantasía.
- Este sitio es muy bello - dijo.
El verde prado estaba rodeado en dos costados por un arroyuelo que bajaba una perezosa loma adyacente a una pequeña cabaña. La luz del sol se filtraba entre las ramas que bordeaban ese paraíso.
- Quizás el guardabosques esté dentro de la cabaña - aventuró Sakura -. y podría ayudarnos a atrapar a los villanos.
- La cabaña está abandonada.
- Entonces tendremos que atraparlos nosotros mismos. ¿Dejaste todas las pistolas en la casa de Naruto?
No obtuvo respuesta.
- Sasuke, ¿no nos detendremos?
- No - dijo el hombre -. Sólo tomaremos un atajo.
- ¿Elegiste otro sitio donde esperarlos?
- Primero te llevaré a casa, Sakura. No pienso correr ningún riesgo contigo. y ahora esconde la cabeza y cierra la boca. Las cosas se pondrán difíciles.
Como parecía otra vez malhumorado, Sakura le obedeció. Sentía el mentón del hombre sobre su coronilla, mientras el rostro de la muchacha se apretaba contra la base del cuello de Sasuke.
- Algún día, quisiera volver a este lugar - murmuró la joven.
Sasuke no hizo comentarios. No exageraba al decir que las cosas se pondrían difíciles. En cuanto llegaron a campo abierto, Sasuke lanzó al caballo a galope tendido. Sakura sintió que volaba otra vez por el aire. Aunque no era lo mismo que ser lanzada al Támesis, pues ahora podía aferrarse a Sasuke.
Fuera quien fuese el que estaba detrás de esa traición, había enviado hombres a esperarlos, en la propiedad de Sasuke. A Sakura la preocupaba la posibilidad de que hubiesen tendido una emboscada al acercarse a la parte principal de la propiedad. Rogó que sus propios hombres estuviesen ahí para hacerse cargo de la batalla.
Estaban llegando a la cima y, por lo tanto, otra vez a la protección de los árboles, cuando se oyó el retumbar de disparos de pistola. En ese momento, Sakura no supo cómo proteger la espalda de Sasuke. Se retorció entre sus brazos para ver desde dónde venía el peligro, y además, de manera instintiva, cubrió con las manos muy abiertas los hombros, para protegerlo tanto como pudiese.
Los tiros venían del sudeste. Sakura forcejeó hacia el muslo izquierdo de Sasuke en el preciso momento en que el eco de otro tiro resonaba en el viento.
- Quédate quieta - ordenó Sasuke, en el oído, en el instante mismo en que Sakura sintió un leve pinchazo en el costado derecho: Lanzó una suave exclamación ahogada, e intentó mirarse la cintura. Sintió como si un león acabara de golpearla con la garra extendida, pero el dolor se disipó tan súbitamente como había comenzado. Sintió en el costado una sensación quemante, y supuso que una de las ramas que habían quebrado al pasar la había lastimado.
Sakura sintió que se entumecía, pero no concedió más importancia a ese rasguño insignificante.
- Casi hemos llegado - le dijo Sasuke.
A causa de la aflicción, la joven se olvidó de fingir miedo:
- Cuídate la espalda cuando nos acerquemos a la casa le ordenó.
Sasuke no respondió, y tomó por el camino de atrás, hacia los establos. Los hombres de Sasuke debieron de oír los disparos, pues cuando menos diez de ellos se precipitaron por el bosque, con las armas listas.
Sasuke le gritó al jefe de los establos que abriese las puertas, y entró. Detrás, iba la cabalgadura de Sakura. El jefe de establos tomó las riendas y dio una palmada a la yegua para que entrase en el primer cubículo antes de que Sasuke hubiese ayudado a Sakura a apearse.
Al sujetarla Sasuke de la cintura, el dolor en el costado comenzó a molestarla otra vez, y Sakura se mordió el labio inferior para no gritar.
- ¡Kelley! - gritó Sasuke.
Un hombre rubio, de mediana edad, barbudo y de contextura robusta, se acercó corriendo.
- ¿Sí, milord?
- Quédate aquí, con Sakura – ordenó -. Mantén las puertas cerradas hasta que yo vuelva.
Intentó volver a montar su potro, pero Sakura lo sujetó por la espalda de la chaqueta y le propinó un fuerte tirón.
