Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. Gracias, Ronnie, por permitirme compartir tu historia en español :)


Inspiración musical: Arctic Monkeys - I Wanna Be Yours


Capítulo 5

Está bien

~o~

AHORA

~o~

El departamento en Capitol Hill. Seattle, Washington. Sábado, 25 de mayo de 2013.

Edward abre sus ojos ante la luz brillante que entra por la ventana. Hace una mueca mientras se sienta en la cama; su hombro aún duele por abusar de este el día anterior.

Mira alrededor del cuarto de Bella, dándose cuenta que primero, llegará tarde al trabajo, y segundo, ella no se encuentra por ningún lado. Es entonces cuando nota el aroma a panqueques que viene de la cocina y su estómago suelta un gruñido.

—Mierda... —masculla por debajo de su aliento. Probablemente no sea una buena señal que ella no esté con él en la cama.

Se frota los ojos mientras sale del cuarto, solo en sus bóxers, para encontrar a Bella volteando panqueques en la cocina. Su cabello despeinado, pero aún en una trenza. Tiene puesta la camiseta de Nirvana de él, y eso solo la cubre hasta la mitad de los muslos.

—Buenos días. —Ella le sonríe tímidamente y él le devuelve la sonrisa, caminando hacia una de las banquetas en la isla de la cocina. Sus ojos no la abandonan mientras ella apila panqueques en su plato, lo empuja hacia él, al parecer nerviosa.

Edward está a punto de preguntar si se encuentra bien cuando Jazz sale de su cuarto.

—¡Gloria al Señor por tener panqueques de orgasmo! —Jazz echa su cabeza hacia atrás, levantando sus manos al cielo.

—¡¿Qu...Qué?! —Isabella se tensa, con espátula en mano, volviéndose para mirar a Jazz con ojos bien abiertos.

—Siempre haces panqueques cuando te dan el gran O —le explica Jazz de manera casual.

—¡No... No lo hago!

—Claro que sí —añade Jazz, buscándose un plato.

Bella se vuelve hacia Edward, su boca abierta en sorpresa, mejillas y orejas enrojecidas.

Edward se ríe alrededor de su tenedor, llenando su boca, pero se encoge de hombros para tratar de no avergonzar más a Bella. Él y Jazz han bromeado acerca de los "panqueques de orgasmo" antes, pero estos saben un poco más dulce para él, sabiendo que él fue el responsable de ellos.

Sus dedos ansían buscarla por debajo de la mesa mientras su cerebro lo atormenta con imágenes de la noche anterior—la sensación de su piel debajo de sus dedos, su sabor en su lengua.

Ellos comen en silencio mientras la tensión crece. Los ojos de Bella permanecen fijos en sus panqueques sin tocar. Los de Edward en ella. Y los de Jazz entre los dos, sacudiendo la cabeza.

Una vez que ha terminado, Edward se aclara la garganta, colocando sus cubiertos sobre su plato. Observa el reloj; ahora llegará muy tarde al trabajo.

—Gracias por el desayuno, Bella.

—Claro —dice ella despectivamente, sin mirarlo. Comienza a limpiar la mesa rápidamente.

—Oye. —Él busca su mano cuando ella toma su plato—. ¿Estamos bien?

—Por supuesto. —Ella fuerza una sonrisa—. Llegas tarde al trabajo.

Edward suspira con decepción, soltándola. Realmente no puede llegar tarde a trabajar, así que se guarda "La Charla" para más tarde.

Mientras Edward se levanta de la mesa, Jazz se acerca a Bella en el fregadero, y sin darse cuenta, ambos se comen con la mirada al torso desnudo de Edward, que camina hacia el baño.

Jazz suspira.

—No quiero vivir con una pareja.

—No somos una pareja... —dice Bella, regresando su atención a los platos—. Solo somos amigos.

—¿Oh, en serio? —Él toma un paño de cocina para comenzar a secar los platos al lado de ella—. Bueno, en ese caso, ¿nos vamos a turnar? Soy un amigo también, ¿cierto?

Bella se ríe, levantando la mirada hacia Jazz, que le sonríe torcidamente.

