Capítulo 7

La situación cambió completamente para Bárbara en el momento que Steve les abrió la puerta, la casa estaba relativamente silenciosa y tranquila para acoger una fiesta de chicos de preparatoria. No les tomó mucho tiempo para percatarse de que no era realmente una "Fiesta", sino una simple reunión con los mejores amigos de Steve, Tommy y Carol. Steve guio al par de amigas hacia su piscina en el patio trasero, donde ya estaban los otros invitados.

- Como pueden ver no somos muchos, pero será divertido. – Steve explicó, nunca cambiando la pretenciosa sonrisa en su rostro. Ya reunidos con Tommy y Carol, a quienes saludaron un simple cabeceo, el anfitrión tomó una lata de cerveza y una navaja del suelo. Con la navaja hizo un agujero en la lata y la acercó a su rostro hábilmente, bebiendo todo su contenido en pocos segundos. Después observó a su novia quien estuvo viendo toda su hazaña hasta que dio una risa sarcástica y se burló:

- ¿Se suponía que eso me iba a impresionar?

- ¿No lo hizo?

- Eres todo un cliché.

- ¡Para nada! Tú eres el cliché. Ya sabes con lo de "Estudio mucho" , el "Lloro por sacar 9.5" y practicar en orquesta y todas esas cosas.

Nancy rio ante las acusaciones y decidió defenderse:

- ¡Ni siquiera estoy en la orquesta! – Exclamó mientras reía sonoramente.

- Entonces intenta lo que hice. O admite que eres tan cliché como yo. – Retó mientras le ofrecía una cerveza.

Nancy suspiró en derrota y la tomó con falsa mala gana, Steve le dio la navaja y se sentó para apreciar como su novia hacía lo mismo que él, hizo el agujero y tomó de él, con sólo pocos mililitros del líquido saliéndose de sus labios por la presión dentro de la lata.

- Wow, ni siquiera te tuve que explicar. – Acotó Steve impresionado.

- Claro que no tendrías que hacerlo. Ella es inteligente, no como tú. – Se burló Tommy desde uno de los camastros al lado de ellos. Después tomó su lata y bebió todo su contenido en un instante para posteriormente estrellarla contra su frente para aplastarla.

Después de dar un grito de emoción al ver la energía y determinación del amigo de su novio, Nancy agarró la navaja y otra cerveza para ofrecérselas a su amiga pelirroja.

- ¡Vamos Barb! Es tu turno. – Exclamó entusiasmada sólo para recibir una mirada de disgusto como respuesta.

- No Nancy.

- ¡Vamos! Es más divertido de lo que crees. – Insistió.

Completamente dada por vencida, Bárbara tomó la cerveza de la mano de su amiga a regañadientes. Estaba furiosa, le había dicho a su amiga que no quería la cerveza y mucho menos tomársela como una maniaca en frente de desconocidos que evidentemente la estaban juzgando. Su enojo fue tanto que cuando tomó la navaja y arremetió contra la bebida, su superficie redondeada guio el prominente filo hacia su dedo pulgar, provocando una cortada de considerable profundidad. Pegando un grito, dejó caer la cerveza y la navaja para poner su mano sobre la cortada en un intento por controlar el sangrado.

- ¡Mierda, Barb! ¿Estás bien? – Exclamó Nancy en desconcierto.

- Estoy bien. – Respondió avergonzada de terminar recibiendo aún más atención. Después se dirigió a Steve. - ¿Dónde está tu baño?

- Es el cuarto antes de llegar a la cocina. – Refirió preocupado.

Bárbara no esperó un segundo más para dirigirse a donde Steve le había instruido. Nancy se quedó con los demás esperando que estuviera bien, a pesar de que su comportamiento en la "Fiesta" dejaba mucho que desear.

Un grito de Carol interrumpió sus pensamientos y la hizo voltear hacia la piscina, ella estaba dentro mirando a Tommy meterse de un chapuzón.

- ¿¡Es en serio Tommy!? Jódete. – Exclamó al mismo tiempo que recogía su empapado cabello.

- Yo también te amo. – Respondió burlonamente antes de darle un beso.

Nancy se quedó viendo la escena conmovida hasta que sintió a Steve cargándola por detrás y arrojarse junto con ella al agua.