- ¿Estás loco? No puedes salir otra vez.
- Déjame ir, querida. Volveré pronto.
Le apartó las manos con suavidad y la empujó otra vez hacia el establo, pero Sakura insistió. Lo tomó de las solapas y no lo soltaba.
- ¡Pero, Sasuke! - gimió, al tiempo que el hombre le apartaba las manos -. Tienen intenciones de matarte.
- Lo sé, mi amor.
- Entonces ¿porqué...?
- Yo pienso matarlos primero.
Al ver que Sakura se abrazaba a la cintura de él y lo apretaba con fuerza asombrosa, Sasuke comprendió que no tendría que haberle dicho esa verdad. Los dos oyeron que sonaban dos tiros más, al mismo tiempo que el hombre le apartaba los brazos.
Sasuke supuso que sus hombres habían entablado la pelea. Sakura, por su parte, deseó que sus propios hombres hubiesen intervenido y ahuyentado a los villanos.
- ¡Kelley, cierra las puertas tras de mí! –gritó Sasuke, mientras volvía a montar de prisa y espoleaba al potro.
Un par de minutos después de que Sasuke saliera, sonó otro tiro. Sakura corrió detrás del jefe de los establos y miró por la mirilla cuadrada: el cuerpo de Sasuke no yacía en charco de sangre. Sakura volvió a respirar.
- No hay de qué preocuparse - murmuró.
- Será mejor que se aparte de esa mirilla - susurró Kelley atrás de ella.
Sakura no le hizo caso, hasta que el criado comenzó a tironearle del brazo.
- Milady, por favor, espere al marqués en un sitio más seguro. Venga a sentarse aquí –continuó -. El marqués regresará pronto.
No podía sentarse. Tampoco pudo dejar de pasearse, de angustiarse. Rogó que Sai y Neji se ocuparan de los intrusos. Eran dos de sus hombres más leales. Y también estaban entrenados en las trampas, pues Jiraiya se había ocupado personalmente de entrenarlos. «Esto es culpa de Sasuke - decidió Sakura -. Yo no estaría en tal estado de nervios si él hubiese resultado ser algo parecido al sujeto acerca del cual leí en el archivo.» Al parecer, tenía dos personalidades muy diferentes. «Oh, ya sé que en el archivo se cuenta la verdad», pensó Sakura. Los superiores de Sasuke lo describían como un hombre frío, metódico, cada vez que la tarea que tenía por delante necesitaba una atención especial. Pero el hombre que encontró no era en absoluto frío, ni carente de sentimientos. Sakura trabajó sobre los instintos protectores de Sasuke, pero estaba convencida de que, aun así, sería bastante difícil. Era un individuo cariñoso, que ya la había tomado bajo su ala. Desde luego, el problema era la contradicción. A Sakura no le gustaban las incoherencias, pues hacían que Sasuke fuese impredecible. E impredecible significaba peligroso.
De súbito, las puertas se abrieron de par en par, y ahí estaba Sasuke, el caballo detrás, cubierto de espuma y resollando.
La muchacha sintió tal alivio al verlo sano y salvo que se le aflojaron las rodillas y le dolieron todos los músculos. Antes de poder hablar, tuvo que sentarse en la silla que le ofrecía Kelley.
- ¿Estás bien? - logró preguntar.
A Sasuke le pareció que iba a echarse a llorar y le sonrió para tranquilizarla, para luego hacer entrar a su caballo. Después de entregarle las riendas al jefe de establos y de hacer señas a los hombres que lo seguían para que volvieran a salir, se apoyó contra la pared, con aire negligente, cerca de Sakura. Quería hacerle ver a la muchacha que no había pasado nada fuera de lo común
- Cuando llegué al bosque, la lucha ya había terminado.
- ¿Que la lucha había terminado? ¿Cómo es posible? No entiendo.
- Deben de haber cambiado de idea.
- No tienes por qué mentirme - exclamó la joven -. Y además, deja de hablar como si estuviésemos tratando el tema de las cosechas. Dime qué sucedió.
El marqués soltó un prolongado suspiro.
- Para el momento en que llegué allí, la mayor parte de la pelea había terminado.
- Sasuke, basta de mentiras.
