Alba, Piamonte.

Dos días habían pasado, dos días en los que la había atosigado a mensajes y llamadas que la joven enviaba directo a su buzón. ¿Cómo es que una mujer puede permanecer tanto tiempo enojada?

-¿Aún nada?- Preguntó Bobang al sentarse Shingo a su lado en el micro, listos para viajar a Livorno para su próximo encuentro de Serie C. El japonés negó, apesadumbrado. -Yo he intentado comunicarme con ella también para intentar apaciguar las aguas, pero no he conseguido nada.

-Soy un estúpido.- Musitó. -¿Cómo se supone que entienda que no pasa nada aquí si yo mismo me autoboicoteo? ¡Me comporté como si quisiera esconderla de Ame!

-Y... ¿no fué eso lo que hiciste?- Bobang enarcó una ceja. -No sé porqué te asusta tanto que Amelia sepa que a ti te gusta Azula. Porque... ¿Amelia te gusta?

-¡No!

-¿Qué tan seguro estás? Estadísticas.

-Bueno...- El muchacho se tornó un poco nervioso. -Un setenta por ciento... O sesenta.

-No suenas muy seguro.- Bobang hizo una mueca. -¿Y Azula?

-Estoy seguro de que Azula me gusta en un cien por ciento.- Dijo, con firmeza.

-Y si estás tan seguro... ¿por qué esas dudas con Amelia?

-¡No son dudas!- Exclamó, cual infante emberrinchado.

(¿O sí?)

-Decídete de una vez y actúa. Nada te saldrá bien si accionas estando indeciso.

-No estoy indeciso.- Hizo un mohín. ¿Por qué su mejor amigo le estaba hablando como si fuera un pobre niño tonto que no sabe lo que quiere? Entonces, una lámpara se encendió en su mente. -Aunque... si ella se sintió celosa... ¡es porque realmente me quiere!- Sonrió, aunque muy poco le duró aquella sonrisa.

-¿Es en serio?- El nigeriano lo miró con una cara que decía "dime, por favor, que bromeas". -¿No crees que ella se haya enojado por lo que dijiste?

-¿Lo que dije?

-¿No lo recuerdas?- Se volteó mejor a él, listo para regañarlo. -Amelia preguntó quién era ella y tú dijiste "una chica de Argentina". ¡"Una chica de Argentina"! No "una amiga", no "la chica que quiero", "la chica con la que me quiero acostar", "la chica con la que tendré a mi hija".

-Mizuki.- Aoi sonrió risueño. Luego, abrió enorme sus ojos. -Espera... ¿yo dije eso?

-Lo hiciste.

-Con razón está tan enojada.- Hizo una mueca. -¿Qué podría hacer?

-En primera, resuelve tus dudas. Si continúas así vas a acabar lastimando a una, o a las dos, si es que a Amelia le gustas. Aunque... creo que a Azula ya la lastimaste.- Bobang pensó un poco. -No sabría decirte, sé por Nadja que hay que insistir para que te escuchen pero también sé que no les gusta que las molesten cuando están enojadas, o heridas.

-¿Crees que la haya lastimado?- Quiso saber, con pesar.

-Solo imagínate que ella haya estado con Hino y al llamarla tú, ella le hubiese dicho "solo es un chico de Japón". ¿No te hubieras sentido mal?

-Supongo.- Agachó su vista. -Pero... fué una tontería. Ella no es "solo una chica de Argentina".

-Supongo que lo único que queda es que se lo hagas entender. Y lo primero que debes hacer es hablarle sobre ella a Amelia, así Azula comprenderá que quieres a ambas pero de distintas maneras. A menos que te guste Amelia.

-¡Que no me gusta!

-¿Puedes dejármela a mi, entonces?- Preguntó Luca desde el asiento de adelante, muy atento.

-¡Olvídalo! Tú eres un mujeriego. No la dejaría en manos de un mujeriego.

-Dime, Shingo... y si Azula no quiere volver a hablarte, ¿qué harás?- Preguntó el nigeriano.

-Dudo que haga de este problema algo irreparable.- Respondió, dubitativo. -Tengo fe en que eso no pasará.

-Pero... ¿y si sí?

-No pasará.- Le sonrió. -Sé que Azula me quiere, y que me quiere de la forma como yo la quiero.

-Espero que tengas razón.- Dijo, no muy convencido. -Pero si no, el herido vas a ser tú. Lo sabes, ¿verdad?

-Sí.- Su sonrisa se borró. -No quiero ni siquiera considerar que arruiné todo por esa estupidez.

-Y lo merecerías.- Sentenció Bobang. Shingo suspiró.

-Lo sé.

-Y tu hija crecería en un país alejado, sin un padre presente.- Continuó el africano, mirándolo con reproche. -No quise decirte esto, pero es la verdad.

-¿Por qué dices eso?

-¿Por qué? ¿Por qué mantuviste el contacto con ella?

-Porque me gusta.

-¿Solo eso? ¿Y Mizuki?

-¿Mizuki?- Aoi Dudó. -Mizuki es el nombre que ella eligió para su futura hija. Yuki me lo dijo. Pero como ella, al no estar en sus cabales, me confesó que quería tenerla conmigo, cosa que también tomé como una confesión. Decidí que Mizuki será mi hija también.- Explicó, con una sonrisa. -Claro, dentro de muuuchos años.