- Ah, pero mira qué bonito zapato encontré. – Exclamó Steve mientras sacaba del agua el zapato de Nancy y lo mostró a todos.

- ¡Oye! ¡Ese es mi zapato! – Gritó Nancy antes de abalársele e intentar recuperarlo.

No duraron mucho en el agua por el frio de la noche. No sin haber jugado un poco más con el zapato de Nancy y la liga para cabello de Carol, el grupo de amigos salieron y se resguardaron en casa del anfitrión.

- Me estoy cagando de frío aquí. – Se quejó Carol. Queja que su novio respondió inmediatamente:

- Hay una chimenea en el cuarto de la mamá de Steve. – Sugirió pretenciosamente, tono que Carol comprendió al instante. Tomó su mano y lo llevó por las escaleras a dicha habitación.

- ¿Me están jodiendo? Ustedes lavarán las sábanas. – Gritó Steve asqueado antes de acercarse a Nancy y cubrirla con una toalla. – Vamos, te voy a buscar algo seco. – Dijo mientras se adelantaba hacia su habitación, Nancy se preparaba para seguirle cuando escuchó a su amiga:

- ¡Nancy! – Exclamó Bárbara sosteniendo un vendaje de papel sobre su pulgar izquierdo. - ¿A dónde vas?

- Al cuarto de Steve… A cambiarme. – Justifico al sentir la potente mirada que su amiga le estaba dando.

- Sí, y yo me chupo el dedo.

- ¿Y eso a ti qué te importa? – Replicó frustrada.

- Ésta no eres tú, no eres así de estúpida. Estás cayendo directo en su juego.

- ¡Por favor! Has actuado como una mierda todo el día, ¿Cuándo vas a aprender a divertirte por una vez en tu puta vida? – Sentenció, lo que molesto a la pelirroja sobre manera.

- Que Steve te lleve a casa porque yo no lo haré. – Respondió severamente.

- Bien. – Contestó Nancy secamente antes de dar media vuelta y partir al cuarto de su novio.

Bárbara cerró la puerta principal con una fuerza que sorprendió hasta a ella misma y se dirigió a su auto a unos pocos metros del lugar. Estaba iracunda, su amiga de toda la vida la estaba cambiando poco a poco por alguien que le rompería el corazón en cuanto tuviera la oportunidad, ese era Steve, un mujeriego y desconsiderado de primera. Lo cual Nancy parecía ignorar por completo, como si hubiera caído en un hechizo que le hacía ignorar todas las veces que vieron a Steve acosar a algún compañero o las veces que él y sus amigos hacían las clases insoportables por sus constantes interrupciones y comentarios estúpidos. La realidad abrumó tanto a Bárbara que se adentró al bosque para encontrar un lugar donde pudiera meditar sin estar a la vista del lujoso barrio donde se encontraba. Al poco tiempo encontró un tronco donde se sentó y observó sus zapatos mientras sobaba suavemente el vendaje improvisado, elaborado por ella misma. Unos minutos transcurrieron hasta que escuchó un súbito sonido, como de pisadas sobre la ruidosa hojarasca detrás de ella. Volteó hacia la fuente del sonido, pero no vio nada. – "En verdad que Nancy es pésima para elegir momentos para bromear." – Pensó después de levantarse y merodear por los alrededores para encontrar a quien fuera que le estaba jugando una broma, no tardó mucho tiempo en escuchar el mismo sonido, esa vez proviniendo de detrás de un árbol a su lado izquierdo. Ya ubicado el origen del bromista, Bárbara dio lentos pasos hacia el árbol, haciendo lo posible para que la persona detrás tuviera la menor probabilidad de detectarla. Cuando llegó y asomó su cabeza para gritar y regañar a quien fuera el perpetrador sus ojos se llenaron del más oscuro y desagradable terror, el cual desplazó su enojo y su irritabilidad al instante en el que vio lo que se escondía detrás de aquel árbol: Era una criatura muy alta de forma humana, medía al menos unos dos metros de altura, tenía la piel oscura y sedosa, que a altura de la cara hacía una agresiva transición a incontables filas de pequeños y afilados colmillos dentro de sus fauces, que se abrieron como forma primitiva de intimidación, en forma de flor de cinco mortales pétalos. Aterrorizada, Bárbara trató de huir a su auto lo más rápido posible, pero la bestia la superaba en velocidad, no la dejó siquiera gritar por ayuda cuando, con su larga y poderosa mano azotó su cabeza contra el suelo, dejándola inconsciente y gravemente herida.