- No miento - replicó el aludido.
- Entonces di algo que tenga sentido - le ordenó Sakura -. Tú eres lógico, ¿recuerdas?
Nunca le había oído emplear ese tono: a decir verdad, sonaba como un jefe.
Sasuke rió entre dientes:
- Fue la cosa más increíble que he visto nunca - admitió Sasuke -. Atrapé a dos de los atacantes y luego me volví hacia la zona donde supuse que se ocultaban los demás, pero cuando llegué se habían ido.
- ¿Huyeron?
Sasuke negó con la cabeza:
- Había rastros de una pelea.
- Eso quiere decir que tus hombres...
- Estaban conmigo - la interrumpió.
Sakura juntó las manos en el regazo y bajó la vista, para que el hombre no pudiese verle la expresión. Temía no poder ocultar el alivio o el placer: Sai y Neji habían hecho bien el trabajo.
- En efecto, no tiene ningún sentido - admitió
- Había rastros de una pelea - repitió Sasuke, observándola con atención.
- ¿Rastros? - preguntó la muchacha en un susurro quedo -. ¿Por ejemplo?
- Pisadas... sangre sobre una hoja, y otras señales, pero no se veía ningún cuerpo.
- ¿Crees que pueden haber tenido una pelea entre ellos?
- ¿Sin hacer el menor ruido? - preguntó el hombre, incrédulo.
- ¿No oíste ningún ruido?
- No.
Sasuke siguió apoyado contra la pared, observando a Sakura.
Sakura también lo miraba, pensando que debía de estar filtrando la información recibida en las últimas horas, pero la extraña expresión del hombre la preocupaba. Recordó una historia que le gustaba contar a Jiraiya, acerca de los maravillosos e impredecibles osos grises que merodeaban por las zonas salvajes de Norteamérica. Eran animales muy audaces. Jiraiya decía que el oso era mucho más astuto que su perseguidor humano. A menudo, guía a su víctima a una trampa, o lo rodea por atrás y lo ataca. Por lo general, el pobre cazador, inadvertido, moría sin saber que se había convertido en presa.
¿Acaso Sasuke era tan astuto como el oso gris? Daba miedo pensarlo.
- Sasuke, me asustas cuando me miras de ese modo – murmuró -. Detesto cuando frunces el entrecejo.
Para subrayar la mentira, se retorció las manos.
- Lamentas haberte metido en este embrollo, ¿verdad? No puedo culparte - agregó, en tono melodramático -. Si te quedas conmigo, te matarán. Soy como los gatos negros - continuó, con gesto enfático -. Le doy mala suerte a la gente. Déjame aquí y vete a la casa. Cuando caiga la noche, yo regresaré a Londres.
- Creo que has vuelto a insultarme - dijo el hombre, arrastrando las palabras -. ¿Acaso no te expliqué que nadie toca lo que es mío?
- Yo no te pertenezco - le espetó ella, irritada por no haberlo impresionado con su actuación- «Tendría que estar consolándome, ¿no?» –pensó Sakura -. No puedes decidir que yo... ¡oh, no importa! Eres muy posesivo, ¿no es cierto?
Sasuke asintió.
- Soy posesivo por naturaleza, Sakura, y tú me pertenecerás.
El tono de Sasuke fue decididamente severo. Con valentía, Sakura le sostuvo la mirada.
- Señor, no sólo estás equivocado, sino que también eres muy tozudo. Apuesto a que de niño nunca compartiste los juguetes.
No le dio tiempo de responder al comentario:
- No quise ofenderte.
Sasuke la hizo ponerse de pie, le pasó el brazo por los hombros y se encaminó hacia las puertas.
- Sasuke.
- ¿Qué?
- No puedes seguir protegiéndome.
- ¿Por qué, mi amor?
- No es justo que un padre pierda a dos hijos.
«Es evidente que esta mujer no confía mucho en mi habilidad - pensó Sasuke -. Pero, como está asustada, no se lo reprocharé.»
- Tienes razón – respondió -. Tampoco tu hermano tiene que perder a su única hermana. Ahora, escúchame. No lamento haberme metido en esto, y no pienso dejarte. Soy tu protector, ¿recuerdas?
