Día 7
Shipping: Lavarrendershipping (XxY)
"Te encontré"
No estoy segura de cómo empezar, no estoy segura de que fue lo que te hizo tomar aquella decisión. Solo recuerdo como tú rostro de descompuso cuando el medico te dijo aquellas palabras, como tus extremidades comenzaron a temblar cuando aquel hombre de bata te explicó lo que había ocurrido luego de aquel accidente.
Lagrimas que fueron calladas al instante cuando pudiste ver mis pupilas abrirse un poco. No estoy segura si fue por hacerme sentir bien que paraste aquel sentimiento, solo sé que me dirigiste una sonrisa falsa y acariciaste mi cabello.
Estuviste ahí unos días más, esperando que mi maltrecho cuerpo se recuperara y el dolor finalmente se fuera. Tu presencia me calmaba, tu tacto me animaba a seguir. Sin embargo, aún en ese estado podía apreciar tu rostro llenó de tristeza mientras intentaba balbucear que aquello no era tú culpa.
Fue cuando recuperar la movilidad de mis brazos que tu desapareciste. Al principio creí que debías cuidar de tu madre, que tenían otros asuntos importantes que no podías dejar. Tal vez ellos se habían recuperado y tú debías ayudarlos, ya habría tiempo la para mí, después de todo sus camas ya estaban vacías.
Los días pasaron, convirtiéndose en semanas, y tú nunca apareciste. No estuviste ahí como me di cuenta que mis piernas no respondían ante mis gritos de desesperación. No estoy segura si mi dolor más gran era no sentir mis piernas, o el que no estuvieras ahí cuando el doctor me dijo que me había ocurrido.
Perdí mis piernas, perdí a mis amigos. Lo único que me quedaba era mi madre, quien se quedó a mi lado y se reusaba a decirme que había pasado contigo y mis amigos. Aunque me molestara, su presencia volvía más tolerable la noticia de que jamás volvería a levantarme a dar un paseo por el parqué.
Cuando empezaron mis terapias, mi madre finalmente respondió mi pregunta. Mis amigos se habían ido, adelantándose a aquel destino al cual todos llegaremos.
Llore, llore como nunca había llorado en el hombro de mi madre. Ella me consoló y abrazo como cuando era niña, intentando calmar el dolor de aquella noticia. El solo pensar que todo había cambiado de la noche a la mañana volvía pedazos mi mente.
Supongo que tú sentiste lo mismo. Por eso huiste, escapaste a algún lugar desconocido, tal vez habrías tomado la decisión de acompañar a nuestros amigos, algo que yo misma considere innumerables veces. Pero no, no lo haría, estoy segura que ellos no querían mi compañía en ese lugar.
Me aferre a lo único que me quedaba, a mi esperanza. Logre salir adelante y tomar las riendas de mi vida una vez más, aquello no sería el final de mi historia. Y aunque me mantenía optimista, tú solo recuerdo me causaba tristeza e ira.
Es por ello que me embarque en una aventura para buscarte y confrontarte. La silla en la que estaba postrada no fue un impedimento, mis pokémon se convirtieron en mis piernas, con ellos pude buscarte por todos los lugares de Kalos, desde lo qué más recordábamos con cariño, hasta aquellos que nos causaban repelús.
Fue entonces que, una noche, finalmente te encontré. Estabas acampando cerca del árbol donde habíamos visto por última vez a Yveltal y Xerneas. Me costó reconocerte entre aquellas ropas desgastadas, tu barba desalineada y tu frondoso cabello. Fueron tus ojos los que me hicieron darme cuenta de que eras tú.
—¡¿Por qué demonios me abandonaste, X?! —fue lo primero que te grite al ver tu demacrado rostro.
No recibí respuesta alguna, solo lágrimas que comenzaron a empapar su gruesa barba. Con la ayuda de Absol me acerqué e intente interrogarte, pero no respondías a ninguna de mis preguntas.
Con lágrimas y odió me abalance contra ti, te tire al suelo y comencé a abofetearte. Mi sentimiento de ira se fue desvaneciendo mientras miraba como las lágrimas seguían corriendo y tu boca parecía finalmente abrirse.
—Lo siento —dijiste entre lágrimas—. Por mí, ustedes…
Lo entendí. La culpa te carcomió por dentro al ver los resultados de aquella noche en ese avión. Tú habías resultado casi ileso y todos nosotros sufrimos de una manera u otra. No pudiste soportar la culpa de haberlos llevado a ese lugar, de frustrar nuestros sueños por algo que realmente no fue tu elección. Fue por ello que estabas ahí, esperando que Xerneas te ayudase o que Yveltal te llevara. Aquella era tú misión ahora.
Mis lágrimas impregnaron tu sucia camisa mientras asimilaba todo lo que había ocurrido. No era tu culpa, pero no era justo que simplemente hubieses evadido a la realidad para lidiar mejor con ello. No era justo ni para mí, ni para ellos. Tú lo sabias, y deseabas pagar por aquello.
Pero me negué, me negaba a perder a otro amigo. Y aunque estuviera postrada en una silla, me negaba a aceptar que aquello era el final, debíamos superarlo juntos. Si Arceus les había dado la oportunidad de ver otro amanecer, debían aprovecharlo, sería un crimen contra sus amigos el no hacerlo.
La vida no se acababa ahí, no para mí. No estoy segura si esperabas una señal, o si realmente te convencí, pero en el momento que me tomaste entre tus brazos y decidiste volver conmigo, me di cuenta de que las cosas podrían mejorar. Aquello no se volvería el final de nuestra historia.