Nancy no sabía que esperar de su primera vez y menos de cómo iba a ser con Steve Harrington, ese que derretía a todas las chicas en la escuela y que tenía buena fama de ser un experto en el tema, jamás pensó que tantas emociones juntas se pudieran sentir en un evento tan corto. Se había entregado a él y no se arrepentía en lo absoluto, le quería y su relación había progresado hasta el punto en el que eventualmente iba a pasar. Todavía ensimismada, tomó su porción de la cobija que los cubría y la recorrió para poder levantarse y vestirse, por más que quería quedarse y sentir el calor de su novio aún dormido, tenía que irse, su mamá le había dado un permiso limitado del que no podía abusar. Ya con el suéter, donde tenía guardada su ropa mojada, y pantalones deportivos de Steve puestos, Nancy se acercó a su novio y le besó la mejilla.

- ¿Steve? – Preguntó dulcemente, a lo que recibió un gruñido somnoliento en respuesta. – Debo irme a casa, te veré mañana ¿Bien?

- Está oscuro afuera, ¿Quieres que te lleve? – Preguntó tallándose los ojos.

- No te preocupes por mí. Descansa. – Respondió antes de besar sus labios tiernamente y dejar la habitación pensando cómo se iba a reconciliar con su mejor amiga.

El relativamente largo camino a casa fue una gran oportunidad que Nancy usó para meditar lo ocurrido, eran demasiadas cosas para sólo una noche, se había entregado por primera vez y había tenido la peor discusión con su mejor amiga hasta la fecha. Desde el primer momento Bárbara había sido insoportable con su desganada actitud hacia la "Fiesta". Después aseguró que el problema no era Steve, pero minutos más tarde le llamó estúpida por "caer en su juego". Ella sabía que su novio tenía fama de Don Juan desde un principio, razón por la que al principio lo ignoró con rudeza, temiendo que fuera una broma orquestada por él y sus amigos para humillarla. A pesar de sus rechazos, él insistió. Posteriormente, la súbita atención por parte del rey de la escuela Steve Harrington terminó siendo demasiado para resistirse. Aprendió con el tiempo que en realidad Steve tenía una parte suave y generosa que nunca había visto, no era la persona que Bárbara creía que era, pensamiento que la hizo sentir culpable: - "Nunca le expliqué que realmente es bueno" – Pensó antes de sumergirse otra vez en su predicamento, su amiga fue grosera y dijo cosas que no debió, pero sus intenciones siempre fueron claras, cuidarla. Su respuesta tampoco había sido razonable en lo absoluto, fue agresiva y hostil, cosa de la que se arrepentía profundamente.

Después de un lapso que Nancy fue incapaz de medir, llegó a su casa una hora después de lo que tenía permitido. Rezó a todo lo que pudo para que su mamá no estuviera esperándola detrás de la puerta que procedió a abrir lenta y silenciosamente. En cuanto asomó su cabeza para verificar que no hubiera nadie, su decepción fue masiva en cuanto su mirada cayó en la fríos y autoritarios ojos de su madre, quien estaba esperándola sentada en el pie de las escaleras.

- ¿Me puedes decir por qué vienes tan tarde? – Cuestionó duramente después de posicionarse en frente de su hija, quien entró derrotada mirando el suelo.

- La ceremonia se extendió y Bárbara y yo fuimos a comer. – Explico nerviosa.

- ¿Y por qué vienes en pantalones deportivos que no son tuyos?

- Regué café sobre mi ropa y Steve me prestó un cambio.

- ¿No estabas con Bárbara?

- Él también estaba.

- ¿Por qué me mientes Nancy?

- No te estoy mintiendo mamá, sólo estoy cansada y no recuerdo todos los detalles al maldito instante. – Reprochó molesta.

- Cuida tu lenguaje o tendrás que olvidarte de tus permisos para salir con tu novio. – Subió la voz, intimidando a Nancy, pero su propia irritación también crecía rápidamente.

- ¿Tú cuidas tu lenguaje cada que peleas con papá en frente de nosotros?

- Esos son problemas míos y de tu papá en los que ustedes no tienen nada que ver.