La muchacha adoptó una expresión solemne:
- Eres más que mi protector: te convertiste en mi ángel guardián.
Antes de que pudiese responderle, se puso de puntillas y lo besó.
- No tendría que haberlo hecho - dijo Sakura, sintiendo que se ruborizaba -. En general, no soy muy demostrativa, pero cuando estoy contigo... bueno, me gusta cuando me pasas el brazo por los hombros o cuando me abrazas. Este cambio en mí misma me extraña. ¿Crees que soy atrevida?
Sasuke no rió, pues la muchacha parecía sincera y no quería herir sus sentimientos.
- Me complace que te guste cuando te toco - dijo Sasuke, deteniéndose al entrar e inclinándose para besarla -. Descubrí que a mí me encanta tocarte.
La boca de Sasuke atrapó la de Sakura en un beso largo, profundo y perezoso. Rozó los labios de ella con la lengua hasta que se abrieron y la deslizó dentro, lento e insistente.
Cuando se apartó, la expresión de Sakura era de éxtasis.
- Hiciste todo lo posible para ser mi escudo cuando íbamos a caballo, ¿no es cierto, mi amor?
La pregunta la sorprendió tanto que se quedó sin explicaciones sensatas.
- ¿Qué hice?
- Trataste de convertirte en mi escudo - respondió el hombre -. Cuando viste que los disparos venían de...
- No lo hice - lo interrumpió Sakura.
- Y la otra noche, cuando te abalanzaste contra mí y me hiciste perder el equilibrio, en realidad, me salvaste la vida – prosiguió el hombre, como si ella no lo hubiese interrumpido.
- No lo pensé - dijo Sakura -. Estaba asustada.
La expresión de Sasuke no le reveló lo que pensaba.
- Si hay una próxima vez, prometo no ponerme en tu camino - se apresuró a decir Sakura -. Por favor, perdóname por no ser muy lógica, Sasuke. Hasta ahora, nadie me había perseguido, ni disparado, ni... ¿sabes?, en este momento no me siento muy bien. Sí, me siento mal, en serio.
A Sasuke le costó asimilar el cambio de tema.
- ¿Es la cabeza, cariño? - Tendríamos que haberle pedido a Temari que te pusiera algo en ese porrazo.
Sakura asintió.
- La cabeza, el estómago, y el costado también - le dijo, mientras caminaban hacia el frente de la casa principal. El alivio de saber que sus dolores habían captado la atención de Sasuke la debilitó.
Sakura miró alrededor y, por primera vez, notó lo hermoso del paisaje.
Cuando dieron la vuelta a una esquina, se detuvo de golpe. El sendero parecía interminable y estaba bordeado por muchos árboles, la mayoría de los cuales, a juicio de Sakura, tenían por lo menos cien años. Las ramas se arqueaban en lo alto, a través del sendero cubierto de grava, formando un entoldado encantador.
La casa de ladrillos rojos tenía tres pisos. En el frente, una línea de columnas blancas le daba un toque regio. En todas las ventanas alargadas había cortinas blancas, sujetas con idénticas cintas negras. También la puerta principal estaba pintada de negro y desde lejos se notaba la atención al detalle.
- No me dijiste que eras tan rico - afirmó la muchacha, en tono irritado.
- Vivo cómodo - respondió Sasuke, en tono negligente.
- ¿Cómodo? ¡Esta casa podría rivalizar con un palacio!
De pronto, Sakura se sintió como pez fuera del agua. Le apartó el brazo de los hombros y siguió caminando sola.
- No me gustan los hombres ricos - afirmó.
- Lo lamento - repuso Sasuke, riendo.
- ¿Por qué lo lamentas?
Sasuke intentaba hacer que siguiera caminando, pues Sakura se había detenido en lo alto de la escalera y contemplaba la casa como si fuese una amenaza para ella. Sasuke veía el temor en su mirada.
- Todo estará bien, Sakura. No tengas miedo.
La muchacha reaccionó como si él hubiese insultado a su familia.
- No tengo miedo - afirmó, en el tono más altivo que pudo y con el entrecejo fruncido.
Aunque fue una reacción instintiva, para regañar a Sasuke por haber sugerido semejante cosa, pronto comprendió que había cometido un error. ¡Diablos, era de suponer que estaba asustada! Sasuke la miraba otra vez con esa expresión indescifrable. Nunca habría cometido ese error si no hubiese estado en una condición tan lamentable. ¡Cómo le dolía!