-Espera... ¿Azula no está embarazada ahora?

-¿Qué? ¡No!

-¿Estás seguro?

-Bueno... eso creo.- Pensó un poco. -¿Crees... ¿Crees que podría estarlo?

-¿Has dormido con ella?

-Sí.

-Y... ¿te has cuidado?

-No lo creí necesario, es decir...

-¿Acaso eres tonto, Shingo?- Bobang palmeó su cara.

-¿Qué?

-¡Si duermes con una chica y no usas protección, corres el riesgo de que quede embarazada!

-Momento, momento... quizás sea un poco lento, pero sé cómo hay que hacer para que una pareja tenga un bebé.- Dijo Aoi, ofendido. -¡Y nada de eso hicimos!

-¿No dijiste que durmieron juntos?

-¡Sí! ¡Pero solo dormimos!

-¿Qué tan seguro estás?

-¿Crees que si lo hubiese hecho no lo estaría?- Contestó, aunque al instante se tornó pensativo. -Aunque... se me vienen ciertas imágenes.

-¿Imágenes?

-De ella en ropa interior. En ropa interior blanca. Se veía preciosa.- Sonrió, con un inminente sonrojo. -Pero... creí que lo soñé.

-¡¿Cómo puedes no recordar si tuviste sexo o no?!- Chilló el nigeriano, en baja voz.

-Es que... ¡habíamos bebido vino!

-Deberás hablar con Azula. Si ella está embarazada, deberás cumplir tu parte.

Luego de un breve momento, Shingo Aoi pareció caer en la situación.

-Ella no puede estar embarazada.- Sonrió, muy nervioso. -Aún soy muy joven para ser padre.

-Pero no lo suficiente, al parecer, si es que ya andas escarbando en esas tierras.- Murmuró Bobang. Sin embargo, al verlo consternado, aligeró su expresión y colocó una mano en su hombro. Aoi liberó dos lágrimas, que recorrieron sus mejillas. -Oye, Shingo.

-Tengo que hablar con ella.- Musitó. -Tengo que disculparme.

-De una forma u otra la podremos contactar.

Shingo asintió, intentando contener el mar de emociones que era en ese momento.


Livorno, Toscana.

-Por favor, ¿podrías llamarme? Sé que se oyó horrible lo que dije, pero... estoy arrepentido. Quiero compensarlo, quiero hacerte entender, quiero que sepas que Ame solo es mi amiga. Sé que fuí un estúpido que habla sin siquiera conectar dos neuronas, pero sé reconocer cuando me equivoco. Quiero que me perdones y me permitas...

-Tu monólogo me dió arcadas.- Dijo Luca, sorprendiendo al japonés del equipo solo en el vestuario, enviando un mensaje de audio. Aoi lo borró. -Si puedes atosigarla a ruegos, es que aún no te bloqueó. Ella quiere verte rogar, no le des el gusto.

-Voy a rogarle todo lo que sea necesario.- Aoi sonó muy duro. -Ella merece mi ruego y yo merezco estar aquí como un idiota, rogándole.

-Sí, eres un idiota.- Asintió su capitán. -Pero por más ruegos de mil quinientas palabras que le envíes, ella no te perdonará.

-Gracias, capitán.- Suspiró.

-Estamos a punto de jugar un partido televisado. Si yo estuviera tan desesperado como tú, convertiría un gol y le haría una bonita dedicatoria. Seguro que eso sería mejor que cualquier patético texto que se te haya ocurrido.

-Es una buena idea.- Shingo finalmente sonrió. -¿Tienes algo para escribir?

-Por supuesto.- Luca sonrió con mofa, sacando de su bolso un marcador. -Siempre tengo esto por si alguno de mis compañeros tiene problemas con su pareja.

-Azula no es mi pareja.- Dijo Aoi, mientras buscaba la remera blanca con la que había llegado y escribía un texto sobre ella. Al concluír, sonrió. -Pero lo será, y quiero asegurarme de que pase.

-¿Por qué en inglés?- Preguntó Luca, con curiosidad, al leer aquello.

-Es una canción, tonto. Siempre la escucho y realmente me recuerda a ella.

-¿Y eso?

-Sus iniciales.- Sonrió.

-¿Te refieres a Amelia Bruno? ¿Acaso quieres morir?

Aoi puso cara de espanto.

-¡Sus iniciales son las mismas!- Exclamó escandalizado, intentando cambiar su pifia. Sin embargo, difícil sería borrar un marcador indeleble. -Ya lo arruiné. ¿Ya ven lo que digo cuando les digo que soy un idiota?

-Solo haz esto.- El italiano tomó el marcador, pintó dos corazones sobre las iniciales y colocó el nombre Azula bajo ellos. -Te he salvado la vida.

-¡Muchas gracias, capitán!- Sonrió radiante Shingo.

-Era lo menos que podía hacer. No podía dejar que anduvieras caminando el campo solo porque tienes mal de amores. Ahora, ¡anda! A ella no le gustará que no des el cien por ciento.

-El ciento diez por ciento pienso dar hoy. ¡Tengo que marcar un gol sí o sí! Y de Rovesciata, a ella le fascina la Rovesciata.- Sonrió, encuerándose, colocándose la remera del mensaje y sobre esta su camiseta número veinte.

-Ve.- Le dijo, logrando al fin sacarlo de los vestuarios visitantes.