- ¿Y ustedes se creen que Jane y yo disfrutamos escucharlos? ¿Creen que podemos ignorarlos y estar perfectamente bien? – Recriminó fuertemente mientras retenía sus lágrimas por salir.

- No voy a discutir esto contigo Nancy, vete a tu cuarto y hablaremos cuando hayas aprendido a respetar, soy tu madre y nada te da derecho a reaccionar así contra mí. ¿Entendido?

- Buenas noches. – Fue lo único que pudo responder mientras furiosa subía las escaleras y se encerraba en su cuarto, donde no tardó más de un minuto cuando reventó en llanto.

Terry estaba iracunda, había tenido unos pésimos últimos días y su última discusión con su hija mayor casi le arrancaba lo último de cordura que conservaba. Caminó lo más serena que pudo hacia la cocina, abrió el refrigerador y sacó una botella de vino. La destapó expertamente y se sentó descuidadamente en una de las sillas del comedor. Dio largos y sustanciosos tragos a la bebida mientras meditaba lo ocurrido en las últimas semanas, no era secreto para nadie que su relación con Ted Ives no iba nada bien, cada día su situación empeoraba más, pero nadie hacía nada para solucionarlo. Desde aquel evento dos años atrás, su relación se había roto para jamás recuperarse, lo intentaron por unos meses, pero la culpa, las expectativas y las decepciones los superaron rápidamente. Con el tiempo fueron tomando medidas para evitarse lo más posible, pero nada como lo que Ted había pensado: "Debemos separarnos por un buen rato… Puede que, si logramos sanar por separado, tendremos oportunidad de ser felices otra vez" – Sus palabras resonaron con lastimosa fidelidad en su cabeza, sus ojos llorosos pero convencidos y su voz firme pero compasiva era lo más cercano al Ted que alguna vez fue, uno que vivió antes de todo lo que ocurrió. El recuerdo y su súbita calidez la convencieron fácilmente de que quizás eso era lo mejor, la distancia los podría salvar de la locura. Acabada la botella de vino, Terry la puso sobre la encimera de la cocina y se fue a la cama, debía tener toda la energía posible para lo que le esperaba en los siguientes días, ya que inexplicablemente percibía que sería mucho.

Todos los chicos se reunieron la mañana siguiente en el sótano de Jane como habían acordado la noche anterior, Mike les había dado esa pizca de esperanza que todos necesitaban para organizar una misión de búsqueda por su amigo Will lo más pronto posible. Mike estaba sentado en su nido de cobijas y sábanas, con el conejo de peluche a un lado. Estaba trasteando con el aburrido radio gris que había encontrado. Cerca de él estaba Jane hablando con Jennifer y el resto del grupo:

- Muy bien, entonces ustedes dicen que tienen club de audiovisuales, Jen y yo diremos que tenemos club de debate.

- Eso nos debería dar unas horas para la operación Mirkwood. – Completó Suzie.

- ¡Gran nombre! – Anotó Dustin con una sonrisa a su amiga, quien bruscamente dirigió su mirada a la esquina opuesta del sótano. A un lado de ellos se encontraba Lucas con clara incredulidad:

- ¿Estás segura de que Mike sabe dónde está?

- Estoy segura, así que confía en mí. – Contestó Jane en un tono más irritado de lo que quería mostrar. – ¿Trajeron los suministros?

Todos en la habitación agitaron la cabeza y procedieron a sacar de sus mochilas lo que habían traído.

- Yo traje unos binoculares. – Decía mientras seguía sacando objetos. – Una navaja táctica, una bandana y esta resortera.

- Yo también traje binoculares y estas linternas. – Comentó después Jennifer.

- Yo traje los refrigerios. – Añadió Dustin mientras regaba el contenido de su mochila para mostrarlo al grupo.

- ¿Es en serio, Dustin? – Preguntó Lucas molesto.

- Necesitamos carbohidratos para mantener nuestros niveles de energía, Lucas. Seguro no pensaste en eso porque estabas muy ocupado creyéndote Rambo. – Sentenció antes de voltear a ver la resortera de su amigo. – Además, ¿Para qué queremos armas? Lo tenemos a él. – Acotó mientras señalaba a Mike, quien estaba aún dentro del fuerte, ahora observando su dedo con detenimiento.

- Sólo fue UNA puerta Dustin, UNA. – Exclamó Lucas en respuesta.