- Te ofendes a ti mismo al decir que estoy asustada - dijo.
- ¿Qué?
- Sasuke, si todavía tuviese miedo, sería porque no tengo fe en ti, ¿verdad?
La súbita sonrisa de la muchacha distrajo la atención del hombre.
- Por otra parte - prosiguió Sakura -, ya conté once hombres con las armas preparadas. y supe que trabajaban para ti porque no nos dispararon. El hecho de que hayas tomado semejantes precauciones me tranquiliza.
La sonrisa de Sakura se ensanchó, al imaginar que Sasuke volvía a pensar que ella era una tonta. Luego se tropezó y ya no era una treta para llamarle la atención, sino un tropiezo verdadero, que hubiese dado con ella en el suelo si Sasuke no la hubiera sostenido.
- Tengo las rodillas flojas - se apresuró a explicar la joven -. No estoy habituada a cabalgar. Sasuke, suéltame la cintura pues me duele un poco.
- ¿Qué es lo que no te duele, mi amor? –dijo Sasuke, en tono divertido, con los ojos desbordantes de ternura.
Sakura trató de parecer fastidiada.
- Soy una mujer, ¿lo olvidaste? Y tú dijiste que todas las mujeres somos débiles. ¿Por eso ahora estás tan complacido contigo mismo? ¿Por qué justifiqué esa opinión tan absurda?
- Cuando me miras de ese modo, me olvido de lo mucho que me confundes. Tienes unos ojos muy hermosos, amor. Creo que ya sé qué aspecto tendría un fuego verde.
El guiño lento y provocador de Sasuke le indicó que estaba tratando de incomodarla. Sin duda, era un provocador. Cuando se inclinó hacia ella y le besó la frente, Sakura tuvo que contenerse para no lanzar un suspiro de placer. Olvidó todos sus dolores.
La puerta principal que se abría atrajo la atención de Sasuke. A una suave señal de Sasuke, Sakura también se volvió y vio a un hombre alto, de edad avanzada, que aparecía en la entrada.
Parecía una gárgola. Sakura supuso que era el mayordomo de Sasuke. Estaba totalmente vestido de negro, con excepción de la corbata blanca, por supuesto, y con modales austeros que concordaban con el atuendo. El criado parecía como si lo hubiesen sumergido en una tina con almidón y lo hubiesen puesto a secar.
- Éste es Sterns, mi mayordomo –explicó Sasuke -. No te dejes intimidar, Sakura - agregó, cuando la joven se acercó más a él -. Cuando está de ese humor, puede ser amenazador como un rey.
El matiz de afecto que sonaba en la voz de Sasuke le reveló a Sakura que no se sentía intimidado en lo más mínimo.
- Si Sterns simpatiza contigo, y estoy seguro de que lo hará, te defenderá a muerte. Es de lo más leal.
El hombre al que se referían avanzó por las escaleras con paso digno. Ante el patrón, hizo una rígida reverencia. Sakura vio los mechones plateados en las sienes y calculó que podría tener entre cincuenta o cinco y sesenta años. Tanto las canas como el rostro poco agraciado le recordaron al tío Jiraiya.
A Sakura ya le agradaba.
- Buenos días, milord - dijo Sterns, antes de dirigirse a Sakura -. ¿Fue bien la caza?
- No estuve cazando - respondió Sasuke.
- Los tiros de pistola que oí ¿fueron por deporte?
El criado no miró al patrón mientras hacía el comentario, sino que siguió escrutando a Sakura.
Sasuke sonrió, pues la conducta de Sterns lo divertía. No era un hombre fácilmente impresionable pero, en ese momento, estaba bastante impresionado, y Sasuke supo que hacía un esfuerzo para mantener la compostura.
- Fue una caza de hombres, no un deporte - aclaró Sasuke.
- ¿Y le fue bien? - inquirió Sterns, en un tono que indicaba que no le interesaba en absoluto.
- No.
La falta de atención del mayordomo hizo suspirar a Sasuke. Pero no pudo culpar a Stems por caer bajo el embrujo de Sakura, pues a él ya le había ocurrido lo mismo.