—Quiero decir, me encantaría una ronda... con él, obviamente... sin ofender.

Con una sonrisa, Bella sacude la cabeza.

—Faltaba más...

En ese momento, el teléfono de Bella vibra sobre la encimera junto a Jazz.

—¿Quién es "Paul Bar"? —pregunta Jazz, acercándole el teléfono.

—Oh... —Ella lo toma para leer el mensaje—. El dueño del bar donde tocamos anoche... —Bella camina hacia el balcón, sonriéndole a la pantalla.

—Y la trama se complica —Jazz susurra para sí mismo.

~o~

El departamento en Capitol Hill, Seattle. Más tarde ese mismo día.

Edward se encuentra sentado frente a la mesa de la cocina, su laptop frente a él, pero su atención está centrada en la libreta en la que escribe, cuando Jazz se le acerca por detrás.

—Viviendo en la Friend Zone... una autobiografía —Jazz finge leer, echando un vistazo por encima del hombro de Edward.

—Cállate... —dice Edward, bromeando, pero cierra la libreta frente a él, justo cuando la puerta se abre y Bella entra.

—¡Oh, genial! ¡Estás aquí! —Ella se apresura hacia el lado de Edward con una sonrisa en su rostro, dejando caer su bolso en el sofá en el camino.

—¡Hola, cariño, qué bueno verte a ti también! —Jazz bromea cuando Bella pasa por su costado, agitando una mano en su dirección.

—¿Recuerdas a Paul de anoche? —Bella comienza con entusiasmo, mientras Edward la mira con cara de póker—. ¿El tipo del bar, el dueño, que también es un productor?

—¿Sí?

—Quiere salir a tomar algo esta noche y hablar sobre posibles conciertos y qué tipo de música queremos hacer. Le dije que estamos trabajando en nuestras canciones, y él parecía estar emocionado por escucharlas. —Todo sale rápidamente, casi temblando de emoción.

Cuando Edward se mantiene callado, ella se vuelve hacia Jazz, que levanta sus puños en el aire, devolviéndole el entusiasmo.

—¡Yay!

—¿Y bien? —Bella gira hacia Edward de nuevo.

—¿Me pides permiso para salir con el tipo? —Él le frunce el ceño, pasándose las manos por su cabello en frustración.

—Quiero que vengas conmigo, tonto. —Ella aclara de forma casual.

—Sí, creo que no...

—¿Por qué?

—Porque dudo que él realmente quiera hablar de eso.

—¿Por qué? ¿Porque soy una chica entonces el único interés que podría tener en mí es meterse en mis pantalones? —Bella bufa, con sus manos en sus caderas.

—Aquí vamos... —dice Jazz, caminando hacia el refrigerador en busca de una bebida.

—Bueno, ¿cuál es la probabilidad de que un tipo que acabas de conocer anoche, de repente quiera firmar un contrato discográfico contigo? —Claramente, si ella hubiera visto cómo Paul se la había estado comiendo con la mirada anoche, ella estaría de acuerdo, Edward añadió en su cabeza.

—¿Sabes qué? Olvídalo. —Ella marcha hacia su cuarto—. ¡Iré! —grita antes de azotar la puerta.

—Genial. ¡Diviértete! —responde Edward.

—¡Oh, cielo! —Jazz palmea el hombro de Edward—. ¿Podrías ser más neandertal?

~o~

El departamento en Capitol Hill, Seattle. La noche de la "cita".

Edward se encuentra sentado en el sofá, tocando la guitarra. Tiene una libreta sobre la mesa ratona, donde escribe cambios en la canción que toca, cuando tocan a la puerta de entrada.

La puerta del cuarto de Bella se abre y ella sale, dirigiéndose hacia la entrada y casi cayéndose en sus tacones.

Ella abre la puerta para revelar a Paul, parado afuera en jeans, una camiseta polo, y una chaqueta deportiva. La garganta de Edward se llena de bilis.

—¡Vaya! —Paul le dice a Bella, mirándola de arriba abajo. Ella tiene puesto un pequeño vestido negro y ajustado que abraza cada centímetro de su cuerpo.