- Pero fue con la mente. – Añadió Suzie. – Imaginen todas las cosas asombrosas que puede hacer.

- ¡Exacto! – Dustin concedió antes de tomar el peluche ceca de Mike y se posicionó frente a él y le dijo: – No es un halcón milenario, pero funcionará. Oye Mike, concéntrate y haz que este conejo vuele. – Ordenó y soltó el juguete con la esperanza que Mike lo tuviera bajo su influencia telequinética, contrario a lo que esperaba, el conejo cayó sobre el suelo. Aún motivado, tomó el peluche del suelo y repitió la acción, a lo que recibió el mismo resultado. Mike sólo se le quedó viendo todo el tiempo con mirada neutra.

- ¡Él no es un perro, Dustin! – Regañó Jane mientras recogía su juguete del piso.

- ¡Jane! Ya es hora de ir a la escuela, no vayan a llegar tarde. – Los gritos de Terry inundaron el sótano y por temor a atraerla con su tardanza, los chicos, Jennifer y Suzie se adelantaron a las escaleras para todos salir por la puerta principal, mientras Jane le decía algo a Mike:

- Bien Mike, quédate aquí y no hagas ruido, no podemos dejar que mi mamá te vea. Si te da hambre, come de los dulces que trajo Dustin. Mi favorito, después de los Eggos, es el gansito. – Explicó al mismo tiempo que señalaba con el dedo al montón de dulces que Dustin había dejado. Mike siguió su dedo y distinguió el dulce del que le hablaban, era una bolsa transparente a excepción de una banda naranja en uno de los extremos, debajo de ésta estaba un diseño de un ave blanca acompañado de un texto que leía "Gansito", también había texto en la banda naranja que leía "Marinela", por la parte transparente se veía una masa oscura, la cual Mike asumió que era el dulce a comer.

- Es un pastelillo relleno de crema y mermelada, todo eso cubierto con chocolate. – Siguió con su explicación. – También tiene chispas de chocolate encima y en la tele lo anuncia un gansito con sombrero de chef.

- ¡Apúrate, Jane! Tu mamá vendrá si no subimos pronto. – Exclamó Jennifer desesperada de que su amiga sobre explicara algo tan estúpidamente simple como un gansito.

- Ya voy. – Contestó Jane para rápidamente dirigirse a Mike de nuevo. - ¿Sabes dónde están las torres eléctricas? – Mike sacudió la cabeza en negación, por lo que Jane se vio obligada a explicar. – Son esas enormes torres de metal por as que pasan muchos cables. Ponte mis Nikes blancos y encuéntranos ahí después de clases.

- ¿Después de clase? – Preguntó ingenuo una duda que Jane le aclararía enseguida.

- A las tres y cuarto. – Tomó su pequeño reloj de muñeca y se lo colocó a Mike para después explicarle lo más elemental. – Cuando la pantalla diga tres, uno, cinco.

- Tres, uno, cinco. – Repitió mientras veía con fascinación el aparato en su muñeca, era un artefacto color blanco con detalles rosados en su periferia, en la parte más alta lucía con orgullo la leyenda "CASIO" después volteó a Jane y sonrió para darle a entender que había memorizado el número.

- Bueno, nos vemos. – Fue lo último que le dijo antes de irse corriendo por las escaleras con Jennifer. Mike observó su muñeca de nuevo para después regresar al radio que estaba manipulando, esperando al momento que Jane le había asignado.

Su camino hacia la cafetera fue toda una tortura para Nancy, desde la mañana sentía las miradas de todos sobre ella, sentimiento que se redujo un poco cuando Steve no le había dicho nada de lo que había pasado la noche anterior a nadie. Pero no era lo único que el día tenía preparado para ella, cuando llegó a clase de química no encontró a su amiga ahí, lo que la hizo preocuparse, ¿Acaso su herida había empeorado? Llegada a la cafetería, trató de ignorar su creciente preocupación y se sentó con Steve y sus amigos, quienes estaban comiendo en silencio.

- Hola. – Saludó Steve antes de darle un corto beso.

- Hola. – Respondió antes de dirigirse a los otros en la mesa. – Oigan, ¿Vieron a Bárbara antes de irse anoche?

- ¿Quién? – Pregunto Tommy interesado.

- Bárbara, la chica pelirroja que fue conmigo a anoche. – Explicó Nancy confundida.