- Sí, Stems, es muy bella, ¿verdad?
El mayordomo hizo un brusco gesto de asentimiento y se esforzó por volver la atención al señor.
- Ya lo creo, señor – asintió el mayordomo -. Pero todavía no conocemos su carácter.
Se tomó las manos a la espalda e hizo un breve gesto de énfasis.
- Ya verá que el carácter de la joven también es bello - repuso Sasuke.
- Milord, nunca había traído a una dama a casa.
- No, es cierto.
- ¿Y es nuestro huésped?
- Sí - respondió Sasuke.
- ¿Es posible que yo esté dándole más importancia de la que tiene?
Sasuke movió la cabeza.
- No, Stems.
El mayordomo alzó una ceja y asintió una vez más.
- Ya era hora, milord - dijo Stems-. ¿Quiere que prepare una de las habitaciones para huéspedes, o la dama se alojará en las habitaciones de usted?
Como la pregunta indecente fue formulada en tono despreocupado, y como le molestaba la grosería de hablar de ella como si no estuviese presente, le llevó cierto tiempo captar el insulto. Reaccionó cuando comprendió la enormidad de lo que había dicho Stems. Se apartó de Sasuke y dio un paso hacia el mayordomo.
- Esta dama ocupará un dormitorio propio, buen hombre. Una habitación con una cerradura bien sólida. ¿Entendido?
Stems se irguió en toda su estatura. - Entendí perfectamente, milady - afirmó.
Y, si bien el tono del criado era digno, en sus ojos castaños brillaba una chispa de picardía. Era una mirada que, hasta el momento, sólo había dirigido a Sasuke.
- Yo mismo revisaré la cerradura - agregó, lanzando una mirada significativa al patrón.
- Muchas gracias, Stems - respondió Sakura -. Me persiguen muchos enemigos, ¿sabe?, y no descansaré bien si tengo la preocupación de que cierto caballero se deslice en mi cuarto por la noche, para ponerme el camisón. Lo entiende, ¿no es así?
- Sakura, no empieces... - comenzó Sasuke.
- Sasuke sugirió que me alojara con sus padres, pero yo no puedo hacerlo, Stems - siguió, sin hacer caso de la descortés interrupción de Sasuke -. No quisiera meter a los queridos padres de Sasuke en este lamentable asunto. Cuando a una la persiguen como a un perro, una no tiene tiempo de preocuparse por su reputación. ¿No le parece, señor?
En el transcurso de la explicación de Sakura, Stems parpadeó varias veces, y asintió cuando la muchacha le dirigió una mirada dulce y expectante. A lo lejos, resonó el eco de un trueno.
- Si nos quedamos aquí, afuera, mucho tiempo, nos empaparemos - dijo Sasuke -. Sterns, quiero que envíes a Parks a buscar al médico, antes de que se desate la tormenta.
- Sasuke, ¿crees que es necesario?
- Lo es.
- ¿Está usted enfermo, milord? –preguntó Sterns, con evidente preocupación.
- No - respondió el aludido -. Quiero que Winters revise a Sakura. Sufrió un accidente.
- ¿Un accidente? - preguntó Stems, volviéndose otra vez hacia Sakura.
- Él me arrojó al Támesis - contó la joven.
Stems reaccionó levantando una ceja, y Sakura afirmó con la cabeza, complacida por la atención del mayordomo.
- No me refería a ese accidente –murmuró Sasuke -. Sakura tiene un chichón en la cabeza y está un poco aturdida.
- Ah, eso - repuso Sakura -. No me duele tanto como el costado – agregó -. No quiero que tu médico me manosee. No lo aceptaré.
- Lo harás - insistió Sasuke -. Te prometo que no te manoseará. Yo no se lo permitiré.
- Me temo que no es posible traer a Winters para la señora - intervino Stems-. Desapareció.
- ¿Winters desapareció?
- Ya hace un mes - explicó Stems-. ¿Mando a buscar a otro médico? Cuando no pudo encontrar a Wmters, su madre recurrió a sir Harwick. Creo que quedó contenta con sus servicios.
- ¿Quién necesitó de la atención de Harwick? - preguntó Sasuke.