—¿Qué le pasó a tu ropa normal? —Edward no puede evitar comentar desde el sofá.

Bella pone los ojos en blanco hacia él, volviéndose hacia Paul.

—¡Hola!

—Luces... luces... —Paul lucha para encontrar palabras.

—Como si fueras a trabajar en la esquina —añade Edward secamente, arrepintiéndose ni bien las palabras abandonan su boca.

—¿Cuál demonios es tu problema, amigo? —dice Paul, dando un paso en dirección al sofá donde se encuentra Edward.

—¿Amigo? —Edward se pone de pie, furioso.

—Solo ignóralo. —Bella toma a Paul del brazo, empujándolo hacia la puerta.

—Pensé que dijiste que era tu amigo —dice Paul, saliendo.

—Lo es —dice Bella, mirando fijamente a Edward—. Solo que es uno horrible —añade, antes de cerrar la puerta.

Edward se queda parado allí, sus manos empuñando su cabello, hasta que comienza a dar vueltas alrededor de la mesa ratona. En un impulso, la libreta en la que estaba escribiendo hace un momento recibe su ira cuando la lanza hacia la puerta.

—¡Mierda!

Él sinceramente considera correr detrás de ellos, tomarla del brazo, preguntarle qué mierda le estaba haciendo. Una risa enojada se escapa de su garganta. Él se había convertido en un aspirante a novio posesivo.

Él busca en sus bolsillos desesperadamente, sacando su teléfono de uno y un paquete de cigarrillos del otro, y sale hacia el balcón.

Enciende un cigarrillo y marca su número, mirando hacia el BMW estacionado frente a su edificio. El teléfono llama mientras puede ver a Paul abriendo la puerta del coche para Bella, quien entra sin mirar arriba.

—¿Charlie? —Edward exhala aliviado cuando contesta.

—¡Edward! ¿Cómo estás, hijo?

~o~

Departamento en Capitol Hill, Seattle. Mucho más tarde esa noche.

El departamento está completamente oscuro cuando Bella abre la puerta con cuidado y entra caminando en puntitas de pie. Su cabello está suelto, sus tacones cuelgan en su mano. Ella baja sus zapatos y deja sus llaves y bolso sobre la mesa.

Ella echa un vistazo dentro del cuarto de Edward, donde la puerta se encuentra entreabierta. Él está en la cama y parece estar dormido.

El piso de madera cruje debajo de sus pies mientras se acerca a su cama, y Edward gira hacia ella, sorprendido. Su cabello apunta en todas direcciones mientras se apoya sobre un codo, un ojo abierto, y el otro aún cerrado.

—¿Bella? —susurra él con preocupación.

—Sí... —Llora ella, buscando su edredón.

Él instintivamente se aparta, haciéndole lugar en la cama, con una expresión preocupada en el rostro, sus ojos aún medio cerrados. Ella se acurruca contra él, y él inconscientemente la cubre con su cuerpo.

—Cielos, tu nariz está helada, Swan... —susurra cuando ella se estremece, presionando su rostro contra su pecho desnudo. Ella mete los dedos de sus pies, y sus pies, entre las rodillas de él también. Ella está helada y él ardiendo—. ¿Estás bien?

—Tenías razón —dice ella—. Él sí quería meterse en mis pantalones.

Él suspira suavemente mientras ella acomoda su cabeza en la curva de su cuello.

—¿Tengo que golpearlo?

Ella se ríe en apenas un susurro, envolviendo un brazo alrededor de él.

—No, ya me encargué.

Él pasa sus manos por los brazos de ella, los cuales tienen piel de gallina.

—Realmente lamento lo que dije temprano esta noche. —Había estado molestándolo toda la noche. Él había dejado que su furia le ganara, y lo que le dijo no tenía perdón.

Ella contiene un bostezo contra su pecho, mascullando algo que suena como «Está bien». Ella cierra los ojos después de eso, mientras que él permanece mirando al techo, preguntándose si las cosas realmente estarán bien.


¿Qué tal el capi? Jajaja

Gracias por leer y tengan buen miércoles :)