- Genuinamente no tengo idea de quien hablas. – Respondió el chico riéndose descontroladamente con su novia.

- No seas idiota Tommy ¿La viste o no? – Intercedió Steve irritado.

- Pues no, ya se había ido antes de que nos fuéramos nosotros.

- Probablemente no pudo soportar los gemidos de Nancy y por eso se fue. – Bromeó Carol, provocando exageradas risas por parte de su novio. Nancy estaba tan irritada que tomó sus cosas y se levantó. Steve regañó a sus amigos y fue tras de ella, cuando la alcanzó a unos pocos metros de la mesa, la tomó de la mano y le dijo:

- Probablemente sólo no quiso venir a clases hoy o algo así.

Nancy escuchó atentamente y guardó silencio por un minuto, Bárbara no era de las personas que faltaban a clase por cualquier razón y le dolió que Steve no lo supiera o que no le importara. La culpa y el arrepentimiento por la discusión de la noche anterior le achacaban constantemente y le rogaban para que se disculpase.

- Sí, probablemente. – Respondió seca para luego despedirse rápidamente e irse de ahí, necesitaba tiempo para pensar.

Era hora del receso y los chicos aprovecharon la oportunidad para ir a buscar piedras para la resortera de Lucas, no sabían cuál era esa amenaza de la que Mike les había advertido, pero debían estar preparados si lo iban a salvar. Llegados a las orillas de la cancha de beisbol, donde Suzie les señaló por tener "Las mejores piedras", se dispersaron para empezar la búsqueda.

- ¿Como ésta? – Preguntó Jane cuando mostraba una piedra bastante grande en su mano.

- Es demasiado grande para la liga, debe ser de tamaño medio y lo más redonda posible. – Aclaró Lucas.

- ¿No querrías una piedra irregular para que haga más daño? – Remarcó Jane.

- La aerodinámica cambia y sus tiros serían menos certeros. – Explicó Suzie.

Después de un rato encontrando y descartando piedras Dustin preguntó:

- ¿Ustedes creen que Mike nació con poderes como los X-Men? ¿O los habrá adquirido como Linterna Verde?

- Dustin, él no es un superhéroe, es sólo un rarito, que hasta donde sabemos, también podría ser peligroso. – Respondió Lucas con tono de hartazgo.

- No actúa como alguien peligroso de hecho, se ve asustado y confundido todo el tiempo. – Agregó Jennifer lógicamente.

- ¿Y que tiene con que sea rarito? Los X-Men también son raritos. – Contestó Jane más defensiva de lo que hubiera querido.

Al instante los chicos compartieron una mirada irónica y dieron una breve carcajada. Jane sólo se les quedó viendo extrañada y a pesar de tener una vaga idea de lo que se venía, preguntó:

- ¿Qué?

- Parece que te agrada mucho. – Dijo Dustin.

- Pues… sí. – Contestó Jane confundida por la afirmación de Dustin y las miradas de duplicidad del resto.

- Mucho… MUCHO. – Agregó Lucas.

Jane sintió su cara arder por unos segundos antes de adquirir una ferviente necesidad de defenderse, por lo que luchando contra su vergüenza sólo pudo tartamudear:

- Claro… claro que no. No es así.

- Lo dejaste quedarse en tu casa. – Señaló Jennifer.

- ¡Porque estaba perdido en el bosque!

- Y el día siguiente… - Remarcó Jennifer, a lo que Dustin agregó divertido:

- Y el siguiente…

- Y el siguiente. – Finalmente agregó Suzie inocentemente.

Jennifer dejó la piedra que había examinado y se siguió burlando:

- Sí es cierto, también cada vez que lo miras estás toda: "Ay hola, mi siempre amado Mike, salgamos al centro para tomar malteadas y compartir un gansito que me encantan tanto." – Jane enrojeció intensamente al escuchar a su amiga arremedarla y sentir sobre ella las miradas de sus nuevos amigos, pero peor fue su pena cuando Jen se hincó frente a ella para después decir, todavía arremedándola:

- "Casémonos y viajemos por el mundo con tus superpoderes…"

- ¡Ya Jen! – Exclamó Jane después de haber sido incapaz de controlar una risita ante la sátira de su amiga.

- "Sí Jen, yaaa." – Arremedó Stacy mientras se acercaba al grupo con su Troy y James.