- Su padre, aunque protestó con vehemencia - dijo Stems-. Su madre y sus hermanas están muy preocupadas por la pérdida de peso de su padre.
- Sufre por la pérdida de Itachi - dijo Sasuke, en tono seco y afligido a la vez -. Ruego a Dios que se reponga pronto. De acuerdo, Stems, envía a Parks a buscar a Harwick.
- No envíe a Parks a buscar a Harwick –ordenó Sakura.
- Sakura, no es momento de ponerse caprichosa.
- Milady, ¿qué le pasó en ese infortunado accidente? ¿Alguien la golpeó en la cabeza?
- No - respondió, con timidez, bajando la mirada -. Me caí. Por favor, no se inquiete por mí, Stems - agregó, al alzar la vista y ver la expresión de simpatía del mayordomo -. Es sólo un porrazo insignificante. ¿Quiere verlo? - preguntó, apartándose el cabello de la sien. El movimiento le provocó otra vez dolor en el costado y, en esta ocasión, no pudo impedirlo. Sterns se mostró muy interesado por la herida y muy compasivo. Bajo la mirada de Sasuke, el mayordomo se convirtió en una doncella. Balbuceó toda clase de condolencias, y Sakura aceptó su brazo para que la ayudase a subir la escalera, mientras Sasuke se quedaba mirándolos.
- Querida señora, tiene que meterse de inmediato en la cama - afirmó Stems-. Milady, ¿cómo fue la caída, si puedo tener la audacia de preguntárselo?
- Perdí el equilibrio y caí por todo un tramo de escalones – respondió -. Fue una torpeza.
- Oh, no, estoy seguro de que usted no es para nada torpe - se apresuró a afirmar Sterns.
- Es muy amable al decirlo, Sterns. ¿Sabe?, ahora el dolor no es muy fuerte, pero en el costado... bueno, señor, no quisiera alarmarlo, ni que piense que soy una quejica... Sasuke cree que no hago más que quejarme y llorar. Esas fueron sus palabras. Sí, eso dijo...
Sasuke se acercó a ella por detrás y la aferró de los hombros.
- Miremos tu costado. Quítate la chaqueta.
- No - replicó Sakura, entrando en el vestíbulo -. No harás más que apretarme, Sasuke.
Una fila de criados aguardaba para saludar al patrón, y Sakura pasó como una exhalación ante ellos, tomada del brazo de Sterns.
- Señor, ¿mi cuarto está en el frente de la casa? Espero que así sea, pues me encantaría tener una ventana que dé al paisaje encantador del sendero y del bosque.
Como habló en tono alegre, Sasuke creyó que había exagerado los dolores.
- Sterns, llévala arriba y acomódala, mientras yo me ocupo de ciertos asuntos.
No esperó respuesta, sino que se volvió y fue otra vez hacia la puerta principal.
- Que Parh vaya a buscar al médico –gritó Sterns, desde la cima de la escalera. No discuta con nosotros, milady. Me parece que está muy pálida. y no puedo menos que notar que tiene las manos heladas.
De inmediato, Sakura retiró su mano de las del mayordomo. No se había dado cuenta de que se aferraba a él mientras subían las escaleras, pero Sterns sí lo notó. «La pobre dama está agotada - pensó el anciano -. Incluso está temblando...»
- Pronto se pondrá el sol. Cenará en la cama – agregó -. ¿Es cierto que mi señor la arrojó al Támesis? - le preguntó, pues pensó que seguiría discutiéndole.
Sakura sonrió.
- Así es – respondió -. Y todavía no se disculpó. También arrojó mi bolso. Ahora soy pobre - agregó, adoptando una vez más un tono alegre -. Lady Temari me dio algunos de sus adorables vestidos, cosa que le agradezco a Dios.
- No parece muy triste por su actual situación - señaló Sterns.
Abrió la puerta de la habitación, y retrocedió para que la joven pudiese pasar.
-Oh, no soy partidaria de la tristeza - respondió Sakura -. ¡Sterns, qué cuarto tan encantador! El dorado es mi color preferido. ¿La colcha es de seda?
- Satén - respondió el mayordomo, sonriendo ante el entusiasmo de la muchacha -. ¿La ayudo a quitarse la chaqueta, milady?
Sakura asintió.
- Antes, ¿puede abrir la ventana, por favor? Esto está completamente cerrado.
Se acercó a mirar hacia fuera, para calcular la distancia hasta el refugio de los árboles. Sai y Neji debían de estar esperando que, al llegar la oscuridad, les hiciera una señal. Estarían observando las ventanas, para ver aparecer la vela encendida, la señal convenida para indicar que todo iba bien.
Sakura giró cuando Sterns comenzó a tironearle de la chaqueta.
- Milady, haré que la limpien.
- Sí, por favor. Creo que también tiene un desgarro en el costado, Sterns. ¿Habrá alguien que pueda coserlo?
Sterns no le contestó, y Sakura alzó la vista al rostro del mayordomo.
- ¿Se está mareando, señor? - preguntó.
De súbito, le pareció que el rostro del criado se había puesto verdoso.
- Sterns, siéntese. No se ofenda, pero creo que está usted a punto de desmayarse. Sterns negó con la cabeza cuando Sakura le indicó la silla que estaba junto a la ventana. Por fin, el mayordomo recuperó la voz, y gritó, casi rugió, para que el patrón se presentara. Sasuke comenzaba a subir las escaleras cuando oyó el grito de Sterns.
- ¿Y ahora, qué habrá hecho esta mujer? - murmuró para sí.
Corrió cruzando el vestíbulo donde los criados estaban otra vez en fila, hizo un gesto de saludo en general, y corrió escaleras arriba.
Al llegar a la entrada de la habitación, se detuvo de golpe, pues lo que vio lo sorprendió. Sterns forcejeaba para salir del sillón, y Sakura lo sujetaba ahí por el hombro, mientras le abanicaba con un libro delgado que tenía en la otra mano.
- ¡En nombre de Dios! ¿Qué sucede... Stenrs? ¿Estás enfermo?
- Se desmayó - dijo Sakura -. Ayúdame a llevado a la cama, Sasuke.
- ¡El costado de ella, milord! - protestó el mayordomo-. Querida señora, deje de agitar ese libro en mi cara. Sasuke, mírele el costado.
Sasuke entendió antes que Sakura. Corrió hacia ella, la hizo girar, y cuando echó un vistazo a la sangre que empapaba la blusa blanca, también sintió ganas de sentarse.
- ¡Dios querido! – susurró -. ¡Oh, querida!, ¿qué te sucedió?
Al ver lo que tenía, Sakura lanzó una exclamación, y se habría caído hacia atrás si Sasuke no la hubiese sostenido.
- Mi amor, ¿no sabías que estabas sangrando? Sakura pareció perpleja.
- No lo sabía. Pensé que me había arañado con una rama.
Stems se colocó del otro lado. - Perdió bastante sangre, milord - murmuró.
- Sí - respondió Sasuke, esforzándose por no revelar su preocupación.
No quería que Sakura se asustara más aún.
Cuando le apartó con dulzura la prenda de la cintura, le temblaron las manos, y la joven lo advirtió.
- Es grave, ¿verdad?
- No mires, mi cielo - dijo Sasuke -. ¿Te duele?
- En el instante en que vi la sangre, comenzó a dolerme mucho.
En ese momento, Sakura vio el desgarro en la prenda de Temari.
- Han estropeado la encantadora chaqueta de mi amiga – exclamó -. Maldición, dispararon ahí. ¡Mira ese agujero, Sasuke! Es del tamaño de un... de un...
- ¿Disparo de pistola? - aventuró Stems.
Sasuke le había quitado la chaqueta, y ahora cortaba la blusa con el cuchillo.
- Está tambaleándose - susurró Stems-. Será mejor que la ponga en la cama, antes de que se desmaye.
- No me desmayaré, Stems: tendría que disculparse por pensar que lo haría. Sasuke, por favor, suéltame. No es decente que me cortes la ropa. Yo misma me curaré esta herida. De pronto, Sakura anheló que los dos hombres salieran de la habitación. Desde el instante en que había visto la herida, tenía el estómago revuelto. Estaba aturdida y se le aflojaban las rodillas.
- ¿Y bien, Stems? – preguntó -. ¿Se disculpará, o no?
Antes de que el mayordomo tuviese tiempo de contestar, Sakura dijo:
- ¡Demonios, creo que finalmente voy a desmayarme!