- No puede ser. – Susurró Lucas para sí mismo.

- ¿Les gusta ahora más salir con nerds retrasados que con nosotros? ¡Una pena, éramos las mejores amigas! – Exclamó en un tono tan falso que asqueó a todos en el nuevo grupo de amigos.

El sonrojo de Jane se disipó de inmediato por la furia que su ahora examiga había provocado en ella.

- Son mucho mejores personas que ustedes, ellos tienen cerebro, ustedes sólo son delfines amaestrados. – Rugió mientras se interponía entre Stacey y los chicos.

- Probablemente te están dando más amor que el que tus papás alguna vez te dieron. – Replicó Stacy tranquilamente. Jane trató de ignorar el comentario, pero le dolió más de lo que alguna vez creyó posible. Cuando aún eran amigas, el delicado tema de sus padres era un tema que jamás se mencionaba, era una regla de oro para todo integrante de su grupo. El hecho de que Stacy rompiera la regla tan rápido le dolió, pero no tanto como la verdad atrás de sus palabras, hacía mucho tiempo que sus papás le daban siquiera un poco de atención, todo en su casa eran discusiones e interminables peleas en las que no tenía ningún tipo de voz, sólo se limitaba a escuchar. Toda esa realidad y las palabras describiéndolas fueron demasiado para Jane.

- Jo… Jódete Stacy. – Apenas susurró Jane antes de salir corriendo hacia el bosque tras de ellos, buscando algo de tranquilidad. Corrió por varios minutos hasta que sus pulmones estuvieron cerca de colapsar, justo cuando iba desacelerando su paso, tropezó con una raíz salida del suelo y su barbilla cayó directamente sobre una piedra. Derrotada, echó a llorar ahí sin siquiera levantarse, con torpe lentitud se colocó en posición fetal y siguió sollozando en silencio.

- Eso fue jodidamente bajo Stacy. – Regañó Jennifer, preocupada por su amiga.

- Se lo ganó, siempre estuvo en contra de lo que decía y hacía, no me dejaba ser yo misma. Lo mismo va para ti y tu estúpida obsesión por el By…

- Vete de una puta vez, Stacey. – Interrumpió Jennifer con el tono más autoritario e intimidante que pudo modular.

- Con gusto. – Respondió Stacy con el mismo tono perturbadoramente tranquilo. – Vámonos, amor. – Dijo a Troy, quién obedeció al instante y se fue con ella de la mano, no sin antes agregar:

- Suerte buscando a su amigo muerto.

- Espero no lo encuentren ya todo podrido. – Acotó James para después seguir a la nueva pareja.

El nuevo grupo caminaba en busca de Jane, el ánimo estaba por los suelos, los chicos esperaban que se volviesen respetados con tener amigas populares, pero terminó sucediendo todo lo contrario, por su culpa ellas habían sido destituidas y la culpa los carcomía furiosa. Las palabras que su amiga había recibido retumbaron en sus corazones con cada paso que tomaban. Aunado a su deprimente estado, el recuerdo de las palabras de Troy tampoco ayudaba en nada, había una posibilidad de que Will ya estuviera muerto y que llegarían demasiado tarde para salvarlo de cualquiera que fuese el peligro del que Mike les hablaba. Su caminata por fin concluyó cuando todos vieron a Jane sentada sobre tronco, viendo una piedra, levemente cubierta de sangre, que sujetaba en su mano, claramente seguía pensando profundamente en las palabras de Stacy.

Nadie sabía que decir, por lo que decidieron quedarse en silencio ofreciéndole compañía a su amiga, quien finalmente rompió el silencio después de unos segundos:

- ¿Esta piedra sirve? – Preguntó con diluido entusiasmo. Dustin fue quien respondió:

- Oh, ésta es, matará al cabrón de un solo golpe.

- La destruye monstruos. – Añadió Suzie emocionada.

NOTAS DEL AUTOR

Y he aquí otro capítulo, les agradezco a todos por leer esta historia. Ya estamos alcanzando la mitad y espero les esté gustando como a Nightspyder que dejó su review en el capítulo pasado. Veo que muchos leen de otros países, me gustaría saber si usan el traductor incorporado del sitio o son hispanohablantes. I hope the translation isn´t too awkward for you guys! Hasta la próxima!